Respuestas de foro creadas

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  • Dhurkrog
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    Registro 1 de Lerhien.

     

    Los ojos de esta semielfa, grandes y de un intenso avellana, examinan siempre su entorno con mirada de halcón. Su cabellera, de un rubio oscuro, se mueve a uno y otro lado en una única trenza de aspecto descuidado. Sus pómulos altos y angulosos dan a sus facciones un toque exótico. Lo más atípico en ella son sus pechos. O su pecho, más bien. Solo tiene uno, que se levanta solitario, redondo y orgulloso justo encima de su corazón. El otro lado, por alguna razón, no está. Sus labios están permanentemente apretados en una línea de concentración, y alrededor de sus ojos no hay ninguna arruga de risa. Su expresión es impasible, inexpresiva y dura. Su cuerpo es fibroso y de aspecto elástico. Permanece siempre en tensión, como si fuera una cuerda de arco a punto de ser disparada. Su curvilínea figura no resulta ni dulce ni suave, como sería común en otras de su misma casta.

    Dhurkrog
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    Registro 2 de Hayrgrim.

     

    Nacido en una familia de clase media alta en la ciudad de Ar’Kaindia, el joven Hayrgrim creció sin haber sentido nunca el rugido del hambre en el estómago ni el latigazo de la escasez económica en su familia. Sin embargo, hijo de madre sacerdotisa y padre soldado, fue educado en la sencillez y el uso de la lógica y la razón por sobre los sentimientos o las emociones. Nunca disfrutó especialmente de los lujos y la ostentación, a pesar de que frecuentaba amistades que sí lo hacían, prefiriendo la mayor parte del tiempo permanecer abstraído en libros de historia y táctica militar. Como completa contradicción a su crianza basada en la lógica por encima de los sentimientos, su padre, uno de los mejores tácticos del reino, había rechazado en varias ocasiones las invitaciones de las altas esferas para convertirse en general, prefiriendo permanecer como soldado raso para no alejarse tanto tiempo de su familia, y poder dar una buena crianza a su hijo.
    Al cumplir 16 años, Hayrgrim fue junto al tutor del reino a cumplir las misiones necesarias para convertirse en un hombre orgo. Luego de finalizarlas, comunicó a sus padres que se marcharía a dendra a levantar el nombre de su reino una vez más. Había leído como el nombre de su gente había sido lenta pero firmemente denigrado en el imperio, cómo los cargos más importantes solo podían ser ocupados por dendritas, olvidando el importante cimiento que fueron los orgos para el imperio, y bajando el estatus de su raza a meros ciudadanos poco más que plebeyos.
    Sus padres, aunque no estaban del todo de acuerdo, eran conscientes que ellos eran culpables en gran parte de esta decisión, debido a su crianza, así que, aunque intentaron poner algunos peros, no insistieron demasiado, y Hayrgrim partió un atardecer, con lo puesto y un hatillo que contenía 2 odres de agua, una espada de factura keelita, y un par de frutas para el camino.
    Sus padres volvieron a tener noticias de él un tiempo después, enterándose de que había conseguido un shalafi en plena ciudadela, y de que había formado amistades entre la nobleza dendrita. La última noticia, mucho más impactante, fue que el orgo había muerto en un voraz incendio que había afectado al departamento en el que vivía y otros 5 más. El dolor de sus padres fue inmenso, aunque la confusión llegó después cuando el rumor de que una orga ofrecía servicios sexuales en uno de los prostíbulos más importantes del reino dendrita voló hasta su casa.
    Hayrgrim abrió los ojos, tembloroso. Ya no sentía las llamas que hasta hace unos segundos lamían su piel, y amenazaban con carbonizarlo vivo. Tampoco se encontraba en la casa del noble al que había traído luego de una borrachera, ni el zombi que había intentado matarlo. Una hermosa mujer de voluptuosas curvas lo miraba atenta desde un sillón. Sonrió con dulzura, y le hizo una propuesta que cambiaría su vida para siempre. Había sido salvado, pero tenía que pagar un precio. Aceptó.
    Volvió a abrir los ojos, y Hayrgrim se miró a un espejo, sorprendida. Ya nada volvería a ser lo mismo. Sonrió, tentativa. A pesar de que todo era demasiado extraño, a aquella orga le gustó lo que vio. Estaba satisfecha.

    Dhurkrog
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    Registro 1 de Hayrgrim.

     

    La orga que se yergue aquí se alza unos 2 metros aproximadamente. Su cuerpo, aunque no fornido, sí presenta fibrosos y torneados músculos en las partes descubiertas de su cuerpo.
    Una prominente mandíbula inferior gobierna los rasgos de su cara, donde puedes distinguir dos pequeños y cuidados colmillos alzándose de ahí orgullosos. Unas gruesas, oscuras y
    arqueadas cejas enmarcan sus ojos; Unos orbes blanquecinos que no reflejan ni la luz ni la mirada de quienes los contemplan, provocando una sensación de vacío. Su cabellera está
    separada en pequeñas coletas trenzadas que caen a través de sus hombros y espalda semejando serpientes verdosas que se cimbrean al compás de sus movimientos. Sus manos terminan en
    cuidadas uñas, dejadas crecer y luego limadas hasta simular unas coquetas, pero peligrosas garras. Su cerúlea tez se ve extrañamente lustrosa, como la piel de un reptil.

    Dhurkrog
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    Registro 2 de Dadna.

     

    Dadna nació en una fría noche de invierno, en el reino de Eldor. Sus padres eran mercaderes que poseían una flota de barcos mercantiles para realizar exportaciones. Estaban encantados con la llegada de su segunda hija y la celebraron con un banquete en el hogar de la familia. Desde temprana edad, Dadna demostró una gran afinidad por las artes marciales y, a los seis años, comenzó a entrenar en el khaldar con los monjes eldorenses. A pesar de su pequeño tamaño, Dadna se reveló como una estudiante excepcional y pronto se destacó por su velocidad y agilidad en el combate. A medida que crecía, su pasión por el khaldar solo aumentaba y, a los ocho años, decidió dejar de lado sus estudios académicos para centrarse en el entrenamiento y el combate. Fue entonces cuando ocurrió el trágico suceso: durante un viaje marítimo, sus padres fallecieron en un accidente y Dadna quedó a cargo de su hermano mayor, quien heredó la empresa de exportación de la familia. A pesar de su dolor, Dadna decidió honrar a sus padres y continuar con su entrenamiento en el khaldar. Se esforzó al máximo para convertirse en una de las estudiantes más destacadas en el arte marcial enseñado por los monjes eldorenses. Y a los 16 años, cuando terminó sus estudios, decidió partir de Eldor y emprender un viaje para extender la cultura de su reino y defender los reinos del bien. Aunque aún no sabía cómo, sabía que quería fundar una escuela de artes marciales para quienes desearan unirse y luchar por la justicia y la paz. Y así comenzó la historia de Dadna, la guerrera, monje y sacerdotisa de Hiros.

    Dhurkrog
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    Registro 1 de Dadna.

     

    Esta joven mujer posee un cabello Rubio rojizo, largo y despeinado, que le cae en ondas por los hombros y la espalda. Su tez es tersa y radiante, con rasgos faciales finos y delicados. Sus ojos azules, claros y brillantes, destacan en su rostro ovalado. Sus pómulos prominentes le dan un aire obstinado, mientras que sus labios suaves y carnosos parecen querer paliar un poco esta característica. Su cuerpo es esbelto y bien tonificado, con brazos y piernas fibrosos y manos y pies pequeños y elegantes.

    Dhurkrog
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    Registro 2 de Daenariel.

     

    Daenariel era una bardo talentosa, capaz de crear melodías y letras que emocionaban y conmovían a su audiencia. Aunque a veces se sentía un poco insegura de sí misma, su amor por la música y su deseo de conectarse con las personas la impulsaban a seguir adelante. Pero no todo en su vida había sido fácil. De niña, había crecido en una familia disfuncional en la que su padre elfo y su madre humana no se llevaban bien. A menudo se sentía ignorada y desplazada por sus padres, que se centraban más en sus propias disputas que en ella.
    Aunque amaba a su padre y su madre, a veces se preguntaba si alguna vez sería suficiente para ellos. Cuando Daenariel tenía diez años, su madre murió de una enfermedad. Su padre se sumió en una profunda tristeza y comenzó a beber más de lo habitual, lo que hizo que la vida en casa fuera aún más difícil. Daenariel se refugió en la música, y comenzó a tocar el arpa y a componer sus propias canciones. Aunque no podía cambiar lo que estaba pasando en casa, la
    música le daba una vía de escape y le ayudaba a expresar sus sentimientos. Con el tiempo, Daenariel se dio cuenta de que la música era su verdadera pasión y decidió convertirse en bardo. Aunque su padre no estaba contento con esta decisión, Daenariel sabía que era lo que quería y no estaba dispuesta a renunciar a sus sueños. Así que, a los veinte años, dejó atrás su hogar y se embarcó en una aventura para convertirse en una de las mejores bardos de Eirea.
    A medida que fue ganando experiencia y reputación, Daenariel se dio cuenta de que su verdadera fuerza estaba en su habilidad para conectarse con su audiencia y transmitir emociones a través de su música. A menudo se inspiraba en sus propias experiencias y sentimientos para crear canciones que tocaban las fibras más profundas de las personas. A los 40 años, Daenariel había recorrido gran parte de Eirea y había tocado en innumerables lugares, desde tabernas hasta palacios. Aunque se sentía agradecida por todo lo que había logrado, a veces se sentía un poco solitaria. A menudo se preguntaba si alguna vez encontraría a alguien con quien compartir su vida. Aunque había conocido a muchas personas a lo largo de sus viajes, no había encontrado a nadie con quien sintiera una conexión real.

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    Registro 1 de Zhorkh

     

    En este hombre-lagarto de anchos hombros se hacen notar Unos fibrosos músculos por debajo del recubrimiento de cristalinas escamas que adornan su cuerpo. Éstas son de un tono albino en su mayor parte, aunque por su espalda pueden notarse entrelazadas escamas que alternan un espectro de colores del blanco al azul. Unos grandes ojos de este último color permanecen inertes en su rostro, con las pupilas fijas y sin rastro de movimiento.

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    Registro 1 de Tanakyra:

     

    La humana a la que contemplas supera el metro y medio de altura por al menos veinte centímetros. Sus ojos, de un azul tan claro como los congelados lagos de la isla de naggrung, son almendrados y apenas se distinguen la esclerótica y la pupila, poseyendo una ligera elevación hacia arriba en el ángulo exterior de los mismos. Resaltan en su rostro de fuertes pómulos una firme barbilla y una aristocrática nariz más comunes en el sexo opuesto. Unas perfiladas cejas junto con unos carnosos labios otorgan femineidad a sus facciones. Un par de gruesas, pero bien torneadas piernas soportan el peso de un torso voluptuoso que, aunque fornido, no presenta ningún rastro de grasa. Trabajados, pero no exagerados músculos recorren sus brazos terminados en unas manos de callosos dedos. Una blanquísima cabellera cae en cascada por la espalda y los hombros hasta alcanzar su delgada cintura.

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    Registro 1 de Zukyra

     

    Esta semi-drow posee una complexión fibrosa, pero demasiado esquelética. Las costillas se marcan en su torso y sus brazos parecen ramas nudosas en donde los músculos sobresalen cual cuerdas de cáñamo. Codos y rodillas despuntan en su figura dando a su aspecto un talante más bien desabrido, lleno de ángulos y falto de curvas. Acentúa esto su rostro chupado con los pómulos marcados sobre las mejillas hundidas, enmarcando unos labios finos y prietos. Una nariz torcida con aspecto de haber sido rota en más de una ocasión termina de consumar esta impresión. Sus ojos, de un turquesa apagado, se encuentran hundidos en sus cuencas, bajo unas encrespadas cejas. Su cabello, más ceniza que níveo, cae recogido en una coleta por su espalda. Sus enclenques piernas parecen ser demasiado largas para el resto de su cuerpo, y sus manos cuarteadas de largos dedos ostentan unos acorazados callos.

    Dhurkrog
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    Registro 1 de Dogga

     

    Aunque apenas alcanza el metro treinta de estatura, el cuerpo de esta hembra goblin presenta curvas y protuberancias visiblemente femeninas, y bajo su cenicienta tez se marcan unos fibrosos y tonificados músculos. No se distinguen rastros de pelo en las zonas descubiertas de su cuerpo, con excepción de sus Cejas y pestañas. Pestañas que coronan unos grandes ojos azules enmarcados con un tenue pero oscuro maquillaje que, a su vez, custodian una aristocrática nariz incapaz de eclipsar sus voluptuosos labios. Unas puntiagudas orejas se retuercen ligeramente a los lados de su calva cabeza, dándole en conjunto más que un toque felino a sus angulosas facciones. Sus manos son delicadas y de largos dedos, con uñas rematadas en unos cortos espolones de aspecto orgánico. En su cuello se distingue lo que podría ser la antigua cicatriz de un collar de esclavo.

    Dhurkrog
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    Registro 1 de Xhyra.

     

    Esta kobold, de atlética figura, posee una estatura promedio para su raza. Unas largas y arqueadas pestañas coronan unos grandes ojos verdes con trazos dorados en el iris. La trufa
    que suele rematar el hocico de estas criaturas en esta hembra es mucho más discreta y de fina osamenta. Sus orejas caen lacias por su espalda entremezclándose con una cascada de
    rizos azabache que descienden hasta un poco por debajo de su cintura. Un voluptuoso cuerpo de marcadas curvas, cubierto por un delicado y suave pelaje pardo, tan corto como bien
    cuidado, culmina esta síntesis de feminidad humanoide y gracia canina.

    Dhurkrog
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    Registro 2 de Savinne:

     

    Nacida el 14 de Aylie del 124 Era 4ª, Savinne creció entre los monjes, y nunca conoció otra cosa. Había sido abandonada de pequeña, y un soldado enano había peregrinado hasta eldor para dejar al pequeño ser al cuidado de los monjes balar. El enano no dijo mucho, y los monjes tampoco preguntaron demasiado. Lo único raro que les había llamado la atención es que el enano no tenía ni rastro de barba, cosa que había dejado boquiabiertos a algunos monjes. Dieron luego su descripción a algunos enanos que solían pasarse por allí en primavera para meditar y despejarse, pero nadie lo reconoció nunca. Tampoco llegaría Savinne a saber nada del enano en toda su vida. O al menos eso parecía.
    A los 16 años le dieron a tomar una decisión. O se quedaba con ellos y aprendía la disciplina o los secretos balar como lancera, monje o soldado, o iría a buscar su propio camino en otros reinos. No fue difícil tomar la decisión. Se quedó, y aprendió. Conoció cada rito, cada movimiento y cada plegaria hasta el más mínimo detalle, y se ganó al Dios Hiros como una de los más fieles devotos del níveo caballo. Sin embargo, algo no terminaba de encajar en su corazón.
    La culpabilidad la carcomía cada vez que se daba cuenta, con creciente horror, que sentía más paz meditando en soledad y sumergida en su propio ser, que rezándole a Hiros. Tomó pues la decisión de salir del reino, e ir a explorar otros sitios, con la secreta esperanza de recobrar su completa fe en su señor. En honor a su Dios se unió a barias batallas takomitas contra los invasores lagartos, se lanzó temeraria entre los demonios que asediaban poldarn, bajó junto a los enanos a los niveles más profundos de las minas para patrullar en busca de oscuros seres que habían encontrado un camino a las minas enanas desde la suboscuridad, entre otras mil historias de heroísmo o estupidez, depende de a quién le preguntes, que forjaron su nombre. Era una Eldoram fiel, cumplía a rajatabla cada uno de los preceptos de su Dios, y sin embargo… Algo no terminaba de encajar. Sentía la confianza y todo el poder de su señor a su disposición, por lo que se daba cuenta de que Hiros no la culpaba por sus sentimientos, ni la castigaba por ellos. Pero eso no la hacía sentir mejor. Algo no estaba bien en ella, y lo que hacía que un gélido escalofrío subiese por su espalda era que una parte muy pequeña de ella quería aceptar que era así.
    Lo que más curiosidad le causaban eran los nobles. Esa seguridad en si mismos, esa inocencia tan premeditadamente estúpida, ¿podría ser real?. Había escuchado historias de sacerdotes de khaol, un Dios que no era Dios, pero que de alguna forma había ascendido y blandía los poderes de uno, utilizar el engaño y los dones de su señor para aparentar se otras personas, y así infiltrarse en ciertos lugares donde de otro modo no serían aceptados. Savinne se preguntaba, ociosamente, si ella podría ser capaz de lograr lo mismo sin tener la bendición de Khaol. Y si su Dios se lo permitiría. Cuando estos pensamientos cruzaban por su mente, no lograba percibir lo que su señor pensaba de todo esto, y eso le causaba una mezcla entre culpabilidad y una fría, dulce y incitante emoción.

    Dhurkrog
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    Registro 1 – Savinne

     

    Observas a esta joven humana de grandes ojos esmeralda. Su cabeza se encuentra completamente libre de cualquier rastro de pelo, asemejándose a un huevo recién eclosionado. Sus angulosos pómulos remarcan una nariz respingona y sus gruesos labios se retuercen intermitentemente en pequeñas muecas pensativas. Los músculos parecen fluir por debajo de su pálida piel, recalcando sus fibrosas extremidades. Cada movimiento es efectuado con engañosa lentitud, cada expresión y cada fluctuación de su cuerpo en perfecto equilibrio.
    Incluso sus curvas parecen en armonía con su raza, pero en su mirada no se discierne ninguna expresión. Todo parece estar en continuo movimiento, excepto sus ojos, demasiado quietos, demasiado muertos.

    Dhurkrog
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    Yo estube probando estos dias el mudlet, y aunque faltan algunas cosas, como buenos atajos para acceder a las configuraciones, o incluso para cosas como el mapa, funciona sorprendentemente bien. Yo diría que es accesible en un 80% (windows). Incluso pude usar el buscarposicion/irsala sin ningun problema..

    Lo que me parece que aún queda son macros y atajos para acceder a cosas como los canales, o a mensajes etc, pero poco a poco. De hecho estoy agradablemente sorprendido, no creí que fuese tan rápido. Incluso la zona de configuracion, a pesar de que a veces loquea un poco, es muy accesible con el cursor de navegación de objetos de NVDA.

    Dhurkrog
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    Número de entradas: 238

    Registro 1 de Daenariel.

    Esta humana presenta una complexión atlética y fibrosa. Su cabellera, larga y ondulante, cae por su espalda hasta el final de la cintura. Posee unos ojos que, siendo casi demasiado
    grandes para su rostro, le otorgan un aspecto infantil. Estos parecen cambiar de color de acuerdo al reflejo de la luz, moviéndose dentro de un espectro del azul al gris. Unas
    largas pestañas doradas coronan su mirada, y una nariz pequeña y redondeada remata sus facciones de, a excepción de sus voluptuosos labios, apariencia inocente. Su cuerpo se eleva
    aproximadamente un metro y medio sobre el suelo, y sus pequeños pero puntiagudos pechos solo acrecientan su impresión poco desarrollada, casi aniñada. La única concesión a su
    herencia élfica son sus angulosas orejas que sobresalen tímidas entre sus abundantes bucles.

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