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  • Rijja
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    Fascículo 50

     

     

    Mientras Rijja Al’jhtar espoleaba a su montura, casi hasta la extenuación de esta, atravesando la Vía de Ysalonna rumbo sur, la caprichosa peonza del Éter giraba y giraba produciendo su azarosa alineación de los Planos.

    Cuando el Alto Teócrata hubo alcanzado las murallas de la gloriosa Ciudad de Dendra, detuvo su mirada en la apenas visible Torre de Ébano y, en una ligera observación, denotó que los experimentos de Dhalim no se estaban llevando a cabo en ese momento y emprendió una carreta frenética a la ciudad Ryniver, ya que era la zona donde se estaba condensando aquella desagradable sensación mágica.

    En su camino podía observar como los pájaros comenzaban a remontar el vuelo con una especie de instinto de huida, al igual que diversos roedores se escondían asustados en sus madrigueras a la vez que el aire se tornaba pesado y espeso, como si algo terrible estuviera a punto de suceder.

    En ese momento, y ajeno a todos los habitantes del Plano Material, un Neófito de Astaroth se preparaba para liderar la expedición interplanar con la intención de evangelizar a todos los mortales que se cruzaran en su camino e impartirles la fe ciega de su Dios.

     

    Una guerra entre los habitantes de dichos planos de existencia estaba a punto de comenzar… Que interesante.

     

    Llegando a la Ciudad de Ryniver, casi encontrándose ya en el puente sobre el Río Urzabalgai, el Alto Teócrata Arcano pudo observar cómo, de manera súbita y casi inexplicable, tres extraños astros eclipsados surgieron en el horizonte. Semejante fenómeno astral no podía ser de origen natural y ante la situación, desde luego, no auguraban nada bueno.

    Los habitantes de Ryniver, atónitos ante dicho acontecimiento, comenzaron a correr despavoridos por las calles de la Ciudad entre gritos de miedo y maldiciones. Rijja espoleó entonces su montura una vez más hasta llegar a la plaza principal de la ciudad entre el tumulto del gentío y, observando el cielo, contempló como un crepitante portal flamígero emergía de uno de los eclipses justo encima de la ciudad.

    Mientras el orgo se mantenía expectante a lo que pudiera surgir del portal denotando una mueca de extremada preocupación, una voz le interpeló a sus espaldas diciendo:

     

    “Será un placer inesperado, y muy grato, defender esta posición junto a ti, Alto Teócrata Arcano”.

    Rijja
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    Número de entradas: 368

    Fascículo 49

     

     

    Rogahortharminathar quedó sorprendido ante la rapidez con la que el Alto Teócrata había aceptado su proposición y, después de titubear durante un breve lapso de tiempo a la vez que escudriñaba la cara de Rijja, el demonio extendió su brazo y ofreció su mano a Rijja para sellar el pacto. Justo en el instante en que sus manos se estrecharon cerrando aquel fructuoso trato, algo en el ambiente cambió de manera súbita.

    Este hecho pasó inadvertido para los Antipaladines y escuderos que se encontraban repartidos por la estancia, pero, para nuestros particulares contertulios, era un hecho significativamente notable.

    Los vientos del éter comenzaron a azotar los diferentes planos de Eirea.

    Este acontecimiento puso en alerta de inmediato, tanto a Rogahortharminathar como a Rijja Al’jhtar, los cuales compartieron una mirada de entendimiento e interrumpieron su encuentro. El demonio, en una breve carrera hacia el otro extremo de la sala, llamó a la puerta de una sala contigua y, tras uno segundos, la abrió el propio Archiprelado Vali a la vez que asentía al Emisario Abisal y le decía el paso hacia el interior de aquella estancia. Rijja, en cambio, se dirigió presto al exterior de la Torre del Homenaje, donde se encontraba, hasta llegar rápidamente a las caballerizas del Castillo de D’hara. Apenas intercambiando unas breves palabras con el encargado de las caballerizas, este le entregó un enorme corcel oscuro a Rijja y el orgo salió galopando, con velocidad vertiginosa, hacia el exterior del castillo rumbo a la Vía de Ysalonna.

     

    Mientras esto sucedía, a otra escala de acontecimientos de magnitudes inimaginables, el Plano Material se mantenía en el centro de los vientos, del ahora enfurecido Éter, mientras sus semejantes orbitaban a su alrededor. Durante estos momentos, el Plano Abismal estuvo demasiado cerca del Material y, desdibujando los lazos del Éter que los unen, muchos demonios menores escaparon hacia su plano vecino. Esto no sería la primera vez que pasa y, al margen de supersticiones y algún aquelarre en los lugares más recónditos, en principio no sería un problema que afectara gravemente a los habitantes del Plano Material. Pero, esta vez era diferente.

    El Y502, ese yermo páramo aparentemente desconocido que atormentaba al Alto Teócrata Arcano, se alineó de la misma manera con el Plano del Abismo. Este hecho generalmente tampoco traería consecuencias, ya que los moradores de este plano nada quieren saber de los demonios, pero, ya sea por los azares del destino o por las consecutivas brechas en el Éter provocadas por Dalim; la Archimaga Dendrita, esta múltiple alineación proporcionó un acceso directo de algunos habitantes del Y502 con poderes extraplanares hacia el Plano Material.

     

    Una autentica desgracia para este último.

    Rijja
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    Número de entradas: 368

    Fascículo 48

     

     

    Durante una cuantiosa cantidad de tiempo ambos contertulios mantuvieron la mirada en silencio, en una especie de intento de escudriñar los pensamientos del otro antes de evocar el siguiente palabro, estudiando cualquier posibilidad de ventaja en la inminente negociación y, después de este, el Alto Teócrata Arcano se dispuso a hablar con una mueca simpática en el rostro.

     

    Como bien sabéis, puedo ofrecer muchos tipos de riqueza. Pero, como también debéis saber, es importante conocer vuestras intenciones y anhelos– Dijo Rijja, sin apartar la mirada sobre el Demonio. –Así que, decidme, ¿Qué es lo que queréis? – Añadió.

     

    Rogahortharminathar esbozó una sonrisa.

     

    Verás, sería una petición simple y que apenas os costaría esfuerzo recopilar, ya que habéis hecho el trabajo ya… Quiero la susodicha moneda. -Enunció el demonio a la vez que su mueca iba tornándose cada vez más burlona. –Y antes de que digáis nada, es simplemente por ampliar mi colección. Es una pieza magnífica. –Añadió Rogahortharminathar.

     

    El semblante de Rijja se tornó serio y dejando entrever su creciente enfado.

     

    Suponía que esto podría pasar. Sois un impertérrito negociante y sé que no cederéis en vuestros anhelos sobre la moneda en cuestión, pero, también os conozco bien y todavía no imagino que tipos de conocimientos podríais tener sobre esto y lo que pudieran dichos conocimientos rentar a mi afán de conocimiento… -Replicó el Alto Teócrata Arcano.

     

    El demonio rompió la conversación con una estruendosa carcajada.

     

    No dudéis de mí, orgo. Además, para que todos salgamos ganando en la gestión que estamos llevando acabo, estoy dispuesto a ofreceros un artículo también muy curioso. Y, ciertamente, también proviene de la dimensión del Y502. –Interpeló aquel exquisito demonio.

     

    Rijja quedó ligeramente perplejo ante tal ofrecimiento y, denotando una amplia curiosidad sobre lo que el demonio podía ofrecerle, exhaló rotundamente:

     

    Está bien, Rogahortharminathar, trato hecho.

    Rijja
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    Número de entradas: 368

    Fascículo 47

     

     

    La curiosidad del demonio se incrementaba a medida que observaba más y más aquella extraña moneda, la cual no paraba de girar con sus enormes manos y bajo su atenta mirada a la vez que, de vez en cuando, la raspaba con sus afiladas, y cuidadas, uñas afiladas. Tal era su ensimismamiento en su escudriño numismático que olvidó por un momento incluso la presencia del Alto Teócrata Arcano frente a el cual no dejaba de observar a Rogahortharminathar con una mueca de satisfacción.

    Llegados a cierto punto, el Orgo continuó hablando.

     

    Veo que ha despertado, ciertamente, tu interés. –Dijo Rijja con cierto tono burlesco. –¿Que podrías decirme sobre esta moneda? –añadió.

     

    El demonio, saliendo de su particular estado de trance, levantó la vista apartándola de la extraña moneda y la clavó de nuevo sobre el Alto Teócrata.

     

    Sin duda, has hecho un hallazgo curioso. –Contestó el demonio con cierta incredulidad. –Debo decir que hace décadas que no veía este tipo de monedas y, cuando así lo hice, fue en extrañas circunstancias. -Continuó diciendo.

    -¿Así que ya habías visto antes algo así? –Preguntó Rijja, realmente interesado en el tema. –Cuéntame más.

    Y, ¿Por qué debería de hacer tal cosa? –Dijo Rogahortharminathar, dejándose caer de nuevo sobre el sillón con cierto desdén a la vez que lanzaba la moneda, con cierto cuidado, de nuevo sobre la mesa.

     

    El semblante de Rijja cambió ante la actitud de aquel demonio, no esperaba una contestación así después de observar el interés que había emitido el Emisario Abismal sobre la moneda en cuestión.

     

    Ya veo…¿Qué quieres a cambio? –Dijo el Alto Teócrata con una mueca velada de insatisfacción.

    Muy perspicaz, orgo. El asunto no es lo que yo quiera, ¿Qué tienes tú para ofrecerme? -contestó Rogahortharminathar mientras volvía a sonreír ampliamente ante la actitud de Rijja.

    Rijja
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    Número de entradas: 368

    Fascículo 46

     

     

    El Alto Teócrata y el demonio Rogahortharminathar se dispusieron a iniciar una plática de manera desenfadada, dirigiendo sus pasos a uno de los rincones de la estancia donde se encontraban, ya que en este se encontraba, al margen de mucho otros, un enorme sillón que podría tolerar las características físicas de aquel demonio, las cuales eran portentosas. De casi dos metros de altura y una constitución musculosa sumamente tonificada, su piel rojiza y completamente homogénea crea una extraña sintonía con su perfilada perilla de chivo y nariz aguileña. Incluso cuando se hubo sentado en el gigantesco sillón, su larga cola demoniaca se alzaba, juguetona, por encima de su cabeza mientras clavaba sus ojos, completamente amarillos y similares a los de un felino, sobre el Alto Teócrata esperando impaciente sus palabras. Justo antes de que este hablara, el demonio esbozo una larga sonrisa que permitía observar sus perfectos y níveos colmillos.

     

    He venido por un asunto del que creo puedes informarme –Interpeló Rijja. –De no haberlo creído conveniente, no te habría molestado. –Añadió el Alto Teócrata.

    Antes de nada, permíteme matizar que es muy satisfactorio que acudas a mí para estos fines. Hace muchos años, desde nuestro último pacto, que no veía a tu persona. Los Orgos me parecéis una raza extrañamente curiosa. –Dijo el demonio mientras acrecentaba el ángulo de su sonrisa.

    Supongo que estarás al tanto de los últimos… acontecimientos que tienen que ver con algunos experimentos desde la Torre de Ébano –Continuó Rijja.

     

    El demonio frunció el ceño ligeramente sin llegar a apaciguar su sonrisa.

     

    De hecho, sí –Dijo Rogahortharminathar. –Un asunto, cuanto menos, incómodo. –Añadió.

    Sí, cuanto menos… Estos sucesos han supuesto numerosas oportunidades de estudio por mi parte y, fruto de estos, algunos hallazgos curiosos. –Continuó exponiendo Rijja.

     

    Rogahortharminathar no pudo evitar levantar una ceja en señal de cierta curiosidad.

     

    Y, ¿De qué se trata? –Dijo el emisario del plano abismal mientras se incorporaba ligeramente, en señal de atención.

    Pues… ¿Qué puedes decirme sobre este particular hallazgo numismático? -Dijo Rijja, a la vez que sacaba aquella extraña moneda blanca y la depositaba lentamente sobre la mesa que separaba a ambos interlocutores.

    Vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí? –Dijo el demonio mientras asía la moneda con su mano y se la acercaba a la cara para poder observarla mejor. –Como ya he dicho, orgo, siempre me has parecido… altamente interesante.

    Rijja
    Participant
    Número de entradas: 368

    Fascículo 45

     

     

    El Alto Teócrata Arcano se dirigió entonces hacia el fondo del patio de armas, rumbo a la Torre del Homenaje del Castillo de D’hara. Sin dilación, una vez hubo alcanzado el umbral de dicha torre, se introdujo en el interior. Los pasillos de la torre eran realmente estrechos y ausentes de toda decoración lo cual les otorgaba un aire frío y lúgubre. Las pocas ventanas que allí se encontraban era demasiado estrechas y los muros estaban cubiertos por hileras de antorchas, ya requemadas, que rompían levemente la homogeneidad sobria de los muros. El Alto Teócrata dispuso su mirada por una de las pequeñas ventanas y observó, al margen del patio de armas que había dejado atrás momentos antes, los bosques del norte coronados por las impertérritas nubes tóxicas que se producen sin descanso en los volcanes del Reino de Golthur-Orod.

    Rijja no se detuvo momento alguno en su camino de ascenso por la Torre hasta que olfateó, de manera clara e inequívoca, un agradable olor a rosas y lavandas. Su destino estaba cerca. Al final de uno de los tramos en la escalera divisó la puerta que buscaba y, abriéndola de manera pausada, se introdujo en la sala que custodiaba dicho portón. Se encontraba ahora en los aposentos destinados a las pocas visitas que son invitadas a las dependencias interiores del Castillo de D’hara.

    Dicha estancia se encontraba repleta de cómodos sillones y otros mullidos asientos individuales, los cuales eran acompañados por una pequeña mesa y un oportuno reposapiés. Las paredes y techo se encontraban prácticamente forradas en su totalidad en sedas y variopintos tejidos, todos ellos exuberantemente caros, que se agitaban ligeramente cuando la brisa entraba por las ventanas. Esta sala también gozaba con una cocina particular, situada al fondo de la estancia, que servía únicamente a los reservados inquilinos que pudieran habitar dicha sala.

    Y, en esas dependencias, se encontraba precisamente a quien el Alto Teócrata Arcano estaba buscando y había propiciado su particular viaje de búsqueda. Un poderoso demonio: Rogahortharminathar, Emisario del Plano Abismal.

    Nada más percatarse de la presencia de Rijja, el demonio esbozo una sonrisa picarona y complaciente.

     

    Interesante. ¿Qué os trae de nuevo a mi presencia, Rijja Al’jhtar? ¿Habéis venido para otro… trato conmigo? –Dijo el demonio, relamiéndose levemente nada más dejar de hablar.

    Saludos, Emisario. Esta vez no, al menos no necesariamente. Necesito algo de… información. Tal vez usted pueda satisfacer mi curiosidad. –Contestó Rijja.

    Ja! Siempre tan elocuente. Ven, orgo, coméntame que es lo que buscas. –Replicó Rogahortharminathar.

    Rijja
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    Número de entradas: 368

    Buenas,

     

    Bajo mi punto de vista, y después de estar metido de lleno en el sistema gestas mucho tiempo, no creo que sea productivo el hecho de quitarlos (como ya se ha debatido mil veces). Creo que, como casi todo lo que se postea en esta parte del foro, sería balancearlo. Y, en mi opinión, hay varias formas de hacerlo. Ejemplos:

     

    -Al igual que se hizo con los «items de oficios», que no pudiera pedirse items directamente de ciertas fuentes. Por ejemplo, que bajo el Mecena_divino no pudieran solicitarse objetos que sean de Quest «complejas» (Exodus, Mareas, Confianza). Así se volvería a fomentar el hecho de hacer dichas quest ( ahora con la futura guia también se acrecentaría su uso ).

    -Encarecer dichas recompensas. A mi juicio, 750 puntos de gestas es relativamente poca puntuación para dichos premios. Subirlo a 1500 puntos o incluso 2000 balancearía el tema.

    -Limitar (como ya lo está el mecenas_no_muy_honrado para objetos publicos de gloria) el mecenas_divino también a el top del ranking.

    -Solo poder solicitar una vez cada recompensa por cada temporada. (Y este es el balance que creo más oportuno). El hecho de que un player solo pudiera optar a un item cada mes de juego solventaría de manera exponencial el malestar de «se equipa solo escribiendo» que enarbolan la mayoría de jugadores.

     

    Bonus Track: Recordad que el sistema de gestas, a mi juicio, está orientado en cierta medida a players que, ya sea por tiempo, situación, amigos o disposición, no son capaces de poder lograr ciertos hitos en el juego. (Al margen de que, en mi opinion, sumar al «lore» del juego las historias de los personajes y sus interpretaciones fomentan la calidad del juego y abren un gran abanico de posibilidades, tanto de lectura como de ambientación).

     

    Un saludo.

    Rijja
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    Número de entradas: 368

    Fascículo 44

     

     

    El Alto Teócrata no pudo salvo esbozar una sonrisa cuando descubrió, nada más girar su cabeza, quien era su interpelante. Una antigua conocida. Se trataba de una mujer que, con el paso de los años, se había consolidado en una cruel reputación dentro del Imperio Dendrita, todo a base de derrotar a grandes maestros de armas en combates singulares. Esta mujer tenía una complexión estilizada que acompañaba a una portentosa espalda y su apenas metro y medio de estatura se encubría debido a la portentosa montura, un poderoso demonio, que cabalgaba sin ningún tipo de esfuerzo. Se trataba de Lady Domiana.

     

    -¿Te han arrancado la lengua?, ¿Tan impresionado de verme?- Interpeló de nuevo Domiana, al mismo tiempo que su corcel demoníaco, oscuro como el carbón más puro, emitía una bocanada de aliento sulfuroso.

    Lady Domiana, veo que los años os siguen dejando estar tan… simpática, como siempre -Dijo Rijja con tono burlesco. –Acertáis, no esperaba veros. –Añadió.

    -¿Tan raro se os hace verme en esta fortaleza?– Preguntó Domiana, de nuevo.

    No en la fortaleza en sí, más bien en esta parte del castillo. Según tengo entendido últimamente custodiáis cierto… material especial. –Contestó el Alto Teócrata, a la vez que Domiana fruncía el ceño.

    Y bien, repetiré mi pregunta, ¿qué os trae a la Fortaleza después de tanto tiempo, señor Alto Teócrata? –Dijo Domiana, esta vez con un tono más inquisitivo.

    No os sulfuréis, mi señora. No permaneceré aquí más del tiempo necesario. He venido a parlamentar con cierto… invitado vuestro. Y, antes de que preguntéis de nuevo, los asuntos que vengo a tratar no os repercutirán tarea alguna. Así que, si a vos os place, seguiré con mi camino sin más interrupciones. -Sentenció Rijja, devolviendo la seriedad en el tono.

    -Ja! –emitió Domiana con una mezcla entre burla y resignación. –Tratad los asuntos que tengáis pendientes. No quería importunarle. Tal vez, algún día, su presencia en este castillo sea para “honrarme” con un combate singular, Alto Teócrata. –Añadió Domiana con una ligera sonrisa complaciente.

     

    Rijja le devolvió la sonrisa y, a la vez que este volteaba, Domiana giró su demoníaca montura para, después de una leve cabriola, marcharse hacia las afueras de la fortaleza y continuar su cometido, dejando tras de sí un profundo olor a azufre, presumiblemente fruto de las emanaciones de su particular corcel.

    Rijja
    Participant
    Número de entradas: 368

    Fascículo 43

     

     

    Una vez sus pasos por el sendero lo alzaron más y más arriba en el risco, el Alto Teócrata se encontró frente al Castillo de D’hara. Llegados a este punto, Rijja pudo observar como aquella fortificación, debido a su privilegiada posición, permitía dominar y escudriñar totalmente el terreno donde se encontraba y varios kilómetros a la redonda. La ausencia de vegetación, previamente talada por los habitantes del castillo, ayudaba a este cometido. Aquí se hacían aún más patentes las enormes grietas y quemaduras en los muros, propiciadas por antiguos ataques a este bastión, pero aun así seguían viéndose robustas y firmes.

    Un colosal rastrillo metálico protegía de manera infranqueable la entrada a la fortaleza, el cual se encontraba abierto debido a la actual ausencia de amenazas, pero debido a un sistema de contrapesos y enormes poleas este podía cerrarse súbitamente en cualquier momento.

    Sin dilación, el Alto Teócrata cruzó el umbral de aquella particular fortaleza con prestos pasos.

    Una vez en el interior, un enorme patio de armas daba la bienvenida a Rijja, completamente empedrado en losas de tonalidades grises, predominantemente oscuras, que se homogeneizaban con el resto de murallas del castillo. Esta zona estaba perfectamente organizada y pulcra debido, sin duda, a ser el centro neurálgico del castillo. Numerosos caballeros practicaban justas y peleas junto a un cercado de madera en la parte oeste, junto a las cuadras del castillo. Desde esta zona se podía observar todas las torres que componían aquella edificación, dotándola de una magnificencia única. Pero, al margen de los caballeros, lo que más abundaba en el patio de armas de la fortaleza eran los escuderos, jóvenes adoptados por la orden de caballería, procedentes de todos los rincones del Imperio Dendrita, incluso de poderosas familias nobles, que buscan ganar gloria mediante su entrenamiento como Caballeros de Seldar. Realmente solo son escogidos algunos de los aspirantes, ya que, al margen de las dotes necesarias para el combate, la Orden de D’hara busca concienzudamente en estos las aptitudes, y actitudes, para una severa investigación en todos los campos que desarrollan aquí.

    Antes de que el Alto Teócrata pudiera recorrer del todo aquel portentoso patio de armas, fue importunado nuevamente.

     

    Cuanto tiempo sin verle por aquí, Alto Teócrata. –Escucho Rijja, por parte de una voz femenina pero tremendamente severa, a sus espaldas. – ¿Has venido a enterrar de nuevo tu cabeza en nuestra majestuosa biblioteca? – añadió aquella voz.

     

    Rijja volteó su cabeza para observar a quien pertenecían aquellas palabras…

    Rijja
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    Número de entradas: 368

    Fascículo 42

     

     

    Dejando atrás los calcinados, o perforados, cuerpos de los bandidos que habían osado atacar al Alto Teócrata, este se encaminó de nuevo hacia su ansiado destino. La Fortaleza de D’hara.

    Avanzando un centenar de metros, se encontró con lo que precedía dicha edificación, una sencilla carretera empedrada con roca oscura en su totalidad, la cual serpenteaba hasta culminar en lo alto de un gran macizo rocoso. Una vez allí, con solo alzar la vista, Rijja pudo observar en lo alto de aquel macizo la fortaleza, erigida en piedra tan oscura como la carretera que ahora pisaba. Desde la lejanía se podía observar el sólido aspecto que resaltaba los dos torreones que posee dicha edificación, situados en el extremo oeste y norte del castillo, en los cuales se divisaba las grotescas gárgolas, y los estandartes emblemáticos de Seldar e Imperio Dendrita, que recorrían todas las almenas a modo… decorativo.

    A la vez que ascendía por aquel sinuoso sendero las murallas de la fortaleza se iban haciendo más y más claras para el Alto Teócrata. En estas se podía observar con claridad que no se encontraban tan cuidadas como el resto de la fortificación. Enormes boquetes, producidos presumiblemente por maquinaria de asedio tiempo atrás, decoraban la mayor parte de la superficie. Coronando dichas murallas se encontraban numerosos escorpiones, catapultas y enormes calderos repletos de aceite hirviente que disuadirían incluso al más valeroso guerrero enemigo que intentara acercarse a sus lindes. La vegetación en este punto era casi inexistente salvando algún que otro arbusto que se ensombrecen debido a la indómita presencia de la fortificación. Ya en los alrededores del castillo, el paso del Alto Teócrata Arcano fue importunado por dos individuos. Se trataba de unos Caballeros del Mal de los muchos que pueblan esta fortificación, hombres recios cuya dedicación ha sido absorbida por completo por las creencias y catecismo del Dios del Mal. Con paso firme, se acercaron a Rijja a la vez que llevaban su mano a la empuñadura de sus armas.

     

    Deteneos viajero. ¿Quién sois? – Preguntó uno de ellos con tono autoritario.

    Mi nombre es Rijja Al’jhtar, Alto Teócrata Arcano de Ar’Kaindia.– Según tengo entendido, os habían informado de mi inminente llegada a la fortaleza.- Dijo Rijja con tono solemne.

    En efecto, Alto Teócrata. Disculpad el infortunio de nuestra pregunta, debemos mantener el control sobre el trasiego del gentío en estos caminos. Es libre de seguir con su ruta.- Dijo, a modo de disculpa, el Caballero de D’hara.

    No me supone ningún inconveniente, gracias. –sentenció Rijja, a la vez que apartaba la vista del caballero con un ligero desdén y retomaba sus pasos hacia el enorme pórtico de la Fortaleza de D’hara.

     

     

    Poco a poco, el Alto Teócrata parecía acercarse a su ansiado destino…

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    Rijja
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    en respuesta a: El Resurgir #347981

    El resurgir (IV)

     

     

    Los aposentos de Drakar se habían mantenido intactos e inmóviles desde su partida, encontrándose todo tal y como lo dejó. Un enorme dormitorio repleto de candelabros y lámparas de aceite a poca altura que recreaban un ambiente cómodo y ligeramente oscuro. La cama, cubierta con sábanas azabaches, se le antojaba igual de cómoda que antaño, pero, en estos momentos, no había tiempo para detenerse en esas absurdas posesiones terrenales. Drakar debía cumplir sus planes.

    Mientras esperaba la llegada del Archimago de la Familia Baelzhemon, Drakar se acercó a su viejo vestidor, el cual atesoraba sus viejos pertrechos de batalla y, sin pensarlo dos veces, lo abrió con cuidadoso mimo. Con dicho gesto, el Patriarca de la Familia dejó a la vista su vieja armadura. Una impresionante armadura de placas de un acabado completamente agresivo, e incluso se podría decir que afilado. Esta barroca armadura incorporaba un gorjal remachado con pequeñas rodelas que hacía que se ajustara perfectamente a las axilas y codos. Unas hombreras anguladas coronaban la oscura pieza de armadura. Realmente no poseía demasiados adornos, pero el metal había sido tratado mágicamente y esta gozaba de unos epígrafes que enarbolaban sortilegios de protección para el portador.

    Sin dudar, Drakar se colocó y ajustó su vieja armadura mientras esta, a su vez, parecía darle de nuevo la bienvenida emitiendo un extraño olor a carbón, incienso y, por qué no decirlo, maldad.

    El ajado cuerpo del anciano patriarca casi sucumbe ante el peso de la armadura que acababa de vestir, pero, haciendo un esfuerzo sobrehumano, mantuvo la postura con entereza y acto seguido enfundó sus manos en sus antiguos guanteletes de guerra. Estos guanteletes estaban conformados por un refinado mithril revestido con una capa de aguamarina. Eran los conocidos guanteletes de la Muerte Helada, vestidos y usados generación tras generación en la familia.  Drakar emitió una ligera sonrisa a la vez que el rechinar de los guanteletes inundaba la estancia como un agradecido quejido.

    Una vez lo hizo, casi a la vez que terminaba de ajustar por completo las piezas de armadura a su maltrecho cuerpo, la puerta de sus dependencias fue aporreadas ligeramente.

     

    Mi Señor. –Dijo con tono temeroso el sirviente tras la puerta- El Archimago ha llegado, le espera en la biblioteca. – añadió.

    -Perfecto. No le haré esperar. – Dijo Drakar mientras había la puerta súbitamente. – Ha llegado la hora.

     

    Drakar salió de sus dependencias con un paso torpe y cansado, presumiblemente provocado no solo por su edad sino más bien por el peso de su antigua armadura.

    Rijja
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    en respuesta a: El Resurgir #347980

    El Resurgir (III)

     

     

    Al tiempo que Velminard entregaba su particular noticia a Rakmet, una figura encapuchada, ataviada con una oscura túnica, de andares pausados y ligeramente torpes llegaba al umbral de la Residencia Baelzhemon.

    Una vez estuvo cerca del umbral, los guardias que allí habían apostados se irguieron de manera militarmente amenazante y clavaron la mirada sobre el individuo que se acercaba sinuosamente a las puertas que custodiaban.

     

    No te acerques más. – dijo uno de los guardias con tono de conminación- No se permite la mendicidad aquí. – añadió su compañero.

     

    La figura se detuvo súbitamente emitiendo un sonido claro de desaprobación y, lentamente, se descubrió el rostro apartando la capucha con solemnidad. Los guardias quedaron petrificados por un instante, debido al terror que sintieron ante la presencia de quien se erguía ante ellos, antes de arrodillarse en un signo de sumisión total.

     

    -¡¿Lord Drakar?!- Exclamó uno de ellos, teniendo que hacer una fuerza sobrehumana para que sus palabras salieran de su boca lo menos entrecortadas posibles –Per…Perdonadnos, nos sabíamos que se trataba de usted. ¡Abrid las puertas!, Rápido!

     

    Drakar asintió con una mueca de desprecio mientras levantaba su castigadora mirada de los guardias que custodiaban las puertas, las cuales se empezaron a abrir pesadamente. El antipaladin había envejecido considerablemente desde la última vez que pisó su propiedad familiar pero sus rasgos eran fácilmente reconocibles, incluso para los novicios custodios.

    Sin mediar palabra, el Patriarca Baelzhemon continuó su camino atravesando el umbral, dejando atrás a aquellos atemorizados guardias, para continuar su camino y cometido.

    Largo tiempo había estado encerrado en el Templo de Ankhalas, en la lejana Isla helada de Naggrung, en búsqueda de una iluminación y fe que años atrás había languidecido, debido al trasiego y experiencias en su vida, y las cuales había encontrado, reafirmado y condensado ahora de manera formidable. Después de tantos años había encontrado la manera de volver a satisfacer los designios de su querido Dios del Mal.

    Una vez se encontraba en el hall de aquel castillo, Drakar alzó la vista para observar, con cierta nostalgia, las exuberantes lámparas que alumbraban con una bella y tenue luz aquella magnífica obra arquitectónica. Volvió a disfrutar, brevemente, los preciosos muebles y decorados que adornaban aquella sala y las excelentes obras de arte que enarbolaban antiguas conquistas familiares y a sus miembros participes en estas. Sin regocijarse demasiado en ello, continuó su particular camino por el pasillo norte de la fortaleza Baelzhemon, el cual le llevaría hasta sus aposentos personales.

    Justo antes de adentrarse en sus dependencias, volteó mirando a un sirviente, el cual se encontraba atónito ante la renovada presencia de su amo.

     

    Convoca al Archimago, hay trabajo que hacer. –Dijo Drakar solemnemente para después cerrar la puerta tras de sí.

    Rijja
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    en respuesta a: El Resurgir #347969

    El Regurgir (II)

     

    Rakmet era un hombre de piel cobriza y completamente calvo que, durante largo tiempo, fue el sumo representante de la Inquisición en la Ciudad de Galador ya que el mismísimo Archiprelado Vali lo eligió para tal cometido dada su reputación, propicia para el cargo. Esto se mantuvo hasta mediados de la 3º Era. Debido a una profunda revuelta civil, propiciada por la insurgencia de la nobiliaria familia Sengrot, la llegada de Torquemada puso a Rakmet en un segundo plano en paisaje político de la Inquisición, aunque aún conservaba la reputación y sabiduría para que el resto de Inquisidores acuda a él eventualmente en búsqueda de consejo.

    El hecho de que Velminard se dirigiera a él había sido propiciado por el individuo que había acompañado en su viaje de retorno hacia las tierras del Imperio Dendrita.

     

    Así que has hecho de escolta particular, no te había visto desempeñar dicha tarea jamás– Dijo Rakmet con cierto tono burlesco- ¿De quién se trata?

    Guarda tus burlas para quien las aprecie, Rakmet– Esputó Velminard, esbozando una mueca de desaprobación– Es alguien conocido para ti y, que yo sepa, goza de tu simpatía. – añadió el Emisario de Ankhalas.

    Mi curiosidad no hace más que crecer, repito, ¿De quién se trata? – Dijo Rakmet, dejando a un lado cualquier jocoso comentario más.

    Un antiguo Anciano de la Inquisición. Lleva en mi Templo numerosos años, según tengo entendido, meditando y llevando acabo cierta… penitencia. – Dijo Velminard.

    Rakmet adoptó cierta mueca de sorpresa y expectación.

    Se trata de Drakar Baelzhemon. Erais amigos, ¿No? – sentició Velminard.

    La cara de Rakmet se pasmó justo antes de sonreír amigablemente.

    • ¿Lord Drakar Baelzhemon ha regresado?!– Exclamó Rakmet. – ¡Sin duda es una gran noticia! ¿Dónde se encuentra? – añadió efusivamente.

    Lo he acompañado a su residencia familiar antes de venir aquí. Decía que tenía ciertas cosas que hacer antes de anunciar su llegada de nuevo a la Ciudad de Galador. No creo que tarde en aparecer por aquí. – Dijo Velminard, calmadamente.

     

    La complacencia de Rakmet sobre la noticia de la llegada de Lord Drakar no era casualidad. Gracias a la colaboración de la nobiliaria familia Baelzhemon, la revuelta provocada por la familia Sengrot y su patriarca Aregarn fue sofocada en un breve espacio de tiempo y, como era de esperar, Rakmet le guardaba gran aprecio y gratitud.

    Rijja
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    La curiosidad del Sumo Sacerdote. II

     

    El tiempo pasaba mientras la lectura de Dawud se intensificaba. La Biblioteca Al’jhtar está destinada al saber y estudio escrito, así que el aprendizaje de Dawud sobre las cuestiones necesarias para su curiosidad se hacía cómodo y rápido en aquella sala. Ya habían sido varios los tomos que el Sumo sacerdote había leído, almacenados en las hileras de gigantescas estanterías que allí se almacenaban, cuando terminó con uno de estos bajo la atenta mirada del Bibliotecario Al’jhtar y con ligera atención de Rijja.

     

     

    Puedes ver una salida: oeste.

    Bibliotecario Al’jhtar está aquí.

    -|Dawud|/- está aquí.

    Letrero.

     

     

    Bibliotecario Al’jhtar exclama: Muy bien Dawud, hacía tiempo que ningún miembro de la Familia Al’jhtar leía con tanto ahínco, exceptuando al Patriarca.

    Dawud camina hacia el fondo de la biblioteca y restaura un viejo Tomo todo polvoriento y camina hacia Rijja con una mirada un tanto pensativa

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Alto Teócrata, de verdad que me está haciendo de gran ayuda, hay mucha información útil aquí.

    Dices en ogro:  Si no hubieras encerrado tu nariz solo en la Biblioteca del Templo Piramidal, lo sabrías de ante mano…

    Dices en ogro:  Pero, no escatimes en la búsqueda de información.

     

    Dawud echa una carcajada

     

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Hay algo que aún no me queda del todo claro

    Dices en ogro:  no solo debes pensar en lo que buscas, todo lo que lo rodea es importante.

    Preguntas en ogro: ¿De qué se trata?

    Dawud pregunta con voz sobrenatural:  al parecer el lugar del que hablamos, no es fácil de encontrar, parece estar oculto, ¿es eso cierto?

    Dices en ogro:  Ciertamente… no del todo. No lo llamaría oculto. Es más bien… de difícil acceso.

     

    Sonríes.

     

    Dawud pregunta con voz sobrenatural:  y tienes algún detalle que me pueda ser de ayuda?

    Dices en ogro:  Realmente… tengo varios! pero si vas a buscar mi consejo de manera profunda, no lo ofreceré sin más.

    Dices en ogro:  Deberás esforzarte un poco más con la lectura.

    Dices en ogro:  Dado que el 70 por ciento de las preguntas se resuelven leyendo un 30 por ciento más.

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Leí sobre un bosque…

    Dices en ogro:  Ajám, en la superficie de la Isla Helada hay varios bosques de renombre.

    Dices en ogro:  Cada uno con sus características particulares.

    Dices en ogro:  Cuál de ellos te refieres? por ver si has prestado atención a lo que leías…

    Dawud dice con voz sobrenatural:  hay uno en particular que me llamo la atención

     

    Esperas.

     

    Dawud dice con voz sobrenatural:  le llaman, bosque de hielo

     

    Sonríes.

     

    Dawud dice con voz sobrenatural:  y este no se ve a simple vista y ahí mi inquietud

    Dawud dice con voz sobrenatural:  supongo que el lugar ha de ser de tal hostilidad

    Dawud dice con voz sobrenatural:  tanto pos sus criaturas como por su clima

    Dices en ogro:  El apodo que yo usaría sería más bien el de Bosque de Cristal. Pero si, no estás desencaminado.

     

    Dawud mira con impresión a Rijja

     

    Dices en ogro:  cada bosque, casi siempre, está dominado o influenciado por cierta magia. El bosque del que hablas es realmente peligroso, y la ruta para acceder a él…

    Dices en ogro:  digamos que es bastante hostil a la vida

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Yo pensaba que tal es el hielo en esa zona que las escarchas se mimetizan como cristales, pero de manera literal.

    Dices en ogro:  verás, para que te hagas una idea.

    Dices en ogro:  Tengo algo para ilustrarlo

     

    Torre de Cuarzo y Obsidiana: Biblioteca [o]

    Bibliotecario Al’jhtar está aquí.

    -|Dawud|/- está aquí.

     

    Torre de Cuarzo y Obsidiana: Recibidor [o,e,|n|]

    Baúl.

    -|Dawud|/- te sigue.

     

    Coges Rama de Cristal de Baúl.

     

    Torre de Cuarzo y Obsidiana: Biblioteca [o]

    Bibliotecario Al’jhtar está aquí.

    Letrero.

    -|Dawud|/- te sigue.

     

    Ofreces Rama de Cristal a Dawud.

    Es, literalmente, una rama de cristal, pues tan solo el crecimiento natural de un árbol podría crear tan perfecta obra. Al tocarla, sientes en tu interior gran vitalidad, como si la esencia del árbol de donde fue arrancada aún se mantuviese latente en el cristal. Sin duda habría de ser un árbol especial.

    Dawud coge Rama de Cristal.

     

    Dices en ogro:  extraída de un árbol… ligeramente especial, del bosque del que hablas.

     

    Dawud Observa detenidamente la rama que acaba de entregarle el Gran Teócrata

    Dawud empieza a formular un hechizo.

    Dawud pronuncia el cántico: ‘magius is iseio’

     

    Dawud pregunta con voz sobrenatural:  Su poder parece estar oculto, ¿esto lo ha conseguido de dicho bosque?

     

    Dawud te ofrece Rama de Cristal.

    Coges Rama de Cristal de Dawud.

     

    Dices en ogro:  Si, en la última exploración que realicé

    Dices en ogro:  siempre, al menos lo intento, recojo muestras de los territorios a los que viajo

    Dices en ogro:  para ampliar el estudio de la zona en cuestión

     

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Que gran hallazgo

    Dices en ogro:  No diría tanto, pero ejemplifica bien la naturaleza mágica, o maldita, del bosque.

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Me hace mucho sentido

    Dawud dice con voz sobrenatural:  y entiendo la magnitud de esto en mejor manera, la cual se manifiestan los libros

    Dices en ogro:  Pues verás. Antes de profundizar más en el Bosque en cuestión, debemos hablar de la ruta hasta llegar a este

    Dices en ogro:  Antes de nada, al margen de lo que has leído…

    Preguntas en ogro:  Alguna vez has visitado la isla? ¿aunque sea al mercado de Keel?

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Si, hay un viejo marinero que suele acompañarme

    Dices en ogro:  el problema de esas tierras no son los mercenarios, ladrones y cuatreros…

    Dices en ogro:  las criaturas que habitan en ella son, cuanto menos, peligrosas.

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Ya le hablé de mi inquietud por volver y está haciendo los preparativos, pero claro solo me dejara en dicho mercado.

    Dices en ogro:  El menor de tus problemas, si desembarcaras en Keel, sería llegar al Bosque de las Llanuras. El cual deberías atravesar por su parte norte…

    Dices en ogro:  Cruzando el Bosque de las Llanuras, la ruta es bien marcada para no adentrarte en los peligros del propio Bosque, los cuales no voy a comentar ahora.

    Dawud empieza apunta en su libreta, la información que le está proporcionando el Alto Teócrata

    Dices en ogro:  El primer problema es cuando debas atravesar una yerma extensión, pasto del hielo y los gélidos vientos.

    Dices en ogro:  Los Páramos del Viento Helado los llaman…

    Dawud Hace unos pequeños trazados en forma de garabatos

    Dices en ogro:  La zona está poblada por una ingente cantidad de Diablillos de Hielo

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Tendré que estar muy atento y probablemente haga uso de mis conocimientos Arcanos

    Dices en ogro:  son fácilmente derrotados en solitario, pero, cuando se junta un gran grupo, sus dagas de hielo pueden llegar a traer problemas.

    Dices en ogro:  No creo que te suponga ningún problema acabar con ellos.

    Dices en ogro:  Una vez te orientes dentro de aquel páramo helado, deberás viajar al oeste, rumbo a la formación montañosa conocida como Cordillera Norte

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Lei algo sobre ellos, lo que mencionaban de sobremanera era el desgaste de energía que supone atravesar esos páramos

    Dices en ogro:  Ciertamente, pero no deberías tener problemas en ello.

     

    Dawud te comprende.

     

    Dices en ogro:  Sé a ciencia cierta que gozarás de la protección de unas Botas de cuero de Dragón Negro

    Dices en ogro:  y llegado el momento, te facilitaran el paso gracias a sus propiedades.

     

    Dawud sigue trazando líneas inclinado ahora levemente la pluma hacia la izquierda de su cuadernillo

     

    Dices en ogro:  Por cierto, como reseña

    Dices en ogro:  Una vez atravieses la Cordillera Norte, rumbo al Bosque del que hablas

    Dices en ogro:  Desiste de adentrarte en unos acantilados que allí se ubican.

    Dices en ogro:  Un poblado Élfico se encuentra asentado allí

    Dices en ogro:  No suelen ser hostiles con los viajeros, pero debes tener cuidado.

    Dices en ogro:  conocen esas tierras muy bien, y tenderte una emboscada les sería muy fácil

    Dices en ogro:  lleva fruta y alimentos de esta tierra por su sufrieras un encuentro fortuito. Suelen ser amables ante la idea de un comercio de trueque

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Comprendo, iré por la zona con mucha precaución… aunque, parte de mi viaje, me llevara por aquellos acantilados. Luego te contaré sobre eso.

     

    Sonríes.

     

    Dices en ogro:  Perfecto. Ahora, es hora de que leas un poco sobre el…. bestiario de la zona.

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Si, justamente es el tomo que estoy buscando

    Dices en ogro:  Ve, alcanza el tomo de la segunda estantería, leja de arriba. Tapa de cuero negra.

    Dices en ogro:  El titulado: Aberraciones, que son y cómo distinguirlas. Y, claro, como matarlas.

    Dawud dice con voz sobrenatural:  Perfecto, mil gracias no lograba dar con aquel tomo antes de mis preparaciones finales lo leeré y aprender un poco de tales criaturas y aberraciones

     

    Sonríes.

    Asientes con la cabeza.

    Rijja
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    Grimorium Al’jhtar. (30) Tareas Burocráticas.

     

     

     

    Nada más abandonar el despacho del Sumo Sacerdote de Velian, el Alto Teócrata se encaminó a la parte superior del Templo Piramidal, a la cúspide de este, donde se encuentra la sala del Alto Consejo de Magos.

    Su intención era dejar acabadas, o delegar parcialmente al menos, las obligaciones que un Alto Teócrata debe desempeñar. La maldita y aburrida, en extremo, burocracia.

    Apenas había ascendido algunos peldaños por la escalera que lo llevaba a su destino cuando, de soslayo, un Sacerdote importunó a Rijja. Se trataba de un orgo de complexión vigorosa y de faz azulada. El color verdoso de su pelo contrastaba fuertemente con sus níveos ojos y sus ropajes encajaban a la perfección con los típicos en el clero de Velian. Nada más percatarse de que Rijja se detuvo para observarlo, este comenzó a hablar.

     

    Alto Teócrata, menos mal que le encuentro. ¿Tiene un minuto? – Dijo aquel Sacerdote con un tono ligeramente miedoso y huidizo.

    Claro, sin problema alguno. ¿De qué se trata? – Respondió Rijja con una mueca de insatisfacción que disimuló ligeramente.

    Las puertas del Templo… ¡No sé qué ha pasado! ¡He accionado un mecanismo sin querer… está todo cerrado! –Dijo el Sacerdote, cada vez más angustiado.

     

    Rijja comenzó a reír a carcajadas, le vino a la mente el día que su vieja amiga Zynthia esputó las mismas palabras con la misma angustia. Una vez terminó de reírse, volvió a atender al Sacerdote, el cual lo miraba perplejo.

     

    No te preocupes. No es la primera vez que pasa. Sígueme. – Dijo Rijja condescendientemente.

     

    Nada más llegar a la entrada superior del Templo Piramidal, Rijja pudo observar como varias placas enormes de acero cubrían la puerta en su totalidad, haciendo imposible la apertura de estas, ya sea desde dentro o desde fuera. El aislamiento era perfecto.

    Sin esperar apenas un segundo, y bajo la atenta mirada de aquel sacerdote, el Alto Teócrata empujó un pequeño bloque de granito de la pared cercana y, acto seguido, con una velocidad pasmosa, las gigantescas placas de acero desaparecieron, pareciendo que habían sido absorbidas por la misma pared.

    El Sacerdote se quedó atónito.

    Rijja, emitió una pequeña sonrisa y, sin decir absolutamente nada más, se dirigió de nuevo a las escaleras que lo conducían a la parte superior del Templo Piramidal.

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