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en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347452
Grimorium Al’jhtar. (18) Descartes e indecisiones II
Sin demora, el Alto Teócrata desvistió el segundo soporte con rapidez y elegancia, dejando la especie de sábana que lo cubría anteriormente en el suelo.
Se hizo visible entonces una armadura muy peculiar. Estaba formada por los exoesqueletos de lo que parecían caparazones de insectos gigantescos. Dichos materiales habían sido perfectamente cortados y unidos con finas y cuidadas costuras. Las tonalidades de dicha armadura rutilaban en una amplia gama de colores verdosos.
Después de acariciar con nostalgia la superficie de esta pieza de armadura, Rijja no pudo evitar recordar la adquisición de dicho peto en uno de sus múltiples viajes al Reino de zulk y, claro está, la multitud de lugares y páramos que había visitado con dicha armadura ya que, durante largo tiempo, fue la armadura predilecta del Alto Teócrata a la hora de realizar cualquier tipo de misión.
Rijja sabía sobradamente que las virtudes que otorga al portador dicha armadura eran importantes, pero, decidió que era mejor la idea de encontrar alguna armadura que se ajustara más a lo que buscaba hoy en día o, simplemente, la idea de repetir durante tanto tiempo se le antojara aburrida.
Sin más, volvió a colocar la armadura en el soporte destinado para ello y, después de apretar concienzudamente las correas que ataban a esta de manera fija y segura en el expositor, decidió proseguir con su particular búsqueda.
Para acometer dicha tarea, el Alto Teócrata se dirigió entonces hacia el tercer maniquí que allí se encontraba. Este, aun estando completamente oculto bajo la sábana protectora como el resto de sus homólogos, emitía un potente fulgor rojizo que se hacía visible a la perfección.
Para el Alto Teócrata no era para nada desconocido aquel halo mágico que se desprendía de la aun oculta pieza de armadura. Sabía de sobra que se trataba de un Peto fabricado a partir de un jirón de piel de poderosísimo Balrog que había en los Infiernos de Golthur-Orod. Este material posee una dureza y resistencia que va más allá de cualquier tipo de concepción mundana obviando, por supuesto, sus multitudes características mágicas. Una pieza sin parangón, sin duda.
Justo antes de apartar la sábana que cubría la mencionada pieza de armadura para deleitarse con la visión de esta, algo interrumpió la tarea que llevaba a cabo el Alto Teócrata.
Llamaron a la puerta de la sala donde se encontraba el orgo con gran interés y tesón.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347451Grimorium Al’jhtar. (17) Descartes e indecisiones.
Después de la planeada recopilación que estaba llevando a cabo, con ciertas trazas de improvisación sobre la marcha, el Alto Teócrata se percató de que aún no había elegido un atuendo digno que le protegiese de las posibles desventuras y ataques que pudiera recibir en su futuro viaje.
Para poder dilucidar que opción sería la más acertada, Rijja debería repasar ciertas opciones de las que disponía de entre los objetos de su colección.
El Alto Teócrata entonces se dirigió hasta la parte sur de la habitación, en ella se disponían numerosos expositores de armaduras, al estilo de un maniquí, que se encontraban cubiertos con varias sábanas de fina y opaca tela.
Rijja se detuvo a la altura del primero de estos expositores para después, agarrando la tela que lo cubría, destaparlo y observar la armadura que sostenía dicho soporte.
Se trataba de una de las cotas de malla elfa fabricadas especialmente para ser usadas por la Familia Gyneth, un adinerado y rimbombante linaje élfico de la Segunda Era. Dicha cota estaba manufacturada en un precioso y resistente cristal, el cual le permitió sobrevivir al Cataclismo sin apenas rasguños, pero el secreto de fabricación se perdió en el olvido. La pieza de armadura estaba formada por numerosos, y minúsculos, aros de cristal. Eran tan pequeños que se antojaban como meros hilos enhebrados entre sí. Debido a la cuantía en el número de aros cristalinos de la armadura, la pieza había adquirido tonalidades grises. De corte clásico, caída larga hasta por debajo de la cintura y un cuello en uve. Sin duda, una pieza de cualquier coleccionista que se precie.
Después de enumerar mentalmente el tipo de protección que ofrecía la armadura y los encantamientos que poseía, el Alto Teócrata decidió no optar por esta elección ya que, recordando el resto de posibles opciones a tomar, decidió decantarse por alguna de las siguientes.
Antes de volver a cubrir la armadura con la tela que antes la cobijaba, Rijja repasó los recuerdos tan gratos sobre las aventuras que dicha armadura le había acompañado y, de manera irremediable, al semi-elfo que la portaba antes de arrebatarle la vida, y con ella dicha armadura. Se llamaba Destruck, un semi-elfo de Veleiron.
Y, recordando dichos acontecimientos con una sonrisa en el rostro, Rijja se dispuso a destapar el siguiente soporte de armaduras que se erguía ante él.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347435Grimorium Al’jhtar. (16) Extracción y almacenamiento II
Rijja, aun sintiendo gran predilección por la anterior herramienta de minería, se entusiasmaba de volver a utilizar su vieja bolsita para gemas. Dicha sensación, al margen de la utilidad de dicho objeto, era espoleada por su afición exacerbada por las piedras preciosas.
Realmente, era un objeto curioso.
El Alto Teócrata había encontrado, años atrás, esta preciada bolsa en un mercadillo ambulante, en el Reino de Anduar, mezclada con otros mundanos objetos, pasando completamente desapercibida para el populacho. Después de su adquisición, Rijja hizo un gran esfuerzo por averiguar el origen y creación de esta singular bolsa mágica. Después de bastante tiempo en su empeño, escucho extraños rumores sobre su procedencia. Ciertas personas afirmaban que fue creada por un excelso sastre místico llamado Nezaril, pero ninguno de ellos lo había conocido en persona. Muchos otros aseguraban que la bolsa debía proceder de otros planos por sus capacidades y materiales. De todo esto, lo único que sacó en cierto el Alto Teócrata fue que, tanto la magia como los materiales textiles usados en su confección, no se encontraban entre los conocidos y registrados hasta el momento. Innumerables ráfagas añiles y violáceas recorrían la superficie de la tela hasta formar lo que parecía una pequeña tormenta. Justo en el centro de la bolsa se apreciaba un bordado magnifico, pulcro y ejecutado con patente mimo, una letra “N”.
Tiempo atrás, Rijja quedó molesto durante meses por no haber podido averiguar más sobre la procedencia de dicho objeto, pero, llegado un punto, se centró en la utilidad y comodidad que la magia del objeto le ofrecía, olvidando así poco a poco su frustración. Y claro, la guinda del pastel en la felicidad autocumplida del Alto Teócrata fue cuando, al ojear el interior de aquella bolsa mágica, se percató de que una brillante gema le esperaba, fruto de algún anterior olvido.
–Un diamante! – Exclamó Rijja sin poder contener un cierto regocijo. –Un buen augurio, sin duda. – Añadió
Después de un par de minutos, en los que Rijja no había dejado de escudriñar la gema preciosa con gran embobamiento, se descubrió a sí mismo y, después de sentirse ligeramente ridículo, continuó con la recopilación que le atañía.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347434Grimorium Al’jhtar. (15) Extracción y almacenamiento.
Todos los individuos que pueblan la faz de Eirea, incluso las más célebres, tienen algún tipo de obsesión. En el caso del Alto Teócrata, su ambición por las gemas y piedras preciosas era conocida ampliamente, incluso fuera de las fronteras del Reino de Al’Qualanda.
Durante toda su vida, Rijja había aprovechado cualquier expedición que ofreciera la posibilidad de este tipo de hallazgos geológicos para añadirlos a su colección de riquezas personales. Para ello se había valido de varias herramientas que, al margen de mejorar notablemente las propiedades con respecto a las usadas de manera mundana, le habían proporcionado varias satisfacciones en estos menesteres.
Primero, el Alto Teócrata recurrió a recuperar una vieja herramienta de minería que antaño le había acompañado.
Se trataba de un pico un tanto… extraño. La cabeza estaba compuesta por un pálido omóplato completamente hueco. Dicha pieza ósea estaba cubierta por una fina capa térrea que emitía, debido al tiempo y posiblemente a la naturaleza de la magia que lo imbuía, un intenso hedor a descomposición. La parte superior estaba bastante afilada y era posible visualizar sin dificultad una extraña oquedad que penetraba hasta el interior de dicho hueso. Dicho agujero, anteriormente ocupado por el tuétano, ahora hacía las veces de morada para un palpitante y abotargado gusano que no paraba de secretar una sustancia verdosa. Posiblemente este objeto fuera creado en algún tipo de experimento fallido, pero, debido a sus utilidades y propiedades, es posible que fuera manufacturado así con intencionalidad.
Hace muchos años, el Alto Teócrata adquirió esta herramienta por mera casualidad cuando la encontró abandonada en las inmediaciones de las minas de mithril, en el Reino de Dendra. Desde entonces, y cada vez que Rijja se proponía mejorar sus habilidades en la extracción minera, este le había acompañado y servido a la perfección en sus funciones.
Después de varios años en una recalcitrante inactividad, dicho artefacto volvía tener un prometedor trabajo que cumplir mientras que Rijja lo extraía, para guardarlo en su mochila, de un pequeño expositor que se encontraba en la sala. Acto seguido, sabiendo perfectamente cuál sería su siguiente adquisición, el orgo se dirigió a un pequeño armario y, después de abrir las puertas, dejando a la vista numerosas bolsas y pociones, alargó el brazo para coger una excepcional bolsita que allí se encontraba.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347424Grimorium Al’jhtar. (14) Para senderos escarpados.
Mientras el Alto Teócrata intentaba enumerar en su cabeza, repasando una a una sus pertenencias, cayó en la cuenta que, al margen de artilugios y artefactos que le sirvieran puramente para la guerra, le iban a ser necesarios otro tipo de objetos para desempeñar eficazmente ciertas tareas, a la par de convertirlas en algo mucho más cómodo y llevadero.
Centró su atención en unos útiles enfocados en poder moverse por senderos escarpados y abruptos de manera eficiente. Se acercó a una pequeña bolsa de lona que se encontraba cerca de la caja que acababa de abrir y, mientras encorvaba la espalda, abrió la bolsa para extraer los objetos de su interior.
El primero en ser sacado de la bolsa fue un pequeño anillo. Realmente era una joya imprescindible para todo aquel que busca aventuras en zonas rocosamente accidentadas. Este anillo estaba imbuido por extraños sortilegios que se ocupaban de otorgar al portador la capacidad intuitiva de un riguroso entrenamiento de escalada. Con él puesto se podían observar, como si estuvieran resaltados a simple vista, cualquier punto de anclaje para poder afianzar correctamente los garfios de escalada. Una magia simple, sí, pero muy útil.
El siguiente objeto que extraño de aquella bolsa de lona, de seguido al anterior, era algo más costoso de encontrar. Se trataba de una cinta de color verdoso, apropiada para ajustar a la cabeza del portador, que había sido curtida con la piel de un gran lagarto. A esta se le había engarzado una turquesa de color muy oscuro en la cual se hallaba engarzada, de manera algo torpe y tosca, la pluma de un grifo. Era un conjunto austero en diseño, pero el objeto desprendía un gran poder. Gracias a la magia que habitaba en dicho objeto, el portador era capaz de levitar hasta localizaciones previamente elegidas de manera lenta.
Puede parecer algo simple, pero la combinación de estos dos objetos mágicos facilitaba sobremanera la tarea de avanzar por terrenos altamente escarpados y, como antaño había demostrado, Rijja lo sabía.
Se dispuso a guardar todo en su macuto mágico y, después de hacerlo con una mueca pensativa, prepararse para la siguiente elección que haría sobre su colección de objetos y, como era de esperar al pensar en rocas y montañas, cayó en la cuenta del siguiente objetivo a cumplir: La explotación y extracción de cualquier tesoro que pudiera encontrarse en la orografía de Eirea.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347419Grimorium Al’jhtar. (13) Siseos de Ofidio.
Justo cuando el Alto Teócrata iba a emprender la búsqueda de una de sus colecciones preferidas dentro del campo de los artefactos mágicos, escucho un leve siseo a su mano derecha. Rijja no pudo evitar detenerse, súbitamente, al dilucidar con meridiana precisión cual sería el emisor de tal sonido.
No dudó en dirigir su mirada hacia una caja cuadrada que reposaba sobre una de las estanterías. Esta estaba fabricada en bronce casi en su totalidad salvo, decorando cada una de sus aristas, unas láminas de nácar completamente níveo y elegante. En cada una de las caras que formaban aquel lustroso cubo se hallaban unos grabados que dibujaban una cabeza de serpiente rubricada con la palabra “Gorgona”. El cierre de dicha caja no era nada convencional, situándose en la cara superior de aquel cubo cobrizo, siendo accionado mediante una argolla que giraba sobre sí misma. La funcionalidad de este sistema era abrir la caja por arriba, extrayendo la parte superior de la misma acompañando una pequeña plataforma. Así lo hizo Rijja, ya que sabía que el contenido de aquella caja le sería infinitamente útil en determinadas situaciones.
Nada más accionar el resorte adecuadamente, emergió de aquella caja una amalgama de seseantes ofidios que, en una escandalosa vorágine de movimientos, se peleaban entre sí. Segundos después de que fueran extraídas al exterior, al notar la presencia del teócrata, se pusieron al unísono en posición atenta de caza, abandonando cualquier hostilidad entre ellas. Era un artefacto que debía ser tratado con mucha cautela. Aquel extraño pertrecho se trataba de una especie de capucha, fabricada a partir del cráneo de una bestia maldita la cual tenía serpientes a modo de cabello y estas, de una naturaleza evidentemente mágica, habitaban todavía toda la superficie.
Para contener el objeto de manera adecuada y sin necesidad de sufrir ningún percance, el Alto Teócrata la depositó con sumo cuidado dentro de su macuto de la dimensión insondable donde sabía que no habría ningún problema debido a la magia de esta.
Rijja esbozó una sonrisa complaciente, sentía un júbilo inusitado a medida que avanzaba sus tareas antes de emprender el viaje. Estaba, sin duda, complacido con la idea de retomar los estudios y exploraciones “en campo”. Tiempo encerrado entre pergaminos y hojas destinadas a la burocracia le habían hecho olvidar esas ansias, hasta ahora al menos.
Apartando lo ocioso de sus nostálgicas ideas, prosiguió con la búsqueda de sus tesoros particulares.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347418Grimorium Al’jhtar: (12) Prisión en las profundidades.
El Alto Teócrata volvió de su ensimismado en pensamientos, ligeramente nostálgicos, sobre misiones pasadas para reanudar su particular recopilación de pertrechos.
En esta ocasión su objetivo era un artefacto mágico de gran poder y que, debido a sus cualidades especiales, le otorgaría ventaja a la hora de enfrentarse a cualquier criatura de índole mágica o, como había pasado en otras ocasiones, a individuos afines a la hechicería que hicieran las veces de enemigos.
Para ello se dirigió a los pies de un gran armario, situado en la zona sur de la sala, ya que en ese lugar se encontraba un enorme y acerrojado baúl, compuesto en su mayoría por láminas metálicas entremezcladas que formaban una capa heterogénea. Este no poseía cierre alguno ya que el peso mismo de la tapa ejercía esa tarea.
Después de un ligero esfuerzo, ayudándose con una sola mano, Rijja abrió el baúl y, usando la mano que le quedaba libre, asió con dificultad el contenido de aquel baúl para luego dejar caer la tapa, la cual emitió un estruendoso sonido al cerrarse de golpe.
Rijja se dirigió entonces a una mesa cercana y depositó sobre su superficie el objeto que había cogido anteriormente de aquel baúl. Este se encontraba envuelto mimosamente en una manta aterciopelada de color canela y, tras varios deslazados, desenvolvió aquel objeto que ansiaba incorporar a su colección personal de pertrechos.
Se trataba de una extraña y pesada cadena fabricada en una peculiar piedra rojiza. Los eslabones de esta habían sido grabados, de una manera ampliamente tosca y descuidada, con una serie de runas que brillaban palpitantes, lo cual denotaba la poderosa magia que encerraba el objeto.
Según narraban la investigación y los numerosos estudios sobre dicho objeto, realizados en el seno de la Torre de Cuarzo y Obsidiana perteneciente a la Familia Al’jhtar, su creación databa en la Segunda Era y se concibieron especialmente para encerrar a un Demi-Lich llamado Phebek. Dicha criatura alcanzó la inmortalidad, al menos en esencia, ya que consiguió esconder su filacteria en una dimensión inaccesible. Después de ser derrotado innumerables veces y siempre volviendo a la no-vida en el plano material, sus enemigos idearon este objeto en la Forja Rúnica. Gracias a los poderosos encantamientos de anti-magia que imbuyeron en el objeto, estos pudieron apresar a la criatura y, una vez envuelta en cadenas compuestas por estos eslabones de naturaleza anti mágica, lo arrojaron al fondo del mar a modo de prisión eterna para este perseverante seguidor de Astaroth.
El hecho de que el Alto Teócrata poseyera parte de estas particulares y antiguas ataduras era señal de que la criatura, a ciencia cierta, había escapado. Pero, este hecho, no perturbaba en absoluto a Rijja ya que gozaba de las propiedades especiales que el poseedor de estos eslabones disponía.
El Orgo se ajustó la cadena a la cintura mientras, esbozando una sonrisa de satisfacción, se dispuso a seguir con su equipamiento.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347417Grimorium Al’jhtar. (11) Cohorte macabra III
Rijja extrajo el talabarte carmesí del fondo del armario y desenfundó la Espada Aullante para poder contemplarla, ya que hacía tiempo que no empuñaba dicha arma.
Se trataba de una espada de grandes dimensiones y, debido a su forma, ligeramente desequilibrada. Su hoja, larga y fina, parecía imitar en su forma una silueta humana que se retorcía de dolor. Un dorso de la hoja era de color acero mientras que el reverso era de un intenso color ceniza completamente opaco, el cual parecía absorber la luz que incidía en él.
El Alto Teócrata, orgulloso, la blandió con rapidez y, debido a la desmesura en el afile de la hoja, parecía cortar el aire a su paso. Rijja no pudo evitar recordar el día en el que adquirió dicha reliquia. Fue en una incursión bien planeada al interior del maldito Bosque Impenetrable. Rijja y su acompañante, un mago rúnico llamado Phemthor, se adentraron en lo profundo de dicho bosque en la búsqueda de una vil criatura, el Rey Necrófago. Dicha malignidad, antaño un poderoso Anti Paladín llamado Velzhar, según cuentan, concluyó una salvaje matanza sobre todos los habitantes de su antiguo poblado después de albergar en él una explosión de locura y se confinó en un pequeño recinto amurallado, que protege una Pirámide que le sirve de morada, en los interiores del bosque, dando paso a la criatura en la que se convirtió. La mayoría del populacho del Reino de Dendra conocía la historia y esta llegó a los oídos de los anteriormente mencionados aventureros que no dudaron en investigar la zona y expoliar cualquier tipo de botín que se encontrara en el cubil del Rey Necrófago. Algo típico de Rijja en sus tiempos más juveniles.
Tras enfrentarse a la temible criatura y darle muerte, Phemthor optó por quedarse la parte del botín monetariamente cuantificable y, al margen, unas preciadas perneras fabricadas en huesos níveos. Rijja, sin embargo, optó solo por uno de los tesoros de los que allí se encontraban, la Espada Aullante que ahora escudriñaba.
Cabe mencionar que, al margen del poder bélico del arma en sí misma, lo que Rijja ansiaba incorporar a sus capacidades era la magia innata del arma la cual era capaz de retornar instantáneamente a sus víctimas, siendo estas “benditas” de forma algo forzada por la maldición de Astaroth y bajo el férreo yugo de su verdugo.
Sin más dilación, el Alto Teócrata introdujo la espada en uno de sus cintos a modo de vaina y se dispuso a proseguir con su particular acaparamiento.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347395Grimorium Al’jhtar. (10) Cohorte macabra II
A la vez que el Alto Teócrata deshacía las ataduras que ceñían la oscura bolsa que manejaba, el interior se hizo visible de manera sutil y esquiva.
En el interior del saco se encontraba un guante bastante especial. Confeccionado en un cuero excesivamente sombrío, tanto que conforme Rijja lo extrajo de su contenedor y enfundó su mano con él, esta adquirió la apariencia de una sombra. El guante era de un diseño muy simple, en el cual solo destacaba un botón, fabricado con lo que parecía un pequeño hueso y el cual servía para ceñir el guante en demasía en la muñeca. El Alto Teócrata no solo buscaba las protecciones mágicas características de los objetos imbuidos por las artes nigrománticas, sino que, al margen de estas, este guante ocultaba un poderoso poder.
Rijja era conocedor de la extraña habilidad que poseía dicho objeto.
Cuando era ceñido a la mano del portador, gracias al botón antes comentado, el guante rezumaba un poderoso sortilegio similar al conocido como “Mano Espectral”. Al ejecutar esta acción el guante se alimentaba de la fuerza vital de quien lo portaba para materializar, gracias a esta, una resplandeciente mano fantasmal, potenciando cualquier hechizo de contacto que este formulara. Sin duda, la criatura fantasmagórica que era capaz de crear este objeto le sería de gran utilidad para las misiones venideras que tenía en mente el Alto Teócrata y, sabiendo esto, no había dudado en recurrir a su colección y usarlo como pertrecho personal. Aunque desde que encontró este guante tiempo atrás, gracias a una fortuita misión de reconocimiento por los alrededores del Feudo de Mnenoic, en el Reino de Dendra, habían sido varias las veces que había recurrido al uso de esta particular reliquia.
Emitiendo una ligera sonrisa, Rijja prosiguió con su singular y fructífero equipamiento, esta vez, posó su vista en un robusto talabarte que se encontraba colgado en el fondo del armario que se encontraba ante él.
El talabarte parecía manchado de sangre reseca, la cual le otorgaba a este un profundo color carmesí que llamaba ciertamente la atención, pero, esta vez, no era el talabarte en sí mismo lo que buscaba si no el arma que se encontraba enfundada en él.
Una extraña espada a dos manos que poseía un aspecto muy curioso y realmente macabro.
Se trataba, nada más y nada menos, que de la Espada Aullante.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347394Grimorium Al’jhtar. (9) Cohorte macabra.
Una vez se recompuso, al menos ligeramente, de sus recién colocados e incómodos pertrechos, Rijja se dispuso a continuar con su particular recopilación de equipamiento.
Esta vez, el Alto Teócrata sentía una gran simpatía hacia los objetos en los que recaía ahora su atención. Sin dejar pasar un gran lapso de tiempo, dirigió sus manos extendidas hacia un pequeño cofre que se encontraba en la parte superior de un oscuro armario de la zona de la habitación en la que se encontraba.
Cabe destacar que, debido a su escaso talento arcano en las artes nigrománticas y sus versados hechizos, era normal que Rijja tuviera un especial aprecio a los objetos que iba a rescatar en estos momentos.
Abrió el cofre esbozando una gratificante sonrisa y, asiendo con la mano derecha el contenido de este, extrajo un extraño amuleto de su interior.
Era un extraño amuleto compuesto por una gema violácea, presumiblemente una amatista, que había sido engarzada de manera sencilla en una extraña cadena cristalina de tonos castaños. La historia, y el poder, de dicho amuleto es, cuanto menos, curiosa.
Se trataba de una filacteria creada por un famoso, y extremadamente rico, nigromante conocido por el nombre de Crirow Mallus. Este hechicero fue conocido por sus habilidades en el campo de la necromancia y, como no, por su avaricia sin fin sobre los tesoros terrenales. La codicia e impertérrita tacañería de la que gozaba dicho nigromante le proporcionó acaudalar innumerables riquezas, tanto en joyas como monetariamente hablando. Dicha acumulación despertó la envidia de muchos individuos, como fue el caso de uno de los banqueros que atesoraban para él cierta parte de estas riquezas. Dicho usurero intentó confiscar para sí una gran suma monetaria que pertenecía a Crirow. Cuando este se percató de dicha intención, utilizó sus artes nigrománticas para encerrar el alma de dicho banquero en la Filacteria que ahora sostenía en sus manos el Alto Teócrata.
Al margen de esta anécdota en su creación, este objeto otorgaba al portador la posibilidad de invocar la corrupta alma que permanecía cautiva en su interior para que le sirviera en el plano material y, sin duda, este poder era ansiado por Rijja.
Después de acariciar brevemente la gema del amuleto, el Alto Teócrata deslizo su cuello entre la cadena de este, dejándola reposar sobre su pecho para dar con el siguiente objeto que tenía en mente para sus pertrechos personales.
Palpando la leja del armario donde acababa de sacar el pequeño cofre que contenía la Filacteria, Rijja lo dispuso de nuevo en su lugar y agarró una pequeña bolsa de oscuro cuero que se encontraba justo a la derecha de este y se preparó para abrir el pequeño cierre, formado por una cuerda dorada, que mantenía empaquetado, y fuera de la vista, al siguiente objeto que necesitaba en el interior de aquel peculiar saco.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347393Grimorium Al’jhtar. (8) Nyel’Phax II
Una vez se deshizo, al menos por el momento, de la desagradable sensación que había invadido el cuerpo del Alto Teócrata, se dispuso a abrir el siguiente estuche. Este era de un tamaño considerablemente menor al anterior, pero, al recordar el contenido de este, prefirió apartarlo y dejarlo para el final de esta particular colección. Asió el siguiente estuche y lo abrió con mimo.
En este se encontraba otro objeto simbólico que había sido consagrado a Nyel’Phax. Se trataba de un curioso anillo, fabricado en un extraño hueso de tonalidades purpureas. La superficie de este había sido pulida concienzudamente y, coronando esta pieza de joyería, se encontraban varias capas de oro laminado en las que habían sido grabadas multitud de rubricas compuesta por numerosas líneas finas e intrincadas. Dichas marcas están escritas en un dialecto de trazos extraños que, dependiendo el momento en el que se miren, parecen abandonar la superficie del mismo anillo hasta clavarse en la mente del observante. Al igual que el anterior objeto, este anillo parecía emitir continuos y vacuos susurros que repetían una y otra vez el nombre de Nyel’Phax. Dichos susurros, según cuentan los conocedores de estos particulares objetos, acaban convirtiendo la curiosidad de quien los oye en una insana obsesión por ellos. Cuentan que, incluso, dichos susurros acompañados de una seria sesión de introspección por parte del portador de estos objetos pueden dar una extraña e infinita visión sobre el plano empíreo.
El Alto Teócrata era completamente consciente de todos estos… efectos secundarios que proporcionaban los objetos que ahora manejaba y de ahí su animadversión a usarlos con regularidad, pero, dada la naturaleza de su siguiente misión, no pretendía renunciar al uso de estos y sus poderes. Una vez se ajustó el anillo en el dedo de la mano derecha, se propuso a abrir el último estuche y agenciarse así el objeto que más repulsión le inspiraba de toda esta colección. Una vez abierto, cogió lo que se encontraba en su interior y desechó el estuche con desdén, mientras apretaba fuertemente el contenido recién extraído.
Poco a poco separó sus dedos hasta dejar la mano completamente abierta para así observar con detenimiento el tan incómodo objeto que sostenía. Se trataba de un fragmento de basalto muy puro, proveniente de algún meteorito, que había sido engarzado con un pequeño garfio de hueso para hacer las veces de pendiente.
La superficie de este mineral era porosa, pero la pieza había sido completamente pulida hasta adquirir un tacto oblongo y delicado, llegando incluso al adjetivo de cálida. Cabe resaltar que la calidad, o características estratigráficas, de este ígneo material no era lo que incomodaba a Rijja. Lo que realmente le molestaba era el pequeño polizón orgánico que habitaba en dicha pieza geológica y los… cambios que este producía al parasitar al portador de dicho pendiente.
Sin pensarlo dos veces, dejando a un lado la repulsión que sentía por lo que iba a pasar, Rijja se colocó el particular ornamento en su oreja izquierda.
Con la rapidez de un destello, el morador de aquella joya salió de su morada para introducirse por el orificio perteneciente a la oreja del Alto Teócrata y, acto seguido, un horrible tentáculo tumefacto brotó de la espalda del orgo. La sensación que esto provocó en el Alto Teócrata, recordando tiempos anteriores y el poder que otorgaba dicha malformación repentina, fue una mezcla entre horror, dolor y potentado influjo cósmico.
Rijja no pudo evitar sonreír.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347392Grimorium Al’jhtar. (7) Nyel’Phax.
Conforme estuvo a la altura de aquel oscuro baúl, Rijja levantó su mano derecha colocándola a escasos centímetros de aquel contenedor y pronunció una letanía de versos mágicos.
El cantico arcano resonó en toda la habitación:
“Abrete Sesamus”
Y, tras una ligera oleada mágica que incidió directamente sobre el baúl, este se abrió sin esfuerzo, a la vez que se apagaban en él, lentamente, los brillos cetrinos que instantes antes emitía.
Rijja emitió una sonrisa entremezclada con una mueca de desaprobación. Realmente no sentía demasiada simpatía por el contenido del cofre, pero, como había podido constatar en el pasado el mismo, los objetos que este contenía le serían muy útiles en su futura misión. Este peculiar set de joyería, por decirlo de alguna manera, estaba consagrado a una misteriosa entidad conocida como Nyel’Phax.
El nombre de dicha entidad era algo que solo se nombraba entre susurros y cuchicheos ya que no hay pruebas fehacientes de que semejante ente exista realmente. Dicha nombradía ni siquiera figura en ningún epígrafe o párrafo de las extensas crónicas élficas sobre el origen del mundo conocido. No hay biblioteca en Eirea que tan solo contenga una frase dedicada a Nyel’Phax pero, sin embargo, su influencia crecía, como cabeza de hidra recién sesgada, multiplicándose hasta alcanzar todo un culto a su alrededor. Entre sus más adeptos se comenta que esta entidad es un dios que durante infinitud de tiempo se encuentra en letargo y que, debido a su ingente cantidad de poder, altera el curso del mundo con el mero hecho de moverse en sueños.
Sean estas historias sobre Nyel’Phax verdad o no, el temor que inspira dicha entidad es ominoso y, como demuestran los objetos que contenía el cofre, su influencia es poderosamente peligrosa.
Retomando la atención sobre el contenido del baúl, el Alto Teócrata deslizó su mano en el interior alcanzando el más grande de los tres estuches que allí se encontraban para después abrirlo con sumo cuidado. En él se encontraba un magnifico collar. Esta pieza estaba compuesta por un cristal opaco de tonalidades bronces. Dicho cristal giraba ligeramente en torno a un dodecaedro perfecto que había sido tallado sobre un azabache, un objeto que por sí mismo rezumaba un gran poder.
Sin más dilación, y ligeramente molesto, el Alto Teócrata se lo colocó alrededor del cuello y, de soslayo, al ajustarlo finalmente, se escuchó un blasfemo susurro a las espaldas de Rijja. El orgo ni se giró a ver de qué se trataba, ya que este recordaba perfectamente las promesas de poder y delirios que exhalan los susurrantes poderes de este collar. Dicha joya fue adquirida tiempo atrás por Rijja, en los tiempos en los que investigó este desconocido y peligroso culto, mediante un encargo casual y afortunado a cierto comerciante, siendo este objeto el primero de su colección personal. Estos poderosos collares son conocidos con el nombre de Fauces de Nyel’Phax.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347233Grimorium Al’jhtar. (6) Legado Orgo.
Tras haber transcurrido escasos minutos desde que el mayordomo cruzó el umbral de la sala para dirigirse al Templo Piramidal en pos de cumplir la petición del Alto Teócrata, dicho Orgo regresó, lo cual denotaba el afán del mayordomo en satisfacer a su señor.
–Ha sido rápido, mi señor. El Sumo Sacerdote me ha entregado esta caja para usted. – Dijo el mayordomo con tono ligeramente apresurado.
–Gracias por la rapidez en cumplir mis designios. ¿Ha comentado algo el Sumo Sacerdote? –Dijo Rijja intrigado, a la vez que esbozaba una ligera sonrisa.
–No, mi señor. Solo ha emitido una leve y modesta carcajada ante mi particular petición. –Respondió el orgo.
–Perfecto, gracias. Puedes retirarte. –Añadió el Alto Teócrata.
Antes de salir por la puerta de aquellas soledades, el mayordomo depositó la caja que portaba en una pequeña mesita, situada cerca del umbral y cerró la puerta de nuevo.
Rijja se acercó lentamente a la pequeña caja nacarada y, cogiéndola con suavidad, la abrió para observar, obnubilado, su interior.
Se trataba un anillo. Un poderoso artefacto creado por los arcanócratas de Ar’Kaindia en conmemoración de un Sacerdote de Velian llamado Vulgur. Este sacerdote pereció tiempo atrás debido a un desafortunado experimento. Trataba de la creación de un poderoso arma que permitía manipular las energías elementales las cuales, robándolas de su plano de origen, eran subyugadas bajo la voluntad de Vulgur. El experimento inicial se destruyó junto al propio Vulgur, pero, el núcleo de aquella arma anti mágica quedo intacto y, después de numerosos experimentos posteriores por parte del Consejo de Magos Ar’Kaindiano, fue destinado a canalizar de otra manera su magia. Dicho núcleo fue encapsulado en un anillo para otorgar al portador cierto tipo de cierta magia, muy afín a los entes conocidos como Elementales.
Sin duda, una reliquia del pueblo Orgo que respeta el legado de uno de sus más célebres sacerdotes y la cual formará parte de los pertrechos personales del Alto Teócrata cuando se disponga a salir de la ciudad en pos de cumplir su siguiente cometido.
Una vez hubo ajustado el anillo al dedo corazón de su mano izquierda, se dispuso a recopilar los siguientes objetos que había elegido para tal ansiado viaje. Esta vez sería algo más… molesto ya que, como cualquier objeto consagrado a un dios que no es el tuyo, le producían cierto resquemor al Alto Teócrata.
Dichos objetos se disponían en un total de tres, una colección consagrada al dios Nhyel-Phax.
Rijja dirigió sus pasos entonces a un pequeño baúl situado en la parte norte de la habitación, junto a unas estanterías. Dicho contenedor tenía un aspecto extraño. De madera de ébano, refulgían en su superficie cetrinos destellos sobre los numerosos grabados que recorrían la pieza al completo.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347232Grimorium Al’jhtar. (5) Reliquias de Galador.
Nada más acercarse a aquella cómoda, de una fina madera lacada que disponía de rebordes metálicos, el Alto Teócrata abrió el cajón superior. En este cajón se encontraba lo que buscaba, una de las últimas adquisiciones de Rijja para con su colección de extraños enseres y objetos. Se trataba de una Estola del Jiem-Netyer, sin duda toda una reliquia del pasado.
Hace algunos años, durante una expedición por los desiertos del Reino de Tilva, Rijja y sus compañeros pernoctaron en un pequeño y modesto poblado, compuestos de pequeñas chozas acomodadas entorno a un pozo de agua. Durante dicha noche, el Alto Teócrata hizo amistad con los lugareños, tanta que uno de ellos le regaló esta peculiar pieza, la cual decía que había pertenecido a su familia durante generaciones.
Cabe recalca que, mucho tiempo ha, Galador no era una ciudad que perteneciera al Emperador Dendrita sino más bien un asentamiento de las tribus nómadas de los desiertos del Reino. Se conoce poco sobre este colectivo, y aún menos de sus antepasados, pero los escritos que sobreviven a nuestros días han arrojado atisbos sobre mitos, credos y entresijos sobre el dogma de estos. En estos se habla de Jarpek, una especie de diosa mitad escorpión mitad elfa, siempre asociada a dones de protección y fertilidad. Pues bien, la Estola era una pieza ritual que utilizaban los primeros pobladores de Galador para con su sacerdotisa.
Ligeramente andrajosa y erosionada, esta pieza de armadura resultó poseer propiedades mágicas que son muy apreciadas por el Alto Teócrata y, gracias a estas, la incluyó en su colección personal. Los bordados que recorren la superficie de la estola, que reproducen pictogramas de la antigua diosa Jarpek, se iluminaron a la vez que Rijja se la colocaba en el cuello.
Empezando a sentir el engalanamiento que estaba llevando acabo, el Alto Teócrata apartó sus pensamientos vanidosos y, con un chasquido de dedos, llamó a uno de sus mayordomos personales.
La puerta de la estancia se abrió casi al instante, dando paso a la visión de su mayordomo apostado en el umbral de esta.
–¿Desea algo, mi señor?- Dijo con un tono servicial el mayordomo.
–En efecto. Ve raudo al Templo Piramidal. Busca al Sumo Sacerdote y dile que te entregue, para mi persona, una pequeña caja nacarada que se encuentra en el Laboratorio. – Dijo Rijja con autoridad.
–Mi señor, hay cientos de cajas como la que describís en aquel laboratorio. ¿Alguna indicación más para encontrarla? – Añadió el sirviente.
–El sabrá perfectamente a la que me refiero.- Contestó el Alto Teócrata.
Sin más dilación, el mayordomo salió de la sala, presto a cumplir la misión que se le había asignado.
en respuesta a: Grimorio Al’jhtar, Diario de Ciencia y Magia #347231Grimorio Al’jhtar: (4) Colección Draconiana II.
Rijja extrajo el siguiente estuche con extremo cuidado. Dicho contenedor estaba conformado por finas láminas de madera en las que se habían engarzado gran cantidad de amatistas, dotando a esta pieza con un extraño brillo violeta. Al igual que con el resto de cajas, el Alto Teócrata dispuso este en el pequeño estante que del que disponía el armario y se propuso a abrirlo.
Este estuche era el custodio de un extraño guante grisáceo. Compuesto por una redecilla de piel, muy elástica y ligeramente traslúcida, atusada con ingentes costuras enmarañadas entre sí. Estas ataduras brotaban del centro de la palma de la pieza de armadura y recorrían su superficie hasta la parte que cubre las puntas de los dedos. Al margen de las reseñables garras de hueso dragón que adornaban la parte superior de los dedos, lo que más llamaba la atención es la espectacular joya que cubre la parte destinada al dorso de la mano, tratándose esta de un enorme ojo de dragón cristalizado.
Después de varios años sin observar, ni vestir, sus pertrechos personales, el Alto Teócrata estaba encandilado con la idea de completar de nuevo el uso de todos ellos y, después un último repaso sobre la Garra de Dragón Amatista que acababa de sacar del estuche, se dispuso a abrir otro. Esta vez se trataba de una de las primeras piezas que consiguió en su equipamiento personal, una preciosa muñequera.
Esta vez, el estuche que contenía dicha muñequera era de diseño completamente sobrio, conformado en una madera clara y sin decoración ninguna, salvo el pequeño dibujo de un dragón.
Confeccionada en piel de dragón, como las botas que calzaba en estos momentos el Alto Teócrata, esta muñequera poseía una flexibilidad inaudita. Esta había sido creada antaño por experimentados sastres que, en colaboración con varios hechiceros, habían insuflado un poderoso encantamiento sobre la piel de la bestia, dotándola de una especie de “vida” al tejido que la componía y evitando así cualquier tipo de descomposición. Era sin duda una pieza que, al margen de la nostalgia y utilidad que pudiera aportarle a Rijja, es muy preciada para cualquier aventurero dadas las propiedades mágicas, y el prestigio, que otorga portarla.
Sin pensarlo dos veces la afianzó a su brazo derecho y, posteriormente, ajustó el guante en el mismo brazo.
Conforme terminó de colocarse estas piezas de armadura, todas las que había extraído de los estuches con la marca del dragón comenzaron a emitir un sutil crepitar mágico, pareciendo este envolver al Teócrata con una especie de halo mágico. Rijja era conocedor de este efecto, la magia de los dragones es poderosa y, los objetos confeccionados con materiales de esta naturaleza suelen tener ese efecto. Con afán de potenciarlo, El Alto Teócrata se disponía a buscar su antigua Capa de escamas de dragón marino pero, recordando una de sus últimas adquisiciones, se decantó por otra opción.
Fue entonces cuando dirigió sus pasos hacia una pequeña cómoda, repleta de cajones, que se disponía en la pared sur de sus aposentos.
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