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en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #346158
Fascículo 39
Numerosos son los caminos que transitan a lo largo y ancho del vasto terreno que compone al Imperio Dendrita. La gran mayoría de estos, al encontrarse en áridos parajes, y zonas completamente despobladas, se encuentran en mal estado de conservación. El sendero que lleva desde la Ciudad de Galador hasta el Feudo de Brenoic no era uno de ellos. Un largo y polvoriento camino que es perfilado asiduamente por los Soldados del Ejército de Dendra, los cuales queman cualquier matojo o pasto que crezca dentro de esos lindes.
Y, después de salir de la Ciudad de Galador, Rijja se encontraba en dicho camino.
Desdeñando la idea de usar una montura, el Alto Teócrata se regocijaba de este tipo de paseos entre el populacho y resto de transeúntes de dichas rutas. En estas travesías siempre había gozado de conocimientos nuevos o, en su defecto, de contactos nuevos. Al margen de la multitud de Penitentes de Seldar, la cual deambula entre todos los templos de Seldar a lo largo y ancho de los reinos intentando atraer el favor de su Señor Oscuro, por estos caminos transitan gran cantidad de heterogéneos mercaderes. Estos últimos, los que no han sido expoliados por los bandidos de la zona, suelen ofrecer la oportunidad de comprar múltiples recursos que no suelen encontrarse en las zonas colindantes. Y, como ya hemos comentado, el Alto Teócrata era afín a echar un vistazo a esta mercancía siempre que podía.
El afán mercantil… un tanto enfermizo.
Aunque, todo sea dicho, esta vez Rijja llevaba algo de prisa en llevar a cabo su viaje al Castillo de D’hara y no se detuvo ni un solo segundo a mercadear y, en cambio, sus pasos le llevaron presto hacia el Feudo de Brenoic.
Este Feudo, conocido como la Granja del Imperio, siempre era precedido por un intenso olor a estiércol y demás desechos vacunos. Debido a esto, Rijja contenía ligeramente la respiración mientras se adentraba en este.
Numerosos perros daban la bienvenida al Teócrata, entre ladridos, solapándose con las fugaces y furtivas llamadas de atención por parte de los camellos locales, a las cuales Rijja contestaba con una fija mirada de desdén. El Orgo entendía los estragos que la droga, mayormente las bayas de cyr, había hecho entre la población del Imperio. No simpatizaba para nada con las consecuencias de su consumo.
Esquivando entrar en cualquier tipo de pelea, avanzó por el Feudo de Brenoic hasta atravesar sus lindes de manera fugaz para luego voltear su rumbo por el camino fronterizo que transita en dirección norte hacia el Reino de Golthur-Orod.
Caminos peligrosos por recorrer…
en respuesta a: Asuntos de Estado. Tratados Diplomáticos y Comerciales #346115Asuntos de Estado. Tratados Diplomáticos y Comerciales II
Después de la convocatoria extraordinaria del Consejo Supremo de Magos que expidió Rijja Al’jhtar, y su posterior reunión exprés, se llego a una decisión unánime de que el tema a tratar con el General de Anduar debía resolverse como el Alto Teócrata había vaticinado y negociado. Una vez se rellenaron los diferentes expedientes, informes y papeleo burocrático necesario, los miembros del consejo, salvo Rijja, abandonaron las estancias de la Sala de Gobierno para reanudar sus tareas habituales. Una vez solo, Rijja hizo llamar, de nuevo, al Comandante de la Guardia Kaindiana.
-|Karsig|/- llega desde abajo.
Karsig dice con voz sobrenatural: Buenos días Gran Teócrata, que gusto en volver a saludarle
Dices en ogro: Saludos Comandante Karsig, te esperaba.
Dices en ogro: Disculpa que el resto del Consejo se haya ausentado ya en estos momentos. Tenían otros asuntos que atender.
Dices en ogro: Como comentamos ayer, el Consejo también ve con buenos ojos el resultado de las negociaciones con el General de Anduar.
Dices en ogro: Y han apoyado la moción por unanimidad.
Preguntas en ogro: Usted sigue opinando lo mismo, ¿no es cierto?
Karsig dice con voz sobrenatural: Me parece una gran decisión de parte de todo el consejo, y personalmente opino de igual manera
Sonríes.
Karsig pregunta con voz sobrenatural: ¿El consejo ha votado ya?
Dices en ogro: Si, la decisión está tomada. Pero, como ya sabe, hay algunos trámites burocráticos de los que debe usted formar parte.
Preguntas en ogro: Pero, antes de proceder a la firma de documentos. ¿Cuál es el estado de la Guardia? ¿Bien servidos de suficientes pertrechos?
Karsig dice con voz sobrenatural: Si, me preocupa la falta de motivación de las nuevas generaciones… hay reclutas que les veo futuro y otros que debo ponerme un poco mas duro jeje usted me entiende…
Sonríes.
Karsig dice con voz sobrenatural: Calculo que en unas 2 lunas más podre condecorar de oficial a un par de reclutas que han demostrado valor y compromiso, incluso pensaba premiarlos
Asientes con la cabeza.
Karsig dice con voz sobrenatural: Le parece a usted mucho si como resultado de su entrenamiento y entrega
Karsig pregunta con voz sobrenatural: ¿les ofrezco a cada uno una cimitarra Yhjlema Arcana?
Karsig dice con voz sobrenatural: si me atrevo a señalarle esto.
Karsig dice con voz sobrenatural: es porque los chicos se lo merecen y está costando trabajo conseguir soldados de primera.
Dices en ogro: Tal vez sea algo excesivo a mis ojos, pero no lo tenga en cuenta. Como Comandante es usted libre de tomar ese tipo de decisiones y, por consiguiente, los premios a
Dices en ogro: Además, me resulta simpática la idea de que se esfuerce en resaltar la efectividad de algunos de sus reclutas.
Dices en ogro: Y, claro está, el hecho de que haya algunos reclutas que resaltar.
Dices en ogro: Nunca están de más.
Dices en ogro: De acuerdo, visto que el informe es favorable para con la Guardia, procedamos.
Karsig te asiente con la cabeza.
Rijja deja un montón de papeles encima de la mesa.
Dices en ogro: Estos son los papeles que deberá firmar. Sé que son muchos, pero intente hacerlo con calma. La tinta no debería empapar el papel solo por la urgencia de quitarse la tarea de encima…
Sonríes.
Karsig dice con voz sobrenatural: un momento solo me falta la última hoja, hasta el momento veo todo en orden
Karsig dice con voz sobrenatural: perfecto procederé a firmar.
Dices en ogro: Perfecto, con su esta última rúbrica suya termina el papeleo burocrático.
Karsig dice con voz sobrenatural: Listo ten los documentos, creo que esta todo firmado
Sonríes.
Dices en ogro: Perfecto, con esto acaba su labor. Puede seguir con sus quehaceres, Comandante.
Karsig dice con voz sobrenatural: como siempre un placer
Karsig dice con voz sobrenatural: si necesita otra cosa no dude en llamarme
Karsig hace una reverencia.
Karsig te dice adiós.
-|Karsig|/- se va hacia abajo.
El trámite ya estaba hecho y, con ello, la voluntad de Rijja y del resto del consejo se vio cumplida.
en respuesta a: Enseñanzas tardías I #346095Enseñanzas tardías II
Ante todo, y eliminando el tono burlesco de su voz, Rijja se interesó ciertamente por las necesidades y deseos del hechicero Stalwugh para con el aprendizaje de procesos básicos. Tan básicos que suelen aprenderse incluso antes que la mayoría de hechizos necesarios para progresar como mago de cualquier tipo. Lo cual, era cuanto menos… gracioso.
Preguntas en ogro: A ver si lo entiendo, ¿Me estás pidiendo que te enseñe a tratar mágicamente el mineral de piedra? ¿Es eso?
Stalwugh dice con voz sobrenatural: si no es mucha molestia, estaría muy contento que un Alto Teócrata de Ar’kaindia me instruyera, nadie mejor para dicha tarea, realmente.
Sonríes.
Dices en ogro: Estas cosas pasan cuando dejáis de asistir a las clases mágicas elementales. ¡Ay! estos jóvenes. Solo queréis lanzar hechizos y explotar cosas.
Stalwugh llora.
Dices en ogro: Sin problema. Además, has hecho bien. Muhaajir no creo que fuera tan indulgente en esa confesión tuya.
Dices en ogro: No lo demoremos más, sígueme.
Rijja condujo entonces a Stalwugh hacia las zonas de estudio arcano del Templo piramidal. En estas dependencias son formados los famosos magos telequinéticos, los poderosos magos astrales y rúnicos y, en general, todos los hechiceros de la ciudad, por lo que se puede considerar sin equivocación alguna que estas salas son una escuela de hechicería.
Nada más llegar a dichas dependencias, Rijja abrió una pequeña puerta que daba lugar a un majestuoso laboratorio completamente equipado para experimentos y prácticas de naturaleza mágica.
Stalwugh dice con voz sobrenatural: que laboratorio más grande… me sorprende cada rinconcito de esta ciudad.
Dices en ogro: Verás, para lo que me pides, son necesarias algunas cosas. Lo primordial, un trozo de mineral.
Dices en ogro: Por suerte, tengo uno aquí mismo.
Dices en ogro: Otra de las cosas necesarias, al margen del conocimiento necesario para hacerlo, son unas instalaciones acordes. Preparadas para soportar ciertos procesos mágicos.
Dices en ogro: Como, por ejemplo, este laboratorio.
Coges Trozo de Piedra de Mochila de la Dimensión Insondable.
Stalwugh sonrie.
Dices en ogro: Este mineral granulado es el óptimo para alcanzar nuestro objetivo.
Stalwugh pregunta con voz sobrenatural: ¿y esas piedras no pesan mucho para ser transportadas en las aventuras?
Dices en ogro: Tal vez el material con el que se fabrican si, una vez tratadas mágicamente no hay problema.
Dices en ogro: Presta atención Stalwugh, no soy un profesor paciente. Solo repetiré el proceso una vez.
Exclamas en ogro: Ahora… Silencio!
Dices en ogro: Debes estar atento a todos y cada uno de mis movimientos.
Sacas un fragmento de piedra y lo colocas encima de la mesa principal.
Esparces un poco de miserita guardado en un vaso de precipitados sobre el fragmento de piedra.
La piedra empieza a adquirir un color blanquecino mientras un humillo negro surge de su superficie.
Pones la mano izquierda cerca de la roca mientras concentras tu energía sobre ella.
Describes con el dedo índice la runa GHWA sobre la superficie de la piedra.
La piedra se fragmenta en varios trozos de roca preparada para ser usada como componente.
Preguntas en ogro: Has captado la esencia del proceso?
Stalwugh dice con voz sobrenatural: todo apuntado y memorizado.
Dices en ogro: bien, probemos. Toma, efectúa exactamente los mismos movimientos
Coges Trozo de Piedra de Mochila de la Dimensión Insondable.
Ofreces Trozo de Piedra a Stalwugh.
Stalwugh coge Trozo de Piedra.
Dices en ogro: Vamos, prepara la piedra.
Stalwugh saca un fragmento de piedra y lo coloca encima de la mesa principal.
Stalwugh vierte un extraño líquido blanco contenido en un vaso de precipitados sobre el fragmento de piedra que hay en la mesa.
Stalwugh pone la mano izquierda cerca de la roca mientras concentra la energía sobre ella.
Stalwugh describe una extraña runa con su dedo índice sobre la superfície de la piedra.
La piedra se fragmenta en varios trozos de roca preparada para ser usada como componente.
Sonríes.
Felicitas a Stalwugh.
Stalwugh pregunta con voz sobrenatural: ¿qué tal lo hice para ser la primera vez?
Dices en ogro: Como has podido ver, un proceso sencillo.
Stalwugh salta de alegria.
Dices en ogro: El resultado ha sido óptimo.
Stalwugh dice con voz sobrenatural: muchas gracias, Alto Teócrata, nunca se me olvidara lo que hizo usted por mí, estoy me servirá para enseñar a mis pupilos en las artes de la magia y no hacer el ridículo evitando el tema por mi desconocimiento.
Dices en ogro: Has sido un buen alumno, Stalwugh. Gracias a que no has cometido ningún fallo, guardaré tu pequeño secreto ante Muhaajir.
Dices en ogro: Ahora debo seguir con mis deberes diplomáticos.
Dices en ogro: Un placer.
Sonríes.
Rijja volteó hacia la puerta y, justo antes de salir de aquella estancia, se giró para mirar de reojo a Stalwugh. Este comenzaba de nuevo el proceso de creación de piedras tratadas con gran ahínco. Rijja no pudo evitar soltar una ligera carcajada antes de cerrar la puerta.
en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #346087Fascículo 38
Obviando los pasos por el interior de la fortificación, que condujeron a Rijja hacia el exterior de la Residencia Baelzhemon, el Teócrata se encontraba de nuevo en, sálvese la redundancia, las calles del Barrio Nuevo.
Los oídos del orgo se vieron inundados por los sonidos de carromatos y las voces del numeroso, y distante, populacho que anega la colindante zona del mercado. Debido a esto, con la intención de abandonar la ciudad a la mayor velocidad evitando el gentío acumulado en el mercado, Rijja se encaminó por la zona más pobre de la ciudad llevando su rumbo a las puertas situadas en la parte oeste.
Esta zona de la ciudad no es muy… agradable.
Conforme se adentró en aquellos barrios, el típico olor a perfumes y carne quemada que suele gobernar la Ciudad de Galador dio paso a una nauseabunda mezcla olfativa entre orines y excrementos. La alta concentración de menesterosos que pueblan esta parte de la urbe ha precipitado que incluso las casas se mimeticen con ellos. Las calles se encontraban repletas de basuras y numerosas alimañas, tanto muertas como vivas, que se hacinaban en cada uno de los rincones y recovecos que ofrecía la misma calle. Debido a la patente insalubridad, la gran mayoría de indigentes habían contraído numerosas enfermedades, incluso siendo una de estas la tan temida lepra. Sin duda, un área malsana para vivir.
Gracias a las artes mágicas de las que disponía, el Alto teócrata no temía ser contaminado por ninguna enfermedad que pudiera acecharle en estas calles y, como había planeado, el atajo que tomó por estas malogradas avenidas dio su fruto y, emergiendo de entre una estrecha y oscura calle, dejó atrás la zona para encontrarse plantado en las mismísimas puertas de la ciudad.
–Saludos, Alto Teócrata Arcano. Un placer verlo por la ciudad. – Dijo, con tono amilanado, uno de los soldados que custodiaban las puertas.
–Propicios días. – Dijo Rijja, devolviendo el saludo. – Abrid las puertas, mi estancia aquí ha concluido. No os entretengáis, necesito llegar a mi destino antes del ocaso. – Añadió.
–Por supuesto, Señor– Dijo el guardia dijo el guardia a la vez que ejecutaba un pequeño saludo militar.
Tras el breve saludo a los guardias allí apostados y la posterior apertura de las colosales puertas de madera que custodian la Ciudad de Galador, Rijja cruzó aquel enorme umbral para, abandonando la ciudad, dirigirse rápidamente al Castillo de D’hara.
en respuesta a: Recopilación Arenosa #346038Recopilación Arenosa: Fabricación de un presente.
Habían pasado ya varias jornadas desde la llegada de su ayudante y este, completamente recuperado ya de sus heridas, se encontraba trabajando mano a mano con su maestro eborario.
Era raro que Julamie se enajenara tanto con una obra que no tuviera que ver directamente con el marfil. Su enorme taller, generalmente dedicado en exclusiva a su labor eboraria, había sido ligeramente transformado, dotándolo de un aspecto que más bien recordaría a una pequeña fragua. Las enormes mesas repletas de figuras, cascos y brazaletes fabricados en marfil, habían dado paso a un pequeño, pero finamente organizado, horno de fundición. Este no estaba destinado a la forja de metales, más bien se había centrado en la factoría de vidrio.
Dentro del taller, a escasos centímetros del recién construido horno, se encontraba Julamie sentado en un taburete frente a un extraño banco de trabajo. Los enormes ventanales, que daban directamente a la Plaza Mayor de Ar’Kaindia, facilitaban la luminosidad suficiente para hacer cómodo el trabajo del afanado Orgo.
Después de varios días, y habiendo manufacturado previamente algunas de las piezas que necesitaba, Julamie colocó toda la arena que su ayudante le había facilitado días atrás en unos extraños moldes que figuraban la forma de pequeñas escamas para luego, con sumo cuidado, introducirlos en el horno de fundición. En este momento, una vez los moldes habían alcanzado la temperatura óptima, el eborario y su ayudante comenzaron una salmodia de oraciones y cánticos en honor a Velian.
Repitieron dichas oraciones, de manera enfermiza, durante 2 días completos para después, ayudándose de unas férreas pinzas, extraer una a una las escamas cristalinas que se habían formado en aquellos extraños moldes. No tardó apenas un segundo en comenzar a trabajarlas hasta el resultado final.
Concienzuda elaboración, si señor…
La obra de Julamie al fin había acabado. Su extremadamente delicada técnica habida dado lugar a una extraordinaria pieza de armadura. Fabricada con arena de todos y cada uno de los diferentes desiertos, fundida y homogeneizada con mimo en múltiples escamas cristalinas. Había unido todas ellas mediante unas finas varillas de marfil, de un color argénteo muy puro y que deduciblemente habían sido tratadas mágicamente ya que otorgaban una flexibilidad extrema. El objeto que había creado emanaba una potente aura maligna, seguramente debido a la consagración del objeto a la mismísima diosa Velian.
Satisfecho con el resultado, y bastante exhausto por el proceso, Julamie se volvió hacia su ayudante y dijo:
–Sin duda, una magnifica pieza de coleccionista. Llevasela sin demora al Alto Teócrata Rijja Al’jhtar. El sabrá apreciar la magnificencia de este Guardabrazo de Arena Vidriosa.
en respuesta a: Recopilación Arenosa #346037Recopilación Arenosa: Clasificación
Después de una ligera plática y explicación a los soldados sobre el estado de su ayudante, Julamie pidió a estos que dejaran al malogrado Orgo dentro de su establecimiento para que pudiera reposar con más calma y atender debidamente sus heridas. Estos accedieron sin rechistar y, una vez acomodaron debidamente al maltrecho ayudante en un rincón del interior del Taller, se marcharon para seguir con sus labores de guardia cotidianas al pie de la Meseta de Ferrian.
Una vez se fueron, y cerrando la puerta con cierta simpatía, Julamie se volvió a su ayudante.
-Bien, bien. –Dijo el eborario con tono expectante y curioso- ¿Has traído lo que te pedí?
-Si.. mi .. señor.. – Dijo el maltrecho ayudante, que apenas tenía aliento para proseguir- He… traído… todo.. lo que.. me pidiooo..- y, mientras extraía un pequeño saco de entre los pliegues de su capa, se desmayó.
Julamie, lejos de prestar la debida atención a su ayudante, se centró en observar el contenido de aquel misterioso saco. Asiéndolo con fuerza, lo arrancó del ahora desmayado orgo para después depositarlo sobre una de las mesas de trabajo que se encontraban en aquel taller. Una vez allí, abrió el saco para examinar detenidamente su contenido. Dentro de aquel rugoso saco se encontraban varias bolsitas separadas y debidamente compactadas y clasificadas con pequeñas etiquetas. En el interior de dichas bolsitas se encontraban diferentes tipos de arena.
Estas arenas eran fácilmente identificables, tanto en densidad como en color o brillo.
Julamie extrajo el contenido de todas las bolsas y lo fue depositando, debidamente separado, en algunas de las balanzas que poseía en su taller, para después colocarlas completamente extendidas en unos extraños moldes. Una vez acabo al completo la tarea de observación y viendo que no faltaba nada de lo que había solicitado se volvió a su inerte ayudante.
-Lo has hecho muy bien, realmente. – Dijo Julamie, con cierto orgullo en la mirada. – Cuando despiertes de tu improvisado sueño, me encargaré de que seas recompensado con creces.
El eborario había sido complacido. Su encargo para con su ayudante no era otro que la recopilación de 200 gramos de arena de cada uno de los desiertos que conforman Al’Qualanda. Una petición singular, sin duda, que según él facilitaría el camino a uno de los mayores obrajes que había ideado.
Sin más dilación, casi de manera enfermiza, se puso a trabajar aquella singular materia prima.
en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #346035Fascículo 37
La incrédula y atenta mirada de Rijja se clavó en el interior de aquella magnifica celda mágica.
– ¡Un Apóstol! – Dijo Rijja, exaltado por la emoción. – ¡¿Cómo habéis capturado a un maldito Apóstol de Astaroth!?– añadió.
La criatura, completamente cargada de una serie de cadenas compuestas por eslabones mágicos, se encontraba atada a la pared por extrañas ataduras esotéricas, de heterogéneas gamas cromáticas, las cuales parecían emanar de los símbolos arcanos que se encontraban en las paredes de la particular celda que la contenía. Dichas ataduras recorrían todas las partes del cuerpo de la siniestra criatura aferrándolo e impidiendo que pudiera moverse ni un solo ápice.
–Todo un logro, ¿Verdad? – Dijo Drakar orgulloso.
–Es más que eso. Récord, lo llamaría yo. – Comentó el Alto Teócrata. – Son criaturas extremadamente raras en este plano material y, como es sabido, excesivamente poderosas. ¿Cómo lo habéis conseguido? – Añadió Rijja en tono de curiosidad.
–Fue una suerte, a decir verdad. Para ahorrar en la explicación, solo diré que fue en Ryniver durante una Conjunción de los Planos y se juntaron varios factores ventajosos: una cuadrilla de soldados, un par de necromantes experimentados y, lo más importante, esta criatura tiene apenas el poder del resto de los de su especie con los que hemos batallado. Creo que será un neófito que se topó con quien no debía. – Explicó Drakar.
–Entiendo… aun así, debo felicitarte por conseguir algo tan épico. Arrojará mucha luz sobre el resto. –Dijo Rijja entre balbuceos, sin apenas quitar la vista sobre la macabra criatura.
–No creas -Comentó Drakar- Debido al nulo conocimiento que tenemos sobre su idioma, al menos de momento, no hemos podido apenas extraer ninguna información salvo por… la mera disección. – Añadió Drakar mientras señalaba una de las piernas de la criatura, a la que le faltaba algunas partes. – Su estructura y emanaciones mágicas no difieren demasiado a los no-muertos de nuestro plano. Salvo, tal vez, por el poder que ejerce la maldición de Astaroth.
–Ya veo. Debo decir que en la expedición a la dimensión del Y502 que te he comentado con anterioridad, encontramos ciertos manuscritos en un idioma desconocido, pero, debido otros que, si conocemos y de una similitud casi total en la estructura de su contenido escrito, creo que podremos transcribir y descifrar el idioma.
–Eso sería de gran ayuda, amigo mío. – Dijo Drakar sonriente. – Mientras tanto, no tengo inconveniente en custodiar férreamente a esta… criatura. – Añadió.
–Perfecto. Para aligerar el trabajo de transcripción, enviaré un emisario a Ar’Kaindia antes de partir hacia el Castillo de D’hara. Con algo de suerte tendré noticias suyas pronto y vendré con buenas nuevas. – Contestó Rijja de manera complaciente.
–No lo dudo que así será. – Dijo Drakar. – Esperaré noticias tuyas. Ahora parte, no quiero demorarte más en tu particular misión. Espero que puedas esclarecer algo sobre tu… hallazgo numismático.
Rijja asintió sonriente y, después de despedirse con gratitud por la hospitalidad y el descubrimiento que Drakar le había ofrecido, comenzó a ascender por las escaleras de aquellas catacumbas, rumbo a la Ciudadela de Galador.
en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #346034Fascículo 36
Ensimismados en una conversación larga, más de lo que una visita fugaz debiera arrojar, Drakar y Rijja comentaban numerosas hazañas y diversos devenires. Aun siendo una plática informar y casi improvisada, tocaron varios temas muy trascendentales, ya fueran políticos o directamente bélicos, para con los Reinos a los que pertenecían. El dialogo se vio interrumpido por un ligero golpe de vaso ejecutado por Rijja, justo después de apurar su contenido, sobre la magnífica mesa que presidía aquel majestuoso comedor.
–Decir que he disfrutado mucho con nuestro encuentro, Lord Drakar. Pero debo partir de inmediato. En otra ocasión, con más tiempo, volveré a visitarlo con más tiempo y, quien sabe, pueda contarle más sobre los hallazgos que realice sobre esta pequeña y blanca moneda. –Dijo Rijja con tono solemne.
–Es comprensible. –Dijo Drakar, ligeramente apenado por la precipitada conclusión de la cháchara. – Pero, antes de que parta de mis dominios, permítame mostrarle algo. Después de nuestra conversación, deduzco que será de tu agrado.
Rijja asintió.
Ambos contertulios abandonaron la sala para dirigirse hacia los pisos inferiores del castillo. A las mazmorras más concretamente.
Después de recorrer los enormes pasillos que cruzan el Alcázar Baelzhemon, llegaron a unas sinuosas escaleras. Descendieron aquellas escalinatas, esculpidas en fría y negra roca, para entrar en las mazmorras del castillo. Estas estancias apenas son alumbradas por unos tímidos rayos de sol que, colándose por unos pequeños ventanucos situados a gran altura, refractan sobre el ensangrentado suelo matizando todo con tonos ocres. Los gritos provenientes de las celdas que allí se encontraban inundaban todo el lugar dándole un toque más siniestro, si cabe, a aquel desangelado lugar. Sin duda, estas mazmorras hacían honor a los comentarios de los mundanos ciudadanos de Galador, los cuales se estremecían cuando se les preguntaba por dichas… instalaciones.
–Por aquí, amigo mío. – Dijo Drakar con cierto tono autoritario.
Rijja asintió y continuó siguiendo los pasos del Lord Antipaladín.
Unos metros más adelante, dejando atrás las primeras celdas hacinadas de presos, llegaron al final del pasillo. En este se encontraba una única celda, lo cual desentonaba con el resto del pasillo que habían recorrido. Las paredes de esta se encontraban repletos de símbolos y maldiciones, por consiguiente, era de suponer que gozaba de ciertas características mágicas y, seguramente, algún hechizo destinado a la privación de la libertad. Este tipo de celdas se suele utilizar para contener a ciertas criaturas mágicas y otros entes poderosos.
–Ya hemos llegado –Dijo Drakar –Asómese al ventanuco de la puerta para conocer a mi huésped. Creo que la visión será de tu agrado. –Añadió el Patriarca Baelzhemon con tono complaciente.
Rijja dio un par de pasos, adelantándose, para poder observar por la mirilla de la puerta.
–En efecto, mi querido amigo. Es totalmente grata esta visión y la oportunidad que representa. –Dijo Rijja con una sonrisa.
en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345993Fascículo 35
Aun suponiendo que no encontraría nada nuevo, en lo que a conocimiento se refiere, y para hacer la espera más amena, Rijja ojeaba con calma las preciosas y detalladas ilustraciones que contenían aquellos libros. Alguna de ellas le reportaban cierta simpatía y nostalgia, estas eran las que detallaban antiguas victorias en el campo de batalla de las que había sido partícipe, la gran mayoría en su época como combatiente del Ejercito Kaindiano. Y, claro está, muchas contenían imágenes de antiguos amigos que habían caído en el campo de batalla y a día de hoy eran tan solo un recuerdo rubricado en las leyendas del Imperio Dendrita.
La nostalgia de un viejo Orgo… tan típico en estos mortales…
Una vez estuvo satisfecho con haber saciado su curiosidad y el deleite de observar las historias de viejos compañeros de armas, Rijja depositó el libro de nuevo en las estanterías y se sentó en un gran sillón que estaba ubicado en una de las esquinas de la estancia.
Fueron varios los minutos que hicieron falta para que comenzara a impacientarse por la llegada de su amigo y anfitrión, Lord Drakar. Y fue entonces, cuando Rijja levantó sus posaderas de su asiento con el fin de preguntar cuánto tiempo más debería esperar a su amigo cuando este apareció súbitamente, atravesando la puerta con diligencia.
–Mis disculpas, querido amigo. –Se disculpó Drakar. –Tenía ciertos… deberes que atender. Nada de qué preocuparse, solo cierto criado insurgente. Espero que tu espera haya sido cómoda y amena.
–No hay problema. En otra ocasión siquiera habría notado tu ausencia, solo que mi tiempo en Galador es limitado para el día de hoy. –Comentó Rijja.
–Ya imagino. Han llegado a mis oídos, por parte de Hermillo, que visitarás el castillo de D’hara. –Dijo Drakar con tono de intriga. – ¿Qué se le ha podido perder a un Alto Teócrata como tú en un castillo como D’hara? –Terminó preguntando el Lord Antipaladin.
–Jajaja, veo que no soy el único que desarrolla ciertas… curiosidades. No te hacía por chismoso– Comentó Rijja entrecortando las palabras con cierta risilla. – Verás, debido a las fluctuaciones que se llevan produciendo durante los últimos meses, provocadas por los “experimentos” que se están llevando a cabo desde la Torre de Ébano…
Drakar cortó las palabras del Teócrata de manera tajante.
–Entiendo! No deberías hablar de ese tipo de experimentos. Según tengo entendido, solo conciernen al Imperio y a los intereses de nuestro venerable Emperador. – Dijo el Antipaladin.
–En eso discrepo– Continuó hablando Rijja, esta vez con un tono molesto debido al súbito corte en la conversación- Esas fluctuaciones están provocando la apertura de ciertos portales, los cuales conducen otro plano de existencia. Según hemos investigado, y puedo decir que lo he visto con mis propios ojos, ese plano está gobernado por la no-vida. Es realmente peligroso y hostil para cualquier ser proveniente de este Plano Material.
–Si no fueras quien eres, y la amistad y confianza que nos une, no daría ningún crédito a tus palabras. –Dijo Drakar, ahora con un tono de preocupación- ¿Dices que se están abriendo pórticos a la dimensión del Y502? ¿Fuera de los márgenes de la Ciudad de Dendra? Sin duda es un tema preocupante. Pero, ¿Para qué curiosear en el Castillo de D’hara? ¿Qué esperas encontrar allí?
–Verás, en la expedición al plano, ese que has nombrado como Y502, encontramos varias cosas que llamaron mi curiosidad. Al margen de la muerte de todos mis hombres salvo uno, conseguimos extraer de allí numerosos tesoros, materiales raros y… – Rijja rebuscó en su bolsillo hasta extraer la pequeña moneda blanca y mostrársela a Drakar- este pequeño hallazgo numismático. Y ya sabes, no suelo dejar cabos sueltos a la hora de buscar conocimiento.
–Curiosa es la acuñación de esta moneda, sin duda. –Dijo Drakar mientras observaba aquella pequeña y blanca moneda. –Pero eso tampoco responde a mi pregunta, ¿Por qué D’hara? No creo que esos Demonistas sepan nada sobre esto.
–No son esos Demonistas lo que me interesa. Es un invitado demoniaco que hay entre sus muros. –Dijo Rijja mientras esbozaba una sonrisa. –Aun sabiendo que el Plano demoníaco no quiere saber nada de la otra dimensión, de seguro podrá arrojar algo de luz sobre esto y, al menos, lo haya visto antes.
–Jajaja, tan perspicaz como siempre, amigo mio. Es posible que ese demonio pueda resolver alguna de tus dudas, pero, en caso contrario, ¿Qué harás? –Comentó Drakar con una maliciosa curiosidad.
–Todavía no he pensado mi siguiente movimiento, pero, ya me conoces, siempre lograré una respuesta. -Dijo Rijja en tono confiado.
Drakar no pudo evitar sonreir.
Después de un buen rato hablando sobre el tema, ambos contertulios se dirigieron, esta vez sí, al gran comedor de la Residencia Baelzhemon para poder disfrutar de una deliciosa y refrescante bebida antes de que el Alto Teócrata emprendiera de nuevo su camino hacia el Castillo de D’hara.
en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345970Fascículo 34
El Alto Teócrata, acompañado servicialmente por los sirvientes de Lord Drakar, se dirigió entonces hacia las entrañas de la Residencia Baelzhemon. Los pasillos de esta pequeña fortaleza estaban completamente decorados, de manera homogénea, por numerosos cuadros y representaciones de diferentes hitos en la historia del Imperio Dendrita. El trazado de dichas pinturas era excelente, lo cual denotaba que habían sido obra de afamados y muy talentosos pintores. Algunas esculturas aparecían en pequeños recovecos de los pasillos, siendo solo visibles al paso ante ellas, las cuales parecían observar a quien por allí transitaba.
La idea de los sirvientes era escoltar a Rijja hasta la sala perteneciente al gran comedor, una zona reservada para, al margen de banquetes y celebraciones multitudinarias, hacer que la espera o estancia de los huéspedes fuera cómoda y apacible. No llegaron al destino que tenían pensado. El Alto Teócrata no pudo evitar girar sus pasos por un pequeño pasillo que llevaba a una gran estancia al observar, debido a que la puerta de la sala se encontraba entreabierta, numerosos volúmenes que colmaban exuberantes estanterías en madera oscura como el ébano. Se trataba de la Biblioteca particular de la familia Baelzhemon, conocida por los habitantes de la casa como “La Biblioteca del Saber Infinito”. Nada más lejos, este sobrenombre le viene dado por la ingente cantidad de material escrito que se encuentra recogido en los lustrosos libros de la sala.
–Podéis dejar vuestra particular custodia. – Dijo Rijja dirigiéndose con tono autoritario a los sirvientes que lo acompañaban. – Avisad a Lord Drakar que lo esperaré serenamente en esta estancia y, antes de que lo preguntéis, tomaré gustoso una infusión de menta con un ligero toque de miel, para hacer más llevadera la espera de vuestro Señor. – Añadió.
–Por supuesto, mi Señor. – Asintió uno de los sirvientes de manera servicial. – Disfrutad de vuestra estancia.
Con un giro de respeto y protocolario en demasía, los criados dejaron la posición que mantenían junto a Rijja para desaparecer a paso modesto por el pasillo que habían recorrido anteriormente dejando al Teócrata completamente solo en las estancias pertenecientes a la Biblioteca Baelzhemon.
Una vez solo, desbordado en curiosidad, Rijja comenzó a ojear los volúmenes que se encontraban allí. La incipiente ilusión por escudriñar alguno de esos tomos se vio truncada en un ligero sentimiento de decepción cuando observo que la gran mayoría de los libros trataban básicamente de política e historia y, como cabía esperar, centrados mayormente en la cronología del Imperio Dendrita. Un tema que, de sobra, conocía ya de antemano.
Pobre… debió sentirse como un roedor en una despensa vacía.
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Ambos contertulios se encaminaron por la muralla exterior perteneciente al núcleo de la Ciudad de Galador, la Ciudadela. Mientras caminaban entre una entretenida plática, rumbo a la Residencia Baelzhemon, ensalzaban la figura del otro entre historias de batallas pasadas y los logros, tanto militares como académicos, que cada uno había conseguido. Se abrían paso entre los numerosos milicianos que custodian cada metro de aquel recinto. Era patente en la zona las numerosas reconstrucciones y ampliaciones que se habían ido aconteciendo en la ciudad con el paso del tiempo, debido al incremento de su población.
Una vez dejaron atrás aquel particular recinto amurallado, su camino se dirigió hacia una gran avenida, la cual se encuentra flanqueada por numerosas casas, de diferente construcción, que se diferenciaban claramente por el estatus social de sus moradores. El llamado barrio nuevo, en el que se adentraban, era un ejemplo claro de la última ampliación que se aconteció en la ciudad de Galador. Este había seguido un plano simétrico durante su construcción, pero, en contra de otros arrabales pertenecientes a la misma ciudad, este no estaba demasiado habitado todavía, ya que antiguamente lindaba con el desierto. Solo las familias más pudientes y respetadas dentro del Imperio Dendrita pudieron permitirse comprar un solar en esta zona para acometer las grandes construcciones que hoy en día se encuentran en esta área. Un claro ejemplo de esto, era la Familia Baelzhemon.
Cuando arribaron a su destino, un Imponente y oscuro castillo se erguía ante ellos. Una majestuosa edificación, de un tamaño reducido en comparación con otros castillos como podría ser D’hara, de un color totalmente negro con sendas torres que lo flanqueaban. Dos grandes puertas, de un tamaño próximo a los cinco metros de altura y que habían sido fabricadas en una oscura y reluciente obsidiana, se encontraban decoradas con extraños símbolos tallados en celosías de marfil blanco que invitaban a ser traspasadas con cautela. Sin duda, este castillo representaba una magnifica pieza de arquitectura.
Los guardias de la familia que se encontraban custodiando dicha fortificación, se amilanaron al ver al patriarca familiar llegar a las inmediaciones. Con un gesto profundo de respeto, apartaron la simulada pared que formaban para dejar paso, tanto a Drakar como a Rijja.
Ambos atravesaron el umbral que dibujaban aquellas sinuosas puertas para llegar al hall perteneciente a la entrada de la Residencia Baelzhemon.
Nada más llegar a dicha posición dentro del castillo, Drakar hizo un gesto con su mano y varios sirvientes aparecieron, dispuestos a atender a su amo.
–Acompañad a nuestro invitado al gran comedor y procuren que su ligera espera sea cómoda. – Ordenó Drakar de manera altiva y, dirigiendo su mirada hacia Rijja, continuó – Disculpadme un instante, Alto Teócrata, debo atender ciertos quehaceres. Apenas serán unos minutos.
Conforme terminó de hablar, Drakar se volteó, ante complaciente mirada de Rijja, para encaminarse dirección a las catacumbas de aquella fortaleza.
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Después de un saludo algo más protocolario y algunos comentarios sobre la situación actual en varios aspectos, tanto diplomáticos como de diversa índole política, Rijja fue al grano para explicarle a Hermillo el motivo de su inesperada visita a la Catedral de Seldar.
–Verás, necesito entrar en la fortaleza de D’hara. Sé que me recibirían sin problema y podría disfrutar de sus instalaciones como otras tantas veces he hecho, pero debido a lo apremiante en la naturaleza de mi visita, necesito que envíes un emisario al castillo, mientras termino mis quehaceres en la ciudad, para que no comiencen ningún experimento… raro, de esos que le gustan a Vali. La última vez que fui al castillo, debido a una invocación demoniaca que estaba llevando acabo, tuve que esperar varias horas sin poder acceder a los niveles superiores del Castillo. Esta vez, gracias a tu inestimable ayuda y camuflada influencia, espero evitar dicha situación. – Explicó Rijja.
Hermillo emitió una ligera carcajada.
–Vali… muy típico de él – Dijo Hermillo con tono simpático – No te preocupes, mandaré a uno de mis muchachos ahora mismo con las nuevas que me comentas hacia el Castillo de D’hara. No creo que los demonistas tengan problema alguno en atender tus peticiones, como Alto Teócrata que eres, siempre y cuando no demores mucho tu llegada al castillo. – Añadió.
–Perfecto, no esperaba menos de ti. Gracias amigo mío. – Contestó Rijja, agradecido.
Sin más, una vez vio cubierta su petición para con su llegada al Castillo, Rijja volteó y se dispuso a salir de la Sala para volver a las calles del Mercado de Galador, más allá de los umbrales de la Ciudadela.
Antes de que pudiera atravesar el enorme portón que custodia la Catedral de Seldar, una voz con cierto tono de grito, en forma de saludo, llegó a los oídos de Rijja.
–Increíble!!! ¿Pero que ven mis ojos?! ¡El Gran Patriarca Al’jhtar!
Se trataba de Drakar Baelzhemon, un reputado Antipaladin del Imperio Dendrita con el que Rijja había compartido, durante su juventud, numerosas batallas y acciones bélicas.
–Por Velian! ¡Lord Drakar Baelzhemon!, y yo que pensaba que iba a librarme de tus modales refinados de caballero durante mi visita a la ciudad! –Contestó Rijja, con tono realmente ilusionado, mientras dirigía sus pasos hacia su viejo amigo. – Un placer verte! –Añadió.
Ambos individuos se saludaron efusivamente con un apretón de manos entre gestos de aprecio mutuo.
- ¿Qué es de ti? Oí que habías retomado de nuevo tu puesto como Alto Inquisidor, ¿Ya te has aburrido de descansar en tu mansión, Lord? – dijo Rijja con cierto tono irónico.
–Cierto, pero eso no es más reseñable que verle a usted lejos de su Biblioteca, distante de sus libros y compendios antiguos y olvidados. – Contestó Drakar.
–Cierto amigo mío, bien traído. Hay un tema que debía tratar en persona fuera de mi zona de confort. – Contestó el Alto Teócrata.
Drakar esbozó una ligera sonrisa.
–Ven, amigo mío – Dijo Drakar con tono invitatorio – Vayamos a mis propiedades y charlemos sobre el tema que me comentas.
Ambos emprendieron el camino, entre risas y comentarios variados, rumbo al barrio nuevo de la ciudad, hacia la Residencia Baelzhemon.
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La Catedral del Dios del Mal se alzaba poderosa ante la mirada del Alto Teócrata Arcano. Los numerosos y emblemáticos edificios de la ciudad de Galador palidecen, o se ven totalmente eclipsados, ante la diabólica magnificencia que emite la exuberante Catedral de Seldar. Dos enormes esculturas, que representan a unos terroríficos demonios del mundo antiguo, abren el paso de esta edificación los cuales, embebidos por los colores fríos que refulgen de las magníficas vidrieras que tétricamente adornan la fachada de esta colosal edificación, lucen simulando una impertérrita guardia.
Mientras cruzaba su paso con numerosos inquisidores advenedizos y acólitos del maligno dios que es adorado en este colosal templo, Rijja se adentró en la catedral sin dejar de observar atento, y con cierta ensoñación, la meticulosa construcción.
Una vez atravesó el enorme portón que hace de preludio al interior del Templo, llegó hasta un majestuoso recibidor. El inconmensurable poder que habitaba allí se hacía patente por toda la zona. Desde el oscuro suelo, formado por la obsidiana más pura, hasta la penumbrosa bóveda que da cobijo al interior, enormes columnas negras atravesaban la estancia de manera vertical.
Realmente toda una obra de arte…
Rijja, saliendo de su estado de trance ante tal belleza, continuo su camino hacia lo más profundo de la Catedral siguiendo la hilera de las lámparas que iluminaban constantemente aquellas estancias. Bordeando la Fuente de Ponzoña que precede a la sala donde se encuentra el Altar de Seldar, finalmente llegó hasta este.
Nada más entrar en aquella zona del diabólico Templo, una voz resonó en aquella estancia.
–Tiempo sin verle por aquí, Rijja Al’jhtar, Alto Teócrata Arcano…
Se trataba de Hermillo, o “El Hermano del Cepillo”; como se le conoce comúnmente en la ciudad. Un sacerdote de Seldar que se dedica a orar incansablemente en el Altar y captar las donaciones de todos los feligreses que pasan por la iglesia. Este conocía a Rijja desde hace muchos años, debido a las largas horas de estudio que el Alto Teócrata había acumulado bajo esos muros.
– ¿Qué te trae de nuevo por aquí? – prosiguió Hermillo.
–Un placer volver a verte, viejo. He venido a pedirte un favor. – Dijo Rijja con tono ligeramente burlesco.
–Vaya vaya, ya suponía que tu presencia no sería por mera cortesía… ¿Qué puedo hacer por ti? – Contestó Hermillo, imitando el tono del Alto Teócrata.
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La llegada al Valle de Mnenoic remontando el río Urzabalgai transcurrió de manera rápida y amena bajo el cálido abrazo de la brisa que gobernaba el cauce del río y por las numerosas anécdotas que el barquero no paraba de comentar balbuceando al aire, como si Rijja no se encontrara con él en aquella destartalada barcaza.
Una vez arribó al embarcadero y posó sus pies en la orilla, el Teócrata se despidió con tono tranquilo de su particular remero y se dirigió hacia el camino más próximo que lo condujera rumbo sur, hacia la Ciudadela de Galador. No sin antes, claro está, una pequeña y rápida pasada por la panadería local para degustar alguno de sus postres. Rijja los adoraba.
Un Orgo goloso, a su edad…
Después de comprar, y comer allí mismo, una magnifica rosquilla almendrada preparada por Dorinda la panadera, Rijja dirigió de nuevo sus pasos, esta vez a un ritmo algo más apresurado, hacia su destino. No tardó en atravesar los polvorientos caminos, los cuales se hallaban completamente marcados con los surcos producidos por el constante paso de carruajes repletos de mineral de hierro, fruto de las minas de este feudo, que fluyen por aquí hasta cada rincón del Imperio Dendrita.
Alejándose ya del poblado de Mnenoic, Rijja podía atisbar en la lejanía las poderosas murallas de la ciudad de Galador, coronadas en su cima por la visión de las gigantescas bóvedas pertenecientes a la Biblioteca de dicha ciudad. Si no fuera por el secretismo que mantiene la Inquisición de Seldar, dicha biblioteca hubiera sido el destino elegido para la particular búsqueda de información que llevaba a cabo el Alto Teócrata, pero apartó ese pensamiento de inmediato al saber que apenas permitían la entrada a los niveles superiores.
Las catacumbas de dicha Biblioteca… son realmente interesantes.
Una vez llegó a las enormes puertas de piedra de este bastión del mal, Rijja saludó con un leve gesto a los guardias que las custodiaban, estos al reconocer al Alto Teócrata de Ar’Kaindia, se amilanaron a su paso entre reverencias y gestos de respeto. Se adentró entonces por las calles del mercado, las cuales conectaban directamente con la entrada norte, y encaminó sus pasos hacia la Ciudadela de Galador atravesando las callejuelas y avenidas del Barrio de la Victoria. Nada más llegar a esta, el encuentro con los guardias fue una copia exacta para con los de las puertas. Entre salves y muestras de respeto, se adentró en la Ciudadela hasta llegar a la Catedral de Seldar, para mostrar sus respetos. Rijja era un adorador acérrimo de Velian, pero entendía la importancia que Seldar, Dios del Mal, representaba para con su alabada diosa.
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Rijja devoró con pasión los manjares que le habían ofrecido en aquel restaurante con gran rapidez y, después de beber el contenido de la jarra que le habían servido en apenas dos tragos largos, dirigió su mirada hacia el tabernero, el cual lo observaba con interés, como esperando un veredicto sobre el condumio que había elaborado.
–Estaba delicioso, y el vino tiene matices muy interesantes. Mis felicitaciones– Dijo Rijja a modo de felicitación por las dotes culinarias de Maitre.
–¡Gracias mi señor! Es todo un cumplido viniendo de alguien como vos– Dijo Maitre, ligeramente exaltado por las bendiciones del Alto Teócrata.
Después de un intercambio de palabras sobre lo que había sucedido en aquel lugar y ante la negativa de cobro por parte de Maitre, Rijja se levantó de su asiento complacido y se dirigió hacia la puerta del establecimiento. Justo antes de atravesar el umbral que conducía a la calle, el Teócrata lanzó una bolsa con una considerable cantidad de monedas de oro hacia Maitre.
–Gracias por todo, esto cubrirá gran parte de los desperfectos producidos. –Dijo el Alto Teócrata.
Sin esperar respuesta alguna ante dicho pago, Rijja salió a las calles de Ryniver en dirección al embarcadero para, ahora sí, dirigirse rápidamente hacia Mnenoic. Una vez había cubierto sus necesidades nutricionales, el Teócrata se había visto sumergido de nuevo en sus enfermizos pensamientos sobre aquella pequeña moneda blanca y en cómo podría buscar información en alguno de los habitantes que moran en el Castillo de D’hara. Sobre todo, pensaba en uno en particular.
Espoleado por unas ansias renovadas de conocimiento, llegó rápidamente al embarcadero. Aquel viejo lobo de mar ya había preparado todos los bártulos necesarios para emprender el viaje que remonta el río hacia el Feudo de Mnenoic.
Justo a tiempo…
–Mi Señor Rijja Al’jhtar! – Exclamó el barquero al ver como se acercaba, de nuevo, el Teócrata- Ya está todo listo, zarparemos a su voluntad.
–Perfecto. Partamos sin demora. –contestó Rijja con cierto tono autoritario.
Y, embarcándose de manera rauda en aquella cochambrosa pero resistente barcaza, emprendieron el camino que los llevaría a la parte fluvial del Valle de Mnenoic.
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