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  • Alambique
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    LasLocasAventurasDeAlambique: EsteMuertoEstáMuyVivo

    La voz de LimpiaSuelosYVentanas resonaba en la habitación.

    Los dos gnomos, que se encontraban dentro de la tinaja, se incorporaron y buscaron la procedencia de la voz dentro de la sala de las tinajas.

    Finalmente, vislumbraron una silueta entre las pequeñas bañeras de uso individual.

    NoMePisesLoFregado parpadeó y volvió a mirarlo, no podía ser LimpiaSuelosYVentanas, hace unas horas había visto su cuerpo inerte.

    MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas miró a NoMePisesLoFregado, buscando algún tipo de información.

    ‘¿ÉsteQuiénEs? ¿NoSeráElMuerto?’, preguntó MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas.

    NoMePisesLoFregado ladeó la cabeza de lado a lado.

    ‘EsoMePreguntoYo, DesdeAquíPareceÉl…’

    El ruido de unos pies que parecían ser arrastrados se aproximaba a la tinaja central.

    ‘AlgoMeDecíaAMíQueEstoIbaASerUnaPérdidaDeTiempo’, refunfuñó MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas.

    Los pasos se detuvieron frente a la tinaja y se escucharon como crujían los escalones que daban acceso a ella.

    Los dos gnomos miraron hacia el borde de esta y vieron aparecer a LimpiaSuelosYVentanas que, de un salto, aterrizó junto a ellos en el fondo de la cuba.

    NoMePisesLoFregado lo observó incrédulo, no podía ser, pero era él.

    Escudriñó sus rasgos, se colocó detrás de él y consiguió ver el lunar con forma de trébol que LimpiaSuelosYVentanas tenía detrás del lóbulo de la oreja izquierda.

    ‘¿SePuedeSaberQuéHacéisDentroDeMiTinaja? HayQueArreglarEsteDesastreAntesDeQueAbramos’, dijo LimpiaSuelosYVentanas.

    ‘EsoMePreguntoYo’, contestó MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas mientras reprendía con la mirada a NoMePisesLoFregado.

    ‘CreoQueAquíYaNoHacemosNada, SeráMejorQueVuelvaAMisAposentos’, continuó.

    NoMePisesLoFregado asintió, mostrando un gesto de culpabilidad.

    MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas se agarró de la barandilla y abandonó la gran tinaja.

    ‘PorCierto, EstoNoVaAQuedarAsí, TomaremosMedidasConEsto…’, recriminó ya desde fuera de la tinaja.

    NoMePisesLoFregado levantó la vista del fondo de la cuba y miró de nuevo a LimpiaSuelosYVentanas, fue entonces cuando percibió un brillo rojizo en sus ojos.

    Alambique
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    LasLocasAventurasDeAlambique: SorpresaEnLaGranTinaja

    NoMePisesLoFregado suspiró de nuevo, quedarse a solas con este individuo no entraba dentro de sus planes iniciales.

    Aunque bien pensado, no tenía mucho que ocultar, podría contarlo todo, a excepción de un pequeño detalle.

    Llevó la mano a su bolsillo y apretó con fuerza la cadena que había escondido antes, mientras esperaba que MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas diera el siguiente paso.

    ‘Bueno, SeráMejorQueNosTraslademosAlLugarDelAccidente.’, sugirió MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas.

    ‘Sí, SeríaBuenaIdea, Vayamos.’, dijo NoMePisesLoFregado, tratando de aparentar inocencia.

    MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas comenzó a andar tras los pasos de NoMePisesLoFregado, en dirección a la gran explanada de magma, donde se encontraban las saunas de Ak’Anon.

    Al cabo de unos minutos llegaron a las puertas de la sauna, de las que emanaban vapores de distintos olores, pues NoMePisesLoFregado se encargaba cada día de renovar los VaporizadoresDeHierbasAromáticas añadiendo siempre hierbas frescas y muy muy olorosas, para esconder los malos olores de algunos clientes.

    Cruzaron el pasillo de entrada, en el que colgaban los albornoces húmedos de los últimos clientes.

    Pasaron por las pequeñas tinajas, las destinadas a baños individuales, hasta llegar al centro de la habitación, donde se hallaba la gran tinaja.

    NoMePisesLoFregado señaló una pequeña escalera de madera que subía hasta el borde de la tinaja.

    ‘EstaEsLaTinajaDondeLoEncontré, PuedeSuberSiQuiereAEcharUnVistazo.’, sugirió NoMePisesLoFregado.

    ‘PasaMejorTúPrimero.’, dijo MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas, tratando de tener a NoMePisesLoFregado controlado.

    NoMePisesLoFregado, tratando de mostrar algo de tranquilidad, subió los peldaños de la escalera y se detuvo sorprendido en el borde de la tinaja.

    ‘NoPuedeSer…’, se atrevió a añadir.

    MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas siguió los pasos de NoMePisesLoFregado y, después de subir la escalera, se asomó a la tinaja.

    MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas miró perplejo a NoMePisesLoFregado, esperando alguna explicación.

    ‘¿DóndeEstáElCuerpo?’, preguntó.

    ‘TeDigoQueEstabaAhíAbajo, YoMismoLoToqué, EstabaMuerto…’, dijo NoMePisesLoFregado

    MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas, con pequeño impulso, saltó al interior de la tinaja.

    Se agachó sobre la rejilla del desagüe, tratando de buscar cualquier indicio de que hace un rato hubiera un cuerpo dentro de la tinaja.

    ‘EsteMalditoFriegaSuelosMeVaaHacerPerderElTiempo.’, masculló entre dientes.

    NoMePisesLoFregado se llevó la mano de nuevo al bolsillo, la llave estaba ahí, no se había imaginado nada. Eso lo asustó aún más.

    MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas sacó una bolsita repleta de polvos oscuros de su maletín de cuero y los espolvoreó sobre la rendija y sus alrededores.

    Sacó un extraño aparato, compuesto por un conjunto de lentes superpuestas y una linterna, e inspeccionó la zona sobre la que había espolvoreado los polvos.

    ‘AquíNoHayNada, NiRestosDeSangreNiNada, MeCuestaCreerQueAquíHubieraUnMuerto’, dijo MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas.

    NoMePisesLoFregado no estaba entiendo nada, él mismo lo había visto, lo había tocado, era sin duda el cuerpo de LimpiaSuelosYVentanas.

    Una voz demasiado familiar interrumpió la investigación.

    ‘¿SePuedeSaberQuéEstáisHaciendoDentroDeMiTinaja?’, preguntó LimpiaSuelosYVentanas.

    Alambique
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    LasLocasAventurasDeAlambique: MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas

    NoMePisesLoFregado contempló al ser mecánico que lo custodiaba.

    Se trataba de un guardia de su misma altura, aproximadamente. Aunque su inventor se había esforzado en darle un aspecto humanoide, no había tenido mucha suerte. Tenía dos brazos y dos piernas, pero sus movimientos eran torpes. Lo habían fabricado con distintas aleaciones de hierro y otros metales y algún tipo de aleación que escapaba del conocimiento de NoMePisesLoFregado.

    Por fin se abrió la puerta de bronce y, precedidos por el guardia mecánico, aparecieron tres ancianos gnomo y un extraño cubierto de cuero negro.

    NoMePisesLoFregado sintió como la presión que ejercía el guardia mecánico sobre su muñeca iba decreciendo hasta tal punto que lo soltó.

    Una vez liberado, el guardia mecánico descendió las escaleras de mármol y permaneció junto al otro guardia, cortando cualquier intento de huida por parte de NoMePisesLoFregado.

    Los tres ancianos vestían igual, una brillante túnica compuesta por finísimos eslabones entrelazados entre sí. Tal era el tamaño de los eslabones que únicamente era posible cerciorarse de lo que eran en una muy corta distancia, de lejos parecía una tela metálica.

    ‘SaludosCiudadano, HemosSidoInformadosDeQueHaOcurridoUnaDesgracia.’, dijo uno de los ancianos.

    ‘SaludosConsejeros.’, contestó NoMePisesLoFregado tratando de barrer a los tres ancianos con la mirada.

    ‘AsíEs, SientoSerYoElQueTengaQueTransmitirosEstaTristeNoticia.’, añadió NoMePisesLoFregado.

    ‘¿SabemosDeQuiénPuedeTratarse?, preguntó el mismo anciano.

    ‘DesgraciadamenteSí, EsElEncargadoDeLasSaunas, LimpiaSuelosYVentanas’.

    Los tres ancianos asintieron a la vez, conocían de sobra a LimpiaSuelosYVentanas, había sido testigo de cada una de sus visitas a las saunas y valoraban su discreción.

    ‘LoConocemos, YSentimosLoQueHaOcurrido.’, dijo otro anciano con cierta tristeza.

    ‘¿SabesQuéPuedeHaberCausadoTanTrágicoSuceso?’, preguntó un anciano.

    ‘PorLoPocoQueHePodidoVer, PareceQueQuedóAtrapadoEnLaRejillaDelDesagüeDeUnaTinajaMientrasLimpiaba’, respondió NoMePisesLoFregado como si tuviera esta frase ya preparada.

    ‘Bueno, EsoDeberemosInvestigarloAlgoMásAFondo, PeroEsUnBuenPuntoDePartida.’, dijo un consejero.

    ‘NoTengoMuchoMásQueAñadir, EncontréAlgoLimpiandoLaTinajaCentral, VacieElAguaYFueEntoncesCuandoViElCuerpo.’, añadió NoMePisesLoFregado.

    Uno de los ancianos observó a NoMePisesLoFregado con cierto recelo.

    ‘Bueno, DeTodasFormasTendremosQueInvestigarloANuestraManera.’, añadió el anciano.

    ‘Claro, PuedenContarConmigoParaLoQueSea.’, se ofreció NoMePisesLoFregado.

    ‘NoEsperábamosOtraCosa.’, dijo un anciano mientras miraba de reojo al gnomo vestido de cuero oscuro.

    ‘NuestraParteYaHaTerminado, PocoMásPodemosHacerDeMomento.’, dijo uno de los consejeros.

    ‘AsíEs, CreoQueHaLlegadoTuTurno, MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas, YaSabesQuéHacer.’, dijo un anciano.

    NoMePisesLoFregado miró al gnomo vestido de cuero oscuro, esto no iba a ser tan fácil.

    Los ancianos hicieron una reverencia y se introdujeron de nuevo en el palacio, dejando solos a NoMePisesLoFregado junto con MeVasAContarLaVerdadALasBuenasOALasMalas.

    Alambique
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    LasLocasAventurasDeAlambique: BipBipBipBip

    A esas horas de la noche el tránsito en la ciudad había disminuido considerablemente.

    Conforme avanzaba a través de la Calle Mayor observó cómo la trapa de una alcantarilla se deslizaba hasta dejar una oscura abertura a la vista.

    De la alcantarilla emergieron un par de gnomos, arrastrando con ellos un AparatoMecánicoHidráulicoParaPerforarParedes.

    La última de las ordenanzas del Consejo de Ancianos consistía en prohibir el trabajo nocturno bajo la ciudad, años y años de obras nocturnas habían perturbado el sueño de la población, haciendo que su rendimiento laborar disminuyera considerablemente. Por eso mismo, el Consejo de Ancianos había decidido que prevaleciera el descanso, dejando las obras para horas diurnas.

    Los dos gnomos desaparecieron con sigilo, pues ya estaba bien entrada la noche y no querían que alguien los viera saliendo de trabajar.

    NoMePisesLoFregado avanzaba sobre el suelo adoquinado de la Calle Mayor, disfrutando del aire fresco de la noche, nada que ver con la pegajosa humedad de la sauna.

    Se detuvo al fin frente al Palacio, que ocupaba el centro de la Intersección Principal.

    Se trataba de un enorme edificio construido en mármol blanco. Saltaba a la vista que para trasladar esos enormes bloques de mármol blanco los constructores habían tenido que utilizar algún invento gnómico. Una enorme escalera de mármol veteado subía hasta una puerta de bronce con dos argollas.

    NoMePisesLoFregado escuchó sus pisadas resonar en los escalones de mármol mientras se dirigía a la puerta de bronce.

    Cogió la argolla de la derecha, la que simbolizaba la cabeza de un dragón, tiró de ella y la soltó, dejando que la gravedad hiciera el resto.

    La puerta se abrió y un par de guardias mecánicos salió a su encuentro.

    ‘BipBipBipBip, ¿QuiénEs?’

    ‘SoyNoMePisesLoFregado, TrabajoEnLasSaunasYSolicitoUnaAudienciaConElConsejoDeAncianos’

    ‘BipBipBipBip, ElConsejoAhoraDescansa, VengaMañana’

    ‘Perdonad, PeroEsUrgente, SeTrataDeUnAsesinato’, insistió NoMePisesLoFregado.

    Una luz rojiza se encendió en la cabeza mecánica de los guardias, algo había activado algo en ellos.

    ‘BipBipBipBip, ¿Asesinato?’, preguntaron al unísono.

    ‘HeEncontradoUnCuerpoEnLasSaunas’, añadió NoMePisesLoFregado.

    Uno de los guardias se colocó junto a NoMePisesLoFregado y rodeó la muñeca de NoMePisesLoFregado con un extraño mecanismo.

    ‘BipBipBipBip, ¿TieneLaBondadDeEsperar?

    NoMePisesLoFregado observó el extraño mecanismo que tenía atrapada su muñeca.

    ‘IntuyoQueNoTengoOtraOpción’, contestó.

    ‘BipBipBipBip, VoyAAvisarAlConsejoDeAncianos’, dijo el otro guardia mecánico mientras se internaba dentro del edificio.

    NoMePisesLoFregado repasó mentalmente todo lo que pensaba decir, iba a contarlo todo menos lo de la extraña llave.

    Escuchó unos pasos que se aproximaban a la puerta, junto con el ruidoso mecanismo del guardia mecánico.

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    Alambique
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    LasLocasAventurasDeAlambique: UnMuertoYUnaLlave

    NoMePisesLoFregado contempló el cuerpo inerte de LimpiaSuelosYVentanas.

    El cuerpo yacía justo en el centro de la tinaja, vestía su TrajeLigeroPorosoParaTrabajarEnLasSaunas, por lo que su muerte debía haber ocurrido mientras trabajaba.

    Su mano derecha se perdía en la rendija de desagüe de la tinaja, NoMePisesLoFregado pensó que esa debía ser la causa de su muerte.

    A lo mejor se hubía quedado atrapado en la rendija mientras rebuscaba algo.

    NoMePisesLoFregado se armó de valor y se introdujo en la tinaja, lo hizo con cuidado, pues sus pisadas en la tinaja de cobre resonaban en toda la habitación.

    Se acercó a LimpiaSuelosYVentanas y lo observó, era la primera vez que veía a un muerto, siempre había creído que sería distinto.

    Era parecido a contemplar a su longevo abuelo mientras dormía, pero si el ritmo hipnótico de la respiración, visible en el aumento de volumen de su pecho.

    Se acercó y lo tocó de nuevo, estaba blando y caliente, no podía adivinar si llevaba mucho tiempo muerto, ya que tenía prácticamente la misma temperatura que el agua de la tinaja.

    Observó su huesuda mano, enganchada en la rejilla.

    Vislumbro algo brillante entre sus dedos, se agachó sobre LimpiaSuelosYVentanas para ver mejor.

    Entre sus dedos había una cadena plateada que contenía una llave metálica.

    Introdujo sus dedos en la rejilla para alcanzar la cadena, pero apenas llegó a tocarla.

    Suspiró y, cogiendo del antebrazo de LimpiaSuelosYVentanas, tiró a ver si podía sacar la mano del desagüe.

    Tras varios intentos sin éxito alguno dejó de estirar.

    Alcanzó su RedParaRecogerObjetosYOtrasCosasNoTanAgradables e introdujo el extremo opuesto a la red en la rendija y se dispuso a hacer palanca sobre esta.

    Escuchó un sonoro crujido, su RedParaRecogerObjetosYOtrasCosasNoTanAgradables se había roto.

    Revisando la rejilla del desagüe vio que la había levantado, lo suficiente como para alcanzar la cadena por debajo de esta.

    Recogió la cadena, la guardó en su bolsillo y, con un fuerte pisotón, colocó de nuevo la rejilla en su posición.

    Se aseguró de que la rejilla había quedado bloqueada de nuevo.

    ‘AquíNoHaPasadoNada’, se dijo.

    Ahora tocaba la parte más complicada, tendría que dar parte de lo ocurrido al Consejo de Ancianos, pero no pensaba decir nada de la llave.

    Recogió su RedParaRecogerObjetosYOtrasCosasNoTanAgradables y el trozo roto de la misma y salió en dirección del Palacio de Ak’Anon, que es donde residía el Consejo de Ancianos.

    Alambique
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    LasLocasAventurasDeAlambique: NoMePisesLoFregado

    CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra sintió la humedad pegajosa al atravesar la cortina de vapor.

    Se detuvo y escuchó el bullicio de concentrado fuera de la sala de saunas, todavía aplaudían la actuación, ajenos a lo que estaba ocurriendo.

    La habitación estaba recorrida por un gran número de tuberías de cobre de distinto calibre, que emergían desde el vapor que recorría el suelo hasta perderse entre los vapores del techo. De vez en cuando se escuchaba un sonido pitido, provocado por un ajuste de la presión del vapor.

    Al final del pasillo se vislumbraba una sala de mayor tamaño, en la que habían dispuesto cubas de distintos tamaños, para permitir a los usuarios disfrutar de la sauna en soledad, en compañía o con mucha compañía.

    En la pared del pasillo había una hilera de ganchos, de los que pendían toallas de todos los tamaños posibles y albornoces, todos con multitud de bordados que representaban los escudos familiares de las familias de Ak’anon.

    Un trabajador recorría la habitación recogiendo, sin hacer ascos, la ropa que habían dejado tirada por el suelo los usuarios de la sauna.

    En su mayoría se trataba de PequeñosTrozosDeTelaParaEsconderLaVirilidad, que los gnomos más descuidados dejaban tirados por el suelo al vislumbrar las cubas y tinajas.

    Conforme los iba recogiendo, examinaba si había alguna etiqueta dentro con el nombre del propietario y, en caso de haberla, lo colgaba en la percha asignada.

    Si no había etiqueta alguna, se limitaba a lanzarlos en un cesto de mimbre, su propietario ya se encargaría de rebuscar en él al abandonar la sauna.

    NoMePisesLoFregado, que así se llamaba el gnomo, llevaba trabajando en las saunas desde que tenía memoria, no sabría hacer otra cosa aunque se lo propusiera.

    Empezó de niño ayudando a LimpiaSuelosYVentanas, un reconocido gnomo famoso por su limpieza.

    Al principio se limitaba a realizar algunos recados a los clientes de la sauna, que si cómprame tabaco, que si tráeme el AparatoParaHacerPompasDeJabón, que si se me han caído las LentesParaVerTantoDeCercaComoDeLejos y no las encuentro…

    Poco a poco se iba haciendo su hueco dentro de las saunas, los clientes ya lo consideraban como un habitual de las mismas, y recompensaban sus favores con alguna que otra moneda.

    Cada día, al cerrar la sauna, su padre le entregaba la RedParaRecogerObjetosYOtrasCosasNoTanAgradables.

    Se trataba de una vara de un metro y medio aproximadamente que en uno de sus extremos llevaba unido un aro que envolvía una fina red de pesca.

    Con la RedParaRecogerObjetosYOtrasCosasNoTanAgradables revisaba todas las cubas y tinajas. Aunque la función era limpiar el contenido de ellas de todo resto dejado por los clientes, con suerte podía encontrar algo interesante, como unas LentesParaVerTantoDeCercaComoDeLejos, o una PequeñaBolsitaAtadaAUnCordónParaGuardarMonedas, o un AparatoDeCombustiónLigera….

    Poco a poco iba aumentando su pequeña colección de ObjetosQueEstabanPerdidos, de la que se sentía profundamente orgulloso.

    En una de esas noches se sumergió en la gran tinaja para limpiarla, como había hecho cada noche en los últimos diez años.

    Pasó la RedParaRecogerObjetosYOtrasCosasNoTanAgradables una y otra vez, hasta que de repente se encontró con algo en el agua.

    Había algo sumergido en el centro de la tinaja, apartó la RedParaRecogerObjetosYOtrasCosasNoTanAgradables y se sumergió por completo para ver de qué se trataba.

    Palpó el fondo de la tinaja de cobre hasta que por fin tocó algo, era blando, demasiado blando.

    Trató de rodear el objeto, palpándolo.

    Tomó impulso y salió de la tinaja de un salto, ya sabía lo que era, era el cuerpo de un gnomo.

    Sin pensarlo dos veces, abrió el MecanismoRápidoParaVaciarElContenidoDeLaTinaja y contempló cómo el agua turbia salía a chorros perdiéndose entre las rejas de desagüe.

    Esperó a que el flujo del agua disminuyese casi por completo y se asomó a la tinaja.

    Entonces lo reconoció, era LimpiaSuelosYVentanas.

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    LasLocasAventurasDeAlambique: LaAutorizaciónDelConsejo

    La multitud aplaudía entusiasmada, hacía tiempo que CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra no representaba una función así.

    Últimamente se dedicaba a hacer algún número especial con alguna moneda, alguna paloma y poco más.

    Tan escaso era el interés del público por ese tipo de representaciones que, finalmente, había optado por hacer gala de su nombre y narrar historias recogidas en todos los rincones de Dalaensar.

    Si bien es cierto que con esa nueva indumentaria estaba casi irreconocible, un viejo gnomo sí que lo identificó como CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    ‘QueSí, OsDigoQueSíQueEsCuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra,LoConozcoDesdeQueEraAsíDeAltoODeBajo’, repetía una y otra vez el viejo gnomo.

    CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra esperaba en las puertas del Consejo de la Ciudad, esperando la aprobación de los ancianos para poder representar su función.

    Había estado preparándola durante meses, había cuidado hasta el último detalle de la misma, no se podía permitir fallar, como ocurrió en Kattak hace unos meses.

    El Consejo de Ancianos escrutó al viejo gnomo.

    ‘YoPondríaLaManoEnElFuegoAQueCuentaBatallitasUnaDetrásDeOtraEraAlgoMásAlto, AunqueMiMemoriaMePuedeEstarFallando…’, dijo uno de los ancianos.

    ‘¿QuiénEsEseCortaToallitasUnaDetrásDeOtra?’, preguntó otro anciano.

    ‘CortaToallitasNo, CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra. SiEsQueHaceLustrosQueDeberíasHaberteJubilado…’, le respondió el consejero.

    ‘PuesLoqueYoHeDicho…Toallitas’

    Otro de los ancianos suspiró, esa labor no estaba pagada. Además de lidiar con los problemas de la ciudad, tenía que lidiar con sus compañeros, que debían haber visitado a Söele hace tiempo…

    ‘AVer, CentremonosEnLoQueNosOcupa, EsteDeLasTelasDeColoresNoEsCuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra, NoMeFío’.

    ‘NoPasaNada, HagamosUnaVotaciónYLoDecidimos, QueAnsíoPerdermeEntreLosVaporesDeLaSauna’, dijo el anciano senil.

    ‘EstáBien, YoDigoQueSíQueEsCuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra, TodosCambiamos, SiNoFijaosEnCuántoHemosCambiadoNosotros’, dijo uno de los consejeros.

    ‘YoSigoDiciendoQueNoEs, VotoNo’.

    El gnomo más senil se encontraba algo disperso, mientras pensaba qué VestimentaPocoApropiadaElásticaDeTelaEscasa ponerse en su visita a la sauna.

    ‘¡Eh, TienesQueVotar!’, le recriminó un consejero sacándolo de su ensimismamiento.

    ‘EstáBien, EstáBien, YoCreoQueSíQueEsCuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra’, se apresuró a decir el anciano.

    ‘Ale, DosVotosAFavor, PareceQuePorFinVamosATenerFunción’.

    Debido a una extraña enfermedad, cuyo origen se atribuye a algún contacto «extraño» entre los pastores del Durmi y su ganado, no habían podido disfrutar de función alguna en los últimos dos años. La ciudad había bloqueado sus puertas hasta hace unos meses, tratando de impedir que la enfermedad traspasara los muros de la ciudad.

    ‘AvisaACuentaBatallitasUnaDetrásDeOtraQueEstaTardePodráRepresentarSuFunciónEnLasPuertasDeLasSaunas, TalYComoHaSolicitado.’, dijo un consejero al viejo gnomo.

    ‘AsíLoHaré, NosVemosAlAtardecer.’, dijo el viejo gnomo mientras abandonaba el Salón del Consejo, en busca de CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

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    LasLocasAventurasDeAlambique: LaÚltimaFunciónDeCuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra

    El anciano gnomo que se encontraba sentado en la última fila comenzó a golpear el suelo con el pie. Poco a poco, el resto del público se fue uniendo y el sonido fue creciendo.

    CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra sonrió, era justo lo que estaba esperando, era la señal.

    Se quitó el cucurucho plateado y, tras dejarlo suavemente en el suelo, rebuscó en él y extrajo tres pelotitas de colores.

    ‘VayaOtroNumeritoDePelotitas,LoLlegoASaberYNoVengo’, comentó uno de los asistentes con cierta decepción.

    Lanzó la pelota amarilla hacia arriba con todas sus fuerzas, repitió la misma maniobra con la roja y finalmente con la marrón.

    El público miró hacia arriba, esperando ver caer las tres pelotitas.

    Pasaron algunos segundos y no apareció ninguna de las pelotas.

    ‘EsteTrucoYaMeLoConozco,LasHasEscondidoEntreTusRopajes’, se quejó otro de los asistentes.

    CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra observó con disgusto al gnomo que se había quejado.

    ‘¿CreesQueVoyAVenirHastaAquíParaHacerUnSimpleTrucoDePelotitas?’

    La multitud comenzó a aburrirse, pues parecía que la función no avanzaba, ni caían las pelotitas, ni CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra hacía algo más.

    Algunos comenzaron a levantarse de las sillas con intención de abandonar la función.

    ‘PacienciaAmigos, QueEstoNoHaTerminado, NiMuchoMenos’, se apresuró a decir CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    El ruido de sillas cesó y el público ocupó de nuevo su asiento.

    ‘ParaLaParteFinalDelEspéctáculoNecesitoTresVoluntarios’.

    ‘¡AMí, Amí, SácameAMí!’.

    ‘Yo, Yo, Aquí, SácamePorFavor’.

    ‘VosotrosYaEstáisUnPocoCreciditos, MejorAlgunoDeLosNiñosDeLaPrimeraFila’, contestó CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    ‘Aver, UnaDeLasPelotasEraAmarilla… NecesitoUnVoluntarioConLaPielAmarilla’, continuó diciendo CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    Uno de los niños, tras mirarse las manos y cerciorarse de que sí eran amarillas, se levantó y se situó junto a CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    ‘OtraDeLasPelotitasEraRoja…’, dijo CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    ‘Yo, YoTengoLaPielRojiza.’, dijo uno de los niños sentados en primera fila.

    CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra examinó al niño, tendría unos cinco años y la piel rojiza.

    ‘EstaBienPequeño, VenJuntoANosotros’, contestó CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    ‘YPorÚltimo, TenemosLaPelotaMarrón…’

    Otro de los niños se levantó y se colocó junto a CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra, esperando que aprobara la tonalidad de su piel.

    CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra examinó al niño y asintió con la cabeza.

    Una vez hubo reunido a los tres niños comentó en voz baja ‘AhoraVeréisDeLoQueSoyCapaz, Paletos’.

    Agarró al niño de tonalidad amarilla de la cintura y lo lanzó con todas sus fuerzas hacia arriba, esperando esta vez a que cayera para recogerlo de nuevo.

    Sosteniéndolo de la cintura, lo alzó y lo mostró al público.

    El niño sostenía en su boca la pelota de color amarillo.

    La multitud estalló en un sonoro aplauso.

    El niño se quitó la pelota amarilla de la boca y se la ofreció a CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra, que la guardó en uno de sus bolsillos.

    Repitió la misma maniobra con los dos niños, mostrando a la multitud las pelotas roja y marrón.

    El público se puso en pie, aplaudiendo como loco y lanzando algunas monedas a CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.

    ‘SiCreéisQueHagoEstoPorDinero…’, masculló CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra entre dientes.

    Se sacó las tres pelotillas del bolsillo y las lanzó a través de la cortina de vapor, mientras miraba a los niños.

    Los tres niños echaron a correr, atravesando la cortina de llamas vaporosas, buscando su recompensa.

    CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra siguió a los niños hacia la cortina de vapor, y la atravesó también con una extraña pirueta.

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    LasAventurasDeAlambique: CuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra

    La multitud observaba incrédula al ser que se encontraba posando frente a ellos.

    Se trataba de un gnomo más diminuto de lo normal, pese a tener rasgos de un adulto ya entrado en años, no mediría más que un infante gnomo de seis o siete años.

    Vestía un extraño traje multicolor, como si alguien se hubiera limitado a zurcir los desechos de una sastrería. Se podía observar un incontable número de retales de todos los colores existentes y todas las texturas.

    Observando con algo más de detenimiento su indumentaria, se distinguían piezas de seda semitransparentes, algún trozo de cuero agrietado, lanas de todos los colores y grosores, incluso parecían apreciarse partes de papel coloreado.

    Sobre cada una de las costuras, alguien había cosido cascabeles de una extraña tonalidad iridiscente, haciendo que un simple movimiento de este ser fuera un espectáculo tanto sonoro como visual.

    Sobre su diminuta cabeza portaba, orgulloso, un extraño sombrero plateado. No era un sombrero propiamente dicho, sino que había sido elaborado posiblemente por el propio sujeto.

    Se había dedicado a aglutinar finas capas de un material plateado, como si fueran hojas de papel, formando una especie de cucurucho plateado.

    En el extremo del cucurucho plateado, un enorme cascabel parecía rotar sobre sí mismo a una considerable velocidad gracias a un mecanismo, provocando un continuo tintineo.

    Tenía la cara pintada, sin seguir ningún patrón conocido, pues no se observaban ni figuras curvas o rectas. Se había limitado a pintarrajearse la frente, los pómulos, el tabique nasal y la comisura de los labios, dibujándole una extraña sonrisa.

    Sus botas habían sido creadas con remates de piel de distintas tonalidades, como los retales de su traje, pero de un material de mejor calidad, pues podía observarse en su mayoría cuero y ante. Había tratado de seguir el mismo patrón de colores de su traje, aunque únicamente había añadido un cascabel en cada una de las punteras de las botas.

    En su mano derecha portaba, inmensamente orgulloso, una vara fabricada con el mismo material iridiscente de sus cascabeles. En el extremo superior había anudado con mucho cuidado un sinfín de cintas de colores, que posiblemente representarían todos los colores existentes.

    Se quitó el cucurucho plateado, pasó su mano sobre su brillante calva, tratando de mover algunos cabellos largos de los laterales de su cabeza hacia el centro de la misma y ocultarla con una fina cortina de cabello.

    Una vez se hubo colocado de nuevo el sombrero, carraspeó sonoramente y se dirigió a la multitud:

    ‘BienvenidosAlEspectáculoOlvidadCualquierCosaQueHayáisVistoAntes,PuesEstoOsVaADeslumbrar.’

    La multitud asintió nerviosa y expectante.

    ‘Ah,SoyCuentaBatallitasUnaDetrásDeOtra.’

    Alambique
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    en respuesta a: La locura de Arkhram #344687

    Las Aguas Cristalinas

    Arkhram se detuvo a los pies de la fuente de Naduk, recorrió con la mirada la plaza, tratando de identificar a los viandantes que allí estaban.

    No reconoció a ninguno de ellos, si algo tenía Arkhram era una memoria prodigiosa, le bastaba con haber coincidido aunque fuera un instante con una persona para recordar los rasgos de esta.

    A su edad, rozando casi los doscientos años, no había habitante de Anduar que no se hubiera cruzado con él, se podría decir que conocía a cada uno de los habitantes de Anduar, al menos de vista.

    Un pequeño grupo salió de la taberna y se dirigió hacia la fuente.

    Un semi-orco se encaramó al borde de la fuente y, tras bajarse los pantalones hasta los tobillos, comenzó a orinar en su interior.

    Arkhram se acercó raudo a la fuente y, sin pensarlo dos veces, le arreó un puntapié al trasero del semi-orco, haciendo que cayera dentro de la fuente.

    Tras varios intentos de incorporarse y subirse los pantalones para esconder su pequeña vergüenza, el semi-orco exclamó:

    • ¿Quién te eesh que edesh? ¡Vash a sabed lo que esh bueno!

    Arkhram se acercó al borde de la fuente y, apartando ligeramente la parte superior de su capa, mostró al semi-orco un emblema dorado.

    • ¿Edesh un nivdim?

    Arkhram asintió.

    • Como te vuelva a ver orinando en esta fuente, vas a pasar una temporadita en los calabozos.

    Sin esperar una réplica por parte del semi-orco, encaminó sus pasos hacia la taberna.

    Arkhram suspiró al cruzar el umbral de la puerta, esa taberna transmitía cierta tranquilidad, una especie de estado de paz interior, esas cosas que había escuchado de los habitantes del poblado a mitad camino entre Thorin y Golthur.

    La taberna no era de las más grandes que había visitado, contenía apenas una docena de mesas y una enorme barra de roble, pintada de un tono oscuro, que permitía escaquearse de las labores de limpieza de la misma.

    Arkhram avanzó hacia la chimenea y se sentó en la mesa más próxima a esta.

    Tras comprobar la identidad de los parroquianos, se descalzó casi a hurtadillas y acercó sus pies desnudos al calor de la lumbre.

    Notó como los pies iban calentándose y recuperando poco a poco la movilidad.

    Alcanzó una de sus botas con la mano y le dio la vuelta, la suela estaba muy desgastada, en la parte superior comenzaba a adivinarse lo que pronto sería un agujero. Le dio la vuelta y examinó la parte trasera, algunas costuras comenzaban a soltarse, todo esto explicaría el estado en el que se encontraban sus pies.

    Ahora mismo renovar el calzado era la última de sus preocupaciones, tenía otras metas en las que gastarse la birria de sueldo que le pagaba el Consejo de Mercaderes de Anduar.

    Se inclinó y acarició un enorme arma que había apoyado en una silla. Se trataba de una descomunal vértebra a la que un herrero rúnico había añadido un resistente mango de mithril. Según Sirtek, se trataba de una de las vértebras del fallecido dragón Kavaladurum. Esa aportación de Sirtek no había hecho otra cosa que aumentar esa obsesión que tenía con mejorar el arma.

    Se había gastado cada sesiom que ganaba en llevarla a los mejores herreros rúnicos que conocía para que imbuyeran en ella las más poderosas runas para conseguir aumentar su poder, o al menos eso aseguraban ellos.

    No sería el General de la Guardia de Anduar, pero tendría un arma mucho mejor que la suya, de eso no cabía duda.

    La acarició como quien acaricia a una mascota, o incluso a un hijo, y la apoyó de nuevo sobre la silla, a su alcance.

    La puerta se abrió, dos viajeros entraron en la taberna, empapados por la lluvia que había comenzado hace casi una hora y, tras bajarse las capuchas, se sentaron en la mesa más próxima a Arkhram.

    • Esta respuesta fue modificada hace 2 years, 9 months por Alambique.
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    Capítulo III. Recorriendo la sabana.

    Leethel y Arkhram, una vez recuperados de su incursión al campamento de contrabandistas, deciden investigar la sabana, pues tenían conocimiento que algunos traficantes merodeaban por ella en busca de valiosos trofeos.

    Sabana [n,e,o,se,s,so]
    Oso de Ralder está aquí.
    -|Leethel|/- está aquí.

    Arkhram dice en negra: Bueno, ya estamos en la sabana.

    Leethel dice en negra: Así es…

    Arkhram dice en negra: ¿Dónde vamos ahora?

    Leethel levanta la mirada y no ve el finde esta.

    Leethel dice en negra: Eso me gustaría saber a mí

    Leethel dice en negra: Por dónde empezar aquí…

    Arkhram dice en negra: Siendo sincero, no tengo ganas de acabar perdido en la inmensidad del desierto.

    Arkhram ofrece un odre con agua a Leethel.

    Arkhram dice en negra: Toma, tenemos que mantenernos hidratados.

    Leethel alcanza el odre y le da un buen sorbo al agua de su contenido.

    Leethel se encoje de hombros, algo agobiado.

    Arkhram dice en negra: Ahora que estamos aquí, recuerdo haber escuchado algo de un comerciante.

    Arkhram dice en negra: Recorrer la sabana está en su ruta, podríamos echar un vistazo por si lo encontramos.

    Leethel dice en negra: Sé que hay una ruta por estos lares.

    Leethel dice en negra: Es peligrosa, pero por pasar la mercancía hacen lo que sea.

    Arkhram dice en negra: No me preguntes qué comercia, porque lo desconozco, pero si alguien sabe algo de la sabana es él.

    Leethel exclama en negra: ¡Caminemos en su busca!

    Horas después de recorrer la sabana, bajo la luz de la luna por suerte, consiguen llegar a lo que parecen los restos de una caravana.

    Sabana: Frente a una caravana [ne,n,se,s,e,so]
    -|Leethel|/- está aquí.
    Cuerpo de Conductor de caravanas, tres cuerpos de Leon, cuatro cuerpos de Leona, dos Cimitarras y Restos de caravana.

    Leethel pregunta en negra: Y…¿este era tu comerciante?

    Arkhram dice en negra: Poco vamos a sacar.

    Leethel da una patada a lo que parecen ser restos de la caravana del comerciante.

    Leethel dice en negra: O llegamos tarde, o demasiado pronto.

    Arkhram dice en negra: Es extraño, si no me pierdo contando…

    Arkhram dice en negra: Siete leones y un comerciante.

    Arkhram dice en negra: Aquí ha tenido que involucrarse alguien más.

    Leethel mira alrededor.

    Leethel dice en negra: Mi cabreo no me dejó ver esto con claridad.

    Arkhram dice en negra: Hay más cuerpos, en la caravana.

    Arkhram dice en negra: Varios mercaderes y algunos camellos.

    Leethel dice en negra: Inspeccionémosla, igual encontramos algo.

    Arkhram aparta una lona de la parte trasera de la carreta.

    Leethel levanta una de las ruedas de la caravana apartándola de su camino.

    Arkhram dice en negra: Mira, un cofre.

    Leethel gira su cabeza hacia Arkhram, mientras este coge el cofre.

    Arkhram deja el pesado cofre a los pies de Leethel.

    Leethel dice en negra: Mira si tiene algo útil.

    Arkhram dice en negra: Está bien.

    Leethel abre el cofre pausadamente.

    Arkhram dice en negra: ¿Algo interesante?

    Leethel dice en negra: Míralo tu mismo.

    Arkhram rebusca en el interior del cofre.

    Arkhram saca varios rollos de seda del cofre, dejando a la vista un diario.

    Arkhram dice en negra: Otro diario…

    Arkhram coge el diario del cofre y se lo ofrece a Leethel.

    Leethel coge el diario y sin pensárselo dos veces se pone a leerlo.

    Leethel pone cara de incredulidad al leer el diario.

    Leethel sin articular palabra, pone su dedo índice sobre una de las páginas y gira el diario a Arkhram.

    Leethel dice con voz temblorosa: Lee esto Arkhram.

    Arkhram lee con atención la línea que señala Leethel en el diario.

    Leethel pregunta en negra: ¿Lo entiendes?

    Arkhram dice en negra: Vaya, parece que las investigaciones van dando su fruto.

    Leethel exclama en negra: ¡Ahora estamos más cerca de resolver esta trama!

    Arkhram dice en negra: Bueno, a ver si es verdad, cada vez se complica más.

    Arkhram dice en negra: ¿Seguimos esa pista entonces?

    Leethel dice en negra: Creo que es lo que deberíamos hacer.

    Leethel dice en negra: Pero no sabemos que nos estará esperando.

    Arkhram dice en negra: Bueno, si queremos terminar con esto no tenemos otra opción.

    Leethel dice en negra: Creo que deberíamos descansar antes de seguir, o incluso volver a Anduar para abastecernos y prepararnos.

    Arkhram revisa sus pertenencias y la capacidad de su odre.

    Leethel dice en negra: El camino puede ser largo y duro.

    Arkhram dice en negra: No es mala idea volver y reabastecernos.

    Leethel dice en negra: Hagámoslo cuanto antes.

    Leethel dice en negra: Así podremos volver muy pronto para terminar con esos malditos.

    Arkhram dice en negra: Sí, será mejor irnos de aquí, pronto vendrán los carroñeros.

    Leethel asiente firmemente con la cabeza.

    Arkhram se aleja de la caravana arrasada en compañía de Leethel.

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    Capítulo II. El campamento de contrabandistas.

    Arkhram y Leethel consiguen encontrar la senda oculta que les llevaba al campamento de contrabandistas, si había un lugar para encontrar algo de información acerca de los traficantes, era ese.

    Senda entre las colinas [e]
    Oso de Ralder está aquí.
    -|Leethel|/- está aquí.
    Dos Puñales.

    Leethel suspira tras el combate.

    Arkhram dice en negra: Bueno, si no recuerdo mal, era por aquí.

    Arkhram dice en negra: No sé exactamente la cabaña en la que se escondía el líder, nos tocará revisarlas todas.

    Leethel mira a su alrededor.

    Leethel dice en negra: Sigamos el camino, veremos que nos encontramos.

    Arkhram señala una enorme cabaña al sur.

    Arkhram dice en negra: Lo más seguro es que sea la del centro del poblado.

    Los dos aventureros comienza a inspeccionar el campamento de contrabandistas y las chozas construidas en él.

    Campamento de los Contrabandistas [|s|,o,e,n]
    Oso de Ralder y -|Leethel|/- te siguen.

    Arkhram dice en negra: Revisemos esta.

    Leethel dice en negra: Te sigo.

    Leethel dice en negra: Adelante.

    Abres la puerta sur.

    s
    Cabaña de Contrabandista [-n-]
    Contrabandista está aquí.
    Oso de Ralder y -|Leethel|/- te siguen.
    Estás siendo atacado por Contrabandista.

    Contrabandista dice: ¡¡Intrusos!!

    Arkhram dice en negra: Contrabandista, dónde está tu líder?

    Contrabandista exclama: ¡Antes muerto que hablar!

    Tras ofrecer algo de resistencia, el contrabandista cae al suelo inerte.

    Leethel dice en negra: Prefieren la muerte.

    Arkhram dice en negra: Sí.

    Leethel dice en negra: Nos costará sacar información.

    Arkhram dice en negra: Al menos no hay nadie en esta cabaña.

    Leethel dice en negra: Vayamos a la próxima, seguro que encontramos algo.

    Continúan con el registro del campamento, recorriendo cada una de las cabañas, sin obtener información alguna de los contrabandistas que habitaban en ellas.

    Finalmente, llegan al centro del poblado, una enorme choza ocupa justo el centro de la plaza.

    Campamento de los Contrabandistas: Centro [|s|,no,so,se,ne]
    Oso de Ralder está aquí.
    -|Leethel|/- está aquí.

    Leethel dice en negra: Esta es diferente…

    Arkhram dice en negra: Esta es la que te indiqué antes, está justo en el centro del poblado.

    Abres la puerta sur.

    s
    Cabaña del Hechicero [-n-]
    Hechicero está aquí.
    Oso de Ralder y -|Leethel|/- te siguen.
    Estás siendo atacado por Khirdan, el Mago.

    Hechicero dice: ¡Dije que no quería que me molestaran!

    Leethel exclama en negra: ¡Hechicero!

    Leethel pregunta en negra: ¿Que escondes?

    Leethel exclama en negra: ¡Arkhram!

    Leethel dice en negra: Acaba con su vida.

    Arkhram dice en negra: No quiere hablar.

    Tras tratar de interrogar al hechicero sin éxito alguno, acaban con la vida de éste.

    Cabaña del Hechicero [-n-]
    Oso de Ralder está aquí.
    -|Leethel|/- está aquí.
    Cuerpo del hechicero y Bastón a dos manos.

    Arkhram dice en negra: Una Túnica roja.

    Leethel pregunta en negra: ¿Te dice algo?

    Arkhram dice en negra: No la había visto nunca.

    Cabaña del Hechicero
    Esta cabaña de madera a diferencia de las demás esta muy bien ordenada, hay varios estantes de libros y componentes de conjuros. A un lado hay un
    escritorio con varios pergaminos encima y una gran cama se sitúa en el centro de la cabaña. No tardas mucho en darte cuenta que esta es la cabaña
    privada de un hechicero.

    Leethel dice en negra: mmmm…

    Leethel dice en negra: La cogeré por si alguien sabe algo sobre ella.

    Leethel coge Tunica Roja de cuerpo del hechicero.

    Arkhram dice en negra: Espera, aquí hay algo.

    Leethel mira donde le señala Arkhram.

    Coges un viejo libro de cuero de encima del escritorio.

    Ofreces Diario del Hechicero a Leethel.

    Leethel coge Diario del Hechicero.

    Arkhram dice en negra: Tal vez tenga apuntado algún trato con los traficantes.

    Leethel lee Diario del Hechicero.

    Leethel dice en negra: mmmm

    Arkhram dice en negra: ¿Algún indicio en ese diario?

    Leethel dice en negra: Su lider, Brugg, le contrató y no tiene muy buenas sensaciones sobre él, o eso pone su diario.

    Arkhram dice en negra: Brugg, eso era, lo recuerdo.

    Arkhram dice en negra: ¿Nos va a tocar buscar al líder entonces?

    Leethel exclama en negra: ¡A por él!

    Leethel dice en negra: No sé si tendrán que ver con algo de lo que buscamos, pero no hacen nada bueno aquí.

    Tras abandonar la cabaña del hechicero encuentra otra cabaña más, poco a poco quedan menos cabañas por registrar en el poblado.

    Arkhram dice en negra: Revisemos esta cabaña

    Abres la puerta norte.

    Cabaña de Contrabandista [-s-]
    Contrabandista está aquí.
    Oso de Ralder y -|Leethel|/- te siguen.
    Estás siendo atacado por Contrabandista.

    Contrabandista dice: ¡¡Intrusos!!

    Tras acabar con la vida del Contrabandista registran la cabaña sin éxito.

    Arkhram dice en negra: No creo que fuera el líder, sigamos.

    Finalmente llegan a la última cabaña que no han inspeccionado. Se trata de una cabaña algo más grande que el resto.

    Campamento de los Contrabandistas [|se|,o,e]
    Oso de Ralder y -|Leethel|/- te siguen.

    Leethel dice en negra: Esta cabaña es diferente.

    Arkhram dice en negra: No quedan muchas más cabañas, será esta tal vez.

    Leethel señala una habitacion contigua a la cabaña.

    Arkhram dice en negra: Sí, es bastante más grande que el resto, como si tuviera al menos dos estancias.

    Leethel dice en negra: Es la única que tiene otro habitáculo.

    Arkhram dice en negra: Eso es, será donde habitan los gemelos que comentabas.

    Leethel dice en negra: Prepárate para lo que sea.

    Leethel dice en negra: Nos puede esperar un duro combate.

    Arkhram dice en negra: Vayamos a investigar.

    se
    Cabaña de Brugg: Sala de Reunion [-no-,|o|]
    Asesino y Asesina están aquí.
    Oso de Ralder y -|Leethel|/- te siguen.

    Estás siendo atacado por Asesina.

    Asesina dice: ¡Vas a desear no haber nacido!

    Estás siendo atacado por Asesino.

    Asesino dice: ¡Mira hermanita!, ¡Tenemos instrusos!

    Leethel exclama en negra: ¡Son los gemelos!

    Arkhram dice en negra: ¿Dónde está vuestro líder?

    Leethel dice en negra: Habla, no puedes atacarme estando retenido.

    Arkhram dice en negra: Poco tienen que aportar estos guardias, será mejor acabar con ellos.

    Apenas oponen algo de resistencia a Leethel y Arkhram, que acaban con la vida de esta curiosa pareja de asesinos.

    Leethel dice en negra: Viendo todo esto, el lider no será diferente.

    Leethel dice en negra: Se llevará su secreto a la tumba.

    Arkhram dice en negra: Mira las paredes.

    Arkhram dice en negra: Pieles de animales muertos, ¿ves alguna especial?

    Leethel niega tristemente con la cabeza mientras se encoge de hombros.

    Arkhram dice en negra: Bueno, pues interroguemos al líder.

    o
    Cabaña de Brugg: Dormitorio [-e-]
    Brugg, el Semi-orco está aquí.
    Oso de Ralder y -|Leethel|/- te siguen.
    Estás siendo atacado por Brugg, el Semi-orco.

    Brugg, el Semi-orco dice: ¡Fuera de aqui, sucio bastardo!

    Tras una encarnizada lucha, el líder de los bandidos cae inerte al suelo, llevándose con él todos sus secretos.

    Arkhram dice en negra: Más pieles en las paredes.

    Leethel señala una blanquecina piel.

    Arkhram dice en negra: Tienen que conocer a los traficantes, seguro.

    Leethel dice en negra: Juraría que aquella piel es humana…

    Suspiras.

    Arkhram dice en negra: Al menos no veo ninguna de orco, eso me tranquiliza.

    Arkhram dice en negra: No hemos sacado mucho de este asentamiento, pensaba que ese diario nos iba a proporcionar más información.

    Arkhram dice en negra: Tendremos que investigar en la sabana a ver si damos con alguno de esos traficantes.

    Leethel dice en negra: No perdamos la esperanza.

    Leethel exclama en negra: ¡Algo encontraremos!

    Arkhram dice en negra: Espero que sí, aunque no será nada fácil.

    Los dos aventureros recorren el campamento en dirección a la senda oculta, dejando a sus espaldas el campamento.

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    La Guardia de Piedra

    Thandorgrim pronunció la palabra secreta en su lengua natal y esperó mientras quitaba algunos restos de sangre duergar de su Hacha de Piedra.

    Una enorme puerta de piedra se abrió lentamente, acompañada de un rugido recoso y un continuo temblor.

    Thandorgrim miró hacia atrás no percibió que nadie le siguiera, únicamente vislumbró los restos descuartizados de los duergar que había ido abatiendo a su paso.

    Se internó en la montaña y esperó que se cerrara la enorme puerta de piedra tras de sí.

    La sala se sumió en una ténue oscuridad al carecer de iluminación natural, los ojos de Thandorgrim se acostumbraron rápidamente a la iluminación casi inexistente.

    Se trataba de un pequeño pasillo ovalado, por el que deambulaban algunos enanos dispuestos a salir en cuanto se abriera la puerta y algunas alimañas, atraidas por el continuo ajetreo.

    Atravesó los salones de Khadum Amras, internándose en la ciudad, tenía un importante asunto entre manos y quería terminar ponto su misión.

    Con paso decidido, cruzó la Gran Puerta de Kheleb Dum, llegando al fin a la avenida principal de la ciudad. El pavimento de barro de los pasillos anteriores había sido sustituido por un delicado mármol de diferentes tonalidades. Unas interminables hileras de antorchas iluminaban por completo la avenida, como si se encontrara abierta al exterior.

    Tras cruzar el Puente de Piedra, echó un vistazo al Gran Pilar, tratar de descifrarlo no le había traido más que disgustos.

    Finalmente, tras pasar por la estatus de Gloignar y, tras rellenar su odre en ella, se detuvo frente al Escribiente del Rey Darin.

    • ‘Saludos Escribiente, tengo una cita con nuestro Rey.’

    El Escribiente levantó sus diminutos ojos del papiro y mirando a Thandorgrim dijo: ‘Y tú eres…’.

    • ‘Thandorgrim Girlhim, seguro que estoy en esa lista.’, dijo Thandorgrim señalando el papiro que tenía el Escribiente entre sus manos.

    ‘Mmmmm… Thab, Thabin, Thacerin, Thadol, Thagon, Thajul,… Thandorgrim, pues sí que estás. Pasa y compórtate’, dijo el Escribiente.

    Thandorgrim restregó sus botas en la alfombra, tratando de sacar el máximo barro de sus botas ,y entró en la sala del trono.

    Se trataba de una enorme oquedad, excavada con gran maestría en la roca. La pared trasera del trono se encontraba repleta de una multitud de grabados rúnicos, en la antigua lengua. Thandorgrim trató de memorizar algunas runas, sabía que en ese muro se escondían algunos de los más poderosos encantamientos rúnicos.

    Se sobresaltó al escuchar un sonoro carraspeo y dejó de contemplar el mural.

    ‘Espero que tu visita sea para algo más que escucriñar nuestras runas.’, le recriminó el propio rey Darin.

    ‘Su majestad, disculpe. Pero ese mosaico de runas me tiene muy intrigado.’, contestó Thandorgrim excusándose.

    ‘Bueno, cuéntame a qué has venido, como sabrás la vida del rey es bastante ocupada.’, dijo Darin.

    ‘Vengo a hacerle saber que he terminado con la misión que me encomendó. Ha costado lo suyo, pero está todo hecho.’, dijo Thandorgrim.

    ‘Y esa misión era…’, dijo Darin esperando que Thandorgrim continuase.

    ‘La misión para ser aceptado en la Guardia de Piedra. Mire, lo tengo todo.’, dijo Thandorgrim.

    Thandorgrim dejó el saco que portaba a los hombros en el suelo y, desatando una correa de cuero, lo abrió mostrando su contenido.

    ‘Una escama de hidra marina…’

    ‘Las garras de los demonios de Tierra…’

    ‘El cráneo de Golvag el Tumulario…’

    ‘Y… este es el más me ha costado, el manto del demonio’

    ‘Veo que está todo lo que te pedí.’, dijo Darin aparentando seguridad, aunque apenas recordaba ese extraño encargo.

    ‘Sí, ha sido toda una aventura, pensé que me llevaría unos días conseguirlo todo. Jamás pensé en tardar varios años.’, dijo Thandorgrim.

    ‘Espero que hayas disfrutado entonces tus largas aventuras.’, dijo el rey Darin.

    ‘Disfrutar no es exactamente la palabra, he requerido de bastante ayuda para conseguir todo esto y algunos compañeros han caido en esta aventura…’, contestó Thandorgrim con un semblante más serio.

    ‘Bueno, eso si que es una lástima, creéme que no era la intención de esta misión.’, contestó el rey.

    El rey miró a Kharin mientras señalaba un pequeño armario.

    Kharin dejó su hacha apoyada en el trono y, tras hurgar en el armario, regresó con una extraña herramienta metálica que entregó al rey.

    ‘Acércate hermano y levanta la barbilla.’, dijo el rey.

    Thandorgrim se acercó al trono e inclinó la cabeza, perdiendo la mirada en la inmensa bóveda que coronaba la sala del trono.

    ‘¡CLONC!’

    Un sonoro ruido invadió la sala al caer las barbas de mallas que llevaba Thandorgrim.

    ‘Esta es la primera parte de nuestro trato, al haber completado la misión, yo te despojo de estas barbas. Has sido liberado de la vergüenza de portarlas.’, dijo el rey.

    Thandorgrim pasó su mano por su barba. mesándola con gusto, había soñado tantas veces con ese momento.

    ‘Y como segunda parte de nuestro trato, a partir de ahora formarás parte de la Guardia de Piedra, podrás pasear con orgullo por Kheleb Dum de nuevo.’, sentenció el rey.

    Thandorgrim sonrió, todo ese sacrificio, todo ese esfuerzo había valido la pena, había conseguido algo casi único, pues pocos enanos eran los que llegaban a formar parte de la Guardia de Piedra.

    ‘Ahora descansa, hermano. Pronto te mostraré algunos de los secretos de la Guardia de Piedra y de sus runas de poder.’, dijo Darin.

    ‘Gracias señor, a su servicio.’, dijo Thandorgrim mientras realizaba una ridícula reverencia y abandonaba el salón del trono.

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    Thandorgrim se abrió paso a través de la ciénaga, en algunas zonas sus pequeñas piernas eran succionadas casi por completo por el fango y tenía que realizar un esfuerzo sobrehumano para poder sacarlas.

    Finalmente llegó a una playa rocosa, poco a poco el suelo iba transformándose en una superficie de guijarros y arena, suspiró de felicidad por abandonar la tediosa humedad de la ciénaga.

    A lo lejos vislumbró una pareja de hombres-lagarto, se les veía atareado con un extraño instrumento metálico. Uno de los lagartos se internó por la ciénaga, pasando a escasos metros de donde se ocultaba el enano.

    Thandorgrim siguió con la mirada al hombre-lagarto hasta que lo perdió de vista y, volviendo la mirada hacia el hombre-lagarto de la playa, lo vio zambullirse en las aguas de un salto digno de un funambulista.

    El enano observó como unas pequeñas burbujas cubrieron la superficie, pero el hombre-lagarto no regresaba, tras unos minutos que se le hicieron eternos el hombre-lagarto asomó la cabeza sobre el agua y se encaramó a las rocas hasta alcanzar la playa.

    Extrajo algo de su zurrón, algo parecido a una concha y, introduciendo un extraño objeto metálico, hizo saltar parte de esta concha por los aires. Tomó algo de su interior y lo escondió con recelo lanzando una mirada a su alrededor.

    El hombre-lagarto, satisfecho con su hallazgo, abandonó la playa rocosa siguiendo la senda que había tomado anteriormente su compañero. Thandorgrim lo siguió con la mirada, hasta que comprobó que se había marchado. Se incorporó y salió de su escondite en dirección a la zona desde la que el hombre-lagarto había saltado al agua.

    Observó la zona, tratando de descubrir qué habían estado haciendo esos dos misteriosos hombres-lagarto.

    La zona de la playa estaba cubierta por algunos pequeños charcos de agua marina que se evaporaban dejando una estela de sal. Observó algunos trozos de conchas, repartidos como esquirlas. Pero lo que más le llamó la atención fue una especie de gelatina blanquecina, la tocó con sus manos tratando de averiguar de qué se trataba. La gelatina tenía algunas escamas pegadas, recogió una pequeña muestra y la guardó en un pequeño frasco de cristal.

    Thandorgrim inspeccionó de nuevo la zona, comprobando que nadie estuviera vigilándolo, y se internó en las marismas, hasta perderse en la sofocante humedad.

    Alambique
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    Capítulo 13. Alandaen.

    Ugrum empujó la puerta de la tienda, mientras una pequeña campana avisaba de la entrada de clientes al tendero.

    Las paredes de la habitación estaban adornadas con peces de todas las formas, tamaños y colores. Un enorme pez espada colgaba disecado sobre la chimenea. Una pequeña puerta daba paso al almacén.

    Ugrum y Vaeryl dejaron atrás la sede de los pescadores de Alandaen y entraron en el pequeño almacén.

    Se trataba de una pequeña habitación con un par de estanterías repletas de cebos, plomos, sedales, prácticamente todo lo que un pescador podía desear.

    Ugrum exclama: Buenas, ¡cuánto tiempo!

    Dices en dendrita: Saludos, tendero.

    El tendero se incorpora y se sacude algunas escamas del delantal mientras inspecciona al pequeño grupo que ha entrado en la trastienda.

    El tendero pregunta: Buenas, ¿qué se le ofrece?

    Ugrum da un pequeño paso, colocándose delante de la semi-drow, tratando de llevar la voz cantante.

    Ugrum dice: Bueno, necesitamos algunos cebos, tenemos un amigo pescador que se ha quedado sin ellos.

    El tendero pregunta: Mira, ¿ves ese bote de la última balda de la estantería?

    Vaeryl y Ugrum levantan la vista y observan un enorme bote de cristal vacío.

    Dices en dendrita: Pues no veo nada.

    El pescador dice: Eso es, no me queda ni un solo cebo. Tuve que tirarlos todos hace unos días. Estaban podridos.

    Ugrum pregunta: ¿Por qué estaban podridos?

    El pescador dice: Resulta que tuvimos mala suerte con el proveedor de madera para las cañas de pescar, lo engañaron y le suministraron cañas de bambú podridas.

    Asientes con la cabeza.

    El pescador dice: Nosotros tenemos una reputación, pero enseguida llegaron las quejas, las cañas se rompían enseguida. Empezó a correr la voz de que nuestro material era defectuoso y la gente dejó de venir.

    Ugrum pregunta: ¿Y se pudrieron los cebos?

    El pescador dice: Sí, teníamos un buen volumen de ventas hasta ese día, todo el cebo que teníamos acumulado lo tuvimos que tirar, no venía nadie. Sois los primeros que entráis en toda la semana.

    Vaeryl mira a su alrededor, el pescador tiene razón hay algunas cañas partidas apiladas en una de las esquinas del
    almacén.

    El pescador dice: Si tan solo tuviera un buen material para las cañas, podría reflotar el negocio. Como no consiga bambú tendré que cerrar…

    Ugrum pregunta: ¿Dónde podemos conseguirte algunas cañas de bambú?

    El pescador dice: Nuestro primer proveedor las traía del Río Derebar en la zona oeste de Golthur, allí el bambú que crece es fuerte y flexible, una maravilla.

    Preguntas en dendrita: ¿A Golthur? ¿Tenemos que ir a Golthur?

    Ugrum dice: Eso parece, pero no preocupes, que ahora vamos juntos, seguro que es más ameno el viaje.

    El pescador dice: Mientras me conseguís algunos trozos de bambú iré pidiendo vuestro cebo, no os preocupéis que corre de cuenta de la casa.

    Ugrum sonríe.

    Ugrum pregunta: ¿Ves como al final van saliendo las cosas?

    Preguntas en dendrita: ¿Saliendo?

    Dices en dendrita: Vayamos a Anduar, necesito un trago bien fuerte y aclarar un poco las ideas.

    Ugrum dice: Me parece un buen motivo, vayamos a la taberna y brindemos por aclararnos las ideas.

    El pequeño grupo abandona el almacén de pesca de Alandaen y se dirige rumbo a Anduar, a la taberna del Dragón Verde.

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