Respuestas de foro creadas

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  • Jashraia
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    Retomando este tema, se agradece el cambio pero aun asi el Halfling se encuentra en desventaja al sigilar comparado al resto de razas.

    Hace algunos meses se les bajo el bono de ‘pies recios’ de 150 a 120 lo cual los dejo aun peor. Dentro de 13 razas jugables, 8 sigilan mejor que un halfling. (Segun mi opinion la raza sigiladora por exelencia).

    Bono sigilar:

    Semi-elfo, semi-drow: 75 + 100 (botas dex)= 175

    Gnomo, Goblin, Camaleon: 50 + 100 (botas dex)= 150

    Kobold: 40+100 (botas dex)= 140

    Humano: 35 + 100 (botas dex)= 135

    Semi-orco: 25 + 100 (botas dex)= 125

    Halfling: 120 pies recios (no pueden usar botas dex)= 120

    No se si la solucion va por balancear el bono sigilar del resto de razas, bajar las botas dex, o subir el halfling, pero segun mi opinion no deberia estar tan por debajo en una de sus principales caracteristicas.

    Gracias por leer

     

     

     

    Jashraia
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    Número de entradas: 127

    RESUMIDO POR CHATGTP

    El NPC Xonnash Laxath, guardiana de los antiguos, presenta desafíos desproporcionados para su recompensa. Sugiero mejoras:
    1) Introducir ataques mágicos para aumentar la dificultad y fomentar el uso del arco de perdición.
    2) Incrementar la regeneración de PVS del NPC para prolongar el combate.
    3) Darle la habilidad «salva» para contrarrestar las pieles de piedra más rápido.
    Con estas modificaciones, el enfrentamiento requeriría un grupo equilibrado y estratégico. Además, debería aumentarse significativamente la recompensa del NPC para justificar el esfuerzo. La propuesta se ha compartido en el foro para debate. Firmado, Samuel Raja, alias La Iris de los 222 patos.

    Jashraia
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    la furia de tizu tambien quedo inservible luego de gastar un paston en ella

    Jashraia
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    buenas, estoy probando el server, pondre lo que encuentre, por ahora:

    -las columnas se ven mal, aunque cambies la cifra se ve pantalla completa y cortado

    -estado -ib todos no esta funcionando de la forma que deberia

    -los danzantes no sirven absolutamente para nada

    Jashraia
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    Segun lo veo yo el problema no es el danyo, es el rango, el consumo de pulsos y el poder moverse ejecutando habilidades. Hay arcos con efectos buenisimos y 3 de rango, otros con 2 y que permiten moverse.

    Habilidades en movimiento:

    Las ballestas no permiten moverse. Ahi entraria la pasiva ‘pericia en ballesta’ para enanos, gnoll y orcos que les permita moverse con ballestas.

    Pulsos:

    Semielfos/drow tienen esto en su pasiva lo cual los situa muy por encima de cualquier otra raza: <u>Adicionalmente, las habilidades ‘disparo certero’, ‘salva’, ‘disparo apuntado’ y ‘disparo incapacitador’ consumirán menos pulsos al ejecutarse.</u>

    Segun mi opinion todas las razas deberian disfrutar de este beneficio en un tipo de arma seleccionada ya sea honda, cerbatana, arco o ballesta.

    Rango:

    Debido al rango de arcos largos y cortos en comparacion al resto de armas, armas molonas como el temblor, el tumba gigantes la cerbatana ignea, etc. Sirven unicamente para vender en la tienda.

    Razas:

    El tirador es el unico cazador que no tiene restricciones de armadura. Hoy x hoy solo hay tiradores elfos/drow. Las propuestas antes descritas abririan un abanico de posibilidades incluyendo el temido enano ballestero a chapa que yo creo fue envisionado por quien creo la clase debido a la nula restriccion impuesta.

     

    Jashraia
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    Solo queria reflotar la idea para saber la opinion de Satyr sobre las pasivas de los tiradores y como hoy por hoy no tiene sentido hacerse un tirador que no sea semi-elfo/drow. Las armas ya estan hechas y no creo que necesite mayor balance.

    Jashraia
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    en respuesta a: La orden extinta #349036

    Faethyra, luego de años de decadencia y podredumbre dentro de la mansión Vaiorasa, logró conseguir una respuesta dentro de la runa que había encontrado en aquella cueva. Las paredes de la estancia estaban marcadas con sangre y diferentes cuerpos mutilados yacían esparcidos por doquier.

    La runa que Faethyra estaba tratando de dibujar en la pared con sus manos ensangrentadas comenzó a brillar con una luz anaranjada. La hechicera cayó arrodillada al suelo de la habitación y comenzó a reír desquiciadamente mientras algunas lágrimas caían sobre sus mejillas. Al fin había conseguido recordar cómo lucía aquella marca.

    -Debes encontrarme… dijo una gutural voz proveniente desde dentro de la runa.

    -¡Quién eres! -exclamó Faethyra quien seguía riendo con la mirada perdida.

    -Debes ayudarme… tienes que romper el lazo…quiero descansar… -continuó hablando aquella misteriosa voz que la hechicera había invocado.

    -¡Por tu culpa perdí a mi familia! ¡Si es que te encuentro será para acabar con tu vida! -dijo la hechicera quien se puso de pie alzando una mano hacia el cielo preparando un conjuro. Una poderosa magia se generó a su alrededor haciendo que polvo y piedras comenzaran a levitar en el aire.

    -Hermana… porque nos mataste? -Preguntó una voz desde el interior de la runa. Faethyra reconocería inmediatamente la voz de su hermano Thelmol. 

    Así como la voz de Thelmol, las voces de su padre, madre y resto de sus hermanos comenzaron a culparla de todo lo que había sucedido. La runa de sangre cambiaria de color mientras las voces de los familiares de la hechicera comenzaban a gritar en agonía. 

    -Si me encuentras y me salvas, podrás salvarlos a ellos también… -dijo la voz gutural.

    -¡Ya basta Faethyra! ¡Abre la puerta! -exclamó un miembro de la guardia de Veleiron quien había sido alertado de los gritos provenientes desde la mansión. Los altos mandos de la ciudad, cansados con la actitud de la semi-elfa, habían decido allanar la estancia para ver que sucedía en su interior.

    Faethyra se volteó en dirección al guardia extendiendo sus palmas y tras pronunciar las palabras ‘bellum destruct corpore’ generó un poderoso rayo de energía que lo desintegró. El resto de los guardias se abalanzaron sobre la semi-elfa propinándole una golpiza para luego apresarla con fuertes cadenas.

    Jashraia
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    en respuesta a: La orden extinta #348970

    Varios años habían pasado desde la tragedia del derrumbe pero aun así Faethyra no lograba recomponerse por lo sucedido. La voz de su hermano Aliosho dándole el último adiós se le repetía una y otra vez al punto que no sabía si aquellas voces provenían de su imaginación o de la realidad. 

    La semi-elfa había sido rescatada por un grupo de mineros humanos que se encontraba haciendo un trabajo cerca de la zona. Estos consiguieron escuchar sus súplicas de ayuda a través de unos respiraderos naturales con los que contaba la cueva. 

    La noticia de la pérdida de su esposo y sus hijos fue devastadora para lady Yumiana Vaiorasa. Luego de enterarse de lo sucedido, la madre adoptiva de Faethyra desapareció en los bosques de Thorin siendo encontrada muerta colgando desde un árbol con una nota de despedida en uno de sus bolsillos.

    Faethyra quedó sola en la mansión Vaiorasa. Despidió a todos los sirvientes, cocineros y escribas que trabajaban para la familia por lo que las estancias lucían sucias y abandonadas.

    Los imponentes cuadros que antaño relucían la majestuosidad de la familia estaban en el suelo, las finas vasijas de porcelana estaban rotas por doquier y la gran estatua de mármol que adornaba la entrada estaba quebrada en dos.

    En varias ocasiones la guardia danzante de Veleiron se acercó a la mansión para comprobar el estado de la hechicera pero esta ni se molestaba en abrirles la puerta. Estos habían comenzado a sospechar ya que la joven semi-elfa llevaba varios días sin salir de la estancia y algunos vecinos habían reportado gritos desgarradores a altas horas de la noche.

    Faethyra no conseguía aceptar la horrible tragedia que había sucedido. Si es que la puerta de la cueva no hubiese reaccionado a la runa que colgaba en su cuello quizás nada hubiese sucedido se repetía a sí misma una y otra vez. Las voces de sus hermanos muertos en su cabeza, junto a los ruidos de derrumbes y los glifos arcanos que parecieron hablarle aquella noche la tenían al borde la locura.

    Su cara lucía demacrada, sus cabellos descuidados y su aspecto paupérrimo y endeble. La semi-elfa estaba llorando en una esquina de la casa vistiendo el peto mágico que había encontrado al interior de la cueva. Alrededor de las paredes se encontraban los dibujos de diferentes runas hechos con la propia sangre de la hechicera.

    Jashraia
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    en respuesta a: La orden extinta #348965

    La extraña cueva que se había abierto ante Faethyra era un lugar oscuro y húmedo, con paredes de roca suave y grisácea. A medida que avanzaba, pudo ver extraños símbolos escritos en las paredes. Estos parecían responder a la luz que emitía el báculo de la semi-elfa. La antigüedad y el estado de abandono de la estancia hacían parecer que esta pertenecía a otra era. 

    Los símbolos grabados en la piedra eran antiguas runas mágicas escritas en élfico antiguo. Faethyra, quien gracias a su maestro Jufer ya tenía conocimiento sobre este tipo de artefactos, reconoció algunos de ellos como las runas Dur-tir y Kaldur. La semi-elfa se detuvo a examinar los glifos arcanos más de cerca y por un segundo sintió una extraña presencia, como si alguien le estuviera hablando directamente a través de ellos. 

    Recostado a un lado de la cueva, la joven hechicera vio un antiguo peto de cuero olvidado junto a un pedestal. La armadura estaba cubierta de polvo y tenía arañazos que la cruzaban de par en par. Aun así parecía estar en buen estado. Faethyra se acercó al peto con curiosidad formulando un hechizo de detectar magia. Al hacerlo, sintió una inmensa oleada de energía y poder que la recorrió apabullando sus sentidos. 

    La magnífica obra de arte que se encontraba en las manos de la semi-elfa poseía una dureza más allá de la concepción humana, como si la piel de la que estaba hecha hubiese sido arrancada de una criatura del infierno. Faethyra decidió continuar su camino a través de la cueva llevándose la armadura con ella. 

    A unos cuantos metros al interior de la habitación Faethyra encontró un grimorio antiguo y polvoriento de páginas amarillas y gastadas. La hechicera, quien ya había estado bajo la presencia de uno de estos libros arcanos, lo abrió con una mezcla de fascinación y temor para examinarlo más de cerca.

    Al hojear el grimorio del séptimo círculo, como decía en su gruesa tapa de cuero, la mujer se dio cuenta de que este albergaba una de las mayores colecciones de tratados sobre magia arcana que sus ojos hubieran visto. Desde recetas de hechizos ya obsoletos e imposibles de formular hasta listas de entidades mágicas de otros planos, en las manos de la semi-elfa se encontraba un auténtico tesoro arcano el cual decidió llevarse con ella. 

    Una fuerte réplica del temblor que causó el anterior derrumbe se hizo sentir causando que grandes rocas se desprendieran del techo de la estancia. Faethyra decidió apresurar su búsqueda de alguna salida hacia la superficie internándose más aún en la oscura cueva.

    A pesar de que la hechicera se había hecho de dos poderosos artefactos mágicos, lo que más la inquietaba era aquella runa desconocida que encontró grabada en la pared. La semi-elfa la había memorizado para así poder estudiarla con mayor calma si es que llegase a salir con vida de la cueva.

    Jashraia
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    en respuesta a: La orden extinta #348945

    Faethyra se internó en la estancia que se había abierto mágicamente ante sus pies. La oscuridad no le permitía ver nada por lo que tuvo que pronunciar un conjuro de luz para poder continuar. Tras ella escuchó los sonidos de un derrumbe así como los gritos desgarradores de sus familiares. La semi-elfa no pudo hacer nada para abrir la puerta que se había cerrado tras ella.

    Con las uñas y manos ensangrentadas tratando de apartar la gigante roca que se interponía entre ella y el resto de los Vaiorasa, Faethyra logró remover suficientes rocas como para poder escuchar a lo lejos la voz de uno de sus hermanos. 

    Aliosho, el mayor de los hijos varones de los Vaiorasa, siempre fue el hermano más cercano que Faethyra tuvo en Veleiron. Aunque algo torpe con los hechizos, siempre mostró un interés por las artes arcanas y una gran admiración por su prodigiosa hermana hechicera. Solían pasar tardes juntos practicando cantrips y encantamientos. 

    -¡Aliosho! ¿puedes oírme? ¿estás conmigo? La entrada se cerró completamente tras de mí y no puedo salir, escuche un derrumbe y unos gritos, ¿están bien? -pregunto Faethyra desesperada por intentar saber lo que había pasado del otro lado.

    -Sí, Faethyra. Puedo oírte, pero apenas puedo respirar. No quiero morir aquí aplastado por las rocas… todo fue tan rápido…Thelmol esta aquí a mi lado…creo que esta muerto. Dijo Aliosho con una voz apenas perceptible.

    -No te preocupes, hermano. Estoy aquí contigo. No voy a dejarte solo. Voy a hacer todo lo que pueda para sacarte de aquí -dijo Faethyra mientras trataba de mover una pesada piedra en vano.

    -No puedes hacer nada, Fae…ya es muy tarde. Ya no escucho a los demás. Creo que todos están muertos… padre también…no siento mis piernas y ya no puedo respirar Fae…-dijo Aliosho quien cada segundo que pasaba tenía una voz más leve.

    -No, hermano. Por favor, no te rindas. Mantente conmigo. Te amo, hermano. Te necesito aquí conmigo.-dijo Faethyra entre sollozos, con las manos ensangrentadas de tanto luchar con las rocas, arrodillada ante la desesperación de no poder hacer nada para ayudar a su familia.

    Faethyra no consiguió escuchar más la voz de Thelmol. Este había muerto asfixiado por toneladas de roca que se habían derrumbado sobre él y el resto de los Vaiorasa. Luego de horas de negación de lo sucedido, la semi-elfa se puso en pie para tratar de encontrar alguna salida desde dentro del lugar donde se encontraba.

    Jashraia
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    en respuesta a: La orden extinta #348924

    Cuando Faethyra tenía aproximadamente veinte años sucedió el trágico accidente de la mina que cambiaría su vida para siempre. 

    Hace tan solo unos meses que la joven hechicera había vuelto de su entrenamiento en la torre de ilusión de Ak’anon donde aprendió a pulir sus afinidades mágicas descubriendo un talento innato con hechizos de encantamiento y transmutación.

    Apelando a la nostalgia de antaño, el Padre de Faethyra y sus hermanos propusieron a la hechicera internarse en la mina durante el día para buscar piedras preciosas. Lord Venegas le había prometido la gema más grande a Faethyra y esta quien necesitaba nuevos componentes mágicos para sus hechizos accedió a la invitación.

    Varias horas habían pasado bajo la mina y la veta de plata en la que se encontraban trabajando parecía interminable. En el preciso instante en que un gran trozo cayó al suelo, Fathyra se percató de las inscripciones rúnicas que rodeaban el muro oculto tras la veta.

    La semi-elfa reconoció una de las runas como la runa Fer-Vil, la cual había sido tallada en una piedra por Julfer antes de escapar de Veleiron cuando Faethyra era una niña. Esta llevaba la piedra atada a su cuello en forma de amuleto escondida bajo sus ropajes.

    -¿Qué crees que signifique esto padre? -preguntó Faethyra.

    -Nunca vi este tipo de inscripciones Faethyra, parece élfico antiguo y aunque reconozco algunas palabras no comprendo su total significado. -respondió lord Venegas.

    -Esta marca de aquí es igual a la de mi amuleto -dijo la joven hechicera sacando la piedra que colgaba de su cuello. 

    Al momento que Faethyra sacó su amuleto para comparar las marcas, las inscripciones grabadas en la pared comenzaron a brillar con una tenue luz violeta mientras un leve temblor causó que pequeñas piedras y polvo cayeran desde el techo de la cueva.

    El padre y los hermanos de Faethyra quedarían boquiabiertos cuando la semi-elfa desapareció frente a sus ojos. El temblor comenzaría a aumentar en intensidad hasta transformarse en un fuerte terremoto.

    El intento de los Vaiorasa por escapar de la mina resultaría en vano quedando toda la familia sepultada bajo las rocas. Faethyra, quien se había teletransportado a una nueva zona, se encontraba completamente ilesa. Esta se internó en la recientemente descubierta estancia sin presagiar la tragedia que estaba sucediendo con su padre y sus hermanos al otro lado del muro.

    Jashraia
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    en respuesta a: La orden extinta #348907

    La semi-elfa se percató de cómo letras y símbolos comenzaron a aparecer mágicamente en la carta que anteriormente se encontraba en blanco. Un hechizo había sido formulado por Jufer el cual se activó al momento que la joven hechicera entró en la habitación. 

    Faethyra extendió el papel sobre la mesa colocando un par de libros en cada una de sus esquinas. Las palabras que eran marcadas con fuego mágico desaparecían rápidamente de la carta por lo que la semi-elfa entendió que esta era su única oportunidad para descifrar el mensaje.

    “Querida alumna, la situación se tornó grave y tengo miedo por nuestras vidas. Logre detectar un hechizo de observación mágica sobre mí y logré visualizar al emisor de tal conjuro. Creo que los hechiceros saben de mi paradero así que he decidido escapar y alejarme de Veleiron para protegerte a ti y a tu familia.

    Antes de que me vaya, quiero dejarte algo que espero te sea de gran ayuda. Se trata de una runa que puede accionar un portal astral. Esta marca es especial y debes protegerla con tu vida, ya que actúa como una llave que te permitirá saber el resto de tu historia.

    Por ahora no puedo darte la localización pero seguro que la encontrarás. Cuando llegues ahí solo tienes que sostener la piedra y concentrarte en ella para que se abra la puerta. No sé cuándo volveré ni si alguna vez volveré… El nombre de la runa es Fer-Vil.

    Creo que están intentando otra vez entrar en mi cabeza, será mejor que me vaya lo antes posible, haré lo posible por distraer la atención de los hechiceros pero debes ser cuidadosa, puede que pongan atención en Veleiron desde ahora en adelante”

    La carta procedió a quemarse por completo dejando nada más que cenizas a su alrededor. Faethyra cogió la runa y la guardó entre sus ropajes mientras trataba de asimilar el mensaje que Jufer había dejado para ella. Aunque aún era muy joven, la semi-elfa entendía la compleja situación de vida o muerte en la que se encontraba. 

    Luego de contarle lo sucedido a su madre, la familia Vaiorasa utilizó sus influencias políticas en Veleiron para proteger a Faethyra de aquel grupo de hechiceros. Tras una suculenta negociación, la joven sería enviada a Ak’anon donde un viejo amigo de lord Venegas Vaiorasa para así proseguir con sus estudios arcanos en la famosa torre de ilusión.

    Jashraia
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    en respuesta a: La orden extinta #348889

    Faethyra creció sin distinción como una más de los Vaiorasa. Sus padres, siempre amables y cariñosos, decidieron estrictamente guardar el secreto inclusive para el resto de sus hijos quienes consideraban a la joven semi-elfa como su hermana.

    A lo largo de su infancia Faethyra recibió la visita del misterioso hombre que la rescató y entregó a lady Yumiana cuando era una recién nacida. La primera vez que se conocieron fue cuando la semi-elfa, con seis años de edad, estaba jugando junto a su madre en el jardín de la mansión Vaiorasa. Este se presentaria como Jufer, último escriba e investigador de la magia astral.

    -Haz vuelto Jufer, me alegro que estes con vida, todos estos años pensamos lo peor…dijo lady Yumiana mientras la pequeña Faethyra observaba desde lejos al hombre misterioso. 

    -No podré quedarme por mucho tiempo…con tu permiso, me gustaría conocer a la niña…dijo Jufer retirando la capucha de su rostro. 

    -Fae, ¿puedes venir aquí por un momento por favor? -preguntó lady Yumiana.

    La niña se acercó tímidamente y se escondió tras su madre. Pasados unos minutos, y luego de acostumbrarse a la presencia de Jufer, esta accedería a conocer al hombre quien con el paso de los años se transformaría en el primer shalafi de la semi-elfa.

    -Me dijeron que te encantaban los astros Faethyra. Dijo Jufer quien, luego de pronunciar un cantrip, hizo que una brillante luz emanara de su mano similar a una estrella.

    -¡Me encantan! -exclamó Faethyra quien comenzó a perseguir las luces que producía Jufer. 

    Jufer le enseñaría a la niña cómo observar el cielo, encontrar ciertas constelaciones y le contó historias sobre ellas. También le mostró algunos trucos mágicos y le explicó cómo funcionaban. Para su cumpleaños número diez le regaló un grimorio que contenía cantrips básicos los cuales Faethyra aprendió sin dificultad. A los quince años Faethyra ya dominaba hechizos arcanos de complejidad media y sobresalía comparada al resto de niños hechiceros de Veleiron. 

    Una tarde que la joven semi-elfa volvió a la mansión para su clase con Jufer, esta solo encontraría un mensaje de despedida del hombre misterioso. Junto a la carta también se encontraba una piedra con una extraña marca grabada en su centro. Aunque no sabía su significado, Faethyra instantáneamente reconoció aquel símbolo como una runa.

    • Esta respuesta fue modificada hace 1 years, 11 months por Jashraia.
    Jashraia
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    Faethyra sintió una poderosa presencia entrar en la habitación. Aunque no se dejaba ver a simple vista, la semi-elfa quedó impávida al sentir como aquel mágico ser se acercaba a ella lentamente. Este dejaba una estela de magia tras cada uno de sus aletargados pasos.

    Todas las imágenes contenidas dentro del cristal se fusionaron en una especie de remolino el cual luego de parpadear desapareció. El orbe se transformó en un espejo en el cual Faethyra se observó a sí misma junto al extraño hombre encapuchado de las visiones del cristal.

    -Al fin puedo hablarte Faethyra… -dijo el hombre. Este sostenía una hermosa espada bastarda de reluciente y ancha hoja. 

    Aunque no veía a nadie a su lado, la etérea forma de aquella presencia se reflejaba claramente en el orbe. La semi-elfa sintió una extraña sensación de familiaridad en la voz que le hablaba desde el cristal. 

    -Cada paso que has dado en tu vida te ha traído a este momento…y yo estuve a tu lado en cada uno de ellos…eres una heredera de los antiguos…eres mi heredera…y el lugar en el que nos encontramos es la cripta donde yace mi tumba…esta espada es tuya…con ella encontraras mas respuestas… -dijo la etérea forma con una gutural voz.

    Faethyra intentó comunicarse con aquel ser pero este parecía no escucharla. La semi-elfa entendió que el mensaje había sido grabado hace mucho tiempo, incluso antes de que ella naciera. Este solo podía ser activado por ella o por alguien de su linaje. 

    Cuando el hombre terminó de hablar se recostó junto a la espada sobre el pedestal el cual resultó ser su tumba. Faethyra, con el permiso del hombre, abrió la tumba y se encontró con los restos de un cuerpo que por su estado y antigüedad parecía pertenecer a otra era. La resplandeciente espada arcana se encontraba a su lado en perfecto estado.

    La espada se iluminó con un leve fulgor de color verde esmeralda cuando Faethyra la tocó con una de sus manos. Las runas en su empuñadura comenzaron a brillar aceptando a la semi-elfa como su nueva dueña tras haber estado más de una era guardada esperando este momento.

    Aunque eran pocas, esta no era la única espada arcana que existía en Eirea. Tras años de investigar sus inscripciones y encantamientos la semi-elfa fue aceptada en la congregación rúnica donde el requisito principal era poseer una de estas espadas. Junto a ellos Faethyra continuó su estudio de la magia rúnica transformándose en la semi-elfa más poderosa de dicha agrupación.

    Jashraia
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    Faethyra observó cómo el orbe se transformó en una bola de carne viva. Esta extraña materia orgánica comenzaría a solidificarse formando un duro cuero negro del cual creció un denso y oscuro pelaje. La esfera adquirió el aspecto de un gran párpado cerrado del cual comenzaron a salir hormigas y gusanos que inundaron la habitación.

    Lentamente el ojo comenzó a abrir sus gruesos párpados dejando caer viscosos fluidos al suelo de la estancia. Una gigantesca pupila vertical de color negro se moveria desorbitadamente en todas direcciones hasta encontrar la mirada de la semi-elfa tratando de someterla. La obstinada hechicera no se dejaría dominar por aquella poderosa presencia.

    Faethyra nuevamente se vio a sí misma reflejada en el iris de la bestia. Esta vez estaba en una especie de arena de combate enfrentando a un gigantesco huargo jorobado. Decenas de orcos y goblins observaban el espectáculo desde las galerías del emplazamiento destinado para este tipo de eventos. Estos insultaban con todo tipo de improperios a la semi-elfa.

    -!Waaaaaaaaaag! ¡Comete a eza zuzia elfa! -exclamó el maestro de bestias orco propinando un latigazo en un costado del huargo. 

    La imagen del inmenso huargo se reflejó en el orbe. Este majestuoso animal destacaba entre sus pares por su tamaño llegando a medir casi tres metros de altura. Unos incipientes colmillos de color amarillo oscuro sobresalían por los costados de su hocico otorgándole un aspecto aterrador. El animal no había sido alimentado en días para incrementar su salvajismo.

    La bestia gruñó ferozmente mientras propinaba poderosas dentelladas al aire. La semi-elfa evitaba hábilmente las acometidas sin despegar su mirada del huargo. Aunque se encontraba desarmada mostraba un total dominio de la situación. La hechicera no buscaba dañar al animal y por momentos parecía intentar comunicarse con él. 

    -¡Uglúk u bagronk sha pushdug! -exclamó la semi-elfa quien parecía hablar el lenguaje de las bestias. Este respondería con un sutil movimiento de sus orejas.

    Con un ágil movimiento la semi-elfa se montó en en animal el cual con el paso de los segundos parecía ceder a la voluntad de la hechicera. La bestia intentó deshacerse de Faethyra pero ésta lograría mantenerse en el lomo del huargo haciendo gala de su destreza y control.

    -Mabaj nar armauk. -susurró Faethyra a los oídos del huargo acariciándolo. El animal, que había dejado de gruñir, se sentó mansamente en sus patas posteriores permitiendo que la semi-elfa bajase de su lomo.

    La imagen comenzó a desaparecer por completo al mismo tiempo que el orbe cerró su párpado. La piel que rodeaba al orbe se evaporó en el aire dejando a relucir una pura y cristalina esfera de cristal color rubí. Los insectos que inundaban la estancia desaparecieron por las grietas de la cueva mientras que Faethyra trataba de asimilar lo visto en aquel reflejo.

    • Esta respuesta fue modificada hace 2 years, 1 months por Jashraia.
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