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en respuesta a: Druidas y clases hibridas #340455
Esto es así en todas las habilidades nuevas, incluidas las de Gragbadûr. Si no lo has notado, es porque el incremento es muy pequeño, por no decir anecdótico.
Ah, pues no lo había notado. Rectifico pues
- Esta respuesta fue modificada hace 3 years, 4 months por lordsoth.
en respuesta a: Druidas y clases hibridas #340442Un animal que está adaptado a la caza tiene las herramientas de serie que un cazador humanoide ha de adquirir a traves de toda una vida de entrenamiento y experiencias y con ayuda de útiles ( armas, munición, lógica ) , a lo que se añade que el druida es consciente como humanoide sin las limitaciones de tener sólo instinto. Con todo, el principal problema parece es que las ventajas están unidas al cambio de forma y se me han ocurrido un par de formas de limitarlo más tan sólo mirando los hechizos disponibles que usan. Las habilidades van de la mano de cada forma y cada una parece ser una clase en sí misma, y aun cambiando de forma sí tienen bloqueos de habilidad por tiempo, y bloqueo de forma en sí misma. De la misma forma que un soldado ha de hacer rotación de habilidades, un mago de hechizos, un monje de golpe khaldar…
Agradecería un poco más de argumentación más allá de “está roto”, porque con lo mismo, cualquier multi-clase o clases con mecánicas especiales no deberían estar en juego…
Un soldado recuerda que tiene bloqueos por categorías, es decir no puede meterte tajar-herir, cada bloque de habilidades (las de 60 maestrias – 30 maestrias – 10 maestrias) tienen un bloque común. Un druida puede cambiar de forma y meterte en cada cambio las habilidades de su nueva forma sin bloqueos compartidos.
A mayores esta de que tiene algo que ni siquiera tienes muchos luchadores, que es que sus habilidades escalan con el crítico. Yo juego principalmente un gragbadur, y mi golpeo esta limitado a 1500 pvs. Si meto un golpeo crítico, meto 1500 pvs igualmente. Porque es su limite. En cambio muchas habilidades de druida, por lo que comentaba un druida cambiaformas (Narha) tienen un limite pero que se puede sobrepasar con el daño crítico.
En cualquier caso, tratamos de balance. El soldado por ejemplo es posiblemente el luchador que más pega, pero no tiene habilidades defensivas más haya del esgrimir. Eso es balance pego mucho, aguanto poco.
El problema del druida (o del chaman cambiaformas) es que tal y como están compiten (y en algunos casos sobrepasan) el daño que produce un luchador (volviendo a mi ejemplo, si nos ponemos 10 turnos a pegarle a un pelele, un gragbadur hace menos daño al pelele en esos 10 turnos, que un druida cambiaformas). A eso se le suma unas mecánicas de survival propias de los clérigos lo cual rompe el balance de manera desproporcionada.
Te pongo ejemplos por si lo prefieres:
- Abalanzarse (ataque escondido) + polimorfarse acabar + retener persona + polimorfarse oso…. Es un combo muy rápido de meter al cual deja al jugador objetivo a un nivel de pvs muy bajo cuando termine el combo. Para ser más exactos Enorthus lo utilizo contra Galbulug (soldado nivel 100) y este último consiguió escapar a 6 pvs. No me acuerdo exactamente la rotación que le metió pero hablamos de 3-4 turnos de rotación.
- Polimorfarse Oso + Polimorfase acabar + curar heridas ligeras = Eso hace que te entre el primer tick de el regeneración animal + un curar heridas ligeras. De esta manera un druida puede curarse en 1 turno 2k pvs, que aun le queden 2 ticks más de curación del regeneración animal y seguir el combate pegando
- EDITO: Que me olvidaba que narha me comentaba que además si sabes hacerlo bien, puedes incluso meter dos stuns en el combo, y usar primero el retener persona para más adelante usar el mordisco en cocodrilo. No se exactamente como va, pero el comentaba que era posible hacerlo, si jugabas bien con tu hearbeat.
El problema no es el daño, ni el problema es el survival que tienen, el problema es la combinación de ambos. Si se considera que el druida cambiaformas debe ser una clase que haga unos daños muy elevados, tiene que tener un survival muy bajo.
Si se considera que debe mantener digamos su estatus de clérigo, y por lo tanto tener un buen survival, los daños deben de ser mucho más moderados.
Soluciones que se aportaron el otro día en el chat, de hecho fue un cambiaformas el que las propuso, porque ese día había cuatro druidas cambiaformas conectados en el chat (de los que utilizan el player asiduamente) y tres de ellos opinaban lo mismo, el Cambiaformas esta demasiado roto. Las propuestas que se pusieron encima de la mesa fue:
- Eliminar el regeneración animal
- Eliminar la sutileza del metamorfo
- Un no-cast de hechizos cuando se utiliza el poliformarse acabar (también se sugirió que solo afecte cuando estés involucrado en combate contra jugadores)
- Modificar las esferas del druida al escoger la especialidad de cambiaformas (para que pierda el paralizar y curadora a menor)
No quiere decir que haya que hacer todas, será cuestión de ir balanceándolo, hasta que quede una clase jugable.
También se hablo del chamán comunión, y se propusieron igualmente cosas:
- Los bufos se pierden al cambiar de espíritu (básicamente para que no puedas tirarte regeneración en sacerdote y volver a soldado)
- Eliminar los vínculos de los espíritus (Eso implicaría quitar el bufo a las almas mayores cuando estas en soldado, no poder tirarte silueta imprecisa en clérigo, no poder bufarte el movimiento en cazador)
- Quitarle el estilo al soldado y recortar la cantidad de pvs que aumenta
Como decía al comienzo del post este es un foro de balance y (en mi opinión) el daño y el survival deben ser inversamente proporcionales.
- Esta respuesta fue modificada hace 3 years, 4 months por lordsoth.
en respuesta a: El diario de Ethorin #34038911 de Yeslie del 106 Era 4ª
Me despertaron los atronadores golpes de un puño contra la puerta principal de la casa, cuando aún solo llevaba una hora durmiendo. Somnoliento, me levanté de la cama y me dirigí hacia el pasillo de las habitaciones para cruzarme con mi padre que bajaba rápidamente las escaleras hacia la puerta principal, mientras mi madre temerosa observaba el pasillo desde el marco de la puerta.
Con disimulo observé escaleras abajo la puerta principal mientras mi padre la abría y dos guardias de la ciudad entraban en casa acompañados por el rico comerciante de gemas que había hecho el trato con el enano, y, observé mientras mi corazón se helaba el aventurero al cual había mentido para hacerme con el carro. Me agazapé más en la esquina de manera que no pudieran verme mientras escuchaba retablos de la conversación que mantenía mi padre con los guardias. Hasta mi llegaron varias palabras como ladrón, engaño mientras señalaba al aventurero, incendio, destrozo y, por último, momento en el que el corazón se me helo… asesinato. Mi padre miraba estupefacto mientras negaba con la cabeza, hasta que el también se quedo parado al escuchar la palabra asesinato.
Asesinato, como era posible, yo no había matado a nadie, pensé en ese momento hasta que caí en la cuenta de que al brillante plan que tenía en mi cabeza, se le había escapado un punto fundamental, que hizo que los demás cayeran bajo su propio peso. El guardia que había dejado inconsciente, estaba pegado al carro, el punto donde se iniciaron las llamas. Mis piernas flaquearon y resbale por la pared hasta que mi culo choco contra el suelo, mientras pensaba en las implicaciones. En Kattak el asesinato se pagaba con la muerte. Mientras recapacitaba sobre este hecho la conversación del piso de abajo subió de volumen. Los guardias explicaron que tenía que haber alguien más dentro del edificio, ya que no tenía sentido que el guardia de dentro hubiera abierto la cerradura para después volver y acostarse en medio de las llamas, habían ido preguntando a la gente de la plaza, la que había ido a ayudar a extinguir el incendio, si habían visto a alguien de fuera del vecindario y algunos habían dicho mi nombre, Ethorin el hijo del panadero. Después el aventurero se había presentado en el almacén, pues resultaba que era uno de los conductores que había contratado el comerciante para conducir su carro al día siguiente a Anduar, de ahí que tuviera tan buena mano con los animales, que había sido él quién había detenido el carro desbocado, sin saber que era el carro que él mismo tenía que conducir al día siguiente, y que un muchacho cuya descripción encajaba con la del hijo del panadero, cubierto de hollín y oliendo a humo se había acercado a él, y se había identificado como el dueño del carro y se lo había llevado. Recuerdo a mi padre bajar la cabeza y llevarse la mano a la frente como quien quiere negar lo evidente y como sus ojos se dirigieron escaleras arriba. Los guardias empezaron a levantar la vista también momento en el cual, volví a esconderme detrás de la esquina.
Tenía que huir y ya, me gire y me deslice por el pasillo y al llegar al umbral de mi puerta me encontré con la mirada de mi madre, por cuyas mejillas corrían sendas lágrimas. Era evidente que ella también había escuchado la conversación. Me quede mirándola durante un instante que pareció durar una eternidad mientras mis labios pronunciaban un mudo Lo siento. Girando la cabeza, me metí en mi habitación, corrí el pestillo y coloqué una silla bloqueando la puerta. Mientras recorría con la mirada mi habitación agarré un par de botas, y abrí la ventana. Recuerdo escuchar los golpes contra mi puerta mientras mis pies tocaban el pavimiento y huía en la oscuridad de la noche por las callejuelas. Al pasar por un establo cogí una cuerda y me dirigí a la muralla. Atando la cuerda a unas de las almenas la deje caer por la muralla y me deslice por ella. Cuando faltaba poco para que tocase el suelo un chasquido me alerto de que el nudo que había hecho había cedido, y mis huesos fueron a parar contra el frío y duro suelo en mitad de la noche. Me levante pensando que quizás aún me quedaba parte de mi suerte, ya que dejar ahí la cuerda hubiera sido como poner una señal de por donde había escapado. Mis pies se internaron en el bosque nuevo a todo correr hasta donde había dejado el carro aparcado. Mientras las luces de las farolas de aceite de la ciudad se iban encendiendo, el lento traqueteo de un carro al caminar resonaba por la senda de Durin camino de Anduar y camino de una nueva vida.
en respuesta a: Druidas y clases hibridas #340387En chamán pondría que cuando se cambia de espíritu se pierdan absolutamente todos los bufos del propio espíritu anterior, así no se verían barbaridades como se ven actualmente.
Esa la había propuesto yo también en el caso del chaman comunión
en respuesta a: El diario de Ethorin #34038210 de Yeslie del 106 Era 4ª
Recuerdo el pánico que sentí cuando escuché a los guardias aprestar sus armas mientras preguntaban extrañados que ocurría a su compañero del interior, pues este no debía abrir la puerta bajo ningún concepto hasta el alba. Retrocedí alarmado dejando la cerradura abierta y la llave metida dentro del ojo de esta, mientras miraba frenéticamente hacia los lados buscando un sitio donde esconderme. Al llegar de nuevo al carromato, mientras seguía mirando hacia los lados mis pies golpearon accidentalmente la lampara de aceite que alumbraba el almacén, desparramando su contenido por el suelo. Me gire hacia el lado contrario y me arroje sobre unos sacos en el mismo momento en que la puerta se abría y los guardias entraban en el interior con las lanzas prestas.
Creo que hay pocos combustibles que ardan tan rápidamente como la paja seca que se les da a los caballos para que pasten. En cuanto el aceite inflamado toco una brizna de esta, rápidamente prendió y se extendió por toda la paja creando una columna de fuego que fue saltando a las paredes, cajas, sacos y demás enseres que estaban allí almacenados. En cuestión de segundos se había desatado un infierno dentro del almacén.
Los guardias rápidamente arrojaron sus lanzas al suelo y fueron al pozo del centro de la plaza a carrear cubos de agua para intentar sofocar el incendio antes de que se extendiera. Las llamas llegaron a rozar el techo prendiendo este también haciendo que la columna de fuego empezará a ser visible desde el exterior.
El tiro de caballos atado al carro, aterrados por la visión de las llamas se encabrito y salió despedido hacia la puerta del granero casi arroyando a uno de los guardias que entraba en ese momento con un cubo en la mano y perdiéndose en la oscuridad de la noche. El ruido que provoco el carro tirado por caballos a galope por el adoquinado de las calles provoco que multitud de residentes de Kattak se despertarán y asomarán a sus ventanas a ver qué pasaba.
Los gritos de Fuego! Fuego! Se extendieron por la noche, y rápidamente una multitud se fue congregando entorno al almacén para intentar ayudar ya no tanto a sofocar las llamas del almacén sino a evitar que se extendiera a los edificios colindantes.
El ruido, la confusión y la muchedumbre me brindaron la oportunidad que necesitaba. Cogiendo un cubo que encontré tirado del almacén me deslicé fuera del escondite y salí del almacén tosiendo y corriendo hacia el pozo que si fuera uno más de los voluntarios que intentaban sofocar el incendio. Dejé mi cubo al lado del pozo y salí corriendo como alma que lleva el diablo perdiéndome en la oscuridad.
Conforme me adentraba en la ciudad y los ruidos iban disminuyendo empecé a respirar más pausadamente y grande fue mi sorpresa al encontrarme de golpe con el carro de caballos. Una persona había sido capaz de calmar a los aterrados caballos y ahora, se encontraba susurrándoles a los oídos mientras los acariciaba suavemente tratando de calmarlos. Se dirigió a mi al verme llegar y me pregunto si sabía a quien pertenecía el tiro. No identifique ni su cara ni su acento, así que presupuse que sería un aventurero de otras tierras que simplemente se encontraba de paso. Una brillante idea entro en mi cabeza, y le dije que si, que precisamente había salido en persecución del tiro de caballos que había huido en estampida al ver el fuego y que le agradecía que lo hubiera detenido para no tener que seguir corriendo detrás de él. El aventurero se alejo del tiro y despidiéndose se perdió en la noche.
Ahí me encontraba yo, con el carro lleno a rebosar de joyas, en mitad de Kattak. La prioridad era esconderlo sin duda, pero yo esperaba tener unas pocas piedras en mi bolsillo no un carro lleno, no sabía donde podía guardarlo. Se me ocurrió salir de la ciudad e ir al bosque nuevo de los alrededores, una zona poco transitada y sin animales salvajes donde podría dejarlos atados y mañana por la mañana, o mas bien dentro de unas horas, al terminar mis labores en la panadería ir a buscarlo y decidir qué hacer.
Me encamine hacia el bosque nuevo y aproveche que los guardias de la puerta oeste, una zona por la que no salían acudir enemigos, se habían dirigido a ayudar con las labores de extinción. Bordeé la ciudad y me dirigí al bosque nuevo, donde cerca de unas ruinas desenganché los caballos del carro y los ate a las columnas que por allí se encontraban.
Acto seguido, me encaminé de nuevo a la ciudad volviendo a entrar por la puerta este y me fui corriendo a mi casa, a meterme en la cama.
Recuerdo quedarme dormido con una sonrisa en el rostro pensando que iba a hacer con semejante cantidad de dinero.
en respuesta a: El diario de Ethorin #3403599 de Yeslie del 106 Era 4ª
La noche fue cayendo sobre el almacén mientras esperaba. Una vez superado mi ataque de pánico, mi mente pudo ponerse a funcionar y analizar todo de manera más pausada. Tenía una prioridad, salir de ahí, y en segundo lugar intentar llevarme alguna de las gemas, para que el esfuerzo hubiera merecido la pena.
Para lo primero era prioritario, esperar. Esperar a que el guardia se pusiera cómodo y se relajase, que las horas fueran discurriendo lentamente y bajase la guardia. Ese sería mi momento de actuar.
Con el discurrir de la noche mis predicciones fueron exactas, y el guardias, vigilante y paseante al principio acabó relajándose y apoyando su espalda contra el lateral del carromato. Una hora después flexionaba las rodillas de cuando en cuando, quejándose de las guardias y sus rodillas cansadas, hasta que finalmente acabo sentándose en el suelo, relajando las piernas y encendiéndose una pipa con su pequeño candil de aceite.
Imaginando que era a lo máximo que podía aspirar, dado que ni por un momento se me paso que el guardia pudiera dormirse, me fui deslizando lentamente fuera de mi escondrijo. Durante todas las horas que había pasado en el almacén no había visto ninguna salida accesible, y ahora, mientras el almacén se encontraba en una completa oscuridad únicamente rota por el lúgubre resplandor de una pequeña lampara de aceite no podía aspirar a encontrarlo. Así que mi única salida pasaba por quitarle la llave al guardia y salir por la puerta. Podía ser lo suficientemente optimista para pensar en que el guardia podía no enterarse mientras le escamoteaba la llave, pero de ninguna manera era posible, que me plantase en la puerta justo delante de sus narices, descerrajara la pesada cerradura, y abriese la puerta sin que el se alarmase, así lo primero que tenia que hacer era dejarlo inconsciente.
Agarrando un aparejo metálico que estaba apoyado cerca de mi escondrijo, no logro recordar ni lo que era, me deslice lentamente y en silencio hacia el guardia, que continuaba fumando su pipa con calma. Lo que más recuerdo de aquel día es el sonido de mi propio corazón, que pensaba que latía tan fuerte que el retumbar de este sobre mi pecho alertaría al guardia antes que mis pasos.
Por suerte no fue así, y conseguí llegar a la parte trasera del carromato sin que se percatase de mi presencia, y aquí comenzaba la parte difícil.
Era consciente de que era totalmente imposible que no me detectará una vez entrase dentro del radio de acción de la luz del candil así que me tocaba moverme deprisa y de manera certera. Lo primero que hice fue alejarme unos pasos de la carreta para obtener espacio, necesitaba que cuando me detectase ya estar en carrera para que el lapso de tiempo fuera el mínimo posible. Recuerdo cerrar los ojos y pensar respira tres veces, y luego otra vez más y luego otra, intentando retrasar lo máximo posible el momento de la verdad. Pero sabía que era inevitable así que abrí los ojos y pase a la acción.
La verdad es que lo que pensé cuando acabó todo fue, que fácil ha resultado esto! – ni se me paso por la cabeza la cantidad de cosas que podrían haber salido mal. Pero la verdad es que no salieron. En cuanto entre en el radio de luz del candil ya en carrera, el guardia aun tardo unos instantes en percatarse de lo que ocurría, tiempo de sobra para que llegase a su lado y descargara con todas mis fuerzas el objeto metálico contra su cabeza. Recuerdo la sonora nota que arranco le golpe, como un gong seco y retumbante. Pero cumplió su cometido, el guardia callo redondo y se sumergió en la inconsciencia.
Animado por mi éxito, lo primero que hice fue ir a la parte posterior de la carreta, a ver las joyas. Podría salir de allí con los bolsillos llenos de ellas, e intentar mejorar un poco la situación social de mi familia. Grande fue mi decepción al comprobar que las cajas no eran tal, sino cofres cerrados a cal y canto. Intente forzarlos, golpearlos y patearos sin conseguir ningún resultado más que una contusión en el dedo gordo del pie. Con un suspiro frustrado me aleje de ellos, y volví al guardia que aún seguía inconsciente, cogí la llave atada su cinturón y me dirigí a la puerta. En cuanto introduje la llave en la cerradura y la gire descorriendo el resorte que liberaría el picaporte me di cuenta del tremendo error que había cometido.
Había dos guardias, siempre había dos guardias en la puerta del almacén.
en respuesta a: El diario de Ethorin #3403568 de Yeslie del 106 Era 4ª
Al entrar en el almacén, desengancharon los caballos, y dejaron el carro en el centro mientras leían el manifiesto de la carga. Al primer descuido que vi, me deslicé fuera de mi escondrijo y me oculté en la penumbra del almacén entre cajas y demás bártulos. El ocaso paso y callo la noche mientras el comerciante y el enano revisaban la mercancía de caja en caja. Ha esta hora mis padres ya deberían estar preguntándose donde me encontraba, aunque tampoco se extrañarían demasiado, porque si bien no era habitual, a veces me gustaba corretear por las noches en compañía de los hijos de otros mercaderes poco relevantes de la ciudad.
Poco a poco, fueron recorriendo caja a caja mientras el enano hablaba y el comerciante miraba la carga con ojos codiciosos, sin duda pensando en los beneficios que le reportaría. Cuando terminaron de hablar el comerciante fue hacia uno de los laterales del almacén y cogió un cofre de tamaño mediano. Lo planto a los pies del enano y el resplandor del oro emano de él alumbrado la cara del enano. Rápidamente este empezó a sacar monedas y a formar montañas con ellas, sin duda contando si el pago estaba completo.
Tras 10 minutos contando monedas el enano quedo satisfecho y volviendo a dejar las monedas en el cofre, hizo un gesto a los mozos para que descargaran la mercancía. Cuando se dirigían hacia las cajas el mercader hizo un gesto señalando una segunda carreta que estaba en uno de los laterales del almacén, y los mozos empezaron a apilar las cajas dentro de esa segunda carreta. Una vez hubieron acabado, trajeron cuatro caballos los cuales colocaron en el tiro de la carreta, disponiéndola para su marcha. De vez en cuando algunos retablos de la conversación entre el humano y el enano llegaban a mis oídos, y lo que recuerdo es que había un pedido urgente de Anduar y el cochero partiría con el pedido al rayar el alba.
El enano volvió a subirse a su carreta y volviendo a entrechocar las manos con el comerciante puso los caballos al paso. El comerciante a su vez se dirigió a uno de los guardias y le entro una llave. Después, grito una orden a todo el personal del almacén que se dirigió hacia la salida mientras el guardia se acercaba por detrás de ellos a las puertas. Una vez hubo salido todo el mundo, el guardia, giro la llave en el ojo de la cerradura encerrándonos a los dos en el almacén con el cofre.
El pánico se apodero de mi al encontrarme encerrado y sin salida, y no porque me encontrará con un guardia armado en un sitio del que no había escapatoria, sino porque en unas horas debía levantarme a ayudar a mi padre a preparar la hornada del día siguiente.
A esa edad tu mayor miedo no es la muerte, sino una regañina de tus padres.
en respuesta a: El diario de Ethorin #3403557 de Yeslie del 106 Era 4ª
Continuando con el relato que he ido contando estos pasados días, decidí encaminar mis pasos hacia ese almacén en la fecha señalada en la hoja que había robado. La verdad, por mi mente jamás paso la posibilidad de que el mercader la hubiera echado en falta, mi mente se cegó por la cantidad de dinero que aparecía escrita en la nota. Quizás si lo hubiera reflexionado con más calma no hubiera acudido, pero ello implicaría que hoy no estaría aquí, escribiendo este diario para dejar constancia de lo complicada que fue mi vida y de como yo, Ethorin, logre convertirme en lo más parecido a un dios que jamás ha pisado la faz de Eirea. Posiblemente estaría casado, en una vida mediocre, regentando la panadería de mis padres, sin más perspectiva de futuro que la cena que me esperaba al llegar a casa. Pero no fue así como ocurrió, así que a mis jóvenes 14 años encaminé mis pasos hacia ese almacén poco antes del crepúsculo.
El almacén se encontraba a las afueras de la ciudad, en una zona poco transitada y como casi todos los almacenes de la ciudad, dos guardias flanqueaban sus puertas con cara de aburrimiento.
Me agazape detrás de unas cajas dispuesto a esperar que se sucedieran los acontecimientos y pensando que igual en el transporte de las mercancías podía arrastrarme hasta el carromato y sisar alguna de las gemas. Jamás pensé que pudiera hacerme con todas.
El sol se fue poniendo lentamente y al filo del crepúsculo una columna de hombres armados apareció por la carretera protegiendo lo que parecía una sencilla carreta tirada por cuatro caballos, en la que un enano vestido de acero sujetaba las riendas con la confianza que te otorga el ser perfectamente consciente de que puedes defenderte de cualquier imprevisto de manera capaz.
Del almacén salió el rico comerciante al que le había escamoteado la nota los días previos y, deshaciéndose en reverencias, se acerco al cabestrante donde se encontraba el enano que en ese momento bajaba a tierra con un pesado salto. Entre chocaron sus manos y el comerciante dirigió unas breves palabras al capitán de la escolta del carromato. Este a su vez, grito una seca orden a sus guardias los cuales se desplegaron por la zona mientras aferraban sus lanzas con fiereza.
Ese movimiento me pillo desprevenido y por primera vez caí en la cuenta de que el comerciante podría haberse dado cuenta de la sustracción de la nota, y un sudor frío recorrió mi espalda.
Mientras los guardias se desplegaban por la zona me vi acorralado en mi pequeño escondrijo rezando por que mi presencia pasara inadvertida a los guardias. Por suerte, así fue y tomando posiciones en las entradas del callejón empezaron a montar guardia.
El enano y el comerciante se adentraron el almacén dejando a dos guardias con la carreta. Decidí que era mi momento de pasar a la acción y ocultándome entre las cajas vacías conseguir ir acercándome a la carreta hasta llegar a sus ruedas. En ese momento el mercader y el comerciante salieron del almacén y encaminaron sus pasos hacia ella, así que decidí meterme debajo y engancharme a su eje mientras esperaba que los mozos empezarán a descargar la mercancía.
Grande fue mi sorpresa, cuando el enano volvió a subirse a la carreta y con un chasquido de las bridas, puso a los caballos al paso, dirigiéndose dentro del almacén conmigo enganchado debajo.
en respuesta a: El diario de Ethorin #3403546 de Yeslie del 106 Era 4ª
Tenía 14 años la última vez que vi a mis padres. A esa edad tuve que huir de Kattak para nunca volver, dado que ahí solo me esperaba la muerte. Desde que tenía unos 9 años habría descubierto que los niños de la clase menos pudiente de Kattak tenían una característica innata a su clase social. La invisibilidad. Éramos totalmente invisibles para los ricos mercaderes, siempre y cuando nos mantuviéramos alejados de las zonas caras de la ciudad y por supuesto de sus propios hijos. Podías cruzarte con ellos que sus ojos se dirigían inmediatamente al otro lado de la calle, como si no existieras. Así que aprovechando nuestra invisibilidad, me dedique a robarles.
Cada día me paseaba por el mercado, sisando algunas monedas de sus abultadas bolsas. La técnica era sencilla, simplemente te acercabas a ellos andando y en el momento en el que apartaban la mirada para evitar entrar en contacto visual contigo, alargabas la mano hacia su bolsa. Nunca la robabas enteras, simplemente deslizabas dos dedos dentro, los cerrabas y pillabas lo que podías. A veces eran algunas monedas de cobre, y otras de platino. En cualquier caso, te quedabas con más dinero del que tenías y ellos ni se enteraban. Era una forma fácil y discreta de incrementar mi inexistente capital. Lógicamente en Kattak no son unos salvajes, no te sentencian a muerte por sisar unas monedas, el problema vino el día que mis dedos en vez de atrapar unas monedas atraparon un papel.
Me encontraba como siempre deambulando sin rumbo por las calles, cuando vi a uno los comerciantes más ricos de la ciudad. Me dirigí hacia él sin dudarlo, ya que el cobre no mancillaba la calidad de su bolsa, esa bolsa solo contenía platino. Al retirar mis dedos de ella, contrariado, noté la textura del papel, continué mi marcha y al doblar un recodo miré cual había sido la frustrante recompensa de mis esfuerzos.
Recuerdo desdoblar el papel y leer sus frases, pues pese a que era hijo de un panadero, si sabía leer. La mayor parte de papel lo ocupaba una tabla, en la cual se enumeraban una cantidad de piedras preciosas, así como una cantidad de ellas. Después del papel, escrito con la regia letra de los enanos, aparecía la fecha de la entrega y el carretero que traería la mercancía. Por último, aparecían una cifra que tarde tiempo en reconocer, terminado en las siglas Plt. El motivo por el que tarde tiempo en darme cuenta a que se refería ese número es que jamás podría haber imaginado que semejante número podía ir relacionado con la moneda platino. En ese papel escrito aparecían miles de platinos, como la suma del valor de todas las gemas que componía el lote. Era más dinero del que jamás hubiera podido imaginarme. Por mi mente empezaron a pasar las imágenes de todas las cosas maravillosas y todos los lugares, para mi vedados, a los que podría acceder… Decidí, sin reflexionarlo demasiado, acercarme al lugar de la entrega en la fecha indicada, a ver si algo podía sisar.
en respuesta a: Me faltan posadas #340330Pues que las segundas a día de hoy no se pueden hacer xD
en respuesta a: Me faltan posadas #340085pero los que escribimos gestas y nos imaginamos el mundo de Eirea, entendemos que Takome es un reino enorme, que hay una senda larga de viaje hasta Anduar donde caravanas transitan noche y día, que Kheleb es un reino lejano… que tras días de viaje puedes ir hasta las tierras sombrías de Golthur…etc.
Eso depende del escritor, no todos se imaginan el reino de esa manera.
Lo digo porque yo también escribo gestas, y en mis gestas ir de Anduar a Takome no es un viaje de varios días. Utilizo los «tiempos de mud». Si tardo 20 minutos reales en ir de una ciudad a otra a pata, y dado que un día de mud son 2 horas reales, considero que la distancia entre estas dos ciudades es de 4 horas (de mud) de marcha de mi player.
Vamos lo que hago es adaptar la visión que hago en mis gestas del mud a lo que el juego nos indica, no pretender que como mi visión es distinta a la que ofrece el juego, es el juego el que deba cambiar para adaptarse a mi visión xD
en respuesta a: Balanceo Quest Comunion #340083Bueno los anárquicos también tienen que abrir grim para hacerse el npc de grimoszk…. La gran diferencia es que Golthur paga los mantenimientos de los guardias, por lo tanto el grado de dificultad de abrir una ciudad y la otra no es el mismo…
- Esta respuesta fue modificada hace 3 years, 5 months por lordsoth.
en respuesta a: El provenir de la Horda #340066Sentado en su trono Vuldeck, se concentraba en el futuro de la Horda Negra y en como acabar con sus más detestados enemigos, los enanos.
Con un gesto llamó a uno de sus sirvientes kobolds, al cual ordenó:
Vuldeck dice: ¡Waaaaagh! Trae a Bragqotul a mi prezencia.
Vuldeck vuelve a recostarse sobre el trono mientras espera la llegada de su viejo amigo Bragqotul.
-|Bragqotul|/- llega desde arriba.
Bragqotul hace una media reverencia a Vuldeck.
Vuldeck dice: Bienvenido, Bragqotul. Graciaz por acudir tan raudo.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Te preguntaráz porque te he hecho llamar….
Bragqotul dice: Buenas Caudillo. No tiene que darlas, uno de sus guardias me ha avisado de que requería de mi presencia y aunque sabe que paso el día trabajando en el taller para la mayor gloria de la fortaleza entiendo que será para algo importante.
Vuldeck dice: ¡Waaaaagh!, Ah, mi viejo amigo Bragqotul, cierto ez que ahora zoy el Caudillo, pero no hace tanto no lo era, y juntoz, como iguales combatíamoz a laz débilez razaz del zur.
Bragqotul asiente con una medio sonrisa.
Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, Ziempre me he fiado de tu criterio, y de tu preocupación por la horda, y zi bien ez cierto que no oztentaz ningún cargo en la horda negra, me guzta ezcuchar tu opinión zobre el porvenir de la horda.
Bragqotul dice: La verdad es que no fue hace mucho, pero esas ratas sureñas parecen que no saben hacer otra cosa que aparearse.
Vuldeck se ríe abiertamente.
Bragqotul dice: Por supuesto Vuldeck, ya sabes que siempre estoy disponible si puedo ayudar en algo.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Graciaz, viejo amigo. Déjame explicarte, porque doz grandez dudaz pezan zobre mi conciencia
Bragqotul escucha atentamente.
Vuldeck pregunta: Grrooaakk! La primera ez zobre loz nuevoz Znaga… ¿Tu zinceramente, como loz vez?
Vuldeck hace un gesto de exasperación.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Déjame explicarme
Vuldeck dice: Grrooaakk! Haz notado que últimamente, hay una gran cantidad de nuevoz reclutaz y cada día lucho por conzeguir que mejoren, por equiparloz con laz armaz con laz que tú y yo zoñabamoz cuando éramoz jóvenez, y que tanto ezfuerzo noz coztó conzeguir.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Me da miedo, eztar creando una horda grande, pero que no ezté a la altura de zuz antecezorez.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Recuerda que nueztra cuadrilla éramoz zolo cinco, y nozotroz cinco doblegamoz ciudadez y reinoz enteroz a nueztroz piez.
Bragqotul dice: Ese miedo lo deben tener todos los caudillos y por sus palabras entiendo que parece estar formando más una horda de goblinoides que de lorzuruks.
Vuldeck asiente lentamente.
Bragqotul dice: No debe preocuparse, deben luchar, recibir heridas, sangrar y saber que la lucha es la clave para sobrevivir y crecer en nuestra sociedad.
Bragqotul dice: Y si no están a la altura, simplemente esperaremos a una nueva remesa con más talento. No tenemos prisa, nuestras murallas son altas, nuestra fortaleza es inexpugnable.
Vuldeck pregunta: Grrooaakk! ¿Creez que zería interezante, retomar laz viejaz coztumbrez de laz batallaz de la fortaleza?
Bragqotul asiente con fervor.
Bragqotul dice: Vuldeck… la arena de la muerte en la que combatíamos casi a diario nos hacía más fuertes…
Vuldeck dice: Grrooaakk! Cierto, aunque algunoz no volvían a levantarze jamás
Vuldeck se ríe a carcajadas.
Bragqotul sonríe ampliamente.
Bragqotul dice: Es cierto que recibíamos heridas y, en muchas ocasiones, más grave de lo que realmente parecían, pero eso nos hacía tener un ansia de sangre y de poder que ninguna otra generación que yo haya conocido ha tenido.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Tuz palabraz zon zabíaz, viejo amigo. Laz tendré en conzideración.
Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, El otro tema del que quiero hablarte, ez quizáz…. máz peliagudo
Bragqotul dice: Soy todo oídos.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Recientemente he abierto máz la fortaleza a loz mercenarioz. El tranzito ez mayor, quizáz máz de lo dezeable, pero con el tráfico llegan laz noticiaz. Creo que la fortaleza negra, no debe permanecer ignorante a loz acontecimientoz que ocurren a lo largo de Eirea
Vuldeck dice: Grrooaakk! No zé zi han llegado a tuz oídoz, el reciente conflicto que ha acontecido entre loz reinoz de loz azquerozoz enanoz, con el rezto de laz débilez ciudadez zeguidoraz de Eralie
Vuldeck escupe al mencionar la palabra enanos.
Bragqotul dice: Algo he oído, pero bueno, no es algo que me pillara por sorpresa. Lo raro es que los enanos no estén actuando hasta ahora, si esa mina la hubiésemos excavado nosotros ninguna otra ciudad se atrevería a adentrarse en ella para extraer los minerales.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Conocez mi corazón, y que zolo penzar en ezoz azquerozoz barbudoz hace que laz anziaz ze apoderen de mí, y que nada máz me guztaría que exterminar zu raza por completo de la faz de Eirea.
Bragqotul sonríe mientras asiente.
Vuldeck dice: Grrooaakk! He penzado que quizáz, con ezte conflicto podamoz darle el golpe de gracia.
Bragqotul dice: Eso sería una victoria para Gurthang, sin duda.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Pero por loz informez que me llegan, laz hoztilidadez aún no ze han materializado.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Y quizáz una invazión anárquica, haga que ze unan de nuevo en contra del enemigo común
Vuldeck dice: ¡Waaaaagh!, Grrooaakk! Cuál ez tu opinión, viejo amigo.
Bragqotul pregunta: Disculpe el atrevimiento… pero, ¿cómo piensa hacer una invasión sino confía en los nuevos snaga?
Vuldeck dice: Grrooaakk! No me importa zacrificar unoz cuantoz Znaga, que actúen de carne de cañón zi con ello conzigo derrocar el imperio de Kheleb
Vuldeck dice: Grrooaakk! Pero zi me fio de la vieja guardia, que ezpero que ezte a mi lado, llegado el momento.
Bragqotul dice: Además… ¿una invasión? Los reinos Eralie se unirían al instante… eso mermaría nuestras filas, incluso si los snagas fueran útiles. Y de por hecho que las filas de Seldar aprovecharían esto para lanzar un ataque frontal, mínimo contra Ancarak.
Bragqotul dice: Si es cierto que las hostilidades son como dicen…
Bragqotul dice: ¿Por qué no aprovecha el momento pero de otra forma? Ahora que eres el caudillo puede hacer lo que le plazca… Y realmente está mal que yo le diga cómo debe jugar estas cartas, pero seguro que Colmillos venenosos puede hacer algo al respecto. No es lo más honorable, y por supuesto, yo no participaría en una batalla creada así, pero si puede cargar la culpa del asesinato de algún que otro enano… a algún que otro semi-elfo… Las hostilidades comenzarían frontalmente.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Zabía qué hacía bien al pedirte conzejo.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Jamáz ze me hubiera pazado por la cabeza.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Zabez que en cuanto pienzo en loz enanoz, lo único que quiero ez tirarme de cabeza contra elloz y dezgarrarloz con mi cimitarra.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Pero quizáz podamoz ayudar a que ezaz hoztilidadez ze materialicen…
Bragqotul dice: Lo sé de primera mano, pero debe ser paciente y ser más inteligente que el resto de caudillos que hubieran actuado de esta forma.
Vuldeck asiente, mientras baja la cabeza deliberando.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Graciaz por tu conzejo, Bragqotul, como ziempre ha zido de ineztimable ayuda para la horda.
Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, Creo que contactaré con nueztro agente de Colmilloz Venenozoz
Vuldeck dice: Grrooaakk! Y veré como pueden zervirnoz
Bragqotul dice: No debe dar gracias por los consejos, siempre estarán para ayudar a la causa.
Bragqotul dice: Ahora si me lo permite seguiré con mi trabajo, el taller está a rebosar de encargos y cada minuto que paso fuera hace que mis ayudantes quieran tirarse al lago de cristal de cabeza para no volver.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Viejo amigo, no quiero interrumpir máz tiempo tu trabajo en el taller de la fortaleza, pero quizáz tengaz tiempo para relajarte en la taberna mientraz deguztamoz un zabrozo Craneo Enano.
Vuldeck pregunta: ¡Groaaaak!, Grrooaakk! ¿Crez que tuz ayudantez zobrevivirán zin ti un rato máz?
Bragqotul dice: Se lo agradezco de verdad, en otro momento la aceptaría sin dudarlo, pero ya he venido con prisas aquí… de verdad si supiera la de manufacturas a medio hacer que tenemos pendientes, le aseguro que no me invitaría a la taberna.
Vuldeck dice: ¡Waaaaagh!, Grrooaakk! No hay problema. Ya brindaremoz por la derrota de Kheleb.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Ve ahora, y continua con tuz quehacerez amigo mío
Vuldeck hace un gesto con la mano despidiéndolo.
Bragqotul realiza una nueva media reverencia mientras sonríe.
Bragqotul dice: Gracias Vuldeck.
Bragqotul se retira raudo rumbo al taller de la fortaleza.
Sumido en estos pensamientos Vuldeck se prepara para realizar su nueva jugada, mientras sonríe.
en respuesta a: ¿Qué necesitan aprender los nuevos jugadores? #340041Como alguien dijo por arriba, subirse una ficha al 40 es relativamente fácil aunque no conozcas el juego, pero derrepente te ves en el mundo real, con una ficha que debería ser competitiva, te das cuenta de que eres completamente inutil en PK y te transformas en una granja de gloria, lo que frustra y desmotiva. Creo que los jugadores nuevos deberían quitarse la n teniendo conceptos claros de como se combate, HB, turnos, estilo de juego de su ficha en PK etc.
Estoy de acuerdo en parte. Como indicaba arriba temas de hb y demás pese a ser complicados creo que es interesante enseñarlos al menos a groso modo.
Pero por mucho que enseñes eso también te digo, a pkar se aprende muriendo. No hay otra
Una idea que se me ocurrio y me gusto, no se que opinaran, es que la xp que ganas en un pk este ligada a la gloria base (sin tener en cuenta las temeridades) ganada. Esto haria que cuanto mas nivel seas, menos efectivo sea el pk para subir de nivel. Y que al “gitanear” no ganes casi nada de experiencia, que hoy en dia puedes sacar bastante exp solo metiendote en cualquier pk (https://deathlogs.com/list_log.php?m_id=10&l_id=55637 3 vs 1, gana 180k de experiencia ). Todo esto con un limite a la exp que puedas ganar por cada muerte, como para que en un pk brutal de 100 de gloria tampoco te hinches de xp
Eso ya ocurre, dado que la XP ganada va en función de los pvs que quites al objetivo. Si se gitanea entre 5 a un tio, recibes una mierda de XP
Yo al igual que en su día vi bien la limitación de xp por pk (no como antes que ganabas al matar un clérigo que hubiese estado curando 2 millones) eliminarla no lo veo. Sencillamente porque es otra alternativa para subir niveles para los jugadores que le gusta el PK y no les gusta estar en un bosque matando jabalies
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