Respuestas de foro creadas
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en respuesta a: Pasarse equipo a uno mismo #352715
No queramos reinventar la rueda a estas alturas sobre temas de normas.
en respuesta a: modo no-pk #349281El día de los inocentes es el 28 de diciembre. jajajajajajajajajaja
Capítulo 26. Misterio final.
Zaykor ejecutó los pasos que le había indicado el leproso y ciertamente tardó pocos segundos en hacer los movimientos. Abrió los ojos y le comento al leproso:
- ¡No sucede nada! No te he causado ninguna enfermedad.
- Claro, a ver. Yo te voy a enseñar a formular este hechizo sin recitar palabras por alto, pero será necesario que las menciones por dentro. Esto resulta muy útil, pues el enemigo no sabrá que hechizo estás formulando hasta que ya lo haya recibido, te dará ventaja sobre el rival. Piensa en ‘harmi klotimus’ mientras estás saltando. Si no te importa practica ahora contra ese jarrón porque si lo haces bien ya te he dado todas las instrucciones y no quiero que me pongas aún más enfermo, dijo sonriendo el leproso.
Zaykor repitió el proceso. Estaba en ropa interior, después se concentró y puso la mente en claro, pesó por dentro el hechizo que quería recitar y sus palabras correspondientes, desplegó su peso sobre su pierna izquierda y finalmente dio un impulso hacia el jarrón tocando la parte superior del mismo.
Tras pocos segundos, el jarrón empezó adquirir un torno verdoso, similar al del moho y un hedor emano por el lugar, finalmente el jarrón exploto en mil añicos. Entonces el leproso dijo:
- ¡Rayos ! No sabía que el causar enfermedad originara infecciones en objetos inertes , creí que solo le causaría el daño mágico. Estoy muy sorprendido, en fin, todos los días se aprende algo nuevo.
El sacerdote estuvo practicando durante todo el día con cada objeto sin valor inanimado que encontraba hasta que finalmente se sintió con seguridad y podía confirmar que había aprendido el hechizo, causar enfermedad.
- En fin, eres un buen maestro, ¿quién lo iba a decir? Gracias, dijo Zaykor mientras le entregó una bolsa enorme de monedas de platino.
- Muchas gracias! La verdad que imaginaba que me darías algunos platinos, pero no esperaba ni en los sueños mayores más profundos que fuera una bolsa tan grande y condiciosa. Que Seldar te bendiga.
A partir de ahí el leproso se ganó el respeto de Zaykor que cuando pasaba por las calles de Galador y se lo encontraba, se tomaba un rato para dedicárselo a él. Le saludaba, le preguntaba que tal. Al enfermo le fue yendo mejor la vida, ya que pudo costearse mejores alimentos y habitación de máyor calidad en la posada de Galador con el dinero que le había donado Zaykor.
Además, cada vez que el sacerdote le veía le curaba sus heridas formulando un poderoso hechizo de sanación.- Oye, discúlpame, siempre te he llamado leproso, pero después de tanto tiempo te empiezo a considerar mi amigo. ¿Cómo te llamas?.
- Zoykar.
- Qué curioso, tenemos nombres muy parecidos.
- En realidad no es curioso, tiene su explicación.
Capítulo 25. Zaykor lo intenta.
El sacerdote se quedó atónito por la explicación, ya que él estaba acostumbrado a llevar ese tipo de armaduras y para el eran casi como parte de su piel. Se sentó en el suelo y se quedó unos minutos meditando sobre el asunto hasta que finalmente se levantó de nuevo. El leproso le veía preocupado y le dijo:
- A ver, señor. Puedes probar sin tu armadura a intentar emular lo que te he enseñado. Si no te gusta siempre puedes volver a vestirte, ¿no?.
Quedó convencido por sus palabras, así sin más dilación se desnudó atónito ante los ojos de algunos mercaderes que transitaban por las calles. Se quedó en ropa interior. Zaykor llevaba unos blancos calzones largos medievales y una camisa larga también blanca.
- Venga, así mismo. Voy a intentarlo. Primero me concentro ¿Verdad?
Un mercader pasó por su lado y le dijo:
– Sinvergüenza vístase, no ves que hay niños por la calle.
– Cállese, no ves que soy un poderoso sacerdote de Seldar, espetó enfadado Zaykor.El mercader siguió su camino y Zaykor continuó hablando.
- A ver ya se ha largado ese imbécil, vamos a seguir. Dame unos segundos para concentrarme.
El leproso no paraba de reírse por la situación tan histriónica y extravagante.
- Bien, eso. Cálmate, olvida el mundo que te rodea y continuamos.
- Ya me noto más tranquilo ¿Qué hago?
- Vale, ahora te estarás notando más sosegado y ágil debido a que estás focalizado por haberte concentrado y que te notas menos pesado por haberte librado de esa pesada armadura.
- Sí, así es.
- Ahora apóyate sobre tu pierna izquierda, pisa con todas tus fuerzas hacia el suelo y de un salto pon la mano en mi cabeza.
Capítulo 24. Enseñanza.
El leproso escuchaba atentamente el discurso del sacerdote lozano y siguió la conversación.
- Soy todo oídos, bueno, lo que queda de ellos, dijo con sorna y cierta cara de tristeza, el leproso bromeando con su enfermedad.
- En fin, es una pena tu situación, incluso injusta. Pero el daño que me causaste fue sobrenatural. Mis sacerdotes maestros tenían un poder similar, es algo sorprendente con la falta de recursos que tienes.
- Bueno, amigo. No siempre fui un leproso abandonado por las calles de Galador, yo antes era un clérigo bastante poderoso hasta que me sucedió algo terrible y fui apartado de la sociedad.
- ¿Qué te paso?
- Ahora mismo no deseo hablar de ello. Centrémonos en el pacto que me comentabas ¿Qué propones?
- Yo aún no he aprendido como causar enfermedad, y la manera que tú ejecutaste el hechizo me resulto interesante, pues ni siquiera musitaste las palabras, solo me tocaste y ya había contraído la enfermedad. En la escuela de sacerdotes, todos los hechizos requieren un cántico específico y creo que me podría dar ventaja formular sin necesidad de recitar las palabras mágicas.
- Bueno, no es complicado, podría enseñarte. Con eso ¿Estaríamos en paz para siempre?.
- Sí, no te pediré más favores. Intentaré extrapolar el conocimiento en otros hechizos mas avanzados, como el causar heridas mayores.
El leproso asintió y replico los movimientos que ejecutó el día que causó la enfermedad a Zaykor. Primero, se inclinó hacia él con el brazo extendido y la palma de la mano hacia abajo. Sus ojos se pusieron en blanco y con rapidez posó la mano en la cabeza de Zaykor.
- Este es el punto más dañino, la cabeza, dijo el leproso sin llegar a terminar el hechizo.
Si consigues enfermarle en el cerebro, su sistema nervioso se verá afectado de inmediato y se extenderá con facilidad. Por eso tocarle, por ejemplo, en la cabeza es menos eficaz. - ¿Lo de los ojos en blanco es necesario? Y … ¿Cómo has hecho para acertarte tan celerico a mi cabeza?
- Bueno, poco a poco. Te explico. Los ojos en blanco son mi forma de concentrarme, cada uno tiene sus maneras, hay gente que pone la mente en blanco, otros que piensan en otro tema. En mi caso poner los ojos en blancos me concentra. En cuanto a acercarme rápido, fíjate en mi vestimenta, voy casi desnudo. Llevar armaduras con estorbo te entorpecerá este tipo de acciones rápidas, afectando al rendimiento del hechizo. Por eso te aconsejo que por mucho que veas que todos los soldados, sacerdotes y hasta mercaderes de la ciudad vaya equipados con armaduras, pesas de mithril, de placas, etc. no les sigas ciegamente o te convertirás en uno más. Es cierto, aguantarás los golpes mejor, pero vas a ser muy predecible.
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Capítulo 23. Inicio complicado.
El sacerdote formuló un hechizo y tumbó al leproso de un embate y se fue del lugar. Después del evento sucedido, el leproso y Zaykor se odiaban a muerta y tenían una relación pésima. El motivo era obvio, le había causado una enfermedad. Sin embargo, lo que le había ocurrido era debido a la arrogancia de Zaykor y no todo eran malas noticias para él.
Prácticamente todos los días de camino al templo se lo encontraba y aunque al principio todo era un intercambio de miradas de reproche y odio, con el tiempo la tensión comenzó a aliviarse, ya que después de meses el leproso se acercó a él y le dijo:
- Disculpa por lo que te hice. He estado valorándolo todos estos meses y a pesar de que actuaste de manera incorrecta, no fue apropiado causarte esa enfermedad.
Zaykor estaba sorprendido de las palabras del leproso que en ningún momento había parecido arrepentido y le respondió:
- Me gustaría perdonarte, pero a pesar de que no te traté bien, no tenías derecho a atacarme vilmente.
- De verdad, si pudiera hacer algo para recuperar al menos la neutralidad contigo y que no nos miráramos con odio, lo preferiría. A decir verdad, temo por mi vida como ya sabes, los leprosos en Galador están perseguidos y cualquier día un ciudadano cualquiera podría asesinarme. Estoy aprendiendo que cuantos menos enemigos mejor.
- En verdad me apena tu situación. No has elegido estar así. Realmente entiendo que estés a la defensiva, pues siempre tienes que estar en modo de alerta ante eventuales peligros.
No es fácil vivir en una ciudad en la que no eres querido, sino rechazado y repudiado. No obstante, creo que te puedo proponer un pacto que te podría interesar.
Capítulo 22. Leproso rebelde.
- Amigo, ¿podría darme una limosna?
Zaykor, a pesar de no ser un asesino, se regía por su altanería y egoísmo agito la cabeza en ademán negando. El leproso insistió, esta vez tocando el brazo de Zaykor. - Por favor, una ayudita amigo, las calles de Galador son muy frías por la noche, necesito un techo y comida.
El sacerdote se sintió muy molesto, ya que el leproso se había tomado la libertad de tocarle, así que le propinó un empujón que lo tiro al suelo. El leproso se levantó rápidamente y le espetó: - Cerdo adinerado ¿Crees que puedes tratar así a las personas?
El leproso, de clase desconocida, empezó a murmurar unas palabras y su mano emitió un fulgor que al tocar a Zaykor le contagió la enfermedad. - ¿Qué has hecho, maldito leproso?
La piel de Zaykor se hacía jirones, estaba totalmente enfurecido y desatado. Desenvainó su báculo y comenzó a formular.
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Capítulo 21. Causar enfermedad
Causar enfermedad. Qué hechizo tan extraño. Recibes un toque de una mano espectral, quedas contagiado. ¿Eres inmune a la enfermedad? El hechizo se ve mermado ¿Cuándo aprendió Zaykor este hechizo?. Así aconteció la historia que prosigue.
Vagaba por las calles de Galador un joven sacerdote de Seldar que daba sus primeros pasos en el aprendizaje de hechizos. Solía entrar por la puerta norte de Galador con intención de dirigirse a la catedral, situada en el centro, para comenzar sus oraciones a Seldar.
Curiosamente, afortunadamente o paradógicamente incluso por el camino ya habitual que conectaba la puerta norte con el templo, solía encontrarse numerosos leprosos.
Era bien sabido que no eran recibidos con gratitud en la ciudadela y las normas permitían asesinarlos incluso a sangre fría a plena luz solar. Zaykor, aún muy joven para plantearse asesinar alguno de los leprosos, se limitaba a pasar de largo centrado en llegar al final del trayecto.
Era bien sabido que no eran recibidos con gratitud en la ciudadela y las normas permitian asesinarlos incluso a sangre fria a plena luz solar. Zaykor, aun muy joven para plantearse asesinar alguno de los leprosos, se limitaba a pasar de largo centrado en llegar al final del trayecto.
Capítulo 20. Concluye tu camino, fiel.
Cuando Zaykor regresó al altar de la catedral, sentía que la fe le envolvía y estaba satisfecho por haber cumplido con su cometido, Seldar lo esperaba con una mirada de aprobación.
- Zaykor, has demostrado que eres capaz de dejar de lado tu egoísmo y pensar en los demás. Sigue actuando de esta forma, y algún día serás el sacerdote elegido que ocupe un alto cargo tanto en D’hara como Galador, encargado de proteger a los ciudadanos de ambas ciudades. Ve a descansar, mi valeroso mensajero.
Con esas palabras, Seldar hizo que Zaykor se desmayara chasqueando los dos y quedara inconsciente durante varias horas. Cuando Zaykor despertó, se sintió rejuvenecido y lleno de energía renovada para seguir sirviendo a Seldar y ayudando a los demás.
Por eso, se esforzó por ser más humilde y servicial, y su amigo Tuyerk, el mago evocador, notó un cambio positivo en él. Ambos se convirtieron en un equipo poderoso, luchando contra el mal y ayudando a los necesitados en todo el reino de Eirea. Y aunque a se enfrentaron a muchos desafíos, con la sonrisa que Seldar les depositaba desde lo alto lo tenían bastante más fácil.
Capítulo 19. Demuéstrame que vales
Zaykor se sintió abrumado por la revelación de Seldar. Nunca había considerado su egoísmo como un problema, pero ahora se daba cuenta de que tenía que cambiar si quería seguir siendo fiel a su dios.
Así que, cuando Seldar le presentó una prueba para demostrar su compromiso con la humildad y el servicio a los demás, Zaykor aceptó sin dudarlo. La prueba consistía en ayudar a un grupo de peregrinos de las cercanías de Galador a llegar a su destino en D’hara cruzando un peligroso camino lleno de bandidos y ladrones.
Con ciertas dudas aceptó el desafío, fue abriendo paso a sus compañeros peregrinos. Recibió varias puñaladas, pero por suerte solo le causaron heridas superficiales y le dio tiempo suficiente a curarse sus heridas con hechizos y vendas que llevaba en la mochila. Incluso tuvo que tomar un elixir de salud. Sin embargo, con ahínco continuó la misión y finalmente logró llevar a los peregrinos de una pieza a la fortaleza
Capítulo 18. Autocrítica
Llevaba tiempo frustrado el sacerdote Zaykor por lo que se dirigió a la catedral de Galador. Se puso de rodillas ante el altar de la catedral y comenzó las oraciones. Había pasado mucho tiempo siendo ególatra y presumido, siempre pensando en sí mismo y en su propio bienestar. Pero últimamente, había empezado a cuestionarse si eso era realmente lo que quería Seldar de él.
- Seldar, mi dios, ¿debería seguir siendo egoísta y altivo? ¿O debería empezar a ayudar a los demás y ser más humilde? – oró Zaykor en alto.
Él no esperaba ninguna respuesta, pero una voz ultratumba surgió de las paredes y le contestó:
- Zaykor, tú has sido un fiel servidor durante muchos años, pero es hora de que aprendas a pensar en los demás y no solo en ti mismo. Si quieres seguir siendo mi sacerdote, debes empezar a actuar de forma más altruista.
Capítulo 17. Pelea entre trigo, granjeros. Vergonzoso.
Los dos comenzaron a pelearse con la adrenalina propia del momento. Uno estaba borracho y el otro colérico porque le había faltado al respeto. Estaban en los campos de cultivo, rodeados del cereal y con los granjeros mirando atónitos el espectáculo. Para más inri, el sol no daba tregua y hacia sudar a los “luchadores”.
Zaykor comenzó usando su hechizo causar heridas moderadas hacia Tuyerk, su intención era derribarlo, pero sin matarlo ya que él era consciente de lo poderoso que era y lanzar un causar heridas mayores podría hacer perecer al borracho. Sin embargo, este se defendió con su hechizo cono de frío, que lanzó un cono gigante de hielo picudo hacia la cara del sacerdote.
El sacerdote, que no se esperaba un ataque de tal magnitud, agito la cara congelada bastante sorprendido, a partir de ahí no bajo la guardia. Usó su calavera para curarse e infligir daño a Tuyerk, que se defendió con otro hechizo ‘cono de frío’. La pelea parecía estar empatada, hasta que Faekin decidió intervenir.
Capítulo 16. Pelea, pelea.
El anciano sacerdote, volvió a la posada de Anduar en busca de descanso después de un largo viaje del bosque Baldío. El sumo sacerdote había caído al suelo destrozado ya pues la magia que lo invocaba había terminado.
Zaykor estaba visiblemente cansado así que decidió entrar en la posada de Anduar a tomar un trago de vino. Mientras se sentaba a una mesa, escuchó un alboroto proveniente de una habitación al fondo. Al escrutar con su mirada toda la zona, encontró a un mago Orgo, borracho y causando problemas.
- ¡Sal de ahí, capullo!, ¿No ves que estas asustando a todo el mundo? – gritó Zaykor
- ¡No me hables así, humano! ¡Soy el que “maaanda”, y tú eres un desconocido paliducho! – contestó el Orgo
Pero Tuyerk estaba borracho y comenzó a molestar a Zaykor con palabras malsonantes. Él, con su orgullo tan alto siempre y presumido, no pudo soportarlo y ambos comenzaron a pelearse en la taberna.
Faekin, que había vuelto del bosque baldío también, trató de calmarlos, pero fue en vano. Seguía el ambiente tenso así que los dos decidieron llevar la pelea al exterior, a los campos de cultivo al este de Anduar.
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Capítulo 15: ¿Qué haces aquí Faekin?
Un buen día, el sacerdote viajó al Bosque Baldío al norte de Golthur con un propósito específico en mente. Él iba con la idea de comandar a un muerto llamado sumo sacerdote en las ruinas del norte del bosque. Era una invocación muy poderosa que portaba cadenas para atrapar a sus enemigos y a Zaykor le interesaba para futuras incursiones en Golthur.
Mientras caminaba por el bosque, Zaykor vio a Faekin, un joven yver’adras, practicando su oficio de trampero. Faekin había puesto cepos de diversas clases y trampas de luz por todo el suelo.
Zaykor se acercó al cazador y le dijo:
- Buenos días, joven Faekin. ¿Qué haces por aquí en el bosque?
- Buenos días, Zaykor. Dichosos los ojos hacia tiempo que no te veía. Estoy poniendo cepos en el suelo para atrapar a enemigos, de esta forma puedo ver si los consigo disimular con acierto. Además, estoy creando cepos con cuerdas y cadenas que hay aquí al norte ¿Y tú qué haces aquí? Estas bastante lejos de Galador – preguntó Faekin que estaba absorto y se había asustado al oír la voz de Zaykor.
- Voy a comandar a un muerto llamado Sumo Sacerdote en las ruinas del norte del bosque. Curiosamente ese no-muerto empuña cadenas, podría pedirle que te las diera para que siguieras construyendo cepos, trabajo en equipo como los viejos tiempos, sígueme – dijo guiñando el ojo Zaykor.
- Me apunto – respondió efusivo el yver’adras.
Capítulo 14: La batalla en Golthur
Los tres aventureros se enfrentaron a la puerta principal de Golthur, decididos a derribarla. Zaykor invocó un ogro óseo y levantó su calavera listo para usarla en caso necesario, mientras Faekin se preparaba para atacar con su cadena de hidra marina y Tuyerk conjuraba un unos rayos para electrocutar a los guardias orcos.
De repente, Zaykor lanzó un hechizo de columna de fuego, que llenó la puerta principal de llamas. Los orcos gritaron de dolor y trataron de huir, pero era demasiado tarde. Los tres aventureros avanzaron por las calles de Golthur, con la calavera de Seldar brillando en la mano de Zaykor. Cuando veía que había problemas Zaykor izaba este objeto y conseguía curar a sus aliados y dañar a los enemigos.
Prosiguieron el camino y avanzaron a la planta superiores hasta que finalmente toparon con el caudillo, era un orco gigante cargado de objetos diferentes al resto de orcos que se habían enfrentado. Sin duda su cargo, le otorgaba unos poderes especiales que el resto no tenían. Allí estaba rodeado de numerosos orcos soldados y chamanes.
- ¿Quiénes sois para atreveros a desafiarme? -gritó el caudillo, con una voz grave y firme.
- Somos los que te van a reventar, payaso -respondió Zaykor, con altanería.
El caudillo soltó una carcajada y desenvainó un mandoble gigante personalizado.
- Eso lo veremos -dijo – mientras saltaba de forma agresiva hacia los tres.
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