Respuestas de foro creadas
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No me parece bien que se expulse sin más a un miembro de la cofradía por inactividad. Hablo de mi caso personall, cierta ficha tuvo que superar un encargo del bajá para poder entrar. Expulsarlo solo con el motivo de la inactividad no lo veo suficiente peso, encima que un ladrón sufre lo suyo para poder entrar en una cofradía se le expulsa por… inactivo. Y si vuelve a jugar otra vez a sufrir para poder entrar.
Si el problema es que no puede haber más de x miembros en una cofradía, Satyr no se podría poner infinito el num. de miembros?
Con lo que estoy de acuerdo es con las tabernas, un sistema en el cual las cofras luchen por el control. Dicho lo cual, las cofradía son sistemas privados, no públicos al uso. Tal como yo lo veo (si quiero entrar en una banda y al líder no le gusto no hay tu tía).
Que no te engañen las letras.en respuesta a: El nuevo ¡¡VolcanPortatil!! #336362Una especie de sauna tipo Ak’Anon me parece un buen uso sin tampoco desbalancear si te quitas el volcanico. O un hechizo tipo terremoto con menos daño.
Con las herramientas taladro y sierra toda la razón. Una caña imantada la puede usar cualquier marinero por decir otra herramienta.
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Tesoros del balrog #336209Aunque lo que si es cierto es que los items de balrog son unicos por ficha, lo cual eleva sensiblemente su complejidad de que alguien te los comercie.
Desconocía esto, gracias es bueno saberlo. Entonces veo un problema en alguna ficha que requiera Balrog y no sea prudente.
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Balance de clases por bando #336208P.D. Si me he olvidado alguna clase disculpadme.
Sí, en el malo ahora se pueden crear mago-ladrones recientemente, lo que en total equiparía malo con bueno.
La propuesta no me parece mal.Que no te engañen las letras.en respuesta a: Juego de las 2 opciones #336098De siempre reyes.
Firefox o Chrome?
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Defender de soldados humanos takomitas #336070No se de que tira pero he podido salir de defender con varios intentos
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Transmutar en bozal. #336056Anilla de mithril se la vi a Xerocs, soldado hombre-lagarto
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Regalos de fin de Año #336055Yo voto por un vale a elegir nivel 10 🙂
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Feedback: formato de la ayuda de razas y subrazas #336054Creo que Lordsoth lo ha detallado muy bien. En el último punto poner solo la subraza que cambie respecto a la madre, es decir, si tiene x subrazas solo poner la que cambie y las otras dejarla como raza madre
Que no te engañen las letras.6. En el palacio de Ak’Anon:
Sigyfor, todo lleno de cenizas, fue directo a la CajaMetálicaParaMojarse para arreglarse lo más pronto posible. La ropa sucia la dejó en una esquina hecha un ovillo para no ensuciar las baldosas del armario. Al instante, la madre le traía un par de ollas con agua caliente y Sigyfor comenzó de inmediato a quitarse la ceniza antes de que se enfriara el agua.
El enfado por el accidente en la plaza había desaparecido. Ahora se sentía entre triste y preocupado, pensando especialmente en su padre. Le dolía la cabeza pero no le retrasó ni un segundo.
Después de 15 minutos, Sigyfor se encontraba vestido y preparado en la puerta de la casa junto a su madre. Volvió a ponerse su camiseta con el nombre «Sigyfor» bordado a mano.
– Mamá, ¿A dónde vamos a buscarle?
– Mmm… vayamos al palacio, a hablar con su jefe. Es el sitio más lógico donde se me ocurre que podríamos obtener algo de información.
– Me parece correcto. Tiene sentido – dijo Sigyfor asintiendo una vez.
Caminaron a paso ligero hasta el palacio de Ak’Anon. Sigyfor recordó el accidente de esa tarde al contemplar las escaleras, ahora vacías. Aún podía verse restos de ceniza en el suelo. Alejó los pensamientos con un movimiento de cabeza.Palacio de Ak’Anon: Entrada Te encuentras en el hall del Palacio de Ak’Anon, sin duda el edificio más grande de toda la ciudad subterránea. Es una sala de vastas dimensiones y con una cúpula en el centro que debe traspasar la misma corteza de la montaña, pues la luz de la que se alimenta el Palacio entra por ahí. El suelo es de mármol, con un dibujo situado justo en el centro: una rueda dentada.
Entraron ambos de la mano, sintiendo una fuerza centrífuga succionadora pero no ocurrió nada, como de costumbre. En la entrada se encontraban los dos guardias mecánicos que custodiaban el palacio. Eran dos autómatas con forma humanoide, no mucho más alto que un gnomo. Se movían de forma artificial pero coherentemente, alimentados por baterías. Los guardias mecánicos les saludaron con sus voces robóticas.
– Bip bip. ¡Saludos a los dos!
– Saludos. ¿Está el jefe de la seguridad de Ak’Anon? – preguntó la madre.
– Bip. Si, por allí. Bip bip -señalaron los guardias la puerta del noroeste.
Sigyfor entró detrás de la madre, contemplando por primera vez aquella parte del palacio. Habían varios gnomos trabajando en un caos de papeles, cachivaches y gritos. La madre se dirigió a un gnomo mayor, con algunas arrugas y pelo blanco. Vestía ropa normal de la sastrería pero lo que le hacía diferente era las tres medallas que tenía colgadas en el peto de Urlom y un par de relucientes floretes envainados en la cintura.
– Buenas casi noches, SeguridadTodoElDia – dijo la madre con una leve inclinación de cabeza.
– Bienvenida bella gnoma. SeguridadTodoElDia para serviros – respondió el gnomo con otra inclinación de cabeza.
– Veréis buen gnomo. Busco a mi marido. Él trabaja en la seguridad de Ak’Anon, generalmente patrullando los exteriores. Debería haber venido a casa para la hora de la comida y mira que alturas de día es y no tenemos noticias de él. Me preocupa que le haya sucedido algo grave. Pensamos que usted, su jefe, podríais decirnos algo.
– Mmm… sí… – dijo el gnomo arrascándose la cabeza con la mano derecha. Esta mañana hemos recibido a un soldado herido…
– ¿Está bien? – interrumpió la madre con voz alterada.
– Sí, sí… eso parece. No ha sido grave. Solo un encontronazo con un pillo un poco borracho.
– ¿Dónde se encuentra entonces?
– Acompañadme, está en la enfermería del palacio aguardando a que el médico termine de examinarlo y curarlo – dijo el gnomo haciendo una reverencia mientras indicaba con la mano la puerta.
Tras pocos pasos, los tres gnomos se encontraban en la puerta de la enfermería algo impacientes.
Toc, toc. Llamó a la puerta el jefe de seguridad. Se oyó un murmullo y unos ruidos desde el interior y, con un crujido, el médico abrió la puerta observándoles. Un gnomo de edad no muy avanzada, vestido con una túnica blanca y unos inventos colgados al cuello.
– Buenas. CuroHeridas para servirles.
– Buenas CuroHeridas. A mí ya me conoces. Y estos son la mujer y el hijo de a quien te trajimos esta mañana herido. – dijo SeguridadTodoElDia señalándoles.
El médico les miró con ojos abiertos y levantó la comisura de los labios.
– Pasad, por favor. Él ya se encuentra bien del todo. Estaba a punto de darle el alta.
Pasaron al interior y la familia se reunió en un fuerte abrazo. El padre tenía una venda en el hombro izquierdo y unas magulladuras en las manos y la frente pero tenía buen aspecto.
– ¡Padre! ¿Qué te ha pasado? Estábamos muy preocupados – dijo Sigyfor sin soltarse del abrazo.
– Siento mucho no haberos avisado. Vine corriendo al palacio y antes de que pudiera decirle a alguien que os enviase un mensaje me encerraron aquí en la enfermería. Pero no os preocupéis, me encuentro bien. CuroHeridas dice que en una semana tendré el hombro perfectamente – finalizó moviendo el hombro en círculos.
– Pero ¿Qué sucedió amor? Es la primera vez que te hieren… – dijo la madre en un suspiro.
– Patrullaba cerca de la entrada, más cerca de la Cantina ‘El Barriga’ que de la puerta de entrada. Me distraje viendo unas marcas en la pared cuando un pillo sigiloso medio borracho me atacó por sorpresa. Afortunadamente mis reflejos actuaron rápido y evité lo peor. Su puñal se clavó un poco en mi hombro pero nada grave. Le esgrimí sus ataques con mis floretes y pude reducirlo y vine aquí de inmediato.
Sigyfor y madre suspiraron profundamente de alivio. CuroHeridas y SeguridadTodoElDia seguían hablando de sus cosas a unos metros de ellos.
– ¿Y qué pasó con el pillo? – preguntó Sigyfor interesado.
– Avisé a mi jefe, el que está aquí con nosotros, y mandó a otro soldado para arrestarlo. Quedó tirado en el suelo balbuceando palabras inconexas. Ahora creo que se encuentra en la cárcel pero eso a mí ya no me importa. Quién sabe que podría haber sucedido si ataca a un pobre inocente…
– Bueno, volvamos a casa. Es tarde y debemos de cenar. ¡Te haré tu plato favorito! – dijo alegremente la madre.
De vuelta en casa, Sigyfor se quedó en el salón sentado al lado de su padre mientras la madre preparaba la cena en la cocina. Sigyfor le relató lo bien que empezó el día en clase y lo mal que acabó la tarde en la plaza. Sin duda, el padre no le importó mucho, sabía que Sigy nunca dominaría tan bien la magia como su madre. Pero no le importaba, era su hijo y siempre lo sería con sus virtudes y defectos.
La cena constó de unas albóndigas con unas patatas fritas y un buen vino de Veleiron que guardaban para ocasiones especiales. Sin duda esa noche lo era, el padre de Sigyfor estaba bien y no se podía pedir más.
Todos se acostaron pronto, un día largo sin duda. Sigyfor, acostado en la cama, pensaba en la mañana siguiente. ¿Cómo estaría PecasAlegres con él? ¿Bien? ¿Mal? ¿Indiferente? Por otra parte no practicó nada de la ventriloquia y eso le aterraba. No quería hacer el ridículo en clase así que tenía que pensar algo durante la noche…Que no te engañen las letras.en respuesta a: Transformar símbolo #335993Al salir del mud de forma voluntaria si no lo desinvocas pierdes el símbolo y la transformación. Lo he comprobado con un Seldar. Siempre me imaginé que era así y no era bug.
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Juego de las 2 opciones #335982Pirata ARRR
Reggaeton o pop?
Que no te engañen las letras.5. La tienda de magia:
La niña gnoma llegó a casa contenta por la mañana junto a Sigyfor. En la clase, PecasAlegres hizo un sencillo hechizo que simulaba mirar al profesor cuando realmente miraba a Sigyfor, así no se dio cuenta que le miraba atentamente. En la comida estuvo un poco absorta pensando que se pondría para la tarde con su compañero de clase.
Sigyfor, por su parte, también llegó contento a casa. Se sintió cómodo en clase. No se daba cuenta, pero PecasAlegres no salía de sus pensamientos. Tanto fue así, que casi vuelve a tropezar con Xzy0 plantado en mitad de la plaza. Con un suspiro profundo, retomó el camino a casa donde le esperaba su madre.- ¿Mamá? Ya estoy en casa – dijo de pie en la puerta.
- Bienvenido Sigy. ¿Cómo te ha ido el día? – gritó la madre desde la cocina.
- Muy bien. Me puse de compañero con PecasAlegres para el trabajo de HabloConElVientre. ¿Te acuerdas de ella?
- ¿Cómo olvidar a esa niña? ¡Si el padre es compañero mío del trabajo! – dijo la madre entre risitas.
- Hablando de padre. ¿Dónde está el mío? – dijo Sigyfor entrando en la cocina aún con la mochila en la espalda.
- Todavía no ha llegado. Parece que se retrasó en el trabajo ¿Te parece que comamos nosotros mientras?
- Vale… que después de comer me tengo que arreglar…
- ¿A dónde vas con tanta prisa?
- He quedado con PecasAlegres para pasar la tarde – se ruborizó Sigyfor.
- Pues no se hable más que esto está listo. ¡Hoy toca estofado de ciervo!
La comida fue tranquila, aunque la madre no dejaba de mirar a su hijo con una sonrisa que solo las madres saben hacer cuando intuyen algo bueno. Como de costumbre, Sigyfor seguía sumergido en sus pensamientos y no se dio cuenta de absolutamente nada.
Sigyfor se puso una camiseta lisa de color azul y unos pantalones con un azul más claro tirando al celeste. No era ropa muy nueva, pero no tenían dinero para más. Limpió un poco los zapatos desgastados y dando un par de taconeos se los ajustó al pie.
Al poco, Sigyfor se encontraba llamando en la puerta de PecasAlegres. Ella vivía un par de calles más allá, no muy lejos, pero a pesar de ser medio vecinos solo se veían en clase. Era la primera vez que quedaban fuera del colegio. Sigyfor no paraba de mover los pies y las manos nerviosamente mientras contemplaba la casa. Todas las casas gnómicas se parecían mucho pero la de PecasAlegres tenía en las dos ventanas unas plantas trepadoras con flores blancas que le daban un aspecto peculiar.
PecasAlegres Salió de casa con una amplia sonrisa en el rostro. Saludó a Sigyfor desde la puerta con la mano y bajó los tres escalones de la entrada con unos pequeños saltitos.- Hola Pecas – Sigyfor con voz entre tímida y alegre.
- Hola Sigy – PecasAlegres sin dejar su amplia sonrisa.
- ¿Qué te apetece hacer?
- Mmm… ¿Vamos a la tienda de magia a ver qué encontramos?
- Si quieres… vamos – dijo Sigyfor con voz poco entusiasta deseando que no tuviera que hacer nada de magia o ambos podrían salir muy mal.
En el paseo estuvieron hablando de sus cosas más allá de las clases. PecasAlegres era simpática y abierta con Sigyfor, contando cosas en confianza. Sigyfor aprendió que PecasAlegres no tenía muchos amigos a pesar de su popularidad en el colegio. Le iba bien en la magia de la ilusión pero no tan bien en otro tipo de magia por eso estudiaba mucho todos los días. Sus padres eran algo exigentes en todos los aspectos. Tenía que sacar buena nota, tenía que colaborar en casa, y tenía que aprender a fabricar inventos de gnomos que le doblaban la edad. A pesar de todo, PecasAlegres era feliz con su vida. Sigyfor sintió envidia sana. A él solo le iba bien en casa, era un poco desastre en el colegio y tampoco tenía muchos amigos.
Tienda de Magia Debido a la gran pasión de los gnomos por la magia, y sobretodo por el ilusionismo, una tienda dedicada a este arte no podía faltar en su ciudad. Y la verdad es que el negocio no va nada mal, son muchos los pergaminos y objetos mágicos que se venden al cabo del día.
Ambos entraron sonrientes a la vez a la tienda de magia. El tendero estaba de espaldas con un montón de pergaminos en su regazo. Sigyfor y PecasAlegres desde el centro echaron un vistazo rápido a la cantidad ingente de pergaminos colocados en las estanterías. Todos tenían una etiqueta que los identificaba sin necesidad de abrirlos. El olor a pergamino nuevo y tinta abrumaba a Sigyfor pero PecasAlegres parecía como si estuviera en casa.
El tendero, tras terminar de colocar unos pergaminos en la estantería que tenía en frente, se giró y les saludó afablemente.- Hola, hola. ¿En qué puedo ayudaros pequeños aprendices?
- Mmm… ¿Tenéis algo de nivel básico nivel 2? – respondió PecasAlegres.
El tendero asintió alegremente y se puso a rebuscar en la estantería que le quedaba a la derecha. Los niños gnomos siguieron curioseando la tienda con los ojos sin moverse del sitio.
- ¡Ajá! – exclamó el tendero. Se giró y puso varios pergaminos en el mostrador aún enrollados.
Los niños alzaron la vista curiosos de los pergaminos que el tendero les mostraba.
- Mirad chicos, tengo estos 4. Este es de ceguera… este espejismo… este insensibilidad… y este último es de sordera – fue señalando uno a uno.
Los jóvenes gnomos se miraron entre sí y parecieron murmurar algo. Al final PecasAlegres tomó la palabra.
- Nos quedamos con el de insensibilidad – señaló PecasAlegres al tercer pergamino empezando por la izquierda.
El tendero asintió y colocó los otros 3 pergaminos en su lugar. Sigyfor agarró su bolsa de monedas y contaba unos platinos pero PecasAlegres fue más rápida y le pagó antes de que Sigyfor se diera cuenta.
Asombrado, Sigyfor quedó con la boca abierta con la bolsa en la mano derecha.- No… no… no hacía falta que lo compraras tú – farfulló todavía con la bolsa en la mano.
- Calla tonto. No hay discusión que valga.
- Pe… pero podríamos haberlo pagado a medias…
- Luego lo discutimos Sigy – dijo PecasAlegres entre risitas.
PecasAlegres guardó el pergamino enrollado en su mochila y se pusieron a dar un paseo tranquilo por el resto del mercado. Visitaron la herboristería donde compraron algunas plantas medicinales. Pasaron por la herrería por curiosidad. Y, finalmente, compraron unas ropas de color negro en la sastrería.
Ak’Anon: Intersección Principal Esta es la plaza central de Ak’Anon, donde coinciden la mayoría de las calles. Cinco calles nacen desde esta intersección hacia diferentes direcciones, la mayoría son las calles principales de la ciudad. Un gran edificio se alza en la plaza, el Palacio de Ak’Anon. La fachada está construida en mármol, con numerosas columnas que lo sostienen. Unas escaleras ascienden hasta la entrada, una puerta de unos tres metros de alto -bastante grande en proporción al tamaño de los habitantes de esta ciudad-.
De vuelta en la plaza central, se sentaron juntos en un lateral del primer escalón de acceso al palacio. PecasAlegres, sin dejar su sonrisa, extrajo el pergamino de insensibilidad, le quitó el lazo y lo abrió con sumo cuidado.
- Creo que no es complicado este hechizo Sigyfor…
- A ver, déjame que lo vea.
PecasAlegres le pasó el pergamino extendido y no dejó de observar con ojos muy abiertos a Sigyfor. Sigyfor movía los labios leyendo el pergamino.
- ¿Quieres intentar formularlo? – dijo PecasAlegres detrás del pergamino.
- Mmm… no sé si podría… titubeó Sigyfor.
- ¡Sí! ¡Seguro que puedes! Además estoy yo para echarte una mano.
Sigyfor suspiró profundamente y repasó atentamente palabra por palabra, memorizando cada detalle por mínimo que fuese. Tomando aire, se puso en pie con el pergamino extendido.
- ¿Estás segura?
- ¡Sí! Nunca te he visto hacer magia en clase y me gustaría verte…
Sigyfor se concentró lo más que pudo.
- ¡niks sensibielen!
El pergamino se consumió en las manos de Sigyfor con un fuego de color anaranjado y las cenizas cayeron sobre su cresta cobriza manchándole toda la cabeza. Sigyfor quedó de pie atónito con las manos extendidas como si todavía sujetase el pergamino. PecasAlegres quedó tan atónita como Sigyfor sentada en el escalón.
Sigyfor parpadeó un par de veces y bajó los brazos con un leve suspiro. Sus manos también quedaron manchadas de ceniza. Sin darse la vuelta hacia la chica, dijo:- ¿Entiendes ya por qué no hago magia en clase? – sollozó Sigyfor.
- Sí… pudo susurrar la gnoma.
- Creo que será mejor que vuelva a casa… – dijo Sigyfor mirándose la ropa cenicienta.
- Lo siento mucho de verdad… podrías haberme dicho que…
- ¿Decirte qué? ¿Que no se me da bien la magia? ¿Que no se me da bien nada? – dijo iracundo.
Sigyfor con un gruñido ronco se alejó de la plaza. PecasAlegres se quedó sentada sin poder decir nada con una expresión indescifrable.
- ¿Mamá? Estoy en casa… – dijo Sigyfor desde la puerta abierta de la entrada.
- Sigy cariño… ¿Pero que te ha pasado? – preguntó la madre con cara de sorpresa.
- He tenido un accidente con un pergamino… – suspiró Sigyfor.
- Ve a ducharte y luego me cuentas… creo que tenemos que salir de casa de inmediato…
- ¿Por qué? ¿Sucede algo?
- Tu padre no regresó del trabajo todavía y mira la hora que es…
Que no te engañen las letras.en respuesta a: Coronavirus pa cuándo? #335954¿Podemos extrapolar esto y decir que reinos previene el COVID?
Absolutamente de acuerdo. Estar en casa encerrado jugando es la mejor vacuna.
Que no te engañen las letras. -
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