Respuestas de foro creadas
-
AutorRespuestas
-
en respuesta a: Algunas historias de personajes #345830
Historia para Kunkh
La vida era dura en Mor-Groddûr, y no fue una excepción en el caso de Kunkh. La vida promedio de un goblin apenas llega a los diez años de vida, en caso de incluir el índice de mortalidad prenatal. Cuando nació, Kunkh era el único superviviente de su ‘camada’, habiendo devorado a sus hermanos en el vientre de su madre. Pero es la única manera para un goblin de asegurar su supervivencia: no tener hermanos con los que pelear.
El pequeño goblin pronto comprendió el sitio de la sociedad goblin en donde debía estar. O mejor dicho, dónde debía no estar. No debía de estar a la vista de todos, en donde cualquiera de los mayores le mandaba tareas que él consideraba aburridas y monótonas. Kunkh odiaba limpiar las vísceras de las matanzas de los demás, pero durante su juventud nunca tuvo la paciencia ni la destreza suficiente para desobedecer a sus mayores. Sólo se lamentaba y mientras fregaba la sangre del suelo, tramaba su plan.
No fue hasta algún tiempo después que lo ejecutó. O mejor dicho, los ejecutó. A todos. Por abusones, por viejos, y sobre todo, por darle órdenes. No pensaba tolerar ni una orden más. Descubrió (para sus sorpresa) que los goblins que más gruñen y dan órdenes son los más fáciles de estrangular con sus propias tripas, y que el crack del quebrar de sus cuellos son más similares al crujir de una pisada que pisa una rama seca de lo que quieran admitir. No, los goblins eran débiles y Kunkh no quería ser débil como ellos.
Vagabundeó algún tiempo por los Bosques de Eirea, al aire libre, y después por los desiertos. Kunkh se maldecía en los desiertos. ¡Qué sed daban! Poco después, el pequeño Ojosrojos llegó a Anduar. Se sintió allí un paria, donde pronto todos empezaron a temerle. El pequeño goblin no sabía por qué, acostumbrado a su sociedad brutal. Allí en Anduar descubrió que no sólo los goblins eran débiles, sino también los elfos, los enanos y los gnomos. ¡Ah, y los halflings! En la Horda Negra todos lo llamaban débil, pero Kunkh no conocía rival más fuerte que él.
Comenzó a hostigar a todo aquel que pudo para probarse a sí mismo, derrotando innumerables enemigos por todo el Reino, y con ello ganándose a veces el favor de la guardia de Anduar (otras veces ganándose alguna regañina). Y el guardia con quien más en contacto estuvo era Rogruk el Rompedientes, un semiorco que, pese a ser débil como todos los demás a ojos de Kunkh, le hizo gracia. Al menos era humilde y eso agradó al Goblin, quien aceptó en alguna ocasión en viajar con él en el barco.
¡Oh, los barcos! Eran una fortaleza flotante que no podías destruir con golpes, sino a pedradas de unos aparatos de los cuales Kunkh enseguida se enamoró irremediablemente. Catapultas que servían tanto para disparar proyectiles a enemigos como disparar enemigos de proyectiles. Él y Rogruk pasaron buenos tiempos en alta mar, hasta que Kunkh tomó una decisión.
Sí, los goblins eran débiles, pero los demás también. Su tiempo de limpiar la sangre de la cubierta del lundar había pasado, y necesitaba algún otro que se dedicara a hacer esa tarea (ya que ni el ni el semiorco fueron jamás grandes virtuosos en eso de fregar, si bien es cierto que las condiciones de higiene tampoco les importaban demasiado). Kunkh iba a regresar a Mor Groddûr y a reclamar el puesto que se merecía entre todos los demás débiles.
en respuesta a: La bendición de Nirvë #344538CAPÍTULO 3
Nuestro investigadores reúnen algo de información en la Taberna «La Mar Revuelta» de Alandaen, orientando sus pesquisas hacia su siguiente paso y recabando información inquietante.
Los parroquianos beben silenciosamente mientras hablan en voz muy baja el tema de moda en la villa. Rumorean sobre vagos detalles sobre actividades criminales en Alandaen. Al parecer se sospecha del asentamiento de una hermandad pirata en él. > Zakamwel bosteza cansadamente. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Ay Leethel, qué sueño tengo hoy. El crepitar del fuego es lo único que se escucha en la pequeña sala, a excepción de algunos comentarios oportunos. Los pescadores que acaban de llegar de faenar parecen comer y beber en riguroso silencio. > Leethel dice: Pues abre bien los ojos, tenemos que sacar algún tipo de información. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Pero voy a hacer el esfuerzo para salvarle el culo a mi semihermano. Zakamwel dice con voz sobrenatural: El señor que nos mandó la misión, nos dijo que buscábamos a Dientes de hierro, un roco pirata. Zakamwel mira a los parroquianos de alredor. Leethel dice: Así es, pero preguntar directamente por él no nos ayudará. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Mira en aquella esquina, Leethel. Zakamwel señala hacia una esquina, disimuladamente. La Taberna Mar Revuelta es una taberna pequeña pero de aspecto acogedor. Pequeñas mesas de madera con cuatro sillas están colocadas a intervalos regulares de manera muy junta. Hay varios pescadores tomándose silenciosamente unos tragos y comiendo algo después de la dura jornada que han tenido que pasar en el mar. Algunos borrachos están durmiendo la mona encima de las mesas. Un fuego de leña hace que el ambiente sea agradable. Sobre la chimenea pueden contemplarse varias decoraciones de estética marinera, en especial de pescadores: redes de pesca, anclas, un catalejo oxidado y un pequeño cuadro. > Leethel se gira sobre su tronco alcanzando la esquina que le dice Zakamwel. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Allí hay un par de orcos que podrían ser piratas dada la pinta. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Tal vez podríamos invitarles a una cerveza y enterarnos de qué les trae por aquí. Leethel dice: Te sigo. Los parroquianos son callados y comen y beben en un estricto silencio, mientras te lanzan miradas desafiantes sin parpadear siquiera. Van vestidos de la cabeza a los pies con enormes abrigos amarillos y gorros de lana marineros, dejando poco que ver de sus rostros. > Zakamwel se levanta y se encamina hacia los orcos. Zakamwel exclama con voz sobrenatural: ¡Buenas tardes, señores! Leethel se levanta lentamente tras Zakamwel. Leethel susurra a Zakamwel: No creo que esto sea buena idea. Son bastante feos, con sus enormes ojos saltones que miran a los extraños de una forma paranoide, pero no son orcos, desde luego. > Zakamwel dice con voz sobrenatural: Supongo que os sorprenderá que una pareja de semi-elfos venga a hablar con una pareja de orcos, pero tranquilos, somos amigables. Nos estábamos preguntando si podríamos jugar una partida de dados contra vosotros. Los pescadores se miran entre sí, sin entender muy bien al semielfo. Aldeano mira a su alrededor con gesto contrariado. Zakamwel Saca de la capa un juego de dados. Leethel contonea levemente la cabeza hacia ambos lados de sus hombros. Leethel exclama: ¡Hola, señores! Leethel dice: Perdonad a mi amigo. Notáis como un parroquiano os mira silenciosamente con sus enormes ojos saltones. El crepitar del fuego rompe el enorme silencio de la sala. El viento choca contra las ventanas y se filtra, llenando la sala de un salado aroma de mar. Leethel dice: No puede estar sin jugar más de media hora. Leethel coge del hombro a Zakamwel y lo sienta en la silla de la que se levantó. Zakamwel se agacha y tira los dados al suelo. Un seis y un tres. Zakamwel recoge los dado y vuelve a sentarse. Leethel dice: Así será mejor. El comentario de Leethel ni siquiera arranca un atisbo de sonrisa en los parroquianos, quienes parecen no tener ninguna intención de conversar. > Zakamwel dice con voz sobrenatural: Bueno, Leethel. Tendremos que buscar otro sospechoso. Leethel susurra: Esos son simples pescadores, dudo que sepan nada. Leethel alza su mirada sin reconocer a nadie en la taberna. Zakamwel vuelve a investigar la zona alrededor. La Capa Sangrienta de Nerbrad de Leethel derrama sangre sobre el suelo. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: Voy a pedir cervezas para mirar por el otro lado de la barra, ¿quieres una? Leethel levanta la mano a Tomeo, levantándoles los dedos iíndice y corazón, indicándole que le ponga ambas bebidas. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Vale, te me has adelantado. No hay problema. Leethel dice: Acabo de pedir dos a Tomeo, estará al servirlas. Los parroquianos habituales han vuelto de faenar y forman grupitos con los que cuchichean, sin apenas levantar la voz. Sólo una figura al fondo parece inmóvil de forma solitaria, contemplando la decoración del local. Leethel mira hacia la puerta. Zakamwel se fija sin mucho descaro en la figura solitaria del fondo. Se trata de un viejo pescador de barba rala y canoso, vestido con ropa remendada, que mira desconfiadamente alrededor y bebe con bastante avidez de una botella prácticamente vacía. Al parecer es muy mayor como para pescar y prácticamente es un vagabundo. Sus manos tiemblan por el consumo excesivo de alcohol y es difícil entenderle. Sus manos son callosas, curtidas de un trabajo duro con cuerdas y amarres de toda una vida. > Zakamwel parece decir algo, pero sus palabras no flotan en el aire. Leethel da un codazo a Zakamwel. Leethel dice: Buena idea. Zakamwel se levanta y se acerca al hombre. Zakamwel exclama con voz sobrenatural: ¡Buenas tardes tenga usted! Leethel Va tras de Zakamwel. Zakamwel debería reconocer al marinero borracho. Se trata de Allen, el Pescador, quien apura como respuesta la botella que lleva en la mano. Zakamwel exclama con voz sobrenatural: ¡Hombre, Allen! Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿Cómo te va la vida después de nuestro encargo, señor? Leethel mira sorprendido a Zakamwel. El pescador parece reconocer al semielfo. > Zakamwel dice con voz sobrenatural: Hicimos con mi semihermano un favor a este señor. Leethel dice: ahhh… Leethel tiende la mano al hombre mientras le dice su nombre. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Espero que haya prosperado tu imperio de pesca, y que hayas adornado muchas servilletas con el nombre de Ashkar. Zakamwel guiña un ojo. Allen mira a los dos semielfos: ¿Acaso importa? Sólo soy un vagabundo y no importo a nadie. ¡Y es mejor así! Allen vacía de un trago su botella, ignorándote por completo. Parece que tiene sed. Leethel grita: ¡Tomeo! Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: Importa, amigo, importa. Hicimos un trato, ¿recuerdas? Leethel dice: traíganos un par de botellas a la mesa, por favor. Leethel toma asiento junto al anciano. El pescador ignora a Zakamwel y se dedica a vaciar botellas a una velocidad considerable. Zakamwel Retira hacia un lado la próxima botella que el pescador iba a coger. Allen: Las cosas no están bien por aquí. Marchaos y no os pasará nada. ¡Hip! Alandaen se ha vuelto muy peligrosa. ¡Hip! Zakamwel dice con voz sobrenatural: Compadre Allen, estoy hablando contigo, y me gustaría que me hicieras algo de caso. Leethel observa a Zakamwel. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿Recuerdas nuestro trato? Allen: Compadre… ¡Hip! El que tienes que hacer caso eres tú. Allen: Márchate de aquí y no hagas preguntas, y no te pasará nada. > Allen: Si le preguntas a Tomeo, a él le va fenomenal, pero en Alandaen están sucediendo cosas. Ha desaparecido gente. Últimamente Alandaen se ha convertido en un lugar peligroso, lleno de piratas y contrabandistas. > Zakamwel dice con voz sobrenatural: Mmmmmmmmm… Leethel se empina una botella mientras escucha la conversación. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Siempre ha habido contrabandistas y piratas en Alandaen, no sé qué sorprende a un pescador experimentado como tú. Allen: ¿Sabes por qué? Le va bien, porque los negocios aquí están siendo muy rentables y tiene bastantes clientes. Pero no hace muchas preguntas y no sé mucho más. Ojos que no ven corazón que no siente, dicen. Y a río revuelto, ganancia de pescadores, digo yo. Y los pescadores regresan a puerto con las redes llenas, incluso aquellos más humildes parecen disponer de bastante dinero. Si no fuera por las continuas intromisiones de los Nivrim, que no le dejan respirar con redadas y otros menesteres, el negocio sería muy, muy productivo. > Zakamwel dice con voz sobrenatural: Donde hay piratas, y contrabandistas, siempre hay problemas. Las desapariciones tampoco me sorprenden, aunque sí me preocupan. Allen: El dinero llama al dinero, se suele decir. Y así ha pasado. El señor Entibo, el pescador, cada vez contrata a más y más lugareños y parroquianos. Parece ser que está haciendo una gran fortuna y eso ha atraído ni más ni menos que a una hermandad pirata por aquí, liderados por un fiero capitán. Su líder, Colmillos de Hierro, es un enorme orco que ha causado el terror por todos los mares de Eirea. Nadie conoce su verdadero nombre, se le llama así por la capacidad que tiene con sus dientes de devorarlo todo. Debe de tener la dentadura como un auténtico tiburón. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿Tú sabes quién anda detrás de estas desapariciones? Allen: El señor Entibo es un lugareño respetado por aquí, trabajador y buen pagador. Es el empleador de más de la mitad de los parroquianos de por aquí. Si buscas trabajo quizá deberías hablar con él, algunas noches se deja caer por aquí. Podrás invitarle a un trago y hablar con él, si quieres. > Leethel empieza a notar los efectos del alcohol. Zakamwel apunta en un pergamino el nombre del señor Entibo. Allen: Pero el señor entibo es un tipo peligroso. Muy peligroso. Y poderoso. Oh, sí, tiene una fortuna, heredada de su tatarabuelo. ¿Y sabes qué está haciendo con ella? ¡Ha contratado a Dientes de Hierro para proteger sus intereses! ¡Y ahora quien hace preguntas desaparece! > Zakamwel apunta en el pergamino. Contrata colmillos. Preguntas = Desaparición. Allen, el Pescador, suspira: Puedes buscar en las alcantarillas de Alandaen si quieres. Los hacen desaparecer en una cloaca clandestina, está en un callejón sin salida. Puedes “meterte por la alcantarilla” y comprobarlo con tus ojos, pero te lo advierto, no dejarán ese sitio sin vigilancia. Y ahora ya he hablado demasiado. > Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿y… cuáles son los intereses de este buen señor? Zakamwel mira de reojo como Leethel continúa emborrachándose. Allen el Pescador ignora por completo las últimas palabras y vuelve a mirar los alrededores de la taberna, como si buscara algo. Ha dado por finalizada la conversación. > Leethel mira al anciano. Leethel dice: Me vais a permitir un segundo. Zakamwel le asiente con la cabeza a Leethel. Leethel se levanta torpemente, y a trompicones y con un leve contoneo se dirige hacia las letrinas. Zakamwel se da una torta en la frente. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: Allen, ¿todo el mundo se emborracha tanto aquí como este? Zakamwel señala a Leethel mientras se va. Leethel regresa del baño con una ligera mejoría en su caminar. El pescador ni siquiera parece escuchar las palabras de Zakamwel, absorto en sus pensamientos. Su mirada parece ir del cuadro al ancla colgada en la pared, las viejas redes de pesca y un catalejo oxidado, para finalizar en la danza del fuego de la chimenea. Leethel pregunta: Tenía que cambiarle el agua al canario, ¿ya me entiendes no? Zakamwel asiente con la cabeza. Leethel pregunta: Bueno amigo, ¿quieres otra botella? Zakamwel dice con voz sobrenatural: Y no será la última vez con todo lo que has bebido. Zakamwel hace un gesto de basta con la mano. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Leethel, deja esa botella y vamos a la otra mesa. Parece que Allen no está dispuesto a hablar más con nosotros. Leethel le da una palmada en la espalda al anciano, animándolo a que lo acompañe a beber. Leethel coge la última botella de la mesa y se la lleva a la anterior. Zakamwel mira en el mismo orden que el pescador los instrumentos de pesca. Leethel pregunta: ¿Qué pasa Zakamwel? Leethel pregunta: Estas bebiendo poco, ¿eh? Zakamwel dice con voz sobrenatural: Estoy de servicio, amigo mío. La vida de mi semihermano podría estar en peligro, y con eso no puedo jugar. Leethel pregunta: Almenos, hemos podido conseguir algo de información, ¿no? Zakamwel saca el pergamino y se lo enseña a Leethel. Zakamwel mira una pequeña ancla oxidada, retirada del servicio activo hace ya mucho. Posiblemente de un bote pesquero, pesadas redes de pesca deterioradas por el paso de los años. Un viejo catalejo oxidado, descolorido por el paso del tiempo. El cuadro lleva por título “La Pesca Milagrosa” y se ve un barco pesquero enfrentándose a la pesca con arpones de una gran ballena. El cuadro en cuestión capta vuestra atención: “La Pesca Milagrosa” fue un evento ocurrido hace muchos años y que enriqueció a los pescadores de Alandaen. Los balleneros, dirigidos por Obado Entibo, pescaron una enorme ballena gigante en las costas de Alandaen, enriqueciéndose gracias a ello. Obado Entibo siempre alegó ser guiado por la propia diosa Nirvë. Leethel dice: Muy bien, has tomado nota de todo. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Tenemos el nombre de un mafioso poderoso, y lo que hace con los cuerpos. Zakamwel acaba de apuntar, los cuerpos los echa en las cloacas. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: Estoy cansado, Leethel, y tú borracho. ¿Te parece si continuamos mañana? Leethel dice: Me parece bien. Leethel dice: Ya tenemos algo más por donde continuar mañana. Zakamwel exclama con voz sobrenatural: ¡Tomeo, apunta las botellas a la cuenta de los Ashkar, espero que pronto seamos vencinos! Leethel se levanta y se dirige a la puerta como dignamente puede. Zakamwel acompaña a Leethel a la puerta sujetándolo como si no lo hiciera. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Venga amigo. Nos vemos mañana, duerme mucho, y bebe mucha agua, pero de río, no de mar.
¿Qué podrán encontrar nuestros investigadores en las cloacas? ¿Serán peligrosas? Pronto lo averiguarán…
en respuesta a: La bendición de Nirvë #344457CAPÍTULO 2
Algo parece desquiciar más a los Nivrim en Alandaen. A través de Terni, dos aventureros comienzan a hacer pesquisas en el pequeño pueblo pesquero…
Era un día soleado en Anduar. La plaza, abarrotada como siempre, se conformaba como el centro neurálgico de toda clase de habitantes. Siendo una ciudad tan cosmopolita y tan tolerante en su neutralidad, todo el mundo sabía que la plaza era el sitio indicado para que un aventurero encontrara trabajo en estos días. Y eso esperaba encontrar Terni, el viejo soldado. Espadas de alquiler. Terni: ¡Eh! Vosotros, jóvenes aventureros. ¿Queréis una oferta de trabajo digna? Zakamwel mira a Terni con antención. Leethel se gira hacía la proveniente voz anciana. Leethel se acerca a Terni, con signos de interesarle. Terni: Tengo una oferta de trabajo, si os interesa. ¿Queréis trabajar para Anduar? Zakamwel observa la interacción de ese hombre con Terni. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿es a mí? Leethel pregunta: ¿Trabajar… para Anduar? Terni: A ti, y a cualquiera lo suficientemente diestro y valiente como para ayudar a la guardia nivrim con un asunto particular… Leethel dice alegremente: Mientras paguen bien, estoy dispuesto a realizar cualquier trabajo. Terni: Así es. Estoy buscando jóvenes valientes para que ayuden a mi ciudad. Lo haría yo mismo, pero no tengo la edad… Leethel dice: La guardia nivrim, asunto particular, suena bien… Zakamwel dice con voz sobrenatural: Mi semihermano es guardia Nivrim, yo por ayudar a mi semihermano mato. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Pero habrá que ver en qué consiste este trabajo que tienes para cualquiera que se preste. Terni: Veréis, últimamente las cosas se están descontrolando un poco en Alandaen. Allí los Nivrim tienen un pequeño destacamento en el puerto que les permite controlar la mercancía que entra y sale de Anduar, dado que es un puerto comercial importante. Sin embargo, últimamente la piratería ha aumentado y el contrabando se ha hecho más y más común, así que la Guardia Nivrim está incautando cada vez más artículos y no da abasto con las redadas. Pero últimamente no es lo único que ha ocurrido, también ha habido extrañas y misteriosas desapariciones, posiblemente mediante extorsiones y secuestros. Leethel mira de arriba abajo al viejo, y asiente con la cabeza, dandole la razón al mismo, no esta para muchas aventuras. Zakamwel mira con cierta desconfianza. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿Desapariciones? ¿Y por qué los bardos no han cantado todavía sobre esto? Terni: Los sospechosos habituales ya tienen fichados a todos los miembros de la guardia, y no resulta fácil identificarlos. Por ello necesitan de colaboradores menos… reconocibles. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Normalmente cuando hay una noticia como esa, vuela de taberna en taberna al poco tiempo. Leethel mira al peculiar semi-elfo que tiene su atención sobre terni. Furan dice con cierta embriaguez: Yo hhe cantaddo shobre eshhoo perrro nadie me eshhhcucha. Leethel dice: ¡Eh tu! Zakamwel dice con voz sobrenatural: Bueno, si lo que queréis es pasar desaparecibidos, es mi especialidad así que con eso no tengo problema. Zakamwel se gira hacia el hombre que antes hablaba con Terni. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿Qué sucede, buen hombre? Leethel exclama: ¡Sí, te hablo a tí! Zakamwel asiente con la cabeza. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Cuéntame. Leethel pregunta: ¿estás tan interesado como yo en lo que cuenta Terni? Terni: Pagaré generosamente por las pruebas de la muerte de esos bastardos que tanto daño están haciendo a las pobres gentes de esta ciudad. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Estoy pensando en los pros y en los contras. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Me ha dejado usted intrigado con el tema de las desapariciones. Leethel dice: Puede que el trabajo, entre los dos sea más sencillo de realizar. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Mi hermano además de un buen guardia Nivrim, es un gran marinero, y pasa muchas veces por el puerto. No quisiera que le pasara nada. Zakamwel mira a Terni y al hombre extraño alternativamente. Terni: No es para menos. Los Nivrim están bastante desquiciados y saturados con este tema. Leethel mira extrañado al semi-elfo. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿Cómo se llama usted? Leethel dice: Me llamo Leethel. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Zakamwel, encantado. Zakamwel tiende la mano a Leethel. Leethel adelanta su mano hacia Zakamwel. Zakamwel dice con voz sobrenatural: bien, yo voy a participar de esta investigación. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Mi hermano podría correr peligro y como comprenderá, no estoy dispuesto a consentirlo. Terni: ¿Entonces estáis interesados? Recordad, en Alandaen. Id allí y preguntad a ver si conseguís hacer alguna pesquisa acerca de lo que ocurre en realidad. > Zakamwel dice con voz sobrenatural: Por supuesto, cuantos más seamos, será más fácil averiguar lo que sea que están tramando. Leethel exclama: ¡Espero ser de utilidad!, pero te seré sincero, yo solo lo hago por el dinero. Zakamwel se gira hacia Terni. Terni: Dinero tengo, pero lamentablemente mucha más información no. Os tocará investigar si queréis el oro. Zakamwel se arrodilla en el suelo dejando a sus pies el puñal y la daga. grupo os llevo yo con la descripción de la taberna o de donde queráis ir Leethel dice resignado en voz baja: El oro, dice el oro, me gustaría ver con cuanto oro cuenta este. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Cuente con mi puñal y mi daga. Zakamwel se levanta y le hace un gesto a Leethel para que le siga. Leethel dice: Dame unos segundos Zakamwel. Zakamwel le asiente con la cabeza a Leethel. Leethel se ajusta sus bontias botas de piel. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Terni, volveremos con la información que necesita, no lo dude. Leethel se pone en pie, se ajsuta su casaca y recoge el petate del suelo. Leethel echa la vista atrás comprobando que no se deja ninguna pertenencia. Zakamwel empieza a anar hacia Alandaen junto con Leethel. Leethel dice: Zakamwel, estoy listo, partamos a Alandaen. Taberna «La Mar Revuelta». Se trata de una taberna pequeña pero de aspecto acogedor. Pequeñas mesas de madera con cuatro sillas están colocadas a intervalos regulares de manera muy junta. Hay varios pescadores tomándose silenciosamente unos tragos y comiendo algo después de la dura jornada que han tenido que pasar en el mar. Algunos borrachos están durmiendo la mona encima de las mesas. Un fuego de leña hace que el ambiente sea agradable. Sobre la chimenea pueden contemplarse varias decoraciones de estética marinera, en especial de pescadores: redes de pesca, anclas, un catalejo oxidado y un pequeño cuadro. Zakamwel pregunta con voz sobrenatural: ¿Y cuál es tu especialidad, Leethel? Leethel pregunta: ¿mi especialidad dices…? Leethel sonrie picara y brevemente. Zakamwel mira fijamente a Leethel. Tomeo, el Viejo Tabernero: ¿Aquí se viene a consumir? ¿Qué os pongo? Leethel saluda a Tomeo. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Perdona, Tom. Estaba hablando con este señor. A mí pone un vinito de esos tuyos. Leethel una jarra de la mejor cerveza que tengas. Leethel dice: una jarra de la mejor cerveza que tengas. Zakamwel se aproxima a la mesa más lejana y se sienta. Tomeo se pone manos a la obra con las bebidas, mientras mira de reojo a los recién llegado. Zakamwel da un trago a su vaso de vino. Leethel se sienta frente a Zakamwel, en la misma mesa. Leethel da un profundo sorbo a la jarra, para escupirla seguidamente y salpicar a Zakamwel. Leethel se pone en pie. Leethel grita: ¡TABERNERO! Globsglobis, el tunante, se ríe con una estruendosa carcajada mientras señala a Zakamwel. Leethel exclama: ¡Le he pedido la mejor cerveza que tenga! Zakamwel mira a Leethel con gesto de sorpresa. Leethel se gira hacia el palurdo que se rie a carcajadas. Tomeo mira con mala cara a Leethel: ¿Algún problema, señor? Leethel dice en voz baja: Zakamwel, menuda mierda de cerveza tiene este tabernero. Leethel pregunta: ¿algun problema dices? Leethel coge la jarra de cerveza y se la ofrece a Tomeo. Leethel dice: Pruebe usted mismo y compruebe el problema. Globsglobis, el tunante, ata los cordones de un parroquiano, haciéndole caer de bruces al intentar levantarse. Zakamwel abre los ojos desorbitadamente. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Tomeo, yo te pago la cerveza de este caballero, y ponle un vaso de vino, por favor. Leethel dice: Y más te vale que el vino sea bueno. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Leethel, siéntate, no quiero problemas en esta taberna. Globsglobis, el tunante, sonríe maliciosamente. Leethel mira a Zakamwel mientras se sienta resoplando. Zakamwel dice con voz sobrenatural: Globsglobis, te estoy vigilando, cuidadín. Zakamwel dice con voz sobrenatural: bueno, vamos a ver por dónde empezamos. Leethel dice: Prestemos atención a todos, seguro que podremos enterarnos de algo. Tomeo sirve una copa a Leethel. Esta vez el vino parece no llevar ningún tipo de laxante. Zakamwel mira uno a uno a los parroquianos de la taberna.
Ambos aventureros cruzan las miradas en la taberna. ¿Por dónde empezar a investigar?
¿Qué hay detrás de todo este asunto tan turbio, que trae de cabeza a los nivrim? Pronto
comenzarán a hacer sus pesquisas…
en respuesta a: Personajes de temporada #344303¿Todos incondicionales? Quiero decir, lo que quieres es fomentar el pk, ¿no?
en respuesta a: Dudas reajustar #344200Vale, ya está hecho. Los idiomas de erudito me los han respetado, y los que compré con gestas también, así que en realidad no he perdido ninguno.
en respuesta a: Ladrones, sigilar y buscar. #344012Aprovecho para añadir (desde mi punto de vista semi-novel) que creo q la habilidad robar debería tener más probabilidades de éxito, por lo menos cuando robas monedas. Tengo un ladrón nivel 25 (incondicional) y no consigo robar a veces ni a NPC. Sólo lo he conseguido una vez para robar 20 platinos a un jugador. Y con ello me han caído 4800 platinos de multa. ¡No es una queja! Pero dado lo que leo en el chat sobre las quejas de cofradías, mi experiencia como ladrón y el juego en sí, los ladrones no roban… porque es casi imposible aunque la víctima esté distraida!
en respuesta a: La historia de Rogruk Rompedientes #343907El capitán Rogruk rompedientes paseaba por la cubierta del «Sirena Varada». Era un lundar al que tenía cierto aprecio y acostumbraba a llevar pasajeros entre Alandaen y Keel por un puñado de monedas, algo que complementaba su escaso sueldo Nivrim. Oteó el horizonte y regresó al timón mientras suspiraba de aburrimiento mientras contemplaba a las dos figuras de cubierta.
Los dos hechiceros permanecían de pie sobre la cubierta del barco, contemplando con respeto el resultado de la fuerza combinada de su magia. Él, más alto, musculoso y delgado, escudriñaba algún punto en el horizonte. Ella, más bajita y regordeta, todavía mantenía el poder entre sus dedos y vigilaba las jarcias, con los brazos en alto. Los vientos mágicos que impulsaban a las velas cangrejas no eran demasiado fuertes, el barco podría resistir. El vaivén de las olas era regular y con buen ritmo, avistarían tierra pronto.
Cuando se relajó, casi empezó a disfrutar del aire. Caminó hacia su compañero. Ambos llevaban la cabeza afeitada y tatuada de extrañas marcas rituales azules. Vestían túnicas rojas. Cruzaron las miradas y entraron en el camarote del capitán, sin mediar una palabra. Allí, se sentaron sobre la mesa redonda, la cual estaba llena de comida. No había nadie más en la sala.
- Estamos lejos de casa – dijo la mujer. El mago la fulminó con la mirada – Sólo quería asegurarme que todo este viaje no ha sido tiempo perdido- se excusó.
El mago respondió, pero se tomó unos segundos previos.
- Todo coincide. Los mapas. Las llaves. La magia residual y la ausencia de dioses. Todo. Y los demás nos esperan
No pudo evitar pensar en la reciente guerra. Miró precavidamente al capitán, que entraba por la puerta en esos momentos. Era un semiorco imponente, ataviado con un parche y una barba descuidada de varias semanas sin afeitar. Un capitán lo suficientemente carismático como para lidiar con una tripulación descontenta y propensa a los amotinamientos y haber sobrevivido así más de cinco años. Vestía una cota de mallas de mithril, y llevaba el pelo trenzado cayendo por los hombros. El capitán se sirvió un muslo de pollo y puso los pies encima de la mesa. Ni siquiera se molestó en tragar.
- Los AguasNegras están listos. Tienen gente dentro y aquí afuera sed de sangre. Simplemente dad la orden y cortarán el pescuezo a quien queráis o tomar la ciudad que necesitéis. Nosotros en cambio os traeremos la información que pidáis, o puedo llevaros de contrabando las veces que necesitéis, no queremos vernos involucrados en nada más. Sin embargo – masculló – no somos vuestros perros falderos. Os costará oro. Un oro que esperamos tengáis…
El alto mago miró tan intensamente al pirata que éste palideció.
- No lo dudes.
-
Me fío, me fío – respondió el pirata. Se sirvió otro muslo mientras la grasa se distribuía por su boca y entre los dientes se quedaban atrapados trocitos de la piel y la carne del ave. – Últimamente todos los trabajos que hemos hecho para vosotros han salido bien, y han estado bien pagados. Es inteligente, jugar con el dinero, si ya me entiendes….
Parecía que iba a decir algo más, cuando fue interrumpido por una voz susurrante y melosa, al otro lado de la puerta.
- Vigggila lo que dicessss.
El marinero dio un respingo y se incorporó de un salto. Siempre se asustaba cuando la voz susurrante tras la puerta hablaba. Era de un magnetismo tremendo, casi hipnótica, felina. Y nunca avisaba de dónde estaba. De hecho, Rogruk no la había visto nunca, y le inquietaba a la par que intrigaba. También le disgustaba profundamente desconocer a aquel ser en su propio barco.
– Recuerrrda que eresss sssussstttitttuibleee…
Los Magos Rojos se miraron otra vez entre ellos. Desde luego, los mercenarios eran una cosa, pero la Voz Susurrante tras la Puerta era otra bien distinta. De alguna forma, el pacto al que habían llegado beneficiaba a los tres, y sin duda provechoso, aunque posiblemente a ninguna de las tres partes le gustara cooperar. Afortunadamente, la voz del vigía gritaba ‘Keel a la vista’ allí afuera.
- Más vale no llamar la atención – dijo por fin el mago de la cabeza rapada y tatuajes azules -Así, todos conseguiremos lo que buscamos. Oro, – enumeró, mirando al satisfecho marinero semiorco que sonreía maliciosamente – las Llaves… – dijo mirando a su compañera. Luego, su vista se posó en la rendija de la puerta.
– Venganzzza.
en respuesta a: La historia de Rogruk Rompedientes #343726Rogruk Rompedientes se sentó en la silla del despacho de la Guardia Nivrim y extrajo un sobre de su maloliente mochila. Volteó el envoltorio y vio que llevaba firma y sello del Banco de Anduar. Miró el reloj de soslayo, la hora marcaba su descanso. “Bueno – pensó el semiorco – es hora de echar cuentas”.
La mayoría del extracto bancario cuadraba, pero no entero. O al menos no le cuadraba a Rogruk, que era despistado y malo para los números. Todavía le costaba la diferenciación y el cálculo de moneda. En la partida de ingresos figuraban muchas líneas con los conceptos Azarov, Kenhualdo y Raztge, mientras que la mayoría de partidas de gastos comenzaban por “lundar”.
El semiorco suspiró. Había derrochado una pequeña gran fortuna en aquellas embarcaciones. Y sin embargo le gustaban y se sentía cómo con ellas gracias a su herencia racial. Le encantaba aferrarse a aquellos timones de cráneos para surcar los mares de Eirea. Pero si echaba un vistazo a las cuentas, económicamente todo eran pérdidas. Sea reparando o en barcos hundidos, Rogruk había perdido ya media docena de lundars.
El Milano Centenario, el Tiburón Errante, el Pesadilla del Ahogado, el Sirena Varada, el Terror Nocturno… por mencionar unos pocos. Había sido víctima muchas veces de su propia ineptitud como marinero. Sin embargo, ya no era un novato. Las tornas habían cambiado. Había sido víctima de piratas, incluyendo las del Capitán Tan. No pudo evitar mascullar “¡¡Algún día me vengaré de ese malnacido!!”.
También contempló los gastos de equipo. También había pagado pequeñas fortunas (desde su perspectiva económica) para equiparse. Botas de mithril, espinilleras de legionario, brazales yuan-ti… Había decidido que su próxima adquisición sería una cota de mallas de mithril encantada, que le vendían por 4000 platinos. Aún le faltaba un porcentaje alto que ahorrar.
Y no había sumado los gastos de entrenamiento. Si no fuera por ayudas de su semihermano, estaría sumido en la más total bancarrota. Pero eso era antes, cuando todavía era un novel en los Reinos de Leyenda. Recogió con parsimonia el extracto y lo guardó en un cajón que servía como taquilla en aquella sala común. Se limpió el sudor de su frente (siempre pasaba mal trago cuando tenía que hacer números) y se incorporó, para realizar otra patrulla. Había que ganarse el pan, y el sueldo de la Guardia era fundamental para ello. Sonrío antes de enfrentarse otra vez a las calles de Anduar. Algo había cambiado. Ya no era un novato.
en respuesta a: Hilo sobre el evento «Expedición a Y502» #343711Propuesta: el jinete debe no campear en la sala del portal, ya que bloquea la mazmorra al completo. Propongo que sí hace una kill en esa sala se mueva hacia otra sala diferente o continúe patrullando la mazmorra!
en respuesta a: La historia de Rogruk Rompedientes #343674Rogruk se encontraba en Anduar, realizando tareas de guardia. Concretamente en el banco, realizando aburridas (y monótonas) guardias. El día no prometía mucho hasta que fue contactado por Oob.
Oob de Mor Groddûr era conocido por Anduar y alrededores como un gran guerrero, muy sigiloso y terriblemente peligroso. Sin embargo respetaba a Anduar y a sus gentes, y la guardia de Anduar le respetaba a él. Se encontraba allí por negocios. Rogruk miró al goblin y la mercancía que tenía. Era cara, pero sin duda merecía la pena. O al menos era cara para Rogruk, quien con su sueldo tampoco tenía demasiados platinos en las arcas bancarias…
Descubrió que aquel temido goblin en realidad era bastante agradable. o al menos eso le pareció. El semiorco se encontraba bastante a gusto con aquellos miembros de la Horda Negra, quizá por su herencia de sangre. Y a este pequeño guerrero, su reputación le precedía.
Intercambió unas pequeñas palabras con él y el semiorco descubrió que Oob había venido a vender. Rogruk miró su equipo de soslayo, estaba quizá anticuado si Anduar entraba en guerra otra vez, como en eras pasadas. El equipo de Oob, aunque pequeño, denostaba una gran calidad y el semiorco no dudó en comprárselo.
Cuando el goblin se marchó y su turno concluyó, le faltó tiempo al semiorco para buscar un herrero que le agrandara aquellas piezas de su armadura