Respuestas de foro creadas

Viendo 15 publicaciones - del 1 al 15 (de un total de 49)
  • Autor
    Respuestas
  • Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Escucha, llevo años jugando al League of Legends y no sabía que tenía derecho a elegir su sistema de administración y gestión. A ver si miro en sus foros y encuentro las votaciones 😀

     

    Más allá de la lógica de ciertos argumentos, que se esgrimen y lanzan como si fueran verdades objetivas, y terminan tornándose en filfas a poco que las piense uno, no termino de entender el camino que ha tomado el hilo. Hasta donde sé, Reinos de Leyenda lleva AÑOS con apertura de inscripciones para todos los puestos que han habido: inmortales, gestores de juego, avatares varios. A poquito que uno se informe, puede consultar los requisitos y aplicar a un puesto. Y a menos que pase algo raro, ahí que entrará. Pues anda que han pasado pocos jugadores por cargos varios… Aprendices de inmortales, podríamos hablar de un número largo.

     

    La cosa es que, al final, cuando llega el momento de valorar el tiempo necesario para rendir en el cargo, con su correspondiente aprendizaje y monitorización, algunos ven el chat, algunos tells que reciben, y el ambiente en general que destilan algunos jugadores, y por lo que sea, se les terminan quitando las ganas. O sea, imaginad meterle cientos de horas de trabajo gratis a mejorar un juego para la comunidad, y te encuentras a gente hablando de que «claro, como es amigo de no se quién», «es que no tienen ni puta idea», «pues a mengano bien que le perdonásteis no sé qué», «macho, a ver si arregláis el bug que reporté hace 2 días», «este hechizo es una mierda y llevan años pasando de revisarlo», y puedo poner un laaaaargo etcétera de ejemplos más al uso.

     

    ¿Quiero decir con ésto que hay que hacer la pelota a los inmos? No. Quiero decir que hay que tener empatía, paciencia y humildad. Que hablamos de que gente, de manera altruísta y sin beneficios económicos, pierde su tiempo libre en programar, revisar, gestionar, testear, balancear, mejorar y corregir un juego con una carga de trabajo, tanto de programación como de «documentación» bastante elevada. Entonces, en vez de exigir, patalear y señalar a dichos gestores y programadores, sería bastante más inteligente, y productivo, sugerir, entender y apoyar a éstos. Como impresión personal mía.

     

    Ahora bien, si de verdad alguno está tan seguro y convencido de que puede mejorar lo presente de dichos gestores y programadores, supongo que lo propio sería optar a dichos puestos y cambiar las cosas con su trabajo desde dentro. Que aquello de la democracia está muy bien cuando no todos podemos ser presidentes del Gobierno y hay que elegirlo, pero cuando todos podemos optar al cargo, a base de trabajar, pues sería lo propio trabajar en lo que se demanda, en vez de exigir que lo haga otro y como yo lo diga. Porque éso último suena más a ser el jefe de una empresa que a usuario de un sistema democrático. Y los jefes suelen pagar a los empleados por su tiempo.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54
    en respuesta a: #324139

    Kelnozz, que conste que mi ejemplo del General Nivrim corrupto era eso, un ejemplo hipotético. No sé qué rollos haya o deje de haber para que nadie te haya llamado corrupto, pero no es mi opinión en tu caso.

     

    Por otro lado, como dice Lordsoth, cualquier mandatario rinde cuentas en última instancia ante el cdj, aunque no haya un pnj por encima en el organigrama. Se puede hacer de mil maneras (los espíritus de pasados caudillos mandan visiones a los chamanes de la fortaleza para detener los errores del Caudillo, por ejemplo), a nivel rolero. O sin él. Pero claro, debemos entender que las decisiones del cdj o los inmos son las que importan, nos parezcan justas o no. Todos podemos tener ideas de cómo «llevar» el juego, pero son ellos los que han pedido esa responsabilidad con su trabajo. Y supongo que tienen acceso a mucha más información y datos a tener en cuenta que nosotros a la hora de tomar decisiones. No creo que se pueda definir el «cuándo intervienen» en blanco y negro. Es cuestión de confiar en su criterio.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54
    en respuesta a: #324138

    Lo siento, pero no veo lógica esa comparación, Lordsoth. Para hablar todos con propiedad del tema, vamos a poner su ayuda literlmente:

     

    Habilidad: Malabarismos
    Coste: 5
    Descripción:
    Esta habilidad permite realizar ciertos malabarismos para distraer al público. Si estos disfrutan con la actuación pueden ofrecer algo de dinero a el jugador. Además mientras un personaje está distraído viendo los malabarismos es más fácil que otro pueda robarle.
    Gracias a tu habilidad de malabarismos, puedes atrapar al vuelo armas arrojadizas que sean lanzadas contra ti evitando así que te hagan daño. Esta habilidad funciona de forma pasiva y no necesita que estés haciendo algo salvo tener una mano libre para poder coger el arma.
    Uso: malabarismos

     

    Bien, la descripción dice, LITERALMENTE, que ofrecen  algo de dinero al jugador porque disfrutan de la actuación. Es decir, la programación de la habilidad lo que hace es automatizar si dicha actuación ha gustado al personaje, y en consecuencia, decide si debe ofrecer dinero por ello. Y cantidades ridículas, según creo. Considerarla un «robo» a tu personaje lo veo excesivo, e incosistente con el rol del bardo (se gana la vida entreteniendo a su público).

     

    Ahora bien, si un mandatario, por ejemplo, pone una ley de «se prohíben los espectáculos callejeros», ahí podríamos hablar de la «legalidad» de esos malabarismos, pero creo que NUNCA sería justificable que un «espectador agradecido» pueda sentirse robado por la limosna, ya que según la habilidad, la ha dado voluntariamente a cambio de un espectáculo.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54
    en respuesta a: #324091

    Personalmente, y quitando ejemplos de casos anteriores que puedan haber sido juzgados con otros criterios (todo avanza y cambia, incluídas las normas y la manera de administrar el juego), creo que no veo el punto de tu queja. Me explico:

     

    Eirea NO es justa. Puede que Veleiron o Kattak tengan cierto apego a la justicia, pero Takome y su fanatismo pueden mandar ejecutar a un prisionero «injustamente». Es su concepción de la justicia. Dendra puede ser exquisitamente justa con un Duque, atendiendo a todos sus derechos en un proceso «judicial», y coger al plebeyo y quemarle en la hoguera por no apartarse del camino de un inquisidor sin más trámites. Eirea no tiene por qué ser justa, y sus mandatarios tampoco.

     

    Dicho lo cual, en el tema de Anduar, por ejemplo, no sé el motivo de esa modificación de jerarquía, pero supongo será un error. El General Nivrim es un cargo contratado por el Consejo de Mercaderes para llevar la seguridad de Anduar, y por tanto es su subordinado. Mientras lleve a cabo su cometido, ¿puede ser injusto o corrupto? Siempre que lo sea a un nivel tolerable del Consejo de Mercaderes, ésto es, el cdj o los inmos en este caso, entiendo. Por ejemplo, si pide un soborno por hacer la vista gorda en algo, me parecería normal. Y lógico en la ciudad de Anduar. Si decide ejecutar a un mandatario de otra ciudad sin motivo, sería perturbar las relaciones de neutralidad de Anduar, y por tanto me parecería lógico que el cdj o los inmos le parasen los pies.

     

    ¿Perjuicios? En el caso de mandatarios por PK, supongo que no muchos. Si acaso que el resto de jugadores de la ciudadanía intenten echarte si les disgusta la gestión. En el caso de ciudadanías por votación, evidentemente que te saquen del cargo, e incluso que te juzguen.

     

    A la pregunta del debate: si no se salta las normas y tiene justificación por rol, no veo problema en que se interprete al mandatario como se quiera. Igual que en la vida real hay gente ejemplar y corruptos en el poder, Eirea también tiene de todo. Y me parece lógico.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Mi señor General,

     

    Sin duda debo daros la razón en que sois un hombre de espada y no de palabras, y si me permitís una acotación, además lo poco de palabra que albergáis, lo sois de palabras necias. Comentarios tan estúpidos como una visión deformada, infantil y aberrante de la sociedad dendrita o su religión no es propia de alguien que quiera dedicarse a decidir el destino de un reino con sus palabras. Pero como la ignorancia sólo puede combatirse con educación, me tomaré la molestia de intentar formarle un poco de mi cultura y credo, para que la próxima vez que habléis de ella, lo hagáis con propiedad y no con chismes de viejas.

     

    En Dendra torturamos y quemamos, es cierto. Al hereje, al apóstata, al criminal y al desleal. No torturamos y quemamos a un Duque del Imperio sin un buen motivo. En Dendra valoramos el poder por encima de muchas otras cualidades, y quien ostenta un cargo de poder como el de Comandante del Ejército, tiene nuestro respeto y apoyo, sobre todo si su enemigo es algún perro callejero sin lealtades ni creencias que saltaría detrás de un hueso por el tintineo de unas monedas. No sé si me explico, General. Podéis estar tranquilo sobre la complacencia de Seldar con mis acciones, puesto que sigo teniendo una más que buena conexión con él, y tengo el apoyo de mi Alto Consejo.

     

    Me comentáis que estoy confuso y me recordáis vuestras obligaciones, entre ellas mantener la paz, para acto seguido reconocerme, una vez más, que habéis sido incapaz de defender la ciudad contra un sólo enemigo en varias ocasiones, que se ha escapado de la ciudad indemne, y me pedís a mí que haga vuestro trabajo. ¿Me cederéis también vuestro sueldo, General?

     

    Os recomiendo dejar vuestras sospechas a mi gestión e intentar educaros un poco sobre mi sociedad, General. Mi cargo es temporal mientras así lo decidan el resto de mis hermanos del Alto Consejo de Inquisidores. Si sigue hablando conmigo, es porque aprueban mi gestión. ¿Con qué autoridad cuenta usted? ¿La cantidad de sangre en su espada? Absteneos de juzgar gestiones ajenas con semejantes méritos, os lo ruego.

     

    Sobre su propuesta de baile, debo confesar que consigue usted acelerar mi corazón con su atrevimiento. Todo un joven y poderoso soldado retando a duelo a un anciano de 160 años, no se ve todos los días. Déjeme ilustrarle de nuevo con unas enseñanzas útiles. En esta vida hay dos tipos de personas: los que tienen cualidades, y los que tienen poder. Los que tienen alguna cualidad gustan de alquilarla o aprovecharla en beneficio propio. Los que tenemos poder alquilamos o aprovechamos a los otros para hacer lo que nos es provechoso. Ya hubo un tiempo en que viajaba por Eirea a golpe de maza y maldiciendo enemigos, y así logré entrar en el Consejo de Altos Inquisodores. Por méritos como los suyos. Hoy ocupo mi cargo por la aceptación de mi gestión por mis compañeros, que están lejos de ir a los caminos a azotar jóvenes deslenguados e ignorantes. Tengo cosas más importantes que hacer que lamer su ego, General. Pruebe suerte con los miembros del Ejército. Aunque si sigue empeñado en manchar su uniforme con el polvo del suelo que piso, en Dendra siempre tendrá una calurosa bienvenida, si gusta.

     

    En verdad espero que sea la última vez que tengo que responderle a estas sandeces, General. Espero y deseo que encuentre la sabiduría para entender sus obligaciones y mantenerlas, y deje las ajenas tranquilas. Y no, Anduar no es culpable de los crímenes de un proscrito, como tampoco lo es Dendra de las acciones de un individuo. Es su trabajo detenerle, no el mío. Y me temo que el oro ya lo estamos pagando en cada transacción comercial. Intente defender eso, que seguro que sus contratadores se lo agradecen más que sus ansias de sangre.

    • Esta respuesta fue modificada hace 5 years, 2 months por Saotome.
    • Esta respuesta fue modificada hace 5 years, 2 months por Saotome.
    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Mi señor General,

     

    Confieso que me confundís con vuestra actitud y vuestras palabras. Veréis, como Regente de la Inquisición, procuro tener siempre el máximo de información posible de amenazas y problemas del Imperio para dar una respuesta correcta y adecuada a cada situación. Es algo que procuro mantener a rajatabla para no fallar a mi Imperio, y menos aún a mi Dios. Entiendo que quizás no comprendáis éstos sentimientos al haber vivido toda vuestra vida sin obligaciones sociales, obedeciendo al brillo de las monedas antes que al amor por vuestros semejantes y vecinos. Por eso, decía, os confieso que me confundo al descubriros hoy como protector de un reino al que no pertenecéis para sus obligaciones, pero sí para sus riquezas. Y creía haberlo visto todo en mis largos años de vida…

     

    Pero dejaré mi juicio a vuestras lealtades y pasaré a tratar el asunto que nos ocupa. Tengo con usted un problema, y es que no termino de entender sus motivaciones. Veamos, si quisiera usted dedicarse a la política y la diplomacia, me temo que errasteis vuestro oficio y vuestra lealtad. La política y la diplomacia es algo que ejercemos los mandatarios de una ciudad a la que pertenecemos, a la que debemos lealtad y obediencia, por la que morimos y vivimos sin pedir dinero a cambio a sus arcas. Es algo que no puede ejercer un individuo cuya única lealtad es el dinero que ni siquiera es suyo. Vos, me temo, sois líder de un grupo armado que os obedece, y al que contratan para proteger una ciudad, no para empujarla a conflictos armados por su deseo de gloria, sangre o venganza. Os recomiendo centraros en vuestro propósito, pues según puedo leer de vuestra misiva, hasta en eso estáis fallando. Y me pregunto yo, ¿cómo es que un sólo ciudadano de mi Imperio puede atacar y asesinar en la ciudad que defendéis y que vos no lo hayáis impedido? Falláis en vuestro cometido principal, y por encima queréis arrogaros poderes políticos que no os conciernen en lo absoluto.

     

    Dicho lo cual, y para demostrar que no afirmo sin conocimiento de causa, me he tomado la libertad de pedirle a Paola, Elegida de la Orden de Espionaje de la Inquisición, un detallado informe de sus leyes internas, vigentes y escritas en las paredes de su sede. Le transcribo por aquí ciertos puntos que considero importantes para ésta pequeña disputa:

     

    -«1. Ante todo somos mercenarios. No creemos en ningún Dios ni tenemos ninguna ciudad que podamos llamar hogar. Solamente nos guiamos por una cosa: el sueldo.»

    Bien, parece que ahora son ustedes protectores de Anduar, adalides de la justicia y defensores del inválido. Le animo a modificar las leyes de su gremio para no llevarnos a engaño, General.

     

    • «6. El objetivo final de todo Nivrim debe ser la paz en Anduar y todo lo que beneficie a esta.»

    Curiosamente, usted parece más preocupado de iniciar una guerra que de detener a un sólo hombre que transgrede sus leyes. ¿Es que acaso es más fácil ganar una guerra que ajusticiar a un proscrito?

     

    -«- El Cargo de General: 2. El General de la Guardia será un embajador de Anduar cuando visite otras ciudades y como tal tendrá que ser todo lo diplomático posible para conseguir los mayores beneficios para la paz. (Las otras ciudades deben elegir si lo verán como embajador o no, es decir, deben definir su postura ante los Nivrims).»

    Sobre el punto principal, una vez más, os destaco vuestro interés por iniciar un conflicto en vez de por evitarlo. Sobre la acotación entre paréntesis… ¿Debo explicitaros mi elección, General?

     

    Por otro lado, me recuerda usted que el individuo en cuestión es mandatario del Imperio, es cierto. Y sin embargo, usted parece olvidar que también tiene un cargo de responsabilidad para con Anduar. Y que usted ha asesinado a un mandatario de mi Imperio. ¿Debo pedir su cabeza al Gremio de Mercaderes para zanjar el conflicto? De buena gana me avengo a entregar la cabeza de Dakharhu a cambio de la suya, previa degradación inmediata de su puesto. Como ve, esto de las responsabilidades viaja en los dos sentidos, y usted parece muy cómodo en su posición para jugar a los políticos.

     

    Un último punto que me gustaría destacar es sobre su capacidad de multar. Me gustaría saber qué baremos usa usted para imponer una multa que equivale, según me informa Paola, a una sexta parte de todas las riquezas en las arcas de su guardia. Es decir, ha multado usted a una persona con 50.000 platinos, que equivale a una sexta parte de todo lo recaudado por su guardia en su historia. ¿Con qué fin? Tenía entendido que sus multas, aparte de ser punitivas, tenían un efecto de redención. Si usted impone una multa que, lo sabe perfectamente, nadie podrá pagar, está usted arrogándose, de facto, la capacidad de expulsar de por vida a una persona de su ciudad. ¿Es también parte de sus deberes y obligaciones crear enemigos de Anduar de por vida?

     

    Sin más cuestiones que tratar, aprovecho esta misiva para darle un último consejo. Si está usted interesado en decidir sobre la política y la diplomacia de un reino, puede que aún esté a tiempo de solicitar que le acojan en Grimoszk. Si desea usted seguir siendo un perro callejero sin obligaciones sociales, me temo que éste mundo le  está vedado.

     

    Korkar, Duque Oligarca del Imperio, Sacerdote de Seldar y Regente de su Inquisición.

    • Esta respuesta fue modificada hace 5 years, 2 months por Saotome.
    • Esta respuesta fue modificada hace 5 years, 2 months por Saotome.
    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54
    en respuesta a: Guardia de anduar #322860

    Hacerlo in-situ no es así aposta para evitar “ahora soy nivrim y nos llevamos bien, pero en 10 segundos, cuando te quedes idle, cambio y ya no”.

     

    Entiendo que eso serían más problemas que soluciones, es cierto. Lo cierto es que tener que volver a Anduar para fichar salida es una putada si te pilla lejos, pero no es algo tan grave, y como se dice en mi pueblo, «quien no tiene cabeza, tiene pies» xD

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54
    en respuesta a: Guardia de anduar #322857

    Quizás otra posibilidad para evitar casos como los comentados (olvidarse de fichar salidas al irse de viaje y cosas así), podría ser dar a los Nivrim un objeto como los de inquisición o ejército de Dendra, un sello o insignia, que puedan decidir mostrar u ocultar mediante un comando, con los mismos efectos que la acción de fichar que tienen hoy.

     

    Y para evitar abusos, que dicho comando de mostrar u ocultar su condición de Nivrim tuviera un bloqueo de, digamos, diez minutos de tiempo de juego.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Bueno, si ya está decidido ponerlo como habilidades de oficio me parece bien.

     

    Yo iba a sugerir que fueran habilidades accesibles a cualquier pj por quest, como el nadar, y que clases con afinidad (druidas, cazadores, etc.) las tuvieran automáticas y con bonos.

     

    Al ponerlas de oficio se ocupa un slot y se aumentan dificultades de aprendizaje, pero es una solución muy válida también.

     

    A favor de ello.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Tras franquear la entrada, Korkar tardó unos intantes en acostumbrar sus viejos ojos a la nueva luminosidad de la sala. La sala común de la Inquisición era amplia, con numerosas mesas de buen tamaño y sillas en las que acomodarse, y aunque las lámparas de aceite y braseros eran numerosos, era inevitable que algunas zonas quedaran más oscurecidas (y quizás era intencional, dada la naturaleza de la organización). Ya había pasado sobradamente la medianoche y la sala aún conservaba numerosos moradores, inquisidores de distintos rangos y ramas, sentados a las mesas, departiendo de sus problemas, colaborando en la consecución de los planes de Seldar, o directamente descansando de sus deberes con la compañía de otros inquisidores con una buena bebida y comida. Algunos sirvientes y esclavos se afanaban en servir y cumplir las ordenes recibidas con diligencia, y si uno afinaba lo suficiente sus oidos, podía escuchar el lamento de algún esclavo o infeliz sospechoso siendo torturado o interrogado por algún rincón. Algunas risotadas provenientes de inquisidores cercanos a los lamentos confirmaban a Korkar sus sospechas de que estaban comparando técnicas de torturas, o jugando a algún juego para ver quién rompía antes la voluntad del pobre infeliz de turno. Recordaba bien su época, en la que conseguían que hasta un inocente e ingenuo granjero adolescente se confesara como asesino despiadado o hereje consumado a cambio de que detuvieran las brutales torturas a las que le sometían.

     

    Sonrió a sus adentros al ver que algunas cosas no habían cambiado. Aún había talento y habilidad en la Inquisición. ¿Tendrían también la firme voluntad de un lider a la altura? Su sonrisa desapareció con un gesto de preocupación. En ese instante reparó en dos figuras conocidas, tan viejas como él, que le observaban con una mirada, en cierto modo, afectuosa. Rakmet y Verlminard llevaban tantos años en sus puestos en la Inquisición que casi eran más antiguos que las estatuas de la Catedral. Le saludaron con la cabeza en una breve reverencia respetuosa, la cual Korkar correspondió del mismo modo. Ya tendría tiempo de ponerse al día con sus viejos colegas. No quería hacer esperar más al Regente, si es que le estaba esperando.

     

    Tras atravesar la sala común y la zona interna, llegó hasta la entrada a la sala del Consejo. Dos guardianes de la Inquisición guardaban sus puertas, y tras comprobar de un rápido vistazo que era uno de los Altos Inquisidores, le abrieron las puertas y le hicieron el saludo ritual que le correspondía a su cargo. Había vuelto, de nuevo, a la sala donde se impartía y ejercía el poder supremo de la Inquisición. Un lugar en que se tomaban decisiones políticas más importantes que en casi ningún lugar del Imperio. Donde un susurro podía desencadenar la caída de una gran estirpe nobiliaria y el ascenso de otra. Si la Inquisición era un baile de máscaras, en el que todos se escondían en su disfraz mientras intentaban quitarle el disfraz a sus enemigos, ésta sala era la orquesta, en la que se decidía qué se bailaba, a qué ritmo y con qué instrumentos. Y el Director de la Orquesta le esperaba, con gesto serio, grave, y quizás algo preocupado, mientras golpeaba el estrado con su dedo índice en un tic nervioso de quién espera con impaciencia a que ocurra algo que le quita el sueño. Al fin conocía en persona al Regente Necrodomus.

     

    Era un humano de gran altura y recios hombros, ancho de espaldas, con barba larga y cejas negras, con unos ojos extrañamente rojos. Sin duda su aspecto, de cierta fiereza, unido a su cargo y los ropajes del mismo, le habrían labrado una reputación para inspirar temor en los campesinos y los pobres diablos que no tenían modo de librarse de la Inquisición si ésta se decidía a llamar a sus puertas. Pero a juicio de Korkar, su primera impresión no era la de alguien que pudiera intimidar a un poderoso y déspota noble, tras su cohorte de guardaespaldas y su bolsa de dinero.  No era ésa el aura que de Necrodomus percibía. Más bien parecía un hombre de diplomacia y acuerdos, lo cuál podía ser útil en un Alto Inquisidor, pero el Regente… El Regente debía inspirar miedo, sembrar de inseguridades y dudas el corazón de sus aliados, y el más absoluto terror en los enemigos. Eso no implicaba ser alguien asocial, o con quien no se pudiera razonar o negociar, pero debía hacerlo siempre desde una posición de superioridad absoluta, provocada por una imagen y una reputación de absoluto terror. Y gran parte del éxito en conseguir esa reputación era una puesta en escena excelente.

     

    De haber recibido a Korkar junto a los otros tres Altos Inquisidores, con un gran fuego en la chimenea tras de sí, acrecentando su figura y dándole un aspecto demoníaco, y con un ejemplar del Catecismo de Seldar en sus manos, dispuesto a poner a prueba al recién llegado, sin duda se habría ganado su respeto. Al menos más respeto que el que su cargo obligaba. Pero recibirlo a solas, subido al estrado, con evidentes signos de nerviosismo, y en una sala casi en penumbras, no era lo que Korkar podría llamar «causar una gran impresión». Casi parecía querer pasar el mal trago a escondidas y sin testigos. Un mal comienzo…

     

    -«Hermano Korkar, bienvenido. Tome asiento», le dijo como saludo, mientras señalaba una de las cinco sillas de la sala.

     

    Korkar asintió con una breve reverencia como respuesta mientras acomodaba su viejo y cansado cuerpo en el asiento más cercano. Tras sentarse, levantó su vista hacia el Regente, a la espera de que descubriera sus cartas. Siempre era buena idea dejar que fuera tu oponente el que empezara a hablar. Así podías saber sus prioridades, su urgencia si la había, podías obtener información que desconocías, y no mostrabas ninguna de tus debilidades hasta que te tocase hablar. ¿Picaría el anzuelo su Regente, o intentaría forzar al anciano a decirle el motivo de su llegada y los pormenores de su prolongada ausencia? No pasó mucho tiempo antes de que el Regente empezara a disertar sus preocupaciones.

     

    -«Es una gran noticia volver a verle en Galador, Hermano Korkar», comenzó a decir. -«Puede que algunos jovenes no recuerden las hazañas de la gente de su época, pero los miembros del Consejo sabemos de su valía y talentos. No cabe duda de que es más merecedor de su puesto en el Consejo que su antecesor, y me gustaría contar con sus habilidades y sabiduría para regir la Inquisición de la manera más eficiente posible. Si lo desea puedo designarle un par de inquisidores como asistentes para sus quehaceres más mundanos, y así poder dejarle a usted las manos libres para sus estudios, investigaciones e informes. Además me aseguraré de solicitar que le faciliten una armadura inquisitorial moderna, ya que la vuestra está ya obsoleta. Si necesitáis financiación para algún proyecto, podéis hablar conmigo. Y, por supuesto, me ocuparé de que os dispongan unas estancias adecuadas a vuestro rango.»

     

    «Primero me halaga, luego compra mi lealtad con cargos de poder, y después me soborna con comodidades y lujos… Es joven e inexperto, pero podrá ser un gran Regente con el tiempo», pensó el anciano. «Sólo le falta conocer las bondades del palo de madera. Con una mano, zanahorias. Con la otra, el palo. Primero muestras tu fuerza, dejas clara tu posición predominante, y después enseñas que hay un camino más cómodo y fácil que hundirle, que es dejarse sobornar por tus servicios.» Saltarse la parte del palo sólo demostraba debilidad, aunque alguien inexperto podía confundirlo con amabilidad. Pero no un viejo zorro como Korkar. Con un leve deje de su mano, «agradeció» las ofertas de su Regente, remarcando su opinión de que no esperaba menos honores a su persona.

     

    -«Bien, ¿y en qué puedo servir a mi Regente», dijo Korkar con cierta sorna. Si conseguía hacerle ver que no estaba impresionado ni agasajado por su recibimiento, quizás conseguiría ponerle nervioso. Y no hay nadie que hable más que alguien nervioso. Con un poco de suerte, podría sacar más información de éste modo que buscando de hacer las preguntas correctas. Era cuestión de probar suerte.

     

    -«Bueno, yo…», comenzó con cierta inseguridad a responder el Regente, aunque en muy poco tiempo recobró su posición. -«Lo cierto es que nuestros problemas más importantes siguen siendo esa maldita secta del Culto al Lujo y la insubordinación y herejía constantes en Ryniver. El resto del Imperio está bajo control, y la Inquisición goza del poder y las herramientas necesarias para hacer su trabajo.»

     

    -«Llevo mucho tiempo fuera, y debo de ponerme al día de las leyes y normas nuevas de la Inquisición y el Imperio», dijo Korkar, más por compromiso que otra cosa. Su intención era ganar tiempo para estudiar la situación. -«Seguro que me tomará algún tiempo leer y comprender todas las herramientas burocráticas y legales que habéis ingeniado en mi ausencia para estrechar el cerco a nuestros enemigos…»

     

    Para gran sorpresa de Korkar, el Regente pareció mucho más incómodo de lo que podría imaginar posible con una afirmación tan banal y sin intención. ¿Qué demonios había incomodado de ése modo a su interlocutor? De nuevo, optó por el silencio y dejar que fuera él quien llevara la inciativa.

     

    «Lo cierto…», acertó a decir Necrodomus con visible apuro. -«Lo cierto es que no hay apenas legislación nueva desde vuestra marcha. Los anteriores Regentes y yo hemos centrado nuestros esfuerzos en atacar directamente, oprimir cualquier disidencia y conseguir información de relevancia sobre ellos. Hemos estado ocupados pasando a la acción»

     

    «¿Pasando a la acción?», pensó para sí mismo el anciano. «Te podría dar unas cuantas lecciones de lo que es la acción…»

     

    -«Ya veo…», respondió cortesmente mientras se levantaba. -«En ese caso, me pondré manos a la obra contra nuestros enemigos. Si no hay nada más…»

     

    -«No os entretengo más, Hermano. Que Seldar guie vuestra mano contra sus enemigos»

     

    El anciano le hizo una breve reverencia a modo de respuesta, y enfiló en dirección a la puerta. Estaba anonadado. Estupefacto. Era tan inconcebible que ni siquiera lo hubiera creído posible. La Inquisición había dejado en el olvido su faceta reguladora, su poder legislativo con el que asegurar la opresión y la efectividad de un sistema legal implacable, y había apostado sus esfuerzos en la inteligencia y la fuerza bruta. Dendra y el Emperador ya tenían al Ejército para éso, y seguramente con mil veces mejores resultados. La Inquisición que él conoció creaba normativas con las que infundir el miedo entre la población,  leyes con las que un padre entregaba hasta a su familia a la Inquisición para evitar los castigos por desobedecer la ley. Un imperativo legal con el que hasta el Duque del Imperio más poderoso del Imperio debía lidiar con sumo cuidado para no transgredirlo.

     

    No todo eran malas noticias. La tremenda debilidad de la Inquisición era, en esencia, el punto débil por el que atacar a su Regente. Sólo debía dar un par de golpes en ése punto y el Consejo de los Cinco estaría forzado a votar su destitución. «Una vez lleguemos a ése punto», pensó, «ya tendré a punto dos aliados en la votación a la Regencia». Parecía que su plan de alcanzar el puesto de Regente iba a dar resultados mucho antes de lo que esperaba. La Inquisición necesitaba, una vez más, de sus servicios.

     

     

     

     

    • Esta respuesta fue modificada hace 5 years, 5 months por Saotome.
    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54
    en respuesta a: Hechiczos Ilusionismo #320170

    No recuerdo la película o serie, pero recuerdo que a un personaje invisible se le descubría por las huellas en el suelo. Otra idea sería que el invis sea absolutamente «invisible» en rooms con suelo más o menos firme, y que en rooms tipo desierto, nieve, pantanos, bosques, por poner ejemplos, deje huellas visibles que puedan aparecer al buscar.

     

    Ejemplo, llegas a room de  bosque, pones buscar y hay, o ha habido reciéntemente, un ilusionista. «Ves unas extrañas huellas en el suelo». Desde ese momento, el player tiene derecho durante un par de hb de fijar como objetivo al ilusionista si está en la room.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Grandes braseros y lámparas de aceite iluminaban el pasillo que llevaba hasta la entrada a la Sede de la Inquisición. Las sombras jugaban con las luces del fuego en una danza macabra e hipnótica a un tiempo, mientras el anciano inquisidor avanzaba por el pasillo con paso decidido y gesto orgulloso. Puede que fuera un viejo, pero su cuerpo aún le servía con lealtad, más allá de algunos achaques. Korkar sabía que la conversación que iba a mantener en escasos instantes iba a marcar su futuro, y el de Dendra, por largo tiempo. Tras tantos años de búsqueda por medio mundo, había saboreado una existencia libre de ataduras sociales y sin intrigas ni conspiraciones, lo que había disfrutado con el regocijo del niño que saborea un dulce por primera vez. Eso, ahora, iba a terminar para él. Seldar le había traído hasta su Inquisición de nuevo, y eso significaba atarse, de nuevo, a toda una organización de susurros, rumores, aliados con puñales a su espalda preparados para traicionarle y conspiraciones para desayunar, comer y cenar.

     

    Se sentía como volver a la vida, a su juventud, en la que jugó al juego de las máscaras y se alzó hasta lo más alto de la pirámide. Sonrió un poco para sí mismo al recordar cómo había creado uno de los lemas más famosos de la Inquisición, en su etapa de regencia anterior, el cual ahora gritaban los jóvenes inquisidores, ignorantes seguramente de quién lo había parido. Ya tendría tiempo de contarles las viejas historias de su tiempo y forjar su reputación con los novatos. Ahora tocaba lidiar con los líderes.

     

    Tres hombres guardaban la entrada. Dos guardianes inquisitoriales, con sus brillantes uniformes, y un hermano reclutador sentado a una pequeña mesa junto a la puerta. Fue éste último quien, al advertir a los guardianes ponerse firmes, alzó la mirada con cierto nerviosismo. Sin duda, había reconocido al anciano. ¿Habría oido hablar de él, o sencillamente esperaba la visita de un viejo desconocido del que debía tener cuidado, advertido por algún superior de cómo debía recibirlo? Lo más probable es que fuera lo último.

     

    -«S… Se… Señor Barón Korkar, cuánto honor…», empezó tartamuedeando. -«Su nombre jamás se borró de la lista, es usted más que bienvenido».

    -«Como para no serlo después de tanto numerito con la comitiva», espetó Korkar. -«Los de El Culto al Lujo y cualquier enemigo del Imperio ya deben tener buen conocimiento de mi regreso. Una idea brillante».

     

    Lo cierto es que tampoco estaba demasiado molesto por ello, pero había aprendido en su juventud que no hay nada más efectivo para ganarse el favor de un inferior, que hacerle creer que se está en terrible deuda con alguien más poderoso que él. Observó cómo el reclutador palidecía ante la posibilidad de haber indignado a un noble, y empezaba a buscar algún modo de congraciarse con él. Seguramente la comitiva ni siquiera había sido idea u orden suya, pero ante un inquisidor de alto rango, poco importaba si eras responsable o no de su cólera. Los beneficios de una tiránica organización eran más que evidentes para quien sabía jugar al juego.

     

    -«M… Mi… Mi Señor, mis más humildes y sinceras disculpas», acertó a graznar el reclutador con un tono lastimero y una reverencia tan pronunciada que resultaba casi humillante. -«Ordenaré una batida de búsqueda contra espías e informantes para limitar su difusión, y mandaré azotar al responsable de la comitiva por no hacer uso de la discreción necesaria»

     

    Al menos sabe improvisar cómo salvar su culo. Parece que aún queda algo de talento por aquí, se dijo Korkar con cierta sorna.

     

    -«Está bien, hermano, levanta», dijo con cierta ternura. Siempre era buena idea acariciar al perro después del azote. Le hacía entender su posición con el castigo, y la recompensa compraba la lealtad. -«Son nuestros enemigos quienes deben temerme, y no al revés. Quizás la noticia de mi regreso les quite el sueño un par de noches. Nunca es mala idea inspirar el miedo en los herejes.»

    -«Sin duda, mi Señor», respondió con entusiasmo el reclutador. Había visto el infierno hacía dos segundos, y ahora se veía rescatado del mismo. Los hombres débiles, al fin y al cabo, sólo buscan la  aprobación de quien está por encima de ellos. -«Nos alegra mucho volver a tenerle por aquí, Alto Inquisidor».

     

    La palabra «Alto Inquisidor» resonó por el pasillo un par de veces, ante el silencio de todos los presentes.

     

    Una sorpresa al fin, pensó Korkar. ¿Quieren comprar mi lealtad ofreciéndome sin resistencias un cargo del que soy más que merecedor sin su aprobación? ¿O es que el Regente es un tipo que otorga a cada uno lo que es suyo, sin importar sus lealtades? Pronto lo descubriré…

     

    «Dime, hermano, ¿quién es el actual Regente, y dónde podría encontrarle ahora?, preguntó el anciano. Había llegado la hora de conocer si tenía un aliado o un enemigo en su superior.

     

    «El Regente Necrodomus está en la Sede ahora mismo, mi Señor», respondió el reclutador. «Pruebe en la Sala del Consejo».

     

    Con un leve gesto de cabeza, Korkar asintió al Reclutador y se encaró hacia la puerta. Los Guardianes, que habían permanecido firmes todo el tiempo, hicieron un saludo ritual a su Alto Inquisidor mientras le franqueaban el paso. La audiencia que iba a cambiar el destino de Dendra estaba próxima a comenzar…

    • Esta respuesta fue modificada hace 5 years, 6 months por Saotome.
    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Para aclarar, en éste hilo iré roleando temas de Korkar, actual Regente de la Inquisición de Seldar, de cómo ha llegado al puesto, qué hace en su  cargo actualmente, y metas que tiene en mente el personaje. Ire posteando por aquí nuevas historias cada cierto tiempo. Cualquiera que quiera interactuar con mi rol, puede hablarlo conmigo y creamos hilo específico, aquí me gustaría dejarlo sólo para las historias desde el punto de vista de Korkar.

    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    A título personal, creo que el CdJ debería tomar una postura firme con éste tipo de reportes, y me explico.

     

    Una cosa es un insulto con toda la intención de herir. Una cosa es una amenaza con toda la intención de hacer sentir miedo a otra persona. Una cosa es acosar a un jugador con toda la intención de hacerle perder cualquier diversión por el juego. Eso son actitudes MUY graves que deben ser atajadas con rapidez y contundencia.

     

    Pero si a cualquier nimiedad, pique de colegio entre «adultos», y/o choque de egos, le vamos a dar categoría de reporte, juicio sumario y castigo, vamos a entrar en una situación tan absurda como la actual. De absurda hasta el ridículo, en mi opinión.

     

    ¿Es que la persona que reportó vive en una burbuja social de cariños y atenciones? Porque si no, NO puedo entender, de ningún modo, qué sentimiento de humillación, ofensa y daño moral le puede generar un comentario tan… gratuito e impersonal, la verdad. ¿Como para reportar al CdJ y hacer que 6 personas pierdan su tiempo en «defenderte»? Por favor, seamos serios.

     

    Creo que el CdJ está para cosas mucho más serias.

    • Esta respuesta fue modificada hace 5 years, 6 months por Saotome.
    Saotome
    Participant
    Número de entradas: 54

    Yo creo que el problema viene de que los anárquicos más allá de chamanes y soldados no tienen ninguna otra clase atractiva y eso hace que por jugabilidad necesiten los renegados si o si.

     

    Vaya por delante que pregunto porque lo desconozco. ¿Los empaladores y los bárbaros? No veo nunca ninguno, y no sé exactamente el motivo.

Viendo 15 publicaciones - del 1 al 15 (de un total de 49)