Inicio Foros Historias y gestas Algo esta sucediendo en la fortaleza

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    • garthok
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      «Wrunkhar irrumpió en los baños, con el taparrabos a la altura de las rodillas y el orco bañista detrás de él.

      El orco bañista dijo: ‘No te escondas, solo quiero jugar contigo.’

      Wrunkhar miró al orco que tenía a su derecha y apretó su toalla con fuerza. ‘Los tiempos están cambiando,’ pensó para sí mismo.

      Luego, Wrunkhar volvió la cabeza hacia el orco bañista y dijo: ‘¿Tienes algún problema?’

      El orco bañista respondió: ‘No temas, todos pasáis por esto, os guste o no, digamos que es vuestra iniciación.’

      A la cabeza de Wrunkhar vino la triste escena de los guardias arrastrando a su compañero Kruttam.

      El orco mostró su torso desnudo, lleno de pequeñas llagas.

      El orco bañista dijo: ‘Solo es un juego y aquí jugamos todos.’

      Wrunkhar murmuró: ‘Degenerados.’

      El orco bañista dijo: ‘¡Vosotros dos, dejad de tocaros!’

      El orco bañista añadió: ‘Bromas a parte…’

      Wrunkhar suspiró.

      El orco bañista arrojó la toalla a la chimenea.

      El orco bañista dijo: ‘He venido a comentarte un asunto.’

      Wrunkhar escuchó con atención.

      El orco se giró para comprobar que nadie les escuchara.

      El orco bañista dijo: ‘Supongo que habrás notado a nuestro Comandante algo disperso estos días.’

      Wrunkhar comentó: ‘Se comenta entre las concubinas que si las mira.’

      El orco bañista explicó: ‘Hay muchos rumores, que si la llegada del nuevo caudillo, las travesuras de Haffk, los vicios de Kyragan…’

      Wrunkhar dijo: ‘Wryxer había estado exiliado, mi padre me contaba historias de sus asaltos a Takome cuando era niño.’

      El orco bañista mencionó: ‘Otros dicen que lo han visto en el cuarto nivel, reuniéndose con los chamanes.’

      Wrunkhar opinó: ‘Me extraña que no hubiese arrancado la cabeza de Kyragan de cuajo a su regreso.’

      El orco bañista afirmó: ‘Sí, recuerdo a Wryxer, correteando por la fortaleza, dando sus primeros golpeos.’

      Wrunkhar dijo: ‘El pobre Kyragan no es más que una broma pesada, una marioneta que Naghig dejó al cargo cuando desapareció.’

      El orco bañista asintió: ‘En eso estoy de acuerdo, nunca mereció tal honor.’

      El orco escupió al suelo, dejando una flema verdosa.

      El orco bañista comentó: ‘Supongo que este cambio le hará espabilar, aún está muy verde.’

      Wrunkhar preguntó: ‘¿Crees que preparan una ofensiva o ayudar en la defensa de Andúar? Haffk me contó el otro día que mientras robaba monedas en el mercado.’

      Wrunkhar continuó: ‘Un ejército de aberraciones arrasó parte de la ciudad.’

      El orco bañista respondió: ‘No sabría decirte, pero cuando el Comandante se reúne con los chamanes es que algo va a pasar.’

      El orco bañista añadió: ‘Aunque no creo que quiera iniciar otra guerra con Anduar.’

      El orco bañista concluyó: ‘Bueno, creo que ya he hablado suficiente, me vuelvo a mis baños, si tienes tiempo sigue con cautela a nuestro comandante y averigua qué traman allí arriba.’

      Wrunkhar apretó su puño y dijo: ‘La guerra ya está iniciada. Pero esta vez no será contra Golthur. El general de Anduar amasa riquezas mientras a las afueras de la ciudad las sectas se hacen cada vez más fuertes.’

      El orco bañista abandonó los baños dejando a Wrunkhar pensativo.

      El orco bañista volvió corriendo a Wrunkhar.

      El orco bañista dijo: ‘Por cierto, el siguiente masaje corre de cuenta de la casa.’

      Y con la misma velocidad con la que vino, se escabulló entre los pasillos de la fortaleza.

      Wrunkhar salió corriendo detrás del orco. Miró hacia los dos lados pero no había rastro de él.»

    • garthok
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      Wrunkhar siguió el apestoso olor a jabón de grasa de elfo.

      El olor parecía llevar hacia el cuarto nivel.

      El eco de sus pisadas rompía el silencio de los pasillos oscuros de la fortaleza.

      Solo los elegidos tenían permiso para acceder a estas estancias. Los guardias se apartaban, dejando paso libre a Wrunkhar.
      Los pasillos estaban iluminados por un sinfín de antorchas, formadas por un éter en continua combustión. De pronto, comenzó a escuchar voces que provenían del estudio del arcano de la creación.

      Wrunkhar caminó con precaución hacia la habitación. Dentro se encontraban Wryxer y un anciano con una vieja túnica y la cara cubierta por una mortaja.

      Chamán Anciano balbucea: Vaya, vaya, no esperaba que subieras tan pronto.

      Chamán Anciano balbucea: Ese orco bañista es efectivo.

      El Anciano Chamán cerró el tomo que tenía abierto en la mesa y se incorporó.

      Wrunkhar sonríe y dice: Curiosa forma de llamar mi atención. La edad hace que el humor se vuelva tan oscuro como vuestros corazones.

      Chamán Anciano balbucea: Nadie sospecharía de ese desgraciado.

      Chamán Anciano balbucea: Su preocupación es que últimamente siente que ha dejado Ancarak de lado.

      Wrunkhar dice: Supongo que si me habéis llamado es porque puedo ser de ayuda.

      Chamán Anciano balbucea: Tenemos sospechas de tratos con Arkaindia.

      Chamán Anciano balbucea: No sé si lo sabrás, pero fuimos aliados.

      Wrunkhar dice: Conozco la historia del pasado, pero eso fue antes de que los orcos se alistaran en el ejército de Galador y ayudaran a matar a tantos de nuestros soldados.

      Chamán Anciano balbucea: Algo pasa en Ancarak, eso está claro, pero esos malditos kobolds no sueltan prenda.

      Wrunkhar dice : No hace mucho descubrieron una entrada secreta al infierno en sus cavernas.

      Chamán Anciano balbucea: Así es, fueron tiempos muy turbios y extraños, tiempos en los que la sangre no dejó de correr.

      Wrunkhar asiente.

      Chamán Anciano balbucea: Eso es, ahora acceden al propio infierno, si es cierto lo que ha llegado a mis oídos.

      Wrunkhar dice: Sus exploradores hablan de arañas gigantes guardando el camino.

      Chamán Anciano balbucea: Creo que unas arañas son el menor de nuestros problemas.

      Wrunkhar dice: Posiblemente los dendritas fueron quienes dejaron ahí las crías antes de romper la alianza.

      Chamán Anciano balbucea: Posiblemente trajeran huevas del Bosque Impenetrable.

      Wrunkhar dice: ¿Crees que el Balrog podría salir del infierno?

      Chamán Anciano balbucea: Eso es lo que temo, que consigan liberarlo. La cara de Wrunkhar no puede ocultar el miedo que recorre sus pensamientos.

      Chamán Anciano balbucea: Nuestros eruditos han detectado una extraña acumulación de energía en nuestras tierras. Tanto Wrunkhar como el viejo chamán como el Caudillo saben perfectamente que ningún héroe podría hacer frente al Balrog. Solo quedaría la opción de abandonar la fortaleza a manos de tal amenaza.

      Chamán Anciano balbucea: Sería nuestro fin si eso ocurriera… el fin de todos.

      Wrunkhar dice : Ni el mismísimo Wyvern Negro…

      Wrunkhar dice: ¿Cuál es el plan? ¿Qué podemos hacer para evitar tal desgracia?

      Chamán Anciano balbucea: Solo se me ocurre interrogar al Chamán de los Urja.

      Chamán Anciano balbucea: Tiene que saber algo seguro.

      Todos los presentes en la sala habían considerado a los orcos como una salvación, pero la idea de arrodillarse ante los Dendritas no era una opción.

      Wrunkhar dice: Yo mismo me ofrezco a ir a buscar al Gran chamán de los Urja. Wryxer da el visto bueno y hace una señal a Wrunkhar para que este abandone la conversación y parta hacia su misión.

      Chamán Anciano balbucea: Nos harías un favor, toma una pala, te vendrá bien. La idea de rogar a los Kobold no hacía ninguna gracia al joven Guerrero, pero sabía que el deber y la sed de gloria eran más importantes ahora.

      Chamán Anciano balbucea: Pasa por la herboristería de Baldío y llévale unas cuantas raíces de Hjida, seguro que con eso te atiende bien.

      Wrunkhar asiente con la cabeza y abandona la estancia.

    • garthok
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      Las antorchas de la Catedral de Gurthang se encienden y el ruido de los tambores de guerra inunda el Erial de los Condenados.

      Entre los golpes del tambor, distingues los chillidos de Mergandevinasander. Algo realmente oscuro está pasando en Golthur.

      Dentro de la catedral, los chamanes más poderosos de cada una de las tribus se reúnen alrededor de un goblin.

      El caudillo encargó personalmente a Kruttam y Wrunkhar que protegieran la ceremonia.

      El silencio reina en los pasillos de la fortaleza, apenas se escucha el sonido de alguna arma pesada arrastrando sobre las baldosas de obsidiana.

      Wryxer dice: ¡Que comience la ceremonia!

      Un pequeño goblin se apresura a recorrer la estancia mientras enciende un sinfín de varitas de incienso.

      Con la aprobación del Caudillo, los cánticos se incrementan y un montón de sombras surge de las llamas de la hoguera.

      Las antorchas, alimentadas por un extraño éter, comienzan a proyectar extrañas sombras.

      Kruttam se entretiene observando una rata que se mueve tranquila por el Segundo Nivel de la Fortaleza Negra.

      Los ancianos chamanes levantan sus cabezas y comienzan a recitar olvidados cantos a los espíritus.

      Chamán de los Urja exclama: ¡Gurthang, tu siervo ha vuelto!

      La nube de incienso se hace cada vez más espesa, ocultando a los asistentes.

      Un extraño temblor sacude la estancia.

      Las sombras comienzan a tomar la forma de guerreros y se mueven cada vez con más violencia.

      Un pequeño remolino envuelve a los asistentes.

      Raigy aparta la capucha de su cara, sus ojos refulgen con una niebla de color verde.

      Las plañideras se unen al ritual, intensificándolo con sus llantos y gemidos.

      Frente al goblin comienza a formarse la figura de Targash, que se desvanece antes de que su apariencia se vuelva sólida.

      Un anciano chamán da un paso hacia atrás, sin duda ha reconocido al goblin.

      Nuestro señor Gurthang lo quiso así, una búsqueda.

      Wrunkhar susurra a Kruttam: En ocasiones, los chamanes se pierden en sus viajes astrales, llegando incluso a no poder encontrar el camino de vuelta.

      Kruttam replica silenciosamente: ¡Pues parece que son más tontos que yo!

      Un anciano chamán se gira hacia los orcos.

      Chamán Anciano balbucea: Digamos que su vuelta depende de un hilo.

      Chamán Anciano balbucea: No deben perderlo nunca, o quedarán atrapados en ese plano.

      Raigy mira con sus verdes ojos a Kruttam.

      Kruttam pone cara de no haber entendido nada.

      El chamán se coloca de nuevo en su posición, en el círculo de oración.

      Kruttam repite silenciosamente al oído a su amigo listo: ¿Quieres que le pegue una paliza ya?

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    • garthok
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      Todos en la sala ven cómo el viejo chamán toca un Corazón rojo como el infierno…

      Los chamanes murmuran antiguos rezos a Gurthang al contemplar el Corazón.

      Raigy dice: ¿Sabéis qué es esto?

      Uno de los aprendices de chamanes responde: No.

      Kruttam: ¡Claro que lo sé!

      El Corazón del Balrog, bendecido por nuestro Señor Gurthang.

      Kruttam: ¡Es un tomate!

      Wrunkhar piensa para sí mismo. Qué insensato interrumpe así a los chamanes más poderosos del reino.

      Kruttam, avergonzado, se retira del primer plano de la escena.

      Wrunkhar asiente a Kruttam.

      Uno de los chamanes hace un gesto hostil ante la interrupción del orco.

      Raigy dice: ¿Tú quién eres?

      Raigy aprieta el Corazón…
      Wrunkhar dice: Disculpa, es un gran guerrero, pero el pobre no está bendito con un gran cerebro.

      De pronto, los asistentes observan una neblina que rodea al Viejo chamán.

      Kruttam: Soy Kruttam. Llevo aquí desde hace 20 años y nunca te había visto. ¿Quién eres tú?

      Adquiriendo colores rojizos y amarillentos…

      Viejo chamán de los Urja dice: Olvidad las distracciones. No hay más tiempo que perder. Necesitamos iniciar el ritual y traer de vuelta a Targash.

      Raigy dice: El sexto círculo está cerrado para los mortales.

      El ayudante goblin enciende en ese momento unas barritas de incienso rojizo, necesarias para el ritual.

      Todos en la sala miran con asombro. Las llamas comienzan a avivarse cada vez con más fuerza.

      Un impresionante grito lleno de rabia deja a los presentes momentáneamente sordos.

      Raigy dice: Gurthang no nos considera dignos para permitir que poseamos ese poder.

      Viejo Chamán de los Urja dice: Efectivamente, no podremos invocar a Targash todavía. Parece que Gurthang no nos favorece lo suficiente.

      Viejo Chamán de los Urja dice: Necesitamos avivar las llamas con esencia de crueldad y sacrificar en ellas las cabezas de enemigos poderosos.

      Wrunkhar da un paso al frente y dice: Con gusto iremos a traeros ese pequeño encargo.

      Raigy dice: El proceso será largo, yo no tengo suficientes fuerzas y somos tan pocos.

      Wrunkhar posa su musculoso brazo sobre su amigo Kruttam y repite: Nosotros iremos a por la esencia y con gusto privaremos a los Dendritas de sus cabezas.

      El viejo chamán asiente con la cabeza.

      Las llamas de la hoguera poco a poco se van extinguiendo, pronto el ritual llegará a su fin.

      Kruttam: Si es por fuerza… ¡a mí me sobra, pequeño debilucho!

      Raigy dice: Esto que veis es un don y una pesadilla a la vez, debilitándome y envejeciendo mi cuerpo.

      Raigy dice: ¡Nuestro señor demanda sangre! ¡Sacrificios!

      Raigy dice: Solo así a lo mejor nos complace con el sexto círculo.

      Viejo chamán dice: Mientras tanto, Raigy, desciende a la antigua biblioteca. Solo tú sabes dónde habías escondido el tomo que contiene los
      versos para traer a Targash.

      Raigy dice: Mi memoria no es tan buena, pero intentaré recordar.

      Viejo chamán de los Urja dice: No se hable más, retomaremos el ritual a tu regreso en la siguiente luna.

      Raigy dice: Buscaré el viejo volumen, tal vez las Gárgolas sepan algo.

      Raigy dice: Ahora, dejadme descansar.

      Los presentes entonces ven cómo el viejo chamán vuelve a su forma original.

      La hoguera se apaga por completo, al mismo tiempo que las antorchas, dejando la estancia casi en penumbra.

      Más cansado, más viejo si cabe, pero con una sabiduría en sus ojos que solo dan los años.

      El extraño hedor que inundaba la habitación se disipa de repente.

      El viejo chamán pasa por delante de todos y se aleja de la sala, con una idea en la cabeza.

    • garthok
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      Ese mismo día, al atardecer, Wrunkhar y Kruttam ensillaron sus huargos y descendieron por los rocosos senderos del Erial de los Condenados.

      Los dos orcos se miraron a los ojos; el orgullo de la horda y la responsabilidad sobre sus hombros llenaban de propósito sus vidas.

      Hicieron noche al pie de las Quebradas de Devron. Lo único que se podía escuchar era el sonido de las llamas y los aullidos de los coyotes que patrullaban el desierto en busca de algún animal moribundo.

      Wrunkhar dice: Kruttam, deja de roncar y escucha.

      Kruttam se levanta del suelo a toda prisa, mientras se le escapa un bostezo.

      Wrunkhar dice: ¡Cuidado!

      Kruttam: ¿Qué sucede, amigo listo? Sólo he podido dormir tres horas.

      Kruttam: Parece que hoy nos van a sudar las pantorrillas… ¡Menudo calor!

      Kruttam se agacha para recoger un insecto que yacía en el suelo y de un mordisco lo tritura.

      Al menos una docena de esqueletos armados con lanzas y viejos escudos salieron de detrás de una antigua y destartalada caravana y marcharon directamente hacia los orcos.

      Kruttam: ¡Cuidado, amigo listo!

      Kruttam: Y todo esto sin desayunar… si al menos tuviésemos algo de carne…

      Kruttam agarra un tronco del suelo, lo suficientemente pesado como para tener que usar ambas manos.

      A su vez, Wrunkhar desenvaina su famosa Ira Sangrienta y se lanzan a la carga.

      Kruttam grita: ¡Acercaos cuando queráis! ¿Me entenderán, amigo listo?

      Kruttam: ¿Amigo listo?

      Kruttam se lanza con fiereza sobre los esqueletos, repartiendo golpes hacia izquierda y derecha con su ancho Tronco de Madera.

      Los esqueletos se movían impertérritos hacia ambos. Animados por la tenebrosa magia de una extraña figura que los agitaba desde la caravana, no se detenían en su avance. Aquella figura, grande para los estándares humanos, manejaba sus voluntades y las retorcía para adueñarse de sus acciones, manejándolos como meros peleles en manos de un hábil titiritero.

      Una voz cavernosa preguntó a ambos desde aquella lejanía: «¿Quiénes sois, y cuál es vuestro propósito en Devron?»

      Wrunkhar dice: Hermano, saben que estamos llegando a Galador. Methaw tiene espías en todas partes.

      Kruttam: ¡Yo he desayunado pierna de humano muchas veces!

      Kruttam: No creo que hoy sea un día distinto. Wrunkhar responde: Deja de agacharte detrás de estas marionetas y da la cara!

      Kruttam responde en voz alta: Soy Kruttam, ¿quién eres tú?

      Wrunkhar agarra con fuerza un gigantesco hacha doble del suelo y lo arroja con fuerza hacia la caravana.

      Kruttam: Yo creo que se ha muerto, sonaba a una voz anciana…

      El hacha choca contra una especie de escudo mágico.

      No hubo tiempo para una segunda respuesta. La orca, pues era, efectivamente, mujer, dio un paso adelante y volvió a conjurar entre las Arenas. Media docena más de esqueletos volvieron a rodearla, protegiéndola. «Marchaos de aquí. Aquí no hay nada para dos asquerosos orcos como vosotros. Volved a vuestros agujeros en Golthur Orod».

      Wrunkhar susurra a Kruttam: Los dos sabemos que no podremos volver a la fortaleza sin la esencia de la crueldad.

      Kruttam susurra a Wrunkhar: Yo voy a hacer lo que me digas… ¿La mato y desayunamos de una vez?

      Wrunkhar susurra a Kruttam: Mucho menos sin las cabezas de algunos enemigos o nuestra reputación acabará a la altura de la de Kyragan en los baños de la fortaleza.

      Kruttam se rasca la cabeza, demostrando no haber entendido nada.

      Wrunkhar dice: Tengo una idea.

      La misteriosa figura comienza a formular algunas palabras desde la lejanía, incomprensibles para los orcos pero claramente hostiles. Las arenas comienzan a arremolinarse a su alrededor.

      Wrunkhar da una potente patada a una tinaja llena de un extraño líquido, este entra en contacto con la hoguera y una inmensa llamarada se adueña de todo el lugar.

      Wrunkhar dice: Ahora, Kruttam, corre.

      Kruttam se tropieza al comenzar a correr, de un salto se levanta y huye despavorido siguiendo a Wrunkhar.

      Un eco resuena en la lejanía, una voz masculina parece que se aproxima a la zona, ajeno a lo que acontece.

      Un enorme orco, ataviado con una túnica multicolor llega, arrastrando los pies por la arena.

      Wrunkhar exclama: ¡Corre!

      Mercader Orco susurra: ¿Dónde vais? Yo amigo.

      Los chillidos de frustración de la hechicera, levemente audibles, se pierden en la distancia. Los esqueletos conjurados no son lo suficientemente rápidos como para seguir a los orcos.

      Mercader Orco susurra: Esas llamas no tienen buena pinta, amigo.

      Kruttam: ¡Ya corro, amigo listo! No ves que mi barriga va delante mía…

      Nuestra intención era Galador, pero los que recibieron la sorpresa fuimos nosotros dos.

      El mercader da un puntapié y cubre las llamas con arena, sofocando la hoguera.

      Amigo, Galador está muy lejos…

      Mercader Orgo susurra: Aquí no hay más que arena.

      Mercader Orgo susurra: Amigos, volved y hablemos.

      Mercader Orgo susurra: Mulhamad tiene muchas cosas a la venta.

      Wrunkhar dice: Buen mercader, todos tenemos un precio. ¿Cuál es el tuyo para llevarnos por el atajo a dentro de Galador?

      Kruttam susurra al Mercader Orgo: Me han dicho que hay unas plantas para cuando no puedes hacer caca… ¿Tú sabes conseguirme eso?

      Wrunkhar dice: Kruttam, déjate de tonterías.

      Mercader Orgo susurra: Planta para caca… amigo, tengo una bolsa llena.

      El mercader le arroja una bolsita al orco.

      Mercader Orgo susurra: Caminito secreto para Galador…

      Kruttam le entrega disimuladamente una bolsa con monedas al Mercader Orgo.

      Mercader Orgo susurra: Amigo, todo tiene un precio.

      Wrunkhar agarra al mercader por el pecho con fuerza y dice: Vamos a ver, Orgo, puedes marcharte de aquí con oro y tu vida. O mi amigo Kruttam puede arrancarte la cabeza y meterla en esa bolsita que le acabas de dar.

      Mercader Orgo susurra: Un pequeñito favor y yo mismo os llevaré, pero tranquilos amigos.

      El ambiente parece más tranquilo, pero los orcos siguen sin conseguir su propósito. No deberían volver a la Fortaleza Negra sin su Esencia o unas cuantas cabezas de enemigos.

      El mercader muestra un plano a los orcos.

      Mercader Orgo susurra: Aquí habita el señor de Devron, conseguidme su laúd y os llevaré a Galador.

      Kruttam se acerca al Mercader Orgo con cara intimidante, esperando la señal para comenzar sus hostilidades.

      Wrunkhar resopla, parece desesperado.

      El mercader da un paso atrás.

      Wrunkhar dice: ¿Y volver hacia los esqueletos?

      Mercader Orgo susurra: Está bien, os llevo, amigos, tranquilos.

      Mercader Orgo susurra: Ya habéis armado demasiado escándalo.

      Kruttam susurra a Wrunkhar: Has visto, amigo listo… este entiende mi idioma.

      El mercader guarda el plano en su zurrón y hace un gesto a los orcos.

      Mercader Orgo susurra: Poneos estos ropajes, os haréis pasar por comerciantes.

      Mercader Orgo susurra: El mercader ofrece unas ropas a los orcos.

      Kruttam: Me has caído bien, aunque tengas mucha carne y yo mucha hambre.

      Mercader Orgo susurra: Ponte esto, ya comerás después.

      Kruttam coge los ropajes de la mano del Mercader.

      Mercader Orgo susurra: Eso es extraño.

      Kruttam: ¿Parezco una salchicha de la Taberna de Ancarak?

      Mercader Orgo susurra: Amigos, no hay tiempo que perder; aprovecharemos el cambio de guardia.

      Wrunkhar dice: Me recuerdas a una concubina.

      Los dos orcos ponen cara seria y siguen de cerca al mercader.

      Kruttam exhala aire al sentirse presionado por la ropa.

      De repente, a lo lejos, se escucha un cuerno, posiblemente de una partida de caza. ¡Maldita sea! Los orcos sospechan de la hechicera que dejaron atrás… ¿Quizás todo fue una trampa? ¿Pueden confiar en el mercader? ¿Funcionará su triquiñuela con los disfraces?

      Mercader Orgo susurra: Y no habléis durante el trayecto; sé que va a ser especialmente difícil para ti.

      El Mercader se gira hacia Kruttam.

      Kruttam hace un gesto moviendo la cabeza de izquierda a derecha, negando lo que el Mercader ha dicho.

      Mercader Orgo susurra: Daos prisa, ese sonido no me gusta nada.

      Kruttam: ¿Pero por qué no voy a hablar si no entienden mi idioma?

      El mercader avanza tan rápido como puede por la arena, seguido de los orcos.

      Wrunkhar da un poderoso codazo a Kruttam.

      El mercader se gira hacia atrás, preguntándose dónde estará la hechicera.

      La partida de caza está compuesta por al menos dos docenas de orgos, a lomos de gusanos gigantes. A su cabeza va la hechicera, azuzándolos.

      Kruttam susurra a Wrunkhar: Las tripas me hacen trogogloglogloglo. ¿Me dejas comerme una pierna del Mercader? Con la otra, seguro que sigue andando…

      La extraña comitiva abandona las Quebradas y, después de un largo paseo, llega a Brenoic.

      Mercader Orgo susurra: Ya estamos casi, amigos.

      El olor a leche de vaca agria es insoportable, pero los orcos se sienten encantados.

      El mercader los dirige hacia los cultivos de Brenoic, al sur del poblado.

      Mercader Orgo susurra: Aquí es, amigos.

      Kruttam: ¡Estoy a punto de desmayarme! ¡Quiero comerme una de esas vacas!

      Mercader Orgo susurra: Deja las vacas y aparta ese montón de leña.

      Kruttam resignado agacha la cabeza y se dirige hacia el montón de leña.

      Wrunkhar ayuda a su compañero con cara de resignación.

      El mercader saca un par de antorchas de su zurrón y las impregna de una sustancia pegajosa.

      Kruttam agarra uno a uno los palos, denotando que sus niveles de energía son ínfimos, y los carga con mucho esfuerzo sobre su torso.

      Todas las vacas parecen enfermas. Están famélicas y poco sanas. Una de ellas les mira con cara de pena, como suplicando a ambos que acaben con su existencia…

      Poco a poco, al apartar la leña, aparece una desvencijada trampilla de madera.

      Kruttam, al terminar de mover los palos, se abalanza sobre la vaca y, de un mordisco en el cuello, acaba con su vida.

      Mercader Orgo susurra: Ahí tenéis vuestro acceso a Galador.

      Kruttam: Lo siento, tenía que desayunar.

      Kruttam: Come, amigo, con la barriga llena se piensa mejor.

      Kruttam se abalanza sobre el cuerpo de la vaca inerte y con sus garras consigue desollarla antes de comenzar su festín.

      Wrunkhar dice: Deja de perder el tiempo.

      Wrunkhar entrega una bolsa llena de monedas al orgo.

      Suka: parece que desde las sombras alguien más observa a los orcos y al mercader, después de la escandalera que montaron.

      Kruttam obedece a Wrunkhar, pero ahora su barriga parece que va a explotar.

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