Contemplas la figura de una semi-drow, sobrepasa por poco el metro y medio de altura. Su piel, de un grisáceo casi mortecino, se encuentra recorrida por una multitud de pequeñas ampollas ya resecas, asomando debajo de ellas se observa un curioso brillo metálico, como si esa piel no fuera más que la crisálida de un cuerpo metálico. En sus codos se forman pequeñas bolsas de piel, como si algo la hubiera forzado a dilatarse, tal vez esta semi-drow ha aumentado su tamaño considerablemente en alguna ocasión. Un extraño crepitar levanta suavemente su melena nívea, presa de alguna fuerza electroestática, descubriendo unas orejas puntiagudas carentes de lóbulos. Sus ojos, apenas inexpresivos, escudriñan con interés todo lo que le rodea, completan su curiosa expresión una nariz aguileña, unos pómulos prominentes y una barbilla exageradamente pronunciada.