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    • Dhurkrog
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      Rhina y Jaserak caminan por el sendero de las antiguas minas de Mithril con rumbo al bosque.
      Mantienen una agradable conversación mientras rebuscan entre los arbustos en busca de plantas que les puedan ser útiles.
      Rhina hunde sus garras en la tierra mientras Jaserak se mantiene atento, siempre cabe la posibilidad de que algún cazador furtivo ronde por la zona.
      De repente, algo alarma a Rhina.
      Rhina: Mira esto, jaserak. Parece sangre. Y reciente, además.
      Jaserak se apresura y olisquea la sangre.
      ambos gnolls siguen el rastro, moviéndose entre zarzas y matorrales. EL rastro de sangre parece continuo, lo que dio a entender a los druidas de que
      posiblemente era sangre arterial. El ser que estaba perdiendo tanta sangre no estaba lejos de morir desangrado.
      Justo tras un viejo roble lo encontraron, un joven macho jabalí de aspecto lamentable. Su piel tenía un aspecto cetrino y una fea herida de lanza atravesaba su
      un costado. Era una suerte haber escapado con una herida de semejante envergadura
      con un rápido movimiento rhina invocó el poder clerical, y concentrando su poder en la herida del desdichado animal, logró frenar el sangrado con la bendición
      de Ralder.
      Jaserak mira al jabalí, y se acerca a el poliformandose en un jabalí.
      Jaserak dice en natural, tranquilo estamos aquí para ayudarte.
      Jaserak que te sucedió, hay alguien mas contigo que necesite ayuda?
      El jabalí que aun estaba sorprendido por la transformación que acababa de presenciar dijo:
      Jabalí dice: Unos cazadores asesinaron a toda mi manada.
      Jaserak Puedes recordar su aspecto?
      Rhina permanece concentrado en la herida del jabalí, escuchando a medias la conversación y dejando que jaserak se encargue de las palabras. La herida era muy
      profunda, y la punta de la lanza se había quedado incrustado entre 2 costillas del pobre bicho. Un ataque salvaje, hecho por alguien que no tenía intención de matar rápidamente,
      sino que quería ver desangrar a su víctima, como en este caso. Pocos cazadores que se precien de serlo podrían hacer algo así, tan chapucero. A rhina se le devolvió el estómago. aún podía sentir el hedor de esa bestia repugnante en el ambiente, tan lejos de donde ocurrió todo.
      Jaserak: Estoy de acuerdo Rhina apesta a orco.
      Jaserak: va a sentir en sus carnes el mismo dolor.
      Jabalí dice: Vienen cada día con el primer rayo de sol y asesinan todo lo que se cruza en su camino.
      Rhina, poco dada a las palabras, alzó la cabeza y dejó escapar un aullido de venganza, mientras sentía en su pecho el acompañamiento y la bendición de Ralder
      estándola por dentro. Canalizó la energía en la herida del jabalí, haciendo que la punta herrumbrosa de la lanza saliese despedida entre los árboles, mientras el color vuelve a la
      tez del animal.
      La herida se cerró como si nunca ubiese estado allí
      Jaserak dice en natural: Te doy mi palabra de que ese desgraciado no volverá mañana a este bosque.
      Jaserak Se convierte en un gigantesco oso y lanza un estremecedor gruñido.
      Jaserak: Rhina ayudame a encontrarlo. Yo le enseñare a respetar la naturaleza.
      la piel de rhina comienza a teñirse de negro mientras sus extremidades se hacen más pequeñas, más elásticas. Su erguida figura se encorva y su cuerpo termina de metamorfosearse en una pantera de brillantes ojos ambarinos.
      Jaserak: Sigue su rastro yo te sigo.
      Rhina da un pequeño asentimiento, y se dispone a seguir el rastro del asesino en silencio.
      Jaserak Sigue a Rhina.
      el jabalí los ve marcharse por entre los árboles, aterrorizado. Poco le faltaba para sentir más miedo por sus salvadores que por el asesino de su familia, se alejó a
      toda velocidad, dispuesto a avisar a los demás animales que se mantengan alerta por las siguientes horas.
      Después de un largo rato siguiendo el rastro encontraron a un Orco con pinturas de guerra y pensando que Rhina era otra de sus posibles victimas apunto su lanza contra
      ella.
      sin apenas tiempo a reacción el cazador vio como Jaserak arrancaba sus dos manos de un poderoso zarpazo. Se miró los brazos con horror, donde antes habían estado sus manos, y soltó un suave gemido.
      con un rápido salto, rhina salvó la distancia que los separaba y se arrojó al cuello del pobre desdichado. Cerrando los ojos, disfrutó del cobrizo y dulce sabor a
      sangre fresca, mientras la vida del orco se le escapaba a largos sorbos.

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