Inicio Foros Historias y gestas Blanqespina

Mostrando 2 respuestas a los debates
  • Autor
    Respuestas
    • pequeño halfling
      Participant
      Número de entradas: 106

      Voy a dejar aquí lo que podría ser mi registro de ficha.

      Mi nombre es blanqespina, y sí, como podéis imaginar, provengo del frío bosque de las espinas, en la isla de Naggrung.

      Soy descendiente de los CantoGélido y los HojaOscura, mis ancestros siempre han mantenido además relaciones de estrecha amistad con los EspinoNegro.

      Mi caracter no es que sea, precísamente muy amigable. De hecho nada amigable, así que no os molestéis en hablar conmigo. Prefiero luchar y morir a mediar palabra con nadie. Únicamente debo respeto a todo aquel protector de mi tierra, lejos de aquellos religiosos que odian a mi Señor. No obstante, si os cruzáis en mi camino, simplemente seguid adelante. No os detengais, pues no conozco más compañero que quienes se unen en los ritos ante la gran Aberración Informe del Sit-Mia. A cambio, yo os ofrezco la posibilidad de continuar vuestro camino en paz. No os perseguiré si vos no tenéis malas intenciones conmigo.

      ¿Quienes son mis amigos pues? La respuesta es sencilla: NO tengo amigos. Simplemente mantengo tratos de favor o de no agresión mútua con ciertos colectivos de las poblaciones existentes en Naggrung además de comerciantes y mercaderes del Reino de Anduar.

      En cuanto a mi congregación, resulta obvio. Siempre defenderé a los míos por encima incluso de mi propia vida, pues es mi mayor voluntad la protección del bosque de las espinas y de aquellos que hemos sido engendrados en el nidal del Sit-Mia. El gran maestro nos enseña, nos protege, nos guia por el camino a seguir a través de nuestro amado Izgraull y lejos de las doctrinas de nuestros enemigos. Nuestro señor, dueño de la tierra que pisamos, reina en todo lugar de la isla, dominando los bosques y aterrorizando a cualquier incursor que pretenda hacerse con un pedazo de nuestra tierra. El favor de Osucaru llena mi corazón y mi alma como antiguo gran Dios que acogió en su seno a Izgraull como su propio paladín.

      El respeto es una de mis máximas. Así pues, respeto la vida y la muerte. El sufrimiento y la agonía de todo lo perecedero que nace para simplemente morir. Respeto la lucha, el honor, el sacrificio. Respeto de la misma forma el guerrero que hunde su hierro en el corazón de su víctima como el desgraciado que se reune con Soële para ser juzgado una vez más. Al fin y al cabo, todos somos victimas y verdugos, noche y día, ángeles y demonios.

      He aquí mi manifiesto personal, un compendio de mis sentimientos e ideas desorganizados que dan vueltas en mi cabeza sin parar. Quien me conoce sabe de mi caracter independiente y salvaje. La negación, a veces, de aceptar la frustración de la derrota más que la derrota en sí misma. El deseo de fundirme con la diversidad de la naturaleza y comprender la forma en que el bien y el mal dejan de existir y dan forma a un estado distinto de las cosas, una ley especial que exige el compromiso de dar prioridad a la supervivencia de la especie por encima de otras circunstancias. Poder sentir el deseo animal. Bajar a un plano mas bajo, mas interno. Seguir el instinto animal que llevo dentro hasta el punto en que pierdo noción de mi propio cuerpo. Es allí el lugar de reunión con el Sit-Mia, donde cualquier forma horrenda es vista con el cariño que cualquier ser que observa a su cría con un instinto de amor infinito hacia su propia creación.

      Únicamente el grito agónico de mi enemigo es el que altera mi paz interior. Esta vez yo he sido elegida para sobrevivir mientras las últimas trazas de vida se escapan de ese cuerpo entre borbotones de sangre. Quizá mañana sea yo quien sufra esa suerte. Ahogarme entre mi propia sangre, percibir como el latido de mi corazón se desvanece poco a poco mientras se me nubla la vista. Ver una luz al fondo de un oscuro tunel. Una luz plena de armonía y descanso, y tras esa luz, la puerta de nuevo a la vida entre zarzales y espinas heladas. De nuevo ante mi gran señor y arropado por el Maestro.

    • pequeño halfling
      Participant
      Número de entradas: 106

      Por las mañanas, al despertar, me cuesta desperezarme. Mis primeros movimientos corporales producen un vacío que permiten la entrada del gélido clima contra mi piel. Un frío seco que recorre los recovecos de mi piel provocando ligeros escalofríos. Jugueteo con mi cálido aliento, dibujando formas que se disipan rápidamente en el frío ambiental. El olor animal me inunda. Una mezcla aromática de sudor, sangre oxidada, restos de vísceras y heces llegan a mi olfato indicándome que no estoy sola.

      Mis manos, o más bien patas, llenas de arañazos y restos de la sangre de la víctima de la noche anterior producen un leve escozor al posarse sobre la fina capa de hielo que se resquebraja a mi paso. Las pequeñas partículas de humedad ambiental han llegado a congelarse en un fino manto de minúsculas bolitas de hielo que cubren el suelo.

      Avanzo a través del espino. Allí, arropados por la gran Aberración Informe, veo tres jabalíes jugueteando y olfateando el lugar en busca de trufas. Adoro la belleza de la naturaleza en su diversidad, tan frágil a veces, tan emotiva, y otras veces sin embargo, tan dura ,peligrosa y cruel.

      El clima es tan extremo, que seca el aire deshidratando toda vida existente, envejeciendo aquello que acaricia con su suave brisa. Solamente el espino y las plantas más resistentes pueden sobrevivir aquí. La vida animal del lugar, sufre las mismas consecuencias. Esta es una tierra dura, fría y difícil. Y únicamente aquel animal mejor adaptado puede sobrevivir en estas condiciones.

      Yo no soy menos. Día tras día me debato entre la vida y la muerte. Una lucha por la supervivencia constante que agota mis energías. No existe la compasión aquí. No hay hermandad fuera del nidal de espino. Niarbaj’es, Binenxes y otras criaturas aberrantes reinan en este lugar pasivos a la presencia de nadie. Son la representación extrema de la supervivencia. La pirámide trófica en este lugar, no culmina en el ser humano u otras criaturas humanoides sino más bien al revés. Aquí elfos, humanos, orcos, goblins, y otras razas malviven entre hambre y penuria en asentamientos que apenas son capaces de proteger debidamente de sus amenazas externas. Únicamente ha progresado de forma mediocre la civilización de Keel asediada por espectros y demonios de todo tipo.

      La naturaleza se abre paso, pues, allí donde la civilización cede sin más opción. Esta es la única Ley. Una Ley dictada por ningún dictador. Solamente el destino y la naturaleza pueden jugar aquí. Lanzar sus dados y decidir quien sobrevivirá hoy y quien perecerá. Quien dominará un territorio. Quien aullará victorioso al ponerse el sol tras el horizonte.

      Me aproximo a los mamíferos lentamente. No se asustan frente a mi presencia, pues conocen mi olor y saben que en cierto modo, formamos parte de esta hermandad a la que pertenezco. Acaricio a Zuykp el recio cuero cabelludo de su lomo percibiendo una pacífica sensación y deseo de fundirme con él. Poco a poco mis huesos se reforman crujiendo entre dolores y sufrimiento. Finalmente me polimorfo en jabata. Aprovecho para juguetear y retozar con el resto de jabalíes entre gruñidos y empujones. Ese valioso momento no tiene precio, pues es el único momento de paz interior que me puedo permitir. El resto, el resto no es más que supervivencia. Lanzar una moneda al aire y preguntar al destino si viviré un día mas. Si volveré al espino y despertaré al día siguiente. Otra vez, como fue el día anterior. Hoy. Mañana.

    • pequeño halfling
      Participant
      Número de entradas: 106
      Despierto al final de la oscuridad de la muerte, vislumbrando una luz que me llama. Me acerco a ella, percibiendo el intenso frío y el familiar olor de mi hogar. Retorno a la conciencia de mi dolorido cuerpo. ¿He despertado de un sueño o fue toda una vida? De cualquier forma, siento rabia en mi corazón, una especie de sed de venganza que no ha podido ser extirpada por Drosophilla, la nigromante que ha tejido su hechizo para reencarnarme en esta joven gnoll de tan solo 14 años, pero con la furia de una vida pasada ardiendo en mis ojos.
      Mis cicatrices, testigos silenciosos de las batallas en el Bosque de Finwë Míriel, ahora son parte de mi legado resurgido. La esencia de la vieja Blanqespina persiste, mezclada con la vitalidad juvenil de esta nueva forma, mientras mis ojos brillan con la determinación de proteger mi tierra.
      Recuerdo las traiciones, las conspiraciones y las luchas que soporté mientras defendía mi tierra natal, Naggrung. Aunque mi corazón es el de una pacífica protectora, soy vilipendiada e incomprendida. Lucho por mi gente, por mi Señor Izgraull, y a cambio, cosecho desconfianza y desdén. Pero también llevo conmigo la herencia de las aberraciones, las criaturas que son tanto parte de nuestra tierra como las esquirlas de cristal que adornan el Bosque de Finwë Míriel.
      Drosophilla me ha dado una segunda oportunidad, y no la desaprovecharé. Juro seguir defendiendo Naggrung y sus pueblos de aquellos infieles que intenten saquear y adueñarse de nuestros territorios. La isla castigada por Demonios en la guerra de las mil lágrimas aún clama justicia, y yo seré su venganza encarnada.
      La fe en Izgraull arde más intensamente que nunca. Mis pasos resuenan con determinación, cada uno marcado por la rabia acumulada a lo largo de los años. Drosophilla ha insuflado nueva vida en mí, pero la esencia de Blanqespina persiste, ahora mezclada con la vitalidad juvenil en esta nueva forma.
      Los enemigos que intenten profanar la sagrada tierra de Naggrung sentirán mi ira renovada. No habrá tregua para aquellos que se atrevan a desafiar la voluntad de mi señor y a perturbar la paz que tanto ansiamos. Cada paso que doy es un recordatorio de la valentía de aquellos que defienden su hogar, incluso si ese hogar es una isla marcada por la tragedia.
      La senda que se abre ante mí es la misma, pero yo soy diferente. Esta joven gnoll lleva consigo la memoria de la antigua guerrera, la resolución de la protectora del Bosque de Finwë Míriel y la herencia de las aberraciones, criaturas leales al Señor Izgraull. Con la bendición de nuestro señor y la misión en mi corazón, avanzo con la ferocidad de una tormenta de hielo, lista para reclamar lo que es nuestro y devolver el equilibrio a esta isla.
Mostrando 2 respuestas a los debates
  • Debes estar registrado para responder a este debate.