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El intenso olor a putrefacción inundaba el lugar.
—¿El proceso de descomposición está cerca no? —
Una señorita manipulaba un cuerpo mientras articulaba palabras en un idioma oscuro.
—Así es Cairis… El proceso está cerca y aún no puedo resucitarlo. —
—Ya veo.. — Asentí con la cabeza mientras escudriñaba el cuerpo que se encontraba en una mesa de piedra.
La señalé.
—Cuidado… los gusanos y las moscas ya están apoderándose del pobre. —
Nos reímos al unísono.
Ella asintió mientras seguía con su cántico.
Oye iré por otro cuerpo… Si sigues con ese se te va a volver una basura en nada. —
Ella interrumpió su ritual y me miró.
—Si ve por otro… Y por favor no me traigas otro pobre…—
Sonreía mientras asentía con la cabeza.
—¿Que quieres que te traiga… Un Takomita? ¿ Un goblin?. O prefieres algo más grande.. Me acariciaba el mentón mientras pensaba. —
—¡Ya se! Un orco! —
Ella sonríe forzosamente.
—¡Déjate de bromas y ve por el maldito cuerpo! —
Di media vuelta y salí del recinto.
Las calles de Galador estaban desoladas, era muy bueno no tener a gente merodeando por la noche.
Me dirigí directamente a la puerta oeste.
Tres soldados me pararon antes de salir.
Uno de ellos me miró inquisitivamente.—¿Ei que pasa? ¿Acaso no distinguen a un alto inquisidor? —
Miraron deslumbrantes.
Agarré al que me miró de esa forma y lo acerqué a mí.
—¡Oye tú! ¿No sabes distinguir a la gente de alto rango? —
El soldado apenas podía articular palabra alguna.
—Y YO yo señor so soo solo me confundí—
Lo alcé por el cuello y lo golpee con mi puño izquierdo.
La sangre le salía a borbotones de la boca.
Lo dejé en el suelo y le di una feroz patada en el costado.
—Que no se vuelva a repetir por favor.—
Me giré y salí de la ciudad.
Los caminos de la ciudad eran un poco más seguros desde que el ejército les ordena a los miembros asesinar a los bandidos que merodeen.
Caminaba y caminaba mientras la blanquecina luz de la luna iluminaba mis huellas.
Ya iba a volverme a la ciudad pero ahí estaba.
Un joven de al menos 20 años vagabundeando por las cercanías de Dhara.
Estaba distraído intentando robarle su mochila a un mercader que tuvo la suerte de estar ahí.
Aprovechando la situación me acerqué al joven con mi espada arriba.
Al estar a un metro de el giré mi muñeca y un potente chorro de sangre manchó mi cara.
La tapa de sus sesos se encontraba a mis pies.
El en el suelo liberando un líquido púrpura de su cerebro con la cara totalmente desencajada.
El mercader totalmente shoqueado por lo visto cayó inconsciente al suelo.
Tomé el cuerpo del joven mientras me empapaba de sus fluidos y retomé mi ida hacia la ciudad.
Al volver no había ningún soldado a la vista.
Tomé el camino hacia el barrio del cataclismo y entré a una casa.
—Ding dong—.
Ella me miró algo cansada.
—Si que tardaste.. —
—Lo siento con estas nuevas medidas casi no hay gente a la noche. —
Asintió.
—¿Bien que me traes? —
Apoyé el cuerpo sobre la mesa de piedra.
—estaba intentando robarle a un mercader en las cercanías de la fortaleza de Dhara. —
Sonrió con malicia.
—Le falta una parte de la cabeza… pero bueno que se te puede pedir a ti que traigas entero. —
Sonreí mientras sacaba de un paño la parte que le faltaba.
—Aquí está lo que le falta… lo quieres o lo guardo de recuerdo. —
Me miró sorprendida.
—No sabía que eras tan retorcido Dijo mientras examinaba el cadáver. —
—Hay mucho que no sabes de mí…—
Ella volvió a sonreír.
—Cairis será mejor que me dejes sola, necesito concentración y tu aquí parado no me das nada de eso. —
Escupí al suelo.
—Como quieras… Si necesitas otro cadáver dime con una hora de encargo. —
Le sonreí mientras desenvainaba mi espada.
—Vete anda. —
Me giré y me marché.
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