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    • fyrate
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      Al llegar a Keel nos encontramos unas puertas infranqueables.
      Teníamos que asesinar a los guardias para poder entrar.
      Y eso hicimos.
      Conjuré pieles de piedra para aguantar los golpes de los guardias.
      Mientras el pequeño halfling bardo los dormía con sus canciones.
      Y a si los demás, usaban sus habilidades de cazadores, para poco a poco matarlos uno por uno.
      Pero el intenso frío de allí no era bueno para mi.
      Vivir en Dendra y estar siempre en el desierto me hizo acostumbrarme mucho al calor.
      Y ahora ese frío congelaba hasta mis huesos.
      No se por que, pero ya me encontraba totalmente agotado, era tal el punto de agotamiento que desempuñaba mis armas.
      Y no podía pronunciar un hechizo sin desconcentrarme.
      O quedarme sin voz.
      El halfling gritó a los demás: ayudar al mago, sus energías no dan para más!.
      El humano, que era un maestro de las armas se puso al frente de mi, mientras iba acertando letales estocadas a los guardias.
      Y uno de los drows iba formulando un hechizo que no se por que, pero emanaba mucho calor.
      Un calor muy reconfortante, al abrir los ojos me encontraba como nuevo.
      Mis energías habían vuelto.
      A si que volví al campo de batalla, y empecé a formular fugaces rayos moldeados por el eter, que iban arrancando gritos de dolor a los guardias.
      El soldado humano me miró mientras formulaba una enorme masa de energía.
      Y me dijo mientras se encontraba totalmente consumido por la adrenalina: me llamo Treynd.
      Lo miré y una sonrisa se apoderó de mi.
      Un gusto Treynd, pero ya podremos hablar.
      Primero aniquilemos estas escorias que se interponen.
      Al ver que la masa de energía era lo suficiente grande para liberarla grité. con una voz que hizo temblar todos los pilares de la ciudad: atrás!, ahora caerán fulminados por el poder de Seldar!.
      Una enorme bola de energía rojiza empezó a calcinar los cuerpos de todos en la ciudad.
      Los gritos eran un concierto de sirenas para nosotros.
      Al ver la ciudad totalmente vacía nos adentramos, y fuimos directamente a una posada.
      El tabernero saludó a todos con alegría, mientras empezaba a servir múltiples jarras con bebidas.
      Miró a la Drow y le preguntó casi susurrando: el es Dakharhu?.
      Ella asintió mientras sonreía.
      El igualmente sonrió.
      Y gritó mientras golpeaba la mano contra la barra: brindemos por el nuevo futuro!.
      ¡Salud, gritaron todos al unísono!.

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