Inicio › Foros › Historias y gestas › Capitulo 1. El viaje.
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El día comienza a despuntar y los rayos del sol empiezan a iluminar las lóbregas calles de Anduar, donde una expedición de comerciantes ultima preparativos para comenzar un largo viaje hacia el Imperio. Su cargamento son joyas, oro y mithril.
Lindria era la encargada de organizar la partida, puesto que el Imperio le hizo el encargo a ella, además tenía en sus manos un sobre que debía entregar en persona al mismísimo emperador.
En una de las carretas que componían la expedición un humano, viudo de una mujer drow viaja junto a su hija, la pequeña Morthandari, de apenas dieciséis años, la cual su padre escondía dentro de la carreta para que nadie la viera, puesto que estas criaturas no eran bien vistas en el Imperio.
Lindria, a quien no se le escapa detalle, no tardó en percatarse que unos grandes ojos violetas la observaban, y tras dirigir su mirada hacia la carreta, pudo reconocer a la pequeña Morthandari, a la cual le esbozó una pequeña sonrisa y le alzó la mano disimuladamente. La pequeña semi-drow le devolvió la sonrisa y se volvió a tapar con una manta que le había dado su padre.
Una vez ultimados todos los detalles, comprobada la carga y alimentadas las bestias de tiro, la expedición se puso en marcha atravesando los grandes arcos que decoraban la entrada norte de la ciudad comerciante de Anduar. Un camino de dos días si no había contratiempos les esperaba por delante.
Lindria se acercó a la carreta donde la pequeña iba oculta para hablar con su padre.
Lindria dice: disculpe caballero, podría tomar asiento junto a usted, es un camino demasiado largo para mis viejas piernas. Mi nombre es Lindria.
Kalrar dice: Claro no hay problema, suba. Me llamo Kalrar.
Lindria, con esfuerzo, montó en la carreta y tomó asiento junto al humano.
Lindria pregunta: ¿por qué lleva escondida a su hija?… Porque supongo que será su hija…
Kalrar responde: Así es señora, es lo único que me queda en esta vida, su madre murió en el parto, y no tengo más familia, no podría vivir si llegara a perderla. Además ya sabe cómo se las gastan en el Imperio cuando ven algo fuera de sus “cánones”.
Lindria dice: sí, lleva razón, no son muy tolerantes.
Lindria pregunta: ¿Cómo te llamas, jovenzuela?
La tímida Morthandari, se esconde más aún al fondo de la carreta, ya que apenas alguien le había dirigido la palabra a lo largo de su vida.
Lindria sonriendo dice: No tengas miedo, ten, coge esto, un regalo para que veas que soy de fiar.
Lindria saca de su túnica lo que parece ser un caballo de madera tallado a mano, y se lo tiende a la joven.
Morthandari se acerca lentamente y coge el juguete, sonriendo ampliamente.
Morthandari dice: Muchas gracias señora, yo soy Morthandari. Jamás nadie, excepto mi padre, me había regalado nada. Es usted muy amable.
Lindria dice: ¡No me llames señora! Me haces sentir mucho más mayor de lo que ya soy.
Kalrar dice: hija vuelve dentro, no quiero que te vean.
Mortharandi dice: sí, padre.
La niña volvió a taparse con la manta y la expedición continuó su camino.
El sol se pone por el horizonte dando paso a la noche, las carretas paran y acampan en un prado junto al camino, están a escasas horas de Ryniver, pero no conseguirían llegar a la ciudad fronteriza sin la luz del día.
Los mercaderes colocan las carretas en círculo, para protegerse durante la noche y encienden una hoguera donde todos se reúnen para calentarse y preparar algo de comer. Abrieron un barril de cerveza enana y todos empezaron a beber y a comer. La noche se fue animando y los mercaderes cantaban y bailaban alrededor de la hoguera, mientras Lindria seguía sentada en la carreta, hablando con la joven semi-drow.
Tras el jolgorio, casi todo el campamento estaba durmiendo cuando de repente un cuerno se escuchó en el silencio de la noche. Lo siguiente que se escuchó fue el silbar de flechas prendidas en fuego lanzadas hacia las carretas, las que empezaron a arder al momento.
El pánico inundó el campamento cuando además del fuego, se escuchó el bramido de los atacantes. Lindria, que estaba acostada en la carreta junto a Morthandari se despertó sobresaltada y ordenó a la joven que se escondiera donde pudiera. La joven se escondió bajo la carreta. Lindria y Kalrar se unieron a los mercaderes para defender el campamento.
Una flecha surgió de la oscuridad y atravesó el pecho de Kalrar, Morthandari al ver como su padre moría salió de su escondite para dirigirse donde su padre yacía ya muerto.
Lindria desenvainó su espada, y tras pasarle la mano por encima susurrando una letanía de palabras que para el resto no tenía sentido, esta comenzó a arder.
Lindria exclama: ¡Vete muchacha, vuelve a tu escondite, no puedes hacer nada por tu padre, salva tu vida al menos!
Morthandari asintió y volvió a su escondite. Y desde allí observaba como Lindria pese a lo vieja que aparentaba ser, se desenvolvió con gran destreza en el combate.
La lucha fue encarnizada y al final algunos mercaderes y Lindria sobrevivieron al ataque y cuando todo terminó la anciana fue a buscar a Morthandari.
Lindria la encontró junto al cadáver de su padre, llorando desconsolada.
Lindria dice: no llores por tu padre, fue valiente.
La joven se secó las lágrimas y miró a Lindria.
Morthandari dice: tienes razón, pero quiero que me enseñes a luchar como lo hiciste anoche.
Lindria dice: De acuerdo, te enseñaré todo lo que sé, pero la senda de las runas no es algo fácil, deberás dedicar toda tu vida a estudiarlas y comprenderlas.
Morthandari asintió.
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Capítulo 2. La iniciación.
El fuego de antorchas se vislumbraba a lo lejos en la noche, de nuevo se volvió a escuchar otro cuerno, pero esta vez era diferente. El retumbar de caballos al galope se escuchaba cada vez más cerca. Era un destacamento del Imperio Dendrita.
Lindria salió al frente a recibir a los soldados.
Soldado imperial pregunta: ¿Qué ha sucedido aquí?
Lindria responde: nos atacaron en la noche, lo que ves aquí es todo lo que queda del encargo del emperador.
Soldado imperial dice: Sentimos no haber llegado antes, en cuanto vimos el fuego en la lejanía partimos al galope.
Lindria dice: A nosotros se nos hizo tarde, deberíamos haber llegado a Ryniver antes del anochecer, pero no pudimos. Coged lo que queda de la mercancía y llevarla al Emperador, junto con esta carta. No me quedan fuerzas para llevarla yo misma. Volveré a Anduar.
Soldado imperial dice: está bien. Tomad un caballo.
Lindria dice: Morthandari, ven. Volvemos a casa.
La mestiza salió de su escondite con la capucha mal ajustada por los nervios y las prisas.
Soldado imperial, tras escupir pregunta: ¿Qué hace esta mestiza en las tierras del emperador?
Lindria responde : Es una niña que acaba de perder a su familia y me la voy a llevar de vuelta a Anduar, si tienes algún problema puedo mandar una carta a Keltur.
Al soldado le cambió la cara al instante al escuchar el nombre del emperador, y negó rotundamente con la cabeza.
Soldado imperial impera: Dadle su caballo, coged la mercancía y partamos de vuelta.
Los soldados cargaron todo lo que quedaba en las carretas, y le proporcionaron el caballo preparado para la monta a Lindria y Morthandari. Ambas partes partieron cada una por su senda.
Morthandari pregunta: ¿Cómo has conseguido que te hicieran caso, no lo entiendo?
Lindria dice: Digamos que yo surto de riquezas a Kelthur y él deja que yo y mis compañeros de viaje caminemos por su imperio, por el momento a ninguno de los dos nos interesa que la relación empeore.
Lindria guiña un ojo a Morthandari.
Morthandari mira a Lindria sorprendida.
Morthandari pregunta: ¿Dónde vamos ahora, sí se puede saber?
Lindria responde: Iremos a la congregación rúnica, te iniciaré en el gremio. ¿Acaso no quieres una espada como la mía?
Morthandari pregunta:¿Me enseñarás a prenderla en fuego como hiciste cuando atacaron los bandidos?
Lindria suelta una carcajada.
Lindria responde: eso es lo más sencillo, te enseñaré eso y mucho más. No tuve que emplearme a fondo contra esa chusma.
Lindria tiende la mano a la joven semi-drow y la ayuda a subir a la montura, acto seguido espolea el caballo y este sale al galope, dejando tras de sí un rastro de polvo que se acaba difuminando en el aire cuando se alejan.
Las dos viajeras llegaron por fin al Bosque de Orgoth, lleno de pinos, vegetación y animales. Se adentraron en él en dirección noreste y no tardaron en llegar a un anciano roble cuyo tronco tenía más de diez metros de diámetro.
Lindria dice: hemos llegado. Acércate al árbol y examínalo, a ver si ves algo extraño
Morthandari dice: Veo algo que se ilumina cuando acerco mi mano, una especie de inscripción.
Lindria dice: adelante, tócala.
Al hacerlo Morthandari desapareció como si se la hubiera tragado el árbol y Lindria apareció justo detrás de ella.
Lindria dice: Bienvenida a la congregación rúnica, mi joven aprendiz. Ahora te iniciaré para que a partir de ahora formes parte de ella. Sígueme.
Las dos se adentraron en la cueva, excavada en la roca viva, gotas de agua caían del techo filtradas de la superficie del bosque, las raíces de los árboles de la superficie colgaban del techo y estaba iluminada con lámparas de aceite. Al fondo de la cueva había una especie de altar labrado toscamente, sin apenas decoración, salvo unas runas inscritas con magia.
Lindria dice: adelante, túmbate encima de la piedra.
Morthandari asintió y posó su cuerpo encima del altar.
Lindria alzó su espada, murmurando una letanía de palabras ininteligibles. Las runas del altar empezaron a iluminarse y una luz tenue empezó a envolver a Mortharandi. La luz cada vez se iba haciendo más y más intensa mientras que Lindria seguía recitando. Hasta que un fogonazo envolvió la sala y tomó forma de una espada, que apareció entre las manos de Morthandari.
Lindria dice: Enhorabuena, ahora eres parte de la congregación rúnica.
Lindria dice: Yo ahora tengo que partir, te recomiendo que pases tiempo leyendo los manuscritos de la biblioteca para que te vayas familiarizando sobre quienes somos y en que se basa nuestro poder.
Morthandari dice: así lo haré, maestra.
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Capítulo 3. La congregación y sus secretos.
Tras la marcha de Lindria, Morthandari se dispuso a explorar aquel lugar tan inquietante y a la vez acogedor. En la entrada había un enorme Golem que protegía la entrada de criaturas ajenas al gremio.
En el sótano se encontraba la librería y en una habitación contigua un despacho con varias mesas iluminadas por la tenue luz de unas pocas velas, las cuales eran sustituidas por el bibliotecario cuando su vida útil llegaba a su fin. Montones de libros y pergaminos se apilaban en columnas que llegaban hasta el techo.
Morthandari se acercó al bibliotecario y le pidió un libro, este se lo cedió y cuando lo tuvo en su mano se dirigió a la mesa y se puso a leerlo con interés. En el libro se ilustraban runas elementales y dónde se podían conseguir los pergaminos para aprender a utilizarlas. En el libro también se mostraba la forma de imbuir las runas en la espada arcana que apareció en sus manos tras el rito de iniciación en la congregación.
Al leer esto Morthandari se puso a inspeccionar su espada más detenidamente. Se trata de una espada bastarda de una hoja tan negra como la obsidiana, a lo largo de su filo, bastante conseguido, hay cuatro marcas vacías. Su gran empuñadura, revestida de cuero blanco, permite empuñarla a una o dos manos y tiene inscrita otra runa que se ilumina sólo cuando Morthandari la toca.
Tras observar esta maravilla de orfebrería Morthandari volvió a poner sus ojos en el libro y continuó leyendo.
Cansada de estar sentada, absorta en la lectura, cogió el libro y se puso a leer mientras paseaba a lo largo de la estancia, con tan mala suerte que tropezó con una de las sillas y para no caer al suelo se apoyó en una de las columnas de pergaminos, que cedió cayendo al suelo dejando todos los pergaminos tirados.
Morthandari se puso a recoger los pergaminos a toda prisa, antes de que volviera el bibliotecario y le echara la bronca por el desastre que había liado. Cuándo llevaba la mitad apilados cogió uno de ellos y este empezó a arder súbitamente quedando hecho añicos. El bibliotecario entró por la puerta en ese instante descubriendola infraganti pero lejos de abroncarla, miró a la joven con asombro.
Bibliotecario dice: llevaba buscando ese pergamino mucho tiempo. Es la base de nuestra congregación.
Morthandari dice: pues creo que lo he roto…
El bibliotecario se empezó a reír estruendosamente.
Bibliotecario dice: coloca los pedazos en el suelo, posa tus manos sobre ellos y concéntrate para recomponerlo.
Morthandari hizo caso del bibliotecario, sus manos empezaron a emitir una tenue luz y el pergamino se recompuso y volvió a explotar esta vez formando una llama que se quedó flotando en manos de la joven, que miraba atónita al bibliotecario.
Bibliotecario dice: ¿a qué esperas muchacha? Acerca la llama a la espada.
La joven volvió a hacer caso al bibliotecario y cuando acercó la llama a la espada esta la absorbió y uno de los huecos de su hoja se iluminó.
Bibliotecario dice: ahora pasa tu mano sobre la espada intentando extraer el poder del fuego.
Morthandari pasó su mano por la espada recordando como lo hizo Lindria cuando se enfrentó a los bandidos, y un fogonazo iluminó la sala y la espada quedó prendida en fuego.
El bibliotecario dedicó una mirada de aprobación a la joven y esbozó una ligera sonrisa.
Bibliotecario dice: esto es solo el comienzo, con esfuerzo y dedicación serás capaz de modificar los elementos a tu antojo. Te recomiendo que empieces por dominar los elementos básicos aqu, tir y rae.
Morthandari pregunta: ¿Dónde puedo encontrarlos?
Bibliotecario dice: eso deberás descubrirlo por ti misma.
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Capítulo 4: De vuelta a Anduar.
El sol se ponía por las imponentes montañas de Kheleb Dum, que debido a su tamaño parecían cercanas aún desde Anduar. Las antorchas comenzaban a iluminar las calles de la ciudad comercial. Algunos soldados patrullaban las calles, que poco a poco se iban llenando de mendigos que volvían a los suburbios a descansar.
Una voz lejana llama la atención de Morthandari, «ehh, prima!».
La joven se dio la vuelta cuando reconoció la voz de su prima Ivriv. Las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos y Morthandari se puso a llorar desconsoladamente.
Ivriv le dio un fuerte abrazo mientras le preguntaba: ¿Qué pasa?¿Es que no te alegras de verme?
Morthandari dice: No es eso prima, han pasado muchas cosas.
Ivriv dice: lo último que sé es que partiste con tu padre en la caravana mercante que iba hacia el Imperio.
Morthandari dice: así fue, pero cuando acampamos el primer día un grupo de mercenarios nos atacó y una flecha atravesó el pecho de mi padre. ¡Está muerto!
Ivriv abraza aún más fuerte a su desconsolada prima. «Lo siento mucho».
Morthandari dice: no te preocupes, ya ha pasado, mi vida ha cambiado mucho desde la semana pasada
Morthandari separa su capa de la cintura y deja entre ver su espada arcana.
Ivriv dice: Esa espada es muy parecida a la que usa la vieja Lindria. Por cierto Lindria viajaba con vosotros, pero la vi el otro día en la tienda de magia de Anduar.
Mortharandi dice: ella nos salvó, a mi almenos. La vi combatir con una destreza abrumadora y le pedí que me enseñase a luchar. Aceptó y me hizo su aprendiz, ahora soy miembro de la congregación rúnica ella misma me inició, pero es algo que nadie puede saber…
Ivriv dice: ¿en serio? si que te ha cambiado la vida si. Yo también he aprendido algunos trucos más desde que no nos vemos. Me especialicé en la escuela de encantamiento. Mira lo que sé hacer.
Ivriv chasquea sus dedos y de repente un amuleto de oro macizo aparece en sus manos.
Ivriv dice: le puse una marca mágica a este amuleto y lo puedo hacer volver a mi poder cuando yo quiera. Así que me gano la vida vendiéndolo y luego reclamandolo.
Ambas comienzan a reír a carcajadas limpia.
Morthandari dice: sigues igual de canalla que siempre.
Ivriv dice: bueno, ¿Que te trae por Anduar?
Morthandari dice: Venía a comunicaros la noticia, y de paso visitar la tienda de Magia. Leí en la congregación que el Maese Bilops tiene a la venta algún que otro pergamino rúnico.
Ivriv dice: yo también tengo que ir a su tienda, tengo encargados algunos manuscritos. Pero es de noche su tienda está cerrada, vayamos a tomar algo a la taberna y me cuentas todo más detenidamente. Aún me intriga el como Lindria te aceptó como su discípula.
Las dos semi-drows dejan los suburbios camino de la taberna, donde pasaron la noche poniéndose al día de las historias sucedidas en el tiempo que habían estado sin verse.
Al día siguiente, cuando amanece se dirigen a primera hora a la tienda del Bilops, cuando entraron a la tienda un olor a papel usado, que resultaba bastante agradable inundaba el ambiente. Un joven hechicero las miraba desde lo alto del mostrador, tras la caja registradora.
Bilops pregunta: ¿Qué os trae por aquí?
Ivriv responde: Vengo a por el encargo que le hice.
Bilops asiente con la cabeza rápidamente y va al fondo de la trastienda, coge un paquete y vuelve al mostrador.
Bilops dice: Aquí tiene. Serán doscientos platinos.
Ivriv saca una bolsa de su túnica y se la lanza al tendero.
Ivriv dice: Lo que sobre es para los gastos de mi prima. Que también necesita pergaminos.
Bilops dice: ¿Qué pergaminos quieres tú?
Mortharandi dice: vengo buscando pergaminos rúnicos, no sé donde encontrarlos y se me ocurrió visitar su tienda, es la más grande de Dalaensar.
Bilops dice: has hecho bien en preguntar, ahora mismo tengo en stock un pergamino de la runa aqu.
Mortharandi dice: Vengo buscando ese entre otros, si le llega con el dinero que le ha dado mi prima, me lo quedo.
Bilops dice: Es gratuito, Lindria me dejó esto aquí. Dijo que una joven semi-drow vendría a buscarlo. Junto con esta carta.
Bilops le acerca el pergamino y la carta a Morthandari y ésta lo coge.
Morthandari abre la carta y la lee. “Sabría que vendrías aquí, espero que te guste mi regalo”.
Sin dudarlo lo abre y empieza a leer el texto en él escrito. Cuando ha conseguido leerlo, desenvaina su espada y la coloca en el suelo. Pasa su mano por el pergamino y una gota gigantesca de agua aparece en su mano. Acto seguido acerca la gota a la espada y esta la absorbe, iluminandose otra de las hendiduras que la espada posee.
Bilops dice: Un maravilloso espectáculo. Según tengo entendido, hay un pergamino rúnico en posesión de Lender, un nigromante que habita el bosque de Ucho. Deberías visitarlo, pero ten cuidado, no es muy amistoso.
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Capítulo 5. Sucesos en el bosque.
Tras la información facilitada por Bilops acerca de un nuevo pergamino rúnico que aprender, Morthandari, ilusionada, le propuso a su prima Ivriv acompañarla al bosque de Ucho en busca de Lender, el nigromante. Esta aceptó a acompañarla de buen grado.
Ambas partieron a no mucho tardar, dejando la ciudad de Anduar atrás y con las maravillosas vistas de las montañas de Kheleb-Dum de fondo. El camino comercial del oeste no era nada seguro, ya que estaba lleno de ladrones y bandidos, aunque por el día no se dejaban ver. El camino, asfaltado por adoquines, es lo suficientemente amplio para que el tránsito de carretas no se detenga.
El final del camino comercial conecta con los campos de Celedan, con la lujosa villa al fondo, terreno de caza de los más adinerados de la ciudad. Extensas y verdes tierras de labor rodean la villa. Tras contemplar los exuberantes campos de Celedan, llegan a las Tierras Pardas, un paraje desolado, donde en verano el calor es insoportable y única ruta comercial entre el reino enano y la ciudad comercial.
Después de un largo camino las dos mestizas llegan a la arboleda de Ucho, hogar del nigromante Lender, un paraje reconfortante lleno de vegetación y vida. Un lugar de ensueño para descansar tras un largo viaje. Hogar de un dragón rojo, según cuentan las leyendas.
Cansadas tras la larga travesía decidieron sentarse en dos grandes piedras planas, situadas bajo la sombra de un árbol de fino tronco pero de espesa copa. Ivriv sacó dos mendrugos de pan y le acercó uno a Morthandari, mientras que ella buscaba su odre de agua, que había llenado justo antes de salir.
Estaban disfrutando de la comida cuando el árbol bajo el que estaban se derrumbó, aplastando la pierna de Morthandari. Un demonio de tierra surgió de entre las raíces del árbol y consiguió abrazar a Ivriv, que intentó sin éxito librarse de su abrazo, quedando inconsciente por la falta de aire causada por la presión que el demonio ejerció sobre su pecho.
Dos demonios más surgieron del mismo hueco por donde había aparecido el primero y se acercaban a Morthandari salivando, con ganas de comérsela, cuando un aullido se escuchó en el bosque. Tras unos arbustos apareció un humanoide, con un pelaje de perro, las extremidades superiores bastante más grandes que las inferiores y unas garras enormes y afiladas. La criatura, que parecía ser un gnoll, se abalanzó sobre los demonios y los fulminó de un par de zarpazos. El humanoide se giró y miró a Morthandari.
Lhurshak gruñe: ¿Estáis bien?
Morthandari responde: Sí, yo tengo la pierna atrapada, pero mi prima está inconsciente en el suelo.
Lhurshak gruñe: No te preocupes, se recuperará.
Lhurshak se acercó al cuerpo de Ivriv y tocándola con sus manos iluminadas por una tenue luz verde consiguió que despertara.
Ivriv al ver al gnoll encima suyo se asustó y se retiró rápidamente de él.
Ivriv exclamó: ¡Apártate aberración!
Mortharandi dice: Calla prima, si no hubiese sido por él ahora mismo seríamos comida de demonio…
Mortharandi dice: Por cierto, podríais quitarme esto de encima…
Lhurshak e Ivriv agarran el fino tronco del árbol y lo levantan lo justo para que Morthandari pueda sacar su pierna.
Lhurshak gruñe: No es la primera vez que pasa esto… Últimamente estos demonios de tierra cada vez salen más a la superficie, cuando antes no salían de su cueva.
Morthandari dice: Habrá que investigar el por qué están saliendo a la superficie.
Lhurshak dice: Creo que tendremos que visitar a Lender… algo está tramando…
Morthandari dice: curiosamente nosotras también estamos buscando a Lender, queríamos preguntarle acerca de un pergamino rúnico que ando buscando.
Lhurshak gruñe: Podéis acompañarme si queréis, pero su laboratorio está dentro de la cueva de donde han salido estos demonios… y hay bastantes más. No puedo garantizar vuestra seguridad.
Ivriv dice: Podremos defendernos, pero en esta ocasión nos pillaron por sorpresa.
Lhurshak gruñe: De acuerdo, seguidme, la entrada a la cueva está tras aquellos matorrales.
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Capítulo 6. Visitando a Lender
Tras lo sucedido en el bosque las dos semi-drows y su nuevo acompañante Lhurshak, se dispusieron a investigar qué estaba sucediendo en el bosque, pues los demonios de tierra no solían salir a la superficie, siempre permanecían en su cueva debido a un hechizo de prisión formulado por elfos.
Subiendo un camino entre las rocas llegaron a un gran arbusto, Lhurshak lo apartó descubriendo una entrada a la cueva de donde procedían esos demonios. Antes de entrar Lhurshak tocó el suelo y una enredadera nació de él con ocho grandes semillas.
Lhurshak gruñe: Cogedlas y si os veis en apuros, comedlas.
Ivriv recolectó los frutos y le ofreció la mitad a su prima.
Lhurshak gruñe: Ahora voy a solicitar ayuda al bosque, ¡Apartad!
Las dos jóvenes se hicieron a un lado.
Lhurshak dibujó un círculo en el suelo, se sentó en él y tocando la garra trenzada que colgaba de su cuello empezó a recitar unos cánticos, como si estuviera pidiendo algo a la madre naturaleza. Flores y plantas comenzaron a arremolinarse junto a él dando poco a poco forma a una figura gigantesca. Tras una explosión de luz una bestia híbrida gigante de seis patas apareció junto al gnoll, ¡Era aún más grande que él!. De su cuerpo brotaban espinas que rezumaban veneno. Una gota cayó en una piedra y la deshizo al instante, pero eso no era lo que más intimidaba de aquella criatura, si no su enorme cola terminada en enorme aguijón capaz de atravesar un árbol anciano de lado a lado.
Mortharandi miraba a la bestia incrédula y a la vez aterrorizada ya que el más simple roce con aquel veneno podría ser su fin. Ivriv estaba absorta también.
Lhurshak gruñe: Tranquilas, es totalmente inofensivo. Pongámonos en camino, no creo que esos demonios se atrevan a acercarse a nosotros cuando vean a mi mascota.
Ivriv dice: Tu mascota eh…
Lhurshak gruñe: Vamos, no tengo todo el día y estoy empezando a tener hambre.
El grupo y su mascota, se adentró en la cueva. Estaba iluminada por algunas antorchas que dejaban intuir un camino hacia lo más profundo de esta. Un olor a putrefacción invadía el ambiente, apenas se podía respirar. En los caminos que se bifurcaban del central había huesos carcomidos por el paso del tiempo y los demonios se devoraban unos a otros.
Al llegar al final del camino encontraron una puerta cerrada. Detrás de la puerta se escuchaba la voz de un hombre, no parecía muy cuerdo. Lhurshak llamó a la puerta pero nadie respondió. Cuando se disponía a llamar de nuevo la puerta se abrió.
Entraron en la habitación, iluminada por dos velas casi apunto de apagarse, y vieron el lugar más macabro que habían visitado. Paredes negras, cubiertas parcialmente por estanterías llenas de libros y pergaminos con polvo y telarañas El suelo estaba tapado por alfombras ensangrentadas. Una mesa central llena de despojos ,tanto humanos como de demonios, donde el hechicero realizaba sus experimentos. El olor era aún peor que en la cueva, se podía oler la muerte en el ambiente.
Lender dice: ¿Quienes sois? ¿Qué estáis haciendo aquí?
Lhurshak responde: Tu locura tiene que parar, Lender.
Lender dice: ¿Locura? Creo… vida… de la muerte…
Lhurshak dice: Esto es totalmente antinatural, ahora comprendo que está pasando. Los demonios están huyendo de este ser abominable.
Lender dice: Demonios, sii…. Necesito más, tengo que experimentar máaaaaaas.
Lhurshak exclama: ¡Detente!
Lender dice: Aunque pensándolo mejor, experimentaré con vosotros HA! HA! HA!
Lender comienza a mover sus manos y unos proyectiles comienzan a tomar forma en el centro de estas. Empuja las manos hacia los viajeros y los proyectiles salen disparados para hacer blanco en la quimera que se interpuso en la trayectoria para evitar que dañaran al grupo. Cuando la quimera se recompuso del golpe, Lhurshak levantó su índice ordenando a la criatura que atacase a Lender; Apenas un segundo después, el aguijón de la quimera estaba atravesando su pecho, acabando así con su vida.
Las dos semi-drows, que estaban paralizadas por el miedo, se miraron atónitas por lo que acababa de pasar.
Lhurshak gruñe: A qué esperáis, coged lo que habíais venido a buscar y salgamos de este sitio infecto.
Morthandari se acercó a la estantería concentrando su poder en recibir algún tipo de emanación rúnica y su búsqueda tuvo fruto. Un pergamino parecía brillar entre todos. Cogió el pergamino e intentó obtener su poder de él, pero algo no funcionaba. No era capaz de descifrar todo su contenido, había caracteres que no conocía.
Morthandari dice: Tengo el pergamino. Pero tendré que volver a la congregación, salgamos de aquí cuanto antes.
El grupo abandonó la estancia por donde vino dejando atrás toda la maldad que allí habitaba.
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Capítulo 7. De vuelta a la Congregación.
Tras volver a Anduar, el grupo se separó. Lhurshak debía informar a Shihon de lo que había acontecido en la arboleda de Ucho. Ivriv se quedó en Anduar, tenía que seguir estafando a gente, apenas le quedaba ya dinero. Morthandari, frustrada tras no poder aprender el pergamino rúnico que encontraron en el “despacho” de Lender se puso en camino a la congregación rúnica.
Una vez allí, a prisa se dirigió a las dependencias del bibliotecario. Su sorpresa fue que tras buscar por toda la congregación no lo encontró así que decidió esperarlo sentada junto a la biblioteca, en la sala del baúl.
Pasaron horas y por allí no aparecía nadie. De repente, Morthandari, empezó a oir unos gritos que provenían detrás de la pared donde estaba apoyada. A duras penas se podía entender lo que decía.
Morthandari pegó bien la oreja a la pared y al final consiguió entender, a duras penas, lo que estaba escuchando.
“Socorro… Que… Alguien… Me… Ayude”
Morthandari al entender lo que estaba escuchando, asimiló lo que estaba pasando, El bibliotecario estaba detrás del muro.
Apartó la cortina que cubría la mohosa pared y descubrió una runa marcada en ella. Sin pensarlo tocó la runa y la pared se abrió mágicamente dejando ver un estrecho pasillo que terminaba en un agujero en el suelo.
Morthandari, al acercarse al agujero, acercó una antorcha y pudo vislumbrar una escalera por la que bajar, así lo hizo.
Una vez abajo, el aire era insoportable, ratas por doquier devorando restos de heces y vómitos que hacían de aquella habitación un lugar inhabitable. Al fondo de la habitación había una gran puerta, con rejas y tras ellas se podía seguir escuchando los gritos de socorro del bibliotecario.
Morthandari tras intentar abrir la puerta descubrió que estaba sellada mágicamente. Pensó quién podría haber encerrado al bibliotecario en un lugar así, algo no concordaba. Acercó la mano a la puerta y pronunció el cántico ‘magius is iseio’, lo que conformó su teoría, la puerta estaba sellada.
Tras comprobar que la puerta no se podía abrir de manera normal, pronunció el cántico ‘abrete sesamus’. Tras formular el hechizo la cerradura de la puerta hizo ‘Clack’, lo que indicó que podía abrirla. Mientras tanto se podían seguir escuchando los gritos de socorro.
Cuando abrió la puerta, se hizo el silencio más absoluto, estaba todo muy oscuro.
Morthandari preguntó: ¿Bibliotecario, estás aquí?
Lo siguiente que vió fue una enorme bola de fuego que iluminó la habitación y dejó ver a un hombre andrajoso, vestido con una armadura de tela negra, que sonreía mientras la miraba y que empujó la bola de fuego hacia donde estaba Morthandari.
Morthandari lejos de amilanarse agarró su espada y cargó contra la bola de fuego, la cual cortó en dos disipándola y tras girar su torso dándole inercia a su espada alcanzó en el cuello al prisionero, haciendo que su cabeza se separara de su cuerpo, inundando la estancia de sangre.
Morthandari se acercó al cuerpo del prisionero y dedujo que debía ser algún mago rúnico, puesto que estás mismas vestimentas las portaba Lindria. El cinturón del prisionero empezó a brillar cuando Morthandari se acercó, tras buscar en él descubrió un pergamino rúnico, perteneciente a la runa Rae.
Abrió el pergamino y comenzó a leerlo, de su palma brotó una esquirla de hielo, la cual acercó a su espada y esta aceptó el poder del hielo, imbuyendo así otra nueva runa en su filo.
Deshaciendo el camino volvió a la estancia donde estaba esperando al bibliotecario, el cual estaba allí esperándola.
Bibliotecario dice: Veo que has conocido a nuestro prisionero… Antes de que me preguntes, no puedo decirte quién era.
Bibliotecario tras observar la espada de Mortharandi dice: Creo que estás preparada, sígueme. Te llevaré a tu última prueba.
Bibliotecario dice: Si los antiguos consideran que estás preparada te permitirán entrar a los cimientos de los que levantó esta congregación. Si no, yo mismo debo matarte aquí mismo, pues no eres digna. ¿Estás dispuesta a demostrar tu valía?
Morthandari asiente con la cabeza vehementemente.
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Capítulo 8. El círculo interno.
Tras aceptar la última prueba El bibliotecario y Morthandari abandonaron la biblioteca y se dirigieron al círculo interno, que estaba en un sótano bajo la congregación. La estancia estaba iluminada mágicamente dando todo el protagonismo a una puerta circular rodeada por unos grabados rúnicos, apenas legibles por el desgaste de las filtraciones de agua de la parte superior de la cueva. En el centro de la puerta hay una estrella de ocho puntas y en el centro de esta una ranura que deja el hueco justo para introducir una espada.
El bibliotecario dice: Tras esta puerta se encuentra el Círculo Interno. La estrella de ocho puntas es la insignia de nuestra congregación, los antiguos magos guerreros crearon este lugar y esta puerta, para separarlos del mundo exterior. Más tarde terminaron de construir la congregación excavando la roca con sus propias manos, hasta darle la forma que tiene actualmente.
Morthandari dice: Estoy preparada.
El bibliotecario mira hacia la puerta y dice: Adelante, introduce tu espada. Recuerda que si la puerta te rechaza, yo mismo acabaré con tu vida.
Morthandari empuña su espada y la introduce en la ranura, un portal se abre ante ella y la succiona haciéndola perder la consciencia.
Cuando despertó no sabía si estaba viva o muerta ya que la belleza de aquel lugar era tan impresionante que parecía un lugar sagrado, como si estuviera en una estrella desde donde se pudiera observar todo el universo.
El bibliotecario aparece atravesando la puerta y dice: Sabía que lo conseguirías, no he dudado nunca de tí. He de añadir que eres una de las más jóvenes en conseguir atravesarla. Lo de matarte era por darle más emoción, hay magos-rúnicos que lo intentan durante toda su vida y no consiguen acceder al Círculo Interno. ¡Vamos levanta! ¡Observa la belleza que tienes ante tí!
Morthandari se pone en pie y alza la vista.
El bibliotecario dice: Aquí encontrarás el poder de la tierra, que otorgará a tu espada poder, completando así su filo y dándote acceso a aprender toda la magia rúnica que existe. Incluso podrás hacer combinaciones de dos o más elementos que te permitirán crear tus propias runas.
Morthandari pregunta: Bien, ¿En qué consiste esta prueba?
El bibliotecario responde: Deberás buscar en esta estancia el origen de esta congregación, aquí comenzó todo un mago-rúnico que no conoce sus raíces no merece ser miembro. Te estás jugando el futuro del resto de tu vida, Morthandari.
El bibliotecario, sonriendo, dice: Yo no te iba a matar si no conseguías cruzar el portal, pero puede que si no estas preparada está prueba lo haga.
Morthandari pregunta: ¿Cuándo empezamos?
El bibliotecario dice: Ya hemos empezado, toda la estancia es una prueba. Los antiguos te observan.
Morthandari observó la estancia y había dos pasillos, se puso en marcha por uno de ellos. No tardó en darse cuenta que ese no era el camino, llegó a una estancia que no tenía salida en la cual había tres portales, cada uno de ellos marcado por una runa diferente.
Deshizo el camino y tomó el otro pasillo, un agujero en la pared comunicaba la estancia decorada con fineza y ostentosidad con un pasillo excavado en la roca, pero las marcas de la roca no eran iguales que las de la congregación, estas parecían hechas por magia arcana y bastante poderosa, puesto que el hueco era bastante amplio.
Morthandari, con arrojo, se introdujo en la oquedad esperando encontrar algún tipo de bestia, pero lo único que encontró al final del hueco fue una enorme roca. Frustrada se disponía a volver con el bibliotecario cuando un gran temblor se produjo en la estancia, la piedra se levantó y el techo parecía derrumbarse una gran polvareda inundó la sala, y cuando el polvo se posó en el suelo la enorme piedra se había dividido en nueve esquirlas afiladas que apuntaban directamente a Morthandari.
Morthandari observó a las esquirlas que apuntaban directamente a ellas, sabía que si alguna impactaba en su cuerpo estaba muerta. Las esquirlas empezaron a girar rápidamente hasta hacerse casi invisibles.
La semi-drow se temía lo peor, cuando el pergamino que obtuvo en la cueva de Lender empezó a agitarse, una luz cegadora invadió la sala y cuando la semi-drow recuperó la vista ocho espadas giraban a su alrededor, a la misma velocidad que las esquirlas que la amenazaban.
Las espadas y las esquirlas empezaron a chocar unas con otras, cada vez que se producía un impacto, una espada desaparecía y la esquirla se convertía en polvo. Mientras tanto, Morthandari contemplaba atónita el espectáculo.
Cuando todas las espadas habían desaparecido, aún restaba una esquirla, la cual se detuvo para después dirigirse directamente al cuerpo de Morthandari. Ésta empuñó su espada arcana y la consiguió poner en la trayectoria de la esquirla. A escasos milímetros de la espada, la esquirla se detuvo.
Morthandari hizo entrar en contacto el filo de su espada con la esquirla y la espada la engulló. La espada quedó marcada con la runa que le faltaba, por fin estaba completa. Además, Morthandari había sido capaz de invocar a las espadas guardianas, poder que, según había leído, pocos eran capaces de dominar.
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Capítulo 9. La dulce voz.
De nuevo en Anduar, donde había quedado con Ivriv y Lhurshak, Morthandari paseaba por los suburbios de la ciudad, compartiendo algo de su comida con los mendigos. La casa de Ivriv estaba en uno de estos suburbios, concretamente en el sector sudeste.
Llegó a la puerta de la casa, pero algo no iba bien. La puerta estaba rota, desencajada, algo había sucedido.
Uno de los vecinos, al ver a Morthandari se acercó para hablar con ella.
Vecino dice: ¿Eres la prima de Ivriv, verdad?
Morthandari se gira hacia la voz que le estaba preguntando y asiente con la cabeza.
Morthandari pregunta: ¿Qué ha pasado?
Vecino responde: Vinieron a buscarla, eran tres… Esa chiquilla no para de meterse en problemas…
Morthandari pregunta: ¿Pero le ha pasado algo?
El vecino niega con la cabeza rotundamente.
Vecino dice: Ella no estaba cuando vinieron a buscarla.
Morthandari dice: Tendré que ir a hablar con esos tipos… ¿Sabes dónde puedo encontrarlos?
Vecino dice: Me suena haber visto a uno de ellos por la zona de la Ópera, en los barrios gremiales. Llevaba una capa de color escarlata, no se suelen ver muchas de ese tipo por estos lares.
Morthandari dice: Gracias, iré a investigar qué es lo que está pasando.
Morthandari dejó atrás los suburbios para dirigirse a la vieja Ópera de Anduar. Paseando por las calles de los barrios gremiales, Morthandari no paraba de ver lujo y ostentosidad, se notaba que estaba en uno de los barrios más ricos de la ciudad. Al llegar a la Ópera, realmente a lo que quedaba de ella, pues otrora fue consumida por las llamas, vió a un hombre de avanzada edad custodiando la puerta, llevaba una capa escarlata, tenía que ser él.
Una dulce melodía inundaba el ambiente, el acompañamiento perfecto por si había que hacer algo de ruido. La canción estaba siendo interpretada por una criatura que la semi-drow nunca había visto antes, se trataba de una arpía. Su belleza era inconmensurable, su voz la envidia de las diosas.
De vuelta a la realidad, Morthandari dejó de observar a la cantante para centrarse en lo que había venido a hacer.
Se puso la capucha y se acercó sigilosamente al hombre que custodiaba a la arpía mientras ensayaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, empujó al hombre hacía un callejón y ahí empezó el interrogatorio.
Morthandari dice: Sé que habéis estado buscando en los suburbios a una semi-drow, te lo voy a preguntar una vez; ¿Dónde la tenéis?
El hombre giraba la cabeza nerviosamente.
Morthandari desenvainó su espada y la puso en su gaznate amenazando: O hablas o no volverás a ver amanecer.
El hombre seguía girando la cabeza cada vez más nervioso.
Morthandari empezó a sentir los pies calientes y cuando miró al suelo, sus pies estaban empapados en orín, el hombre se había meado encima.
Debido al fragor de la batalla la semi-drow no se había percatado de que la música ya no sonaba, el escándalo había llamado la atención de muchos curiosos e incluso el de la cantante.
La arpía dice: Suéltalo, no es a él a quien buscas, además no dirá una palabra, carece de lengua.
Morthandari soltó al hombre y se giró.
Morthandari dice: Pues entonces serás tú la que me diga dónde está mi prima, por las buenas o por las malas…
La arpía empieza a reírse a carcajadas y dice: ¿No tienes ni idea de quién soy, verdad? Mi nombre es Ghagkrik, y tu prima trabaja para mí.
Ghagkrik dice: Supongo que tú, serás Morthandari…
Morthandari, estupefacta, asiente con la cabeza.
Ghagkrik dice: Bien, vayamos a un lugar más discreto y te contaré todo lo que quieras saber, estamos llamando demasiado la atención.
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Capítulo 10. Revolución Mercantil.
Tras varias horas recorriendo las calles de Anduar, pasando más de una vez por la misma calle tratando de confundir a Morthandari para que no recordase el camino, llegaron a la casa de Ghagkrik. El intento fue infructuoso, puesto que cualquiera reconocería una casa tan bien cuidada en un barrio tan humilde.
Morthandari pregunta: ¿Ya hemos llegado?
Ghagkrik asiente y hace un ademán invitando a la semi-drow a entrar a su «humilde» morada.
Una imponente fachada, que relucía como recién pintada encuadrada un portón con una reja de forjado negro. Nada más entrar, Morthandari quedó asombrada por el gusto con el que estaba decorada la casa, un poco recargada. Infinidad de cuadros decoraban las paredes, jarrones en cada esquina, lámparas de oro y cristal.
Morthandari dice: Tienes buen gusto… y mucho dinero, por lo que veo.
Ghagkrik sonríe diciendo: Gracias, aunque no eres la primera que me lo dice.
Ghagkrik añade: La mayoría de estos cuadros los he pintado yo. Mira, esa de allí es tu prima, posó como modelo para mí.
Ghagkrik se acerca a uno de los cajones del mueble del salón y saca un collar de oro.
Ghagkrik pregunta: ¿Te resulta familiar?
Morthandari dice: Ese es el collar de Ivriv, ¿Dónde está mi prima?
Ghagkrik responde: Ya te dije que Ivriv trabaja para nosotros, bueno, para nuestra causa.
Morthandari pregunta: ¿Qué causa?
Ghagkrik dice: Es algo compleja. Digamos que somos grandes fabricantes de objetos que vendemos al por mayor a precios muy bajos.
Morthandari dice: Vale, pero no me has respondido a mi pregunta. ¿Dónde está mi prima?, será la última vez que lo pregunte.
Morthandari echa mano del mango de su espada.
Ghagkrik sonríe.
Ghagkrik saca una carta de un armario y se la da a Morthandari.
Ghagkrik dice: Tu prima me dijo que si te ponías pesada te diera esto…
Morthandari empieza a leer la carta y suspira aliviada; » No hay duda de que es ella».
Morthandari dice: Mi prima te habló de mí, ¿Verdad?
Ghagkrik dice: Si, así es, pero como comprenderás no vamos aireando nuestras metas y objetivos a los cuatro vientos…
Morthandari dice pensativa: Lo entiendo, pero si mi prima está metida en esto me gustaría saber de qué trata.
Ghagkrik se ríe mientras un pequeño gallo surge de su boca: No creas que va a ser fácil ganar la confianza del grupo…
Morthandari dice resignada: De acuerdo, pero tendré que intentarlo, al menos hasta asegurarme que está sana y salva.
Ghagkrik se gira mientras dice: Quizás haya algún trabajito para que puedas ayudarnos y así ganarte nuestro favor…
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Capítulo 11: Informes externos.
Tras una larga charla en la que Ghagkrik y Morthandari trataron todo tipo de temas relacionados a los planes de futuro de la organización, decidieron ir a dormir.
Ghagkrik le hizo un gesto a Morthandari indicando el camino a seguir hacia su dormitorio.
Morthandari recorrió el pasillo, que al igual que el resto de la casa estaba finamente decorado.
Ghagkrik dice desde la lejanía: Tu habitación es la tercera puerta de la derecha.
Morthandari pregunta: ¿No vienes?
Ghagkrik responde: Prefiero no mezclar los negocios con el placer, de momento…
Morthandari dice: De acuerdo, buenas noches.
Morthandari agarró el pomo de la puerta, que parecía ser de oro, la abrió y entró en la habitación, que estaba iluminada por la tenue luz de un candelabro al que le quedaban dos velas sin mucha esperanza de vida.
Se tumbó en la cama cuyo colchón era de plumas, que parecían haber salido de las alas de Ghagkrik pues eran de un tamaño y color similar a las suyas. Se arropó hasta las cejas y, a no mucho tardar, quedó profundamente dormida.
El cacareo de los gallos la despertó a la mañana siguiente. Cuándo estuvo preparada salió de la habitación y Ghagkrik estaba ya despierta, esperándola en el salón con un desayuno, que más que desayuno parecía un banquete.
Ghagkrik dice: Siéntate y come bien, hoy tendremos un día bastante largo.
Morthandari dice: Te lo agradezco, pero por las mañanas soy incapaz de ingerir nada.
Morthandari pregunta: Y bien, ¿Qué tenemos que hacer hoy?
Ghagkrik dice: Mis contactos me han informado de que hoy se va a hacer una compra-venta de un anillo de diamantes, hecho por un famoso artesano, la venta se hará por la noche en la casa del artesano.
Ghagkrik continúa: Nuestra misión es impedir que ese anillo llegue a toda costa a manos del cofrade que se va a encargar de la transacción.
Morthandari pregunta: ¿Cuál es el plan?
Ghagkrik ríe a carcajada limpia y dice: Ya te he dicho el plan, tú lo tendrás que llevar a cabo, a tu manera. Si pasas esta prueba, te consideraré una más de esta organización.
Ghagkrik dice: Yo iré contigo, para supervisar que todo salga bien, es un objeto muy valioso y seguramente habrá mercenarios custodiando la casa del artesano.
Morthandari asiente con la cabeza.
Ghagkrik mira de arriba a abajo a la semi-drow.
Ghagkrik exclama: ¡Pero no puedes ir así vestida, con esa túnica hecha jirones! ¡Vamos ven, creo que tengo algo en mi armario que puede valerte!
Ambas se dirigen a la habitación de Ghagkrik, situada en la parte superior de la casa.
La habitación ocupaba prácticamente toda la planta superior, el techo tenía un enorme tragaluz justo encima de lo que parecía un estudio de pintura, donde había un diván de cuero negro, justo en frente un lienzo en blanco y una paleta con pintura seca. Un enorme vestidor se encontraba tras la pared de la cama.
Ghagkrik rebusca entre su ropa y saca una preciosa túnica de color verde.
Ghagkrik dice: Venga desnúdate, no tenemos todo el día.
Morthandari mueve la cabeza de lado a lado negándose en rotundo.
Ghagkrik dice: No hay quien te entienda, anoche querías que durmiera contigo y ahora te da vergüenza desnudarte delante de mí.
Ghagkrik se da la vuelta para darle algo de intimidad a Morthandari.
Morthandari se desnuda y se enfunda la túnica.
Morthandari pregunta: ¿Qué tal me queda?
Ghagkrik se da la vuelta y queda sorprendida.
Ghagkrik dice: Perfecto, creo que ya podemos ponernos en marcha. Por favor, tú delante.
Morthandari abandona la habitación mientras que Ghagkrik se recrea mirando lo bien que le queda el vestido a la semi-drow.
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Capítulo 12: Conversaciones de taberna.
Tras realizar los preparativos oportunos para su viaje ambas salieron de la casa y se dirigieron hacia la puerta este de Anduar. Una vez allí tomaron el camino del este y en la intersección de caminos siguiente, tomaron el camino que conducía al poblado de Naduk, donde residía el artesano.
Al llegar pudieron ver una cantidad de guardias poco habitual para ese lugar; se estaba cociendo algo gordo.
Morthandari dice: Ahora tengo hambre…
Ghagkrik sonríe y dice: Te dije que desayunaras pero no me hiciste caso… Venga, vayamos a la taberna del pueblo, la última vez que comí allí tenían una tortilla de patatas al alioli que estaba espectacular.
Morthandari dice: Me encanta ese plato, no sabía que aquí lo hacían tan bueno.
Una vez en la taberna entraron y se sentaron en una mesa céntrica. Miraron a su alrededor y la taberna estaba completa, llena de guardias al igual que todo el poblado.
Una camarera se acerca a su mesa y les pregunta: ¿Qué van a tomar?
Morthandari dice: Una jarra de cerveza y una tortilla por favor.
Morthandari mira a Ghagkrik y le pregunta: ¿Tu vas a querer algo… o con el desayuno has tenido suficiente?
Ghagkrik mira con cara de odio a Morthandari y dice: Lo mismo para mi.
Mientras esperaban su comida, pudieron ver cómo en una mesa cercana cuatro guardias con alguna cerveza de más empezaron a levantar el tono de su conversación, de forma que, sin mucho esfuerzo, podía escucharse todo lo que hablaban.
Uno de los guardias, el más corpulento, no paraba de pedir una jarra de cerveza tras otra, en cambio otro, más delgado y calvo, no estaba bebiendo nada, sólo trataba de que su compañero no llamara demasiado la atención.
Guardia corpulento exclama: !CAMARRERO! !OTRRA CERRVEZA!
Guardia calvo dice: Ya has bebido suficiente, esta noche tenemos que estar en plenas facultades…
Guardia corpulento mira a su compañero calvo y dice: !OTRRA PARRA ESTE, A VER SI SE ANIMA UN POCO!
Guardia calvo dice: ¡Cállate me estás avergonzando!, si sigues así no pienso volver a encubrirte, tendrás que rendir cuentas ante el capataz.
Guardia corpulento exclama: ¡Y QUÉ MASSH DA! ¿ACASO NO SABES QUE EL ANILLO NO ESTÁ AQUÍ?
Guardia calvo se echa las manos a la cabeza y le dice: Cállate ya por favor…
Guardia corpulento dice: NO PIENSO CALLARRME HIP, TU NO ME DAS ORRRDENESS.
Guardia calvo mira a sus otros dos compañeros: Vámonos, no pienso aguantar esto ni un segundo más, él sabrá lo que hace.
Los tres guardias abandonaron la taberna dejando a su compañero ebrio rodeado de jarras de cerveza.
Morthandari miró a Ghagkrik sonriendo: ¿Has escuchado eso? ¿Parece que vamos a tener que interrogar a ese guardia?
Ghagkrik dijo guiñandole un ojo a Morthandari: Eso parece, menos mal que no desayunaste.
La camarera se acerca por el lateral y dice: Con permiso, aquí tienen lo que pidieron.
Morthandari dice: Muchas gracias. ¿Cuánto se debe?
Camarera responde: Son quince platinos..
Ghagkrik mira a la camarera poniendo su mejor sonrisa.
Ghagkrik dice: Creo que podría ser más barato, en la taberna de la esquina tengo la certeza de que los precios son más asequibles, esto parece más una estafa que otra cosa… será la última vez que nos veáis por aquí.
Camarera dice: Debe haber un error en la cuenta, déjeme revisarla… En efecto son diez platinos.
Morthandari saca una bolsa de monedas de su túnica y se la entrega a la camarera: Quédate con lo que sobre.
Ambas se pusieron a disfrutar de la comida sin quitarle ojo al guardia, que en ese mismo instante se quedó dormido encima de la mesa debido a su estado de ebriedad.
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