Inicio Foros Historias y gestas Carta a Elarin

Mostrando 1 respuesta al debate
  • Autor
    Respuestas
    • Anónimo
      Inactivo
      Número de entradas: 37

      Estimado alcalde del pueblo de Veleiron, Elarin.

      Mi nombre es Laureau Scarggot y os escribo esta carta como nueva gobernadora electa de Kattak. En primer lugar, permítame felicitarle por su gestión sobre el pueblo de Veleiron durante tantos años. Bien es sabido que aquellos con sangre élfica son longevos y, por lo tanto, gozan del don de la paciencia. Sin embargo, en mi caso como humana, no dispongo de tal privilegio. Dicho esto, intentaré ser breve en mi explicación.

      Kheleb Dhum tiene un conflicto latente con uno de sus consejeros: Hagalnae. Este ha sido expulsado y perseguido por la Alianza de Darin, la misma que protege nuestro asentamiento. Las diplomacias entre ambas ciudades se han visto mermadas debido a estos actos, eso es bien sabido. Hagalnae ocasionalmente, se le ve merodear por las minas de Kheleb a pesar de los avisos. Rhomdur el consejero de Darin, ha propuesto en más de una ocasión para terminar el conflicto, que Hagalnae abandone su puesto de consejero y establecer paz con este acto, recuperando parte de las diplomacias. No entiendo qué tipo de consejero es aquel que se gana la enemistad de los enanos y los provoca… pero eso tampoco me concierne a mi juzgar.

      Dicho esto, como asentamiento bajo el auspicio de Kheleb y bajo una amistad a través de los años más fuerte que el camino que se nos abre por delante, queremos preguntaros si vais a tomar alguna decisión respecto al tema. Como asentamiento comercial respetamos la paz entre pueblos, pero no podemos mantener una amistad con vosotros si no se toman medidas. No festejaremos juntos ni compartiremos copa con aquellos consejeros que supongan una amenaza para nuestra alianza y para el pueblo al que representan. Si están dispuestos a solventar el problema de forma diplomática, nosotros podemos mediar encantados. Si entienden que la situación de su consejero es normal y se mantienen ajenos al conflicto, entenderemos esa postura y nosotros tomaremos la propia.

      Os invito a la reflexión y al balance para medir qué os interesa más para vuestro pueblo: De nuevo la amistad con los territorios del oeste o un consejero enajenado al cual le recomendamos tomarse un descanso en su puesto y cuyo cargo puede ocupar otro ciudadano virtuoso.

      Esperamos ansiosos vuestra respuesta.

      A su disposición,

      Laureau Scarggot.

      Gobernante de Kattak.

    • Anónimo
      Inactivo
      Número de entradas: 37

      -= Juro y Prometo =- (Precuela)

      Y por aquel entonces, Laureau se presentó en las oficinas de la sede de la Alianza de Darin. Dejó sobre el mostrador una papeleta con su nombre y apellidos y un funcionario de gruesa tripa y papada similar a la de un gigante sapo sacó una libreta y anotó a la candidata. Laureau contaba por aquel entonces con el apoyo popular del pueblo (algunos amigos).

      Laureau: ¿Se presenta alguien más?

      Funcionario inamovible de voz gutural: No.

      Laureau: ¿Es que nadie va a tomar las riendas de este lugar por ser un asentamiento marginal en un reino monopolizado por el rey Darin?

      Funcionario inamovible de voz gutural: Sí.

      La hechicera se giró y con pequeños pasos abandonó aquella instancia mientras pensaba para sus adentros: Esto está ganado.

      De forma regular, la candidata se personaba en la oficina con la misma pregunta: ¿Se presenta alguien más?, para acabar recibiendo la misma respuesta. No. Tres días, tan solo tres días faltaban para cerrar el periodo electoral y proclamarse gobernadora electa. Las horas parecían días, y los días meses. La espera se hizo agotadora y la impaciencia le consumía. En ocasiones miraba el espejo de su habitación y posaba, viéndose como gobernadora.

      El sol cayó y los últimos rayos desaparecieron bajo la puerta de madera de la Alianza. Laureau, contaba los segundos para que la puerta se cerrara y finalmente se hiciera el recuento. ¡Quien sabe, quizá un candidato de última hora!

      Así fue como al día siguiente un juglar pregonó la noticia. Laureau había sido elegida por mayoría absoluta gobernadora de Kattak. La hechicera asistió a la ceremonia en la sede de la Alianza con sus mejores ropajes. Allí, el rey Darin en persona presenció el acto y entregó el báculo de mandatario a Laureau. Un pregonero leyó unas palabras, la maga firmó unos documentos y hecho. Todo aquello pasó a la posteridad.

      Una vez finalizada toda la pantomima, Laureau se dirigió rápidamente a su nuevo despacho, en el primer piso de la Alianza. Lo primero que hizo fue tirar el viejo cuadro del antiguo gobernador a la basura. Luego ordenó cambiar cortinas, decoración, la mesa-escritorio y pedir un buen sillón de piel de huargo.

      Estiró sus pies de humana sobre el escritorio, puso sus brazos tras su cabeza y se reclinó en su sillón de mandataria. Miraba por la ventana y movía sus pies hacia un lado y otro. Al poco puso de nuevo sus pies en suelo firme y pensó… “Esto de mandar está bien, es buen trabajo”. ¿Qué deberíamos hacer…?

      Miró un cuadro del Rey Darin en la pared, frente a la chimenea. Pensó en Kheleb Dhum. Le vino a la mente historias que le contó Rhomdur sobre un tal Hagalnae “el alienado”. Ahora que Kheleb Dhum tenía conflictos con un mandatario de Veleiron, podía ser un buen momento para ofrecerles ayuda y ganarse su confianza. Esa decisión podía enojar a los de Veleiron. Entonces se levantó con los brazos cruzados, miró por la ventana y pensó…

      “Desde mi ventana veo Kattak y la montaña de Kheleb. No alcanzo a ver Veleiron. Pues está claro, que se joda Veleiron”.

      Dicho esto, redactó una carta a Elarin. Una carta seria, firme… pero prudente. Preguntaba cual iba a ser su decisión respecto a los conflictos que ha habido con uno de sus mandatarios y el consejero del Rey Darin. Si quería tomar una decisión… no quería tampoco que toda la responsabilidad recayera sobre ella, así que mandó un documento de intenciones. “Que él decida”.

      La carta fue entregada en mano a un mensajero de confianza y este partió a la mañana siguiente a caballo.

      Laureau vió partir al mensajero personalmente. “Espero que no se lo tome a mal…” pensó…

      “Bueno, si lo hace tampoco me importa, desde aquí no veo Veleiron. Solamente Kheleb Dhum”.

Mostrando 1 respuesta al debate
  • Debes estar registrado para responder a este debate.