Inicio Foros Historias y gestas Concurso misiones: En la Mochila. (Misión en cuento)

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    • Shannan
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      En la Mochila.

      No sé ni donde desperté. Mi cuerpo estaba todo entumecido por el frío y mis ropas olían a vino rancio y tabaco. Una pequeña plaza rodeada de árboles aparecía ante mis enrojecidos ojos que aún trataban de enfocar. ¡La Mochila! Unos escalofríos de pánico recorrieron mi cuerpo.

      La mochila aún estaba a mi lado, colgada de mi brazo. Suspiré de alivio…

      Comenzé a recordar lo acontecido antes.

      Había unas hojas de tabaco en la mesita de noche. Me estiré un poco para alcanzarlas-estaban húmedas. Asquerosa suerte es todo lo que he tenido desde que tomé esta misión. La cosa que me ha vuelto loco es que no sabía quien me había contratado o a donde se supone que debía de ir. Lo único que se necesitó para comenzar esta búsqueda inútil eran dos cosas, una nota y una mochila. Ah si, las 500 brillosas y sonoras monedas de platino que estaban en la mochila pudieron haberme motivado también. Había una nota con algo escrito con una letra manuscrita y detallada. Quien sea que haya escrito esto debió haber pasado mucho tiempo entre libros y cuentas. El final de las letras eran trazos tan curveados como las pestañas de una prostituta del cabaret de Madame Rosa en Keel. Asumí que era una mujer, probablemente una blibliotecaria o un hombre que secretamente usaba ropas de mujer. Hay un montón de raros y raras que mirar en esta ciudad. Nada me sorprende ya. Pero el mensaje me pegó como una bolacurva.

      «Islote de Schipol?»

      ¿Era esto una especie de broma? Pero 500 moneditas plateadas no bromeaban con nadie y menos conmigo cuando ando necesitado para unas botellas. Quien quiera que haya dejado esto quería que se hiciera sin ningún tipo de error. ‘¿Entonces porqué el absurdo mensaje?’ Me pregunté. Por un segundo sospechaba que debía de ser algo muy bueno para ser verdad. Puse mi oído cerca de la mochila. Ni un solo sonido, de todas maneras era muy ligero para ser algún artefacto mágico de explosión o una redoma de aceite, y además ¿quién en su sano juicio pondría 500 platis de su propio bolsillo? Sería mucho más barato solo darme el dinero y dejar que me ahoge con botellas de cognac, si es que su intención era deshacerse de mí. La mochila en sí era como cualquier mochila de cuero para viajar excepto que los amarres habían sido cosidos fuertemente. La única manera de abrirla era con un cuchillo o una daga. Este misterioso cliente habrá querido asegurarse bien de que esto no se abriera. Quien haya hecho esto no quería arriesgar nada. Incluso el mensaje era enigmático como los geroglíficos en las ruinas de SPP. ¿Que o quién demonios es Schipol? Estaba leyendo la nota cuando de repende la puerta sonó.

      «¿Quién toca?», pregunté a través del orificio de la puerta aún mirando la nota en mi mano. Hubo un largo segundo de nada y luego habló.

      «Si, hola…»

      Asomé por un pequeño orificio de la puerta, hombre, blanco, en sus viejos 20’s con un serio problema de adicción. Esperé para que continuara.

      «¿Tienes alguna hoja de tabaco?» preguntó el adicto.

      «Largo de aquí. ¿Quién eres vago?»

      Nada, se quedó ahí parado.

      Fuí hacia la mesa rápidamente, tomé mi daga y mi ocarina. Alguien me estaba mirando y siguiendo, ese adicto no llegó solo a la puerta. Podía sentir ojos deslizándose en toda la habitación. El sol se estaba ocultando en una ciudad llena de gente que va a lo suyo. El cielo se tornaba de colores purpúeros y tonadas de naranja sangre. El adicto que llamó a la puerta pudiera estar siendo usado de anzuelo para apresurarme a salir hacia una emboscada. Pero quedarme aquí no tenía sentido si ya sabían donde estaba. Lo tomé como un aviso de salida por el momento. Una cosa era segura, necesitaba salir lo antes posible de aquí antes de que alguien más viniera a buscarme.

      Mis sentidos y mi resaca estaban ardiendo. Me puse cota y mi capucha antes de tomar la mochila, la daga y las monedas. El aire que respiraba se sentía como hilos helados jalados hacia mis pulmones. Apagé la veladora que iluminaba. Suaves hojas de luz, de las orillas de la ventana y las antorchas encendidas de la calle entraron hacia mi habitación. Por un momento me incliné hacia la pared. ‘¿Qué estás haciendo idiota? Vas a meter tu cuello por 500 platinos. Porqué no arrojar la mochila fuera de la ventana y tomar esto como una misión rechazada?’ Imaginé mi cuerpo recostado sobre una mesa fría de metal, sin vida. Brad el enterrador cargando su pala llevándome hacia las catacumbas, mis ojos salidos como los de los pescados de aldara.

      El pomo de la puerta se zangoloteó.

      Mis ojos voltearon hacia el sonido. Me congelé. Hacia la mirilla de la puerta estaba una sombra con una figura usando una capucha que no ocultaba nada su rostro. Pude ver claramente que era un hombre alto. La sombra se cernía hacia mi oscurecida habitación sin ningún movimiento. Lentamente alcanzé mi bolsillo y tomé mi daga. ¿Era este hombre al que habían mandado a cortar mi cuello? Era muy tarde para darme la vuelta ya. Aún y si entregaba la bolsa me había convertido en una enorme responsabilidad. Yo también me mataría si fuera él. Había solamente dos salidas de la habitación. Podía irme por la ventana, pero eso significaría una historia de suicidio para las comadronas. La otra, era esperar a la sombra.  Estaba atrapado en un juego mortal del gato y el ratón.

      El sudor recorría toda mi frente y rostro. Estaba atrapado. El pensamiento de arrojarlo a él por la ventana vino a mi mente. Apunté mi daga firmemente hacia la entrada. Mi muñeca falseaba con movimientos hacia el frente-me detuve. ¿Qué tal que apuñalaba a un Guardia? Bajé mi daga. Mi única opción era hacerme el sigiloso. Silenciosamente me moví a través de la oscuridad hasta que estaba frente a la ventana. ¿Acaso estaba yo alucinando? La sombra parecía crecer más. El aura de muerte venía hacia mí. La sangre en mis venas se hizo tan fría como la nieve de Naggrung. Al otro lado de la calle desde mi ventana un faro con luces permanecía encendido. La puerta comenzó a sacudirse violentamente, mientras la sombra permanecía inmóvil.  Aparté las cortinas de la ventana y conjuré una flecha de hielo que salió directa hacia el faro. El faro explotó con esquirlas de hielo por todos lados terminando con toda luz en el faro y en los aledaños, no había luz en toda el área. De repente, escuché como el sonido de metal rompiendo y la puerta abrió sin más. En la perfecta oscuridad, por algún momento, vi el destello de la punta de un cuchillo aparecer de la nada. Tomé mi daga rapidamente y la quise arrojar, trastabillando hacia atrás, quise conjurar una flecha de fuego. En un fogonazo de momento una figura oscura se movió hacia mi como una pantera. Logré ganar otro round cuando sentí una cortada con cuchillo abierta en un lado de mi rostro y alguien golpeándome. Nos líamos a forcejeos en el suelo. Sentí un brazo y agarré su muñeca. Con mi otra mano logré sujetarmete de un collar en el cuello. Logre voltear mi cuerpo y poner mi pierna apoyada a la pared, me levante jalando su colla y lanzé a mi agresor a través de la ventana. Pedazos de vidrio roto se esparcían hacia la calle. Cuando miré hacia afuera había un hombre ahí tirado, revolcándose de dolor aún con cortadas en el brazo y piernas.

      Tomé solamente una botella de whisky del librero y le dí un gran trago. Salí como pude de la habitación hacia el pasillo y la calle. No había ni un poquito de luz afuera. Afortunadamente, conocía estos arrables tan bien que pude caminar casi con los ojos cerrados. ‘Ve por la derecha, camina 30 metros, y toma el callejón hacia la izquierda», esas eran las direcciones en mi cabeza. Descendí unas pequeñas escalinatas cuidando de no romperme un tobillo. Corriendo hacia abajo me dí cuenta que esta era la primera vez que había caminado este tramo de escaleras. Sin darme cuenta resbalo y me golpeo la cabeza fuertemente con la orilla de las escalinatas, apenas pude levantarme y continuar, no tenía caso tomar el camino largo, tenía que acortar, corría tan rápido como podía a las afueras de la ciudad, pasé rapidamente a los guardias en la puerta sur y me dirigía hacia los arrabales del oeste, llegando al cruce de Nimbor estaba cansado, la sangre me recorría la frente, cuanto tiempo más tardaría en llegar me preguntaba. Esta caminata larga se sentía como si fuera a terminar en las montañas. El aire comenzaba a pesar toneladas. ¿Qué demonios está pasando aquí? Comenzaba a sentirme mareado. No podía evitarlo. Estaba perdiendo el sentido poco a poco. Caminé más, no supe hacia a donde, escuché voces de personas. Cansado, sin energía, encontré un árbol alto.
      Apretando la mochila hacia a mí- me desmayé.

      Eso es todo lo que recuerdo antes de despertar en esta extraña plaza. El sol apenas hacia intentos de asomo, y apenas un par personas hacían su paso. Al parecer, aún traía la mochila y el dinero conmigo. Incluso mis hojas de tabaco. Mi garganta estaba seca. Me levanté como pude agarrándome de un árbol, tenía manchas de sangre y la herida en el rostro podía sentirla palpitar, se sentía profunda, pero al menos comenzaba a cerrar. Esto es insano, ¿valía realmente la pena? me preguntaba. Estaba agotado, escondí la mochila en la rama de un árbol grande y caminé hacia lo que se veía que era una posada, al hablar con el encargado caí en la idea que estaba en Nimbor. ‘¿Como rayos llegué?’ era lo único que me preguntaba. Regresé al árbol y me recosté un poco. Al fijar mi vista hacia arriba noté que la mochila se movía. Me levanté sobresaltado y cogí la mochila de la rama. Entonces escuché un sonido, de la mochila. Me acerqué a ella cuidadosamente. Algo definitivamente se movía adentro de la mochila. Hubiera notado esto antes. Puedo ser tonto, pero no TAN tonto. Fué entonces cuando escuché el maullar de un pequeño animal. No tenía opción. Tenía que abrirla pero no tenía como. Me dirigí como pude hacia una herrería cercana, era atendida por un tal Qeinn, un tipo alto y fornido, este se exaltó al verme. No presté mucha atención a eso, pues rápidamente le hice la seña de comprar una daga. Llegué apresurado al árbol, cuidadosamente deshilé la mochila. Dos
      grandes ojos azules aparecieron desde la mochila. Un gato blanco saltó hacia fuera. Admito que me tomó por sorpresa. Sin ningún sentido hablé hacia el gato y dije, «Esto no tiene ningún sentido». Nos miramos a los ojos por un momento y este dió un largo y estirado miau. Trepó al árbol y quedó ahí.

      Efectivamente nada de esto tenía sentido.Regresé apresurado a la herreria y al ir a hablar con Qeinn noté a una Señora Gorda, se notaba preocupada así que me acerqué a ella.

      «Hola Señora», dije atentamente.

      «Saludos», exclamó.

      «¿Le ocurre algo?».

      «Soy la señora Ardremor, ¿qué se te ofrece? ¿No habrás encontrado a mi gato por casualidad, verdad?»

      La señora no paraba de lloriquear, ‘No puede ser’ pensé.

      «Mi pobre minino… le regañé por tomar un pescado que yo iba a cocinar para mi marido y, desde entonces, no ha vuelto a casa.»

      Qeinn se notaba nervioso.

      «Si fueras tan amable de encontrarlo, me harías un favor. Dicen que lo han visto subido en uno de los árboles de la plaza.»

      No estaba seguro de que estaba pasando aquí, Qeinn había parado de martillar y yo comenzaba a pensar que todo esto tenía un motivo. No dude en decir que le ayudaría y apresuré mi paso hacia la puerta.

      «Muchas gracias por ofrecerte, si lo encuentras no dudes en venir a por tu recompensa.» Me exclamó la señora al salir.
      ¡Has iniciado la misión ‘El Gato Perdido’!

      No estaba absolutamente seguro de nada y no sabía si esto tenía algo que ver, regresé al árbol y el gato aún seguía ahí.

      Sacudí el árbol con fuerza y de él cayó estrepitosamente el gatito de pelaje blanco que huyó a una de las casas del lugar.

      Me apresuré a regresar rápidamente con la señora y conversar con ella, solo le dije que había visto un gato blanco saltar de un árbol y dirigirse hacia a otro lado.

      «¿¡Dices que mi minino ya está en casa!? ¡Mil gracias!», exclamó tan contenta la señora que casi lloraba de la emoción.

      «Acepta estas monedillas como recompensa.» La señora me entregó 63 monedas de sesiom.
      ¡Has completado la misión ‘El Gato Perdido’!

      ¿Solo 63 monedas de sesiom?

      La señora salió corriendo de la herreria y yo me apresuré a seguirle el paso, Qeinn dejó su martillo y noté que se dirigía hacia a mí, no lo dude un momento, llegué al árbol, cogí la mochila, como pude formulé un hechizo de dispersión ilusoria y salí corriendo.

      No me quedaría a averiguar que demonios estaba ocurriendo en ese pueblo y de algo estaba seguro, no me verían el polvo en mucho, mucho tiempo.

       

      • Historias cantadas de  Voidim Cantacuentos – Bardo de Takome.
    • Shannan
      Participant
      Número de entradas: 63
    • Satyr
      Keymaster
      Número de entradas: 9142

      Me ha gustado mucho la forma de presentar una misión sencilla, buena suerte en el concurso.

      ¡Cuidadito con las faltas!

    • Arada
      Participant
      Número de entradas: 501

      Mi voto aquí!!!!!! 😀

      --
      La frase que en el 97 leí en la pantalla de Galmeijan y me abocó a este oscuro mundo:
      Orco te golpea con su cimitarra.

    • kurst
      Participant
      Número de entradas: 126

      Me gusta leer este tipo de historias, que buena redacción tiene.

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