Inicio Foros Historias y gestas Crónicas de Gilledus. El despetar de Izgraull Parte 2

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    • Athewin
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      Fue un duro viaje hasta el Bosque de Cristal, atravesamos los extensos Páramos helados repletos de una especie de Demonios congelados que portaban armas semejantes a su piel, el terreno helado nos dificultaba la movilidad y ellos estaban acostumbrados al lugar. Perdimos algunos hombres, pero conseguimos atravesar aquel paraje por completo.

      El suelo helado se convertía poco a poco en una densa capa de nieve, llegaba por nuestras rodillas y ralentizaba muchísimo nuestro avance. Las faldas heladas de la cordillera norte de Naggrung zigzagueaban en el horizonte, nuestros ojos solo conseguían atisbar un mar blanco de nieve que subía y bajaba como si de una marea se tratase. Al gélido viento lo acompañaba una sonata de aullidos interminables, corrimos todo lo que pudimos pues Velminard nos había informado que aquel paisaje era territorio de una manada de lobos, cuyo líder era el llamado Skhall, el gran lobo blanco, al que algunos atribuyen poderes venidos de los mismísimos dioses, no teníamos intención de enfrentarnos a él, solo queríamos llegar al Bosque de Cristal. Por suerte a los lejos comenzamos a atisbar la gran Cordillera Norte de Naggrung, fragmentos del Bosque de Cristal y el alocado clima de los sonados Acantilados del Trueno, habíamos conseguido escapar de las garras de la manada.

      El cielo tronaba, los acantilados del trueno se encontraban muy cerca de nuestro objetivo, el cielo se arremolinaba, parecía que una gran ventisca iba castigarnos. La figura de Ralder nos sobrevoló despejando los cielos e impactando contra el corazón del Bosque de Cristal. Fue el impacto más fuerte de todos, la tierra tembló, parecía que la isla entera se había fracturado en dos. Una gran nube de polvo nos envolvió, durante unos minutos no pudimos ver más allá que a nuestro compañero más próximo. Mientras esta nube de polvo perduraba, pudimos escuchar la voz de otro ser que despertaba de su letargo, Izgraull, creación de Osucaru, defensor y alma de Naggrung había despertado tras el golpe de Ralder, y este no iba a permitir que Ralder reclamara como suyo parte de su territorio. La nube de polvo fue desapareciendo poco a poco, cuando se esfumó la imagen era sobrecogedora, enormes criaturas de Ralder peleaban con aberraciones creadas por el propio Izgraull por la isla de Naggrung. En medio del bosque, un enorme portal emergió de la grieta creada por Ralder, un portal desconocido por los mortales. Al fondo, las enormes figuras de Izgraull y Ralder sobrepasaban la copa de los cristalinos árboles luchando entre ellas, uno de sus golpes podría arrancar de cuajo parte de nuestro ejército. No parecía haber ningún ganador, la lucha estaba igualada, uno de sus golpes mandaba al otro a kilómetros de distancia, y en sus saltos hacían temblar la tierra, los árboles de cristal y las estatuas de los alrededores se desquebrajaban cada vez más por los impactos de sus garras.

      No tardaría tiempo Seldar en fijarse en dicho portal, su voz retumbó en mi mente:

      • Gilledus, llevo tiempo buscando esta puerta a otra dimensión, entra en ella y descubre todos sus secretos y artefactos para mí. Es primordial para conseguir el liderazgo sobre los dioses de Eirea.

      Las palabras de mi Señor fueron como una orden para mí, la lucha de ambas deidades no significaba nada para nosotros, solo debíamos centrarnos en esa dimensión nuevamente abierta.

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