Veo como el sol sale del horizonte, estoy sentado junto a un osezno. Suelo llamarlo hermano. Recuerdo mis orígenes. Nunca conocí a mis padres, probablemente mi madre fue asesinada por algún elfo por ese estúpido odio racial que tienen. Según lo que he podido averiguar, se casó con un humano, del cual tampoco he sabido mucho, ya que al parecer murió por una sobredosis de bayas de Cyr, luego de la muerte de mi madre. Eso no importa en realidad. De alguna manera, llegué a Naduk siendo un bebé de menos de un año. Un osa negra me encontró muriendo en el bosque, y me amamantó salvándome la vida, me cuidó como su hijo, me cuidó bajo su maternal y protectora figura, y terminé siendo un guardabosques, de lo cual estoy orgulloso. Veo el amanecer. Veo en el tibio sol saliente su rostro, lleno de orgullo, cuando moribunda por una flecha clavada en su pecho por unos cazadores, me dijo que iba a lograr grandes cosas, y que cuide a mi hermano menor. Ahora, sentado a su lado, no puedo evitar que una lágrima resbale por mi mejilla. Veo el amanecer y veo todo el tiempo que ha pasado. Ya soy un hombre con 41 años, y ahora, sentado al lado de este oso, casi puedo ver mi futuro. Me pregunto cuándo se acabará todo ese tonto odio racial, y agradezco eternamente a mi madre, que en paz descanse. El sol ya salió y ahora, debo seguir ejerciendo mi labor como mercenario.
