Inicio Foros Historias y gestas Cualquier puerto es bueno en una tormenta

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      Aesiria recorre con cautela, protegida por el manto de la noche, el puerto de Veleiron. Bajo la magia de su máscara de Khaol, el baile de luces producido por el movimiento de los fanales y el sonido de los grillos son los únicos testigos en aquel lugar de calma.

      Pisa con cautela cada tablón del muelle, pues algunos son traicioneros y debido a la humedad y el tiempo, resuenan. Se asoma tras unas cajas y observa la entrada, aparentemente nadie. Se ajusta su máscara y formular el hechizo de transformar símbolo, para convertirse en un auténtico clérigo de Khaol. Su máscara brilla en fugaces luces de color moradas y azules en sus manos y se convierte en la máscara de las mentiras. Luego desenvaina su Puñal Cristal y su Espina espectral. Sigilosa y peligrosa como una tarántula, se dispone a entrar en el muelle cuando… dos guardias llegan al lugar caminando, sin prisa. Aparentemente era el cambio de guardia. El falso movimiento de Aesiria ha producido un ruido extraño al pisar un falso tablón y uno de ellos se alerta.

      Nuestra protagonista medita la situación. Está demasiado exhausta para volver a nado por donde vino, así que descansará escondida tras esas cajas hasta encontrar una situación más favorable.

      Al poco rato, el peor de sus pensamientos se hace realidad. Hagalnae aparece tras los guardias acompañado de 8 imágenes similares. Empieza a buscar y rebuscar en la zona y Aesiria no tiene margen de movimiento, así que es descubierta. Hagalnae formula un hechizo con su arpa y congela parte del cuerpo de Aesiria. Esta está entre el puerto y los guardias, cansada, sin mucho margen de movimiento y en inferioridad táctica, así que decide la única opción posible en aquellas circunstancias: Saltar al mar.

      Salta del muelle y empieza a nadar al oeste. Hagalnae no le sigue, sabe que sus capacidades de formular en el agua no están ni por asomo a la altura de combate cuerpo a cuerpo de un clérigo de khaol, así que busca una alternativa.

      Aesiria se zambulle, nada al oeste, luego al sur… sale a respirar y percibe que su rival no le sigue. Intenta nadar al norte, pero la corriente es demasiado fuerte y le va arrastrando hacia el sur. Sus energías flaquean, la congelación en su epidermis la ha dejado completamente exhausta. Cada intento de nadar hacia el norte es en vano, la corriente la arrastra. Sin fuerzas ya, herida y cansada, decide encomendar su vida a los dioses y decide dejarse llevar por la corriente….

      Con el paso del tiempo el cuerpo flotante de Aesiria llega a las costas del sur, cerca de Zulk. El clima cálido y los rayos de sol bronceando su piel han deshecho la congelación. Cansada, saca su sextante y lo posiciona. El puerto de Zulk está demasiado al este, pero Anduar… es posible. Al límite de sus fuerzas y aprovechando el viento que ahora sopla del sudeste, empieza a nadar hacia el oeste.

      De tanto en tanto el oleaje mecido por el viento lo empuja contra las rocas, produciéndole pequeñas heridas. Cuando las fuerzas se lo permiten, formula un hechizo de curar heridas ligeras. Nada y nada, hasta hallar una sirena bajo un arco de piedra. No puede comunicarse con ella, pues solo habla Aquan. Así que decide desestimar su ayuda y tras el sonido de su canto, sigue nadando.

      De golpe, se encuentra con un Sajuaguín. Está cansada, pero no tanto como para dejarse morir por esa criatura. El combate es feroz y hay intercambio de heridas y puñaladas. Finalmente, el cuerpo del Sajuaguín desaparece en el fondo del mar tras un charco superficial de sangre.

      Aesiria vuelve a empezar su nado, hacia el oeste. A poco de llegar a buen puerto, se encuentra con un León marino territorial. Esta criatura ya es demasiado para Aesiria, así que sigue nadando intentando dar esquinazo a su enemigo. El león la magulla seriamente y Aesiria ha de usar su lágrima de sangre para revitalizarse. Medio moribunda, finalmente se aleja lo suficiente como para que su enemigo no la considere peligrosa y regresa a su territorio.

      Poco tiempo después una mano empapada agarra firmemente los tablones del muelle de Alandalen. Luego, una sombra empapada en agua y sal se alza y Aesiria llega a puerto. Escupe agua con sal y camina trastabillándose hasta apoyar su cuerpo en las paredes de un callejón cercano. Cura sus heridas más severas mediante magia y recupera algo de energía. Furiosa, empapada y temerosa, se dirige a Anduar. Allí, se cambia sus ropajes y se dirige a la taberna a comer algo. La experiencia en el mar la ha dejado perpleja, pensativa. Comiendo su sopa en una mesa del local piensa: Esta vez ha ido de poco…, la próxima tendremos que pensar un mejor plan de huida.

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