Un día más, caminando por las calles de Galador, en busca de un sentido
para mi vida. Cosa más allá de irme todos los días a los bosques y
descargar mis frustraciones en los animalitos indefensos para hacer más
interesante el día…
Esto me relaja, la verdad. Pero no es el suficiente. Quiero batallas,
quiero vivir aventuras y peligros, ¡quiero pertenecer al ejército de
Dendra!
— ¿Entonces es lo que quieres, joven Barchray? — Oí una voz aguda detrás de
mi.
Una mujer humana de rasgos faciales definidos apareció delante mi
cuando erguí mi cabeza para mirarla.
Su nariz y orejas eran pequeñas y su gran sonrisa
dejaba ver sus blancos dientes. Tenía labios finos, pero de apariencia
carnosa y sus
ojos eran rasgados con iris verde. Sus pestañas, cejas y pelo poseían el color del trigo bajo la luz del sol y su larga melena ondulada
descendía por la espalda hasta
la cadera. Presentava una silueta fina y esbelta, de grandes senos, redondos y tersos.
Su piel era suave y sus manos de dedos largos y uñas de forma cuadrada.
Tenía un terso vientre y unos duros y fuertes
muslos que sostenían un redondo y prominente trasero.
No me atreví a preguntarle si me había escuchado hablar o cosa así. Pero
por mi mirada o tan simplemente por su experiencia creo que ya lo sabía todo.
— Pe-perdón, ¿quien eres? — Pregunté con aire tímido mientras esperé
que me contestase de la peor manera posible.
— Me llamo Neisha — la mujer me tendió su mano mientras continuó.
–, pertenezco al escalón más alto del Ejército de Dendra.
— Te oí hablando… Mira que con estos pensamientos no llegarás a ser
ni un ayudante de armas.
— Pero yo te puedo ayudar.
No creía en lo que estaba escuchando. Una oficial del ejército me
ofreciendo ayuda, aquél día, de facto, no era de olvidarse.
Continúa…
