Inicio Foros Historias y gestas Cuentos de Barchray – Parte III

Mostrando 0 respuestas a los debates
  • Autor
    Respuestas
    • athaelae
      Participant
      Número de entradas: 33

      Finalmente llegamos a la oficina de comandancia.
      Las paredes fueron realizadas con el oscuro mineral de
      Obsidiana, lo que hacía que las antorchas que iluminaban la sala
      fuesen menos efectivas.
      Estandartes con cada una de las Ordenes del Ejercito colgaban detras de cada uno
      de los asientos de
      madera que formaban un semicirculo y un estandarte mas grande y decorado
      colgaba tras un asiento formado
      delante de los demas, en el que se notava a todas las insignias de la orden
      entrelazadas junto a una grandiosa espada con un aura negra a su alrededor.

      — Deténte aquí, Barchray — me dijo mi tutora mientras indicaba que me
      sentase en una de las sillas de madera.

      Yo así lo hice, mientras me corroía la ansiedad.

      — Supongo que los hechizos y habilidades de supervivencia ya los has
      aprendido en tus clases de niño. Así que pasaremos a un nivel un poco
      más alto — continuó mientras yo le asentía –, iremos empezar por una magia de ataque muy
      poderosa. Arreglate y ponte en posición de combate, vamos empezar.

      Empuné mi vara y tomo para aprendices de la magia ofensiva y me puse
      frente a ella, listo para lo que iba a aprender.

      — Perfecto. Empezaremos con el hechizo ‘Magia de las Sombras’.
      — Dominarlo no es nada facil, es un hechizo muy antiguo y complejo;
      así que presta atención en todo que haga
      yo. Primero, tienes que moldear la imagen de proyectiles en tu mente.

      — Proyectiles, ¿en mi mente? — Pregunté. Ya había oído hablar en ese
      hechizo, pensaba que pudiese oscurecer el sol y las lunas, o invocar
      poderosas sombras para proteger a su maestro, o algo así…
      pero no me imaginaba tirando proyectiles a lo loco por doquier.
      «Yo no sé ni manejar un arco; qué raro, proyectiles… ¡Vaya!», pensé.
      — Pero, Neisha, no sé manejar arcos. ¿Cómo lo haré? — Mis manos
      temblaban de nerviosismo. «Como empiece a decir tonterías ya al inicio
      de la clase, meto la cabeza a un agujero y allí me quedo hasta la muerte».

      — No, Barchray, ¡por favor! — Neisha empezó a reirse muy alto –, no
      estás prestando atención en lo que te digo. Te he dicho que lo que
      tienes que hacer es imaginarte proyectiles. Nuestro poder viene de la
      mente, no te olvides de eso.

      Como dicho. Despues de esta tontería, mis ganas eran de correr hacia el
      primer agujero que encontrase. Sin embargo, ella continuó a hablar.

      — Mira, lo haré yo. Primero, moldeo once proyectiles mágicos en mi
      mente. Despues, focalizo a mi victima, que en este caso eres tu, y
      empiezo a concentrarme en penetrar en tu mente para lograr hacer que la
      ilusión tenga succeso. Pero, ya te digo que en Eirea hay mucha gente que
      no se deja engañar tan facil, así que si no tienes
      suficientes estrategias para lidiar con ellos, será mejor que huyas y
      busques refuerzos.
      — Bueno, allá voy, prepárate.

      La imagen del rostro concentrado de Neisha se contorsió de pronto, y una
      nítida visión de once proyectiles luminosos impactando contra mi pecho
      invadió mi cabeza, pero nada estaba en mi cabeza tan solamente; no era
      solo mi imaginación…

      — ¡¡¡AAAAAAAY!!! — Caí de rodillas al suelo. El dolor que sentí jamás
      había conocido a otra semejante; fue como una lluvia de aguijones
      asotando mi pecho y su veneno a recorrer mis huesos lentamente.
      No pude soportarlo más, mi vista escureció, mis musculos no
      respondían… Todo era negritud y silencio.

      Continúa…

Mostrando 0 respuestas a los debates
  • Debes estar registrado para responder a este debate.