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AnónimoInactivo15 junio, 2021 a las 13:36Número de entradas: 175
Era y no era, 7 de verano de la 145 era.
Aesiria, protegida bajo el manto del engaño, serpentea las concurridas calles de Anduar sin levantar la más mínima sospecha que tras aquella apariencia de Mercader… se escondía una temible, despiadada y viciosa asesina con apetito por la destrucción. Con el pulso temblando por las ansias de sangre, le daba igual quien se le cruzara… cual vampiro sediento, cual adicto al Wimclaim, cual orco olisqueando el trasero de una mula en celo… desesperada por clavar unos cuantos centímetros de daga en una espaldita dura, firme, ligeramente curva… y sentir esa sensación de placer que da el desgarrar la carne. Seguramente debería haberse hecho carnicera.
¡Pero cuan gentil es el destino!, cuando descubre a un hechicero en mitad del camino.
Un semi-drow hechicero conocido por algunos como Poltador, el portador de tormentas… se encuentra desprevenido delante del banco de la ciudad, mirando un mapa. Completamente distraído y ajeno a lo que está a punto de sucederle.
Los ojos de Aesiria se curvan y una sonrisa lasciva se dibuja en su rostro. Se relame los labios y empuña su Espina espectral y su Puñal de Cristal. Se desplaza a través de la pared como el agua se desplaza por las fachadas de las marujas que riegan sus plantas a primera hora de la mañana. Se sitúa en una posición cómoda, lo suficiente cerca para meterle a Poltador unos centímetros de hoja… y lo suficiente lejos para poder abortar la maniobra en caso de ser necesario sin ser descubierta.
Su pulo se acelera. Visualiza cada movimiento como un ensayo de esgrima. El salto, … la puya…, el giro de muñeca…
Pero antes, comienza a formular un cántico entre las sombras. De repente, un tremendo aullido fantasmal sale propulsado de su desencajada mandíbula. Poltador no puede evitar taparse las orejas ante tal ensordecedor grito. Se arrodilla, cierra los ojos y queda levemente aturdido. Mientras intenta comprender qué ha ocurrido, una sombra en el aire eclipsa el sol, dibujando la proyección de una figura humana en el suelo. Aseiria salta con los ojos enrojecidos como un orco al ver a un enano. Clava hasta la empuñadura su Espina espectral en la espalda de Poltador… para luego girarla y moverla, causándole más daños. Luego le susurra a escasos centímetros de la oreja:
“Yo… soy el Kraken… y tú… Aldara”. Luego le lame la puntita de la oreja.
Poltador no puede terminar de creérselo. Con los ojos desencajados, nota como su vida se escapa por las heridas en su espalda. El mundo empieza a dar vueltas y de repente… todo es oscuridad… y frío…
Aesiria contempla el cadáver desde el suelo. De pie, apoyando todo su peso en una pierna y limpiando los restos de sangre de su Espina Espectral dice…
“Tu reputación supera tu habilidad, cabrón”.
Luego echa un vistazo a un lado de la calle y descubre a Nimrith, el semi-elfo, sacándose las telarañas de sus oídos y recuperándose de tal grito ensordecedor, para acabar huyendo hacia el oeste.
Aesiria: Vaya, un dos por uno.
¿Sería una trampa…? ¿Un cebo…? ¿Casualidad…? Nunca lo sabremos, pero lo que si sabemos es que Poltador acabó en el suelo hecho tabaco y Nimrith tuvo que huir de allí cual murciélago escapando del infierno.
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