Inicio Foros Historias y gestas Decisiones en la horda negra

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    • garthok
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      Los orcos se habían reunido alrededor de la gran mesa en el comedor de la fortaleza negra.

      En la cabeza de la mesa se sentaba el Gran Caudillo, Kyragan. Tenía una gigantesca hacha doble atada al respaldo de su silla, y sobre la mesa reposaba su impresionante yelmo.

      Wrunkhar: Khuggarha sacó un montón de huesos de animales de una vieja y corroída bolsa de piel y los sacudió sobre la vieja tabla.

      Khuggarha sacó un montón de huesos de animales de una vieja y corroída bolsa de piel y los sacudió sobre la vieja tabla.

      La chamán Kobold roía algunos huesos mientras miraba a los orcos hacer planes de batalla y discutir a voces sobre cualquier nimiedad.

      En la mesa a la derecha de Kyragan estaba Wrunkhar, recién nombrado centurión de la horda que ansiaba probar su valía.

      Las concubinas llegaron del cuarto contiguo y llenaron las jarras con aguardiente.

      Wrunkhar: ¡Caudillo, escucha mis palabras!

      Wrunkhar: Incursionemos en Takome, es una ciudad en decadencia.

      Khuggarha frunció el ceño, permaneciendo en silencio aún. Pero sus manos, que habían estado jugando con los huesos blanqueados de animales muertos, se detienen.

      Krowy se encara a Wrunkhar y dice: ¡No, ¿quién te crees tú para decidir a dónde incursionamos delante del caudillo!?

      Krowy: Incursionaremos en Galador.

      Khuggarha, la frente de la kobold, se relaja ligeramente mientras escucha la propuesta del bárbaro.

      Wrunkhar se levanta y acerca su cara a escasos centímetros de Krowy.

      Krowy se encara con Wrunkhar, con cara de tener pocos amigos.

      Krowy, sus ojos estaban inyectados en sangre. La furia se estaba adueñando de sus pensamientos; era bien sabido por todos que no era un orco de carácter estable.

      A Wrunkhar no pareció importarle mucho ni se sintió intimidado cuando con una poderosa patada dirigida a su pecho lo lanzó varios metros hasta acabar en el suelo.

      Khuggarha vuelve a jugar con los pequeños huesos mientras contempla impertérrita lo ocurrido.

      Wrunkhar levántate ahora.

      Wrunkhar: Y tú, kobold, deja esa mierda.

      Khuggarha lanza los huesos al aire, los cuales caen sobre la mesa formando un cuadrado hueco perfecto.

      Khuggarha: Cuidado con lo que dices, orco.

      Khuggarha: Recuerda que el favor de la espada negra puede ser la diferencia entre la vida y la muerte durante el combate.

      Apenas Wrunkhar se había girado cuando Krowy lanzó su jarra hacia su cabeza, pero como si este tuviese ojos en la espalda, hizo un leve movimiento y la jarra se estrelló contra la pared.

      Khuggarha: Como veo que nuestro caudillo no parece estar dispuesto a ser parcial en esta discusión, vamos a dejar esta pelea de taberna y hagámoslo más formal.

      Khuggarha: Como dicen los huesos, quizá la decisión tenga que ser tomada por la fuerza, como siempre ha sido nuestro camino.

      Wrunkhar miró con desprecio al Caudillo. Sabía que sería cuestión de tiempo que su cabeza fuese el centro de mesa.

      Khuggarha: Formemos un cuadrilátero y que la decisión de a qué ciudad asediar la tome la fuerza. Cada uno puede tomar su lugar.

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