Hoy es 15 de Slinde del 133 Era 4.
Mis ojos se cierran, y abren, como si agujas de reloj se tratasen.
Noche 10 que no duermo.
La codicia se a apoderado de Eirea, y todos anhelan las lágrimas de Gedeon.
Yo junto a mis aliados intentamos aguantar los innumerables asedios a Galador.
Y a la vez robar lágrimas, Eirea se ha vuelto un caos, donde solo un grupo podrá alzarse triunfante en este delirio de codicia.
Mi cuerpo pide con intensos azotes físicos, y mentales piedad.
Yo soy el líder de agrupar a todos para las incursiones.
Mi cabeza ya no recuerda la última vez que tejí el éter para moverme en el.
Quizás fue ayer, quizás fue hoy…
Solo pido que esto termine, ya cayeron demasiados soldados en esta guerra.
El amanecer se acerca, y puedo escuchar retumbar los cuernos de los enemigos.
Otra vez los guardias empiezan a gritar casi aullando, enemigos!, enemigos se acercan!.
Mi mente solo se refugia en días posteriores a estos, donde solo había que preocuparse por los anárquicos, pero ahora que nosotros estamos cerca del triunfo hay que preocuparse por toda Eirea.
Reincorporarme se vuelve eterno, mi cuerpo se encuentra adolorido, y mi mente agotada.
Camino por las calles de la ciudadela, y tan solo escucho los susurros de los caídos pidiéndome que me una a ellos.
Seldar sabe lo que combatí por el, y se que no me dejará caer, no hoy, no mañana.
Solo pido una semana más, luego podré descansar, quizás en el infierno, donde anhelo estar, o quizás en una posada.
Solo me mantiene despierto este diario, donde puedo desahogarme, y decir lo que mis labios sellan como si una loza de granito los tapase.
Solo ahora tengo energías para pronunciar lo suficiente para no caer ante el enemigo.
O gran Seldar, por favor ten piedad de mi, y déjame vivir un poco más, no me hagas sucumbir ante el delirio de la guerra.
O gran Seldar, dios de la oscuridad, no me dejes fenecer ante el enemigo, y dame las fuerzas suficientes para traer la victoria a mi imperio.
