Inicio Foros Historias y gestas Descripción de un invento gnómico.

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    • El ojo de Argos512
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      Se sabe que los pequeños habitantes de aquellas grietas, que protegen la conocida ciudad gnómica de Ak’anon, se muestran bastante reservados con sus inventos. Sin embargo, el comercio con aquellos que podrían considerar aliados, han propiciado, en algunos casos, una apertura ligera de mente a los que vienen del exterior. De este modo, algunas creaciones, en principio, reservadas para los pobladores locales, han sido compartidas, a cambio del gusto precio, con aquellos que las han solicitado. Uno de tales inventos es una cinta de piedras luminiscentes. Invento especialmente valioso para ciertos cazadores que, sin escatimar en lujosos ropajes, buscan pasar desapercibidos. Aquí va una descripción de tales prendas. Una que en principio iba a ser solicitada como panoplia personal, pero que, dada mi posición en el ranking, no ha sido posible pedirla.

      Sin más intención que evitar que el objeto en el que he trabajado línea tras línea quede en el olvido, les atribuyo a los gnomos la creación de los mismos, y a aquellos de bolsa más pesada, y estilo más pomposo, la posibilidad de conocerlos. Tened en cuenta que tales objetos no resultarán baratos, ni por asomo, y que, adicionalmente, aún se encuentran en fase de preparación, por lo que, citando a los mayores inventores. Nada de tocar nuestros inventos hasta que estén perfeccionados. No deseamos que manos extranjeras los estropeen.

       

      >Item al que hace referencia: 1 faja solar (son modificaciones avanzadas de este artefacto, del que toman los conocimientos necesarios como para proporcionar una lumbre tenue por tiempo indefinido. El aparato en cuestión gozará de las mismas características de luminosidad que la citada prenda de lujo. Sin embargo, por su fabricación, serán equipadas por muy pocos compradores, lo cuál las hará muy difíciles de observar por terceros curiosos.

      >Nombre del ítem: Cinta de piedras luminiscentes

      >Descripción:

      El artilugio que se haya entre tus manos en este instante, ha sido diseñado para cazadores y diversos expertos del subterfugio. Una obra de tan sofisticada creación, que tan solo los inventores gnomos más  cualificados podrían haberla fabricado.

      Se trata de un pequeño objeto circular, extremadamente flexible. Una cinta de cuero verde caqui, que, por su maleabilidad, el poseedor puede emplearla como pulsera, brazalete o cinturón, adherible a vainas, muñequeras o brazaletes que ya se llevan equipados.

      La verdosa y oscura superficie de este artefacto, ha sido agujereada a conciencia, formando cientos de circulares espacios. En tales oquedades, se han engarzado sendas redondeadas uniones de cuarzos blanquecinos, por un lado, y azabaches, oscuros como el ébano, por el otro. Duras como el diamante, ligeras como el mithril. Joyas que, gracias al hecho de haber sido sometidas a una poderosa andanada de hechizos de luz, emiten, continuamente, y por tiempo indefinido, un tenue fulgor blanquecino. Lumbre que, sin atisbo de duda, recuerda a la débil iluminación que proporciona una Argan llena, bien caída la noche.

      Con tal de servir a los maestros del sigilo, el aparato en cuestión consta de un eficiente método, que permite eliminar su cualidad luminiscente, y reactivarla, en cuestión de milésimas de segundo. Al girar cualquiera de las redondeadas gemas, las demás siguen el movimiento encadenado, de forma que se muestra la negra cara de las mismas, carente de luminosidad alguna. Al voltear cualquiera de las negras piedras en sentido contrario, la cara brillante de las mismas se torna visible de nuevo. En la parte inferior de la citada pulsera, en su parte interna, se ha incorporado un extensible pasador metálico, con forma de gancho de punta penachada. Todo él, recubierto de cuero color pardo, con tal de no hacerlo incómodo. Al girarlo e introducirlo por la gema inmediatamente superior, encajándolo entre dos diminutas perforaciones, realizadas a ambos extremos de la pequeña piedra, se bloquea el movimiento de todas las demás. De este modo, se evita que el acechador entre sombras pueda ser descubierto por accidente, o que la luz desaparezca por completo en un momento crítico. Con tal de poder disfrutar de la posibilidad de reajustar la posición de los azabaches y cuarzos, tan solo es preciso recolocar el pasador en su posición original, y el engranaje de gemas unidas por eslabones recuperará su movilidad acostumbrada.

       

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