Inicio › Foros › Historias y gestas › Diario de Gryana de Poldarn
-
AutorRespuestas
-
-
AnónimoInactivo24 marzo, 2022 a las 11:40Número de entradas: 27
“Portadora de la luz, Guerrera taimada,
Seguidora de Eralie, dios de lo eterno,
te enarbolas lanza en mano cada madrugada
llevando su palabra a los cuatro vientos.
Sacerdotisa de Eralie, Cantos populares. 10 de Cobe del año 154, 4ª Era.
Lo primero que Gryana de Poldarn hizo al unirse a la congregación de caballeros fue abandonar sus apellidos. Nació y se crió en un poblado costero cerca de Aldara, sin renombre. Su padre era carpintero y su madre mercader. Gryana del pueblo costero, hija de comerciantes no era algo a la altura de sus expectativas. Eligió Poldarn por ser la ciudad más alejada de Aldara, pensando que allí nadie iba a reconocerla. Y eligió el gremio de caballeros por aquello de: Oficio nuevo, vida nueva. Su padre insistía en que mantuviera el oficio, le recordaba diariamente que trabajar la madera con las manos y sentir las vetas de vida de un gran roble era un acto noble. Que hasta los grandes reyes necesitan depositar sus grandes y arrugadas nalgas en sillas de madera, bromeaba por último. Pero los ojos apagados de Gryana solo veían muebles, sillas y eternos restos de serrín que barrer por las tardes de otoño.
Cierto invierno las fiebres se llevaron a su padre, con el cual mantenía un estrecho vínculo a pesar de todo. No fue un año de celebraciones. Fue enterrado cerca de Aldara en una celebración más bien modesta. El funeral fue pagado por donaciones de todos los aldeanos del pueblo como muestra de agradecimiento por todo lo que hizo en vida. Gryana anduvo triste durante semanas, hasta que finalmente entendió que aquello era un suceso que no podía cambiar, sin embargo, podía decidir como vivir con ello a partir de entonces.
Ya había cumplido los 17 años y las dificultades económicas de su familia (ella era la mayor de 3 hermanos) le dieron a entender que debía abandonar aquél lugar y dejar de ser una carga para su madre. Si realmente quería ayudar a su familia, debía de hacer algo más que ayudar con las cestas de la fruta en el mercado. Recogió una bolsa de monedas que tenía ahorrada, bien guardada bajo su colchón. Unas prendas de ropa, unos pocos víveres y dejando una nota manchada de lágrimas en el escritorio de su habitación compartida abandonó su hogar como un grajo hace al abandonar el nido.
Pagó el peaje y se subió a una caravana que se dirigía a Anduar. Sus escasas monedas no le daban para pagar el trayecto completo, así que decidió hacer parada en Takome. Sus altas y perfiladas murallas, las calles repletas de comerciantes y el sonido de la divisa circulando fueron una tentación para quedarse allí. Sin embargo, podrían reconocerla. Así que decidió continuar el camino a pie hasta la Fortaleza de Poldarn. En todo caso, si la cosa no salia bien… el trayecto no era demasiado largo como para no poder regresar.
Al atardecer sus pies empezaron a sentir dolor. Su calzado desgastado y polvoriento empezó a acusar tal abrupto camino a través de sendas polvorientas y bosques desaliñados. Con los últimos rayos de sol finalmente, llegó ante la puerta de la fortaleza de Poldarn. Allí, un portón gigantesco de madera y acero con motivos caballerescos y una pequeña campana le dieron la bienvenida.
De forma intuitiva, Gryana tocó la campana 3 veces. El portón se abrió lentamente en un eterno gruñido, como prueba de paciencia para todo aquel viajero desesperado que llama buscando un refugio. Como si éste examinara lentamente cada ápice de nuestra protagonista antes de dar el visto bueno. Al poco, un guardia se asomó y preguntó lo que es lógico de preguntar.
La respuesta de Gryana fue sencilla y directa: Soy Gryana de Aldara, huérfana de padre. Busco ayuda para mi y para mi familia.
El guardia apoyó sendas manos en la empuñadura de su mandoble y acostó su peso en este. Observó a la joven y le respondió: ¿Qué te hace pensar que debemos ayudarte?, a lo que Gryana respondió: Su orden de caballería, proteger al indefenso, no abandonar al desvalido.
Sorprendido por la decisión de sus palabras, el guardia se quedó pensativo y finalmente la invitó a pasar. Le arrojó una manta vieja. Luego sus últimas palabras fueron: Ve a ver al sacerdote de la capilla, quizá él tenga algún trabajo para ti. Y abrígate, la noche cae y el frío es severo.
-
AnónimoInactivo6 abril, 2022 a las 19:44Número de entradas: 27
Gryana ya se había licenciado en la orden de caballería por aquel entonces. Y como no, todo joven sueña con la densa estepa, un caballo rápido, águilas en su puño… y ella soñaba con una reluciente armadura de templaria. Sus colores azabaches acompañando el blanco del talabarte y del estandarte de la Esperanza de Eralie, la lanza sagrada de los paladines. Su corcel alado y su escudo de Templanza. Total, soñar era gratis… y bajo el sol apabullante de un estío largo con tardes dormidas, tenía mucho en qué soñar.
En una ocasión visitó al herrero de Poldarn y le preguntó por el precio de las armaduras templarias. Éste observó a la joven y… dudoso, como si en el fondo supiera que era más un tema de mera curiosidad que una posible venta, le comentó su valor. Pero era cierto, Gryana no tenía mucho dinero y … con una sonrisa se despidió y abandonó la herrería del mismo modo que entró, con las manos vacías.
Cierto día festivo abandonó el castillo de Poldarn para dirigirse a los montes del destino. No era la primera vez que lo hacía, así que… sabía bien qué hacer. Cazar salamandras ígneas.
Cabe decir que dichas criaturas son peligrosos y violentos elementales de fuego armados con furientes tridentes y lanzas. Pero eso no era problema para una caballera de armadura completa, escudo corporal y arma encantada. Con sus golpes redentores hacía temblar a las criaturas de fuego. En un perfecto arco lateral, el arma de Gryana describía un medio arco del cual brotaba un aura mágica divina de colores azulados. Al impactar contra los elementales, era como arrojar agua bendita a un diablo. El vapor incandescente que brotaba de la piel de las agresivas criaturas y la mueca de dolor era señal de que efectivamente, el golperedentor era un ataque muy dañino para ellas. Luego, una vez derrotadas, recogía las lanzas y tridentes y los apilaba en su espalda con una fuerte cuerda para acabar vendiéndolos en Takome.
En verdad pagaban bien por ellas. Y así fue como poco a poco, con esfuerzo y árduo trabajo, Gryana pudo ahorrar buen dinero. El cual usó al día siguiente para comprar en la herreria su yelmo de templaria. Lo sostuvo con sendas manos y lo alzó, como una reliquia recién descubierta y expuesta por primera vez a la luz diurna para observar su valor. El herrero limpiaba una espada recién forjada y miraba con orgullo y aprobación a Gryana.
Poco a poco, Gryana fue adquiriendo distintas piezas de su armadura: Botas, brazales, guanteletes… etc. Las guardaba todas en su habitación, sobre un estante con brazos de madera. Antes de ponérselas, quería ver la armadura completa en aquel ser extraño sin vida. No quería arruinar el momento de ver su armadura completa por el ansia de probarse piezas sueltas.
Pasadas unas semanas finalmente Gryana reunió el suficiente capital como para comprar la coraza. Cuando la puso en su lugar y observó la belleza de aquel conjunto… lágrimas brotaron de sus ojos. Aquella armadura representaba el valor, el honor, la fortaleza… y por encima de todo ello, el esfuerzo. Sus manos estaban ya llenas de llagas y pequeñas heridas, tenía dolor en sus muñecas y sus brazos se habían ensanchado. Sin embargo, ahí estaba, fruto de su trabajo, su armadura completa de Templario.
-
AnónimoInactivo21 abril, 2022 a las 12:40Número de entradas: 27
El ataque de los villanos
Estaba Gryana en la ciudad de Andúar, paseando tranquilamente y observando los pequeños comercios, cuando de súbito oyó el tenue repicar de las campanas de Takome a lo lejos. Fue en ese mismo instante, cuando alzó en alto su lanza, montó sobre su corcel alado y rauda y veloz salió cabalgando hacia la ciudad. El único pensamiento que merodeaba su mente era el de un posible ataque, sin embargo, no había lugar para la duda o para el temor.
Apenas pasaron unos minutos, cuando nuestra heroína cabalgaba por el paso de Earmen. Fue entonces cuando lastimosamente, su corcel piso unos abrojos y Gryana cayó al suelo revolcándose sobre la tierra, creando una gran nube de polvo. Dos villanos conocidos como Narha y Dreyzh, aprovecharon la situación para saltar desde las sombras sobre nuestra heroína. Haciendo gala de sus reflejos, Gryana alzó escudo en alto y pudo detener el ataque de sendos bandidos. Después, apelando al poder de su gran corcel, de un solo salto se subió sobre su montura y cabalgo hacia el norte, ganando unos valiosos metros mientras su cabeza todavía latía por el tremendo golpe. Guiado por un instinto natural, su corcel se detuvo ante el templo de Eralie. Allí, Gryana sanó sus heridas con un cántico y se preparó de nuevo para la batalla.
Perseguida de cerca por sendos asesinos, Gryana enarboló su sable negro, formuló una bendición sobre ella, y se preparó para la envestida. Breves instantes pasaron, puedo decir que un gran oso se abalanzó sobre nuestra protagonista seguido de Dreyzh, el tirador. Gryana veía la batalla perdida, era valiente… Pero no estúpida. Así que decidió buscar una situación más estratégica para el combate, cabalgando hacia las puertas de Takome. Fue perseguida hasta allí, donde los guardias y clérigos que guardan las puertas se unieron al combate junto a ella. Narha y Dreyzh embistieron con fuerza sobre nuestra protagonista, sin embargo, no pudieron penetrar las defensas de la ciudad. El muro que representaba la fuerza de Eralie, el escudo de la verdad y la templanza de la caballera, frenaron la ira y el odio que empujaban con fuerza aquellos dos villanos a destruir todo cuánto encontraban a su paso.
Fue un combate sangriento y voraz, pero finalmente, los dos villanos abandonaron el reino exhaustos y Gryana, malherida, se sintió orgullosa de haber defendido el bastión del bien de aquel ataque. No fue el primer ni el último durante aquellos días, pero nuestra paladina sabía del cierto una cosa… Y era que, cada vez que el bastión del bien sufriera un ataque, ella iba a estar allí siempre para defenderlo.
-
AnónimoInactivo21 abril, 2022 a las 13:29Número de entradas: 27
La cazadora de Demonios
Estaba Gryana descansando en sus aposentos, en la ciudad de Poldarn. De pronto notó un escozor en su pecho. Puso su mano sobre el talismán de Cazador de Demonios y vio como este ardió dejándole una ligera quemadura en la mano. Rápidamente retiró el talismán de su cuello y lo depósito encima de la mesa. ¿es que acaso ella ya no era digna de portar amuleto? ¿se trataba de algún tipo de maldición?… fuera como fuera debía saberlo.
Se dirigió hacia la sala del Lord comandante Nardiel y allí pregunto sobre tal clase de brujería. El comandante, le comento que alguien había reclamado el derecho a portar talismán. Cierto paladín que no citaremos en esta gesta.
Dudosa, Gryana decidió preguntar a tal caballero cuál fue el motivo del reclamo. Quizá es que había regresado a la ciudad luego de un largo viaje y tomo el talismán para ayudarle a purgar el mundo de criaturas del mal.
Cruzase con tal caballero en el castillo de Poldarn. Luego de una reverencia más formal qué sentimental, Gryana hizo la pregunta pertinente.
El caballero, mirándola de forma despectiva y altiva, le respondió con las siguientes palabras:
«No he regresado. Simplemente, no me interesa que nadie más que yo ostente tal cargo.»
¿Era posible?… ¿es que acaso tantos años de lucha contra demonios habían turbado su mente? ¿se había dejado influenciar por el poder maligno contra el cual había combatido durante tantos años?
Gryana no lo entendía. No entendía en qué lugar de los cánones de Eralie había lugar para el egoísmo, el menosprecio y la insolidaridad. Bien es cierto, qué derecho tenía a reclamar talismán… Pero para usarse contra el mal no como objeto de adorno personal. Y mucho menos de saber que otro caballero de gremio sí está usándolo.
Pasó horas encerrada en su estudio… y Nadie pudo darle una respuesta a Gryana, pues posiblemente… No se hizo la pregunta correcta.
La pregunta no debía ser sobre la actitud de su hermano de gremio… debía ser: ¿Cómo puedo yo ser merecedora de tal objeto…?
Era una prueba de los dioses. Ponían a prueba su valor, su esfuerzo y su perseverancia.
Gryana preparó su equipaje esa misma noche y partió hacia las montañas de Kheleb Dhum. Allí cerca había una arboleda llena de demonios… Y si ella quería ser merecedora de tal objeto, No debía convencer a tal caballero… Sino hacerse merecedora a base de destruir el mal. Así fue como Gryana pasó noche y día sin descanso limpiando unas cuevas al este de Zelthaim, de demonios de tierra y otras criaturas del mal.
La situación la motivó. Entendía que si quería ser merecedora de tal talismán debía ser la mejor. Porque al final, el esfuerzo, el valor y la perseverancia pueden con el mal, con el egoísmo y con cualquier otra sombra que ofusque el corazón de los hombres. Ese era el mensaje de Eralie.
Era una lucha no tan solo contra las criaturas infernales, sino contra el egoísmo de los hombres, contra valores como la pereza, el miedo hola conformidad. Cada corte que desgarraba la piel de aquellos demonios la acercaba más al rango de cazadora. Cada crujir de huesos la situaba un paso más cerca de aquel merecido honor.
-
AnónimoInactivo3 mayo, 2022 a las 14:59Número de entradas: 27
-= La Trampa =-
Gryana de Poldarn curiosea trastes y cachivaches de escaso valor en el mercado de Takome. De súbito y como si de un ritual se tratara, las campanas de Takome resuenan y su sonido es llevado por el viento a lo largo de todo el reino. Gryana alza su vista al cielo, como esperando una respuesta por parte de los Dioses. A continuación, alza su lanza en alto y grita: “Por el poder de Eralie”…
El cielo se torna grisáceo y un haz de luz sagrado desciende verticalmente hasta iluminar a nuestra heroína. Gryana sostiene su lanza con ambas manos y exclama: “¡Yoooo… tengo el poder!”
Acto seguido apunta hacia un espacio vacío del camino comercial de Takome y allí, un rayo sale de su lanza y impacta contra el suelo. Instantes después, una montura mitad caballo mitad águila se materializa entre luces despampanantes y destellos divinos. ¡Ha invocado a su montura sagrada!. Rauda, Gryana se abalanza sobre su montura y sale cabalgando veloz como la luz hacia el templo sur de Takome. La siguen varios héroes; entre ellos Thalim, Throil, Bomblir y Zuid. Pero no son tan veloces como nuestra paladina y quedan atrás.
De un fuerte tirón de riendas, Gryana detiene su avance. Una maleza extraña envuelve la zona. Ha quedado atrapada entre las enredaderas de Dreyhz y Narha. Sendos villanos (el segundo metamorfoseado en un gran cerdo peludo y maloliente), centran sus ataques contra Gryana. La montura está completamente enredada y adquiere una pose rampante. Gryana cae y en posición desfavorecida, corre hacia el noreste para evadir la trampa. Pocos pasos después, alza de nuevo su Lanza en lo alto y su montura se materializa de nuevo ante su presencia. Gryana la monta… y rauda y veloz, vuelve a dirigirse al sudoeste… donde ¡sorpresa! ¡Se encuentra al malvado Naghig!
Feroz es el combate. Gryana azota fuertemente a Naghig con golpes redentores e intentos de carga que el soldado parece encajar. Éste, por su parte, azota fuertemente a la montura sagrada de Gryana. Al borde de la muerte. Gryana intenta imponer el poder sagrado de la sanación sobre su montura, pero una estocada mortal destruye el hipogrifo de Gryana y esta cae dándose un buen porrazo contra el suelo. Desconcertado, Naghig duda…, se mueve, regresa… y cuando decide rebanar la cabeza de nuestra heroina de un tremendo hachazo, su lentitud hace que Gryana haya podido recuperar la conciencia y huir de aquel lugar.
Su montura ha muerto y Gryana no es capaz de manejar con soltura su Gran Lanza. Dada la situación, se retira hasta las caballerizas de Takome. Allí decide pagar la cantidad de ni más ni menos que 90 monedas de platino y el mozo de cuadras realiza un ritual mediante el cual su montura resucita. Gryana está feliz. Monta de nuevo en su caballo rampante y se dirige de nuevo al combate.
Pero para cuando regresó, sus compañeros ya hicieron el trabajo mandando directos al infierno a Narha y Dreyhz. Podemos decir esta vez que Gryana contribuyó en la defensa de la ciudad, pero… no como a ella le hubiera gustado.
Vuelve lentamente a Takome. Alli observa su montura. ¿Podría hacer algo para aumentar su poder?… Esas y otras preguntas rondan por su mente. La respuesta, se verá en otra gesta.
-
AnónimoInactivo3 mayo, 2022 a las 15:39Número de entradas: 27
El Ritual
Gryana de Poldarn sumerge unos vendajes en un pequeño cuenco de cobre con agua. Luego los escurre y envuelve su cabeza con ellos. Está en un templo pequeño, una cueva olvidada en la inmensidad de las montañas. El único sonido allí es el tintineo de pequeñas gotas de agua en grutas profundas. La única luz, el baile de sombras y luces de antorchas movidas por el viento que se cuela entre pequeñas grietas. Todo es una imagen de sombras negras y naranjas que bailan sin música alguna.
Gryana pone una manta en el suelo. Se ha quitado toda su armadura y solo viste ropajes blancos livianos. Se sitúa de rodillas, pone sus manos sobre estas y en su mente, con los ojos cerrados, empieza un rezo a Eralie.
“Padre Eterno, bondad de los hombres
Tu don cae en nosotros como una tarde dormida,
tu luz que es nuestra luz, la oscuridad ilumina
del más profundo sendero donde la maldad se esconde.
Este escudo y esta esperanza son la fuerza que nos mueve,
Esta orden y esta coraza son la sabiduría,
Mi montura y mi bandera son la mano que nos guía,
Y solo mi fe en ti es el coraje que me sostiene.
Tu palabra es mensaje, portado con este Estandarte,
Para que todos los fieles recuerden porqué luchamos,
Que sea lección de bien para todo el género humano,
apoyo en nuestro camino para poder seguir adelante.
No dejes caer en olvido tu enseñanza de paz y vida,
Que así sea, y firmo con mi fe tu palabra divina”.
¡La Fe de Gryana de Poldarn ha aumentado!, siente a su lado a Eralie y lágrimas brotan de sus ojos al notar la presencia de su Dios con ella.
Gryana se levanta, apaga algunas velas con las yemas de sus dedos. Se viste con su coraza de Mithril, sus grebas, sus guanteletes de caballera y abandona aquél lugar poco concurrido para encontrar de nuevo la luz al final del túnel. Un fuerte viento apagó las antorchas y dejó el templo de nuevo a oscuras.
-
-
AutorRespuestas
- Debes estar registrado para responder a este debate.