Inicio Foros Historias y gestas Dos pequeños.

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    • fyrate
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      La luna bañaba el pequeño refugio.
      Como un pequeño aficionado miraba las estrellas, algo que anhelaba desde que salí de la jaula Calamus.
      (recuerdos)
      La familia Calamus era una gran familia, la más grande familia de Anduar, ellos controlaban todo en esa ciudad.
      La ves que su hija Emeralda Calamus me vio…
      Armó un gran berrinche en el circo.
      papi, paapi, quiero ese dragón multicolor!. Decía entre gritos y saltos la pequeña
      Klein Calamus, negó todo. no hija, no te compraré eso, a demás ni es un dragón. Decía mientras intentaba hacer que se sentara de nuevo Emeralda.
      Pero lo quiero, lo quiero decía Emeralda gritando más y más, y esta vez venía acompañado de un llanto insoportable.
      Klein se levantó de su asiento, y con una agilidad, digna del más preparado cazador se acercó al dueño del circo, sin que nadie lo vea.
      Ei, ei, decía Klein, mientras intentaba llamar la atención de El dueño del circo.
      El dueño lo miró, y sorprendido se acercó a el.
      Que necesita señor Calamus, preguntó mientras le hacía una reverencia.
      Klein sacó una bolsa llena de platinos, y se la arrojó al dueño.
      Quiero a ese bicho raro que tienen como atracción en el circo. Dijo mientras miraba fijamente al dueño.
      El dueño del circo recogió algunos platinos que se habían caído al suelo, y miró de nuevo a Klein.
      De que atracción me habla. Dijo con una voz mas seria.
      Ese que parece un dragón pequeño multicolor, o esa cosa. Mi hija quedó fascinada con el, y lo quiere. Ahora démelo, dijo mientras levantaba la voz.
      El dueño del circo con una visible muestra de rabia dijo, mientras susurraba para si mismo. Está bien señor Calamus, le daremos al dragón multicolor, pero la próxima vez que usted pide las cosas de ese modo…
      Klein antes de que pueda decir algo, dijo con una voz casi fría. Que va a pasarme, dueño del cirquillo, e?, dame esa cosa, y guarde silencio, si quieres que tu circo se mantenga lleno de gente como lo hace cada año.
      El dueño del circo hizo un gesto, y un enano se alejó a la trastienda, y agarró la jaula de la pequeña criatura.
      Al caso de unos minutos el enano estaba con Lord Calamus entregándole la jaula.
      A qui tiene señor, dijo mientras dejaba la jaula cerca de sus pies, y se marchaba haciendo una reverencia.
      Klein volvió a su asiento, y Emeralda llorando, gritando, haciendo un espectáculo mejor que el del circo. Hasta que vio la jaula, con la pequeña criatura en su interior.
      Papi Papiii, gracias, gracias. Decía la pequeña, mientras agarraba la jaula.
      La tarde de ese día fue la mejor para Emeralda.
      Emeralda se encerró en su habitación, y liberó al pequeño dragón multicolor.
      Como te llamas, cual es tu comida favorita, cuéntame por favor pequenín. Preguntaba emeralda, mientras miraba a la criatura escudriñando todo con su cabeza.
      No tengo nombre. Dijo la criatura, mientras se hacía una pelotita.
      Para mi, serás… Arkoyris, por tu pequeño traje, o eres a si. Preguntó emeralda.
      Es mi traje, yo soy un, un… Gnomo. Dijo la voz demostrando un poco de tristeza en su tono de voz.
      El rostro de Emeralda se tornó siniestro, un Gnomo, un Gnomo. Preguntó mientras agarraba al Gnomo con desprecio, y lo arrojaba de nuevo en su jaula.
      No me gustan los gnomos, pero mi padre te compró, y me vas a divertir. Decía mientras apoyaba la pequeña jaula en una mesita de noche.
      Pequeña por favor déjame ir… prometo prometo divertirte todo el tiempo que quieras, pero por favor déjame salir de esta jaula. Dijo el Gnomo mientras se asomaban unas gotas de sus ojos.
      Estás llorando. Preguntó Emeralda.
      El Gnomo asintió con la cabeza.
      Emeralda abrió la jaula, y soltó al Gnomo.
      Si me cuentas un buen chiste, y me haces reír, te prometo que abriré esa ventana que ves allí, y podrás irte de mi casa. Dijo Emeralda.
      El gnomo se sentó en la alfombra, y empezó a girar, y girar.
      No se hacer chistes. Dijo mientras dejaba de girar en la alfombra.
      Emeralda la miró y lo agarró del suelo, y lo sentó en su cama.
      Sabes por que pedí que te compraran. Preguntó Emeralda.
      Mientras el Gnomo negaba.
      Todos los años te veía ser lanzado de una catapulta, y caer en muchos lugares, y luego regresar a una jaula.
      Somos iguales Arkoyris, tu no podías salir de tu jaula, y o no puedo salir de esta sucia casa.
      Mi padre es muy importante, y dice que si yo salgo a la ciudad sola, puedo manchar su reputación, o decir cosas que no debo, y hacer que mi educación quede remarcada como la peor.
      A ti te divertía el circo. Le preguntaba Emeralda al Gnomo.
      Nunca me agradó el circo, pero mi padre antes de dejarme fuera de Ak’Anon dijo que yo solo servía para ser un esclavo, o hacer idioteces.
      Luego de que mi padre me dejara en las afueras de la ciudad unos bandidos me agarraron, y me vendieron al circo.
      Yo nunca quise estar allí. Decía el Gnomo, mientras un río de lágrimas mojaba su pequeño traje.
      Emeralda abrió la ventana, y con una de sus sábanas amarradas a la cama, ató una manta, y sacó eso en forma de cuerda.
      Puedes irte Akoyris, pero tienes que prometerme algo. Decía Emeralda, mientras acariciaba al Gnomo.
      Llo que quieras. Dijo el Gnomo.
      Me vendrás a visitar, una vez al año aunque sea?. Preguntaba Emeralda entre lágrimas.
      El Gnomo asintió con la cabeza. Y abrazaba la mano de la pequeña Emeralda.
      Ve. Dijo emeralda, mientras le señalaba la cuerda improvisada al Gnomo.
      El gomo agarró la cuerda, y haciendo piruetas descendió hasta el suelo de La zona residencial de la ciudad.

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