Inicio Foros Historias y gestas Droock

Mostrando 11 respuestas a los debates
  • Autor
    Respuestas
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Registro 1 de Droock

      Se alza ante ti una bestia de casi 2 metros y medio, de unas escamas doradas brillantes como el Sol. En contraste, está su mirada. Ojos rojos inyectados en sangre, nada de simpáticos. Si su mirada es feroz, más lo es su boca. Restos de carne, huesos y sangre le chorrea por todas partes. Igual son sus garras, llenas de vísceras frescas entre las cuales asoman las uñas, afiladas como cuchillas. Antes de que se gire hacia ti, ves una enorme cola recorrida por púas puntiagudas.

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Registro 2 de Droock

      Historia

      Capítulo 1: el nacimiento.

      El anciano chamán rebuscó entre los huevos, como si supiera exactamente qué andaba buscando. Recogió uno de los huevos y contempló su contenido al trasluz de una antorcha. Lo sopesó en ambas manos y lo arrojó con desprecio al sumidero. Otro huevo que no cumplía con las expectativas del General. Ni siquiera vio como caía en un charco de barro que amortiguó la caída. Continuó mirando el resto de huevos, demasiados pequeños aún.
      Con cara de circunstancia, se dio media vuelta sumergiéndose en sus pensamientos a la vez que daba unos pasos hacia la salida.
      Ni tres pasos dio cuando un crujido le sacó de sus cada vez más profundos pensamientos. Pensando que le atacaban por sorpresa, pues esto es la raza sangrienta de los hombres-lagartos y no se toleran a los débiles, llamó a su dios e invocó un escudo de almas para protegerse.
      Entre expectante y sorpresa es la mejor forma de definir la cara del anciano chamán cuando observó como al huevo que había arrojado le salía una grieta casi imperceptible. Y con la boca abierta se quedó cuando una enorme cría de lagarto amarilla rompió el cascarón en infinidad de trocitos, los cuales se fueron difuminando como si de polvo se tratase.
      Al poco, el pequeño lagarto amarillo se irguió cuan largo era. Un finísimo rayo de sol se colaba entre las grietas de la estancia, el cual dio de lleno en las escamas del recién nacido. Como si fuera un efecto óptico, sus escamas pasaron de amarillo a un tono más dorado a la vez que reflejaba la luz, iluminando levemente su alrededor.
      Los ojos rojos más intensos que el anciano había visto se clavaban ahora en él de la mirada de la pequeña criatura. No duró mucho su asombro, pues rápidamente la recogió entre sus brazos y salió a toda prisa de la estancia, empujando todo aquello que encontraba a su paso, así como pisando otros huevos que eran todavía fetos.
      ¡Crack!
      El anciano chamán entró atropelladamente a las comandancias del general casi descolocando la puerta de sus goznes con algo amarillo entre sus brazos. El general ya estaba abriendo la boca furiosamente pero antes de que pudiera ni hacer un siseo el chamán tiró el bulto a sus pies. Inmediatamente el bulto cobró vida y se puso de pie, sobresaltando al general.
      Estuvieron hablando de lo sucedido, sobre la nueva incorporación y, lo que más aterraba al anciano, un pequeño castigo por la intromisión de este. Con razón tenía que estar asustado, pues cuando el general dice pequeño castigo puede acabar con la vida de los que no sean suficientemente fuertes, pero eso es otra historia.

      Capítulo 2: la amistad.

      Lo cierto es que el pequeño lagarto, recién bautizado como Droock, no volvió a ver más al anciano. A quien si vio fue al general y bastante, ya que al día siguiente empezó a criarse en los subterráneos del Zigurat, bajo el estudio del mismo, junto a otros guardias y esclavos.
      Para estos últimos no era tan agradable la nueva visita, pues el pequeño Droock tenía absoluta libertad para hacer con ellos lo que quisiera. Y por supuesto que hizo lo que quiso.
      Pronto no hubo duda que el chamanismo no era lo suyo. Así quedó patentado en los diversos experimentos realizados con esclavos desafortunados. Había otros jóvenes, que al igual que él, practicaban a diario o de vez en cuando.
      Uno de esos se hacía llamar Maltos. Él se entrenaba con su padre, abuela y tío, pero se pasaba con cierta frecuencia a los subterráneos.
      Droock no tendría más de 4 meses cuando enzarzado con un esclavo goblin tropezó por accidente con Maltos. Obviamente tuvieron lo que se podría decir un combate de lagartijas. No obstante, empezó a surgir una amistad entre ellos, como queda presente en libros de historia y en canciones de bardos, y cuyas hazañas pronto se entremezclaban con rumores por el ancho y largo mundo.

      Capítulo 3: el comienzo.

      Al poco de este hecho, dejó el chamanismo y comenzó a torturar a los esclavos con sus propias garras y colmillos, que eran cada vez más fuertes y afilados, a la par que su cuerpo crecía por encima de lo habitual para esta raza. Combinado con sus escamas doradas hacían de él una bestia impresionante.
      Cada vez los esclavos eran menos divertidos para Droock, su ansia ya no se aplacaba con dichos infelices, ni siquiera significaban una mera distracción para él. Aún no tenía edad para ser adulto y salir de Grimoszk, sin embargo, su cuerpo era de los más grandes vistos entre la raza, así que al final pronto tuvo el permiso del general de salir al exterior.
      Primeramente no se alejaba mucho. Vigilar los esclavos de los cultivos, recoger ranas tóxicas, y lo que más le gustaba, matar cocodrilos y lagartos desertores. En tiempo record se hizo de los mejores incursores del pantano, destacando en todos los aspectos.
      Rápidamente esto dejó de satisfacerle, y cada vez se alejaba más y más de la ciudad en busca de nuevas aventuras, a veces solo, otras en compañía de sus hermanos…
      Así comienza la leyenda de Droock, el resto consultar libros, bardos, o hacer caso de rumores, si no creéis que es una mera leyenda para asustar a niños.

      Rol

      Droock es cruel, sangriento e impulsivo. Atacará de la peor forma que se le ocurra, especialmente a quien considere indigno de piedad, como el caso de los seguidores de Eralie. Si bien en ocasiones puede mostrar piedad por los débiles si son de su raza.
      Valora y siente la amistad entre los suyos, a mayor con Maltos. Defenderá pues su ciudad y a un hermano si está en sus posibilidades, en tal caso que no suponga riesgo de morir para si mismo.
      De escasa inteligencia y sabiduría, intenta entender lo que le rodea. Más la forma de lucha de un enemigo, buscando pues alguna ventaja en combate.
      Le gusta entretenerse en el agua nadando y cazando peces que luego pueda comer para alimentarse, aunque también la carne si alguien se la ofrece.

      Objetivos

      Buscar información y paradero, si es que aun vive, del anciano chamán que le acogió al nacer.
      Buscar más formas de crueldad.
      Buscar alguien o algo que le ayude a sus escamas brillar como el sol en la luz, así como oscurecerlas en la noche. Después buscar el dominio sobre estas para modificarlas a su antojo.
      Explorar todos los secretos y rincones oceánicos.
      Como objetivo no prioritario, buscar una pareja de vida y aventuras con la que acumular riquezas.

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 1 – Pensamientos

      Droock se encontraba sentado en el muelle de Grimoszk observando el devenir de las pequeñas olas.

      Grimoszk: Muelle
      El puerto de Grimoszk es bastante triste y apático. Está formado por tablas casi podridas, debido al calor y a los insectos que flotan todas amarradas juntas. Aqui es donde los pocos barcos desa subsistencia de la ciudad y que los hombres-lagarto no pueden producir por si mismos.
      

      Sumido en sus pensamientos se planteaba como continuar su vida. Ya era poderoso, mucho más que algunos de sus hermanos, aunque lejos del poderoso patriarca.
      Le gustaba explorar el océano y sus millones de secretos. Es algo que en cierta forma le ponía triste, pues numerosos peligros así como cuantiosas riquezas no estaban a su alcance y siempre tuvo que regresar con la cola entre las piernas.
      Por supuesto aún no se había puesto a buscar información sobre el anciano chamán que le acogió al nacer. No tenía ninguna pista, pero todo era a investigar y tirar del hilo. Y, quien sabe, quizás alguno de sus hermanos tuviera el comienzo de dicha.
      Tampoco se había olvidado de otro de su máxima, encontrar a alguien o algo para controlar el brillo de sus escamas doradas. Uno de sus mayores deseos, así pues podría hacerlas más brillantes en el día para intimidar u oscurecerlas en la noche para ocultarse. Siguiendo el hilo de sus pensamientos tal vez el anciano chamán tuviera alguna respuesta o fuera parte del entresijo.
      Por último en sus pensamientos se encontraba el buscar una compañera de vida. Había algunas hembras lagartas que podían acometer tal hecho, pero ello no estaba en sus prioridades por eso no le daba mucha importancia, ni antes ni ahora en sus pensamientos. Si le hacía ilusión imaginar como sería nadar junto a alguien por el basto océano o hacer incursiones al bastión del bien. Seguro que inventarían nuevas formas de crueldad entre ambos y eso le hacía sonreír.

      El viento silbaba suavemente alrededor de Droock mientras el seguía sumido en sus pensamientos sobre que le depararía la vida.

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 2 – El comienzo de la investigación

      Droock se desperezó abriendo mucho la boca y las garras, como un perro recién despierto. Volvió a mirar el océano por última vez, antes de girarse en dirección a la ciudad.
      En su paseo no dejaba de darle vueltas a la cabeza…
      – ¿Qué hacer?
      – ¿Por dónde empezar?
      – ¿Y si fallaba?
      – ¿Y si lo otro?

      Sus pasos le llevaron directamente al zigurat y de ahí a los subterráneos.

      Subterráneos bajo el Zigurat
      Te encuentras en un lóbrego subterráneo excavado artificialmente en la blanda turba de los pantanos. Pequeñas plantas crecen en las paredes y en el techo, entre los resquicios de la argamasa que sostiene el blando pasadizo en pie. El agua que alimenta a estas plantas es la que se filtra de los pantanos en la superficie, y aquí forma un riachuelo de aguas rápidas que horada el suelo volviéndolo blando como el suelo de los pantanos. Una escalera de tierra lleva al piso superior.
      

      Inmediatamente en su divagar se sumergió en los recuerdos de su infancia. Rememoró todas las crueldades que hizo con los miserables esclavos, antes y después de quedar patente que el chamanismo no era lo suyo.
      Inevitablemente se acordó del comienzo de su amistad con Maltos y, como no, se acordó de la última vez que vio al anciano chamán, allí en el estudio del General Ssratz, cuando tan solo tenía minutos de vida.
      Entonces una bombilla se le encendió en su pequeña mente. Raudo subió hasta la sala del consejo de Zulk y, aplacando un poco su impulsividad, pidió audiencia con el general.

      Estudio del General Ssratz
      La estancia en la que te encuentras está más ordenada que las de los alrededores, tiene una mesa y varias estanterías donde el General deposita sus efectos personales y los rollos de pergamino que contienen las estrategias militares. Puedes ver además un sillón que parece de piel de elfo y una red colgada de una pared a otra que supones que Ssratz usa para dormir. En un rincón puedes ver un cubo dorado lleno de carne fresca.
      

      – Saludos general.
      – Zssh Droock. ¿Qué deseáis?
      Droock titubeó un poco antes de continuar.
      – Disculpad que os moleste general. Estaba en el muelle sumido en mis pensamientos…
      – Zssh ¿Y?
      – Pues que me acordé del anciano chamán que me recogió al nacer… y pues me gustaría saber algo de él.
      General Ssratz pone un gesto pensativo y se mantiene con la boca cerrada.
      General Ssratz chasquea la lengua antes de hablar.
      – Si, ya me acuerdo. Creo recordar que se llamaba Duktun.
      Droock se alegra por la noticia pero se muestra inexpresivo por fuera.
      – ¿Y podéis decirme algo sobre su paradero?
      – Recuerdo que le impuse un castigo por su atropellada intromisión. A pesar de traeros a vos, de los mejores incursores de todo el reino, nadie puede desobedecer las normas.
      – ¿Sobrevivió?
      – ¡Zssh puess no lo ssé! Le mandé 20 azotes con un látigo de 5 colas puntiagudas, especiales para atravesar nuestras escamas. El verdugo fue un general del ala verde… o roja, no recuerdo bien ese detalle. Lo que sucedió después, no lo sé ni me importa. Si sigue vivo no debe causar problemas pues a mis oídos no ha llegado ninguna noticia desde aquel día.
      – Gracias General Ssratz. Que Ozomatli proteja la raza.

      Droock se despidió con una reverencia y salió del estudio.
      No estaba feliz pero si algo contento, al menos tenía ya una pista por la que empezar pero ¿Cuál sería su siguiente paso?

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 3 – El Gran Chamán

      La cabeza de Droock ebullía de emociones e ideas confusas tras salir de la audiencia con el general Ssratz. Casi tropezó con el guardia lagarto que se encontraba vigilando la sala del consejo. Caminaba por intuición, como un títere a merced de su amo.
      Al salir del zigurat sintió la ligera brisa del anochecer y alzó la vista para contemplar las lunas en su baile eterno.
      Pasado unos segundos, sacudió la cabeza y pensó que lo mejor era dormir y esperar que la noche le pusiera las ideas en orden. Con pasos algo más animados se dirigió raudo a su cubil, donde pudo agachar la cabeza hasta el día siguiente.

      El trinar de los gallos y los rayos de sol que se colaban por el techo indicaron a Droock que ya era el amanecer y por tanto tocaba ponerse en marcha.
      Se estiró a todo lo que sus casi dos metros y medio daban de sí, llenando la totalidad del cubil. Un rugido se oyó desde fuera de la estancia, para acto seguido asomar Droock la cabeza desde el interior.
      Observó un instante el amanecer y las calles de Grimoszk que empezaban a tomar vida.
      Sin saber cómo, su mirada se detuvo en el impresionante templo de Ozomatli en el centro de la plaza.

      Cuando bajó la vista se encontraba frente a las escaleras, las cuales subió sin pensar y se detuvo ante la impresionante puerta abierta del templo. Antes de entrar miró de reojo la estatua de Chronos y Ozomatli a los laterales de dicha, vigilantes infalibles de cualquier hereje que osase acceder.
      Cada paso que daba retumbaba haciendo un ligero eco hasta que se detuvo frente al Gran Chamán Kravockh.

      Templo de Ozomatli: Altar
      Te sientes abrumado por la grandeza de esta sala. No solo por la enorme estatua que ves ante ti, sino por la cantidad de luz y vegetación existentes. Decenas de serpientes y otros reptiles merodean por el lugar e incontables plantas trepan a los pies de la enorme estatua, tiñéndola de un color verde. Extrañamente sus largos colmillos están cubiertos de sangre, como si la propia estatua acabara de comer. Observas también un altar en el que se realizan los rituales de adoración por parte de sus shamanes.
      

      Droock se acercó e hizo una reverencia solemne.
      – Saludos Gran Chamán Kravockh. Solicito audiencia con vos.
      – Bienvenido Droock al templo de Ozomatli. Os concedo vuestra audiencia.
      – Veréis Gran Chamán, últimamente mis pensamientos no dejan de insistir que cumpla algunos de mis promesas que le dan sentido a mi vida. Desconozco el por qué de esa insistencia pero la cuestión es esa.
      El Gran Chamán Kravockh asiente comprensivamente y hace un gesto de continuar.
      – Como vos bien sabéis, no he vuelto a saber nada del anciano chamán que me acogió al nacer. Se que fue castigado por el general por su atropellada intromisión y ayer supe que fue con 20 azotes y que su nombre es Duktun.
      – Así que realmente me estáis preguntando si yo se algo del anciano Duktun, ¿verdad?
      Droock asintió tímidamente.

      Kravockh se muestra pensativo.

      – Mmm… si, ya lo recuerdo.
      Droock alegró imperceptiblemente el gesto.
      – Yo mismo le curé las heridas antes de que lo dieran por muerto. Esperamos dos días a que despertara cuando misteriosamente desapareció.
      – ¿Así sin más?
      – Así, no dejó ninguna huella. Él, quien o quienes hayan sido no dejaron ni rastro…
      Droock frunció el ceño.
      – ¿Entonces no podéis darme ninguna pista?
      – Creo que tengo una. Hace tiempo me llegaron rumores que se vio a un anciano chamán malherido por Anduar y cuya descripción encajaba con Duktun… pero eso fue hace mucho, tal vez ya esté muerto. Sin embargo, conozco al único lagarto que puede saber algo, si él no lo sabe te aseguro que puedes darlo por perdido.
      – Por favor Gran Kravockh ¿Podeis indicarme dónde encontrar a ese hermano lagarto?
      – Si, por supuesto. Llegaos mañana, os tendré listo un mapa.
      – Gracias por vuestra ayuda Gran Chamán. Que Ozomatli esté con vos.
      – Y con vos, querido Droock.

      Droock salió del templo con alguna esperanza de encontrar al anciano chamán, o al menos de saber de su final, sea cual sea este.
      Ahora tocaba esperar al día siguiente y emprender el viaje ¿Qué le deparará?

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 4 – Pasar el día

      Al salir del templo aún quedaba todo el día por delante y Droock con los nervios a flor de piel. Con paso firme e intentando controlar todo su ser se detuvo en la plaza un instante. Alzó la vista y contempló el hermoso día.
      Pensó que mejor sería mantener la mente ocupada o le explotaría, así pues, se dirigió en busca de Sshryssta, la anciana chamán.

      Grimoszk: Entrada al Zigurat
      Te encuentras justo en la base del enorme Zigurat consagrado a Ozomatli. Su enorme mole, cubierta de esclavos realizando tareas de restauración y mantenimiento te hace sentir como un ser inferior, como si dentro realmente habitara un Dios, el Dios de los Hombres-Lagarto.
      

      Droock se acercó a la anciana chamán y le hizo una reverencia respetuosa.
      – Saludos, anciana chamán.
      – Zssh Droock. Déjame que te vea.
      Sshryssta observó a Droock con la experiencia que le había otorgado los años, una mirada que va más allá de lo físico, imposible de guardar secretos para ella.
      Sshryssta chasqueó su lengua.
      – Ya se lo que os inquieta Droock de Grimoszk. La aventura de vuestra infancia, uno de tus objetivos aún por cumplir.
      Droock asintió con una inclinación de cabeza.
      – No he venido por eso Sshryssta, pues sé que aunque sepáis algo no me diréis nada. Vengo a ver si tenéis algún encargo para mí, para mantenerme ocupado mientras pasa este largo día.
      Sshryssta asintió y de entre sus múltiples bolsillos sacó una libreta con un color de papel más amarillento que blanco. Con una uña larga, sucia y rota se ayudó para leer unas líneas.
      – Si, tal vez aquí tenga algo para ti. Hace tiempo que los chamanes reportan que los jóvenes son débiles. Necesitamos alterar las ovadas para que sean más poderosas. Si no tienes nada mejor que hacer Droock ve al pantano y consigue un puñado de ranas tóxicas, las cuales usaremos para tal fin.
      – Cuenta con ello ¡Voy a traer todas las ranas tóxicas del pantano!

      Droock salió a toda prisa sin despedirse de la anciana chamán lo que le supondría una reprimenda más tarde.
      En la puerta de Grimoszk revisó todo su equipo y se preparó para la acción. Tenía un brazalete mal ajustado, no tardó en corregir tal defecto.
      Pasó casi todo el día en los pantanos, encontró un buen puñado de ranas en seguida pero no regresó a entregarlas, sino que estuvo paseando por los pantanos sumergido en sus pensamientos. A veces mataba otros cocodrilos para no perder la costumbre, otras veces se ocultaba en el entorno al acecho de alguna suculenta presa, aunque en este sentido no fue su día de suerte.
      Enterrado en el pantano, vio como el sol se ocultaba ya en el horizonte. No tardó mucho tiempo en desenterrarse y volver a paso tranquilo.

      La entrega de ranas fue rápida y escueta, Droock quería irse a su cubil y la anciana chamán terminaba de repasar los asuntos del día.
      Una vez en su cubil, ordenó unas cosas del suelo y se enroscó como cual perro.
      No tardó en oírse unos fuertes ronquidos por todo el cubil…

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 5 – Comienzo del viaje

      Por fin amaneció y a primera hora Droock se encontraba en la escalera del templo esperando a que el Gran Chamán Kravockh abriese las puertas, hecho que no tardó en suceder. Ambos sabían lo que iba a suceder ese día, así que con la impulsividad característica de Droock de dos zancadas se plantó frente a Kravockh y haciendo una reverencia respetuosa no tardaron en salir sus palabras.
      – Saludos, Gran Chamán Kravockh.
      – Zssh Droock. Se a que habéis venido, pues fui yo quien os hizo esperar un día y como lo prometido es deuda aquí tenéis el mapa con las indicaciones de como llegar a aquel que os hablé.
      Kravockh extiende un mapa con indicaciones ante Droock, el cual no tarda en recoger.
      – Muchas gracias Gran Chamán, os estaré eternamente agradecido.
      – No os preocupéis, querido Droock. Di que vas de mi parte y entrégale el mapa. En él hay unos símbolos que él reconocerá y te prestará su ayuda.
      – Una vez más, gracias Gran Chamán. Parto de inmediato a preparar mis cosas del viaje.

      Ambos se despidieron con un leve movimiento de cabeza y Droock no tardó en llegar a lo que llama su cubil.
      A pesar de la urgencia de Droock, le llevó todo el día preparar sus cosas. Reunió en una mochila todo lo que iba a necesitar, varias armas de mano, varios pescados de cosecha propia, varios platinos, y otras varias cosas. Cuando asomó la vista al exterior casi era noche.
      La verdad es que la noche a Droock no le inquietaba, pues sabe jugar con ella para camuflarse y de paso intentaba entenderla cada vez más, siempre para su beneficio propio.

      Antes de empezar su viaje quería despedirse de algunos hermanos. Quien primero fue, fue de su gran amigo Maltos.
      No le costó mucho encontrarlo, pues sabía donde se encontraba. La despedida no duró más tiempo que el que tardó en encontrarlo, pero al menos Droock quedó tranquilo y partió con las bendiciones de su amigo.
      Después se despidió de Sshryssta sin tampoco demorar mucho, pues la anciana chamán lo sabía todo aunque hablase poco. De nuevo partió con más bendiciones.

      Decidió tomar su camino favorito, el océano, así pues nada más llegar a muelle se zambulló de cabeza al agua.

      Costas de Zulk
      Por las noches el mar de las costas de Zulk es oscuro y ruidoso: toda la fauna une sus cantos hasta crear una aterradora cacofonía de alimañas y bestias que no deseas conocer jamás. El fuego de las antorchas de los edificios de la ciudadela de Grimoszk crepita allá en el norte, cerca del delta, indivisible ahora en la oscura y húmeda noche de Zulk.
      

      Y comenzó a nadar…

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 6 – El viaje oceánico

      Droock nadaba tranquilamente por la noche hacia su destino mientras pensaba en ese anciano chamán. No muy lejos de Grimoszk, de las aguas surgió rugiendo un temible león marino que miraba a Droock como su próxima presa.
      El león marino es un depredador que habita aguas costeras poco profundas. Mide 2 metros y pesa 800 KG, con cuerpo de marsopa, cabeza de león y poderosas garras delanteras. Destaca una crin de pelo que va desde su cabeza a lo largo del lomo hasta terminar en la cola, que tiene forma de media luna.
      Las dos bestias nadaron una hacia otra con la cabeza por delante. Droock en el último instante hizo un viraje con la intención de rajar lateralmente a su oponente mientras pasaba a su lado, pero esta fue más rápida y lo esquivó sin problemas. Ambos dieron la vuelta sin dejar de nadar volviéndose a enfrentar de frente.
      Esta vez atacó el león marino. Justo antes de chocar buceó y levantó la garra bajo el agua para rajar a Droock por debajo, pero Droock estaba preparado. Se movió con increíble velocidad, esquivando la garra y se las apañó para pasarle sus afiladas garras por el brazo que le atacaba del león. El león marino no dio muestras de haber sido herido. Sin embargo, en seguida el agua tomó un color cobrizo al paso del león.
      Droock se sumergió a la altura de la bestia marina y comenzó una persecución bajo el agua. La sangre del brazo herido hizo que la cara de Droock tomase un color rojizo, lo que le hacía más intimidante si es que eso era posible. Droock la perseguía con una sonrisa macabra, como de quien saborea la victoria anticipada. Pero el león marino no era cualquier criatura. El león agitó su cola horizontalmente y tras coger un poco de impulso intentó con ella cortar el hocico de Droock.
      Droock que tampoco era cualquier criatura, esquivó con facilidad la rampagueante cola sumergiéndose un poco más, lo que le sirvió para ponerse justo por debajo. Sin desaprovechar el impulso, hizo un giro sobre si mismo a la vez que extendía su brazo derecho con las garras bien abiertas. El movimiento fue tan rápido y natural que la criatura no tuvo tiempo de esquivar la garra que le rajó el vientre, aunque para su suerte pudo elevarse un poco evitando así que fuese un golpe mortal.
      La bestia bastante enfurecida intentó un brutal ataque. Con el mismo impulso del ascenso, se giró y atacó a Droock de frente. Pero ni de casualidad iba a herir a Droock.
      Droock también aprovechó el impulso de su giro para abrir bien las fauces y levantar el cuello. El león marino tan ciego en su ataque no pudo moverse para evitar el ataque de Droock. Cuando la pobre criatura pasó por delante, Droock hizo un rápido giro de cuello y le hincó fuertemente los dientes en el cuello de su enemigo acuático.
      El león intentó zafarse del tenaz mordisco, pero Droock apretó fuertemente las mandíbulas. Poco a poco, la bestia de 800 KG dejó de moverse y Droock notó como su peso muerto se hacía más evidente. Así pues, Droock abrió las fauces y dejó caer el cuerpo sin vida en el fondo marino. A continuación, Droock nadó con tranquilidad detrás de los restos.
      Una vez en el fondo, Droock comenzó a devorarlo vorazmente. Sus heridas comenzaron a cerrarse (que no eran muchas) y las energías perdidas regresaron a él. Restos de carne y otros despojos quedaron flotando a su alrededor, creando una escena sanguinolenta como le gustaba al sanguinolento lagarto. Si en ese preciso instante alguien lo viera desde la superficie del océano no podría distinguir más allá de medio metro por toda la sangre y restos esparcidos en el agua.

      Tras un momento de descanso, Droock siguió nadando hacia su destino. Al cabo de 2 horas asomó la cabeza. Observó que el sol empezaba a salir en el horizonte y su objetivo aún estaba a un buen trecho. Sin más demora, se sumergió un palmo y continuó nadando con energía.
      Antes de hacerse visible, Droock hizo un reconocimiento a su alrededor. Primero dio un círculo en el fondo marino y luego fue ascendiendo en espiral sin observar nada peligroso. Justo cuando iba a salir a flote, se lo pensó mejor y contempló el muelle y su actividad. Vio barcos Nivrims, algunos quietos y otros con movimiento de personas. Los pescadores parecían tranquilos y todo parecía estar en calma.
      El agua se removió y se elevó unos palmos, haciendo que las pequeñas olas salpicaran a unos faenadores del muelle. Al cabo de unos instantes, el agua volvió a su normalidad y en su lugar dejó a Droock sobre la superficie. Hubo algunas miradas curiosas, pero pronto siguieron con su tarea. Droock era conocido en el muelle de Alandaen, así que no fue sorpresa cuando emergió y, además, la gente sabía que no podía tentar con la mirada o cualquier otra cosa a Droock o sufriría la llegada del frío mortal.
      Droock se irguió en pleno muelle mientras todavía caían gotas de agua con el sol saliente a su espalda. Sin duda parecía un Dios en aquella visión.
      Sacó de su mochila impermeable el mapa que le dio el Gran Chamán Kravockh y lo extendió ante sus rojos ojos. Lo estudió un momento y supo cual era su siguiente paso. Guardó rápidamente el mapa en la mochila antes de llamar la atención de miradas curiosas.

      Muelle de Alandaen
      Te encuentras en uno de los muchos muelles que hay en el puerto de Alandaen. Todos ellos son privados, pertenecientes a grandes magnates que vienen a anduar de vacaciones; éste, al contrario, es público: de ahí que haya tanto barco en mal estado.
      

      Droock saludó a algunos pescadores y faenadores a los que reconoció y se dirigió a su destino…

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 7 – La pista

      Caminando a paso ligero, Droock recorrió el muelle. En el pueblo, Droock se pasó a saludar al tabernero y otros conocidos.
      La estancia en la taberna transcurrió como de costumbre, sin problemas pero con muchas miradas atentas intentando disimular su presencia en vano. Droock le comentó al tabernero, sin dar muchos detalles, el motivo de su visita. En búsqueda de dos ancianos chamanes, el primero le ayudará a encontrar al otro, o tal vez a poner fin a su búsqueda si este último ya no existía.
      Pagó con un buen puñado de maíz y se alejó a toda prisa. Al girarse hacia la puerta, sin querer estampó con la cola un taburete contra la pared. Por supuesto, Droock le dejó propina para cubrir ese y cien taburetes más, no era la primera vez que le sucede. El tabernero simplemente le despidió con una media sonrisa mientras sopesaba la bolsa llena de maíz.
      El camino hacia la garita de entrada no fueron muchos pasos, pues Alandaen es un pueblo pequeño, y con las zancadas de Droock parece aún más pequeño. Una vez allí, ya fuera del pueblo, Droock se detuvo un momento.

      Garita de Entrada a Alandaen
      Según avanzas por el camino se va acercando un pequeño pueblo. Contrasta que en medio de esta desolación se pueda alzar cualquier asentamiento de vida. Vislumbras un murete que rodea la aldea. No pretende servir para defenderse de ataques externos, sino más bien para alejar a lobos y otros animales peligrosos de la zona. Un intenso olor a sal impregna tu olfato indicándote que estás tremendamente cerca del mar. El viento que asolaba el camino ha dejado paso a una ligera brisa que te levanta el ánimo. Las ganas por llegar a un núcleo de población te hacen incrementar el ritmo para llegar cuanto antes. Te encuentras ya a las puertas de la entrada del pueblo. Ves una puerta de madera y una garita en uno de los lados. Dos enormes redes de pesca están enganchadas en las puertas lo que te lleva a pensar que tal vez ése sea el símbolo del pueblo.
      

      Droock sacó de su mochila el mapa del Gran Chamán Kravockh y lo observó atentamente. Parecía que el objetivo marcado en el mapa no estaba relativamente lejos de la garita. El camino indicaba que atravesaría una ciénaga pantanosa hasta unas ruinas al sur. Con determinación, enrolló el mapa, lo guardó en la mochila y se puso en marcha.
      La ciénaga no fue ningún problema en absoluto. Para Droock solo había bichos molestos llamados moradores y algunos insectos aquí y allá. Tampoco fue un problema encontrar la entrada de las ruinas marcadas en el mapa. Dicen que antiguamente era una pequeña ciudad costera que fue arrasada por un tsunami en la Segunda Era. Según Droock podía percibir creía que dicha leyenda era cierta y que pudo ser incluso bonita.
      Todo a su alrededor era ruinas. Piedra sobre piedra, algunos mariscos y algas dispersos entre las rocas y otras indicaciones de que por la noche la marea inunda dichas ruinas. Siguiendo las señales del mapa, no tardó mucho en ver a lo lejos un anciano lagarto en lo que parece una entrada a una antecámara.

      Entrada a la antecámara
      La entrada a la cámara funeraria es un enorme bloque de basalto sobre el cual hay tallados varios relieves. A cada lado de la entrada hay una gran estatua, en representación de un hombre-lagarto. La primera lo muestra como un poderoso chamán, mientras que la segunda lo caracteriza durante una lucha, atravesando con un afilado bastón a una gigantesca criatura de llamas. El suelo de la entrada, ahora abierta, está cubierto de manchas oscuras. Sobre el dintel de la entrada ahora semi oculto por plantas trepadoras hay una inscripción.
      

      Droock se acercó sin prisa pero sin pausa. Observando cada vez mejor a su objetivo. Se trataba de un decrépito y anciano hombre-lagarto que se sostenía sobre un bastón de madera con ambas manos. Su vestimenta solo consistía en un desgastado manto de color azul oscuro que se recogía en un hombro con una horquilla dorada con el símbolo de Ozomatli y un cinturón del mismo color dorado.
      Nada más llegar, el anciano lagarto se giró hacia Droock y este le hizo una reverencia con la cabeza en señal de respeto. Tras un intercambio de presentaciones, el anciano dijo que se llama Sthlytlah y le contó a Droock un poco de la historia del lugar.
      Después de los incidentes de la Segunda Era algunos hombres-lagartos abandonaron Zulk y decidieron establecer un hogar sin jefes tribales. Llegaron hasta Zumelzu, el lugar donde se encontraba Droock ahora mismo junto al anciano, y fundaron un gran poblado y un templo en honor a Ozomatli.
      Sthlytlah quería que Droock le hiciera un favor dentro del templo pero Droock no tenía intención en esos momentos de desviarse de su objetivo principal, luego habría tiempo de devolver el favor al anciano.
      Droock rebuscó en su mochila y sacó el mapa que le condujo hasta él. Lo extendió entre ambos y le explicó el motivo de su visita así como quien le dio dicho mapa.

      Transcurrieron unos segundos interminables para Droock mientras Sthlytlah hacía memoria.
      -Sthlytlah asiente pensativo.
      – Si, recuerdo aquel hombre-lagarto. Era un chamán anciano, aunque no tan anciano como yo.
      Droock se impacienta y le hace un gesto para que continúe.
      – Coincidimos una vez en Anduar, en una de mis visitas a por provisiones. Me contó lo que deduzco fue vuestro nacimiento
      Sthlytlah hace una pausa y toma aire.
      – Contaba lo impresionado que venía de aquel lagarto con escamas doradas. No tenía ninguna duda que sería un gran incursor del pantano.
      – ¿Y os dijo por qué estaba en Anduar y que hacía?
      – Si… Él entró atropelladamente en la estancia del general contigo en brazos… y a pesar de que el general también estaba impresionado por la nueva adquisición, le impuso un castigo por la intromisión sin permiso.
      Droock asiente comprensivamente.
      – No me contó los por menores del castigo, pero al final tuvo que decidir si trabajar en los cultivos o irse de Zulk. Como te imaginarás, si lo vi en Anduar es porque escogió la segunda opción.
      – ¿Y podríais darme una pista? ¿Sigue en Anduar? ¿O su nombre? ¿Algo?
      Sthlytlah sonríe ligeramente.
      – Paciencia, joven Droock..solo sé que tiene una cicatriz característica en el antebrazo derecho. Como un conjunto de estrellas. No te preocupes, dale la vuelta al pergamino e intento dibujarlo.

      Al cabo de un par de horas de la entrada de Droock en Zumelzu, otra vez se encontraba allí, esta vez en ddirección contraria, con vistas a Anduar.
      Droock enrolló el mapa con delicadeza, lo guardó en su mochila y se dispuso nuevamente a atravesar la ciénaga pantanosa en pos de su objetivo…

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 8 – La llegada

      Hacía más de un día que Droock abandonó Zumelzu para llegar hasta donde se encontraba ahora, en los campos de Anduar, situado al sur de la ciudad.
      El viaje fue largo pero tranquilo, no tuvo ningún tropiezo excesivamente peligroso, tan solo unos cuantos animales que Droock pudo quitar de su camino con un rápido zarpazo. Además, este camino si lo conocía bien, pues había ido muchas veces a la ciudad neutral desde Alandaen.
      Droock estuvo todo el camino sorprendido de todas las veces que había estado en dicha ciudad sin saber que su objetivo también estaba allí, o al menos una pista que le llevase al siguiente sendero. Se preguntaba en balde cómo no se había dado cuenta de la propia existencia del anciano, o al menos el mínimo índice que le hiciera sospechar, pues conocía a muchos guardias nivrims. Este último pensamiento fue lo que le hizo abrir grande los ojos, ya que conocía a muchos, pero no a todos.
      Droock arrugó el ceño y se dirigió a toda prisa a la puerta sur para llegar antes de que anocheciera aún más y poder descansar cómodamente en la taberna del Dragón Verde.

      Exterior de Anduar: Puerta Sur
      Cuatro eran las puertas de Anduar. Puertas que se encontraban siempre abiertas, pues, al igual que ahora, Anduar ha vivido de la economía, del comercio, aprovechando su estratégico enclave dentro de Dalaensar. Cruce de caminos de cualquier lugar, unión de destinos. Ahora las puertas no son mas que vastos recuerdos en la memoria de algunos elfos que sobrevivieron al cataclismo. No queda de ellas más que la simple abertura en la ruinosa muralla, cuya cima descansa penosamente sobre longevos puntales de madera clavados en el suelo. Aún así, en tan pésimo estado, siguen siendo un símbolo, eso sí, de una grandeza que ya no existe.
      Argan está en cuarto menguante.
      Velian está en cuarto menguante.
      

      A unos pasos de la guardia que protegía la entrada sur, observó las lunas, ambas en cuarto menguante. A Droock quería recordarle algo aquello, un símbolo parecido a )) pero tuvo que dejar el pensamiento para más tarde, pues uno de los guardias le gritaba que se identificase y por el tono parecía que no era la primera vez que se lo ordenaba.
      Bajó la mirada y contempló a los 3 guardias. Estaban cubiertos de armaduras de baja calidad en todas las partes de su cuerpo. Sin embargo, Droock sabía que esos guardias podían ser un rival duro de roer incluso para él.
      Tras unos segundos, el guardia volvió a abrir la boca para replicar otra vez pero Droock rápidamente hizo lo que le pedían, se identificó y demostró que sus intenciones en la ciudad no eran de mala intención. Es conocido por todos los habitantes de Eirea que Anduar es una ciudad neutral y los guardias son muy estrictos manteniendo el orden. Droock en absoluto quería enemistarse con ellos aunque reconoció para sus adentros que algunos hermanos lagartos si lo eran, cosa que tampoco era su problema.

      La ciudad estaba en calma. Los mercaderes terminaban de recoger sus mercancías, los habitantes cerraban las ventanas y en la taberna comenzaba a correr ríos de cerveza junto a un aumento de gritos, lo que significaba que pronto pasarían a las manos.
      Allí se dirigió Droock en busca de cobijo para la noche. Se estuvo fijando en todos los nivrims que vio a su paso, en especial en sus antebrazos derechos… sin ver nada diferente a cualquier otro día.
      Antes de entrar, Droock ojeó un poco el ambiente de la taberna, y no lo encontró muy diferente a cualquier otro día. Se sentía frustrado. Todo era igual que cualquier otro día.

      Taberna del Dragón Verde
      El Dragón Verde es un amplio y acogedor lugar donde tomar un trago. Se encuentra repleto de fuegos en chimeneas como casi única luz, formando una tenue visión junto con el humo de hierba en pipa que se suele fumar aquí. Todo el mobiliario es de madera, y las mesas están dispuestas a modo de reservado. En el centro hay una tarima de madera para que los bardos y trovadores hagan su actuación, y enfrente de la puerta hay una enorme barra repleta de jarras y botellas de algún tipo de licor.
      Horacio, Dalvin, el trovador, Daesun Major y Bastian están aquí.
      

      Con paso decidido entró en la taberna haciendo ruido al abrir la puerta con su enorme cuerpo y esta cerrarse de un portazo.
      El ambiente era igual, todo era igual que otro día, todo, todo.
      Droock se acercó al tabernero y se intentó relajar aspirando profundamente el humo a hierbas que flotaba en el ambiente. El tabernero nada más verle por la puerta le sonrió y ya sabía lo que buscaba su nuevo intruso, o mejor dicho, inquilino, que eso es lo que siempre quería Droock. Una habitación con chimenea para la noche, debido a que los hombres-lagartos son criaturas de sangre fría y necesitan temperatura externa para mantener su metabolismo activo.
      Esta vez fue un poco diferente para ambos…

      Droock se acomodó frente al tabernero y comenzó a rebuscar en su mochila.
      – Tabernero, sírvame lo de siempre con ración extra y luego quédase conmigo, que preciso de ayuda.
      El tabernero dejó de sonreír y asintiendo con la cabeza fue hasta la cocina, donde se demoró un poco. Por otra parte, Droock observó a su alrededor antes de sacar lo que rebuscaba en su mochila.
      Los presentes eran los de siempre, excepto algunos que parecían mercaderes. Dalvin, el trovador, no dejaba de quejarse de su arpa perdida mientras que Horacio, Daesun Major y Bastian le aguantaban como podían.
      Droock sacó el mapa enrollado justo cuando el tabernero le ponía plato y jarra por delante. Apartó ambos a un lado, y extendió el mapa bocabajo en la barra de madera, quedando visible el dibujo que hizo Sthlytlah.
      – ¿Os suena esto? Es una cicatriz en el antebrazo derecho de un anciano chamán de Grimoszk.
      El tabernero observó el dibujo durante largos segundos… para finalmente, negar lentamente con la cabeza.
      – Lo siento, no he visto esto nunca. Aunque veo a muchas personas cada día y mi memoria no es la que era de joven.
      Droock, decepcionado, enrolló el mapa, lo volvió a guardar en su mochila y se dispuso a comer lo ofrecido por el tabernero.
      – Por cierto, ya sabéis que quiero una habitación para esta noche, la de siempre me gusta.
      – No os preocupéis, lo sabía nada más veros en la puerta. Vos sois muy metódico.
      Droock gruñó y le enseñó un poco los colmillos haciendo que el tabernero diera un salto en el sitio y pusiera cara de terror.
      – Tranquilo, tranquilo. No lo decía con malas intenciones. Me voy a atender a otros clientes. Ya me pagáis todo esto antes de iros de la ciudad.
      El tabernero se alejó a pasos ligeros aún algo asustado. Droock sonreía interiormente, le encantaba esa sensación de respeto que le procesaban. Si alguno no se lo procesaba, no vivía para contarlo.
      Droock, decaído por dentro, terminó rápido la cena y se dirigió a su habitación con la llave que había entre la jarra y el plato.
      Finalmente se durmió pensando que haría al día siguiente. ¿Hablar con el general de la guardia nivrim? Tal vez… tal vez…zzzzzzz

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 9 – De Nivrims

      Al día siguiente, Droock se despertó en su habitación noble de la taberna del Dragón Verde. En la chimenea solo quedaban unas ascuas casi extintas. El sol entraba por la ventana haciendo brillar las escamas doradas del cuerpo allí tumbado a todo lo largo.
      Un bostezo sonó por toda la habitación, aunque a otros oídos diferentes del dueño podía sonar a un rugido flojo. Droock se estiró como cual lagarto recién despierto. Las garras rascaron la pared más cercana y la cola golpeteó con la mesita de la habitación.
      Droock se levantó de un salto, recogió sus pertenencias, se aseguró del mapa, se recolocó su anilla de hueso y salió a trompicones por la puerta.
      Abajo, en la taberna, Droock como siempre fue de pocas palabras. El tabernero le sirvió una carne sabrosa y una bebida algo extraña pero de buen sabor. A pesar del nerviosismo de Droock y la relativa prisa por comenzar su exploración, tardó un poco en terminar la carne sabrosa.

      Cuando por fin salió al mercado, todavía estaba amaneciendo. Los mercaderes comenzaban a sacar sus exposiciones a la calle, el olor a café impregnaba el aire y los guardias de la noche eran sustituidos por los de día en un maravilloso desfile militar.
      Allí se dirigió Droock, terminando de quitarse las últimas telarañas del sueño, hacia el desfile militar. En concreto fue buscando al general de la guardia nivrim que era fácilmente reconocible por su atuendo. Sin embargo, no le fue tan sencillo como pensó en primer momento.
      Se acercó a un guardia que se acercaba a su posición para intentar obtener información. El guardia aparentemente era uno más entre muchos, sus armaduras no tenían nada distinto, de mediana edad. Parecía un poco cansado, pero Droock no pudo distinguirlo bien con el casco que poco dejaba ver.

      Droock le saludó con una inclinación de cabeza y este le correspondió de la misma forma, deteniendo también su avance.
      – Saludos guardia de la grandiosa Anduar. Soy Droock de Grimoszk.
      – Saludos, buen hombre-lagarto. Bringo a su servicio. ¿En qué puedo ayudaros?
      Droock hizo unos ademanes imprecisos algo nervioso.
      – Me encantaría tener una audiencia con el general de la guardia nivrim. Estoy buscando a un compatriota anciano y quién mejor que el general que conoce todos los movimientos de la ciudad. Pero no sé como puedo solicitar dicha audiencia, ni siquiera si hay esperanzas de tal fin.
      El guardia asintió ligeramente y cambió el peso de pierna.
      – Solo soy un simple guardia pero acompañadme hasta el cuartel y veamos qué se puede hacer.
      Dicho lo cual, el guardia hechó a andar pasando por delante de Droock y este le siguió tras él, rumbo al cuartel de la guardia nivrim.
      Durante el camino, Droock no dejó en ningún momento de observar a todas las personas a su vista. No vio a ningún hombre-lagarto anciano ni al general de la guardia. La desazón se adueñó un poco de Droock en esos instantes, pero se le pasaron al llegar al cuartel.
      Bringo entró y Droock tuvo que esperar fuera. Fueron unos instantes que parecieron eternos… pero mereció la pena. Bringo, el guardia nivrim que le había acompañado hasta el cuartel, salió y le hizo un gesto de asentimiento con la cabeza con una ancha sonrisa en el rostro.

      Guardia de Anduar: Entrada de la Guardia
      Te encuentras en una sala rectangular muy luminosa, las paredes están totalmente tapizadas con arte antiguo rescatado de las cenizas de la ciudad en los días oscuros del Cataclismo. También hay numerosos tapices y cuadros que rinden homenaje a los fundadores de la Orden. Una serie de mesas son la única decoración del lugar.
      Hay unas escaleras que conducen hacia estancias superiores.
      Oficial Nivrim y dos Guardias Nivrim están aquí.
      

      Droock también sonrió mientras pasaba adentro del cuartel, al lado de Bringo. El oficial que había allí rodeado de montañas de papeles le indicó una puerta mientras asentía con su canosa cabeza.
      Antes de ver qué le señalaba el oficial, Droock le observó atentamente. Se trataba de un humano maduro con el pelo largo y canoso, bien cuidado y decorado con finas trenzas. La barba era grisácea, de pocos días y bien perfilada. A pesar de su aspecto maduro los brazos parecían fuertes. Claro que para Droock el hombre-lagarto más débil era infinitamente más fuerte que el hombre más fuerte de toda Eirea.
      Droock parpadeó un par de veces y enfocó lo que indicaba el brazo del oficial. Instantáneamente comprendió. Se acercó y tocó en la puerta, tras la cual se escuchó una voz grave diciendo «pase». Bringo le sonrió una vez más y se colocó al lado de la puerta con un gesto de adelante.

      La estancia era simple de muebles pero bien decorada. Allí se encontraba el general de la guardia nivrim envuelto en su armadura distintiva. La luz, sin ser excesiva, era suficiente.
      El general le hizo un gesto a Droock de que pasara y cerrase la puerta tras de sí, a lo que Droock se apresuró a hacer con un gesto de asentimiento.
      -Bien hallado seas, Droock de Grimoszk. Mi oficial me ha dicho que solicitáis audiencia conmigo y os la he concedido… pero mi tiempo no está para perderlo, aprovéchalo correctamente.
      Droock no se andó por las ramas y fue directo al grano mientras se descolocaba la mochila de la espalda y rebuscaba el mapa.
      – Gracias por concederme esta audiencia. Mi misión es buscar a un anciano chamán que es posible que esté aquí en vuestra ciudad, o tal vez ya no. En cualquier caso, ha estado aquí. Dejadme que os muestre…
      Droock sacó el mapa y dejó la mochila apoyada en un lateral de la puerta. Extendió el mapa dejando el dibujo de Sthlytlah visible al general.
      – El chamán anciano situado en las ruinas al sur de aquí me dijo que en una de sus visitas a Anduar a por provisiones le encontró y tenía esta cicatriz en el antebrazo derecho. Es la única pista que poseo…
      Un silencio se hizo en la habitación. El general contemplaba el dibujo con ojos entrecerrados. Los ruidos del exterior se hicieron más fuertes. Podían oírse los mercaderes ofreciendo sus mercancías, la guardia dando órdenes, los obreros trabajar…
      Y suspiró…
      – Lamento deciros. Entre mis filas no se encuentra aquel a quien buscas… pero creo que puedo conseguiros algo de información… permitidme por favor…
      El general extendió el brazo y Droock le ofreció el mapa para que pudiera observarlo más de cerca.
      – Necesitaría una copia de este dibujo por si acaso. Dile a mi oficial que haga una copia en un pergamino limpio. ¿Descansáis en la taberna del Dragón Verde?
      Droock asintió con algo de esperanza.
      – De acuerdo. Os haré llamar en un tiempo… pero no garantizo tener alguna información que ofreceros o que dicha sea buena…
      – Tenéis toda mi gratitud. Esperaré ansioso a que me llegue vuestra llamada. No me iré de la ciudad hasta entoncesss…

      Finalmente, Droock salió de la habitación. Le transmitió la orden al oficial de copiar el dibujo y, cuando acabó, Droock comenzó a pasear por Anduar con algo más de esperanza en su corazón…
      ¿Podrá Droock por fin cumplir uno de sus objetivos? ¿Será buena o mala la nueva del general?

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Capítulo 10 – El anciano chamán

      El sol había recorrido un cuarto de su trayectoria en el cielo desde que Droock salió de la audiencia con el general de la guardia nivrim. Droock se detuvo en unas sombras mientras daba un paseo sin rumbo fijo. Entrecerró las pupilas y, alzando la vista al cielo, observó que al sol aún le quedaba otro cuarto de recorrido hasta comenzar a ocultarse.
      Droock sabía perfectamente controlar el tiempo según el cielo. En Grimoszk estudiaban el cielo, en especial de noche y los chamanes en busca de la presencia de su señor. Así Droock sabía que no le daría tiempo a visitar el poblado Naduk. No lo ha visitado mucho, pero seguía empeñado en buscar cualquier pista por mínima que fuese.
      Por otra parte le hubiera gustado cenar y descansar en la taberna de Alandaen. Tenía más amistad con aquel tabernero y, por otra parte, Droock se sentía más seguro con el océano cerca. Era su principal vía de escape llegados a ciertos extremos. Por este mismo motivo tenía más amistad allí, pues visitaba el pueblo con más frecuencia que Anduar y conversaba con todos los habitantes, sobre todo los pescadores.
      Droock también era un pescador, aunque no muy bueno de momento, pero le gustaba conversar sobre la mar y presumir de sus capturas. A veces no eran muy reconocibles, pues Droock pescaba con su propio hocico y a veces se pasaba con sus colmillos.
      También se acordó de un día que Alandaen pidió ayuda por un tsunami. Droock fue en su ayuda para salvar todo lo que pudiera de la pesca del día, así como embarcaciones y aparejos. La sorpresa fue que el tsunami llegó con una sorpresa. Un gigantesco kraken con poderosos tentáculos. Muchos fueron los que fallecieron aquel día, pero Droock se ganó el afecto de todos cuando el kraken fue devuelto a sus profundidades.
      Imágenes de aquel día se sucedieron en la mente de Droock pero las apartó con un movimiento de cabeza y unos parpadeos. El sol había avanzado otro tanto, así que Droock se giró lentamente y se dio cuenta que estaba en la muralla interior de Anduar.

      Con un suspiro profundo, Droock se dirigió a la salida de la muralla. Contemplaba el faenar de los guardias en la muralla, siempre atentos a cualquier indicio de hostilidad. Por supuesto, no encontró a nadie con cierta cicatriz en el antebrazo derecho. Aunque Droock tampoco fue de muchas palabras, pero pensaba que no le harían falta, pues si el anciano chamán se encontraba allí Droock sabía en su fuero interno que le hubiera saludado.
      Sumido en sus pensamientos, llegó hasta el acceso sur de Anduar. Sin detenerse, fue hasta la taberna del Dragón Verde.
      Allí todo era igual que la noche anterior. El calor de las chimeneas, el ambiente a hierbas, Dalvin el trovador quejándose de su arpa… Droock dejó de escuchar a los asistentes y fue directo al tabernero.
      Como de costumbre, no hicieron falta muchas palabras, Droock comió su habitual carne sabrosa junto a la bebida esa rara que le ofrecía el tabernero y en seguida se dirigió a su habitación.
      Encendió la chimenea y, con el crepitar de la madera, se acercó a la ventana a observar el cielo. Todavía podía verse la última raya de sol en el horizonte y por el otro extremo asomaban Argan y Velian. No era muy tarde, pero Droock se encontraba cansado mentalmente. Era la hora de descansar…

      Taberna del Dragón Verde
      El Dragón Verde es un amplio y acogedor lugar donde tomar un trago. Se encuentra repleto de fuegos en chimeneas como casi única luz, formando una tenue visión junto con el humo de hierba en pipa que se suele fumar aquí. Todo el mobiliario es de madera, y las mesas están dispuestas a modo de reservado. En el centro hay una tarima de madera para que los bardos y trovadores hagan su actuación, y enfrente de la puerta hay una enorme barra repleta de jarras y botellas de algún tipo de licor.
      Horacio, Dalvin, el trovador, Daesun Major y Bastian están aquí.
      

      Al día siguiente, Droock bajó a desayunar ya preparado para seguir con su búsqueda, o tal vez su búsqueda ya había llegado a su fin…
      Todavía con un poco de telarañas de sueño, Droock no se dio cuenta de un joven nivrim situado cerca de la puerta. Simplemente, se acercó al tabernero y asintió con la cabeza en señal de querer su carne sabrosa. Mientras el tabernero preparaba el desayuno en la cocina, el joven nivrim, temblando de nervios, carraspeó y se acercó unos pasos a Droock.
      Este, hizo un ademán de tocar a Droock en el hombro pero retiró el brazo rápidamente y abrió la boca… tanto rato que podían haberle entrado moscas.
      – Disculpe señor lagarto. ¿Es usted Droock de Grimoszk?
      Droock se giró tan bruscamente que sin querer estampó al joven nivrim contra la pared. Al momento, Droock se dio cuenta que era un nivrim y fue en su ayuda.
      – Disculpas… no esperaba vuestra intrusión y muchacho ¡Nunca asustes a un lagarto medio dormido!
      Droock le ofreció una garra, de la cual el joven nivrim se agarró y se puso en pie.
      – Acepto vuestras disculpas. Es cierto la fama de que los hombres-lagartos tenéis mal genio…
      Droock le fulminó con la mirada. El joven nivrim se calló de inmediato, pero una vez más se quedó con la boca abierta demasiado tiempo. Tartamudeando…
      – So… so… ¿Sois Droock de Grimoszk? …
      Droock asintió serio.
      – Así es, Droock de Grimoszk a vuestro servicio. ¿Qué se os ofrece?
      – Ve… verás… me manda el general de la guardia nivrim a buscaros. Dice que vayáis a verlo cuanto antes…
      Droock sonrió dejando ver sus afilados colmillos, poniendo más nervioso al joven nivrim, que comenzaba a temblar ligeramente.
      – Gracias por la buena nueva. Venid aquí que os invite a una jarra.
      Dicho lo cual, Droock y el joven nivrim se acercaron a la barra a desayunar. Droock terminó en seguida y se marchó sin decir nada, dejando al joven nivrim con la jarra aún llena de cerveza en la barra.

      Guardia de Anduar: Entrada de la Guardia
      Te encuentras en una sala rectangular muy luminosa, las paredes están totalmente tapizadas con arte antiguo rescatado de las cenizas de la ciudad en los días oscuros del Cataclismo. También hay numerosos tapices y cuadros que rinden homenaje a los fundadores de la Orden. Una serie de mesas son la única decoración del lugar.
      Hay unas escaleras que conducen hacia estancias superiores.
      Oficial Nivrim y dos Guardias Nivrim están aquí.
      

      El oficial de la guardia nivrim le reconoció nada más dar el primer paso en la estancia. Droock ya se dirigía a la puerta del general cuando el oficial terminaba de señalar con un dedo la puerta.
      Como el día anterior, Droock llamó a la puerta y una voz grave dijo «pase». El general ya sabía quien era, por supuesto. No pudo más que sonreir afablemente al ver entrar a Droock.
      Droock cerró la puerta tras de sí, y comenzó a ponerse nervioso…
      – Saludos general de la guardia nivrim. He venido en cuanto vuestro joven recluta me ha avisado…
      El general hizo un gesto quitándole importancia al asunto.
      – No me andaré con rodeos. Tengo una nueva y es buena para vos.
      Droock agitó la cola como un cachorro al oír aquella buena noticia. Esta vez sonrió sin enseñar los colmillos.
      – Contadme por favor, no me tengáis en ascuas…
      – Resulta que hay un anciano chamán que ofrece servicios de idioma gratuitamente en la sede de los eruditos.
      – ¿Puede ser él?
      El general suspiró…
      – No puedo asegurarlo, pero es posible. He preguntado entre mis filas y ciertos jóvenes han acudido a él en busca de aprendizaje con algunos idiomas. Ya sabéis que Anduar es neutral y tenemos mucha influencia de muchas partes de Eirea, por eso es bueno que los guardias nivrims aprendan diferentes idiomas y culturas.
      Droock no sabía lo que sentía en aquel instante. Una mezcla de sentimientos… alegría, esperanza, ilusión…
      – Muchas gracias por vuestro servicio, gran general. Jamás os podré devolver el favor.
      – No os preocupéis. Es parte de mi trabajo saber todo lo que se mueve en Anduar y me aseguraré que otra cosa así no me pase más. No sé como se me ha podido pasar durante tanto tiempo este anciano chamán…
      – Os comprendo, sin duda. Entonces, con vuestro permiso, me dirijo hacia allí.
      El general asintió con una amplia sonrisa y Droock salió a toda prisa sin esta vez cerrar la puerta tras de sí.

      En la sede de oficios, Droock no se detuvo a contemplar nada. Directamente fue a la sede de los eruditos con gran esperanza en su corazón de lagarto.

      Sede de los eruditos de Anduar
      Te encuentras en una sala rectangular llena de escritorios y librerías con cientos de libros y manuscritos.
      En la sala destacan una gran pizarra con una serie de números y runas escritas con tiza sobre ella y unos grandes ventanales que dan a las calles del barrio gremial de Anduar.
      En el centro hay cuatro escritorios en línea con varios tratados de idiomas, que es lo que principalmente estudian los eruditos de Anduar y lo que se preparan para enseñar a sus alumnos.
      

      La puerta se encontraba entornada. Droock solo tuvo que empujar un poco para observar la sede y los individuos que la habitaban.
      Algunos ojos nerviosos se posaron sobre Droock, pues su aspecto no era precisamente de un erudito. Droock entró más adentro y, una vez en el centro, contemplaba todo con sus enormes ojos rojos bien abiertos.
      En uno de las librerías se hallaba un anciano hombre-lagarto de espaldas a Droock que parecía buscar un libro o colocar uno en su sitio. Droock se acercó al anciano intentando no llamar la atención de nadie. A unos pasos de él, Droock se detuvo mirándolo fijamente.
      – Disculpad, anciano lagarto…
      El anciano se giró lentamente con un libro en la mano…
      Al contemplar a Droock en su esplendor, el anciano no dijo nada, solo le miraba con ojos muy abiertos.
      – Vos… ¿Vos sois Droock? ¿Mi pequeño Droock?
      Droock asintió enérgicamente con una gran sonrisa.
      – Así es, soy Droock de Grimoszk. ¿Y vos sois el anciano chamán que me acogió al nacer?
      El anciano salió de su aturdimiento meneando ligeramente la cabeza.
      – Sí,, sí… Vos sois mi pequeño lagarto dorado. Recuerdo vuestro nacimiento como si fuese ayer…
      Ambos se acercaron y se fundieron en un fuerte abrazo.
      Se sentaron en uno de los escritorios del centro en el que no había nadie. Droock se quitó la mochila y la dejó entre sus piernas tras sacar el mapa.
      Droock extendió el mapa bocabajo en el escritorio, dejando el dibujo de Sthlytlah al descubierto. El anciano chamán se remangó el antebrazo derecho y lo dejó caer al lado del dibujo. Podía verse claramente el parecido entre ambos.
      Estuvieron conversando largo tiempo de la vida de cada uno. Ambos se contaron las aventuras vividas hasta aquel encuentro.
      El anciano chamán le contó que tras aquel incidente con el general de Grimoszk fue castigado y le dieron a elegir si trabajar en los cultivos de Grimoszk o el exilio. Tomó la decisión de ser erudito para terminar sus últimos días en paz, buscando mayor sabiduría y ofreciendo sus conocimientos de forma altruista al que los necesitara. Desde entonces ha pasado sus días en Anduar, ayudando incluso con las heridas de los nivrims.
      Droock le contó muchas aventuras. Cómo conoció a Maltos, cómo tomó la decisión de encontrarle, cómo llegó hasta Anduar…hasta la aventura con el kraken de Alandaen…
      Y hablando de Alandaen, Droock le transmitió su entusiasmo por el océano y sus rincones inexplorados. También de cómo pescaba con el hocico, de las aventuras que le gustaría vivir bajo agua, de las maravillas que le gustaría encontrar… y de cómo podría sacar el mayor provecho de tan fascinante mundo.
      – Querido Droock. Yo antes era jornalero en Grimoszk. Entre otras cosas aportaba carne a los almacenes de la ciudad. Aprendí a sacar todo tipo de despojos de cualquier cosa.
      Droock quedó pensativo unos instantes tras el cambio repentino de la conversación.
      – ¿Qué queréis decirme exactamente maestro?
      – Que os puedo enseñar cómo desollar todo tipo de criaturas marinas y terrestres. Seguro que os ayudará en vuestras próximas aventuras. De algunas criaturas se obtienen maravillosos despojos. Como la grasa de ballena, muy útil como combustible…
      – No se diga más. Si vos creéis que me ayudará ¡Así sea!

      La noche ya comenzaba a notarse. Las antorchas de toda la sede fueron encendidas y las ventanas cerradas para evitar el frío.
      Ambos se dirigieron a la sede de jornaleros sin dejar de hablar del pasado, presente y futuro.

      Sede de los jornaleros
      Una humilde sala con unas sillas de madera, un cartel y un montón de papeles utilizada por los jornaleros como sede. No parece que haya nada más de importancia aquí.
      

      La estancia era bastante simple. Unas sillas y muchos papeles por todas partes. Droock se fijó en el cartel situado en una de las paredes.
      El anciano chamán se puso a su lado, y con una mano apoyada en su hombro, dijo:
      – ¿Estás seguro de que quieres aprender el oficio jornalero?
      – Sí, maestro. Por favor…
      El anciano chamán sacó un cuchillo afilado y comenzó el aprendizaje de Droock en este arte…

      Aquí termina esta aventura de Droock y comienza su aprendizaje de jornalero. Droock ha podido cumplir uno de sus objetivos, pero sus aventuras no han hecho nada más que empezar.
      Y, por supuesto, visitará con frecuencia al anciano chamán, Stkaz.

      Que no te engañen las letras.
Mostrando 11 respuestas a los debates
  • Debes estar registrado para responder a este debate.