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    • Cras94
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      Registro 1 de Drookrom

      Ante ti tienes un jorobado orco de 2 metros con una ancha espalda recorrida por pequeñas púas y músculos fuertes. Sus ojos son inmensos, de color plateado que contrastan con su piel negra como el carbón. Por todas partes tiene cicatrices que, vistas de lejos, forman calaveras junto al símbolo de Gurthang.

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Registro 2 de Drookrom

      Historia:

      La habitación era simple, con muebles rudimentarios y toscos. Destacaba un armario con puertas desencajadas y una cama llena de mugre en la que se situaba una orca abierta de piernas. En la estancia se respiraba un olor a incienso, encendidos por los chamanes que llenaban la habitación mientras oraban a Gurthang. El chamán más anciano se situaba de frente a la orca gritando al ritmo de los tambores que se podían oír por toda la fortaleza.
      Un último grito llenó toda la estancia, cortando en seco los ritos chamánicos. El chamán anciano sostenía un bebé orco de piel negra y ojos plateados que no paraba de agitarse. Al cabo de unos segundos, los gritos de dolor fueron sustituidos por lloros del recién nacido.
      El anciano dejó caer el bebé en los brazos de la orca que aún respiraba agitadamente justo en el momento que un orco de feo aspecto irrumpía en la habitación. Los chamanes de menor rango salieron a toda prisa murmurando entre dientes cosas incoherentes. Por último, salió el más anciano con los brazos y la mirada hacia arriba. Los padres se miraron y se abrazaron con el pequeño orco entre ellos.
      El pequeño orco creció en la fortaleza rodeado de barbarie, típica en la cultura orca. Combates a diario con otros hermanos orcos sin dejar tregua, con frecuencia mayores que él. Se entrenó en todo tipo de armas pero pronto su atención se desvió a otro tipo de guerra venida de una era antigua desarrollada por bárbaros orcos. Comenzó entonces a entrenar por su cuenta con diferentes tipos de cimitarras y hachas.
      A los 10 años sus padres le pusieron el nombre de Drookrom, ya que el 90% de orcos no llegaban a esa edad y por tanto era inútil ponerles nombres hasta entonces, solo los más fuertes eran capaces de llegar. Fue entonces cuando a las órdenes del comandante del ejército negro, Glorbaugh, aprendió la refinada táctica del golpeo. En especial, entrenaba con un orco llamado Vuldeck, al que le cogió aprecio entre tantas cicatrices. En los momentos que no entrenaba con las cimitarras se dirigía al bosque con diferentes hachas y entre árboles y animales practicaba con ellas asestando tajos aquí y allá mientras giraba el hacha sobre su cabeza.
      Así, entre entrenamientos y barbarie creció hasta los 16 años, momento en el cual, pasó a formar parte de la élite de los gragbadûrs. Siempre por mayor gloria, honor y poder a Gurthang.

      Rol:

      Drookrom no es tan agresivo como alguno de sus hermanos pero se defenderá con toda su furia si se encuentra amenazado. Su carácter es curioso y eso le lleva a explorar lo que no conoce, incluso a veces reexplora varias veces lo mismo. En este sentido, le llama mucho la atención el bosque de muy al norte. Los reinos del sur también pero con intenciones de exterminar a los infieles para mayor honor y poder de Gurthang.

      Objetivos:

      Explorar todos los rincones y secretos de la fortaleza.
      Ayudar a su hermano Vuldeck con su objetivo de devolver la vieja gloria a los gragbadûrs, así como convertirse en uno de los mejores en este arte.
      Aumentar el poder y dominio de Gurthang.
      Formar una familia igual de bien o mal que la suya.
      Conocer y entrenar con todas las cimitarras y hachas de Eirea.

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      1. El ataque a la fortaleza

      Los tambores sonaban por toda la fortaleza anunciando la inminente batalla que se cernía sobre Golthur Orod. Orcos y orcas de todas las edades y formas caminaban frenéticos de aquí y allá. Algunos se equipaban sin dejar de caminar, otros medio desnudos corrían a saber dónde, otros, ya totalmente armados, preparaban sus diabólicas armas. Los soldados, bárbaros y gragbadûrs se situaban en segunda línea de batalla, detrás de la carne de cañón, formada por un gran número de esclavos y prisioneros.
      Detrás de los potentes luchadores se encontraban los chamanes realizando sus ritos, meditaciones y adoraciones a Gurthang. Muchos ya se encontraban preparados con ancestros traídos del más allá y preparados para luchar o curar a los suyos. Entre tan tremendo batallón no se podían ver pero todos sabían que estaban los sigilosos pielesverdes. Los ladrones untaban de veneno sus dagas, los exploradores buscaban alimentos y zonas seguras…
      Entre tanto orco había un joven muchacho que no tendría más de 16 años cubierto hasta las cejas de pesadas armaduras. Si uno se fijaba con detenimiento, el pequeño orco emitía un chirrido de metal con metal, no porque se estuviera moviendo, sino por los temblores de nerviosismo que le recorrían todo el cuerpo. Una espada casi más grande que él le cruzaba la espalda, desde el hombro derecho hasta la cadera izquierda. La punta parecía muy afilada, y la empuñadura tenía color dorado, acabada con una calavera de color blanco roto.

      Un fornido orco que le doblaba el tamaño, le apoyó una metálica mano en el hombro izquierdo.

      • ¿Nerviozo?
      • No… – pudo decir mientras negaba con la cabeza espasmódicamente.
      • Zi te vez en apuroz ponte detráz. No creo que puedaz hacer mucho con ezoz temblorez – rio a carcajada limpia el imponente orco.

      El orco se giró berreando a alguien. El muchacho, suspiró profundamente consiguiendo serenarse un poco.
      Los tambores redoblaron el ritmo y la intensidad cuando los gritos de la carne de cañón comenzaron a oírse fuera de la fortaleza. En perfecta formación orca, salieron atropelladamente. Un tercio por el norte, otro por el oeste, otro se quedó dentro. El muchacho orco se vio arrastrado por empujones y codazos hacia la puerta oeste. Por fin, entre codazos pudo hacerse un pequeño espacio a su alrededor. Con la mano lo más firme que le permitieron los nervios, agarró la empuñadura dorada y desenvainó teatralmente por encima de su cabeza.
      Cuando alzó la mirada por encima de la punta de la espada, un jinete montado en una especie de caballo infernal, lanza en ristre, cargaba hacia él. Su instinto primario reaccionó a tiempo y rodó lateralmente esquivando por poco la lanza dirigida a su cabeza. El jinete sin dejar de correr dio media vuelta y volvió a la carga cuando el muchacho terminaba de ponerse en pie. Agarrando la espada con las dos manos, preparó un tajar con la intención de cortar las patas del caballo. El jinete viendo la intención del joven ordenó a su montura saltar y la espada solo cortó aire por debajo.
      En ese momento, el imponente orco que le puso anteriormente la mano en el hombro al muchacho, hizo su aparición por delante de su visión y de un golpeo de su cimitarra partió limpiamente al caballo en dos. El joven se vio nuevamente arrastrado, esta vez hacia el puente que comunicaba la puerta oeste de la fortaleza.

      Muralla: Círculo de Piedras
      En este pequeño patio interior de la muralla de Golthur Orod se halla, rodeado por una pequeña verja metálica, y bien rodeada por tierra de los desérticos eriales, una gigantesca piedra de basalto negro, cuya historia es todavía más asombrosa que su tamaño: Cientos de años atrás, en los primeros días de la tercera edad, en el apogeo de la hecatombe, esta enorme roca cayó del cielo en mitad del ardiente bosque del norte de Golthur Orod. Para el señor espiritual que gobernaba entonces, esto era un mensaje de los Ancestros, y ordenaron que se trasladara a un lugar de honor dentro de la fortaleza. Y como dentro de la fortaleza no cabía, nada más asesinar al señor espiritual, se trasladó aquí.
      

      Observó con cierto horror como sobresalía la punta de una lanza del orco que tenía más próximo a la derecha, para acto seguido caer como peso muerto, lo que dejó un espacio abierto entre él y el asesino de su hermano pielverde. Se trataba de otro jinete totalmente equipado con una armadura negra, la cual no dejaba ver nada de su aspecto físico. El adolescente orco blandió su espada con las dos manos preparándose para dar un poderoso golpe certero a su rival. Pero su inexperiencia le jugó otra mala pasada. El jinete bloqueó con la punta de la lanza la espada a mitad de su recorrido y con la misma inercia golpeó al orco en el lateral del yelmo con un fuerte golpe.
      Todo se volvió negro, solo pudo distinguir el monolito de la entrada, que se alzaba ante él y se hacía cada vez más grande cuanto él más caía al suelo…

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
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      2. La retaguardia de la defensa

      Golthur Orod – Primer Nivel: Pasillo Central
      El pasillo central es el corredor de Golthur Orod más transitado de todos. Así mismo es el más ancho y el más cuidado de todos. A lo largo de su centenar y medio de metros, una enorme alfombra ennegrecida por el incontable número de pisadas se estira. En las paredes se disponen de forma asimétrica un gran número de antorchas, escudos, y diverso arsenal de guerra, que le dan al lugar un gran aspécto bélico; y misterioso, por el constante crépitar del fuego de las antorchas. Al extremo este del pasillo se encuentra la antigua Puerta Este, que sucumbió al poder de la lava, y que ahora está atascada para siempre. Y en el extremo opuesto, la Puerta Oeste, que es la que establece la altura del techo. ¡Una altura vertiginosa!
              Te encuentras a un paso de la descomunal Puerta Oeste. Pequeñas ráfagas de luz oscura entran a través de las rendijas de esta gigantesca construcción. Afuera, puedes precibir los movimientos de las tropas que custodian la entrada. Desde aquí, desde las sombras, se ven sus siluetas moviéndose con parsimonia. Hacia el este se extiende todo el pasillo principal. Toda una obra de arte.
      

      Los tambores competían sin mucho éxito con el sonido de la batalla que se libraba en el exterior de la fortaleza orca. Tras las puertas se encontraban un buen número de chamanes esperando que llegasen los primeros heridos para atenderles lo más pronto posible. De vez en cuando un temblor hacía sacudir las puertas quejándose con espectrales crujidos.
      Una joven chamana que no tendría más de 16 años contemplaba los goznes de la puerta oeste y las pequeñas pero visibles grietas que se abrían por todas partes. Sin duda, a este ritmo la puerta cedería. La adolescente orca se frotaba las manos nerviosamente mientras oraba a Gurthang. Su equipo de batalla solo consistía en unas piezas de cuero duro que no le cubrían por completo el cuerpo, dejando visible las cicatrices que le surcaban los brazos. A su lado, una orca, de dos cabezas más alta, iba mucho mejor equipada que la pequeña orca. Tenía los ojos en blanco y movía la boca sin pronunciar palabra y de vez en cuando un espasmo le recorría todo el cuerpo.
      La mayor salió del trance parpadeando un par de veces. Al cabo de unos instantes, se giró y observó a su joven y nerviosa compañera.

      • No debez preocuparte por nada – le dijo apoyando una mano en el hombro derecho.
      • Lo ze madre – respondió ella sin dejar de frotarse las manos. Pero padre eztá fuera y me preocupo.
      • Zi zupieraz la de vecez que tu padre a eztado incluzo en zituacionez peorez. Ez un gran guerrero, regrezará. Ezoz paliduchoz no tienen nada que hacer con nueztra horda.

      Un fuerte estruendo irrumpió en la fortaleza acallando en seco todas las conversaciones. La puerta oeste se abrió de par en par entrando atropelladamente orcos malheridos, inundando toda la fortaleza con el entrechocar de las armas del exterior. De inmediato los chamanes más experimentados y cercanos a dicha puerta comenzaron sus rezos a Gurthang para atender a los heridos. La pequeña orca pudo ver como algunos orcos que al principio pensaba que estaban vivos se dio cuenta que se movían por el empuje de los orcos de atrás, y cuando caían al suelo desmadejados eran pisoteados sin contemplaciones.
      El olor a guerra llegó hasta su olfato. Sangre mezclada con sudor, restos de heces y azufre de los caballos infernales. Sintió un fuerte tirón en el hombro derecho cuando su madre, que seguía con la mano apoyada, era arrancada de su lado. Ella intentó llamarla pero un orco fétido le gritaba curación por favor. Se encomendó a la causa y empezó su rezo a Gurthang. Al orco le faltaba un ojo y sangre le salía por multitud de heridas creando un charco a sus pies. La joven orca dudaba que viviera por mucho más tiempo pero su trabajo consistía en hacer lo que pudiera con su escasa experiencia. Finalizado el primer rezo, la sangre del soldado dejó de salir con tanta intensidad. Después de la segunda curación, el fétido dio media vuelta y se introdujo de nuevo en la refriega.
      La adolescente intentó buscar a su madre pero fue en vano. La madre no se encontraba por ninguna parte, ni viva ni muerta. Con la desesperación reflejada en su rostro regresó a los heridos para ayudar en lo poco que le permitieran sus escasas energías. Perdió la noción del tiempo, así como de cuantos hechizos de curación había realizado, a veces no a suficiente tiempo. La energía se le agotó, las piernas le flaquearon, y se dejó derrumbar en la pared a su espalda…

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
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      3. Los jóvenes heridos

      Sonidos lejanos e irreconocibles llegaban al pequeño hilo de consciencia que aún le quedaba. No sabía dónde se encontraba. No sabía si estaba vivo. No sabía quién era. No recordaba qué pasó. No recordaba su nombre.
      Un sonido por encima de otros se abrió paso en su consciencia, un sonido a tambores tocando por el fin de la batalla pero no de la guerra. Poco a poco le regresaron los recuerdos. Recordaba ser un soldado orco de la fortaleza de Golthur Orod y haber participado en una defensa pero no recordaba nada mas. Lo último en su consciencia fue un monolito alzándose ante sí con un fuerte dolor en la cabeza.
      Le entró un poco de aire en los pulmones y consiguió abrir ligeramente el ojo izquierdo, pudiendo ver donde se hallaba.

      Capilla de la Guerra
      La antigua habitación del abandonado altar a Gurthang parece haber sido reformada. Sigue siendo una diminuta estancia, de apenas cuatro metros cuadrados. En el fondo oeste de la habitación han instalado un nuevo altar. Las fervorosas plañideras, que antaño se pasaban las horas lamentándose por la pérdida del Dios de la Guerra, ahora gozan con el inminente advenimiento de su Señor. A tu lado, un solitario hueco de entrepared se ensombrece cuando las antorchas ondean sus llamas con violencia.
      

      La capilla de la guerra. Una estancia de no más de 4 metros cuadrados, con un altar a su Dios Gurthang e iluminada por unas antorchas ondeantes. A su alrededor había otros heridos de su misma edad aproximadamente. Una orca con cicatrices de su altura roncaba sonoramente a su izquierda y otro orco a su derecha se encontraba inmóvil con un fuerte tajo en el pecho. Primero pensó que estaba muerto, pero pudo observar que su pecho subía y bajaba rítmicamente.
      Desde esa posición no podía ver mucho más, así que intentó incorporarse pero un fuerte dolor de cabeza le dejó nuevamente tumbado en el frío suelo. Su respiración se agitaba mientras se llevaba una mano a la sien derecha. Notó algo caliente correrle por la mano. Rápidamente se la puso ante los ojos y con horror vio su propia sangre caer desde su mano al pecho. No pudo pensar nada, en seguida se sumergió en un profundo duermevela.

      La joven orca, con un terrible cansancio, abrió los ojos y miró a su alrededor. La capilla de la guerra. Significaba eso que no estaba muerta. Se incorporó, quedando sentada en el frío suelo y buscó a su madre con la mirada. Pero tan solo vio jóvenes orcos malheridos tirados por el suelo. A su izquierda quedaba la pared, y a su derecha dormitaba un orco al que creyó reconocer salir por la puerta oeste de la fortaleza. Algo del joven orco le llamó el interés. Era de su altura y edad, sangre le corría en un fino hilo por la cabeza, y apoyaba la mano derecha cubierta de sangre en el pecho, el cual respiraba agitadamente.
      Tras unos minutos de observarle, recuperó la suficiente energía para levantarse y observar que no se encontraba malherida, solo muy cansada. Nada de sangre recorría su cuerpo o ropa, ninguna herida reciente por su cuerpo, y todos los amuletos colgados del cuello. Se acercó cautelosamente al altar de la capilla, en el fondo oeste de la estancia, y sigilosamente (para no despertar a nadie) rezó a Gurthang. Ya fuese por el rezo o por el tiempo rezando, algo de energías regresaron a su cuerpo.
      Se giró y regresó junto al orco que sangraba por la cabeza. Con un murmullo, le apoyó una mano en la herida de la sien derecha y con una súplica a Gurthang se la cicatrizó.

      La muchacha se fijó en la cara sangrante del orco al que acababa de curar. Le buscaría más tarde. Ahora tenía que encontrar a su madre. Y con la cara en mente, atravesó el hueco que daba a las escaleras exteriores de la capilla, haciendo que las antorchas ondeasen con más fuerza a su paso agitadas por el ligero viento que levantó la capa con la que se cubría la pequeña chamán.

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
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      4. La búsqueda de la madre orca

      Las antorchas aún ondeaban con fuerza segundos después de que la pequeña chamán saliese de la capilla de la guerra, haciendo que las sombras proyectadas en las paredes de la estancia se agitaran. En mitad de la escalera no vio a nadie, pero podía oír ajetreo tanto en el primer nivel como en el segundo de la fortaleza. Estuvo unos segundos pensando hacia donde ir, si hacia el primer nivel o el segundo. Sin saber bien por qué, se dirigió hacia este último, subiendo cada peldaño con una tranquilidad que no sentía en su interior. Tal vez inconscientemente no quería regresar al primer nivel por no recordar la defensa de la fortaleza o por no ver los estragos provocados.

      Golthur Orod – Segundo Nivel: Pasillo Principal
      El segundo piso de Golthur Orod es un lugar poco transitado, o al menos los que por aquí transitan no lo hacen de buena gana, ya que el segundo nivel de Golthur Orod está destinado, en su mayoría, a la retención y tortura de incontables presos. En el segundo nivel se hayan las temibles Salas de Tortura, en las que se azota y se fustiga incansablemente. Aparte de eso, este nivel de Golthur no es especial. Por mucho que se esfuercen los orcos, la decoración no es su punto fuerte. Las mismas (seguramente) antorchas y chatarra que se usaron para decorar el nivel inferior, fueron toscamente limpiadas y acicaladas para ser colocadas, con mejor fortuna y simetría, a lo largo del pasillo del segundo nivel, que conserva una longitud similar a la de su pariente inferior. Guardias «mejor» vestidos recorren esta zona, alardeando de su posición en tan violento digno nivel.
              Desde aquí, además, puedes observar la estructura del nivel. Consiste en un larguísimo pasillo del que brotan de forma asimétrica otros tantos que se adentran hacia salas y habitaciones especiales. Echas de menos el ostentoso techo que remataba el pasillo principal del primer nivel. Aunque al menos éste está algo más limpio.
      

      El segundo nivel era menos transitado que el resto de la fortaleza y muchos lo hacían de mala gana al tratarse de presos. Sin embargo, se fijó la joven orca que hoy la situación era un poco diferente. No había presos por el pasillo principal y los gritos de estos eran menos frecuentes y más débiles que de costumbre. La muchacha imaginaba que este día perdieron a muchos como carne de cañón en la defensa, aunque tampoco era su deber preocuparse por esos menesteres. Por el contrario, había más guardias que habitualmente y, además, algunos presentaban signos de heridas y sangre por diferentes partes del cuerpo y la armadura. Hasta los que alardeaban de regentar dicho nivel parecían cansados.
      Con ojos abiertos fue observando a cada uno que se encontraba a su paso, siguiendo el pasillo en dirección contraria a la escalera que daba acceso al primer nivel. Todo tipo de pielesverdes se encontraban allí, siendo los orcos los más abundantes por razones obvias. Se fijó en una mujer orca dos cabezas más alta que ella que hablaba con Glorbaugh, el comandante del ejército negro (orco conocido de sobra por toda la horda negra). Creyó reconocer a su madre en la mujer orca, ya que eran de la misma altura, físicamente parecidas y sus vestimentas eran muy parecidas a la que llevaba la madre la última vez que la vio, cuando le fue arrancada de su hombro por alguien que no conseguía recordar.
      Pronto su ilusión se esfumó. Eran muy parecidas, pero no ella. Se dio cuenta al acercarse lo más discretamente que pudo para observarlos mejor. No obstante, se escondió un poco mejor y agudizó el oído.

      • Hemoz zufrido algunaz bajaz pero eztamoz muy lejoz de zer derrotadoz. Pero zi perdimoz baztantez prizioneroz y debemoz reponerloz, o podría no zer zufiziente ezcudo de carne para el próximo enfrentamiento – escuchó la joven orca que le decía el comandante a la mujer.
      • No oz preocupeiz mi comandante, mandaré a algunoz de miz orcoz que hagan máz ezclavoz por laz tierraz del zur. Y ademáz también mandaré cuervo a la torre negra, a Mor-Groddûr para informarlez de la zituación actual – le respondió la mujer orca.

      La pequeña chamán salió de su cutre escondite y siguió pasillo adelante, los entresijos de la guerra no le interesaban, sólo quería encontrar a su madre. Unos pasos más allá, se encontraba en los barracones que daban a la horda negra. La situación no era muy diferente a la del pasillo, sí esta zona parecía más concurrida. Pero con paso decidido se adentró hasta el centro y nadie se fijó en la niña que pasaba por allí.

      Horda Negra: Manantial de la Sangre
      Aquí confluyen varios pasillos, en lo que es la sala magna de la Horda Negro. Una amplia habitación circular, que mantienen una decoración idéntica al del resto de las salas de Ejército: pared cubierta con arcos de gruesos y vastos ladrillos, sujetos por finos pilares; y un techo abovedado, mancillado por las malas artes de los Shamanes de la Horda: de la cúspide de la bóveda brota un grueso chorro de sangre, que cae directamente en una fuente que ocupa la zona central de la sala, salpicándolo así todo de sangre. Los rumores hablan sobre criaturas mantenidas vivas -gracias a las artes nigrománticas- de las que se extrae sangre sin parar. Auténticas reservas vivas de sangre, utilizadas para abastecer esta, por otra parte, hermosa fuente. La antigua salida que conducía hacia la sala de audiencias de Lord Minox y el mausoleo de Lord Grimfang ha desaparecido. ¡No hay ningún rastro de ella!
      

      En el centro más orcos que en el pasillo iban y venían corriendo de un lado para otro. Pero una vez más, no halló a su madre. Se acercó sin prisa hasta la fuente de sangre y bebió un poco para recuperar fuerzas, limpiándose los restos en la manga del brazo derecho, la cual le estaba un poco grande.
      Al levantar la mirada de la fuente vio por el rabillo del ojo algo destelleante que le llamó el interés. El fugaz destello provino de una sala contigua, de algo que llevaba en el brazo una mujer orca que andaba por allí. En ese mismo instante, en la capilla de la guerra, un joven orco con sangre seca en la cabeza abrió los ojos.

      Que no te engañen las letras.
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