en un despacho con las velas totalmente apagadas.
Una pequeña bola brillante era lo único que iluminaba ese lugar.
en ella se reflejaban recuerdos.
tanto como el ascenso de Dakharhu como comandante.
hasta la letal muerte de sus padres.
sentado en una mesa de roble se encontraba el mago con una pluma, y un tintero que contenía un líquido de color rojo.
sostenía con su mano izquierda la pluma, mientras apoyado en la mesa se encontraba una hoja totalmente en blanco.
tras dudar un poco, y mirar hacia la impenetrable oscuridad que había en ese lugar, se dispuso a escribir.
con un pulso tembloroso escribió.
de Dakharhu para Torquemada.
Mientras su mirada se tornaba triste seguía con la carta.
O gran señor…
creo que no soy acto para el cargo que tengo, hoy a ocurrido algo que me hizo dar cuenta de eso.
y creo que nunca me lo perdonaré.
tras hacer una incursión con algunos soldados a Kheleb.
aniquilar miles de enanos, tanto como en la ciudad de Kheleb dum, como en la ciudad de Kattak.
me topé con un niño, no era Takomita, no era Katense.
no se lo que era…
pero algo en mi no me dejó desintegrarlo.
sentí algo que nadie que tenga este rango puede sentir.
Piedad, lo dejé escapar.
ahora la culpa me invade.
quizás tenga que dejar este mandato y dárselo a alguien que sea dendrita.
yo tan solo soy un maldito Takomita que se volvió asesino en esa ciudad donde adoran un dios falso.
pero aún a si, soy un Takomita, aunque no quiera aceptarlo soy una sucia rata Takomita.
antes de seguir escribiendo, un sonido lo alarmó.
gritos se escuchaban fuera de el despacho.
pensó unos segundos, y la carta que estaba escribiendo la quemó.
solo que no quedó una ceniza blanquecina, era una ceniza color roja, el se sorprendió y decidió guardarla en un pequeño cajón que se encontraba debajo de la mesa.
antes de ponerse de pie y ver lo que sucedía entre susurros dijo: la ciudad me necesita, débil o no, necesito vengar a mi padre, y a mi madre.
aparte de la promesa que le hice a DrËng. su muerte no será en vano señor druida.
