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Inicio › Foros › Historias y gestas › El caballo enfermizo
Lhandon patrulla las calles de Anduar de forma solemne, con la vista en alto y las manos en los bolsillos. Es un precioso día soleado de verano, ¿qué podría salir mal?…
De súbito, ve un señor anciano lloriquear y encomendar su alma a los dioses en la plaza de Anduar. Movido más por la curiosidad que por el sentimiento, Lhandon se acerca y le pregunta qué le ocurre.
Anciano: Verás, se me ha muerto mi caballo. Era lo poco que tenía, me ayudaba con el trasporte, me movía con él, me ayudaba en el campo… y no he ahorrado lo suficiente para comprarme otro, no podré reanudar mi negocio, una desgracia.
Lhandon medita la situación con paciencia.
Lhandon: Nada favorable, pero… he tenido una idea. Dame el caballo, lo venderé y nos repartiremos el beneficio, ¿qué te parece?
Anciano: Pero… ¿qué te van a dar por un caballo muerto?… Bueno mira haz lo que quieras, está fuera de la muralla sur, en un rincón. Ni dinero para enterrarlo tengo.
Lhandon: Tú déjame, voy a por él.
Lhandon va para las afueras y con la ayuda de 4 mozos carga el caballo en un carro y se lo lleva a las cuadras. Allí, paga la manutención y lo encierra. El mozo, sorprendido, tapa el caballo con una manta… pero ni modo, ha de guardarlo, Lhandon pagó.
Al cabo de una semana, Lhandon se reencuentra con el Señor Anciano y le da 250 monedas de platino.
Lhandon: Tu parte.
Señor: ¿cómo, lo vendiste? ¿Cómo lo hiciste?
Lhandon: Sencillo, hice un sorteo. 2 moneda de platino la participación, se sortea caballo espléndido, fuerte, sano, de casta. Me saqué 500 platinos.
Señor: Pero… ¿y al que le tocó?
Lhandon: Lo llevé a la cuadra y comprobamos que el animal había muerto. ¡Que mala suerte!, le devolví su participación y le pedí disculpas.
Moraleja…
El que no alcanza, se deja.