Inicio Foros Historias y gestas El castigo de Finfin

Mostrando 0 respuestas a los debates
  • Autor
    Respuestas
    • Arada
      Participant
      Número de entradas: 501

      La silueta de la Torre de Ilusión se dibujaba contra el cielo bajos los relámpagos de la terrible tormenta que asolaba el volcán. A pesar del retumbar de los truenos y la intensa lluvia la verdadera tormenta se desataba en su interior.

      • ¡Pero será estúpido!  ¡¿Cómo?! ¡Por el favor de Eralie! Cómo has podido hacer algo así

      La aguda voz que protagonizaba la rabieta rebotaba por la escalera infinita de la torre y volvía al instante cargada de amargura.

      • ¡¿Que he hecho yo para merecer esto?!

      Sheerinive pasó lentamente la mano por su cara y empezó a respirar hondo intentando calmarse. Con un tono más moderado miró a su alumno que se mostraba impertérrito y desafiante frente a la desatada ira de su shalafi.

      • Maldita sea Finfin, ¿cómo pudiste matar a un cruzado? ¡Un caballero ni más ni menos!

      Finfin intentó reiterar su defensa pero Sheerinive alzó la mano y continuó con su diatriba.

      • ¡Alto! ¡No me lo repitas otra vez! Ya sé cómo son los Grandes, arrogantes, que nos desprecian y se burlan, escudados en su moral intachable olvidan que el alma se puede herir de más maneras que con el acero pero… ¿matarlo?

      La anciana se dirigió a un lateral de la sala de estudio y apartó una silla del pupitre para sentarse en ella. Apoyó un codo en la mesa y sostuvo su cabeza en la palma de la mano izquierda, mientras tanto, su derecha, tamborileaba en la madera.

      • No hay otra salida.. He estado hablando con el Cruzado Supremo que, por cierto, en menudo berenjenal me has metido. Ese hombre está tan obsesionado por la rectitud, y la moral, y la ley, y el orden; que no sé de dónde saca el tiempo ni para comer. He conseguido que aplace las decisiones más graves que había tomado contra tí pero, compréndelo. Urlom no debe permitir estas acciones mi joven Finfin.

      El aludido apretó los dientes, comprendía que su shalafi, como Gran Inventora de Ak’anon, estaba en la obligación de responder por todos los urlomitas ante el reino de Takome para preservar la alianza entre los pueblos de Eralie y él, que no se arrepentía de lo que había hecho, si temía que la represalia incluyera, no sólo el previsible exilio, sino ser considerado perseguido por sus propios vecinos, amigos, familia y, por supuesto, por su shalafi, su mentora en el aprendizaje del mundo arcano ya que, para Finfin, la magia era toda su vida.

      Sheerinive, le miró, comprendía el amalgama de rabia e impotencia que se sentía cuando los Grandes enfocaban su caprichoso albedrío en fastidiar a un gnomo, lo había sentido con frecuencia en sus propias carnes y, a pesar de todo, el sagrado vínculo de shalafi le ataba a Finfin. No podía, el corazón se le quebraba sólo de pensarlo, no podía verlo como un enemigo, y realmente, para Urlom, no lo era.

      Con la voz quebrada por el dolor Sheerinive se dirigió hacia su alumno y con solemne voz le condenó:

      • No vuelvas sin redimirte.

      Aunque Finfin pensó que sentiría alivio, ya que el castigo sólo incluyó el exilio y no la declaración como enemigo de Urlom, las palabras de su shalafi atravesaron su pecho como una daga helada y no pudo evitar que el dolor se tradujera a lágrimas en sus ojos. Se giró mientras se recomponía y bajó las escaleras de la Torre de Ilusión hacia la salida.

      “No vuelvas sin redimirte” pensó… “Pero… ¡si yo no voy a redimirme!”

       

      [Ak’anon] Info: Finfin ha sido expulsado de Ak’Anon.
      [Ak’anon] Info: Se ha aprobado la votación ‘exiliar finfin’.

      --
      La frase que en el 97 leí en la pantalla de Galmeijan y me abocó a este oscuro mundo:
      Orco te golpea con su cimitarra.

Mostrando 0 respuestas a los debates
  • Debes estar registrado para responder a este debate.