Inicio Foros Historias y gestas El coliseo de Anduar

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    • Szhysszh
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      Amaneció en la bella Anduar con un sol radiante que iluminaba hasta los callejones más oscuros de la urbe, donde los delincuentes y los mendigos hacen vida. En cambio. La imagen, totalmente opuesta a esta, es la de la plaza principal, llena de vida y comercio, lugar obligado de paso para cualquier visitante, y donde se concentra la mayor vigilancia por parte de los Nivrims.

      Justo en ese momento, la muchedumbre se apartaba abriendo paso a dos figuras esbeltas, se trataba del General de la Guardia, Szysszh, escoltado por su súbdito más fiel y mano derecha Bhakzhosk. Ambos se dirigieron a un banco situado en la parte este de la plaza, donde un gnoll de mediana edad y aspecto robusto les estaba esperando.

      Bhakzhosk dice: Un momento mi señor, yo iré primero, es por seguridad.

      Szhysszh asiente con la cabeza mientras sus labios dibujan una sonrisa amplia.

      Bhakzhosk golpea contundentemente el suelo en señal de autoridad mientras se dirige al hombre robusto.

      Bhakzhosk pregunta: Perdone mis modales señor, pero, ¿podría identificarse?

      Thaldirg dice: Mi nombre es Thaldirg, el famoso albañil.

      Bhakzhosk dice: Muy bien, señor Thaldirg, haga el favor de levantar los brazos. Es un cacheo rutinario, por seguridad, ya me entiende.

      Thaldirg levanta los brazos sin ningún tipo de problema aparente.

      Bhakzhosk dirige la mirada hacia su superior.

      Bhakzhosk dice: Señor, está limpio.

      Szhysszh asiente con la cabeza.

      Dices en dendrita: Muy bien soldado, puede descansar.

      Bhakzhosk asiente con la cabeza.

      Szhysszh dirige su mirada hacia Thaldirg.

      Dices en dendrita: Buenos días señor Thaldirg, ha sido usted muy puntual, eso me gusta, esperar nunca fue de mi agrado si le soy sincero.

      Thaldirg dice: Mi reputación me precede querido general, no puedo permitirme fallos de este tipo si quiero seguir siendo el mejor albañil de todo Dalaensar.

      Dices en dendrita: La verdad es que su fama es la razón de que contactase con usted, buenas referencias llegaron a mis oídos sobre sus trabajos arquitectónicos.

      Thaldirg se sonroja.

      Dices en dendrita: Demos un paseo mientras le explico de que trata la faena.

      Mientras los tres sujetos iban caminando bajo el sol abrasador, Thaldirg se deleitaba con las construcciones antiguas que Anduar poseía. Era su primera vez en la ciudad mercantil y los rumores no le hacían justicia.

      Dices en dendrita: Como le decía, no me gusta perder el tiempo, por lo que iré al grano.

      Szhysszh chasquea sus dedos y dirige su mirada a su fiel escolta.

      Dices en dendrita: Bhakzhosk, entréguele los planos.

      Bhakzhosk asiente con la cabeza.

      Bhakzhosk saca un dosier de papeles de su bolsa y se lo entrega al constructor.

      Bhakzhosk dice: Ahí tiene los planos del trabajo que ha de realizar.

      Thaldirg dice: abre raudamente el dosier y dibuja una sonrisa en sus labios.

      Thaldirg pregunta: Un proyecto muy ambicioso por lo que se puede apreciar en los planos, ¿No? ¿Una especie de arena quizás?

      Dices en dendrita: Más o menos, un coliseo más bien, vamos a celebrar las primeras olimpiadas de Anduar donde todos los héroes de Dalaensar podrán demostrar sus habilidades ante un denso público.

      Bhakzhosk se yergue orgulloso ante las palabras de su General.

      Thaldirg dice: ¡Fantástico! ¡Excelente! ¿De cuánto tiempo exactamente estamos hablando para efectuar dicha obra?.

      Dices en dendrita: Exactamente disponemos de un mes, sé que es poco tiempo pero será recompensado generosamente.

      Thaldirg dice: ¡Es muy poco tiempo, mi señor!. Para poder realizarlo en ese plazo necesitaría ayuda en abundancia sin lugar a dudas.

      Dices en dendrita: No se preocupe, le enviaré ayudantes que puedan estar a su servicio, y además los materiales serán abastecidos por nosotros, solo preocupese de plasmar su arte.

      Szhysszh señala a Bhakzhosk.

      Bhakzhosk sin necesidad de que su superior articule palabra, dice: General, yo me encargaré de que al constructor no le falte de nada, no se preocupe ni por los materiales, ni por la mano de obra, ni por la seguridad, por supuesto.

      Thaldirg pregunta: ¿Seguridad? ¿Por qué sería necesaria la seguridad, es que acaso existe algún problema?

      Dices en dendrita: Nada peligroso, no se preocupe, tenemos unos bandidos que merodean la zona intentando robar los materiales de la obra aprovechando el manto de oscuridad que les confiere la noche.

      Bhakzhosk dice: Todo controlado, el último que pillé ya no podrá robar nada más… al menos con las manos.

      Bhakzhosk sonríe sádicamente.

      Thaldirg exclama: ¡Perfecto!, ¡Me encantaría empezar lo antes posible!

      Dices en dendrita: Por supuesto, faltaría más. Bhakzhosk, acompañe al constructor y ayúdele en todo lo que necesite, cualquier suceso inesperado espero sea reportado a mí personalmente.

      Bhakzhosk pregunta: Si, señor, yo me encargaré de todo y tendrá el informe de las obras cada mañana en su mesa del despacho, no se preocupe. ¿Puedo tomar algún compañero de armas para incrementar la vigilancia?

      Dices en dendrita: Desde luego, utilice los recursos que necesite, tiene mi beneplácito. Y ahora, si no es mucho pedir, me retiro, menesteres importantes requieren de mi atención. Ha sido un placer, señor Thaldirg.

      Thaldirg dice: El placer ha sido mío.

      Szhysszh estrecha su mano con Thaldirg y desaparece caminando tranquilamente entre la muchedumbre

      Bhakzhosk dice: Seguidme buen señor, le enseñaré la zona de construcción.

      Los dos sujetos continúan andando hasta perderse de vista, la reunión acaba con un buen sabor de boca. Las primeras Olimpiadas de Anduar se están gestando con todo tipo de detalles. ¿Conseguirá el afamado constructor Thaldirg acabar el coliseo a tiempo?

    • Szhysszh
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      Número de entradas: 258

      Un ajetreo de obreros yendo y viniendo alteraban la poca tranquilidad que podía tener a esas tempranas horas la ciudad de Anduar. El capataz y líder de la construcción dirigía a sus peones con maestría y buen hacer.

      Un mensajero llegó súbitamente con una carta para Thaldirg, sellada debidamente por la Guardia Nivrim.

      Thaldirg sin esperar un segundo, abrió la carta con entusiasmo y la leyó en voz alta.

      A la atención de Thaldirg, legendario constructor.

       Nos complace invitarlo al banquete de la guardia que tendrá lugar esta noche a las 21:00. Venga usted vestido de manera informal o como le plazca.

        Atentamente Szhysszh, General de los Nivrim.

      Thaldirg dibujó una sonrisa de satisfacción y continuó con su trabajo, ansioso por acabar el turno y que llegase la noche.

      Horas después, cuando el manto de la noche cayó sobre la urbe, el silencio solo era alterado por el festejo de la taberna y los cánticos que venían del gremio.

      Thaldirg con presteza llegó a la guardia donde dos soldados con cara de pocos amigos custodiaban la entrada.

      Thaldirg dice: Hola chicos, vengo al banquete, tengo invitación del General.

      El soldado cogió la invitación con malos modales y asintió con la cabeza a regañadientes, dejando pasar al invitado.

      Thaldirg dice para sí mismo: Supongo que estarán enfadados por ser los únicos que no están en la juerga.

      Dentro del gremio una cara conocida esperaba al constructor para custodiarlo hasta el gran salón, se trataba de Bhakzhosk, mano derecha del General.

      Bhakzhosk dice: Bienvenido a nuestra humilde guardia señor, es un placer contar con su presencia.

      Thaldirg dice: El placer es mío. Siento el retraso, pero me entretuve en la obra.

      Bhakzhosk dice: No se preocupe, señor, pero no hagamos esperar más al General, acompáñeme.

      Ambas figuras se adentraron en el gremio hasta llegar al frente de un portalón enorme, el cual Bhakzhosk abrió con tan solo una mano ante la mirada atónita del constructor. Al entrar en la sala se pudo observar un sin fin de mesas enormes ocupadas por cada uno de los soldados de la guardia, excepto los que vigilaban en la entrada principal, que canturreaban y bebían cerveza alegremente.

      Al fondo de la estancia, una mesa más decorada y más limpia que las demás estaba regentada por Szhysszh, que guardaba dos sitios más, los cuales eran obviamente para su invitado y su mano derecha.

      Szhysszh percibió que Thaldirg había llegado al banquete y con un solo gesto de su mano hizo callar a todo el gentío.

      Szhysszh dice: ¡SILENCIO!, quiero que todos demos un fuerte recibimiento al legendario constructor de coliseos Thaldirg.

      Todos y cada uno de ellos empezaron a aplaudir sin dudarlo ni un instante.

      Szhysszh dice: Venid, venid, acercaos y tomad asiento, tenemos mucho de que hablar, y los demás, ¡QUE SIGA LA FIESTA!

      Bhakzhosk dice: Y bien mi señor, ¿qué le parece la fiesta?

      Thaldirg dice: La verdad no esperaba tanto jolgorio viniendo de soldados diestros y entrenados.

      Bhakzhosk dice riendo: Fuera de servicio somos personas normales y alegres, que nos gusta la diversión y las mujeres.

      Szhysszh dice: ¡Es verdad! ¡Se me olvidaba!

      Szhysszh dio unas fuertes palmadas y las puertas del salón se abrieron, dejando paso a mayordomos con cientos de manjares que fueron colocando en las respectivas mesas y acto seguido, un buen grupo de mozas que al parecer vinieron para animar la fiesta.

      Thaldirg queda boquiabierto.

      Bhakzhosk coge un par de muslos de pollo y se los come vorazmente.

      Szhysszh: Bien, bien, veo que aún no perdiste tu apetito, hermano.

      Bhakzhosk sonríe a duras penas mientras intenta ingerir el delicioso bocado.

      Szhysszh dice: Vayamos al grano, ¿Cómo llevas la obra del Coliseo? ¿Estará lista para pasado mañana?

      Thaldirg dice: Por supuesto, yo nunca fallo en mis trabajos, estará todo listo para la inauguración tal y como prometí.

      Bhakzhosk dice: La verdad, señor, es que he supervisado la faena personalmente como me pidió, y están realizando un trabajo excelente.

      Szhysszh sonríe ampliamente.

      Szhysszh dice: Me complace oír eso, sin duda.

      Szhysszh dice: Bueno, como ya sabe, una vez finalizado el trabajo se le abonarán los honorarios pertinentes, aunque sinceramente, nos gustaría que nos deleitase con su presencia en los juegos, podría hacerle un sitio en el palco principal junto a nosotros.

      Bhakzhosk dice: No se perderá un detalle desde allí, sin duda son los mejores asientos.

      Thaldirg dice: ¿Cómo público? Yo quería participar a ser posible.

      Szhysszh se queda atónito ante tal afirmación.

      Bhakzhosk dice: ¿Pero usted sabe luchar?

      Thaldirg sonríe ampliamente.

      Thaldirg dice: Por supuesto que sé luchar, es más, me atrevería a decir que soy un gran guerrero, si se me permite.

      Szhysszh dice: Sorprendido me dejas, pero si quieres participar no hay ningún tipo de problema.

      Szhysshz dice: Es más, tiene todas nuestras instalaciones a su servicio para que entrene cuando le apetezca.

      Thaldirg dice: Pues se lo agradezco General, me vendrá bien, ya que ando un poco oxidado.

      Szhysszh dice: No se hable más, que Bhakzhosk te enseñe las instalaciones cuando lo desees.

      Bhakzhosk asiente a su General.

      Szhysszh dice: Comamos y bebamos, dejemos de parlotear.

      Szhysszh golpea en la espalda Thaldirg de manera amigable.

      La noche transcurrió sin ningún tipo de altercado. Los guardias, contentos y ebrios, se llevaron a las acompañantes a las alcobas. Mientras tanto, el General y sus dos invitados se quedaron en el salón brindando sin descanso con la sensación de haber creado unos grandes lazos.

      • Esta respuesta fue modificada hace 2 years, 4 months por Szhysszh.
    • Szhysszh
      Participant
      Número de entradas: 258

      El sol empezaba a salir por el horizonte, no eran más de las siete de la mañana, los pajaritos empezaban a piar y el primer gentío se dejaba ver por la plaza mientras montaban los puestos de comida, utensilios, y diferentes víveres, cuando, un estruendo ensordecedor hizo saltar todas las alarmas de la ciudad.

      Algo había ocurrido, humo negro en abundancia surcaba el cielo que provenía seguramente del mercado. La gente corría despavorida mientras la Guardia Nivrim intentaba poner orden a todo ese caos.

      Una figura imponente destacaba sobre las demás, se trataba de Bhakzhosk, que sin más dilación, puso rumbo hacia el incidente mientras la campana de alarma sonaba sin cesar.

      Al llegar a las cercanías ves una imagen desoladora, las llamas incandescentes del fuego provenían ni más ni menos que de un almacén de Rutter, principal mercante de Anduar y proveedor de los materiales de la construcción del Coliseo.

      Entre gritos, llantos y todo tipo de bullicio, Bhakzhosk distingue una figura conocida y querida, se trataba de Thaldirg, que sabiendo de donde provenía el incidente se acercó a observar que sucedía.
      T
      haldirg dice: Pero… ¿Qué ha pasado aquí? ¡No puede ser!, ¡no puede ser!. Ya estaba a punto de acabar, solo faltaba el último empujón.

      Bhakzhosk mira a Thaldirg de forma comprensiva y pone una mano sobre su hombro.

      Thaldirg agradece el gesto de Bhakzhosk con una mirada apenada.

      De repente, unos gritos de auxilio se escucharon, provenientes de dentro del almacén en llamas.

      Bhakzhosk sin pensarlo dos veces, se deshizo de su armadura pesada para estar más ágil, y se adentró al peligro.

      La imagen que los ojos de Bhakzhosk pueden apreciar es sin duda terrible, llamas por todos lados, el techo derrumbándose por el fuego, los tablones que al pisar crujían dando la sensación de romperse en cualquier momento, el calor era casi insoportable, para una persona normal que no tuviese el entrenamiento de Bhakzhosk sin duda sería una tarea imposible de realizar.

      Los gritos cada vez se escuchaban más claramente, Bhakzhosk echa un vistazo y gracias a su gran visión consigue percibir una silueta humanoide tirada en el suelo, una viga caída en la pierna del susodicho impedía su movimiento.

      Con una gran demostración de fuerza bruta, Bhakzhosk levanta la viga liberando a lo que dirías, se trata de un joven humano al que jamás habías visto antes por ahí. En un despiste, el humano sale corriendo desapareciendo del rango de visión de Bhakzhosk que rápidamente intenta salir de ahí cuanto antes.

      Por fin, Bhakzhosk logra salir del almacén calcinado, con la visión un poco borrosa por el humo, y cuando consigue por fin enfocar nítidamente de nuevo, ve al humano que había salido corriendo, levantado a un metro del suelo por el brazo musculoso de Thaldirg, que lo agarraba por el pescuezo como si de un conejo se tratase.

      Bhakzhosk queda perplejo ante la agresividad del constructor.

      Thaldirg mira a Bhakzhosk con los ojos inyectados en sangre.

      Thaldirg dice: ¡Lleva pólvora en la mano mi señor Bhakzhosk!, él es el causante del estruendo o algo tiene que ver con él, estoy seguro.

      Bhakzhosk coge los brazos del humano y los inmoviliza con sus grilletes.

      Bhakzhosk chasquea los dedos ordenando a sus reclutas que empiecen las maniobras de extinción del fuego.

      Bhakzhosk dice: Esto ya está controlado, sígame Thaldirg y vayamos a un sitio más “tranquilo” para interrogar a esta sucia rata.

      Bhakzhosk sonríe sádicamente.

      Thaldirg asiente con el rostro enrabietado.

      Las tres figuras emprenden rumbo al Gremio Nivrim, donde nadie les molestará ni serán objetivos de las miradas indiscretas.

      Al llegar, dos Soldados se cuadran ante Bhakzhosk y los dejan pasar. Mientras recorres los pasadizos de la Guardia, te das cuenta de que en estos nunca has estado antes. Son pasillos oscuros, sin casi iluminación, y donde el hedor a sangre es tan evidente que la piel se te eriza por momentos.

      Al final del corredor, una puerta gruesa de madera bloquea el paso, Bhakzhosk saca de su bolsillo una llave antigua y descerroja la puerta permitiendo el paso.

      Al entrar, una visión terrorífica y un hedor a muerte inundan tus fosas nasales. La poca visibilidad que hay en la habitación dificulta percibir lo que hay en su interior, pero logras observar una silla de madera hecha única y exclusivamente para interrogatorios, y varios paneles con herramientas manchados de sangre reseca.

      Bhakzhosk coge por el pescuezo al humano y lo lanza con fuerza contra la silla.

      Bhakzhosk dice: ¡Siéntate ahí escoria!

      Bhakzhosk dirige su mirada hacia Thaldirg.

      Bhakzhosk dice: Señor, ¿podría ponerle las correas en manos y pies, por favor?, mientras tanto yo prepararé los utensilios.

      Thaldirg asiente y amarra con fuerza las cuerdas.

      Humano grita aterrorizado: ¡De-de–de-jadme ir! ¡Psi-si-si có-copa-tas!

      Bhakzhosk ríe mientras dice: Encima tartaja, grita todo lo que quieras, pequeñín, aquí nadie escuchará tus sollozos.

      Thaldirg dice: ¡Acepta tu destino, maldito terrorista!

      El sudor empieza a caer por la frente del Humano.

      Bhakzhosk coge un martillo y se acerca al Humano mientras lo limpia con un trapo.

      Bhakzhosk dice: Vayamos por partes… si contestas lo que quiero oír no pasará nada, sino, tendré que emplear mis artes de persuasión.

      Bhakzhosk sonríe sádicamente.

      Thaldirg sonríe malignamente, parece mentira que a un albañíl le seduzca tanto la sangre fresca.

      Bhakzhosk dice: Veamos… primera pregunta, ¿cuál es tu nombre?

      Humano dice: Yah-Yah-byr.

      Bhakzhosk dice: Muy bien, nos vamos entendiendo, ¿es sencillo, verdad?

      Bhakzhosk dice: Siguiente pregunta, ¿quién te envía?

      Yahbyr dice: Eso no-no pu-puedo decírtelo, ¡me-me matarán!

      Thaldirg dice: ¡Y si no contestas, te mataremos nosotros!

      Bhakzhosk levanta el martillo con decisión y lo impacta salvajemente contra los dedos de la mano derecha de Yahbyr. Un grito ensordecedor resuena en la sala.

      Yahbyr grita: AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

      Gotas de sangre salpican la cara de Thaldirg y este las relame.

      Bhakzhosk dice: Te lo voy a volver a preguntar, ¿Quién te envía?

      Yahbyr dice: Tli-tli-tliroth mi señor.

      Bhakzhosk dice: No sé quién es, la verdad.

      Thaldirg dice: Yo lo conozco, es un mercader ilegal que suele esconderse por las peligrosas calles de Keel. Ciertos rumores de que quiere hacerse con todo el comercio de Dalaensar recorren las tabernas la isla.

      Bhakzhosk dice: Ahá, ¿y por eso habéis venido a boicotear a Rutter?

      Yahbyr dice: Ru-Rutter ti-ti-tiene mucho po-poder, era un mo-mo-vimiento estrat-te-tégico, y la con-construcción del Co-coliseo favorece al mer-mercado de Anduar.

      Thaldirg dice con rabia: ¿Por esa razón vienes a boicotear mi trabajo? ¡Jamás he fallado en uno y este no será la excepción y menos por culpa de un mindundi como tú!

      Thaldirg propina una bofetada al prisionero.

      Bhakzhosk dice: Continuemos… lo estás haciendo muy bien. Por último, ¿dónde puedo encontrar a ese tal Tliroth? Por supuesto pagará con creces lo sucedido. Mi general ha confiado en mí para dejar la ciudad bajo mi custodia, mientras unos menesteres con los líderes de Ar’kaindia lo mantienen ocupado. No pienso tolerar esto y tendrá consecuencias.

      Yahbyr dice: Su pa-pa-radero es des-desconocido. El té en-en-cuentra a tí.

      Bhakzhosk coge una cuchilla afilada y sin mediar palabra realiza un tajo limpio sobre una de las orejas del prisionero.

      Bhakzhosk dice: ¿Además de tartamudo eres sordo? Te he dicho que si no respondes lo que quiero escuchar sucederán “cosas”.

      Thaldirg recoge la oreja del suelo y se la guarda en el bolsillo de los pantalones.

      Yahbyr grita: Yiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuh

      Yahbyr dice: Por fa-favor, So-sólo se que el Gras-grasiento, dueño de la ta-taberna de Keel, lo co-conoce per-so-sonalmente.

      Bhakzhosk dice: Entiendo, muy bien, pues eso sería todo. ¿Quiere usted preguntarle algo señor Thaldirg?

      Thaldirg niega con la cabeza.

      Thaldirg dice: Enviaré esta oreja a un amigo que tengo en Keel para que haga correr la voz de lo que le pasa a los que intentan boicotear al legendario constructor.

      Bhakzhosk sonríe ampliamente.

      Yahbyr dice: Mi int-intención no era…Antes de que acabase la frase, Bhakzhosk introduce un trapo sucio en la boca del humano para que no hable más.

      Bhakzhosk dice: Ya he tenido suficiente. Responderás ante el General cuando regrese, mientras tanto te pudrirás en una celda de la prisión.

      El interrogatorio llega a su fin, la información sonsacada por Bhakzhosk es de gran valor para la Guardia y sus planes. La mano derecha del General encierra a Yahbyr en una celda a la espera de que el General dicte sentencia.

      Mientras tanto Thaldirg indignado ahoga las penas esa noche en la taberna a base de licor y cerveza, al día siguiente será el último del plazo y aún ha de acabar la obra. No tiene la menor idea de como lo va a hacer sin los materiales necesarios que ahora no son más que ceniza.

      ¿Cómo continuarán los sucesos cuando el Sol salga por el horizonte en un nuevo día?

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