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5 de Yeslie del 106 Era 4ª
Hoy he tomado la determinación de comenzar este diario. He pensado que las generaciones venideras, cuando mi nombre, Ethorin, sea ensalzado y alabado por ser uno de los mayores genios de la historia, el único capaz de rivalizar con los mismos dioses, querrán saber de dónde vengo, mis éxitos y también mis fracasos, que seguramente los tenga también, en el camino que me he marcado, que es emular a los propios dioses y crear vida.
Nací en el seno de una familia humilde en el reino de Kattak. Mi destino, era el mismo de toda mi familia, vivir de manera humilde sirviendo a los poderosos que a su vez sirven a los enanos. Mis padres regentaban una modesta panadería donde los ricos mercaderes de Kattak, cuya riqueza provenía del comercio con los distintos reinos de los bienes extraídos de las minas de Kheleb, compraban el pan que después se llevaban a sus casas.
Yo los contemplaba desde la trastienda, con sus ricos ropajes, mientras compraban bollos y dulces a sus hijos, esos que yo, pese a que mi padre era quien los cocinaba, tenía prohibido comer, dado que eran caros de realizar y no nos sobraban los recursos. Cada día al terminar mis clases ayudaba a mi padre a preparar la masa de los bollos que se hornearían al día siguiente, y cada día miraba con envidia como los niños ricos se relamían los dedos con el fruto de nuestro trabajo.
Empecé a entender como funcionaba el mundo de muy joven, cuando le pregunté a mi padre porqué yo no podía comerme los bollos que nosotros cocinábamos. La respuesta era sencilla, porque no podíamos permitírnoslos. Mi siguiente pregunta obvia fue porque no podíamos permitírnoslos, a lo que él me respondió que no teníamos mucho dinero, y a lo cual yo le pregunte porque no ganábamos más. Estaba claro que trabajábamos más que ellos, nos levantábamos cuando ellos aún dormían, y terminábamos de trabajar cuando ellos ya habían vuelto a sus casas y estaban con sus familias, pero el pan como explico mi padre no era un negocio demasiado rentable, no en una ciudad donde los precios se fijaban en base a la capacidad económica de mercaderes que comerciaban con mithril y piedras preciosas. Le exhorté a que cerráramos la panadería y nos dedicáramos a lo mismo, si así ganaríamos más dinero y trabajaríamos menos ¿Para que seguir manteniendo una triste panadería? Recordaré la frase que me dijo toda la vida, porque sería la que me hizo comprender el mundo y la que me ha llevado al día de hoy. Porque no somos nadie importante, hijo, somos simples panaderos y los enanos no dan sus gemas a simples panaderos, solo a familias conocidas que llevan generaciones y generaciones trabajando con ellos. Recordaré su triste sonrisa mientras me estampaba esa cruda realidad en la cara. Jamás le diría algo así a mi hijo, yo si sería recordado
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6 de Yeslie del 106 Era 4ª
Tenía 14 años la última vez que vi a mis padres. A esa edad tuve que huir de Kattak para nunca volver, dado que ahí solo me esperaba la muerte. Desde que tenía unos 9 años habría descubierto que los niños de la clase menos pudiente de Kattak tenían una característica innata a su clase social. La invisibilidad. Éramos totalmente invisibles para los ricos mercaderes, siempre y cuando nos mantuviéramos alejados de las zonas caras de la ciudad y por supuesto de sus propios hijos. Podías cruzarte con ellos que sus ojos se dirigían inmediatamente al otro lado de la calle, como si no existieras. Así que aprovechando nuestra invisibilidad, me dedique a robarles.
Cada día me paseaba por el mercado, sisando algunas monedas de sus abultadas bolsas. La técnica era sencilla, simplemente te acercabas a ellos andando y en el momento en el que apartaban la mirada para evitar entrar en contacto visual contigo, alargabas la mano hacia su bolsa. Nunca la robabas enteras, simplemente deslizabas dos dedos dentro, los cerrabas y pillabas lo que podías. A veces eran algunas monedas de cobre, y otras de platino. En cualquier caso, te quedabas con más dinero del que tenías y ellos ni se enteraban. Era una forma fácil y discreta de incrementar mi inexistente capital. Lógicamente en Kattak no son unos salvajes, no te sentencian a muerte por sisar unas monedas, el problema vino el día que mis dedos en vez de atrapar unas monedas atraparon un papel.
Me encontraba como siempre deambulando sin rumbo por las calles, cuando vi a uno los comerciantes más ricos de la ciudad. Me dirigí hacia él sin dudarlo, ya que el cobre no mancillaba la calidad de su bolsa, esa bolsa solo contenía platino. Al retirar mis dedos de ella, contrariado, noté la textura del papel, continué mi marcha y al doblar un recodo miré cual había sido la frustrante recompensa de mis esfuerzos.
Recuerdo desdoblar el papel y leer sus frases, pues pese a que era hijo de un panadero, si sabía leer. La mayor parte de papel lo ocupaba una tabla, en la cual se enumeraban una cantidad de piedras preciosas, así como una cantidad de ellas. Después del papel, escrito con la regia letra de los enanos, aparecía la fecha de la entrega y el carretero que traería la mercancía. Por último, aparecían una cifra que tarde tiempo en reconocer, terminado en las siglas Plt. El motivo por el que tarde tiempo en darme cuenta a que se refería ese número es que jamás podría haber imaginado que semejante número podía ir relacionado con la moneda platino. En ese papel escrito aparecían miles de platinos, como la suma del valor de todas las gemas que componía el lote. Era más dinero del que jamás hubiera podido imaginarme. Por mi mente empezaron a pasar las imágenes de todas las cosas maravillosas y todos los lugares, para mi vedados, a los que podría acceder… Decidí, sin reflexionarlo demasiado, acercarme al lugar de la entrega en la fecha indicada, a ver si algo podía sisar.
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7 de Yeslie del 106 Era 4ª
Continuando con el relato que he ido contando estos pasados días, decidí encaminar mis pasos hacia ese almacén en la fecha señalada en la hoja que había robado. La verdad, por mi mente jamás paso la posibilidad de que el mercader la hubiera echado en falta, mi mente se cegó por la cantidad de dinero que aparecía escrita en la nota. Quizás si lo hubiera reflexionado con más calma no hubiera acudido, pero ello implicaría que hoy no estaría aquí, escribiendo este diario para dejar constancia de lo complicada que fue mi vida y de como yo, Ethorin, logre convertirme en lo más parecido a un dios que jamás ha pisado la faz de Eirea. Posiblemente estaría casado, en una vida mediocre, regentando la panadería de mis padres, sin más perspectiva de futuro que la cena que me esperaba al llegar a casa. Pero no fue así como ocurrió, así que a mis jóvenes 14 años encaminé mis pasos hacia ese almacén poco antes del crepúsculo.
El almacén se encontraba a las afueras de la ciudad, en una zona poco transitada y como casi todos los almacenes de la ciudad, dos guardias flanqueaban sus puertas con cara de aburrimiento.
Me agazape detrás de unas cajas dispuesto a esperar que se sucedieran los acontecimientos y pensando que igual en el transporte de las mercancías podía arrastrarme hasta el carromato y sisar alguna de las gemas. Jamás pensé que pudiera hacerme con todas.
El sol se fue poniendo lentamente y al filo del crepúsculo una columna de hombres armados apareció por la carretera protegiendo lo que parecía una sencilla carreta tirada por cuatro caballos, en la que un enano vestido de acero sujetaba las riendas con la confianza que te otorga el ser perfectamente consciente de que puedes defenderte de cualquier imprevisto de manera capaz.
Del almacén salió el rico comerciante al que le había escamoteado la nota los días previos y, deshaciéndose en reverencias, se acerco al cabestrante donde se encontraba el enano que en ese momento bajaba a tierra con un pesado salto. Entre chocaron sus manos y el comerciante dirigió unas breves palabras al capitán de la escolta del carromato. Este a su vez, grito una seca orden a sus guardias los cuales se desplegaron por la zona mientras aferraban sus lanzas con fiereza.
Ese movimiento me pillo desprevenido y por primera vez caí en la cuenta de que el comerciante podría haberse dado cuenta de la sustracción de la nota, y un sudor frío recorrió mi espalda.
Mientras los guardias se desplegaban por la zona me vi acorralado en mi pequeño escondrijo rezando por que mi presencia pasara inadvertida a los guardias. Por suerte, así fue y tomando posiciones en las entradas del callejón empezaron a montar guardia.
El enano y el comerciante se adentraron el almacén dejando a dos guardias con la carreta. Decidí que era mi momento de pasar a la acción y ocultándome entre las cajas vacías conseguir ir acercándome a la carreta hasta llegar a sus ruedas. En ese momento el mercader y el comerciante salieron del almacén y encaminaron sus pasos hacia ella, así que decidí meterme debajo y engancharme a su eje mientras esperaba que los mozos empezarán a descargar la mercancía.
Grande fue mi sorpresa, cuando el enano volvió a subirse a la carreta y con un chasquido de las bridas, puso a los caballos al paso, dirigiéndose dentro del almacén conmigo enganchado debajo.
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8 de Yeslie del 106 Era 4ª
Al entrar en el almacén, desengancharon los caballos, y dejaron el carro en el centro mientras leían el manifiesto de la carga. Al primer descuido que vi, me deslicé fuera de mi escondrijo y me oculté en la penumbra del almacén entre cajas y demás bártulos. El ocaso paso y callo la noche mientras el comerciante y el enano revisaban la mercancía de caja en caja. Ha esta hora mis padres ya deberían estar preguntándose donde me encontraba, aunque tampoco se extrañarían demasiado, porque si bien no era habitual, a veces me gustaba corretear por las noches en compañía de los hijos de otros mercaderes poco relevantes de la ciudad.
Poco a poco, fueron recorriendo caja a caja mientras el enano hablaba y el comerciante miraba la carga con ojos codiciosos, sin duda pensando en los beneficios que le reportaría. Cuando terminaron de hablar el comerciante fue hacia uno de los laterales del almacén y cogió un cofre de tamaño mediano. Lo planto a los pies del enano y el resplandor del oro emano de él alumbrado la cara del enano. Rápidamente este empezó a sacar monedas y a formar montañas con ellas, sin duda contando si el pago estaba completo.
Tras 10 minutos contando monedas el enano quedo satisfecho y volviendo a dejar las monedas en el cofre, hizo un gesto a los mozos para que descargaran la mercancía. Cuando se dirigían hacia las cajas el mercader hizo un gesto señalando una segunda carreta que estaba en uno de los laterales del almacén, y los mozos empezaron a apilar las cajas dentro de esa segunda carreta. Una vez hubieron acabado, trajeron cuatro caballos los cuales colocaron en el tiro de la carreta, disponiéndola para su marcha. De vez en cuando algunos retablos de la conversación entre el humano y el enano llegaban a mis oídos, y lo que recuerdo es que había un pedido urgente de Anduar y el cochero partiría con el pedido al rayar el alba.
El enano volvió a subirse a su carreta y volviendo a entrechocar las manos con el comerciante puso los caballos al paso. El comerciante a su vez se dirigió a uno de los guardias y le entro una llave. Después, grito una orden a todo el personal del almacén que se dirigió hacia la salida mientras el guardia se acercaba por detrás de ellos a las puertas. Una vez hubo salido todo el mundo, el guardia, giro la llave en el ojo de la cerradura encerrándonos a los dos en el almacén con el cofre.
El pánico se apodero de mi al encontrarme encerrado y sin salida, y no porque me encontrará con un guardia armado en un sitio del que no había escapatoria, sino porque en unas horas debía levantarme a ayudar a mi padre a preparar la hornada del día siguiente.
A esa edad tu mayor miedo no es la muerte, sino una regañina de tus padres.
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9 de Yeslie del 106 Era 4ª
La noche fue cayendo sobre el almacén mientras esperaba. Una vez superado mi ataque de pánico, mi mente pudo ponerse a funcionar y analizar todo de manera más pausada. Tenía una prioridad, salir de ahí, y en segundo lugar intentar llevarme alguna de las gemas, para que el esfuerzo hubiera merecido la pena.
Para lo primero era prioritario, esperar. Esperar a que el guardia se pusiera cómodo y se relajase, que las horas fueran discurriendo lentamente y bajase la guardia. Ese sería mi momento de actuar.
Con el discurrir de la noche mis predicciones fueron exactas, y el guardias, vigilante y paseante al principio acabó relajándose y apoyando su espalda contra el lateral del carromato. Una hora después flexionaba las rodillas de cuando en cuando, quejándose de las guardias y sus rodillas cansadas, hasta que finalmente acabo sentándose en el suelo, relajando las piernas y encendiéndose una pipa con su pequeño candil de aceite.
Imaginando que era a lo máximo que podía aspirar, dado que ni por un momento se me paso que el guardia pudiera dormirse, me fui deslizando lentamente fuera de mi escondrijo. Durante todas las horas que había pasado en el almacén no había visto ninguna salida accesible, y ahora, mientras el almacén se encontraba en una completa oscuridad únicamente rota por el lúgubre resplandor de una pequeña lampara de aceite no podía aspirar a encontrarlo. Así que mi única salida pasaba por quitarle la llave al guardia y salir por la puerta. Podía ser lo suficientemente optimista para pensar en que el guardia podía no enterarse mientras le escamoteaba la llave, pero de ninguna manera era posible, que me plantase en la puerta justo delante de sus narices, descerrajara la pesada cerradura, y abriese la puerta sin que el se alarmase, así lo primero que tenia que hacer era dejarlo inconsciente.
Agarrando un aparejo metálico que estaba apoyado cerca de mi escondrijo, no logro recordar ni lo que era, me deslice lentamente y en silencio hacia el guardia, que continuaba fumando su pipa con calma. Lo que más recuerdo de aquel día es el sonido de mi propio corazón, que pensaba que latía tan fuerte que el retumbar de este sobre mi pecho alertaría al guardia antes que mis pasos.
Por suerte no fue así, y conseguí llegar a la parte trasera del carromato sin que se percatase de mi presencia, y aquí comenzaba la parte difícil.
Era consciente de que era totalmente imposible que no me detectará una vez entrase dentro del radio de acción de la luz del candil así que me tocaba moverme deprisa y de manera certera. Lo primero que hice fue alejarme unos pasos de la carreta para obtener espacio, necesitaba que cuando me detectase ya estar en carrera para que el lapso de tiempo fuera el mínimo posible. Recuerdo cerrar los ojos y pensar respira tres veces, y luego otra vez más y luego otra, intentando retrasar lo máximo posible el momento de la verdad. Pero sabía que era inevitable así que abrí los ojos y pase a la acción.
La verdad es que lo que pensé cuando acabó todo fue, que fácil ha resultado esto! – ni se me paso por la cabeza la cantidad de cosas que podrían haber salido mal. Pero la verdad es que no salieron. En cuanto entre en el radio de luz del candil ya en carrera, el guardia aun tardo unos instantes en percatarse de lo que ocurría, tiempo de sobra para que llegase a su lado y descargara con todas mis fuerzas el objeto metálico contra su cabeza. Recuerdo la sonora nota que arranco le golpe, como un gong seco y retumbante. Pero cumplió su cometido, el guardia callo redondo y se sumergió en la inconsciencia.
Animado por mi éxito, lo primero que hice fue ir a la parte posterior de la carreta, a ver las joyas. Podría salir de allí con los bolsillos llenos de ellas, e intentar mejorar un poco la situación social de mi familia. Grande fue mi decepción al comprobar que las cajas no eran tal, sino cofres cerrados a cal y canto. Intente forzarlos, golpearlos y patearos sin conseguir ningún resultado más que una contusión en el dedo gordo del pie. Con un suspiro frustrado me aleje de ellos, y volví al guardia que aún seguía inconsciente, cogí la llave atada su cinturón y me dirigí a la puerta. En cuanto introduje la llave en la cerradura y la gire descorriendo el resorte que liberaría el picaporte me di cuenta del tremendo error que había cometido.
Había dos guardias, siempre había dos guardias en la puerta del almacén.
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10 de Yeslie del 106 Era 4ª
Recuerdo el pánico que sentí cuando escuché a los guardias aprestar sus armas mientras preguntaban extrañados que ocurría a su compañero del interior, pues este no debía abrir la puerta bajo ningún concepto hasta el alba. Retrocedí alarmado dejando la cerradura abierta y la llave metida dentro del ojo de esta, mientras miraba frenéticamente hacia los lados buscando un sitio donde esconderme. Al llegar de nuevo al carromato, mientras seguía mirando hacia los lados mis pies golpearon accidentalmente la lampara de aceite que alumbraba el almacén, desparramando su contenido por el suelo. Me gire hacia el lado contrario y me arroje sobre unos sacos en el mismo momento en que la puerta se abría y los guardias entraban en el interior con las lanzas prestas.
Creo que hay pocos combustibles que ardan tan rápidamente como la paja seca que se les da a los caballos para que pasten. En cuanto el aceite inflamado toco una brizna de esta, rápidamente prendió y se extendió por toda la paja creando una columna de fuego que fue saltando a las paredes, cajas, sacos y demás enseres que estaban allí almacenados. En cuestión de segundos se había desatado un infierno dentro del almacén.
Los guardias rápidamente arrojaron sus lanzas al suelo y fueron al pozo del centro de la plaza a carrear cubos de agua para intentar sofocar el incendio antes de que se extendiera. Las llamas llegaron a rozar el techo prendiendo este también haciendo que la columna de fuego empezará a ser visible desde el exterior.
El tiro de caballos atado al carro, aterrados por la visión de las llamas se encabrito y salió despedido hacia la puerta del granero casi arroyando a uno de los guardias que entraba en ese momento con un cubo en la mano y perdiéndose en la oscuridad de la noche. El ruido que provoco el carro tirado por caballos a galope por el adoquinado de las calles provoco que multitud de residentes de Kattak se despertarán y asomarán a sus ventanas a ver qué pasaba.
Los gritos de Fuego! Fuego! Se extendieron por la noche, y rápidamente una multitud se fue congregando entorno al almacén para intentar ayudar ya no tanto a sofocar las llamas del almacén sino a evitar que se extendiera a los edificios colindantes.
El ruido, la confusión y la muchedumbre me brindaron la oportunidad que necesitaba. Cogiendo un cubo que encontré tirado del almacén me deslicé fuera del escondite y salí del almacén tosiendo y corriendo hacia el pozo que si fuera uno más de los voluntarios que intentaban sofocar el incendio. Dejé mi cubo al lado del pozo y salí corriendo como alma que lleva el diablo perdiéndome en la oscuridad.
Conforme me adentraba en la ciudad y los ruidos iban disminuyendo empecé a respirar más pausadamente y grande fue mi sorpresa al encontrarme de golpe con el carro de caballos. Una persona había sido capaz de calmar a los aterrados caballos y ahora, se encontraba susurrándoles a los oídos mientras los acariciaba suavemente tratando de calmarlos. Se dirigió a mi al verme llegar y me pregunto si sabía a quien pertenecía el tiro. No identifique ni su cara ni su acento, así que presupuse que sería un aventurero de otras tierras que simplemente se encontraba de paso. Una brillante idea entro en mi cabeza, y le dije que si, que precisamente había salido en persecución del tiro de caballos que había huido en estampida al ver el fuego y que le agradecía que lo hubiera detenido para no tener que seguir corriendo detrás de él. El aventurero se alejo del tiro y despidiéndose se perdió en la noche.
Ahí me encontraba yo, con el carro lleno a rebosar de joyas, en mitad de Kattak. La prioridad era esconderlo sin duda, pero yo esperaba tener unas pocas piedras en mi bolsillo no un carro lleno, no sabía donde podía guardarlo. Se me ocurrió salir de la ciudad e ir al bosque nuevo de los alrededores, una zona poco transitada y sin animales salvajes donde podría dejarlos atados y mañana por la mañana, o mas bien dentro de unas horas, al terminar mis labores en la panadería ir a buscarlo y decidir qué hacer.
Me encamine hacia el bosque nuevo y aproveche que los guardias de la puerta oeste, una zona por la que no salían acudir enemigos, se habían dirigido a ayudar con las labores de extinción. Bordeé la ciudad y me dirigí al bosque nuevo, donde cerca de unas ruinas desenganché los caballos del carro y los ate a las columnas que por allí se encontraban.
Acto seguido, me encaminé de nuevo a la ciudad volviendo a entrar por la puerta este y me fui corriendo a mi casa, a meterme en la cama.
Recuerdo quedarme dormido con una sonrisa en el rostro pensando que iba a hacer con semejante cantidad de dinero.
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11 de Yeslie del 106 Era 4ª
Me despertaron los atronadores golpes de un puño contra la puerta principal de la casa, cuando aún solo llevaba una hora durmiendo. Somnoliento, me levanté de la cama y me dirigí hacia el pasillo de las habitaciones para cruzarme con mi padre que bajaba rápidamente las escaleras hacia la puerta principal, mientras mi madre temerosa observaba el pasillo desde el marco de la puerta.
Con disimulo observé escaleras abajo la puerta principal mientras mi padre la abría y dos guardias de la ciudad entraban en casa acompañados por el rico comerciante de gemas que había hecho el trato con el enano, y, observé mientras mi corazón se helaba el aventurero al cual había mentido para hacerme con el carro. Me agazapé más en la esquina de manera que no pudieran verme mientras escuchaba retablos de la conversación que mantenía mi padre con los guardias. Hasta mi llegaron varias palabras como ladrón, engaño mientras señalaba al aventurero, incendio, destrozo y, por último, momento en el que el corazón se me helo… asesinato. Mi padre miraba estupefacto mientras negaba con la cabeza, hasta que el también se quedo parado al escuchar la palabra asesinato.
Asesinato, como era posible, yo no había matado a nadie, pensé en ese momento hasta que caí en la cuenta de que al brillante plan que tenía en mi cabeza, se le había escapado un punto fundamental, que hizo que los demás cayeran bajo su propio peso. El guardia que había dejado inconsciente, estaba pegado al carro, el punto donde se iniciaron las llamas. Mis piernas flaquearon y resbale por la pared hasta que mi culo choco contra el suelo, mientras pensaba en las implicaciones. En Kattak el asesinato se pagaba con la muerte. Mientras recapacitaba sobre este hecho la conversación del piso de abajo subió de volumen. Los guardias explicaron que tenía que haber alguien más dentro del edificio, ya que no tenía sentido que el guardia de dentro hubiera abierto la cerradura para después volver y acostarse en medio de las llamas, habían ido preguntando a la gente de la plaza, la que había ido a ayudar a extinguir el incendio, si habían visto a alguien de fuera del vecindario y algunos habían dicho mi nombre, Ethorin el hijo del panadero. Después el aventurero se había presentado en el almacén, pues resultaba que era uno de los conductores que había contratado el comerciante para conducir su carro al día siguiente a Anduar, de ahí que tuviera tan buena mano con los animales, que había sido él quién había detenido el carro desbocado, sin saber que era el carro que él mismo tenía que conducir al día siguiente, y que un muchacho cuya descripción encajaba con la del hijo del panadero, cubierto de hollín y oliendo a humo se había acercado a él, y se había identificado como el dueño del carro y se lo había llevado. Recuerdo a mi padre bajar la cabeza y llevarse la mano a la frente como quien quiere negar lo evidente y como sus ojos se dirigieron escaleras arriba. Los guardias empezaron a levantar la vista también momento en el cual, volví a esconderme detrás de la esquina.
Tenía que huir y ya, me gire y me deslice por el pasillo y al llegar al umbral de mi puerta me encontré con la mirada de mi madre, por cuyas mejillas corrían sendas lágrimas. Era evidente que ella también había escuchado la conversación. Me quede mirándola durante un instante que pareció durar una eternidad mientras mis labios pronunciaban un mudo Lo siento. Girando la cabeza, me metí en mi habitación, corrí el pestillo y coloqué una silla bloqueando la puerta. Mientras recorría con la mirada mi habitación agarré un par de botas, y abrí la ventana. Recuerdo escuchar los golpes contra mi puerta mientras mis pies tocaban el pavimiento y huía en la oscuridad de la noche por las callejuelas. Al pasar por un establo cogí una cuerda y me dirigí a la muralla. Atando la cuerda a unas de las almenas la deje caer por la muralla y me deslice por ella. Cuando faltaba poco para que tocase el suelo un chasquido me alerto de que el nudo que había hecho había cedido, y mis huesos fueron a parar contra el frío y duro suelo en mitad de la noche. Me levante pensando que quizás aún me quedaba parte de mi suerte, ya que dejar ahí la cuerda hubiera sido como poner una señal de por donde había escapado. Mis pies se internaron en el bosque nuevo a todo correr hasta donde había dejado el carro aparcado. Mientras las luces de las farolas de aceite de la ciudad se iban encendiendo, el lento traqueteo de un carro al caminar resonaba por la senda de Durin camino de Anduar y camino de una nueva vida.
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12 de Yeslie del 106 Era 4ª
Si esto es un diario de mi vida, he de decir que aquí comenzó una segunda etapa de esta. Corría el año 92 de la cuarta era, y mis pasos se encaminaron a Anduar, la ciudad de los comerciantes, donde aceptan a todo el mundo.
He de decir, que la perspectiva de no volver a ver a mis padres no pesaba en mi corazón, dado que no la contemplaba. Con la cantidad de gemas que portaba en el carromato, podría instalarme cómodamente en la ciudad, montar mi propio negocio, y cuando estuviera establecido traer a mis padres de vuelta. Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba.
Si bien Anduar es una ciudad en la que cualquier persona puede acceder libre de los cargos que puedan perseguirlos en sus respectivas ciudades, tampoco movían un dedo si encontraban tus restos devorados por los buitres a dos pasos de la muralla. No se metían con las leyes de los otros reinos mientras no se metieran con las suyas. Además, la cantidad de rufianes por metro cuadrado era desproporcionadamente más alta que la de Kattak, y yo, a mis tiernos 14 años era presa fácil para cualquier intento de secuestro, robo o asesinato.
Comprendí entonces que la vida del prófugo es mucho más cara que la vida de un comerciante honrado y que quizás mi cargamento de gemas no sería suficiente para satisfacer mis necesidades. Además, debía vivir extramuros, porque solo los más ricos comerciantes, mercaderes, y antiquísimas familias de Anduar tenían residencia dentro. El resto teníamos que irnos a la cercana ciudad de Aladaen, que, pese a que pertenecía al reino de Anduar, los guardias de Nivrim no tenían jurisdicción ahí y por lo tanto no estaba protegida por sus severas leyes. Al final tuve que pagar una desorbitada cantidad de mis gemas por una pequeña casa que pusieron a nombre de otra persona. Comerciar con los rufianes de Anduar era caro, muy caro, además no pude evitar que vieran que había más gemas de donde habían salido estas, así que cada noche me metía en cama con miedo a despertarme con una daga en el cuello.
Al final decidí que era imperativo para mi ser capaz de defenderme, y por ello me puse manos a la obra. Lo primero que debía escoger era como debía defenderme. Me recuerdo sentado en una mesa mientras escribía una tabla con pros y contras de cada una de las posibilidades. Al final descarte la posibilidad de hacerme un fiero guerrero, dado que sinceramente me asustaba que me golpeasen, y también descarte la posibilidad de hacerme un cazador, dado que mi intención no era ir por ahí asesinando a gente, sino defenderme de quién me pudiese atacar. Decidí que el arte de la hechicería sería posiblemente la rama que más me interesaba, dado que veía también una buena posibilidad de amortizar los costes asociados a mi preparación. A guerrero mercenario, se le paga un misero jornal, pero para un hechicero los salarios son notablemente más altos, y ya me había dado cuenta de que no iba a ser capaz de sobrevivir solo con mi cargamento de gemas.
Me pase días en la puerta de la tienda de magia de Anduar, preguntando por hechiceros que admitieran alumnos a su cargo. Lógicamente muchos admitían alumnos, cada uno con su correspondiente tarifa y con su correspondiente especialidad. Al final me decante por un viejo hechicero humano, al cual la gente veneraba como una eminencia en sus años más jóvenes, aunque ya empezaba a chochear un poco. Su especialidad era la transmutación.
Tras llegar a un acuerdo con él mi cantidad de gemas se redujo notoriamente, viendo que apenas me quedarían recursos para unos cuantos años de vivir con cierta comodidad. Pero por primera vez en mi vida tenía un destino fijado que no fuera convertirme en el sucesor de mi padre al frente de la panadería. Hasta ahora solo había hecho conjeturas de que podría llegar a hacer, pero en el momento en el que le entregué el arcón lleno de joyas al hechicero, vi por fin mi destino. Sería un Transmutador.
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13 de Yeslie del 106 Era 4ª
Los siguientes años me los pase estudiando el noble arte de la alteración. Canalizar las energías mágicas para conseguir que estas alteren el estado de las cosas me pareció algo fascinante y me absorbió por completo.
Mi vida mejoro notablemente a lo largo de estos años. Los rufianes de Anduar ya no me daban miedo, especialmente desde que un grupo intentará robarme en mi casa mientras dormía, y de paso asesinarme, para evitar que pudiera presentarles problemas. Intentaron hundir la hoja de una afilada daga en mi cuerpo mientras dormía, pero esta rebotó contra el hechizo piel de piedra que llevaba siempre activo alrededor de mi cuerpo. Aún así el impacto me despertó y pude ver con satisfacción la cara de susto que ponían al descubrir que era un hechicero. Con unos pocos hechizos bien conjurados, sus cuerpos inertes cayeron al suelo de mi habitación. Después fui a comprobar el estado de las pocas gemas que aún me quedaban y se encontraban en perfecto estado.
También tuve un encontronazo con dos enanos que vagaban por los alrededores de Anduar. Pese a que ya había transcurridos varios años, descubrí que los enanos tienen buena memoria para las caras, especialmente de la gente que les roba. Por suerte, encanté mi propio cuerpo para obtener una velocidad sobrehumana y pude dejarlos atrás sin demasiada complejidad y resguardarme en Anduar. Antes de hacerlo por supuesto, les lance unos cuantos hechizos, pero los enanos de Kheleb no son como los rufianes, y pese a que muecas de dolor atravesaron su rostro cuando estos impactaron en su cuerpo, no parecían dispuestos a rendirse. Por lo menos les sirvió de aviso y para que corrieran la voz, no era un ladronzuelo cualquiera que pueden amedrentar en un callejón. Sabía defenderme y tenía recursos para hacerlo.
Pasados diez años desde que empecé mi formación ya dominaba todos los hechizos conocidos de la escuela de alteración, así como una gran cantidad de otras escuelas y ya trabajaba mano a mano con mi shalafi en los experimentos que a este le encantaba practicar.
Para mi desgracia, aprendí también una cosa. Los magos pese a que cobran más que un mercenario humano, tampoco cobran la cantidad de platinos suficiente para hacerse ricos, y los experimentos, si bien se pagaban mejor, tenían el problema de que había una feroz competencia entre los magos, lo cual disminuía sensiblemente los precios al haber mucha demanda.
Corría el año 103 de la cuarta Era cuando mi maestro súbitamente, murió. No quiere decir que muriera por causas naturales, ni nada así. Murió súbitamente porque uno de sus experimentos fallo y la bola de fuego que se generó consumió toda la carne de sus huesos. La parte mala es que el tenía los contactos de los clientes y el medio de generar riqueza, la parte buena es que había heredado un fantástico laboratorio, escondido en una cueva en las proximidades del bosque de Ucho, totalmente equipado.
Ese mismo día decidí que no debía dejarme envejecer igual que lo había hecho mi maestro, buscando desesperadamente el próximo contrato con el que llegar a fin de mes. Yo quería ser rico, así que me puse a pensar en formas de hacerme rico. Quién diría que al final encontraría la manera de hacerme rico y lo más parecido a un Dios que haya pisado Eirea.
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14 de Yeslie del 106 Era 4ª
Tardé casi un año en idear mi plan para hacerme rico. Quizás sea una de las partes más complicadas. Mis preceptos eran claros, si es algo cotidiano lo hace mucha gente. Si lo hace mucha gente hay mucha oferta, por lo tanto, el precio cae. Así que lo primero que me puse a pensar es que es necesario y que no sea fácil de encontrar. Esta fue la pregunta que estuve haciéndome meses y meses, mientras seguía cumpliendo pequeños encargados que me iban ayudando a llegar al final del día.
Como alterador, uno de los servicios más demandados que tenía era el de teleportación. No estaba muy bien pagado, a veces me dejaba exhausto, pero la verdad es que no tenia ninguna complejidad. Mi maestro me había teleportado a los lugares más demandados, después yo había memorizado al detalle esas zonas, y así podía teleportarme yo sin ningún problema.
Unas de esas zonas, posiblemente la más demandada era lo alto de una torre de Golthur, donde residía un legendario dragón negro llamado Mergandevinasander. Cada poco tiempo un grupo de aventureros decidía que el siguiente paso en sus aventuras era derrotar al famoso wyvern, y si bien algunos lo conseguían, muchos volvían malheridos y alguna que otra vez tuve que hacer el viaje de vuelta completamente solo.
Mi fantástica idea se me ocurrió en uno de esos días, en los que un grupo inusualmente pequeño me pidió si podía llevarlos a la Torre de Golthur, y acompañarlos a los niveles inferiores.
He de decir que nunca jamás había salido de la cumbre de la torre, por lo que me mostré dubitativo ante esa perspectiva. Los orcos tienen fama de ser luchadores bravos y no se toman a la ligera que los no invitados se paseen por su ciudad. De hecho, incluso los propios orcos tienen prohibido el acceso a los niveles superiores. Al ver mi mirada, se ofrecieron a cuadriplicarme la tarifa habitual que cobraba por teleportación, así que al final accedí. Siempre y cuando el dinero fuera por adelantado, así si la cosa se complicaba siempre podía escabullirme y volverme yo solo mientras ellos jugaban a las espaditas con los orcos.
Formule el hechizo y en unos instantes nos encontrábamos en la cúspide de la torre, y empezamos a descender por una interminable escalera de caracol hasta que llegamos a la base de la torre. Al salir de ella nos encontramos en unas frías azoteas, de piedra pulida por el viento. Nada más salir una pequeña patrulla orca que vigilaba el acceso a los niveles inferiores nos salió al paso, pero mis acompañantes los despacharon en un minuto.
Comenzamos a bajar por un entramado de túneles, hasta que, después de derribar una pared, accedimos al nivel 4 de la fortaleza de Golthur Orod. Ahí es donde querían ir mis compañeros, a acabar con la vida de un arcano que poseía un fantástico orbe rubí, y conversar con un antiguo Lich para entregarle un objeto a cambio de una suculenta recompensa.
Por el camino del nivel 4 de Golthur fuimos asaltados por unos orcos que empezaron a atacarnos con un gran salvajismo, y para mi sorpresa, a formular hechizos mientras lo hacían.
Con algo más de trabajo que con los guardias anteriores, mis compañeros fueron capaces otra vez de acabar con ellos, pero me pareció fascinante como había gente capaz de formular y atacar con ese salvajismo al mismo tiempo.
Recuerdo que me dijeron que no eran malos hechiceros, pero que nunca conseguirían prosperar en esa rama debido a su escasa inteligencia, por lo tanto, se limitaban a aprender unos hechizos menores y a combinarlo con el ansía de sangre propia de los reinos anárquicos.
Y en ese momento, surgió mi idea.
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15 de Yeslie del 106 Era 4ª
Recuerdo mi excitación al volver de viaje, y haber visto claramente cual era mi destino. Los dejé a todos en la ciudad de Anduar, y rápidamente volví a mis aposentos en Alandaen para idear un plan y la que sería mi hoja de ruta en los años venideros.
Estaba claro que para un plan tan ambicioso como el que tenía en mente no podía admitir distracciones superfluas como buscar pequeños contratos para seguir manteniéndome, así que lo primero que hice fue mirar mi menguante depósito de gemas.
Realicé una rápida cuenta y me di cuenta de que me quedaban gemas suficientes para sobrevivir sin demasiados lujos durante unos pocos años. Me pareció suficiente, además me parecía un aliciente para trabajar con mayor ahínco.
Durante los años que había trabajado con mi shalafi, alguno de los experimentos que habíamos realizado consistía en el cruce de especies. Muchas veces ni siquiera eran encargos de algún cliente, los realizaba mi shalafi porque pensaba que podría obtener mejores beneficios que con trabajos normales por encargo.
Normalmente dos especies distintas no pueden combinarse debido a que su misma esencia es incompatible, no es posible mezclar por ejemplo un jabalí con un lobo o un oso. Mi shalafi descubrió unos complejos encantamientos que permitían alterar levemente la esencia de una criatura para hacerla compatible con otra, y a partir de ahí, se realizaba prueba y error. Es decir, ibas probando a modificar pequeños fragmentos de una criatura y de la otra de manera que encajasen y en el cruce conservarán los atributos que buscabas de cada una de las especies. A veces los resultados eran infructuosos, pero otras veces eran soberbios.
Quizás ahora, mientras leéis este diario os preguntéis para que alguien querría hacer eso, pero es porque no estáis viendo todas sus posibilidades. Imaginaos que tenéis un perro increíblemente leal, inteligente y que es un pastor excelente para vuestras piezas de ganadería, pero el problema es que vivís en Kattak y cuando pastoreáis cerca de los bosques de Zelthaim, osos y lobos salvajes intentan devorar a vuestras reses. Vuestro perro, es posible que sea leal, y valiente pero no puede compararse con un oso o un lobo de Zelthaim, conocidos por su tamaño y ferocidad. Ahí es donde interveníamos nosotros. Capturamos unos cuantos sabuesos infernales de las tuéneles de magma que se asientan debajo de las ciudades de Golthur y Ancarak y comenzamos a intentar combinar la esencia de vuestro perro, con el tamaño y la ferocidad de los sabuesos infernales. Tras arduos meses de experimentación conseguimos nuestro objetivo. Fuimos capaces de crear un perro tan inteligente, leal y buen pastor como el original, pero tenía el tamaño y la ferocidad de un sabueso infernal. Recuerdo lo entusiasmados que estaban los ganaderos de Kattak cuando se lo mostramos. El problema es que seguían siendo ganaderos, así que tampoco podían pagar sumos exorbitadas de dinero por un animal, porque sencillamente… no tenían dicha suma.
Quizás ahora empecéis a atar cabos sobre como se desarrollo mi idea. En mi último viaje, uno de mis clientes había comentado que el problema que tenían las criaturas anárquicas consistía en que no eran demasiado inteligentes, y que su ferocidad los alejaba de la instrucción arcana en aras de las armas para derrotar a sus enemigos.
¿Cuánto sería capaz de pagar el caudillo de Golthur, por una raza que conservando toda su ferocidad fuera lo suficientemente inteligente para completar su instrucción arcana? Esa raza complementaría las hordas anárquicas en su punto mas vulnerable, y los alzaría por encima de las demás razas.
Lógicamente el trabajo sería duro y me esperaban ya no meses sino años de experimentación. La esencia de los animales era mucho más simple que las de una raza más inteligente, por ello el periodo de prueba y error sería más largo. Pero si lo conseguía, o más bien, cuando lo consiguiera habría hecho algo que solo los dioses pueden hacer. Crear una raza nueva.
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16 de Yeslie del 106 Era 4ª
Para crear un cruce entre especies lo primero es disponer lógicamente de las propias especies que quieres combinar. Hasta ahora solo había trabajado en combinar distintas especies animales, por lo tanto, disponíamos de pequeñas jaulas (algunas no tan pequeñas) donde encerrarlas.
Al querer combinar dos razas inteligentes, lo primero que tuve que hacer es reforzar la seguridad del laboratorio, las jaulas deberían estar selladas y sin posibilidad de que las criaturas escapasen, por lo que reforcé los barrotes, y añadí cerraduras a todas las jaulas.
Una vez realizado ese proceso, lo primero que necesitaba era determinar que especies debía combinar. El objetivo era crear una raza con la ferocidad y el ansia de las razas anárquicas, y que a ser posible mantuviera una buena parte de su apariencia y atributos físicos, para disminuir el rechazo que pudiera generar ante los anárquicos, pero que tuviera una prodigiosa mente e inteligencia para que pudiera prosperar en sus estudios mágicos.
En cuanto a la raza que incorporará la mente prodigiosa, rápidamente me decidí por un Gnomo. Sin duda era la raza más inteligente de toda Eirea, y dado que su esencia iba a ser rebajada por la mente de una raza anárquica, cuanto más inteligente fuera de base mejor sería el resultado. La raza anárquica en cambio era más compleja de encontrar. De buenas a primeras descarte los orcos y semi-orcos, ya que los veía demasiado brutos y muy poco delicados como para manipular los componentes necesarios para la realización de hechizos. Eso también descartaba a los Gnolls, por unas razones bastante parecidas. Las opciones eran los kobolds y los goblins. Decidí investigar ambas razas y después tomar mi decisión.
Una vez llegado a este punto, lo siguiente era conseguir un espécimen de cada una de las especies, para a través de un encantamiento que irremediablemente mataba a la criatura, poder ver las esencias de cada ser, comprarlo y trazar unos esquemas de que modificaciones se debían hacer para que estas encajaran.
El gnomo fue muy sencillo de capturar, abundaban por el camino que se extiende desde Urlom al poblado de Ormeion, y hacia ahí me encaminé. Encontré a un gnomo aislado y despistado al cual le hablé de un maravilloso artilugio que había diseñado, pero que necesitaba ayuda para acabar los planos. En cuanto le dije que funcionaba mecánicamente a base de vapor, el gnomo estuvo encantado de acompañarme. En cuanto puso un pie en mi laboratorio, lo sumí en un encantamiento de sueño y lo pude encerrar sin problemas en una de las jaulas.
El goblin y el kobold me plantearon más problemas, ya que esas razas suelen atacar primero y preguntar después. Por suerte, parapetado con mis hechizos, fui capaz de derrotar a ambos, uno en las proximidades de Mor Groddûr y otro en los túneles que conducen a Ancarak. Una vez los derroté, pero sin llegar a matarlos, me teleporté con ellos sumidos también en un sueño mágico a mi laboratorio y comencé el primer experimento.
Al analizar las esencias del goblin y del kobold, descarté el segundo casi de manera inmediata. El kobold, en su esencia, poseía unos rasgos propios de los canidos, lo cual complicaría mucho el proceso de combinación entre él y el gnomo. Así que al final, me decanté por un híbrido entre Gnomo y Goblin. Decidí que la nueva raza que pisaría los reinos se llamaría Gnoglin.
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17 de Yeslie del 106 Era 4ª
Antes de continuar con la historia creo que es interesante que se conozca un poco en que consiste la combinación de especies.
En esencia la combinación de especies, es el estudio de las esencias. Cada ser tiene una esencia distinta que la hace única y le confiere las características propias de su raza. Lógicamente, cada individuo tiene un valor mayor o menor en cada uno de los aspectos de esta esencia, pero en términos generales son más o menos iguales. Cuando dos miembros de la misma raza procrean, las esencias de ambos se unen, dando lugar a un nuevo ser. Estas esencias se unen debido a que están preparadas para “encajar”, para no entrar en términos especialmente complejos que sin duda los lectores no entenderían, la una con la otra.
La combinación de las especies se basa en tres hechizos que desarrollo mi shalafi y que, a día de hoy, nadie que no sea yo conoce. El primero de ellos, permite extraer la esencia de un cuerpo y mantenerla en una especie de estado etéreo. El cuerpo pierde su esencia y por lo tanto muere, pero esta no se diluye. El segundo hechizo, el cual solo un alterador experto sería capaz de realizar, consiste en alterar la esencia de manera que su forma, y sus posibilidades de combinación muten. El tercero, permite introducir la esencia en un cuerpo que tenga poco tiempo de vida, permitiendo que las esencias se combinen y modifiquen su propia estructura. Es importante que el cuerpo tenga poco tiempo de vida, para que acabe de formarse con la nueva esencia, ya que, aunque el hechizo fuerza la combinación y en pocos días los rasgos y atributos de la criatura adoptan los valores de la nueva esencia combinada, un cuerpo que ya se ha adaptado a su esencia suele rechazar el cambio matando a su huésped y destruyendo la esencia combinada.
La gran complejidad del proceso se basa en la modificación de la esencia, debido a que si se desean mantener los rasgos característicos de la esencia original, estas modificaciones deben ser sutiles y lo menores posibles para hacerlas combinar, sino los atributos que intentas introducir en la nueva raza se perderían.
Así pues, comienza un periodo de prueba y error en el cual vas introduciendo pequeñas modificaciones para ver si las esencias se combinan. Y una vez consigues que se combinen compruebas si las modificaciones que has introducido no han echado a perder los atributos que deseabas conservar. A modo de ejemplo, si quiero combinar un perro increíblemente fiero, pero poco inteligente, con una raza muy inteligente pero mansa, es posible que con las modificaciones introducidas elimines la fiereza del perro y potencies su falta de inteligencia y al final acabes teniendo un perro poco inteligente y manso.
Imagino que estaréis haciendo ya cábalas de cuantísimas muertes puede llegar a ocasionar este periodo de prueba y error, pero antes de que me tachéis de monstruo, deciros que no es así. Mi shalafi desarrolló un cuarto encantamiento el cual permite intentar combinar dos esencias en estado etéreo para ver si la combinación funciona o no, además te permite contemplar la esencia combinada, y si conoces como se manifiestan en esa esencia los atributos que quieres potenciar, comprobar si los rasgos que querías salvaguardar se mantienen. Eso permite que el número de criaturas que se deben sacrificar para este periodo de prueba y error se reduzca mucho. Las esencias no pueden permanecer en estado etéreo de manera indefinida, es cierto, pero fácilmente pueden llegar a aguantar un mes, incluso dos, si el ejemplar de la especie era joven. Dado que es un trabajo laborioso el número de intentos de combinación se cuenta por cientos, y sin este encantamiento cada intento significaría dos nuevos sacrificios. Tampoco es que me importase demasiado debo decir, todo el mundo sabe que el progreso exige sacrificios, pero para mi shalafi preservar la vida era algo importante (aunque él realmente nunca experimento con razas desarrolladas, solo con animales) así que este hechizo facilitaba las cosas. Además, sino tendría que capturar varias criaturas diariamente para los experimentos, y así me limitaba a hacerlo una vez al mes.
Espero que ahora, querido lector, entiendas mejor la magnitud del proyecto que iba a llevar acabo, antes de proseguir con la lectura de mi diario.
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18 de Yeslie del 106 Era 4ª
Así pues, me metí en la rutina de capturar un gnomo en el desfiladero de Urlom y un goblin en las proximidades de Mor Groddûr una vez al mes. Nada más los tenía a ambos en el laboratorio, y para ahorrarme tener que cuidar prisioneros, ejecutaba el primero de los hechizos sobre ambos, obtenía sus esencias, las dejaba en estado etéreo y me iba a descansar. Durante el resto del mes me dedicaba a modificar las esencias del gnomo para que pudiera encajar con el cuerpo del goblin.
Los aspectos físicos fueron fáciles, ambas razas tienen varías similitudes físicas. Aunque los gnomos sean algo más robustos, ambos tienen la misma talla y una complexión física similar, por lo que el cuerpo anfitrión no debería experimentar unos cambios excesivamente grandes como para rechazarlos. Además, me interesaba que el cuerpo anfitrión conservara la mayor cantidad de sus atributos, dado que así el rechazo que pudiera causar al presentarlo en la sociedad anárquica fuera menor.
Lo más complicado sin duda fue la combinación de los aspectos psicológicos y cognitivos. Como ya había citado, hasta ahora solo había realizado cruces entre razas animales, dentro de la misma especie. Por ello, los aspectos generales de la psique eran bastante similares, y únicamente se debía modificar los valores que querías potenciar. Si querías obtener un perro dócil pero muy agresivo, buscabas la raza más agresiva de perro posible para combinarla. Eso hacía que, en su esencia, la agresividad destacase por encima de los otros aspectos y era fácil localizarlo y manipularlo.
En cambio, descubrí con desagrado que en las especies más desarrolladas esos aspectos no destacan tanto y varían mucho de un individuo a otro. Quizás un gnomo pueda ser increíblemente inteligente, pero al mismo tiempo increíblemente bondadoso, eso hace que en su esencia quizás destacase más la propia bondad que la inteligencia, lo cual me provoco grandes quebraderos de cabeza.
Tardé casi un año un ser capaz de localizar con relativa velocidad, al contemplar las esencias, aquellos aspectos que me interesaba potenciar en la esencia del gnomo, cosas como su inteligencia, su capacidad de concentración, su tenacidad… A partir de ahí, mi periodo de prueba y error se hizo mucho más dinámico y empecé a realizar varias pruebas a diario combinando ambas esencias.
Muchas veces creí que tenía la combinación perfecta, pero después me pasaba días contemplando mi obra y descubría alguna pequeña imperfección que echaba a bajo mis planes. Dado el esfuerzo que había dedicado en esto, me negaba a que un mínimo desperfecto pudiera empañarlo. Esta será mi primera creación, pero sin duda la seguirán muchas más cuando mis éxitos lleguen a los oídos del mundo. Debe ser perfecta.
Gracias a mi perseverancia, mis esfuerzos han tenido éxito y he conseguido obtener la esencia adecuada en todos sus matices. Durante estas últimas semanas he estado mirándola y contemplándola y es sencillamente perfecta. Mi trabajo está concluido.
Hace unas pocas semanas he capturado a los dos seres que he elegido para mi obra. Por suerte para mí, los gnomos son bastante locuaces en cuanto les preguntas un poco, y muchos de ellos coincidieron en que uno de los gnomos más inteligentes de su raza se encontraba ahora realizando experimentos en la arboleda de Kattak en solitario. Pese a que fue arriesgado para mi integridad física, me adentre en ella y ahora permanece vivo y capturado en una de las celdas. En cuanto a la goblin, he encontrado una cuya agresividad y capacidades homicidas son legendarias y que se encontraba en un estado avanzado de embarazo. Por suerte conseguí dormirla y traerla a mi laboratorio, y ahora permanece gritando mientras escribo estas líneas debido a que los dolores del parto empiezan a hacer mella en ella.
He aprovechado estos días mientras esperaba a que la goblin estuviera lista para dar a luz para escribir este diario, y hoy parece que al fin llegará el día.
Hoy comienza una nueva vida para mí, y una nueva era para Eirea. El día del mañana, cuando se hablé de mis gestas, se sabrá que hoy fue cuando comenzó todo.
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23 de Yeslie del 106 Era 4ª
Como ya sabía, ha sido un completo y rotundo éxito.
En cuanto la goblin rompió aguas preparé la esencia del gnomo para su combinación. He de decir que los otros gnomos no se equivocaban, la inteligencia de este gnomo era la mayor con la que he tratado desde que empecé a realizar estos experimentos. Realice la manipulación necesaria sobre la esencia para poder albergarla en el cuerpo del bebe y me puse a esperar a que este naciera.
Como la vida de la goblin no significaba absolutamente nada, en cuando el pequeño empezó a asomar, raje el vientre de la goblin para ayudarle a salir sin percances y después la degollé. Acto seguido puse al recién nacido goblin debajo de la esencia y empecé a recitar el conjuro que transportaría la esencia de este dentro del cuerpo del recién nacido.
He de reconocer que, aunque estaba seguro de mi éxito, tenía la respiración acelerada y mi corazón latía furioso en mi pecho mientras la esencia poco a poco iba bajando hacia el bebe, y adentrándose en su cuerpo. Después el niño se puso a berrear con fuerza, aunque creo que es porque debe de causarles dolor cuando las esencias se combinan. Una vez terminado el proceso, todo quedó en calma y me puse a esperar.
Hay dos momentos claves en este proceso, el primero es justo cuando las esencias se intentan combinar, dado que, si hubiera cometido algún error, estas no se combinarían, y se perdería la esencia del goblin.
Por suerte este lapso de tiempo es rápido, y al cabo de unos pocos minutos suspiré aliviado. Las esencias se habían acoplado por lo tanto podía decir de manera categórica que lo que tenia delante no era un goblin, sino que era el primer Gnoblin.
Ahora me quedaba esperar unos pocos días a ver si el cuerpo, al empezar a experimentar los cambios, no la rechazaba.
Hoy ya puedo decir que no lo ha rechazado y empezar a realizar las primeras anotaciones que he visto en su cuerpo. Dado que es un recién nacido, no puedo saber cómo será su desarrollo, pero hay un cambio que si he notado y que ya puedo describir. El color de su piel, el color verde intenso propio de los goblins, ha perdido gran parte de su tono quedando un color verde mucho más pálido. Por suerte no se ha ido del todo, por lo que no espero que cause rechazo el hecho de que este color sea mucho más tenue que el de cualquier otro goblin.
Ahora comienza otra etapa, sin duda mucho más aburrida que es la de criarlo.
Al ser un recién nacido por ahora no hace nada más que comer y dormir, pero conforme vayan pasando los años, empezaré a formarlo y orientarlo hacia mi objetivo.
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7 de Kailiod del 112 Era 4ª
Mi criatura tiene ya 6 años y decidí llamarla Gaanynk.
No he realizado más entradas en este diario dado que las pocas que podía a realizar eran demasiado escasas para poder hacer un reporte en condiciones.
Ahora ya pasados 6 años puedo realizar las primeras anotaciones ya más fehaciente de su evolución.
En cuanto su aspecto físico, se puede decir que esta criatura ha heredado la mayor parte de los atributos de su madre, tal y como yo deseaba, si bien los rasgos del gnomo se dejan entrever entre las líneas de la sangre goblin. Para empezar, como cite anteriormente su color se ha quedado en un verde pálido, parecido al de las manzanas verdes, aunque quizás tiene lo que se podría describir como un verde enfermizo. No es que la criatura no este sana, en absoluto, pero su tono encaja con ese color.
De los demás atributos físicos su estatura es la que corresponde a un cruce de dos razas de aproximadamente la misma altura, es decir, corta. Sus huesos no son tan finos como los de los globins lo cual le genera una mayor robustez, aunque sus músculos siguen siendo más bien pequeños como los de su rama materna. En cuanto su rostro, su cara y mentón son afilados, lo cual choca enormemente con su nariz, orejas, pómulos y ojos. Los tres primeros son mucho más redondeando y los ojos mucho más grandes de lo normal, mucho más propios de los gnomos que de los goblins.
En cuanto a su psique, creo que puedo afirmar que es un completo éxito. Los goblins suelen ser más bien cortos de entendederas, en cambio mi criatura posee una inteligencia excepcional. Quizás no sea tan inmensa como las de los gnomos, pero sin duda destacará por ella entre el resto de criaturas de Eirea. Igualmente posee una gran capacidad de concentración, análisis y estudio, lo cual ha demostrado estos últimos años siendo capaz de aprender a leer a la edad de 3 años, y a los 5 a formular los más sencillos encantamientos como cantrip o leer magia. Es ahora con 6 años en los que ha empezado a estudiar sus primeros textos mágicos, pero tengo grandes expectativas puestas en él y en su desarrollo.
En cuanto a los matices referentes a la agresividad, pese a que mi me trata con respeto, por la cuenta que le tiene, si he podido apreciar en gestos, comportamientos con los seres que considera inferiores como alimañas, una agresividad propia de las razas goblins. No parece cogerle cariño a ningún ser viviente de los muchos que moran en el bosque de Urlom, y más bien parece divertirle, capturarlos y matarlos mientras estos se retuercen de dolor. Igualmente parece que su sistema digestivo tolera sin ningún problema la carne cruda, por lo que en ese aspecto al igual que su madre, parece totalmente carnívoro.
He decidido que su instrucción por ahora no vaya enfocada hacia ninguna escuela de la hechicería, y que cuando cumpla la edad de 16 años y los lleve junto a sus futuros comprados estos decidan en que escuela deseen que se especialice.
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21 de Rutsel del 116 Era 4ª
Hoy ha llegado el día, hoy el mundo conocerá mi creación.
Pero creo que me estoy precipitando, y han pasado varios años desde mi última entrada, así que hagamos un rápido resumen antes de entrar en materia.
El desarrollo de la criatura, siguió exactamente los cauces establecidos. La criatura se ha hecho más inteligente con el paso de los años y domina a la perfección los hechizos más básicos que cualquier hechicero conoce. Además, la potencia de estos no tiene nada que enviar a la potencia de cualquier archimago con décadas de estudio. Estoy tremendamente orgulloso de ello.
Por lo demás sus características fijas se han mantenido exactamente iguales, únicamente decir que cuando le empezaron a salir la dentadura definitiva, los dos colmillos inferiores han crecido lo suficiente como para asomar y montar por encima del labio superior aun cuando tiene la boca cerrada. Creo que es un detalle que los anárquicos apreciarán dado que realza su lado más salvaje.
Sigue siendo bastante feroz y me ha costado muchas veces doblegarlo a mi voluntad. A veces parece que solo a base de castigos conseguía romper esa resistencia mental que ofrece contra sus superiores. De todas formas, no es un comportamiento que haya intentado corregir ya que, al igual que los colmillos, hará que los anárquicos lo acepten mejor entre los suyos.
Así pues, durante 6 años he mantenido, alimentado y formado a esta criatura. También le he permitido que utilizara pequeñas armas blancas de cristal y materiales no metálicos para que se fuera acostumbrando a ellos dado que es bastante probable que allí donde va le toque utilizarlos. Ha desarrollado un talento natural y una agilidad, que debo reconocer, sobre pasa las mía. Sin duda la esencia de su madre tiene mucho que ver en ello.
Quizás os deis cuenta de que había estimado dar a conocer a mi criatura a los 16 años y no a los 12, pero por desgracia no siempre salen las cosas como queremos. Mis cálculos de estimación monetaria fueron fieles hasta que me di cuenta de una variable no controlada. Ahora no era uno solo a comer, sino que éramos dos. Esto dio por tierra con toda mi economía y en los últimos meses me he visto obligado a volver a empezar a realizar pequeños encargos para poder mantenernos. Sinceramente me ha parecido humillante que yo, el que posiblemente pase a la historia como mayor transmutador de todos los tiempos, tenga que estar teleportando a aventureros de un lado para otro.
Por ello, y dado que al final solo voy a enseñarle la criatura a un atajo de ignorantes y catetos anárquicos, creo que con los 12 años que tiene ahora, y los conocimientos mágicos adquiridos será más que capaz de impresionarlos lo suficiente como para que vacíen sus tesorerías para mí. Cuando se deshagan en halagos hacia mi persona, les prometeré un par de machos y unas cuantas hembras más para que a partir de ahí puedan ellos mismos perpetuar su especie.
Por ello, estas son las últimas líneas que escribo antes de que toda Eirea conozca mi nombre. En una caravana de camino a la fortaleza de Golthur donde el caudillo me recibirá y me colmará de riquezas. Seguro que hasta me ofrece su laboratorio del tercer nivel como mi despacho privado y expulsar al drow que vive allí cerca para que yo me quede con su estancia. Estoy convencido que después de tantos años el drow debe haber acumulado una gran cantidad de artilugios mágicos que sin duda me serán de gran ayuda.
A partir de mañana, no necesitaré más este diario, ya que todos conoceréis mi historia y lo mantengo únicamente, porque he destruido y calcinado hasta los cimientos mi laboratorio de Ucho, dado que no volveré a ese cuchitril, y todas las formulas las he anotado en las últimas páginas de este diario. Por supuesto solo son para mis ojos, pero es la única copia que hay de ellas, y nadie más que yo, y quizás llegado el momento, aquellos jóvenes que, tras pagarme una suma desorbitada de riquezas, y demostrar un talento innato para la magia que no tenga parangón, conceda el honor de convertirse en mis aprendices. Pero eso será en un futuro, por ahora creo que me interesa más que solo yo conozca el secreto de la fusión de esencias.
Hoy es mi día, a partir de mañana mismo los bardos cantarán canciones por toda Eirea sobre mí.
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