Inicio › Foros › Historias y gestas › El encuentro.
-
AutorRespuestas
-
-
La blanca luz de la luna se derramaba por el bosque.
Podía sentir como mi brazo izquierdo estaba totalmente inutilizado.
Mis piernas no me reaccionaban. Y el intentar respirar solo me provocaba un fuerte ardor en todo mi cuerpo.
Intentaba acostumbrar mis ojos a mi entorno pero mis párpados parecían pesar demasiado.
Con mi brazo derecho me palpé el derecho. Y ahí estaba… Un elemento que parecía una saeta perforaba mi codo de lado a lado.
Al parecer estaba hace un tiempo ya ahí incrustada por que la sangre ya se había secado a su alrededor.
Con mi brazo útil intentaba palpar todo a mi alrededor.
Pero no encontraba nada que me pueda dar un indicio de que había pasado.
El tiempo pasaba y sentía como cada vez ese elemento se alojaba más en mi brazo.
Apoyé mi brazo útil en el suelo y con una fuerza casi titánica logré sentarme en el suelo.
Palpé mis piernas y estaban totalmente heladas.
La sangre al parecer se le olvidó pasar por ahí.
Volví a hacer un gran esfuerzo y abrí los ojos.
El bosque iluminado en su totalidad por el brillo de la luna. Y mis armas en los alrededores tiradas, y algunas destrozadas.
Intenté agarrar mi arco que se encontraba más próximo a mi pero al intentarlo caí. La saeta ya había traspasado todo mi brazo ya que por desgracia fue el el que amortiguó que me parta la cara contra el suelo.
El sordo dolor de mi brazo y la sangre que se escurría por la herida parecía demasiado.
Necesitaba arrancarme esa saeta y con lo que sea hacerme un torniquete, la sangre ya hasta yo podía olerla.
Me volví a sentar, y agarrar la saeta con mi mano.
Cerré los ojos, y conté hasta 3.
Tiré de ella y el aullido que solté se pudo haber escuchado seguro a muchos metros.
La arrojé y con algunos retazos de mi capa intenté apretarme lo más fuerte el brazo.
Una vez con esto solucionado necesitaba saber dónde estaba, y que me pasó.
Pero ya no tenía fuerzas para nada, mis ojos se cerraban solos, y la falta de sangre hacía que mi cuerpo se estremeciera.
Seguramente la palidez que presentaba le hubiese hecho preguntar a más de uno: ¿Un semi-drow blanco como la luna?
No… quien preguntaría eso… Seguramente antes de que diga algo tendría una flecha atravesando su cráneo y escurriendo líquidos púrpuras por sus ojos.
Si, si, seguramente eso hubiese pasado…
La inconciencia hizo mella en mí.
El fuerte graznido de un cuervo me hizo volver.
Y ahí estaba todo… Al menos unos 5 cuervos mirándome inquisitivamente.
Podía ver como se miraban entre ellos y pensaba: Ja seguro están debatiendo que parte van a picotear primero.
Un agudo sonido me hizo ponerme alerta.
Cuando me quise dar cuenta ahí estaba.
Una semi-elfa con un arco apuntando hacia los cuervos.
Uno de ellos yacía a mi lado con una flecha atravesando su lomo y chorreando sus vísceras.
Al ver la situación los 4 cuervos restantes volaron como si no hubiese un mañana y se fueron de mi vista.
Ahora el arco apuntaba a mí.
“¿Quién eres?”
Sonreí.
Pensaba para mis adentros: Seguro es una novata que se le escapó un flechazo y fue la causante de mi brazo totalmente inútil.“Ayúdame a levantarme y con gusto te hago una presentación como se debe”
Ella sonreía mientras dejaba el arco de lado.
Me tomó el brazo sano y tiró de él.
Logré sentarme, y con un poco de fuerza levantarme del todo.
“Muchas gracias”
La miré y sus rasgos élficos… me dejaban muy presente que no era Nada amigable.
“Soy Dreyhz Aureus. Hábil tirador y si no tuviese un brazo en total inutilidad seguramente te encontrarías a mis pies pidiendo piedad.”
Ella levantó su arco y sonrió.
“?Tú crees que estás en condiciones de decir tantas estupideces juntas?”
Su mirada ahora no era tan amigable…
Le sonreí y con mi brazo útil le sostuve el brazo con el que sostenía el arco.
Asentí.
“La verdad puedo decir tantas estupideces juntas, como de flechas que puede disparar ese arco élfico.”
Ella cambió su mirada a una más gentil y arrojó el arco a un lado.
“Sígueme Estamos en el bosque de las Espinas. Te llevaré a Keel y veré como hacer que tu brazo deje de estar tan estático.”
Sonreí y me dije para mí mismo: Mi brazo tan estático… Si esta señorita no me hubiese apuntado con un arco esa invitación la tomaría como las de una de las señoritas de madame Rose.
-
-
AutorRespuestas
- Debes estar registrado para responder a este debate.