Inicio › Foros › Historias y gestas › El encuentro de Raylan con Zalsit, maestro adivino.
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Hace mucho, mucho tiempo, en la 3 Era, Raylan vagaba perdido, sin sentido, intentando buscar sentido a su pobre e infeliz vida.
Un día, se adentró en un bosque maldito, su objetivo era recolectar distintas especies de hierbas mágicas, con las que poder realizar algún que otro conjuro para ganarse la vida.
Era un joven inexperto, y eso complicaba su función.
De repente, sintió algo que tocaba su espalda, a lo que sobresaltado reacciono inmediatamente: – ¿Quién eres? ¿De donde has salido? Preguntó Raylan, encogiéndose de hombros.
Cuando pudo observarlo, vio a un humano anciano, lleno de arrugas y marcas, que en sus manos portaba un extraño artefacto.
- Jejejeje , creo que no me esperabas, llevo un buen rato siguiéndote, jovencito. – ¿Siguiéndome? ¿Para que me necesitas?
Raylan seguía fijándose en ese extraño humano, viendo como jugaba, pasándose de mano en mano una blanca y redonda bola de cristal.– Por lo que he observado, creo que estás interesado en conocer el mundo de la magia, y creo que yo podría guiarte.Raylan miro extrañado a ese viejecito, que le ofrecía su ayuda des interesadamente.. – ¿Cual es tu nombre , anciano?
- Me llamo Zalsit , maestro entre adivinos, y podría dotarte de ciertos dotes, poderes ocultos, con los que podrías obtener la habilidad de la adivinación.
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¿Adivinación? Pensó Raylan , pensando que se estaba riendo de él.
– Te enseñaré un truco, presta atención, jovencito. Piensa en alguien a quien te interese ver y no sepas donde está y yo te lo mostraré.Raylan , extrañado, pensó en el nombre de su querido hermano Reyland , separados cuando eran pequeños y así se lo hizo saber a Zalsit- ¡Dicho y hecho! En el reino del norte lo podrás encontrar.
Raylan no podía creer lo que estaba pasando, y acto seguido, sin perder más tiempo intento emprender su viaje pero Zalsit se lo impidió diciéndole:-Jovencito! Yo te enseñaré unos trucos antes de tu partida. Serás un poderoso maestro del arte de la adivinación tu también!Y así, Zalsit acogió a Raylan , enseñándole el arte de la adivinación y dotándole de poderes que un futuro le serían de gran ayuda en su aventura.
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Pasó el tiempo y Raylan se centró en convertirse en el mejor adivino de Eirea, sin olvidar nunca su misión principal, encontrar a su hermano perdido Reyland, desaparecido en su más tierna infancia.
– Raylan! Así no vamos a ninguna parte! Debes mover tus brazos así, intenta imitar mis movimientos!
Raylan no perdía ojo a su maestro, siempre atento a sus enseñanzas.
– Maaaaaal! Otra vez maaaal! Eres un zoquete!! Lo único que tienes que hacer es concentrarte. Creo que deberías aprender el arte de la meditación, eso te ayudará a concentrarte y que tu alma y cuerpo sean uno.
Tengo un viejo amigo que podría enseñarte, un Ermitaño que desinteresa demente puede ayudarnos, eso si, tendremos que emprender un largo viaje.
- Lo que usted considere oportuno, maestro! Quiero llegar a conocer todos los secretos ocultos a lo largo de los reinos.
Los dos emprendieron un largo viaje, lleno de peligros, hacia una antigua ciudad, ahora convertida en un lodazal, en busca de su viejo amigo el Ermitaño.
Tras un largo camino, y después de enfrentarse a mil peligros, los dos, exhaustos, consiguieron llegar sanos y salvos.
- Cuanto tiempo sin verte! No esperaba volver a verte! Exclamo el Ermitaño, con una amplia sonrisa.
Zalsit lo miró de arriba abajo y sonriendo le contestó:
- Querido amigo! Tengo un joven discípulo que necesita de tu habilidad.
El Ermitaño, con los ojos clavados en Raylan exclamo:
- Jovencito, has encontrado el lugar idóneo, relajate, yo te enseñaré a meditar, donde la paciencia, la voluntad y la calma lo es todo, si haces todo lo que te indique, conseguirás que tu cuerpo y alma sean uno.
Raylan, imitando todo lo que el Ermitaño hacía consiguió alcanzar ese estado, que nunca antes había experimentado, encontrando la paz interior y confianza que buscaba y necesitaba.
Zalsit, orgulloso de su discípulo, observaba todo el proceso y en señal de agradecimiento a su viejo amigo el Ermitaño, le otorgó una especie de hierbas mágicas.
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El tiempo corría cual gacela en terreno llano y Raylan sólo tenía en mente algo, a su querido hermano Reyland, al que arrebataron de su lado en su más tierna infancia sin motivo aparente.
Zalsit, cada día que pasaba veía como su pupilo progresaba más y más y decidió encomendarle su última misión. Debía adentrarse en una torre maldita, donde decía la leyenda que un mago errante ofrecía su conocimiento a cambio de ayuda. No sería fácil, pues la torre también era errante y localizarla no sería un juego de niños.
Los dos emprendieron el viaje camino al norte, adentrándose en senderos y pasajes oscuros, donde orcos, huargos, goblins y multitud de entes los esperarían para poner a prueba sus habilidades.
En el camino hacía el bosque maldito, los dos hechiceros se enfrentaron a un grupo de orcos que aprovechando el amparo de la profunda oscuridad de la noche, les tendieron una emboscada. La suerte estuvo de parte de nuestros aventureros gracias a que Raylan, que gracias a un chasquido de la pisada de un orco sobre una rama se despertó y puso en sobre aviso a su maestro, y entre los dos les hicieron frente y lograron contenerlos y mandarlos a mejor vida.
También sufrieron el ataque de una reina araña que colonizaba buena parte de un oscuro túnel, pero que tenía un punto débil, sus ojos no resistían ningún contacto con ningún tipo de luz, y ellos, bueno, más bien Zalsit, no dudo en formular un hechizo y en sus manos apareció un bastón que emanaba intensamente una luz que parecían talmente los rayos del mismísimo sol.
Cuando se adentraron en el bosque maldito del norte, algo extraño ocurrió, por más que buscaban la torre no la encontraban. ¿Qué tipo de brujería poder ser? ¿Sería una leyenda? Se preguntaban los dos.
Después de tiempo, los primeros rayos del sol empezaban a salir en el bosque, y sus entes desaparecían rápidamente. Raylan miró hacía arriba y de repente notó como si algo cayese del cielo a gran velocidad, casi indetectable, y rápidamente corrió hacia donde pensó que ese objeto pudo caer.
Zalsit gritaba a su pupilo que lo esperase, ya que sus ancianas piernas no daban más de si pero Raylan ya estaba casi en el lugar, buscando como loco que podía ser lo que había visto hasta que de repente y por arte de magia, flotando, apareció una gigante torre enfrente de él. Raylan, agitado, gritó avisando a Zalsit, que no tardó mucho en presentarse en el lugar.
-Raylan, está es la torre de la que te hable, prepárate, será una dura misión.
¿Que aventuras les esperan a nuestro maestro y pupilo dentro de esa torre?
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