Inicio › Foros › Historias y gestas › El libro secreto de Richelled
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Hay muchas historias en Eirea que involucran textos y libros con conocimientos antiguos y prohibidos, aunque quizá no haya habido nunca un libro más apetecido, codiciado, y que despertase más pasiones y deseos de poseerlo que este famoso compendio de magia.
Su leyenda era tal, que muchos aventureros, entre ellos poderosos hechiceros, cayeron en la absoluta locura, otros enfermaron gravemente e incluso algunos vieron la muerte, tan solo por intentar apoderarse de uno de los pocos ejemplares existentes del mismo o por poner en práctica los rituales que en él se contienen descifrando alguno de sus oscuros párrafos.
Este compendio arcano es famoso entre adivinos, encantadores e incluso nigromantes, pero por sobre todo entre los practicantes de la magia pura que no adulteran sus conocimientos arcanos con majaderías impuestas en torres de hechicería y escuelas de magia.
Dentro de lo que se comentaba en los altos círculos de magia, sus cualidades más apetecidas eran sus detalladas descripciones de cómo tomar energía de las filtraciones interdimensionales, su supuesta efectividad y sobre todo por su extraña procedencia. Se solía advertir a hechiceros principiantes sobre lo peligroso de su uso.
Este fue escrito en la segunda edad por uno de los más poderosos hechiceros orgos del ejército de Alhamad conocido como Richelled el virtuoso. Richelled muchas veces fue visto con recelo por sus iguales, e incluso algunas veces tratado como loco, debido a su gran poder.
Antes del gran accidente, el mago que alguna vez fue consejero directo de Alhamad, renegaba de las clásicas escuelas de la hechicería y aseguraba que la fuente pura de toda magia era el éter, sin importar las diferentes formas de manipularlo.
Este hechicero, para algunos un santo, para otros un brujo loco, practicaba sus artes arcanas tanto para un lado de la balanza como para el otro, es decir se dejaba influenciar tanto como por Argan como por Velian, tanto en el bien como en el mal. Las fórmulas, secretos, hechizos, conocimientos y sabiduría que Richelled adquirió fueron plasmados con detalle en este libro.
Algunos de los escritos que se podían encontrar eran sobre cómo obtener la energía filtrada de ambas lunas desde el plano homónimo creando un poder tal que supuestamente habría manipulado la historia en incontables ocasiones. Richelled había dejado escrito en una de sus páginas que el éter era la base de toda emanación mágica y sin él no existirían las runas élficas, que posteriormente se convirtieron en lo que conocemos como magia arcana.
Las pocas copias de este libro se encontraban en las manos de diferentes hechiceros de Eirea, aunque la versión original de éste llevaba años almacenada en uno de los estantes más resguardados de la torre de cuarzo y obsidiana, bajo el cuidado de los poderosos hechizos del alto teócrata arcano de Ar’Kaindia, Rijja Al’Jhtar.
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Muhaajir nació en la nobleza de Ar’Kaindia el día 7 de Slinde de la cuarta era de padres muy ricos y poderosos. Desde su niñez estudió artes arcanas y el uso de hechizos básicos junto a sus familiares y sirvientes hasta la edad de doce años en que por petición propia decidió irse a estudiar al templo piramidal. A la corta edad de catorce años, el aprendiz de magia ya dejaba escritos cientos de textos de hechicería, producto de sus cualidades innatas con la magia arcana.
Su talento y dedicación a sus estudios lo transformaron en una especie de prodigio en la escuela y las maravillas que ejecutaba en su época de estudiante causaron la admiración de todas las personas que lo rodeaban e incluso de entidades inmundas y demonios.
En su adolescencia, el mago consiguió ejercer un poder formidable sobre diferentes entidades mágicas como elementales y unicornios que le obedecían en todos sus mandatos. Antes de sus veinte años llegó a efectuar sorprendentes encantamientos consiguiendo dominio absoluto sobre las personas comunes y los elementos.
En el templo piramidal conoció a una hermosa y joven practicante de magia de noble linaje llamada Julied, la hija del dueño del bazar de magia de Ar’Kaindia, Mehlamahd Cuernos Dorados, el cual había decidido inscribirla en la escuela.
Un joven Muhaajir se enamoró de Julied y la solicitó por esposa lo cual no pudo conseguir porque ella ya había sido ofrecida por su padre exclusivamente a otro en cuerpo y alma. Desesperado, Muhaajir entró en una de las bibliotecas prohibidas de la escuela de magia donde se resguardaban poderosos tomos de invocación de espíritus y encantamientos.
El angustiado mago memorizó todo tipo de sortilegios e incluso robó unas páginas de un extraño compendio para luego convocar oscuras entidades que doblegarían a aquella mujer que tan rebelde se mostraba a sus deseos.
El espíritu de un poderoso mago drow de la primera era llamado Jalaster Ul-Ilindith contestó los llamados e intentó aplicar al efecto toda su magia y sus encantamientos formulando oscuros hechizos sobre Julied, pero sin embargo todo resultaba inútil. La joven resistía toda clase de sortilegios porque se hallaba bajo la protección de un extraño amuleto el cual por sí solo tenía poder contra toda clase de maleficios. Este amuleto tenía una extraña runa con la forma de una constelación que se dejaba ver durante los meses de invierno desde la meseta de Ferrian.
Al verse vencido por tal delicada criatura, Muhaajir se levantó contra el espíritu del drow y se burló de su poder el cual se había visto humillado por tan débil mujer. Jalaster le explicó a regañadientes sobre la protección que ejercía el amuleto, el cual hacía inútiles todos sus sortilegios.
El mago le exigió al espíritu que le revelara detalles sobre el talismán de protección de Julied y este, agobiado, le explicó que la mujer se encontraba bajo el aura de Richelled, un poderoso encantamiento que solo podía ser formulado con un antiguo grimorio arcano escrito por un antiguo héroe de Ar’Kaindia.
-Pues siendo así, dijo Muhaajir, buscaré los orígenes de ese libro y averiguare los secretos de Richelled.
- Esta respuesta fue modificada hace 3 years, 2 months por Jashraia.
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Dentro la torre de cuarzo y obsidiana se encontraba el poderoso teócrata arcano, Rijja Al’Jhtar, estudiando una extraña reacción mágica que había conseguido en su laboratorio mezclando ferrita con obsidiana. Todo estaba resultando a la perfección hasta que repentinamente un rosáceo portal se abrió en el laboratorio emitiendo resonantes ruidos eléctricos. Rijja no solía permitir que extraños crearan portales en sus dependencias pero esta reunión había sido más o menos planeada con antelación.
La proyección astral del mago drow Jalaster, que hace unas pocas horas había hablado con Muhaajir, se dio paso hacia la estancia del teócrata haciéndole saber que el joven mago había mordido el anzuelo. Fue en este preciso momento cuando Rijja supo que el momento de revelarle la verdad a Muhaajir había llegado.
El noble teócrata agradeció a Jalaster el favor concedido, y este se despidió del orgo con un extraño gesto antes de desaparecer en una tenue explosion de luces y chispas, a través del mismo portal que había creado para llegar al laboratorio.
El alto teócrata, que venía observando y siguiendo a Muhaajir desde su nacimiento, había planeado todo el embrollo con Jalaster desde el día que el joven mago nació. Jalaster le debía unos cuantos favores a Rijja por lo cual, incluso después de muerto, programó una proyección astral mágica que ayudaría al teócrata si éste lo estimase necesario.
Aunque el poder innato de Muhaajir a su corta edad era suficiente para ser admitido sin problema en la escuela de magia del templo piramidal, Rijja había influenciado su inclusión con su recomendación directa como alto teócrata arcano. Algunos maestros de magia del templo miraban con recelo la relación de Rijja con el joven Muhaajir, pero no les quedaba más opción que obedecer las órdenes del sabio mandatario.
Antes de que Muhaajir aprendiese a formular su primer cantrip, Rijja ya se encontraba negociando con Mehlamahd Cuernos Dorados el futuro de su hija Julied. Le había prometido al comerciante uno de los mejores puestos en la ciudad para vender sus cachivaches mágicos e incluso le propuso el nombre de un noble orgo llamado Saddam para casarse con su hija cuando ésta cumpliese su mayoría de edad. Como Julied tenía la misma edad de Muhaajir, el casamiento se llevaría a cabo cuando estos fuesen compañeros en la escuela de magia del templo piramidal.
El plan del teócrata fue diseñado con tal destreza que este llegó a proyectar el rostro de Julied en los sueños de un joven Muhaajir, logrando que este se enamorase de ella incluso desde antes de conocerla. Esto explicaría la obsesión que generó en el joven mago la aparición de Julied en su vida, lo que lo llevaría inclusive a saltarse las importantes y estrictas reglas que Dawud, el sumo sacerdote, había impuesto sobre las librerías prohibidas del templo piramidal.
Rijja había advertido a Dawud de las intenciones de Muhaajir, y que este entraría escondido en aquellas dependencias con tal exactitud que el día y la hora en que el joven orgo llevó a cabo aquella intrusión fueron predecidos a la perfección por el alto teócrata arcano.
Al parecer, toda la vida de Muhaajir, desde lo mundano hasta sus eventos más extraordinarios, habían sido planeados por Rijja para que llegase el momento en que el joven orgo entrase a la torre de cuarzo y obsidiana preguntando sobre el libro que, aunque este no sabía, Richelled había dejado como herencia en vida para el.
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Era la hora de acudir donde el Alto Teócrata Arcano Rijja Al’jhtar. La profunda sabiduría que este había adquirido a lo largo de sus aventuras sumadas a su inagotable sed por conocimiento lo hacían dueño de una de las bibliotecas más completas de los reinos. Esta colección contaba con todo tipo artículos, como olvidados manuscritos élficos, poderosos grimorios mágicos y mapas de tesoros escondidos en remotas islas en el medio del océano, entre muchos otros.
Visitar la torre de cuarzo y obsidiana de Rijja sin su consentimiento era una pésima idea por lo cual la única forma de encontrarlo era en una de sus muchas visitas al templo piramidal. La buena noticia era que el líder orgo solía salir de su torre para recorrer la ciudad, conversar con la gente, rezar en los templos y visitar las bibliotecas de la pirámide donde almacenaba parte de su colección.
Después de esperar por un par de horas mientras preguntaba por la localización de Rijja, Muhaajir encontró al Alto Teócrata trabajando en el laboratorio del templo. El joven orgo confiaba que Rijja podría guiarlo en su búsqueda debido a su extensa experiencia y su experticia en todo tipo de conocimientos mágicos, tratados y compendios.
-Joven Muhaajir, ¿tú por aquí? ¿No deberías estar descansando?
-Mis reverencias Alto Teócrata, espero no interrumpir sus estudios. Una vez más acudo a usted por su experiencia y sus conocimientos.
-Bienvenido al Templo Piramidal joven aprendiz. -Dijo Rijja mientras ordenaba una de sus mesas de trabajo.
Rijja era uno de los líderes más populares de la historia de Ar’Kaindia. Su contribución a la magia, fe y doctrina de Velian habían calado hondo en la sociedad orga, incluso desde antes del día de su nombramiento como Teócrata. El orgo siempre estaba presente en el templo para aconsejar a los más jóvenes que acudían hacia él con preguntas de los astros, de la magia o de la fe.
-Muhaajir, que la luz de Velian ilumine tu camino. Veo que algo angustia tu corazón y enturbia tu mente, puedo ayudarte de alguna forma? Si es por lo del otro día…
-No pude evitarlo Maestro Rijja.
El Alto Teócrata llevaba años observando el innato talento de Muhaajir y su extraña conexión con el éter, razón por la cual no lo detuvo el día que este decidió invocar la proyección de Jalaster. Por otro lado, por asuntos personales, este sabía que debía observar de cerca la forma en que Muhaajir llevaría a cabo aquella invocación astral.
-Tranquilo aprendiz, el éter funciona de forma muy curiosa… Todos estamos en nuestra propia búsqueda y no somos quien para cuestionar sus designios.
-Alto Teócrata, cometí un grave error el otro día al entrar en la biblioteca del templo sin permiso. Hablé con el mago Jalaster y me enteré sobre la existencia de un libro…
-El libro de Richelled.– Dijo Rijja con un leve signo de preocupación.
El Teócrata reconoció de inmediato aquel nombre y pasaría las próximas dos horas contándole a Muhaajir las leyendas que sucedían al olvidado personaje. El joven mago solo había escuchado vagamente las leyendas que se comentaban sobre Richelled las cuales muchas veces solían confundirse entre mito y realidad.
-No hay nada que se le escape, ¿cierto maestro?
-Llevo mucho tiempo con un extraño presentimiento, debemos ser muy precavidos con las pasiones y deseos que despiertan nuestras investigaciones, ya que estas nos pueden desviar del camino correcto…
-Si lo dice por Julied… eso solo fue el inicio de todo, le aseguro que ya no pienso en ella. -Dijo un avergonzado Muhaajir.
-Julied solo fue el comienzo, Joven hechicero. Estoy seguro que hay mucho más por descubrir.
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Era un día tranquilo en el templo piramidal de Ar’Kaindia, los niños practicaban sus cantrips de proyectiles junto a sus maestros, mientras los sacerdotes hacían sus oraciones en el templo.
Muhaajir finalmente había conseguido encontrar a Rijja para preguntarle sobre el libro de Richelled y este le contó las leyendas que se comentaban en torno a su existencia.
-Maestro Rijja, esta vez con su permiso, me gustaría tratar de averiguar algo sobre la historia de Richelled en su biblioteca. Esta vez no quiero hacerlo solo y su ayuda me vendría muy bien.
Un profundo sentimiento de miedo brotó del corazón de Muhaajir al pedir la autorización de visitar la famosa torre de cuarzo y obsidiana. Muchas eran las leyendas que circundaban esta mágica construcción y solo unos pocos habían tenido la oportunidad de visitarla.
-Ahora mismo no podemos visitar mi torre por unos percances que tuve con un experimento… Pero estoy seguro que encontraremos algo en la biblioteca de este templo, acompáñame y veamos con que nos iluminará Velian este día.
Los dos orgos se abrieron paso por el templo piramidal. Mientras Rijja recogía ofrendas y saludaba a cuanto orgo se cruzase por el camino, Muhaajir caminaba avergonzado al lado del Teócrata aun sin entender porque este quería ayudarlo. Una vez que llegaron a la biblioteca, Rijja le pidió al viejo y pálido bibliotecario Leghdan que los dejara solos mientras estos buscaban algo de información.
-Podríamos comenzar por este libro y luego por los de allá atrás. -Dijo Rijja mientras colocaba un pesado y empolvado compendio sobre la mesa.
-Pero maestro, no quiero interrumpir su trabajo…
-Es tu día de suerte joven aprendiz. Justo estaba en la tarea de ayudar a Leghdan a ordenar el desastre que tiene en la habitación y un poco de ayuda no me vendría mal.
-Todo sea por encontrar algo de información maestro.
-Utilizar mi sabiduría para ayudar a las jóvenes promesas de nuestra ciudad no es más que mi labor, joven aprendiz, pero este asunto en particular resulta ser altamente complicado.
-Además así aprovecho para ordenar un poco este desastre. -Dijo Rijja esbozando una sonrisa.
-Maestro, solo intento traducir los misteriosos designios del éter y su conexión con Velian.
-Prepara un poco de té y relléname la pipa Muhaajir, tenemos mucho trabajo por delante. Vamos a ver qué encontramos.
Rijja había estudiado a Muhaajir con antelación por lo cual se permitió revelarle al joven mago información que estaba catalogada como secreta. El Alto Teócrata le contaría a Muhaajir sobre las pocas copias del libro que existían en los reinos además de advertirle sobre lo peligroso de su uso y de la nefasta historia de quienes hicieron lo imposible por encontrarlo.
Los dos orgos pasarían varias horas investigando diferentes manuscritos que estaban acumulando polvo en la biblioteca. Aunque estos fueron escasos, la dupla consiguió recopilar bastante información sobre Richelled. Entre los textos encontrados figuraban historias de este al mando de las hordas de Alhamad y una extraña versión de cómo este lo había desterrado por causa de un misterioso accidente.
-Esto es muy interesante joven aprendiz. Es la primera vez que escucho otra versión sobre lo sucedido con Richelled. Nunca había escuchado sobre tal accidente… Espera un segundo…
-Cada vez se vuelve más intrigante la búsqueda de este libro.- Dijo Muhaajir mientras limpiaba el polvo de unos viejos papiros que estaban sobre un armario.
Rijja utilizó una llave en forma de pirámide que colgaba de su cuello para abrir un estante en particular que se encontraba sobre su mesa de trabajo. Desde ahí extrajo un antiguo pergamino enrollado con una cinta color lapislázuli.
-Creo que ahora entiendo todo… Muhaajir ven aquí. Intenta leer esto.
El aprendiz formuló un hechizo de leer magia y un fulgor rojizo iluminó la parte superior de sus ojos. Al mismo tiempo comenzaba a dibujarse en la base del pergamino el nombre de Richelled Al’Themal.
-Al’Themal joven aprendiz… ¿No es ese el apellido de tu familia?…
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Muhaajir quedó paralizado con aquella confesión y la mirada de Rijja se había tornado amenazante. La confianza entre los orgos no era tan grande ya el aprendiz solo conocía al Teócrata como uno de sus profesores de magia. A pesar de tener fama de ser un orgo amable, Rijja no dudaría en usar su poderosa y destructiva magia si alguna respuesta no era de su agrado.
-Richelled Al’Themal?… Así es maestro.
-Hace muchos años que tengo aquel pergamino guardado en mi escritorio, pero mis hechizos de leer magia eran inútiles al intentar descifrar su poderosa magia.
-¿Pero cuál es la conexión entre Richelled y mi familia?
-Eso es lo que debemos investigar ahora, pero el hecho de que tu hayas conseguido leer el pergamino y que este esté firmado con el apellido de tu familia no me parece una simple coincidencia…
-Maestro, yo solo hice tal cual aprendí en la escuela.
-Aun así tú lo has hecho parecer un juego de niños.
Esta vez Rijja no era el orgo amable que recorría Ar’Kaindia jugando con los niños y conversando con la gente. Una siniestra aura mágica comenzó a rodear su cuerpo mientras su rostro carente de expresión se clavaba en el fondo del alma de Muhaajir. El joven aprendiz nunca se había sentido tan pequeño en su vida. El aplastante poder de Rijja era ciertamente inmensurable.
-Joven Muhaadir, lo que te voy a revelar es un alto secreto de nuestra ciudad por lo cual te voy a pedir el máximo de discreción.
-Maestro, puede confiar en mí.
-Aquel pergamino que descifraste es parte de un misterioso libro que tengo hace años en mi torre. Nunca supe su nombre o sus orígenes pues hasta ahora no consigo derribar los poderosos encantamientos que lo protegen. Solo consegui duplicar aquella pagina…
-¿Eso quiere decir que existe una copia del libro en su poder?
-Así es joven aprendiz, pero no es una copia. Según mis investigaciones parece ser la versión original del libro.
-¡Pero eso es imposible!- Dijo un perplejo Muhaajir.
-Primero hablaremos con tu padre, el asunto es muy peligroso y debemos tener cuidado con los fantasmas que podemos despertar Muhaajir. Él debe saber mucho más de lo que tú y yo creemos sobre Richelled.
Muhaajir no visitaba a su familia desde que se había unido a la escuela de magia. Esta funcionaba como una especie de internado por lo cual los alumnos residían y hacían su vida en el templo piramidal. El aprendiz no estaba permitido de ver a sus padres Muhaal y Beljica por otros dos años más por lo cual un inmenso sentimiento de gozo inundó su corazón.
-Creo que existe una relación entre Richelled y tu familia… Solo ahora logró conectar los cabos sueltos, pero creo que Richelled nunca desapareció…
El rostro de Rijja parecía haberse relajado y la oscura aura a su alrededor ya se había disipado. Su corazonada era cierta y el libro que tenía en su poder resultó ser el libro de Richelled. Desde ahora la tarea debía ser administrada con mucho cuidado ya que si las historias eran ciertas, despertar el poder del libro podría traer graves e inigualables consecuencias.
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Muhaajir pertenecía a una de las cinco familias más acaudaladas de Ar’Kaindia. Su excéntrico padre era un noble mago rúnico llamado Mihaal Al’Themal el cual actualmente se encontraba retirado de su carrera como hechicero.
Aunque en su juventud había sido un poderoso formulador arcano, Muhaal decidió especializarse en lo que mejor se le daba, la política y la diplomacia. El cuidado de su larga barba era tal que invertía altas sumas de dinero en exóticos aceites provenientes de un lejano reino de hombres-lagarto del sur.
Por cuatro generaciones la familia Al’Themal había estado ligada al banco de la ciudad y la recolección de impuestos, siendo Muhaal un consejero directo y mano derecha del banquero Mijhglum. Gracias a esta heredada posición de privilegio, Muhaajir había crecido rodeado de lujos en uno de los barrios más acomodados de la ciudad.
La madre de Muhaajir era Beljica Al’Themal, una ferviente predicadora de la palabra de Velian que gustaba de utilizar su tiempo libre ayudando a los más necesitados de la ciudad. Sus influencias políticas, sumadas al apoyo de las clases más populares la conviertían en una líder innata, apetecida por diferentes agrupaciones políticas de Ar’Kaindia.
La mansión Al’Themal era una auténtica obra maestra de construcción. Sumaba un total de tres plantas y contaba con decenas de habitaciones para invitados y sirvientes. Sus robustas paredes eran de blanco yeso y sus grandes ventanales estaban orientados hacia el este, sobre la calle Velian.
-Siempre es un placer visitar la mansión de tu padre Muhaajir, es una verdadera maravilla de arquitectura en nuestra ciudad.
-Me hubiese encantado poder avisar a mis padres que volvería a casa antes de lo previsto…y con una visita tan importante como usted maestro.
-No te preocupes joven aprendiz, estoy seguro que a tu padre le será de agrado verme.
-Espero que así sea…
Desde que Muhaajir se había unido a la escuela de magia del templo piramidal que no visitaba su casa. El templo disponía de habitaciones para sus aprendices así estos podían alejarse de la distracción familiar, concentrarse en sus estudios y estar más cerca de las bibliotecas.
El guardia de la entrada de la mansión saludó al joven Muhaajir con un signo de admiración y respeto. Al percatarse de la presencia del Alto Teócrata, el guardia quedó en perplejo silencio, y sin mencionar palabra permitió el acceso de los orgos a la mansión abriendo las pesadas puertas de la entrada al tiempo que hacía sonar una pequeña campanilla.
El mago asintió con un gesto de aprobación y se internó junto con Rijja hacia la sala de estar donde se encontraba su padre.
Muhaal se sorprendió al ver a su hijo en casa antes de lo acordado. Lo recibío como solían hacer en su familia por generaciones con un beso en la frente. Luego se giró hacia Rijja haciendo bromas sobre su prominente barriga para luego arrodillarse ante él y pedir su bendición.
-Padre… -Dijo Muhaajir, quien nunca había visto a su padre de rodillas ante un superior.
-Ponte en pie viejo amigo, ¿no te había dicho que no quería que hicieras mas eso?
Muhaal y Rijja procedieron a darse un cálido abrazo, el cual sorprendió a Muhaajir pues este no sabía de la cercana relación existente entre los dos. El joven mago luego procedió a contarle a su padre la historia con Julied, la proyección astral de Jalaster en la biblioteca prohibida, la revelación del libro de Richelled y su encuentro con el Teócrata. Muhaal, algo sorprendido, sonrió al ver cuánto había descubierto el joven mago por su propia cuenta.
-Muhaal, creo que es hora de que llevemos a Muhaajir a la torre…
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Los tres orgos partieron raudos hacia el borde exterior de Ar’Kaindia en dirección a la torre de cuarzo y obsidiana. Para pasar inadvertidos vistieron unas capuchas que Muhaal les había entregado antes de salir. El joven Muhaajir, lleno de dudas, se sintió pequeño siguiendo a estos dos poderosos orgos por las calles de la ciudad. La confianza de Muhaajir en su padre era más grande que cualquier miedo o incertidumbre que este pudiese poseer.
-Prepárate Muhaajir, lo que verás en unos minutos no lo podrán creer tus ojos. -Diría Muhaal mientras este hacía un esfuerzo para no perder el veloz paso de Rijja.
-Estoy muy confundido padre…No sabia que tu y el Teócrata mantenían una relación tan estrecha…-Dijo Muhaajir.
-Esta es una larga historia que ya te contaré hijo.
-Por aqui!- Exclamó Rijja mientras rodeaba la parte trasera de unas casas.
Una vez bordeado el camino de la parte baja de la ciudad, los orgos se internaron en un estrecho y oscuro callejón que conducía a la parte trasera de unas modestas casas. Rijja era quien guiaba al grupo aunque Muhaal parecía conocer el camino debido a sus firmes y seguras zancadas. Muhaajir nunca había estado en esta parte de Ar’Kaindia y no comprendía cómo estos sucios callejones lo llevarían a la grandiosa torre de cuarzo y obsidiana del Teócrata.
-¿Cómo vamos a encontrar la gigantesca torre de cuarzo y obsidiana en un lugar como este? -Preguntó Muhaajir mientras miraba con incredulidad a su alrededor.
-No puedo desvelar más detalles, pero el camino es el correcto Hijo -Murmuró Muhaal.
Al final del callejón se encontraba una misteriosa casa de lisas paredes que carecía de ventanas. Todo parecía normal en la edificación salvo una tenue emanación de luz verde azulada que provenía desde su interior. Muhaajir siguió incrédulo a los orgos dentro de la estancia atravesando aquella extraña luz para luego quedar asombrado con lo que sus ojos observarían, una imponente torre de hechicería.
-Bienvenidos a mi torre -Diría Rijja, que con un movimiento de sus manos hizo que las gigantescas puertas de la construcción se abrieran de par en par.
-Pero esto es imposible…Dijo Muhaajir tratando de calcular el tamaño de la torre.
-Aun tienes mucho que comprender Muhaajir. La palabra imposible no existe en términos arcanos hijo mío. -Explicó Muhaal.
La altura de la torre la hacía emerger más alta que cualquier otro edificio de la ciudad pero esta parecía estar oculta a la vista de los demás con un potente encantamiento mágico de ocultación. La puerta estaba adornada con finos grabados mágicos y una hermosa cúpula de cuarzo se alzaba omnipotente y brillante sobre toda Ar´Kaindia.
Al entrar, un sirviente mágico que se encontraba contando unas monedas de oro recibiría a los orgos y los guiaría hacia la biblioteca de la torre, lugar donde la familia Al´jhtar destinaba gran tiempo a la transcripción, manutención y almacenaje de libros y manuscritos mágicos. El lugar estaba compuesto por hileras de estanterías repletas de tomos y pergaminos acumulados con el paso del tiempo por la familia del Teócrata. Unas esferas llameantes levitaban iluminando tenuemente la estancia.
-Bibliotecario, necesito que prepares la estancia para una larga jornada de estudio. -Dijo Rijja al encargado del lugar.
-Además, creo que ha llegado la hora. -Agregaría Rijja mientras éste sostenía la triangular llave que colgaba de su cuello.
-No soy quien para cuestionar sus órdenes mi señor… ¿Está seguro que podremos contenerlo?- Preguntaría el bibliotecario.
-Por nuestro bien, y el de todo el reino…esperemos que así sea -Exclamó Rijja.
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El viejo y huesudo orgo que hacía de bibliotecario comprendió las palabras de Rijja y se arrodilló ante él besándole el anillo de la mano izquierda en un humilde signo de respeto. Sus cabellos eran azules y un fuerte olor a azufre emanaba desde sus holgados ropajes. El teócrata conversó brevemente con el encargado el cual con una nerviosa sonrisa encendió una vela y pidió a los orgos que lo siguieran hacia unas estanterías traseras. El corazón de Muhaajir latía vigorosamente por el hecho de verse rodeado de tanto conocimiento arcano y por encontrarse en una de las torres de hechicería más importantes de la historia de Eirea.
-Creo que por fin podremos obtener respuestas. -Dijo el Teócrata.
-Señor Rijja, necesito la llave. -Diría el bibliotecario mientras observaba al joven Muhaahir.
Un asustado bibliotecario pediría la llave triangular que colgaba del cuello de Rijja para abrir un cajón que se encontraba en una esquina de la habitación. Muhaal sintió una poderosa emanación mágica proveniente del interior de aquel mueble que lo forzó a arrodillarse y dejar sus armas en el suelo. Muhaajir, sin dejarse doblegar, luchaba por apartar el ensordecedor sonido de cientos de voces que inteligiblemente murmuraban en su cabeza. Rijja al percatarse de la situación prepararía una serie de runas de protección y estabilización mágica.
-¿Qué poder es este? Jamás pensé… -Diría Muhaal mientras intentaba en vano hacer frente a aquel despliegue arcano.
-‘Mior secry sphyre’ -Dijo Rijja mientras formulaba un globo de protección sobre la estancia.
El Teócrata, luego de blindar mágicamente la habitación, sacaría un pesado libro del cajón el cual situó encima de una de las mesas de la biblioteca. Este invitaría a Muhaajir a acercarse y utilizar los mismos hechizos de leer magia que había formulado en el templo piramidal. El joven orgo obedeció las órdenes del Teócrata para luego aproximarse al grimorio el cual se abriría sutilmente bajo el tacto del joven aprendiz.
-¿Acaso es este el libro de Richelled? -Preguntó Muhaajir.
-Existe una posibilidad… Tengo mis sospechas Muhaajir. Nunca antes había conseguido derribar las barreras protectoras de este libro, y tu con un simple hechizo de leer magia conseguiste abrirlo.
El libro, de gruesas tapas, lucía agrietado por el paso de los años. Si las leyendas eran ciertas, este albergaría una de las mayores colecciones de tratados sobre magia de los reinos, desde recetas de hechizos olvidados, componentes arcanos ocultos hasta listas de seres mágicos de otros planos de existencia.
-Por favor Muhaajir, no quites la vista del libro… pase lo que pase a tu alrededor. -Ordenó Rijja.
El joven mago observó como la tinta del libro parecía brillar en un tono turquesa invitándolo a leer las inscripciones que acompañaban unas extrañas runas mágicas no conocidas por el orgo. Este comenzaría a recitar involuntariamente, con una gutural voz, uno de los párrafos que brillaba con más fuerza mientras parecía entrar en trance. Un preocupado Muhaal intentaría aproximarse a su hijo pero el bibliotecario lo detuvo bajo las órdenes de Rijja.
-¡Rijja, esto no es lo que habíamos conversado! No creo que Muhaajir… -Exclamó Muhaal.
-Ya es demasiado tarde- Diría el Teócrata mientras que con una maligna sonrisa observaba al joven orgo caer bajo el encantamiento de aquel libro.
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