Inicio Foros Historias y gestas El miniconcurso de la ardilla

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    • nehu
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      Número de entradas: 17

      ¡Hola a todos!

      Pues así como dice el título. Les invitamos a participar en este pequeño miniconcurso.

      Premio: 100 puntos de gestas y un tesoro a elegir de cualquier tabla a nivel 8.

      ¿En qué consiste?  Fácil!

      Cuéntanos una historia corta en donde una ardilla se haya convertido en el enemigo mortal del NPC que gusten o de tu mismo personaje.

      El ganador será votado por los avatares. Pongan sus historias en este mismo hilo o si ya tienen alguna, coloquen el link a esta.

      El plazo es hasta el día 15 de Septiembre!

      ¡Buena suerte!

    • Nherzog
      Participant
      Número de entradas: 60
    • Athewin
      Participant
      Número de entradas: 527

      Un Novicio con muy mala suerte.

      Era una fantástica y fresca mañana, el mes de Taran terminaba y se palpaba en el ambiente que la estación de los Dones se encontraba en pleno apogeo, todo verde y florecido alrededor, los árboles daban sus frutos y pequeños animales se mostraban sin temor sobre sus grandes ramas mordisqueando aquí y allá. Esta es la estampa que se encontró nuestro protagonista, un joven novicio del clero Eralie mandado por su organización para el estudio de la vida en los Bosques de Thorin.

      • ¿Habrá sido un castigo por haber perdido mi canon? – Hablaba en voz alta mientras caminaba a través del bosque. – No, no creo, además confió en mí su propio canon. – Miraba sonriente su nuevo libro mientras continuaba su andadura.

      El sacerdote anduvo unos minutos más hasta que llegó a un pequeño claro, donde un tronco de madera algo viejo acostado en el suelo, sirvió de asiento al joven, quien tras acomodarse, sacó su nuevo Canon de Eralie y lo abrió para comenzar su lectura. Los aromas avellanados de sus páginas hacían de su lectura un placer de tal magnitud que el humano quedó ensimismado en el libro durante varios minutos, el tiempo justo para que una pequeña ardilla llegara hasta su hombro derecho atraída por los olores que desprendían las hojas de su tomo. El sacerdote giró su cabeza y dió un pequeño salto de susto al ver al pequeño animal.

      • Maldita sea, me has asustado pequeño amigo. – Dijo soltando una carcajada mientras sacaba su libro de estudio. – Supongo que me servirás para el estudio que me han mandado.

      El sacerdote comenzó a escribir notas de estudio en uno de sus tomos sobre aquel animal que estaba a escasos centímetros de él, tan absorto por la situación, que no se había percatado que otra ardilla había bajado y había comenzado a roer las páginas del Canon de Eralie que el propio Cruzado Supremo le había confiado. La ardilla que observaba se lanzó hacia el mismo libro, y con la ayuda de la que se encontraba mordisqueando, alzaron el libro hacia una de las copas de los árboles tan rápidamente que el novicio no tuvo tiempo a reaccionar, quedándose totalmente paralizado por la situación.

      • ¡No, no, no, pue, pue, puede ser! – Gritó a las ardillas mientras se llevaban el libro.
      • ¡Por favor, parad! Bajad el libro y os daré unas avellanas. –  Sacó de su bolsa un par de avellanas intentando convencer a los animales de que bajaran, pero estos haciendo caso omiso, continuaron royendo el libro. – !Esto no quedará así sucios roedores!
      • A ver qué le digo yo ahora al Cruzado Supremo. – Se decía a sí mismo mientras daba por perdido el libro. –  Seguro que esta vez me cae una buena…

      Y así es como nuestro joven novicio vuelve a perder su libro, aunque esta vez robado por unas ardillas que seguro, nunca olvidará.

    • dauzzy
      Participant
      Número de entradas: 38

      Día cincuenta y tres bellotas y treinta y cinco nueces desde las nieves:

      He encontrado un increíble bosque de alcornoques, robles y castaños. Aun me duele la barriga del festín de castañas que me he pegado. Como diría mi sabia madre: “cuando encuentres ¡Come!”

      Día cincuenta y tres bellotas, treinta y cinco nueces e indigestión de castañas desde las nieves:

      Hoy he estado curioseando por este fascinante bosque. He visto de vez en cuando seres, parecidos a los gigantes pelados, pero más bajitos y estos en lugar de estar todo pelados, tienen pezuñas peludas como los animales. Aun así, he desconfiado y he decidido no bajar a olisquear de cerca.

      Día cincuenta y tres bellotas, treinta y cinco nueces y otro buen montón de castañas desde las nieves:

      Hoy saltando de rama en rama, he encontrado en lo más profundo del bosque, un lugar donde el silencio era casi palpable. Me he decidido a bajar al suelo a recoger algunas castañas caídas cuando sin previo aviso, un extraño artilugio punzante me ha caído en plena cabeza. Cuando he recuperado mi presencia de ánimo, me he acercado al en apariencia, inanimado objeto. Relucía como un rayo reflejado en el agua. ¡Jamás he visto antes una bellota con peor sabor y más dura! Tras dejarla de nuevo en el suelo, he trepado al árbol más cercano y me he encontrado una especie de cueva de gigantes hecha de madera. ¡Por la gran bellota! El olor a sangre casi me deja sin sentido y lo que el olor no ha conseguido, casi lo consigue la visión de extraños ciervos sin cuerpo colgados aquí y allá por todas partes. Menos mal, que estaba todo bastante atiborrado de cosas de gigantes pelados y he podido esconderme rápidamente, pues allí había uno de ellos.

      Ya estaba dándome por perdida, pues no veía forma de salir de allí sin que me viera el gigante pelado, cuando otro ha aparecido por la entrada. ¡Qué cosa más rara de gigante pelado! Tenía en la cabeza lo que parecía pelo, como el resto de ellos, pero el de este era como nieve. Me he preguntado seriamente durante un rato si no tendría frío, aunque no manifestaba nada al respecto. Además, su piel pelada no es como la del resto, sino como la noche y los ojos tenían el color de las bayas maduras. También su olor era distinto al del otro, como a gruta oscura y tierra mojada. El otro gigante pelado ha debido olerle también o quizá le ha oído, porque en menos de lo que cascas una nuez, se ha girado y se ha puesto a luchar con el otro gigante pelado, el cual llamaré el gigante nevado.

      Debería haber aprovechado para escaparme en la confusión de la batalla, pero ha durado tan poco que no me ha dado tiempo ni a pensarlo y cuando me he querido dar cuenta, el gigante nevado estaba buscando por toda la estancia vete tú a saber que bellotas. De pronto me ha visto y ha pegado un grito y un respingo grandioso, claro que mi grito y mi respingo tampoco se han quedado atrás. Entonces, patas para que os quiero, he salido lo más rápido posible de allí, con bastante audacia por mi parte he de decir, ya que me he colado entre sus garras.

      Me he puesto a saltar como una mofeta rabiosa de rama en rama, hasta que me he topado con un gigante de estos de las pezuñas peludas, pero que por suerte me daba la espalda. Así que he podido meterme en una cosa calentita con olor a … Yo diría que topo, que tenía este a su lado. Me he quedado muy quieta, pero a pesar de todo parecía que me movía todo el rato.

      Al cabo de yo no se ni cuanto rato, una zarpa del gigante de pezuñas peludas, se ha metido por el agujero de la piel de topo y sin pensarlo dos veces, le he arreado un descomunal mordisco. He escuchado gritos y gruñidos que no me han gustado, así que he salido de allí corriendo y me he subido al primer árbol que he visto. Pero… Pero… Esto ya no es el bosque en el que estaba, eso seguro.

      Día cincuenta y siete bellotas y treinta y ocho nueces desde las nieves:

      Me encuentro en un bosque de altos abetos con un curioso árbol en su zona sur. Este es más alto que el resto y pareciera que diera luz, como la luz de la bola brillante atrapada en la cosa azul y negra de ahí arriba. En su copa me pareció ver que había unas extrañas florecillas como si fueran luciérnagas y decidí subirme. Allí encaramado, me encontré un gigante pelado con orejas puntiagudas y ojos del color del musgo que olía a brisa fresca. Por unos instantes se me quedó mirando, pero no percibí peligro alguno en sus movimientos, así que me quedé muy quieta a la espera de decidir por donde salir, cuando de pronto la rama en la que estaba agarrado el gigante pelado se chascó y gigante pelado, rama y una servidora caímos al vacío sin remedio.

      Menos mal que caímos a un río y tuve la intuición de agarrarme a la rama, cosa que me salvó la vida sin duda, pues nunca había estado yo en un río.

      Día sesenta y siete bellotas y treinta y ocho nueces desde las nieves:

      Madre mía que viajecito por la rama… oscureció y aclaró al menos dos veces hasta que conseguí tocar tierra y para mi desgracia, era tierra de coyotes y hienas, así que tuve que correr para salvar mi vida de aquellas repugnantes bestias. Tan desesperada me vi que tuve que meterme en territorio de gigantes pelados. Donde no me fue mejor la cosa, ya que las crías de los gigantes pelados, me vieron y comenzaron a perseguirme. Corrí despavorida sin rumbo, saltando de aquí allá hasta caer en una cueva rara de madera con olor a uvas pasadas. Allí me escondí hasta que, al rato largo, noté que me movía. ¡Cuando me atreví a salir de mi escondite, no podía creérmelo! Estaba dentro de otra cueva más grande, con un montón de las cosas en las que me había escondido. Por suerte para mí, olisqueándolas encontré algunas de ellas llenas de deliciosas bellotas, así que me di un buen atracón.

      Cuando quedé satisfecha, fui a explorar fuera de la cueva para ver donde estaban aquellas crías crueles. ¡En mi vida había visto tanta agua! Estaba en lo que parecía una gran cáscara de nuez que flotaba en agua.! ¡Agua y más agua por todas partes! Y además hacía un frío que pelaba, así que me fui a mi cueva oscura de madera y me dediqué a disfrutar de las bellotas.

       

      Día setenta y cinco bellotas y cuarenta y una nueces desde las nieves:

      Por fin un día la enorme cascara de nuez llegó a tierra firme y pude esconderme en otra piel rara de esas que los gigantes pelados usan para llevar comida y cosas. Así conseguí llegar hasta un bosque en una llanura. Aprovechando que los gigantes pelados pararon a descansar, escapé de las pieles y me subí rauda y veloz a un árbol. ¡Por las nueces tiernas que frío! Jamás había tenido tanto frío en mi vida. Este sitio tiene nieve por todas partes y aunque los árboles resguardan algo del gélido viento, creo que se me van a congelar los bigotes

      Día setenta y cinco bellotas y cuarenta y una nueces desde las nieves

      . El hambre me está matando, o quizá sean las heridas del bicho horroroso que me atacó hace un rato. Estaba tan desesperada que bajé algo distraída a tierra a buscar algún fruto que llevarme a la boca, cuando una criatura que no había olido en mi vida apareció frente a mi hocico. Poseía un fornido y musculoso cuerpo recubierto por completo por duras escamas. Sus patas posteriores eran cortas, aunque ágiles y acababan en grandes pezuñas. Las delanteras por el contrario eran imponentes, por no hablar de su enorme cabeza con dos colmillos gigantescos que le nacían en la mandíbula inferior.

      La maldita aberración me atacó antes de que pudiera decir: esta nuez es mía. Lanzó sus poderosas garras a mi vientre, pero de un ágil salto, conseguí que tan solo me rasgara el pelaje más superficial. Entonces intenté trepar al tronco del árbol más cercano, pero mis garras resbalaron en el tronco medio helado y la criatura aprovechó para de una certera zancada, situarse a mi espalda, cortando así mi retaguardia. Desesperada volví a intentar encaramarme al tronco y esta vez conseguí apoyo, pero no lo suficientemente rápido, ya que una de las poderosas garras de mi oponente, rasgó mi costado de arriba abajo.

      En cuanto llegué de mala manera a la primera rama, salté y salté de una a otra rama hasta que conseguí despistar a la criatura.

      He estado lamiendo la herida una y otra vez, pero no parece cerrarse y eso no es lo peor. Desde hace un rato, he empezado a sentir un ardor extraño en mi vientre y unos estremecimientos repentinos.

      Día setenta y cinco bellotas y cuarenta y una nueces desde… ¡Ni idea, aquí nieva todo el tiempo!:

      Ya no siento hambre, aunque no he comido nada desde antes del ataque de la criatura aberrante. Tampoco siento ya frío y no se si se deberá a las extrañas escamas que me han ido saliendo por todo mi pelaje. También he notado algo raro en mi cola. Es como si le hubieran salido unas pequeñas pero afiladas púas aquí y allá. Mis patitas también parecen algo diferentes, más musculosas y con las garras más afiladas.

      Tengo mucho sueño, mucho, muchísimo sueño…

       

      Día 25 Raxcas desde… ¡Desde que me desperté hecha una fiera!:

      ¡Grruaaarg!

      • Sierephad
        Moderator
        Número de entradas: 2821

        Que grande la historia de la ardilla contra el mundo. Me ha encantado

    • ryland
      Participant
      Número de entradas: 53

      Algo paso con el servidor, pero mi historia se borro. Ahi va otra vez:

       

      Era invierno, el bosque estaba blanco por la caída de algo de nieve la pasada noche y un silencio reinaba en el bosque. La señora Dopkins, tan trabajadora como siempre, estaba acabando de preparar la comida para sus 8 hijos. En aquel viejo árbol ya sólo vivían ellos y el señor Ekrol, un viejo búho. ¡Ah!  sí, se me había olvidado, perdonad, la señora Dopkins es una ardilla. Pero no una ardilla cualquiera, no. La señora Dopkins fue la señora del viejo Blanched, la primera ardilla exploradora del bosque Naindel. Blanched fue la primera ardilla en abandonar temporalmente el bosque para recorrer otros bosques de Eirea, a su vuelta, se hizo tan popular que todo el bosque le conocía a él y a su mujer, la señora Dopkins.
      
      Ahora ya sola, pues el viejo Blanched murió a causa de la tala de un árbol hacía más de 3 primaveras ya...
      
      Como iba diciendo... era media mañana cuando de repente un fuerte estruendo resonó por todo el bosque. Grun, el leñador del campamento de Naindel parecía tener otro alumno al que enseñar a talar árboles. Sólo se escuchó un momento, pero el sonido que hizo un árbol muy cercano al suyo al caer, les encogió el corazón por completo. La señora Dopkins al no escuchar nada más, pensó que ya se habrían ido, pero de repente aguzó el oído y escuchó como Grun hablaba con alguien cerca, muy cerca de ellos. Se acercó a la entrada del agujero en donde vivían y vio en la base del viejo árbol, a Grun y un joven hablando del arte de cortar árboles. Estaban los dos animados y parecían estar mirando su árbol. ¿Podría ser? ¿Estarían pensando en cortar su árbol? Miro hacia la pequeña sala en donde vivía con sus hijos y pensó que no lo podía permitir...
      
      - Éste parece ser un buen árbol. - dijo Grun dando un par de palmadas a la vieja corteza del árbol de la señora Dopkins -
      
      - Debes coger bien el hacha. - explicaba Grun -
      
      - Así... con las dos manos. ¡Fuerte!  - corregía Grun una y otra vez -
      
      El joven cogió el hacha bien fuerte y cuando se disponía a dar un primer hachazo al viejo árbol, una bellota le golpeó en el ojo.
      
      - Erg! - grito el joven leñador -
      
      - Que ha pasado? - preguntó Grun -
      
      - No sé cómo, ¡pero me ha caído una bellota del árbol!  - dijo el joven leñador -
      
      - JaJaja - se reía Grun -
      
      - Pero si este árbol... parece estar muerto... - dijo Grun riéndose del joven leñador mirando hacia la copa del árbol -
      
      En ese momento, otra bellota golpeó en el rostro de Grun y éste se quejó amargamente.
      
      - No decías que no podía ser? - se reía el joven leñador de Grun -
      
      - No puede ser. ¡Está muerto!  - dijo Grun algo irritado con el joven por reírse de él -
      
      La señora Dopkins estaba a casi una decena de metros hacia arriba, muy cerca de la copa del árbol viendo como ese par de humanos se dolían de sus heridas provocadas por el lanzamiento de pequeñas bellotas que, a esa altura, eran verdaderos balas de cañón cuando impactaban con algo. Como era invierno, la señora Dopkins tenía la despensa llena de bellotas recogidas para pasar el invierno y estaba dispuesta a usarlas todas para defender su árbol. Fue así,
      
      y viendo que dos simples bellotas no habían conseguido que se fueran de allí, llamó a sus hijos y les indicó lo que deberían hacer a su orden, todos y cada uno, se colocaron con una bellota en las cercanías de la salida de la casa preparados para lanzas sus bellotas a la orden de su madre.
      
      Grun y el joven leñador, se disponían a seguir con las clases para cortar el árbol cuando otra bellota golpeó el cráneo desnudo de Grun que se llevó las manos a la cabeza y se frotó para paliar el dolor. El joven leñador, algo incrédulo por eso, miro hacia arriba y varias bellotas le golpearon en la cara. Una en un ojo y la otra en la frente.
      
      - ¿Quién nos está tirando estas bellotas? - le pregunto el joven leñador a Grun -
      
      - No lo sé, pero se va a enterar... - dijo Grun agarrando el hacha de las manos al joven -
      
      - Ahora veras! - grito Grun -
      
      ¡Ahora! La señora Dopkins ordenó a sus hijos que lanzaran las bellotas hacia Grun con todas sus fuerzas. El viejo Ekrol ya había vuelto con algunos búhos más, para ayudar a echar a esos dos leñadores de allí. La señora Dopkins había mandado a su hijo menor a avisar al viejo búho y este fue en busca de ayuda. Alguno llevaba una piedra, otro un trozo de madera, otro una fruta... todos empezaron a soltar lo que llevaban entre sus garras hacía donde estaban Grun y su joven pupilo, sumado a las bellotas que les lanzaban la señora Dopkins y sus hijos fue suficiente para que primero el joven leñador empezará a correr, para acto seguido, Grun soltando el hacha para protegerse la cabeza con sus manos, siguiera al joven alumno hacía el campamento...
      
      ¡Victoria!  - gritaron las pequeñas ardillas -
      
      La señora Dopkins estaba contenta porque por el momento, había salvado su árbol. Pero también sabía que ese Grun volvería... La señora Dopkins se giró hacia sus hijos y les dijo, si vuelve, ¡estaremos preparados! Por el momento el bosque estaba a salvo, pero no sabemos hasta cuándo. La victoria de la señora Dopkins frente a los humanos se expandió rápidamente por todo el bosque de Naindel y desde entonces fue conocida como la heroína señora Dopkins.
      
    • zarknon
      Participant
      Número de entradas: 92

      Esto lo subí el sabado cuando aún estaba el concurso en plazo, pero no se si lo subí mal o es que con el pete general se perdió, pero lo vuelvo a subir a ver si entro en plazo igualmente.

      Pequeño pero matón.

      Stroboskopics Matralis Drífulos siempre había sido un gnomo escéntrico, aunque esto en realidad no es decir nada nuevo sobre los gnomos. La curiosidad innata de su raza y su ansia insaciable de conocimientos, junto con una inteligencia desbordada y un instinto de conservación practicamente nulo le habían granjeado la fama de gnomo chiflado mucho antes de cumplir los 16 años, aunque esto en realidad tampoco es decir nada nuevo sobre los gnomos.
      Sin embargo su caso siempre fue algo especial, pues en vez de sentir una atracción casi enfermiza por los laboratorios, los matraces, los aparatos complejos y las explosiones repentinas, desde que tubo conciencia de si mismo se sintió atraído irremediablemente por la biología, la naturaleza, los bosques y las explosiones repentinas. Y es que nuestro protagonista ansiaba con toda su alma dominar el secreto del poliformismo, tomar prestada la forma de animales a voluntad, ver el mundo desde los ojos de criaturas diversas, colarse en lugares prohibidos, y a poder ser provocar cuantas explosiones repentinas pudiera provocar sin ser visto.
      Al principio los demás gnomos lo ignoraron, pues raro es aquel gnomo que en la búsqueda constante de la verdad y el conocimiento no explora caminos extraños, absurdos o sorprendentes, y esto si que es decir algo sobre los gnomos, pues algo extraño, absurdo o sorprendente para un gnomo es realmente muy extraño, muy absurdo y muy sorprendente. Pero los años fueron pasando, y las particulares inclinaciones científicas de Stroboskopics lejos de quedar en una moda pasajera lo ivan volviendo cada vez mas huraño, malhumorado, desquiciado y camicace. Sus congéneres comenzaron a despreciarlo, a temerlo y finalmente a odiarlo y en cierto modo a envidiarlo, por ser diferente y por tener el valor de buscar el conocimiento en lugares donde ningún gnomo se atrevería jamás a buscarlo, experimentando con fuerzas mágicas que para los de su raza eran poco mas que leyendas y cuentos de viejas para asustar a los niños.
      Al final, ninguneado, despreciado, abandonado y desauciado por los suyos, Stroboskopics se refugió en las profundidades del bosque de Urlom rodeado de lo único que durante su corta vida nunca le había fallado, la naturaleza y sus queridos animales; y allí experimentó con toda clase de ungüentos, pócimas y hechizos, y se embarcó en secreto en la construcción de su gran invento, el invento definitivo, la máquina que le permitiría por fin dominar el secreto del poliformismo como había visto hacer a algunos druidas que llegaban a Ak’Anon desde el lejano bosque de Thorin.
      Y fue una húmeda noche de la estación del Verano, calurosa y sofocante como el día en las marismas de Zulk cuando una descomunal explosión repentina que satisfaría las exigencias del mas perfeccionista de los gnomos amantes de las explosiones repentinas, arrasó una considerable extensión de bosque en las profundidades de Urlom. Los pocos que aún recordaban al desgraciado Stroboskopics es decir, su madre y su padre, no asociaron aquel incidente con el, y el resto de los gnomos idearon un sin fín de teorías al respecto, pero lo que nadie supo nunca es que finalmente, nuestro protagonista había conseguido su objetivo, aunque como todo lo que consiguen los gnomos tras años de estudio, experimentación y pérdida de vidas (de otros), su éxito fue tan solo parcial. Su gran invento, el invento definitivo, funcionó a la perfección, y lo que Stroboskopics se complacía en llamar:
      «máquina compleja gnómica de poliformismo y transmutación de un cuerpo en otro mediante geniales sistemas biológicos de inyección y administración de sustancias de forma magistral y secreta para demostrarle al mundo que no estaba tan chiflado y que los gnomos pueden transformarse en osos dragones lobos ciervos y toda clase de animales a voluntad del operario y que se fastidien los vejestorios del consejo y todos los gnomos de la academia y mis padres y mis profesores y todo aquel que me halla collejeado alguna vez es decir todos los gnomos de Ak’anon y todos los del mundo tambien malditos todos», logró su objetivo, o al menos en parte.
      El problema fue que en lugar de transformar a Stroboskopics en un dragón, un oso, un lobo o algún animal imponente, debido a desgraciados errores, desafortunadas coincidencias, y a que una ardilla se quedara atrapada casualmente bajo la lente del rayo transformador en el momento preciso, nuestro protagonista se transformó precisamente en eso, en una ardilla, de larga cola peluda y ojillos chispeantes e inteligentes.
      Pero esto no fue lo peor, ya que acto seguido, la máquina se colapsó sobre si misma, y provocó una explosión repentina de tal magnitud que arrasó varias ectáreas de bosque. Para no alargarnos no entraremos en detalles de como ocurrió, vaste decir que nuestro protagonista no se desintegró junto con todo lo demás en la explosión, si no que sobrevivió, transformado en una ardilla de larga cola sin pelo, ojillos inteligentes y piel churruscada y calva.
      Y aquí la vida de nuestro protagonista cambió, y gracias a su grandiosa inteligencia de gnomo y al toque de ardilla dura que le daba su piel quemada y su calvicie, descubrió la popularidad y el éxito social. Todas las ardillas hembras del bosque caían rendidas a sus patas con solo chasquear los incisivos, mientras era admirado y envidiado por todos los ardillos machos… y olvidó su pasado, su rencor para con el mundo y su insatisfacción, mientras fornicaba por doquier entre el canto de los grillos, los trinos de los pájaros y las explosiones repentinas que retumbaban en la montaña de vapor… Pero una vez mas, el destino, criatura cruel y despiadada donde las halla, le tenía preparada una nueva sorpresa.
      Hallábase Stroboskopics Matralix Drífulos ardilla en lo mas profundo del bosque de Urlom, cogido románticamente de la pata con la novia de las últimas dos horas, una hermosa ardilla hembra de las mas codiciadas en la sociedad ardillil. Ambos observaban acaramelados el atardecer, compartiendo una nuez y lanzándose de cuando en cuando dulces mordisquitos de amor, cuando aconteció la desgracia. Primero se escucharon unos pesados pasos aproximarse, acompañados de gruñidos de esfuerzo, jadeos, resoplidos, y el tintinear del cuero y el acero. Seguidamente el cálido olor de las flores, el atardecer y las ardillas en celo fué sustituido por un desagradable y penetrante olor a alcohol revenido, sudor, sangre y barba de enano… y finalmente apareció en escena un enano descomunal, gigantesco, enorme (tened en cuenta que desde el punto de vista de una ardilla, hasta el mas esmirriado de los goblins es una criatura imponente), feo como el solo, peludo y empuñando un hacha enorme (aunque todo esto no es decir nada nuevo sobre los enanos). Aquella criatura pisoteaba las florecillas con sus botas de acero, mientras jadeaba, rugía maldiciones y arrasaba con todo animal que se cruzaba en su camino con amplios arcos de su gigantesca arma, mientras refunfuñaba: «3785, 3787, 3789… malditas maestrías, por mis barbas!». El corazón de Stroboskopics se detubo, luego volvió a latir, luego se volvió a detener, luego volvió a latir, y finalmente se volvió a detener cuando la mirada de aquel ser infernal se posó sobre el y su hacha se alzó… y en aquel momento justo cayó la noche sobre el bosque de urlom, el tiempo pareció detenerse… y algo enorme ocultó la luna tapando el cielo. Un rugido, mas parecido al bramido de un ejército de almas en pena atronó la noche, y la silueta de una bestia inconcebible se recortó contra las lunas. Lessirnak, el Wyrm Infernal, una de las criaturas mas peligrosas y maquiabélicas de los reinos descendió empicado desde el cielo, precipitándose sobre la amada de Stroboskopics con la fuerza de un dios y triturándola con un espantoso crujido bajo sus poderosas garras. El enano, sorprendido, se quedó congelado en el gesto de descargar su hacha sobre las ardillas, mientras el poderoso dragón, acompañado de un viento huracanado y un rugido equivalente al de las gargantas de tresmil players recién gitaneados aferraba los restos de su presa y flexionaba sus poderosas patas para impulsarse de nuevo hacia los cielos.
      Aquí, nuestro protagonista apenas tubo un segundo para reaccionar, y como todo buen gnomo, por muy ardilla que sea, reaccionó de la forma mas imprevisible, mas absurda y menos adecuada posible. Por un lado estaba el hacha del enano, que se alzaba sobre el y no tardaría mas de uno o dos segundos en caer, acabando con su vida. Por otro lado estaba el feroz dragón, que en apenas un segundo se volvería a lanzar a los cielos, y por otro lado estaba su amada, la ardilla mas codiciada del bosque, que ahora no era mas que unos restos destrozados en las garras de la criatura. Todos estos factores se confabularon en contra de nuestro protagonista, que solo vio una salida para huir del enano y a la vez vengar la muerte de su amada. Flexionó sus cortas patas, dio un gran salto hacia arriba, y cerró sus afilados y diminutos dientecillos sobre algo blando que se bamboleaba entre las poderosas patas de Lessirnak. Acompañado de un feroz rugido de dolor que hizo caer aludes de piedras desde lo alto de la montaña de vapor, nuestro protagonista se vio catapultado a los cielos, colgando de forma completamente deshonrrosa de las partes mas innobles de una de las mas innobles bestias de los reinos de leyenda.
      Nadie sabe esto, y mucho menos nadie sabe que ocurrió después, pero se cuenta que aún hoy, si te pierdes en lo mas profundo de un bosque al morir el atardecer y la noche te sorprende, puede que una poderosa bestia alada descienda empicado de los cielos justo ante tus narices, buscando venganza con la furia de un Dios, pues aún recuerda que una de las criaturas mas pequeñas e inofensivas de los reinos osó una vez desafiarle.

    • Cras94
      Participant
      Número de entradas: 897

      Me acabo de dar cuenta que mi historia se perdió. Estaba justo debajo del comentario de Sierephad.

      En fin, ya es tarde para postearlo ni lo tengo guardado.

      Que no te engañen las letras.
    • eckol
      Keymaster
      Número de entradas: 6832

      Edito algunas historias para que se muestren bien. Disculpad las molestias.

      Eckol el Alquimista de las Cien Formas

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