Inicio › Foros › Historias y gestas › El primer recital de Wub Wub.
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Wub Wub abandonó la mina con su nueva adquisición, su cosa de hacer ruido. Con la emoción de haberla conseguido había olvidado su motivo de visita a las minas, conseguir piedras preciosas.
La goblin salió de la mina, recorrió su pasillo principal hasta dar con la entrada, donde al despuntar el alba los mineros se agolpaban para comenzar su jornada de trabajo, sin ser conscientes aún del curioso escenario con el que se iban a encontrar.
Wub Wub desató su araña de montar y se subió a sus lomos, como cada vez que la montaba relamió su exoesqueleto, recogiendo las gotas de rocío que habían condensado en sus pelillos.
Galopó en dirección Brenoic, había escogido esa taberna para dar su recital, no quería ir a una taberna conocida por si no estaba a la altura.
No tardó en llegar a Brenoic, donde los soldados, aún somnolientos, se disponían a relevar el turno.
Ató su montura en el primer sitio que encontró y se encaminó hacia la taberna.
De un suave empujón abrió las puertas de la taberna y observó a su futuro público, borrachos que habían pernoctado en la taberna, alguna mujer de dudosa moralidad y aldeanos que hacían cola en la barra para empezar el día con alcohol en el gaznate.
Wub Wub fue a un rincón a comprobar primero si su «instrumento» estaba en buen estado, lo sacó de su zurrón y lo colocó sobre sus hombros, con un orificio hacia el techo y el otro a su boca.
Cogió aire y sopló con todas sus fuerzas.
«Pffffffffff!»
Algo iba mal, ese no era el sonido que recordaba, algo estaba haciendo mal.
Trató de hacer memoria para ver qué podía estar fallando, intentó memorizar hasta el último detalle de la noche anterior.
Fue entonces cuando recordó que al hacer sonar el instrumento, salpicó de un líquido marrón las paredes de la cueva.
Ya sabía que fallaba, tenía que rellenar el instrumento.
Se escondió debajo de una de las mesas del rincón, se bajó los pantalones y acopló la boca de su instrumento a cierto orificio de su cuerpo.
La cara de Wub Wub se contrajo al hacer tanta fuerte y con una desagradable mueca vacío todo su interior dentro del instrumento.
Con prisa y algo de nervios se vistió de nuevo y sujetando el instrumento que contenía una gran cantidad de líquido se subió en una de las sillas.
Tosió fuertemente para llamar la atención de su público y tomando todo el aire que pudo, lo insufló en el instrumento.
«Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!»
Una fétida ráfaga de heces salpicó a todos los presentes.
Wub Wub sostenía su instrumento con felicidad, ese era el sonido que buscaba.
La multitud, totalmente cubierta de heces de goblin, comenzó a gritar tratando de abandonar la taberna.
Se agolpaban en la puerta bloqueándola por completo.
El olor era insoportable, hasta tal punto que algunos de los presentes comenzaron a sufrir arcadas.
Las arcadas desembocaron en una cascada de vómitos recíproca, se iban vomitando unos encima de otros.
La gente más nerviosa aún trataba de apartar la multitud que bloqueaba la puerta, pero el suelo era ahora una viscosidad de vómito y heces, por lo que hacía aún más difícil mantenerse en pie.
Wub Wub observaba lo que había provocado, feliz en su silla con su instrumento. Jamás habría pensado que tendría tanto éxito.
Por fin el tabernero consiguió desbloquear la puerta y la multitud consiguió salir y respirar por fin un aire en condiciones.
La taberna quedó en silencio, convertida en un amasijo de sillas y mesas, y el suelo completamente encharcado.
Wub Wub guardó su instrumento en su zurrón y recorrió la taberna buscando cualquier tropezón que pudiera servirle para un posterior aperitivo.
Y así fue como Wub Wub dio su primer recital.
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