Inicio Foros Historias y gestas El provenir de la Horda

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    • lordsoth
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      Vuldeck, caminaba pesadamente por la fortaleza negra, camino a su trono. Los lorzuruks se iban apartando a su paso, mientras hacían reverencias al caudillo de la Horda Negra.

      Este los ignoraba, no deliberadamente, sino simplemente porque en su cabeza se agolpaban una gran cantidad de información que debía resolver en busca de una mayor gloria para la Horda Negra.

      Tras descender del segundo piso, atravesó las calles principales de la fortaleza hasta llegar al Trono del Dragón de Hueso. Aproximándose a él, acaricio sus reposabrazos notando todas y cada una de las pequeñas hendiduras que marcaban los huesos de los dragones que habían sido utilizados para construirlo.

      • El tiempo está cambiando – pensó. – Hace unos meses apenas teníamos un puñado de guerreros para combatir a hordas de enemigos. Hoy en cambio, cientos de reclutas se agolpan a nuestro alrededor en buscar de gloria. ¿Qué debo hacer? ¿Como conseguir que sean más fuertes, mejores guerreros, más útiles para la horda?

      Estos pensamientos acudían a Vuldeck cada día cuando se cruzaba con ellos, o le pedían ayuda. ¿Él se hubiese atrevido a pedir ayuda al Caudillo? Quizás sí, pero siempre en guardia porque igual le ofrecía un arma, pero no por el lado por el que te gusta recibirla. En cambio, ahora los veía despreocupados, tranquilos en la fortaleza con una falsa sensación de seguridad que no debería tener ningún miembro de la horda. Tenía miedo que en su afán por ayudar a los reclutas para obtener una horda con la que poder atacar las ciudades del sur, estuviera creando un ejército de débiles.

      • Quizás es hora de que aprendan que significa vivir en los reinos anárquicos – dijo en voz alta para si mismo, mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro, mientras recordaba los combates que se formaban entre los propios pasillos de la horda negra, cuando todos los miembros del ejercito se enfrentaban unos contra otros en una batalla campal hasta que solo 1 de ellos acababa en pie. No tenia porque ser el mejor luchador, muchas veces solo era el más oportunista que se mantenía agazapado hasta que solo quedaba un contendiente, sudoroso y herido después de haber mantenido el combate.

      Si, determino, va siendo hora de ponerlos en cintura y de que todos los anárquicos empiecen a curtirse. Habían llegado a sus oídos, las historias de los conflictos en las ciudades del sur. Los mercenarios, traían informes de hostilidades entre el reino de los enanos y las demás ciudades del sur.

      Vuldeck detestaba a los enanos, por encima de cualquier otra raza. Gruñó y apretó el puño mientras recordaba los años de esclavitud en sus minas, cuando aun era solo un débil Snaga hasta que consiguió fugarse y volver con su pueblo.

      Quizás ha llegado la hora de que la horda acuda en masa a los reinos enanos, mientras se incrementan las hostilidades contra el resto de ciudades buenas. O igual valdría la pena esperar hasta que esas hostilidades se materializasen y los enanos se encontrasen solos y aislados, pues una invasión orca mientras las hostilidades no se materializasen quizás favoreciera que dejarán a un lado sus diferencias en contra de un enemigo común.

      Al final decidió que consultaría con su Arconte y con el Hierofante para conocer su opinión. La decisión sería suya por supuesto, para algo él era el Caudillo, pero quizás su opinión le sacara del mar de dudas en el que se encontraba sumergido.

    • lordsoth
      Participant
      Número de entradas: 284

      Sentado en su trono Vuldeck, se concentraba en el futuro de la Horda Negra y en como acabar con sus más detestados enemigos, los enanos.

      Con un gesto llamó a uno de sus sirvientes kobolds, al cual ordenó:

      Vuldeck dice: ¡Waaaaagh!  Trae a Bragqotul a mi prezencia.

      Vuldeck vuelve a recostarse sobre el trono mientras espera la llegada de su viejo amigo Bragqotul.

       

      -|Bragqotul|/- llega desde arriba.

      Bragqotul hace una media reverencia a Vuldeck.

      Vuldeck dice: Bienvenido, Bragqotul. Graciaz por acudir tan raudo.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Te preguntaráz porque te he hecho llamar….

      Bragqotul dice: Buenas Caudillo. No tiene que darlas, uno de sus guardias me ha avisado de que requería de mi presencia y aunque sabe que paso el día trabajando en el taller para la mayor gloria de la fortaleza entiendo que será para algo importante.

      Vuldeck dice: ¡Waaaaagh!, Ah, mi viejo amigo Bragqotul, cierto ez que ahora zoy el Caudillo, pero no hace tanto no lo era, y juntoz, como iguales combatíamoz a laz débilez razaz del zur.

      Bragqotul asiente con una medio sonrisa.

      Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, Ziempre me he fiado de tu criterio, y de tu preocupación por la horda, y zi bien ez cierto que no oztentaz ningún cargo en la horda negra, me guzta ezcuchar tu opinión zobre el porvenir de la horda.

      Bragqotul dice: La verdad es que no fue hace mucho, pero esas ratas sureñas parecen que no saben hacer otra cosa que aparearse.

      Vuldeck se ríe abiertamente.

      Bragqotul dice: Por supuesto Vuldeck, ya sabes que siempre estoy disponible si puedo ayudar en algo.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Graciaz, viejo amigo. Déjame explicarte, porque doz grandez dudaz pezan zobre mi conciencia

      Bragqotul escucha atentamente.

      Vuldeck pregunta: Grrooaakk!  La primera ez zobre loz nuevoz Znaga… ¿Tu zinceramente, como loz vez?

      Vuldeck hace un gesto de exasperación.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Déjame explicarme

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Haz notado que últimamente, hay una gran cantidad de nuevoz reclutaz y cada día lucho por conzeguir que mejoren, por equiparloz con laz armaz con laz que tú y yo zoñabamoz cuando éramoz jóvenez, y que tanto ezfuerzo noz coztó conzeguir.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Me da miedo, eztar creando una horda grande, pero que no ezté a la altura de zuz antecezorez.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Recuerda que nueztra cuadrilla éramoz zolo cinco, y nozotroz cinco doblegamoz ciudadez y reinoz enteroz a nueztroz piez.

      Bragqotul dice: Ese miedo lo deben tener todos los caudillos y por sus palabras entiendo que parece estar formando más una horda de goblinoides que de lorzuruks.

      Vuldeck asiente lentamente.

      Bragqotul dice: No debe preocuparse, deben luchar, recibir heridas, sangrar y saber que la lucha es la clave para sobrevivir y crecer en nuestra sociedad.

      Bragqotul dice: Y si no están a la altura, simplemente esperaremos a una nueva remesa con más talento. No tenemos prisa, nuestras murallas son altas, nuestra fortaleza es inexpugnable.

      Vuldeck pregunta: Grrooaakk!  ¿Creez que zería interezante, retomar laz viejaz coztumbrez de laz batallaz de la fortaleza?

      Bragqotul asiente con fervor.

      Bragqotul dice: Vuldeck… la arena de la muerte en la que combatíamos casi a diario nos hacía más fuertes…

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Cierto, aunque algunoz no volvían a levantarze jamás

      Vuldeck se ríe a carcajadas.

      Bragqotul sonríe ampliamente.

      Bragqotul dice: Es cierto que recibíamos heridas y, en muchas ocasiones, más grave de lo que realmente parecían, pero eso nos hacía tener un ansia de sangre y de poder que ninguna otra generación que yo haya conocido ha tenido.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Tuz palabraz zon zabíaz, viejo amigo. Laz tendré en conzideración.

      Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, El otro tema del que quiero hablarte, ez quizáz…. máz peliagudo

      Bragqotul dice: Soy todo oídos.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Recientemente he abierto máz la fortaleza a loz mercenarioz. El tranzito ez mayor, quizáz máz de lo dezeable, pero con el tráfico llegan laz noticiaz. Creo que la fortaleza negra, no debe permanecer ignorante a loz acontecimientoz que ocurren a lo largo de Eirea

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  No zé zi han llegado a tuz oídoz, el reciente conflicto que ha acontecido entre loz reinoz de loz azquerozoz enanoz, con el rezto de laz débilez ciudadez zeguidoraz de Eralie

      Vuldeck escupe al mencionar la palabra enanos.

       

      Bragqotul dice: Algo he oído, pero bueno, no es algo que me pillara por sorpresa. Lo raro es que los enanos no estén actuando hasta ahora, si esa mina la hubiésemos excavado nosotros ninguna otra ciudad se atrevería a adentrarse en ella para extraer los minerales.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Conocez mi corazón, y que zolo penzar en ezoz azquerozoz barbudoz hace que laz anziaz ze apoderen de mí, y que nada máz me guztaría que exterminar zu raza por completo de la faz de Eirea.

      Bragqotul sonríe mientras asiente.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  He penzado que quizáz, con ezte conflicto podamoz darle el golpe de gracia.

      Bragqotul dice: Eso sería una victoria para Gurthang, sin duda.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Pero por loz informez que me llegan, laz hoztilidadez aún no ze han materializado.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Y quizáz una invazión anárquica, haga que ze unan de nuevo en contra del enemigo común

      Vuldeck dice: ¡Waaaaagh!,  Grrooaakk!  Cuál ez tu opinión, viejo amigo.

      Bragqotul pregunta: Disculpe el atrevimiento… pero, ¿cómo piensa hacer una invasión sino confía en los nuevos snaga?

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  No me importa zacrificar unoz cuantoz Znaga, que actúen de carne de cañón zi con ello conzigo derrocar el imperio de Kheleb

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Pero zi me fio de la vieja guardia, que ezpero que ezte a mi lado, llegado el momento.

      Bragqotul dice: Además… ¿una invasión? Los reinos Eralie se unirían al instante… eso mermaría nuestras filas, incluso si los snagas fueran útiles. Y de por hecho que las filas de Seldar aprovecharían esto para lanzar un ataque frontal, mínimo contra Ancarak.

      Bragqotul dice: Si es cierto que las hostilidades son como dicen…

      Bragqotul dice: ¿Por qué no aprovecha el momento pero de otra forma? Ahora que eres el caudillo puede hacer lo que le plazca… Y realmente está mal que yo le diga cómo debe jugar estas cartas, pero seguro que Colmillos venenosos puede hacer algo al respecto. No es lo más honorable, y por supuesto, yo no participaría en una batalla creada así, pero si puede cargar la culpa del asesinato de algún que otro enano… a algún que otro semi-elfo… Las hostilidades comenzarían frontalmente.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Zabía qué hacía bien al pedirte conzejo.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Jamáz ze me hubiera pazado por la cabeza.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Zabez que en cuanto pienzo en loz enanoz, lo único que quiero ez tirarme de cabeza contra elloz y dezgarrarloz con mi cimitarra.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Pero quizáz podamoz ayudar a que ezaz hoztilidadez ze materialicen…

      Bragqotul dice: Lo sé de primera mano, pero debe ser paciente y ser más inteligente que el resto de caudillos que hubieran actuado de esta forma.

      Vuldeck asiente, mientras baja la cabeza deliberando.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Graciaz por tu conzejo, Bragqotul, como ziempre ha zido de ineztimable ayuda para la horda.

      Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, Creo que contactaré con nueztro agente de Colmilloz Venenozoz

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Y veré como pueden zervirnoz

      Bragqotul dice: No debe dar gracias por los consejos, siempre estarán para ayudar a la causa.

      Bragqotul dice: Ahora si me lo permite seguiré con mi trabajo, el taller está a rebosar de encargos y cada minuto que paso fuera hace que mis ayudantes quieran tirarse al lago de cristal de cabeza para no volver.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Viejo amigo, no quiero interrumpir máz tiempo tu trabajo en el taller de la fortaleza, pero quizáz tengaz tiempo para relajarte en la taberna mientraz deguztamoz un zabrozo Craneo Enano.

      Vuldeck pregunta: ¡Groaaaak!,  Grrooaakk!  ¿Crez que tuz ayudantez zobrevivirán zin ti un rato máz?

      Bragqotul dice: Se lo agradezco de verdad, en otro momento la aceptaría sin dudarlo, pero ya he venido con prisas aquí… de verdad si supiera la de manufacturas a medio hacer que tenemos pendientes, le aseguro que no me invitaría a la taberna.

      Vuldeck dice: ¡Waaaaagh!,  Grrooaakk!  No hay problema. Ya brindaremoz por la derrota de Kheleb.

      Vuldeck dice: Grrooaakk!  Ve ahora, y continua con tuz quehacerez amigo mío

      Vuldeck hace un gesto con la mano despidiéndolo.

      Bragqotul realiza una nueva media reverencia mientras sonríe.

      Bragqotul dice: Gracias Vuldeck.

      Bragqotul se retira raudo rumbo al taller de la fortaleza.

       

      Sumido en estos pensamientos Vuldeck se prepara para realizar su nueva jugada, mientras sonríe.

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