Inicio › Foros › Historias y gestas › El regreso de Lyriasel.
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Las puertas de la Cruzada se abrieron de par en par súbitamente y una cortina de agua entró bruscamente en la estancia.
Gwalchavad se apresuró a cubrir algo con su capa mientras gritaba: «¡Proteged los pergaminos, que no se mojen!», se encontraba descifrando pergaminos, una nueva remesa recién llegada a la ciudad suponía el mejor pasatiempo para una noche así de lluviosa.
Los cruzados miraban con interés una silueta que se perfilaba en la puerta, se apresuraron a dar un paso en su dirección cuando la extraña figura se internó por completo en la Cruzada. Se trataba de un humano de edad algo avanzada y aunque se cubría con una capa empapada, entre los pliegues se adivinaban partes de una brillante armadura.
Llevaba con él una pesada bolsa, que iba balanceando suavemente mientras entraba en la Cruzada.
Los cruzados no le quitaban el ojo a esa misteriosa bolsa, pero la seguridad y el paso decidido que llevaba este personaje, les quitaban las ganas de pararle.
Gwalchavad fue el único que se aventuró a decir algo: «¡Cómo me estás poniendo el suelo de barro, espero que tengas una buena razón para esto!»
Por fin, el misterioso hombre se presentó: «Soy Lyriasel Angelus, aunque no me recuerdes, viví aquí durante algún tiempo. He venido a ver a la Cruzada Suprema, pues he cumplido lo que me encomendó.».
Gwalchavad le susurró algo al oído de un mozo que allí se encontraba y el mozo salió corriendo escaleras arriba, no tardó en volver acompañado de Yrlin, la Cruzada Suprema del Bastión de Plata.
Lyriasel depositó con cuidado la bolsa a los pies de Yrlin y cogiendo la cuerda que la cerraba, de un tirón seco la abrió por completo. Dos cabezas salieron rodando de la bolsa y fueron a parar a los pies de Gwalchavad.
Gwalchavad atónito miró a Yrlin esperando qué hacer.
Yrlin sonrió al reconocer las dos cabezas que yacían en la estancia. Se trataba de Alchanar y Llhioker, dos reconocidos enemigos del Reino de Takome.
Yrlin se dirigió a Lyriasel y amablemente le preguntó: «Me alegro que hayas terminado con nuestros enemigos, ¿has cumplido el resto que habíamos pactado?»
Lyriasel asintió rotúndamente y dejó sobre la mesa un sobre lacrado y una bolsa con monedas.
Yrlin se sorprendió al ver el sello que estaba impreso sobre el lacre, se trataba del sello de la mismísima Reina de Takome, Priis. Con cuidado cogió el sobre y rompió el sello. El sobre contençia una carta de agradecimiento de la Reina a Lyriasel por las investigaciones que había realizado él mismo sobre el misterioso asesinato del anterior Rey, Elder I. Daba más que su visto bueno para que Lyriasel volviera a ser ciudadano de Takome. Y le mostraba una eterna gratitud.
Yrlin cogió la bolsa de monedas y pesándola en su mano se dirigió a Lyriasel y dijo: «Has cumplido tu palabra, no esperaba menos de ti. Informaré a nuestro General, para que ultime los formularios y vuelvas a ser un ciudadano con pleno derecho de la ciudad de Takome».
Lyriasel abandonó la estancia, pues ya había terminado su cometido y el cansancio del viaje empezaba a hacer mella en él.
Yrlin subió por las escaleras de la Cruzada hasta el despacho de Gravos Yriel, que se encontraba terminando de poner al día unos mapas recien traídos de Aldara. Le mostró la carta de Priis y la bolsa de monedas.
Gravos cuando hubo terminado de leer la carta dijo: «Me parece una buena aportación a nuestra ciudad, necesitamos caballeros así en el Bastión de Plata. Desde hoy, Lyriasel Angelus será ciudadano de Takome». Y volvió a dirigir su mirada hacia los extraños mapas.
Yrlin abandonó el despacho del General y se dirigió a sus aposentos, había sido un buen día y contaban en sus filas con un caballero nuevo, que posiblemente dará mucho que hablar.
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