Inicio Foros Historias y gestas El regreso de una legión.

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    • fyrate
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      Tras una noche de festejos…
      el repugnante olor a vómito me había despertado.
      Al parecer la noche anterior nos habíamos pasado de festejos.
      Los marineros no estaban ya en la habitación.
      Y el sol iluminaba la estancia.
      El fuerte dolor de cabeza me hizo seguir durmiendo.
      Hasta que el ruido de la puerta abriéndose me despertó.
      Una voz masculina dijo mientras una sonrisa se salía de el.
      Eei Daky!. Arriba hermano, arriba!.
      Reconocí la voz, y con la velocidad de un rayo me reincorpore, y lo miré mejor.
      Era el, que otra vez estaba con migo.
      Mi hermano Daktos.
      Me acerqué a el y le di un fuerte abrazo, de esos que deseas que nunca terminen.
      Hasta que la crow entró y gritó con una voz llena de adrenalina: vamos señores, tenemos que llegar a Grimoszk.
      Los Orgos, Lagartos, y los miembros del ejército están ya allí esperándolos.
      MI corazón latía con tal fuerza que parecía que iba a salir de mi pecho.
      Agarré todo de la habitación, y corrimos hacia el muelle.
      Esta vez el destructor estaba con un druida y su singla que parecía ser amigo de Daktos.
      Nos embarcamos, y zarpamos a Grimoszk.
      Daktos y yo estábamos en el mástil mirando todo, con una emoción que nos consumía.
      Estábamos por concretar lo que tanto deseábamos.
      Los demás tripulantes, aparte de la crow estaban muy distintos.
      Sus armas se encontraban desenvainadas.
      Y preparaban múltiples artilugios para emboscadas.
      Hasta que alcé la mirada al horizonte y pude distinguir las corbetas de los pantanos.
      Ya estábamos cerca de Grimoszk.
      El destructor llegó al muelle y todos se encontraban allí.
      Pude ver a Kyragath, a Krozziu, Zaykor Tarasemyr…
      Pude ver a mi ejército gritando mi nombre, y el de Daktos.
      Bajamos todos del destructor y el gran patriarca de Grimoszk nos miró, mientras nos hizo una reverencia.
      La ciudad estaba repleta de soldados, magos que conjuraban diferentes hechizos de protección, y chamanes que junto a sus ancestros iban preparando distintos ungÚentos para que nos pudiéramos curar cuando no halla ni un clérigo o chamán cerca.
      Los empezaron a repartir, y Korkar el regente de Dendra me miró, y me dijo a mi y a Daktos.
      Dak tu insignia.
      Ahora ve al frente del ejército y comanda todo.
      Mis ojos destellaron por unos segundos en los que me ponía la insignia sobre el cuello.
      Daktos tu eres el segundo al mando.
      Los 2 estallamos en esa cólera que nos hacía distinto a todos, y nuestras miradas empezaron a arder en emociones.
      Antes de que pudiéramos reverenciarlo nos gritó con una voz que hizo temblar todo el zigurat: Daktos Daerionh, Dakharhu Daerionh.
      Ir y demuestren la ira de Seldar!.
      Que todos se arrodillen ante el imponente ejército!.
      Nos fuimos al frente de nuestro ejército, mientras al lado nuestro se encontraba Tyhaser y Krozziu, juntos íbamos a derrocar el bastión de plata.
      Juntos íbamos a poner de rodillas a todos los fieles de Eralie, juntos íbamos a eclipsar el sol, tras una nube de sangre infiel.
      Empezamos a marchar, y el suelo temblaba por cada paso dado en los terribles pantanos de Grimoszk.
      Marchamos por un tiempo, hasta que llegamos a las puertas del bastión.
      Los guardias nos vieron y empezaron a gritar, mientras miles de rayos conjurados por los chamanes empezaron a derretir sus cuerpos.
      De las puertas empezaron a parecer druidas, clérigos d Eralie, bárbaros, soldados…
      Y toda clase de seres inferiores ante nosotros.
      Daktos estaba con migo, y juntos empezamos a desintegrar cuerpos, mientras nuestras miradas se llenaban de placer, y una felicidad sin igual.
      Krozziu estaba cuidando nuestras espaldas, mientras poco a poco los fieles de Eralie caían, uno por uno era brutalmente asesinado.
      Y su ciudad manchada de sangre, sangre impura.
      Todo parecía acabar, ya no había nada en la ciudad, y lo poco que había se logró escapar.
      Solo quedaba Priis en sus aposentos.
      Grité con una voz casi quebrada por la enorme felicidad que me inundaba: volver señores, Priis va a morir en las manos de Daktos y mías.
      Es lo que necesitamos para poder vivir en paz con nosotros mismos.
      Tyaser asintió, al igual que Krozziu y los demás mandatarios que estaban allí.
      Se marcharon a la puerta del sur para custodiar, y yo con daktos nos miramos, y nos dimos un fuerte abrazo antes de terminar con todo esto.
      El me miró y me dijo entre llantos de felicidad: gracias por todo esto hermano, gracias por nunca olvidarte de nuestra promesa.
      Le sequé el llanto con mi túnica, y le dije con una voz que poco a poco se iba, por el desgaste que provocaba pronunciar hechizos sin cesar: hermano, esto va por nuestra familia, y por el ejército, y sobre todo por Seldar!.
      Nos conjuramos hechizos de protección y entramos, Priis se encontraba arrodillada en sus aposentos.
      Y al vernos empezó a pedir piedad.
      Mientras no
      Paraba de llorar, y rezar entre susurros.
      Antes de que pudiera gritar los 2 formulamos afiladas flechas que lanzamos contra ella, que como miles de púas se iban clavando en su piel, atravesando su carne, y arrancando alaridos de dolor.
      Los 2 nos miramos, y con una sincronización propia de nosotros, desintegramos su cuerpo, dejando nada mas que cenizas, y un charco de sangre espeso.
      Al terminar eso, una energía empezó a recorrer nuestros cuerpos, llenándonos de poder y una paz que nos hacía sentir como si hubiésemos vuelto a nacer.
      Salimos de ese lugar, y Takome ya no era nada mas ni menos que una ciudad desierta.
      Ya habíamos hecho lo que tanto deseábamos, ya nos habíamos vengado.

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