Inicio Foros Historias y gestas En busca de nuevos conocimientos I

Mostrando 0 respuestas a los debates
  • Autor
    Respuestas
    • Gurlen
      Participant
      Número de entradas: 237

      Desde hacía ya algún tiempo, ganarse la vida honradamente como buen ladrón era cada vez más complicado. Los mercaderes y comerciantes apenas cargaban riquezas y los enemigos que podías encontrar por los caminos o entrenando concienzudamente eran cada vez más precavidos y solo estaban equipados con pertrechos básicos, nada ostentosos y mucho menos con piezas extras. Sus mochilas contenían escasamente algún mendrugo y un trozo de queso, o un poco de pescado o carne en salazón. Cada vez era más difícil posar el guante sobre algún objeto de valor que me permitiera luego conseguir un buen trato al devolverlo al mercado. Incluso durante las encarnizadas batallas que se sucedían muchas veces durante días enteros cerca del gran Bastión del Bien de Takome o de la populosa y comercial ciudad de Anduar, era casi imposible acercar el filo de mi puñal a una bolsa de monedas descuidada. Al final terminaba sin remedio, envuelto en la batalla. Gracias a mis años de experiencia y grandes habilidades, casi siempre lograba salir ileso, pero todo cambia con el tiempo. Cada vez las técnicas de combate de adversarios y aliados eran mejores, pasar sigilosamente entre multitudes se ha convertido en una tarea ardua y complicada por el recelo que muestran los habitantes de Eirea no solo a mí y mis congéneres halflings, sino sobre todo a los que nos dedicamos a este peligroso oficio del latrocinio.

      Hasta mis peludas orejas llegaron rumores y habladurías sobre nuevas técnicas de combate, aunque combatir no sea precisamente lo que hagamos durante las escaramuzas en las que nos podamos ver envueltos. Y de eso se trataba, nuevas formas de sobrevivir o dar la vuelta a las refriegas para ponerlas a nuestro favor o el de nuestros aliados. Así que mi nuevo camino estaba claro, encontrar a estos personajes de las sombras y los bajos fondos que pudieran enseñarme nuevas técnicas y nuevos trucos.

      De quien primero tuve noticias fue de un extraño gnomo que deambulaba como perdido por el bosque de Urlom, Iknomserilangeríminidis, el denostado, se hacía llamar. Partí de mi hogar en Eloras en su busca para poder aprender lo que fuera capaz de enseñarme. Atravesé la gran urbe Anduar y puse rumbo al ocaso. El día parecía tranquilo y los caminos estaban poco transitados. Tras una larga jornada de caminata llegué al gran Desfiladero Leherdavel. Estaba exhausto, pero por suerte al atravesar los campos de cultivos de Lord Celedan pude hacerme con unas cuantas hortalizas que estaban bien amontonadas en unas cajas carentes de la vigilancia adecuada. En un desvío poco transitado del desfiladero improvisé una pequeña fogata para reponer energías con un rico salteado de verduras a la parrilla. Tras este pequeño ágape continué mi camino al sur, hacia las profundidades el bosque de Urlom.

      Ya en el interior del bosque, comencé la búsqueda de El Denostado. No fue tarea fácil, puesto que el bosque es enorme y estaba lleno de criaturas salvajes y algunas inverosímiles, tanto como un espléndido ejemplar de unicornio que encontré en un pequeño claro. Había escuchado historias de esta magnífica criatura en boca de algunos druidas, que decían que era el guardián de una rara planta muy apreciada para ellos. También encontré en las profundidades del bosque a un viejo montaraz, del que también tenía conocimientos, puesto que es el entrenador de ciertas técnicas de combate de los gráciles Danzantes Rúnicos del poblado comercial de Veleiron, cuna de alguno de mis más fieles aliados. Ya casi aburrido de mi búsqueda y cuando pretendía abandonar el bosque, encontré deambulando y desorientado a un tembloroso gnomo, que por los rumores que había escuchado debía de tratarse de quien estaba buscando.

      Me presenté de forma educada y mostrándome claramente para no parecer ninguna amenaza, pues era evidente que mi interlocutor se encontraba bastante nervioso. Efectivamente se trataba de Iknomserilangeríminidis y se dispuso a contarme su historia.

      Le llaman el denostado, pues graves calumnias cayeron sobre él. Se trataba de un afamado inventor gnomo que fue acusado injustamente de apropiarse de objetos de los laboratorios y desobedecer al consejo de sabios de Ak’Anon. Por los delitos que supuestamente cometió durante sus investigaciones, el gran consejo ordenó su persecución, captura y posterior ejecución, arrojándole a la lava del volcán. Por suerte sus inventos funcionaron, en medio de la trifulca y el alboroto que se había formado, logró esconder una de sus últimas creaciones y antes de ser lanzado a las llamas del cráter logro hacer uso de ellas. Con un ágil movimiento lanzó al suelo una pequeñísima redoma que inundó de humo todo a su alrededor creando un terrible caos. Aprovechando la confusión del momento logró escapar de funesto destino y huir de la ciudad hacia los bosques.

      Vista la gran utilidad de su invento, pensó que la mejor manera de ganarse la vida ahora que era un perseguido, era dirigirse hacía la mayor ciudad comercial conocida en Dalaensar, Anduar. Allí podría vender sus trucos para conseguir algo de sustento.

      Mucho más calmado después de contarme su historia se ofreció a enseñarme todos los entresijos de su invento a cambio de una buena cantidad de monedas que le permitieran continuar con su camino y su vida errante. Yo, sin pensarlo dos veces y viendo las grandes posibilidades en combate de estos conocimientos accedí encantando a sufragarle su nueva vida. Me explicó de forma sencilla el funcionamiento de su invento. Se trataba de pequeñas, pequeñísimas redomas, del tamaño de canicas, rellenas de algunos líquidos extraños, pero su funcionamiento no podía ser más simple. Solo había que lanzarlas contra el suelo para romperlas, de esta forma los líquidos de su interior reaccionarían con el aire creando de forma inmediata una nube de humo tan densa que casi resultaría imposible ver hasta tus propias manos.  De esta forma y aprovechando el caos se podría escapar de cualquier altercado sin ser visto. Realmente se trataba de un fantástico truco que me podrá salvar el cuello en más de una ocasión.

      Sin más dilación me despedí de Iknomserilangeríminidis para continuar mi camino en busca de nuevos conocimientos.

Mostrando 0 respuestas a los debates
  • Debes estar registrado para responder a este debate.