Inicio › Foros › Historias y gestas › Eteriálida. El poder de Stalos de Ak'anon
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La sala disponía de buena iluminación y permitía ver, con todo lujo de detalles, a un grupo de atareados gnomos que atendían un parto.
La parturienta se encontraba sentada en un artefacto mecánico que sujetaba con firmeza sus manos y por diferentes válvulas se plegaba y estiraba para dar la mayor comodidad posible a la diminuta gnoma así como facilitar sus contracciones. Dos varones le atendían y, por la expresión angustiada de uno de ellos, se podía suponer que se trataba del padre. El otro, atendiendo directamente el canal del parto, se arrodillaba frente a la gnoma con interés. Una docena más de gnomos correteaban alrededor tomando notas, algunos sobre el rendimiento de la máquina, otros sobre las posturas que mejor rendimiento daban, otros estudiaban la afección de la luz al proceso, o el volumen de los gritos y se interrelación con la fuerza ejercida. Había incluso un gnomo que calibraba las mejores formas de tomar notas del resto. Entre todo el ajetreo una voz chillona, como la de todos los gnomos pero aún más aguda que de normal, dirigía toda la acción:
- ¡Ahora! ¡Empuja! – decía con autoridad – ¡vamos que puedes! ¡un poco más! ¡así así así así…..! – repetía la voz – ¡Sigue! ¡Puedes hacerlo y……! ¡YA! ¡He nacido! ¡Muchas gracias a todos por la colaboración! – decía el recién nacido, dueño de la voz chillona – ¿Alguien tiene una toalla por favor?
A cualquier extraño le habría resultado sorprendente la serenidad y decisión con que nacía el pequeño gnomo, pero para ellos es algo bastante común. La desarrollada inteligencia de éstas criaturas empieza a fraguarse en el útero materno y cuando nacen la mayoría ya saben hablar al menos un idioma y todos, todos ellos, recuerdan su nacimiento.
El recién nacido, con los músculos débiles todavía, continuaba hablando sin parar.
- He de deciros que, de todos los nombres que habéis comentado ponerme me gustaría quedarme con Stalos, si es posible, y jamás aceptaría el que dijisteis a última hora, Forbenaour, que suena a panadería. ¿De acuerdo?
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S..Stalos está bien – le contestó agotada, su madre.
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Entonces… de acuerdo, seré Stalos – afirmó con rotundidad para después añadir – y por favor, ¿podría alguien atornillar la válvula de la segunda sección tres grados más?
Y así supieron que sería un gran inventor.
Con el paso de los años Stalos demostró, no sólo ser un estudiante excepcional, sino que su inteligencia rayaba el límite del conocimiento. Era el más rápido de su generación en la escuela, construía los artefactos más precisos y complejos en menos tiempo que algunos de los profesores, y en el recreo, a su vez, era el más rápido resolviendo los complejos algoritmos y problema matemáticos que, a modo de divertimento, se planteaban los pequeños gnomos entre ellos. Era tal su eficacia que, en una notificación oficial a sus padres de la Administración Oficial de la Gran Hermandad de Inventores de Ak’anon les dijeron que simplemente no habían sabido en que profesión encasillarlo pues destacaba con la misma excelencia por igual en todas. Con agrado y orgullo le ofrecieron a Stalos la PosibilidadDeElegirUnCaminoEnLaVida, un premio tan sencillo como el libre albedrío porque la sociedad gnómica, si algo no tolera, es no intentar hacer las cosas lo más eficientemente posible por lo que evalúan a los jóvenes gnomos para buscarle su ActividadIdealDeDesarrollo independientemente de los gustos del aprendiz. Gracias a esta concesión el joven Stalos, para decepción de muchos que deseaban que se dedicara a la ConstrucciónDeSistemasMecánicosParaLaMejoraDeLaCiudad decidió seguir los pasos del conocimiento arcano, la complejidad del mismo y la susceptibilidad del cambio en el éter habían constituido para él un reto siempre atractivo. Con la esperanza de que cambiara de opinión le asignaron, con el previo acuerdo mutuo de ambas partes, a la Gran Inventora de la ciudad, Sheerinive CocoLoco, esperando que, al ser la gran inventora, le contagiara el entusiasmo por los inventos y reorientaría la vocación de Stalos. Desgraciadamente, como siempre pasa con los gnomos, la teoría era perfecta, pero la práctica fue desastrosa. Sheerinive solo pertenecía al gremio para aprender a utilizar los inventos y jamás había construido uno por sí misma. De tal modo que pronto fue superada por Stalos en la construcción de inventos pero nunca fue motivado más allá de dónde le llevaba su propio interés.
Bajo la tutela de Sheerinive, Stalos desarrolló rápidamente su destreza en la manipulación del Éter. Sus habilidades se veían acentuadas por su agudo intelecto imitando la capacidad, con frecuencia, de su venerada tutora que le guiaba con ensoñada alegría. Con frecuencia acudían a la Torre de la Ilusión dónde podían estudiar los misterios de la magia junto a la enorme Nirshia, una humana discípula de Sheerinive que andaba encorvada por la torre siempre intentando no golpearse la cabeza con las puertas que, para los gnomos, resultaban altísimas y majestuosas. La vida se prometía feliz para Stalos, que soñaba con un futuro de sabiduría y estudio entre irresistibles montañas de pesados volúmenes impregnados de conocimientos arcaicos y arcanos, secretos que rescatar y traer de nuevo a la luz pero Eralie, que en su infinita sabiduría había planeado otro futuro para el joven gnomo y sus métodos no siempre son agradables.
Stalos cogía uno a uno los incunables de las altísimas estanterías con la ayuda de las BotasMecanicasDeElevaciónPorImpulsosMagneticosDeBibliotecario que le permitían acceder a cualquier estante el tiempo justo para extraer el libro requerido y extrajo un pesado volumen sobre AnalisisCompuestoBiFasicoDeEficienciaYPerduraibilidadEnDiferentesTiposDeTintes. Al tenerlo en sus manos, mientras las botas le devolvían al suelo con dos suaves sacudidas, un fugaz haz de luz alcanzó el fondo de la robusta estantería reflejándose en un cristal y terminando por incidir en la curiosa pupila de Stalos. Cuando llegó al suelo apoyó el libro y presa del afán de conocimiento volvió a lanzarse hacia arriba con tal ímpetu que las botas fallaron lanzándolo dentro de la propia estantería. Sin preocuparse por su estado se adentró gateando por la estantería que crujía por el peso de los libros y el gnomo hasta llegar al fondo de la misma, y allí, envuelto en una capa de polvo que cubría prácticamente toda la superficie, un pequeño frasco de cristal con una diminuta perla de color turquesa. Stalos sacudió levemente el frasco esperando identificar el tipo de mineral por el tintineo del mineral contra el cristal y para su sorpresa el sonido fue muy apagado, casi como si la pieza estuviera recubierta de tela. Esto despertó aún más su curiosidad gnómica, principal causa de las muertes en su diminuta población, y salió de la estantería avanzando por su propio pie olvidando la altura mortal a la que se encontraba, obsesionado como estaba con averiguar qué secreto se ocultaba en las estanterías. De repente al pisar en vacío el corazón le dio un vuelco y empezó a caer vertiginosamente por sólo un metro. Mientras flotaba suavemente hacia el solo Stalos agradeció el cartel que había junto a las botas siempre:
Recuerda utilizar el hechizo ‘Caída de pluma’ junto con las botas. Si no eres capaz de formularlo solicita ayuda.
Stalos con cierta tristeza recordó los ocho gnomos fallecidos en los tres primeros días de utilizarse las BotasMecanicasDeElevaciónPorImpulsosMagneticosDeBibliotecario. Cuatro de ellos cayeron despistados desde una estantería muy alta. Los cuatro restantes las usaron en el modelo viejo, el que en vez de sistemas hidráulicos usaba pólvora. Casi como un acto reflejo miró los cuatro agujeros en el techo de la biblioteca gnómica y la tristeza por los amigos perdidos le invadió de nuevo. Dos segundos. Lo justo para que de nuevo el frasco que llevaba en las manos acaparara toda su atención. Limpió la superficie y examinándola a la luz observó que contenía ciertos destellos magenta brotando del turquesa, como si estuviera rodeada por una pequeña nube de gas de ese color. Cualquiera habría sospechado inmediatamente y tomado las mayores precauciones, aún más si cabe por haber sido hallada en una biblioteca gnoma. Preocupado por el extraño gas, por haber estado oculta, cualquiera habría tomado precauciones al tratar esa extraña materia. Pero Stalos era un gnomo, así que la abrió y aspiró profundamente intentando identificar la sustancia. Inmediatamente el quemazón en su olfato tan familiar le permitió identificar el origen arcano del gas. A velocidades que un humano ni entendería la mente de Stalos comenzó a descartar materias y recorrer todo el vasto conocimiento adquirido con el tiempo. Su ensimismamiento fue tal mirando la pequeña que no percibió cómo frente a él un pesado tomo flotaba en el aire y se acercaba a él abierto por una página concreta y caía de golpe a sus pies. Stalos sobresaltado miró el libro a sus pies y tapó el frasco. Su título ‘La FastuosaEImpresionanteHistoriaDeCarizLigeramenteMoralistaYAltamenteInspirador de SiempreHayUnaManera’ habla de Shum, un héroe de la infancia de los gnomos urlomitas que canalizaba el poder de su imaginación a través de una piedra mítica, la Eteriálida, que permitía canalizar el éter en los objetos. Para los estudiosos de la cultura gnómica Shum es el padre de los inventores., pues creaba artefactos milagrosos gracias a su imaginación y la Eteriálida. Con un escalofrío de ilusión y Stalos examinó la piedra, coincidía exactamente con la descripción y se preguntó cómo no se había dado cuenta antes aunque, claro, se trataba de un mito y ahora estaba entre sus manos. Lo cogió con cuidado y lo examinó con precaución, su tacto era sedoso y su aspecto rasposo, treméndamente liviana, como la liparita pero cubierta de pelo. La mente de Stalos empezó a trabajar frenéticamente, debía realizar diferentes pruebas para validar si realmente era Eteriálida el material en sus manos y qué implicaba. Olvidándose por completo de que aquel libro hubiese aparecido tan casualmente delante de él se dirigió a sus aposentos a probar sus teorías.
Cuando por fin pudo aislarse adecuadamente desapareció de la vida en Ak’anon por días. Su carácter obsesivo por la ciencia era una virtud y a la vez una condena, analizó la roca evitando dañarla de cualquier manera, por métodos químicos, métodos arcanos y métodos físicos pero, en realidad, tratar de traer a la realidad una fábula de su infancia era una ciencia que nunca había estudiado y resultaba un trabajo agotador. Stalos empezó a languidecer y a enfermar, de vez en cuando su maestra acudía a reprenderle por haber abandonado los estudios arcanos pero conteniendo su mal humor y aprovechando para traerle algo de comida.
El paso de los días reafirmaba la fe de Stalos en su hallazgo. Si bien no podía demostrar todavía que se trataba de Eterialida sí había sido capaz de probar que no era ningún otro elemento conocido, lo que reforzaba su convicción. En la habladora y agitada Ak’anon se extendió rápidamente el rumor de que Stalos, uno de los más destacados inventores y hechiceros de la ciudad, se había ConcentradoMuchoMuchísimoEvitandoTodoContactoSuperfluoConGenteSuperfluaOActividadesSuperfluasQueHayCosasMasImportantesYEstaEsUnaDeEllas.
Esta expresión es la forma abreviada de los gnomos para referirse al proceso del aislamiento voluntario de un gnomo obsesionado con una tarea que absorbe toda su atención. Esta obsesión le impide comer, contactar con otras personas si no es para pedirles libros o documentos, salir de su encierro o hacer nada excepto investigar el foco de su obsesión. Inexplicablemente, es una de las causas más honrosas de morir para un gnomo. La segunda preferida después de muerte por probar un invento prometedor según el estudio CienManerasDeMorirElegidasTrasUnMuestreoYEntrevistaConElOchentaYCuatroPorCienDeLaPoblación del famoso sociólogo de Ormeion DonTeVoyAEstarVigilandoPorqueEsLaFormaEnLaQueTrabajoAsíQueNoSeasParanoicoYSigueConLoTuyo. La tercera es Descubriendo un nuevo explosivo.
Pasadas varias semanas a Stalos solo le mantenía vivo su férrea voluntad y el ardiente deseo de terminar su invento. Cuando pasó la primera fase de investigación el revuelo fue general, materiales llegaban a su puerta y Stalos se asomaba rápidamente, elegía dos o tres, y empujaba el resto. Herramientas básicas como MartilloDeGolpearRepetidamenteSinMuchoCriterio o el AlicateCortaTodoMenosAlicatesCortaTodo, herramientas complejas como el AlicateCoartaAlicatesCortaTodoPorSiAcasoAlgunDiaFueraNecesario o la CintaLimadoraDePrecisiónAbsuradPorqueNoTienesTuTantoPulsoComoCrees, materias primas como limaduras de hierro, trozos de silicatos, y pólvora, mucha pólvora. Se acumulaban en su puerta pues, los gnomos, dévotos de la ciencia, consideran que el afectado por esta obsesión no debería perder tiempo en tareas mundanas como la recopilación de materiales así que le llevan de todo a su puerta por si acaso lo necesitara. En esta segunda fase de construcción los más ancianos solían acercarse a debatir sobre qué era lo que pretendía fabricar el gnomo ConcentradoMuchoMuchísimoEvitandoTodoContactoSuperfluoConGenteSuperfluaOActividadesSuperfluasQueHayCosasMasImportantesYEstaEsUnaDeEllas. Algunas mañanas aparecían notas colgadas en su puerta, pequeños planos que había colgado por la noche solicitando alguna pieza que no había podido encontrar entre los préstamos o que, simplemente, no existía todavía.
Tras siete semanas la gente empezó a murmurar. Estas fiebres obsesivas duraban aproximadamente un mes, que es el tiempo máximo que un gnomo dominado por el afán investigador puede subsistir sin comer o beber. Ese espíritu eufórico les posee y les mantiene activos y alertas un tiempo proporcional a la importancia del descubrimiento pero más allá de ese tiempo el agotamiento merma la intensidad de la euforia haciéndoles más sensibles al hambre y el agotamiento. Cuando esto sucede entra en juego el coraje propio de cada gnomo, algunos siguen investigando hasta la misma muerte, otros se rinden y pasan días y días de fiebres, pesadillas y dolores hasta recuperarse de la obsesión. En el ránking de los encierros más largos de un gnomo se encontraban los mayores inventos como el AnclajeMetálicoRoscadoParaLaUniónDeElementosEnDosComponentes, de cinco semanas y media, el SalitreOrganicoSulfuradoExplosivo de seis semanas y dos días, y el SistemaExplosivoDeGestionYControlDeTiemposEnLaCiudad de seis semanas y seis dias.
Por ello el récord nunca alcanzado de Stalos de siete semanas consecutivas de encierro preocupaba, emocionaba y sorprendía a la vez. Diariamente los gnomos se aglutinaban esperando ver salir a Stalos de su taller-laboratorio-hogar o bien agotado pero victorioso, o muerto. Ya nadie le cabía duda de que la opción deshonrosa no era viable. Y que incluso la SensacionPacificaQueTeRecuperaLaCorduraYLasfuerzas posterior a un gran descubrimiento, una somnolencia sanadora que embriagaba a los diminutos genios sería insuficiente. Por ello su mentora, preocupada, reunió a los mejores clérigos y juglares que aliviaran la carga de su cuerpo y de su alma cuando terminara la invención. En mitad de la octava semana, tras 42 días de encierro, finalmente Stalos abandonó su taller. En su puerta, amontonados en ordenadas hileras alternadas de tal modo que se conseguía la mayor visibilidad para las filas traseras pues los gnomos eran eficientes hasta para hacer muchedumbres, un centenar de gnomos contenían el aliento llenos de orgullo, envidia, curiosidad y expectante apremio. La puerta se estaba abriendo lentamente, casi con decrépita teatralidad, a pesar del gentío el silencio era tan completo que se oía el roce de los goznes bien engrasados. El interior era oscuro y apenas estaba bañada la entrada por la luz de la estrecha callejuela. Con pasos vacilantes Stalos salió al fín a la luz y con la voz ronca del agotamiento susurró levemente:
- ¡Lo conseguí! ¡La Eteriálida! – y cayó desvanecido.
A pesar de su desvanecimiento su mano enguantada apretaba con fuerza conteniendo algo. El aspecto era bien extraño incluso para los gnomos, como si una araña del tamaño de su palma intentara abrazarse fuertemente para no caer con sus ocho patas mientras mordía el dedo corazón con una cabeza brillante y enjoyada, donde refulgía con fuerza una piedra de un azul blanquecino tan intenso como el FuegoCalienteCalienteDeReflujoGaseoso que utilizaban los gnomos para moldear las piezas más duras de metal.
La multitud que le rodeaba apenas podía salir del shock, todos los enanos habían soñado alguna vez con la Eteriálida pues formaba parte del cancionero popular en Ak’anon y todo Urlom pero nadie lo consideraba real. Y, en caso de serlo, nadie lo consideraba al alcance de la ciencia gnómica de hoy en día. Los murmullos de desaprobación y duda se extendieron mientras Stalos, agotado se dejaba arrastrar por la fase final de todo gran invento, la SensacionPacificaQueTeRecuperaLaCorduraYLasfuerzas. Su cuerpo tembló mientras se dejaba caer y habría golpeado el suelo de no ser porque inmediatamente del interior de la estancia saltó un perchero al exterior y evitó que Stalos cayera. Tras esto dos sillas salieron corriendo y recogiendo a Stalos repartido en sus asientos entraron en la casa de nuevo.
Pocas veces se puede ver algo tan cómico como cien gnomos estupefactos y en silencio. Lástima que no hubiera público para tal evento. De repente todos comprendieron que realmente Stalos había conseguido, de alguna misteriosa manera, animar objetos inanimados y dotarlos de cierta voluntad tal y como se contaba en la vieja leyenda de Shum, el gnomo viajero. Los gnomos pasaron rápidamente por todas las fases de aceptación de lo increíble.
Negación
- ¡ No es posible ! ¡Si la Eteriálida no existe !
Debe haber sido una ilusión aunque parecía tan real…
Ira
- ¡Que sinvergüenza! ¡ Y si tenía Eteriálida porqué no la compartió !
¡Yo habría tardado menos !
Negociación
- ¡ Quizá podamos hablar con él para que comparta su fuente !
¿ Y si le ofrecemos un puesto en el consejo a cambio ?
Depresión
- Nada, es imposible, nos ha humillado por completo
Yo habría tardado más
Aceptación
- Pero bueno, al fin y al cabo es el mejor inventor de nuestra generación, ¿quién sino lo conseguiría?
Además, es un nuevo hito en la historia de todos en Ak’anon, ¡un logro conjunto!
¡Así es! ¡Stalos, un orgullo para todos!
Y empezaron a vitorearle desde afuera pidiendo otra demostración, mientras tanto Sheerinive acudió a su lado preocupada, acompañado por Aldamare, la mejor trovadora de todos los tiempos, para reconfortar su espíritu y de Kirya, uno de los más poderosos clérigos de Eralie, para reconfortar su cuerpo y su alma.
Dentro del taller de Stalos se podía sentir el encierro y el caos de los últimos 42 días. Apenas estaba ventilada la pequeña estancia y había dos tornillos en el cajón de las tuercas. Quizá para eso pareciera un hogar limpio y ordenado pero para un gnomo era casi un sacrilegio. Más aún tratándose de un inventor de renombre. Con maniática obsesión colocó los tornillos en su sitio y se giró con el gesto torcido hacia su discípulo que estaba siendo sanado lentamente por la sacerdotisa. Aldamare se acercó a ella y como casi siempre que quería hablar en privado con la diminuta gnoma se acuclilló a su lado con gracia, apoyándose únicamente en los dedos de los pies y con los brazos cruzados por encima de las rodillas. Quien la viera podría pensar que estaba apunto de caerse constantemente pero Aldamare nunca se caía en esa posición. Con su maravillosa voz, fuerte como un trueno pero suave y clara como el murmullo de un arroyo, le preguntó a su vieja amiga:
- Os veo consternada anciana, creía que vuestro discípulo había conseguido un gran logro – le comentó al ver expresión ceñuda.
No me llames anciana, eres más vieja que yo – contestó Sheerinive casi automáticamente, y luego continuó – el poder de este invento escapa a nuestra comprensión – añadió sin mejorar su gesto.
Decidme entonces, anciana – remarcó Aldamare – ¿qué puede traer de malo este poder? ¿Es acaso inagotable?
¿Sinceramente? He de reconocer que no lo sé, escapa al alcance de mi comprensión, y sobre sus límites… – Sheerinive se giró recelosa hacia la mano derecha del joven Stalos, que lucía brillante el Guante de Eteriálida – … debería inspeccionarlo para averiguar algo.
Al pronunciar las palabras inmediatamente la cama donde reposaba Stalos dio tres pasos atrás, alejándose.
- Dama Aldamare – continuó Sheerinive entornando los ojos – apuesto de hecho, que lo mejor es que le quitemos el guante ahora mismo.
Dicho esto la cama se alejó un poco más y una vieja butaca se acercó torpemente para interponerse en el camino. La trovadora, que conocía la expresión de su amiga le replicó inmediatamente
- Tenéis razón querida Shee, es mejor que lo hagamos cuanto antes, yo iré por el lado opuesto y vos por este – y se levantó haciendo además de querer acorralar la cama.
Inmediatamente saltaron el resto de muebles de la casa creando una barrera entre ellas y Stalos y, si un taburete puede adoptar una posición defensiva, adoptaron una posición defensiva.
- Dejáos de estupideces – interrumpió Kirya enfadada. – Éste pequeño gnomo tiene el alma bailando entre el trono de Soële y la realidad. ¡Si no os detenéis ahora mismo tendré que expulsaros!
Inmediatamente los muebles guiados por alguna voluntad común, se retiraron a su lugar original con calma mientras recelosamente vigilaban a la trovadora y la ilusionista confirmando que hacían lo mismo. Se relajaron todos y tanto Sheerinive como Aldamare se quedaron de pie dudando si ahora debían o no usar los asientos para aligerar la espera. Fuera, el clamor de los asistentes, que había ido en aumento, empezaba a desvanecerse con el paso de las horas. Cinco días y cinco noches pasaron, con el corazoń de todos pendiente de un hilo, hasta que Stalos empezó a mostrar los primeros síntomas de mejoría. Nadie había conseguido acercarse siquiera al guante por lo que todos aún estaban esperando a recibir alguna noticia , tanto por el estado del objeto como del portador. Sus primeras palabras hizo sonreír a la cada vez más numerosa comitiva que le esperaba impaciente. Los ciudadanos de Ak’anon deseosos de conocer sus conclusiones del trabajo realizado y la JustamenteNecesariaDisertacionSobrePorquéNingúnOtroGnomoSeHabiaDadoCuentaAntesDeAlgoYPorEsoSoyElPrimero que solía venir tras un gran invento se agolpaban alrededor y en el interior de su humilde casa mientras Sheerinive hacía las veces de anfitriona protegiendo los documentos de la investigación hasta que su artífice los exhibiera como era la costumbre. Aldamare y Kirya, algo incómodas porque si eran más altas que cualquier otro gnomo las dimensiones de la casa disparaba ese efecto por las nubes y se sentaban en el suelo en un rincón hablando por lo bajo entre ellas. Finalmente Stalos se recuperó y empezó a hablar con todos, amablemente disfrutaba de su gloria, respondiendo educadamente todas las preguntas a pesar de su cansancio pero evitando las explicaciones demasiado detalladas, posponiéndolas para la JustaDisertación de los próximos días, con frecuencia enseñaba un pequeño muñeco metálco, de apenas 4 centímetros de altura que había animado con su guante. Cada vez que lo hacía Stalos parecía agotarse levemente y finalmente Sheerinive, escoba en mano, los expulsaba del laboratorio durante un rato a sabiendas de que no podría hacerlo indefinidamente.
Durante los siguientes días Stalos empezó a documentar todo el trabajo realizado de cara a la gran presentación con fuerzas renovadas y los atentos cuidados de Kirya mientras las visitas se iban reduciendo. Finalmente, sólo quedaron Kirya, Aldamare, Sheerinive y Stalos en el laboratorio hogar del joven gnomo.
- Entonces, mi pequeño, la casualidad puso en tus manos la eteriálida ¿no? – comentó Sheerinive que actuaba de madre sustituta con más frecuencia de la que Stalos desearía
Así es – le contestó – también me lo hizo pensar el libro que encontré en el suelo, aunque juraría que nada había allí unos minutos antes – completó.
Los ojos de las tres mujeres se cruzaron cómplices. El Guante de Eteriálida era un objeto de poder desconocido hasta la fecha en Eirea y les consternaba la idea de que cayera en malas manos.
- Sin duda, una gesta digna de alguien tan excepcional como tú – añadió sonriente Aldamare. Su cálida y amorosa voz hacía agradable cualquier exabrupto y, más aún, un elogio así, que hizo sonrojar a Stalos.
Cualquiera podría haberlo conseguido – se excusó modestamente
En realidad – intervino Kirya, siempre pragmática – nadie más lo habría conseguido, ha sido realmente providencial que llegara a unas manos honradas y trabajadoras como las tuyas Stalos.
El gnomo, que aunque había conocido anteriormente a la antigua comisaria de Takome, no terminaba de acostumbrarse a las dobles verdades que siempre decía, evidenciando lo que naide quería decir con una aplastante franqueza.
- Sí … – susurró Stalos para sus adentros – realmente providencial ..
Al momento una gran palmada en las piernas de la anciana Sheerinive interrumpió el devenir de la charla,
- Bien – dijo tajante – creo que es el momento de retirarse a…
Su frase quedó interrumpida por una negrura absoluta, una oscuridad total, que se apoderó de la estancia. Al unísono cuatro voces pronunciaron las palabras que invocan la luz ‘Magius lios’ pero nada cambió. El origen mágico de la oscuridad les puso en alerta y se dirigieron hacia la puerta para recuperar la visión mientras formulaban conjuros básicos de defensa. Una vez fuera, como el entrenado equipo coordinado que eran prepararon la trampa esperando que saliera el misterioso asaltante cuando se percataron que Stalos no estaba entre ellos.
- ¿Se ha quedado dentro? – dijo Kirya mientras se aprestaba a regresar
En ese momento salió Stalos apresuradamente del laboratorio, su rostro decidido y su respiración agitada. Rápidamente Aldamare comprendió lo que sucedía.
- El guante Stalos, no lo llevas – dijo mientras empuñaba su mágico laúd.
Sheerinive lanzó una nube tóxica dentro rápidamente y un segundo hechizo dotó a sus ojos del color rojizo típico de la infravisión arcana.
- Voy delante, – dijo sin dudarlo y saltando adentro.
Aldamare y Kirya se aprestaron a proteger la salida y que nadie escapara de allí. Una tediosa y aburrida letanía empezó a sonar en las manos de Aldamare que Kirya reconoció por el mágico adormecimiento que provoca, mientras, a su vez, empuñaba el medallón sagrado dispuesta a darlo todo.
Un grito gutural de terror de múltiples voces surgió de dentro y varios gnomos salieron del interior. Con estupor Aldamare confirmó que todos ellos eran Stalos y sin dudarlo un momento decidió que no podían escapar. Arrancando un poder sin parangón en Eirea de su instrumento dominó las mentes de todos ellos llevándolos al sueño inmediato mientras intentaba identificar cual era realmente Stalos. El mismo momento fue aprovechado por Kirya que, sorprendida por el número, decidió recurrir a la intervención directa de Eralie y clamando su voluntad pronunció la palabra divina que dejó a todos rígidos como postes. Inmediatamente Kirya y Aldamare recuperaron el dominio de sí mismas a la vez que Sheerinive llegaba del interior y lanzaba una lluvia de espadas conjuradas contra todos ellos. Sin dudar de su acción Kirya invocó una tormenta sagrada en el interior de la montaña que les robó fuerzas a todos mientras, en una danza hipnótica, Aldamare conjuraba contra uno mientras sesgaba el pecho del siguiente.
Conforme iban cayendo el engaño que les protegía se descubría e iban mostrándose, uno tras otro, diferentes semi-drows. Todos ataviados con la terrible máscara de Khaol. Bajo la combinación de las tres terribles guerreras los sacerdotes no tuvieron opción alguna y cayeron muertos, Stalos no se encontraba entre ellos y tampoco había participado en la lucha, al girarse buscando al primer Stalos en salir del laboratorio descubrieron que había desaparecido. Aldamare salió en su persecución pero entre tanto gnomo de la propia ciudad identificar uno distinto resultaba casi una extravagancia. Kirya, a petición de Sheerinive entró en el laboratorio donde el Stalos original yacía inconsciente.
A los pocos minutos Aldamare apareció agachando su esbelta figura por la puerta.
- Imposible – dijo – ése ha escapado
Ya sabemos quien estaba detrás de todo esto, el propio Khaol – afirmó Kirya que sujetaba la cabeza de Stalos
No veo el guante – continuó Sheerinive – el primer Stalos debió llevárselo mientras los otros de ahí fuera se sacrificaban para darle una oportunidad
¡Maldita sea! – dijo Kirya – ¡Nos han engañado!
Aldamare y Sheerinvie compartieron una mirada cómplice, los sacerdotes de Khaol era juistamente eso, maestros del engaño y la mentira, igual que su deidad. A pesar de ello, Kirya podría haber sido engañado por un ladrillo, pues la franqueza de su corazón y mente le hacían incapaz de concebir las mentiras. Se permitieron una pequeña sonrisa a pesar de la gravedad del momento, pues no era ni la primera, ni la última que un gran desafío se aparecía ante ellas, amigas desde hacía más de un siglo.
- mi… mi.. guante – Stalos recuperaba el sentido y rápidamente se hacía cargo de la situación – lo he perdido – añadió amargamente.
Stalos – le espetó Kirya – estabas todavía muy débil para andar siquiera, nosotras hemos fallado, estábamos aquí porque esperábamos que podía suceder tal cosa y nos hemos confiado con el paso de los dias.
Sheerinive y Aldamare recibieron la punzada de la sinceridad de Kirya en su orgullo y se revolvieron incómodas.
- Debemos darnos prisa en recuperarlo – convinieron – Khaol es peligroso con el escaso dominio de la magia arcana y ahora… puede ser terrible.
Sacando fuerzas de flaqueza Stalos se puso en pie y con aire decidido exclamó – ¡Basta! Yo lo haré.
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La frase que en el 97 leí en la pantalla de Galmeijan y me abocó a este oscuro mundo:
Orco te golpea con su cimitarra.
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