Inicio › Foros › Historias y gestas › Familia Al’jhtar, El Destino de las Líneas de Sangre
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Las líneas de sangre ocultas son, cuanto menos, caprichosas.
Amanecía, como cada día, impertérritamente en los Desiertos de Al’Qualanda. El lucero incandescente recorría los bastos muros de la Meseta Ferrian, despidiendo la fría noche, acompañado por una nube generada en la evaporación de la humedad acumulada en la nocturnidad.
El cambio de guardia de la ciudad de Ar’Kaindia se acontecía sin problemas, como en cada jornada, mientras que algunos lugareños se agolpaban en la sombra que ofrecía la meseta mientras preparaban los utensilios de cada día. Algunos destinados a la agricultura, otros para la caza rutinaria de lagartos en las inmediaciones de la ciudad.
Entre ellos caminaba observante Rijja Al’jhtar. Aun siendo un Alto Teócrata en el consejo de magos, le gustaba mezclarse entre la población y atender de primera mano las necesidades y dudas de aquellos a los que el gran consejo gobierna.
Sus pasos le llevaron, como en infinitud de ocasiones, a la taberna del poblado. En la cual, como si de un ritual se tratase, le preparan el almuerzo con mimo compuesto por dátiles frescos y un té aromatizado con menta, su favorito. Sonrío y se acomodó en su mesa de siempre, cerca de la ventana, mientras observaba cómodamente los imponentes muros de piedra de la Meseta que los cobijaba.
Aquel día algo fuera de lo común sucedió. El actual Sumo Sacerdote, Dawud, entró por el umbral de la taberna. Los lugareños que allí se encontraban, quedaron atónitos ante su presencia, ya que, desde su nombramiento como Sumo Sacerdote, las visitas a establecimientos frecuentados por civiles habían decrecido considerablemente. Eso era normal, ya que los quehaceres en el Templo Piramidal le tenían absorto y ocupaban la gran mayoría de su tiempo. Pero aquel día, decidió ignorarlos y salir a pasear por los dominios de la ciudad.
Dawud, no pudo evitar una sonrisa cuando observó, al fondo de la sala a uno de sus queridos compañeros del Alto Consejo. El cual, al percatarse de la presencia del ahora Sumo Sacerdote, no dudó en hacer gestos complacientes de invitación a sentarse y compartir el almuerzo con él. Dawud aceptó.
- Su Señoría el Sumo Sacerdote de nuestra amada Velian – comentó Rijja alzando la voz ligeramente- ¿Qué le trae por esta humilde posada? – añadió.
- Me dirigía a observar por mí mismo el estado de los cultivos del poblado, ya que ha llegado a mis oídos que la cuantía del presupuesto otorgado a estos ha aumentado considerablemente – Contestó Dawud. – Y al verle entrar en este establecimiento, que mejor momento para poder hablar de manera desenfadada con usted.
- Cierto, la última plaga de langostas diezmó en demasía los cultivos, pero nada que no podamos solventar. Esa partida del presupuesto fue firmada por mi persona y, como puede observar por usted mismo, está totalmente justificada.
Debido a las formalidades (forzadas) que estos mantenían en la conversación, ambos comenzaron a reír. Era sabido que desde hacía años estos Orgos mantenían una fuerte amistad, forjada en múltiples campos: El estudio, incursiones, intereses comunes y una fuerte convicción a mejorar las condiciones de la ciudad que gobernaban.
Ambos se estrecharon la mano con un fuerte apretón y se sentaron a degustar el almuerzo que les habían servido entre una charla amigable, pero sin olvidar temas importantes sobre el gobierno de la ciudad.
Pasada algo más de una hora, cuando los Orgos se disponían a finalizar dicho encuentro, un viejo orgo, ataviado con una túnica y capucha que le escondía el rostro, encorvado y de paso oscilante, atravesó el umbral de la taberna y clavó sus ojos en los dos Mandatarios Orgos que allí se encontraban.
- Rijja!! Dawud!! Quien lo iba a decir. Caprichos del destino, ¡Las líneas de sangre siempre se cruzan en el camino! – exclamó el anciano.
- ¿Quién es usted? – replicó Rijja – ¿Y a qué se refiere con esas palabras?
- Explíquese anciano- Añadió Dawud.
El Anciano emitió una leve risa mientras que apartaba su ajada capucha
- Taljju! – exclamó Rijja- te hacía perdido, o muerto, en algún lugar lejano de los desiertos del Oeste!
- Taljju! – añadió Dawud con mirada atónita mientras se giraba hacia Rijja- ¿Cómo puedes conocer a mi abuelo, Rijja?
Rijja se quedó perplejo.
- ¿Tu abuelo?, ¿Cómo es posible? – preguntó Rijja con aire desconcertado.
Antes de que pudieran seguirla conversación, una carcajada complaciente de Taljju interrumpió a ambos Mandatarios.
- Si Rijja, en uno de mis viajes entablé relación con una exuberante Orga que me enamoro cuando…
- ¡Abuelo! ¡No hables así de ella, siempre fuiste un pervertido! Te hacía muerto, pero no permitiré que hables así de…. – exclamó Dawud justo antes de volver a ser interrumpido.
- Tranquilo Dawud, era broma, aunque en realidad no, pero respeto lo que dices. Continuando con lo que te decía, Rijja, es cierto, Dawud tiene sangre de la familia Al’jhtar, producto de una aventura consagrada a la luz de Velian. La cual siempre le oculté a tu padre por respeto. Pero no por ello negaré hoy vuestro parentesco. Siento no haber hecho público mi regreso, fue hace 4 años cuando regresé a la ciudad de mi extensa expedición de los desiertos del Oeste. Viendo que se me daba por muerto o, como dices, desaparecido y dada mi avanzada edad, decidí acabar mis días a la sombra de la Meseta Ferrian sin meterme en líos políticos o familiares. No pensaba sufrir un encontronazo con vosotros, y mucho menos con ambos al mismo tiempo. Ha sido una agradable sorpresa…
Una vez se relajaron los ánimos y la estupefacción del momento, los tres Orgos se sentaron en la mesa, compartieron recuerdos y eventos, pasados y presentes, sobre la situación de sus vidas y logros conseguidos. Dando paso al beneplácito de Rijja para que Dawud se asentara en la Torre de Cuarzo y Obsidiana, hogar de la Familia Al’jhtar, y ocupara el lugar que le corresponde por derecho de sangre dentro del linaje familiar. Al margen de todo esto, Taljju comentó lo que vio y experimentó en su expedición a los Desiertos del Oeste a Rijja y Dawud, pero eso ya es otra historia…
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