Inicio › Foros › Historias y gestas › Fumaflores y el grimorio robado
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El viento soplaba raudo y la temperatura se volvía cada vez más fría. Como la mayoría de los días de Yeslie, la nieve se dejaba caer pesada sobre el puerto de Urlom. Un grupo de contrabandistas compuesto por humanos encapuchados se encontraba a altas horas de la noche cargando un velero a escondidas. El cargamento tenía que ser enviado en secreto a la helada isla de Naggrung para solventar a un grupo de bandidos que estaba convirtiendo las alcantarillas de Keel en su guarida.
Un suspicaz gnomo conocido como Fumaflores por su habilidad catadora de distintas hierbas y flores alucinógenas, observaba toda la operación a distancia. Este había llegado escapando de la guardia de Ak’anon pues la noche anterior, luego de combustionar unas hojas en su pipa, había sido sorprendido robando un poderoso grimorio con secretos arcanos, cuyo dueño, el poderoso mago ilusionista Flifli, descuidó por unos minutos en su laboratorio de trabajo.
El gnomo había estado tratando de entender los secretos que escondía aquel preciado libro escondido tras unas gruesas tablas de roble que parecían ser para la construcción de una poderosa goleta. Este esperaba la oportunidad precisa para embarcarse hacia algún lejano destino con su nuevo tesoro. Poco le importaba dejar su ciudad natal, ya que desde pequeño soñó en convertirse en un formulador de luminosos sortilegios y como creció en el orfanato, nunca pudo costearse la escuela de magia. Esta era su oportunidad, y dejaría todo atrás para llevar a cabo sus deseos.
Algo le parecía extraño a Fumaflores, ya que algunos trabajadores comenzaron a llegar más temprano de lo normal a preparar las redes de sus barcos. Este notaba extraños movimientos provenientes desde distintos rincones de la emplazada. Parecía ser una emboscada, ya que el gnomo observó armaduras y armas escondidas bajo las telas de los supuestos pescadores.
Estos resultaron ser guardias de Nivrim disfrazados y llevaban meses preparando la encubierta operación para dar caza al grupo de contrabandistas. Como se encontraban lejos de Anduar, estos habían generado pocas sospechas. El general de la guardia había preparado una excelente estrategia para descubrir a los criminales con las manos en la masa por petición de la gran Inventora de Ak’anon, Sheerinive. La operación daría resultado con éxito.
Fumaflores era un joven muy ágil, despierto e inteligente. En un momento de descuido, mientras el grupo de contrabandistas se rendía de uno en uno a raíz de la operación, se introdujo dentro de un apestoso barril de pescado, el cual sería llevado por un grupo de pescadores hacia una bella corbeta que parecía estar lista para zarpar. Estos cogieron el barril con el gnomo dentro, mientras este protegía su preciado libro entre sus ropajes. Fumaflores observaba por un pequeño agujero como un alto general de la guardia interrogaba a punta de espada a los criminales y un par de cuerpos yacían en el suelo luego de negarse a responder las preguntas de los soldados. Parecía ser una ejecución y el gnomo había zafado por poco.
La corbeta zarpó con Fumaflores de polizón en una esquina de la cubierta. Este, sin saber hacia donde iría, se alejaba del continente sin sospechar lo que le depararía el destino. Por ahora solo quería estar solo con su mágico grimorio para poder estudiarlo. El gnomo pasó la noche dentro del barril, y aprovechando un momento que la zona se encontraba despejada, encendió su pipa observando las estrellas mientras la corbeta surcaba el mar.
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